Menudas tetas, más aventuras en el pueblo.

La profe inocente vuelve a ponerse en problemas por culpa de sus enormes melones. Pero esta vez descubrirá aspectos de su personalidad que no concia hasta ahora...

Una jornada más en el colegio estaba por comenzar, Mónica se arreglaba en casa, como siempre eligiendo la ropa que mejor le disimulase su abultado busto.

Una vez lista se subió a su bici y se dirigió hacia el colegio, trayecto en el que sabía que algún piropo o mirada descarada iba a recibir, pero no sería nada nuevo para ella.

Ya en la escuela recibió una llamada de Álvaro, el director.

-

Mónica por favor, pasa por mi despacho cuando puedas, tengo un tema que comentarte, gracias.

-

Ok, en cuanto acabe las clases de la mañana subo a su despacho.

La verdad es que desde que tuvo lugar la reunión de profes en casa del director, que terminó como terminó, Álvaro se había comportado como un auténtico caballero. Habían coincidido en reuniones, pasillos, charlas, y en ningún momento había sacado el tema ni su actitud con Mónica había sido distinta a la que tenía antes del encuentro…

Una vez acabadas las clases en vez de ir a comer se dirigió al despacho del Director. Llamó a la puerta.

Toc

,

toc

, - ¿se puede?

-

¡Adelante! Pasa por favor, siéntate.

-

Claro. Mónica se sentó con las piernas juntas y puso sus manos sobre sus muslos, con actitud de escucha atenta.

Álvaro sentado tras su mesa consultando algo en la pantalla del ordenador, dejó el mouse y puso toda su atención en Mónica.

-

Te he llamado porque tengo un amigo de la infancia que ha vuelto a vivir al pueblo después de mucho tiempo, él y su familia han estado viviendo en la ciudad durante unos años. Y se está planteando traer a los niños a nuestro colegio, pero tiene dudas. Cree que tal vez sería mejor llevarlos a la escuela inglesa que hay en el pueblo del al lado. Ya sabes, al ser bilingüe tienen una ventaja que nosotros no tenemos y necesitamos convencerlo. Se trata de alguien muy influyente en la comunidad, y si el trae a sus cinco hijos al colegio, seguro que otros de su posición también lo seguirán.

-

¿Y por qué no habla con él? Son amigos, ¿no?

-

Sí, ya he hablado con él, pero quiere ver los distintos planes de estudios que tenemos para cada curso, y tengo la semana muy ocupada, ¿podrías visitarlo tú a su casa y ver con su mujer los planes de estudio?

-

Ah, ok. Y, ¿cuándo quiere que vaya?

-

Pues le he dicho que lo visitarías esta tarde, vive en la casa grande que está a las afueras. ¿Te va bien? ¿Al acabar las clases?

-

Sí, ningún problema, al acabar voy hacia allí.

-

Por favor, es muy importante para mí y claro, para el colegio. Hay mucha gente esperando a ver a

que

escuela lleva a sus hijos Enrique.

Álvaro se levantó mientras decía esto último y caminó por su despacho mientras reflexionaba sobre los planes y las edades de los hijos de Enrique.

-

Uno está preparándose para hacer la selectividad el próximo año y el pequeño en tercero de primaria, entre medio están el resto.

Álvaro se había situado detrás de Mónica que se estaba apuntando las indicaciones de su jefe. Cuando la sorprendió el susurro de su voz que cerca de su oreja le dijo…

-

No creas que, porque no te digo nada, me he olvidado de tus tetas…

Las manos del director recorrieron la espalda de Mónica y pasando por debajo de sus brazos agarraron sus tetazas de abajo a arriba. Mientras con sus labios abrazaba el lóbulo de la oreja izquierda de Mónica que se había quedado petrificada.

El sobeteo de Álvaro la sorprendió, pero no sabía cómo reaccionar, era su jefe y eso estaba mal, pero no quería poner en riesgo su puesto de trabajo. Cosa que podía pasar si montaba un espectáculo en aquel momento, así que se quedó inmóvil, sólo se atrevió a susurrar…

-

Álvaro por favor…

Los pezones de Mónica empezaron a delatar que aquel abuso no era del todo mal recibido y claro del todo quedó cuando Mónica cerró los ojos y tiró su cabeza hacia atrás abandonándose al masaje que estaba recibiendo.

Justo cuando notaba que su entrepierna se mojaba, Álvaro se separó de golpe, se dirigió hacia la puerta de su despacho. Abrió la puerta y con el mango de la puerta en la mano le dijo;

-

Pues bien, ya me dirás mañana como ha ido, estamos en tus manos.

Mónica que no entendió nada tuvo que recomponerse, se levantó, cogió su libreta, la puso sobre sus tetas para que no fuese tan evidente para todo con el que se cruzase su estado de cachondez y pasó por delante de Álvaro saliendo del despacho.

-

Hasta luego Mónica. Le dijo la secretaria del director que tenía una mesa fuera del despacho de este y no desvió ni por un momento la mirada de la pantalla de su ordenador. Mejor así pensó Mónica, sino tal vez se hubiese sorprendido de ver el aspecto acalorado de le daban a Mónica la rojez de su cara y su ritmo respiratorio acelerado…

Se dirigió directamente al baño y se mojó la cara… Se miró en el espejo y vio como sus pezones se marcaban en su camisa blanca. Intentó relajarse, pero no podía dejar de pensar que aquella situación no iba a ser fácil de evitar en un futuro, ¡vivía y trabajaba en aquel pueblo! Y sus pechos como siempre la seguían metiendo en aprietos…

Llegó la tarde y al acabar las clases se dispuso a ir a la casa de Jesús, el amigo influyente de Álvaro, para tratar de convencerlo de que apuntase a sus cinco hijos a su colegio.

Se subió a su bicicleta y pedaleó hasta las afueras, cargada con una carpeta en su mochila con los planes de estudio de los cinco cursos.

Cuando llegó quedó impresionada con el tamaño de no sólo la casa sino la propiedad, con grandes jardines, pistas de tenis y una gran casa de estilo moderno, pero y acogedor al mismo tiempo.

Llamó a la puerta y le abrió una persona que debía ser del servicio, a pesar de no ir vestida como si de una sirvienta se tratase.

-

Hola soy Mónica vengo a ver a Jesús, de parte de Álvaro.

-

Ah sí, me avisaron de que vendrías, eres la maestra, ¿cierto?

-

Exacto, sí.

-

Pasa por favor, me han dicho que te haga pasar al despacho del señor.

La casa se veía tranquila, no era lo que esperaba de una casa con tantos niños.

-

Que silencio, ¿no? Preguntó mientras la acompañaban al despacho.

-

Sí, no es lo más habitual. Pero la señora y los niños han viajado para ver a sus abuelos, tendremos un poco de tranquilidad por unos días. ¡Y hasta podré hacer vacaciones!

-

Jajaja

, que bien, pues a disfrutar.

La chica abrió una puerta se puso a un lado y le indicó que pasase que ahora vendría el señor.

Una vez dentro Mónica se fijaba en todos los detalles, era un despacho mucho más moderno que el de Álvaro. Con un estilo mucho más minimalista, con una mesa de cristal y un enorme ordenador Mac sobre ella.

De pronto se abrió la puerta.

-

Hola, buenas tardes. Un hombre alto, delgado y muy guapo se le acercó con una gran sonrisa y le extendió la mano-

-

Hola que tal, ¿Jesús?

-

Sí exacto, y tú debes se Mónica.

-

Sí, así es.

-

Muchas gracias por haber venido hasta aquí, esto está un poco alejado del centro.

-

No pasa nada, he venido en la bicicleta y ha sido un paseo agradable.

-

Siéntate por favor. Dijo Jesús mientras le retiraba la silla para que pudiese tomar asiento.

Jesús vestía un estilo casual, con camisa y tejanos, pero se veía que era ropa cara. El reloj enorme que colgaba de su muñeca encajaba perfectamente en aquel escenario de lujo.

Se abrió la puerta del despacho y apareció la chica que recibió y acompañó a Mónica hasta allí.

-

Señor, me marcho. Tiene la cena y todo listo, nos vemos el lunes.

-

Sí claro Gloria, muchas gracias. Disfruta de estos días de vacaciones.

-

Sí gracias, así lo haré. Y cerró la puerta de nuevo.

-

Bien, ¿y en qué curso das clase?

-

Yo doy quinto y algunas clases de sexto.

Mónica estaba sacando la documentación de su maleta y poniéndola sobre la mesa, tenía una larga lista de temas a comentar.

-

Vaya, veo que vienes preparada, seguro que todo lo que me vas a contar es muy interesante, ¿pero antes me gustaría saber porque crees tú que tendría que llevar a mis hijos a vuestra escuela y no la inglesa, que me dices?

Mónica se quedó un poco cortada porque se estaba rompiendo el guion que había preparado al recibir una pregunta tan directa y no quería decepcionar a Álvaro si algo no salía bien…

-

Bueno, yo hace poco que estoy en esta escuela, pero la verdad es que tiene muchos aspectos positivos que la hacen ser la alternativa perfecta para su familia, si me permite le quería comentar algunos aspectos de los planes de estudios de los cursos a los que asistirán sus hijos.

-

Jjajajajajajajjajaja

. Jesús soltó una carcajada que no esperaba Mónica para nada, de hecho, la asusto un poco. Con la cabeza hacia atrás y riendo sonoramente Jesús se reincorporo, puso las manos sobre la mesa de cristal y mirándola fijamente a los ojos con un rosto que serio se quedó en silencio unos tres segundos que para Mónica fueron larguísimos.

-

¿Quieres que te diga un secreto?

-

¿Como?

-

¿Que si quieres que te cuente un secreto?

-

Bueno, como quiera…

-

Ya sé a qué colegio voy a llevar a mis hijos

-

Ah sí, y a ¿cuál va ser?

-

Pues va a ser al colegio que tenga la profesora más tetona.

Mónica se quedó helada, no entendía nada.

Jesús la seguía mirando fijamente y se había ido acercando más a ella sobre la mesa de cristal.

Bajando el tono de voy y mientras su rostro dibujaba una medio sonrisa le dijo.

-

Álvaro y yo somos amigos desde hace muchos años y veo que no me engañaba cuando me dijo que tenía a una profesora con las mejores tetas que se había comido en su vida… Que cabrón…

jajajajajaj

Mónica se estaba asustando, de pronto se sentía indefensa y asustada ante aquel hombre que había pasado de ser un padre de familia preocupado por la educación de sus hijos a un cerdo machista obsesionado por las tetas y que además sabía de la aventura que vivió con el director de su escuela… Una vez más se sentía atrapada en una situación embarazosa por culpa de sus pechos…

-

Así que ya te puedes relajar, dejar los planes de estudio en tu mochila y enseñarme esos

melonazos

… ¿te parece? Así tu estarás tranquila ya que habrás cumplido con la misión que te ha traído aquí, tu jefe estará contento contigo y seguirá sin contarle a todo el mundo lo guarra que es su profe preferida. Y si eso no fuese poco yo estaré encantado de saber que mis hijos van a estar bien atendidos, aunque no tan bien como su padre…

Jesús estiró la mano la puso en la barbilla de Mónica y con su dedo gordo acarició sus labios suavemente…

-

Claro que, si lo prefieres, puedes levantarte y marcharte a tu casa sin ningún problema… Pero sabiendo que tu jefe no va a estar muy contento contigo y claro está eso te puede traer algunos problemillas en el curro, pero también en el pueblo ya que Álvaro tenía muchas ganas de ver a mis hijos en su cole y su venganza sabiendo lo que sabe de ti puede ser un poco complicada de llevar en una comunidad tan pequeña…

Mónica sintió que su garganta se había secado de golpe, su cabeza no dejaba de sopesar las consecuencias que podía tener la decisión que tomase en aquel momento, y la verdad es que no sabía cuál era el mejor camino a tomar…

-

¿Así que me dices preciosidad? ¿Quieres conservar tu vida actual y además ganarte una muy posible subida de sueldo, o prefieres echarlo todo al garete y muy probablemente empezar una nueva vida en otro lugar tras comprobar lo jodidas que son las comunidades pequeñas cuando hay un rumor sobre ti?

Mónica bajó la mirada y para Jesús fue la señal definitiva de que su plan iba por el camino que sin duda había planeado…

-

Bien, así me gusta, levántate y quítate la camisa, pero no te quites todavía el sujetador…

Jesús cogió un mando a distancia y apretó un botón si dejar de mirar fijamente a Mónica a los ojos. Todas las cortinas del despacho empezaron a moverse solas hasta cubrir las 7 ventanas enormes que hasta el momento dejaban ver un paisaje verde típico de campo.

Mónica se levantó despacio, se puso en medio de la habitación que no era pequeña y desabrochó uno tras otro los botones de su camisa. Una vez se la quitó, la dejó sobre la silla en la que había recibido sentada un chantaje que no esperaba para nada.

-

Quítate la falda y déjate puestas las bragas.

Sin rechistar Mónica siguió las indicaciones que iba recibiendo.

De nuevo dejó zapatos, medias y falda sobre la silla.

Jesús se levantó y empezó a caminar pausadamente alrededor de Mónica.

Mónica tenia los brazos rectos, con las manos a la altura de su cintura.

-

Vaya vaya…, sí señor. Esto son un par de buenas tetas… Si no te importa me gustaría que me contestases unas preguntas, ¿ok?

-

De acuerdo. Dijo Mónica mirando al suelo y con un suave hilo de voz.

-

¿A qué edad se te pusieron las tetas como las tienes ahora de grandes?

-

A los dieciocho años.

-

Y supongo que por aquella época ya te debiste dar cuenta de que a los chicos les gustan las tetas, ¿no?

-

Sí.

-

¿Qué notabas?

-

Que me miraban y cuando jugábamos a juegos intentaban tocarlas.

-

Claaaaro

entiendo y ¿sabes por qué? Porque los chicos a los dieciocho años van salidos todo el día y no paran de hacerse pajas, así que supongo que tus tetas habrán sido generadoras de litros y litros de esperma, ¿no crees?

-

No lo sé.

-

Seguro que sí. ¿Y sólo se fijaban los chicos de tu edad en estas tetazas?

-

No, hombres de todas las edades me miraban los pechos.

Jesús se paró delante de Mónica y puso sus manos debajo de sus pechos, como si quisiese saber cuánto pesan cada una de sus tetas.

-

Joder, como pesan. Me gustas mucho, tu carita de niña buena, tus curvitas y ese par de melones forman un conjunto realmente de escándalo…

Pero veo que no te gusta presumir mucho de este cuerpazo, ¿no? Digamos que no vistes provocativa, aunque la verdad si te pones provocativa debes tener unas pintas de zorra busca problemas que no veas, ¿cierto?

-

No sé…

-

¿Cómo que no sabes? Dijo Jesús mientras no dejaba de sobar y apretujar por encima del sujetador las tetazas de Mónica.

-

Que supongo…

-

¿Qué supones?

-

Que si me vistiese más provocativa tendría un aspecto diferente…

-

No, diferente no. De zorra busca problemas. ¿A ver como lo dices?

-

Que si me vistiese más provocativa tendría aspecto de zorra busca problemas…

-

Muy bien, ves que fácil… Ahora te voy a contar una historia y tú me dices si he acertado o no, ¿vale? Pero primero quítate el sujetador.

Mónica se desató el sujetador especial por la parte de atrás y lo dejó sobre la silla. Cuando se volvió a poner en la misma posición en la que estaba Jesús la miraba con la boca abierta.

-

Joder, si todavía son más grandes, espectaculares y turgentes de lo que me esperaba, ¡ese sujetador no te hace justicia!

Jajajajajaj

Mónica no dejaba de mirar al suelo avergonzada por la situación en la que se encontraba…

-

A ver te cuento la historia que me viene a la cabeza al verte… Has sido una niña buena toda la vida, pero claro, ¿por qué has sido buena? Porque nada te ha costado demasiado… Siempre que has necesitado algo, tus melones te lo han proporcionado de una manera u otra. En ocasiones sin tener que hacer nada, ya que seguro que muchos hombres sólo por tenerte cerca o contenta, habrán hecho de todo por ti… O en otras ocasiones habrás tenido que dejarlos llegar un poco más lejos para conseguir

lo que querías… Y claro, así es muy fácil ser buena y mantener esa carita de niña buena que no ha roto un plato en su vida…

Dime, cuando fue la primera vez que usaste tu súper poder para conseguir algo… Ya te digo, aunque tú no hicieses nada. Pero te diste cuenta de que tus tetas te habías ayudado mucho…

Mónica, sin levantar la mirada empezó a explicar…

-

Bueno, cuando tenía 18 años fui a comprar un bañador con unas amigas y el dueño de la tienda abrió la cortina del vestidor mientras me lo probaba. Me miraba las tetas embobado, yo me asusté y me las tapé como puede, al menos una parte con las manos. Él me dijo que, si apartaba las manos, no tendría que pagarle nunca la ropa que comprase en aquella tienda, que no me haría nada que no me preocupase, que a él sólo le gustaba mirar.  Así que aparté las manos y me probé el bañador mientras él me miraba. La primera vez fue un poco raro, pero luego siempre que iba me miraba mientras me cambiaba y a mí no me importaba. Así que siempre tenía la ropa más bonita y nueva de mis amigas que no sabían cómo podía tenerla si mis padres eran gente muy humilde y trabajadora.

-

Ajá…  veo que no iba mal encaminada mi historia…

Jesús se había puesto detrás de Mónica y no dejaba de amasar sus pechos mientras ella le hablaba.

-

Bien, ahora cuéntame alguna historia en la que tuvieses que dejar que alguien fuese un poco más allá… Pero antes, quítate las bragas…

-

Yo vivía en un pueblo, y con dieciocho años quería ir a las fiestas del pueblo del al lado. Mis padres no me dejaron ir, pero yo me escapé con una amiga en el coche de su novio. Cuando fue momento de volver, mi amiga se había ido con su novio en coche, supongo que, a estar juntos, así que me fui por la carretera andando aun que eran unos 18 kilómetros.

A los cinco minutos me adelantó una furgoneta y paró delante de mí.

En ella iban el hornero de mi pueblo, un hombre de casi 50 años y su hijo, que tenía unos 25 años. Me reconocieron y me preguntaron qué hacía sola por la carretera a esas horas de la noche, que por el campo había animales y que no era seguro. Me entró miedo y les pedí que me llevasen, mientras les explicaba lo sucedido ellos no paraban de mirarme los pechos y lanzarse miradas de complicidad el uno con el otro.

Fue cuando el padre me dijo, - Mira Mónica, nosotros no vamos al pueblo ahora, vamos a otro pueblo a por harina, así que si te llevamos se nos hará tarde y mañana por la mañana la gente del pueblo no tendrá el pan a punto -. Les rogué que me llevasen, que mis padres descubrirían que les había desobedecido y me castigarían sin ir a más fiestas por una temporada. – Pues te diré una cosa, si la gente va a quedarse sin pan mañana, tendrá que ser por un buen motivo, ¡o por un buen par! Se reía sonoramente el hornero mientras golpeaba codo con codo con su hijo. Su hijo me dijo, - Te llevamos con una condición, mi padre y yo hemos comentado muchas veces que nos encantan tus tetas, así que, si quieres que te llevemos, nos las tienes que enseñar-

Vaya, me quedé muy sorprendida pero la verdad es que a las 4 de la mañana, sola en medio de una carretera oscura en pleno bosque, no tenía muchas más opciones...

Les dije que me parecía horrible lo que estaban haciendo, y con alguien a quien conocían de toda la vida, pero me dijeron que era un simple trato y que si no quería aceptarlo no pasaba nada, que ellos cogían su

furgo

y se largaban a trabajar. Así que tuve que aceptar…

-

Chicos listos los horneros… Acércate a la mesa e inclina tu espalda hacia delante, quiero que apoyes tus pechos en el cristal… Le indicó Jesús con una voz suave pero decidida.

Mónica siguió las instrucciones que había recibido, al depositar sus melones sobre el cristal el roce de sus pezones con el frio cristal la hicieron soltar un pequeño gemido.

-

Ayyy

.

-

Está frio, eh, sigue contándome tu aventura.

-

Subí a la furgoneta y ellos subieron conmigo también a la parte de atrás, estaba vacía y era grande y alta, por lo que cabíamos de pie sin problemas. Cuando cerraron la puerta se quedó totalmente a oscuras, hasta que encendieron una pequeña bombilla que estaba en el lateral, o alumbraba casi nada así que se acercaron y me pidieron que le enseñase las tetas.

Me quité la camiseta y enseguida se puso detrás de mí el hijo para desabrocharme el sujetador. Los dos se quedaron pasmados cuando vieron mis melones liberados, por unos instantes no dijeron nada. De pronto el padre me dijo, muévelas, muévete de un lado a otro, quiero ver cómo te bailan. Lo hice, mis tetas parecían dos campanas y ellos hipnotizados por como rebotaban de un lado al otro. Se me acercaron y empezaron amasarlas, sin mucho cuidado y con unas manos ásperas y poco cuidadas. Le dije que no habíamos quedado en eso, pero no me escuchaban, de pronto sentí como se habían sacado las pollas y se masturbaban con una mano mientras con la otras tocaban y tocaban. No se las veía porque había poca luz, el hijo del hornero empezó a meterme mano por debajo de la falda y mis manos no daban a vasto para frenar todos los tocamientos que estaba recibiendo por todas partes.

-

¿Y todo aquello no hacía que tu cuerpo reaccionase?, porque veo que ahora sí que está reaccionando.

Jesús decía esto mientras acariciaba el interior de las piernas Mónica subía sus manos por el redondo culo y deslizada sus dedos hasta los labios para empezar a introducir entonces sus dedos suavemente en su cuerpo. Así que no pudo dejar de notar como entre la historia y sus caricias la humedad se apoderaba de sus intimidades.

-

Sí porque los dedos del hijo llegaron a acariciar mi rajita primero por encima de la ropa y enseguida por debajo, mientras que el padre no paraba de estrujarme las tetas y decirme obscenidades. Cuando me dijeron que querían que les hiciese una cubana me negué en un principio, pero de nuevo sin alternativas para volver a casa y con dos dedos del hijo metidos en mi coño, mi resistencia no fue lo suficiente para evitar verme de rodillas sobre unas mantas atrapando la polla del hornero entre mis tetas mientras este me las follaba como si tuviese el cipote enterrado en el coño de su mujer.

-

Vaya… así que en ese punto se podría decir que te animaste a participar de forma más colaborativa…

Mientras le decía estas cosas Jesús seguía con sus tocamientos y de vez en cuando le soltaba alguna nalgada que se oía retumbar por todo el despacho como si de un latigazo se tratase.

-

Bueno claro, ay (nalgada de Jesús), era difícil mantener la compostura en esas circunstancias.

-

Así finalmente el pan llegó tarde al pueblo, pero a los horneros no les preocupó mucho, ¿no?

-

No, no mucho…

-

¿Te pidieron algo más?

-

No.

-

¿Y tú hiciste algo más? ¿Algo que no te pidieron?

Mónica se quedó callada, bajo la mirada al suelo y un profundo silencio se apoderó de la habitación hasta que el “

splash

” de una buena nalgada rompió el momento.

-

¡Contesta! La inquirió Jesús con un tono autoritario que no le había usado hasta ese momento.

-

Les cogí las pollas y se las chupé, como el padre se estiró en el suelo el hijo me folló a cuatro patas mientras se la chupaba a su padre, luego se cambiaron y les pedí que se corriesen los dos a la vez sobre mis pechos… Luego les limpié las pollas con la boca y les comí los huevos…

-

Vaya

vaya

, creo que te voy a contar una poco más de mi historia a ver si sigue mi racha y voy acertando… Pero antes, siéntate en la silla.

Mónica de nuevo siguió las instrucciones y se sentó con su coño húmedo y desnudo sobre la silla sobre la que debía haber estado hablando de planes de estudio.

-

Creo que tus pechos han marcado tu vida hasta límites que son difíciles de comprender para la mayor parte de las personas. Que tener esas tetas ha supuesto que tu vida haya tenido una acumulación de episodios sexuales de distinta índole que nadie podría imaginar. Y que dicha acumulación te ha llevado a integrarlo en tu vida de forma que por un lado para ti es totalmente normal y comprensible, pero por otro lado ha impregnado tu carácter con una doble personalidad perfectamente definida. La chica prudente, trabajadora, amable y encantadora que trabaja de maestra y que está encantada de pensar que su trabajo aporta un grano de arena a que las generaciones a las que trata sean mejores que las anteriores y por ende mejorar así sus vidas, la de las personas que los rodean y el mundo. Y por otro lado tenemos a la víctima de Mónica, que ha aceptado que sus tetas son las causantes de encender los deseos más profundos y oscuros de hombres y mujeres, y que no se les puede pedir que controlen sus acciones ya que tu cuerpo tiene unas formas y medidas que lo hacen irresistible y es el verdadero culpable. Por este motivo cuando se da la ocasión en que la Mónica cándida, da paso a la zorra busca problemas, no puedes evitar asumir una especie de culpa que achacas a tus formas y no al reprobable comportamiento de los demás y por la acumulación de sexo que hay en ti, te hace aflorar un carácter sumiso que se funde con el de una mujer que disfruta del sexo como cualquier hombre podría hacer y toma el protagonismo para conseguir saciar ese cuerpo culpable de tanto vicio…

¿Te reconoces?

-

Totalmente. Dijo Mónica con la mirada clavada en los ojos de Jesús que la miraba de pie mientras ella seguía sentada en la silla con el paquete de el a la altura de sus pechos.

-

Entonces, llegados a este punto, ¿a qué Mónica tengo delante ahora?

Sin mediar palabra Mónica empezó a desabrochar la cremallera y el botón del tejano de Jesús, le quitó los pantalones y los calzoncillos, se levantó y le quitó la camisa. Ahora estaban los dos desnudos, Mónica se acercó y le brindó un tímido beso en los labios que Jesús correspondió con los ojos cerrados. Seguidamente se sentó de nuevo y agarrando sus pechos construyó una especie de cuna sobre la que puso a reposar la polla de Jesús. No era una polla pequeña, ni descomunal, pero cierto es que Jesús tenía un cuerpo envidiable para su edad. Las abdominales marcadas y todo el cuerpo depilado le parecieron a Mónica una fantástica ocasión para sacar a pasear su mujer alfa.

El rabo de Jesús al descansar sobre las tetazas de Mónica dejó de descansar y ahora apuntaba directo hacia el techo. Mónica con una suavidad extrema, parecía que tenía miedo de romper aquel pene, lo abrazó y empezó un movimiento de arriba abajo que llevó a Jesús a una sensación de placer que lo llevó a algo parecido a un trance. Estiró las manos y las puso sobre los hombros de Mónica mientras esta no paraba de

autofollarse

las tetas con la polla de Jesús. Con su lengua empezó a lamer las abdominales mientras que dejó que sus tetas por si solas atrapasen el rabo de Jesús y deslizó sus manos hasta el culo de él para agarrar sus nalgas y apretar todo su cuerpo contra su pecho.

Jesús estaba en el cielo, sentía como su polla se perdía entre aquellos enormes melones y estaba sintiendo más que cuando hundía su miembro en el coño de su mujer.

Mónica se levantó, besó en la boca a Jesús de forma apasionada, sus lenguas se mezclaron como si se conociesen de toda la vida. Con su mano agarró la polla de Jesús y la pajeaba mientras el beso seguía como si de un baile de lenguas se tratase.

-

Chúpame las tetas.

Jesús no podía creer que aquella mujer con aquellos melones, a la que había empezado chantajeando, ahora le estuviese pidiendo que le chupase los melones más grades, turgentes y sensuales que había visto nunca.

Con su cabeza hacia atrás Mónica dejó que Jesús chupase, estrujase y mordiese sus pezones.

-

Cierra los ojos y levanta los brazos.  Pidió Jesús a Mónica.

Con los ojos cerrados y los brazos estirados por encima de su cabeza, Mónica recibió una especie de nalgada o bofetada sobre su pecho derecho que la sorprendió y le reportó un placer increíble.

-

¿Quieres otra?

-

Plas

! Ahora fue en el pecho izquierdo, sus pezones estaban duros como nunca y Jesús siguió sorprendiendo a Mónica con su

abofeteamiento

hasta dejar sus pechos ligeramente enrojecidos.

-

Ahora quiero sentirte dentro.

Jesús se estiró sobre la moqueta y Mónica agarró y dirigió la polla de Jesús hacia su encharcado coño. Entró sin ninguna dificultad, ella puso sus manos sobre el pecho de Jesús para mantener su cuerpo lo más erguido posible. De esta manea la visión de los pechos de Mónica desde la perspectiva de Jesús era sencillamente espectacular. Parecía que, si uno de aquellos pechos se desprendía del cuerpo de Mónica, Jesús moriría aplastado, hecho que creo que no le habría importado nada si llega a suceder en aquel preciso momento.

Mónica levantaba su culo y se clavaba la polla de Jesús con el ritmo que sólo una mujer con la experiencia y vida de Mónica podía hacer, controlaba con una habilidad increíble todos los movimientos y jugueteaba con las penetraciones con la precisión de un reloj suizo.

Para sorpresa de Jesús, Mónica empezó a abofetearse ella misma los pechos, con un ritmo casi musical y con un golpeteo preciso sobre el pezón.

Acompañados de gemidos, movimientos, caricias y las nalgadas con las que Jesús intentaba replicar el ritmo de Mónica y sus auto bofetadas, estuvieron así un tiempo que no se podía medir en minutos, sólo se podía medir en placer, y no existen unidades para el placer todavía…

Jesús avisó a Mónica.

-

Me voy a correr.

-

Hazlo sobre mis tetas.

Mónica de rodillas y Jesús levantado, ella con su boca le ayudó a que descargase una cantidad ingente de leche sobre sus pechos. Mientras iban cayendo los chorros, ella esparcía el líquido blanquecino sobre sus tetas. Le daba un brillo a su blanca piel para hacer lucir más todavía aquellas inconmensurables mamas que se notaban resbalosas y húmedas mientras sus man

os las sobaban y sus dedos acariciaban suavemente sus pezones.

Jesús se interesó por Mónica.

-

¿Tú no te has corrido?

-

Me he corrido tres veces, pero he acostumbrado a mi cuerpo a que no se note, porque si me lo notan, los hombres lo toman como un signo de aprobación y se aprovechan todavía más de mi…

Agotados se incorporaron, Jesús seguía mirando incrédulo el cuerpo de Mónica.

-

Mi mujer está de viaje con los niños, ¿qué te parece si te quedas unos días?

-

No, soy yo la que vendré a follarte cuando quiera, ¿está claro?

-

Sí. Jesús se quedó sorprendido del tono autoritario con el que había sonado aquel sí.

Mónica cogió la barbilla de Jesús y le dijo;

-

Gracias a tu historia, he entendido por fin que yo tengo un súper poder, así que ha llegado el momento de empezar a usarlo de verdad.

Saliendo por la puerta después de arreglarse Mónica miró a Jesús y guiñándole el ojo de dijo;

-

Ah, ¡y no olvides matricular a los niños! Que en septiembre empiezan las clases.