Mente y cuerpo (3)

El adiestramiento de maria llega a su fin, por fin sera una sumisa de pleno derecho.

MENTE Y CUERPO( y III)

Levanta que empieza otra sesión---la dijo la Maestra.

La soltó del collar donde estaba atada y la dio una botella de medio litro de agua. Ella pensó que gracias a dios que había orinado unos minutos antes que si no le vendrían muchas ganas. Fue conducida al salón principal. Allí en mitad se encontraba una especie de mesa de madera redonda con lo que se asemejaban a esposas y correas de cuero. Fue conducida allí y atada. Estando allí fueron entrando varios Amos y Amas con sus sumisos y sumisas

atad@s

con collares que se postraron a sus pies. De pies había algún sumiso y alguna sumisa casi como objeto decorativo.

Ahora empieza la última parte de la sesión. Antes bebiste medio litro, cada cierto tiempo te daremos a beber más agua pero en ningún momento podrás orinarte encima ni pedir ir al baño sino quieres ser castigada.

Una de las sumisas vino con una bandeja con varias fustas de diversos colores y materiales. Cogió la primera fusta. La chica estaba boca arriba y fue dando pequeños golpes en los pezones, suaves pero firmes. Luego fue aumentando la intensidad de los golpes. Cambió de fusta y empezó con golpes en los muslos, la chica apretaba los músculos porque no quería orinarse encima. La dieron otro botellin este de 33 cl.

En la mesa acercaron los tobillos hacia arriba cerca de las muñecas, los músculos se tensaron más y las nalgas se elevaron ligeramente. Ahora tenía los dos agujeros expuestos. Colocaron un par de plug-ins en culo y coño y los inflaron solo ligeramente. Empezaron con los azotes otra vez en pezones y ahora en nalgas. La chica aguantaba pero el dolor era cada vez mayor porque las ganas de orinar le estaban viniendo y para aguantar tenia que apretar los muslos y eso hacía que cada fustazo por suave que fuera le pareciera un gran latigazo.

Ahora la volvieron a dar otros 33 cl de agua y retiraron el plug del coño. Ahora los azotes eran con látigo. Suave en el coño, las tiras solo acariciaban su pubis para luego empezar a azotar las nalgas rápido y cada vez más fuerte para luego volver a bajar el ritmo. Pararon y la colocaron unas pinzas en los pezones. Una de las sumisas las conectó a una pequeña batería y las accionaba de cuando en cuando provocándole ligeras sacudidas. Estaba completamente expuesta, siendo azotada delante de aquella gente extraña.

Ahora los azotes se conectaban con las sacudidas y cada vez le ponían más pinzas ahora también en los labios vaginales. El dolor era grande en varios puntos con lo que también hacía que no pensase en uno concreto pero disminuía su resistencia a orinar. Luego la inflaron más el plug del ano y la sacaron varias pinzas. Pero una de las sumisas mientras la azotaban la puso una especie de teléfono de ducha que vibraba y lo aplicó en el clítoris. Ya eran demasiados frentes a los que prestar atención así que se le escapó un pequeño chorro.

Zorra que te has creído vas a ver lo que es bueno---la dijo la Maestra y la cara de su Amo tampoco presagiaba nada bueno.

Fue liberada de sus ataduras. La ataron a una mesa, los pies en el suelo, las piernas completamente abiertas, las manos atadas a los lados de la mesa. En la boca le fue colocado un aparato que le abría las mandíbulas para que no la pudiera cerrar.

Todos los hombres que había en la habitación fueron pasando por su boca primero, le fue retirado el aparato y tuvo que mamarla a todos. Si no lograba ponerla dura en menos de un minuto el castigo sería ampliado pero afortunadamente salvo con uno que rozó el limite con todos lo logró. Luego fue follada por el culo y el coño, llevándolos a todos al borde de la eyaculación. Ella podía tener orgasmos, todos los que quisiera pero nadie se podía dar cuenta de que disfrutaba con lo que fue un autentico suplicio ya que aunque pensó en cosas completamente antieróticas estaba estallando casi a partir del tercer polvo en un orgasmo continuo.

Después de salir de su coño o culo, los otros sumisos o sumisas mantenían las erecciones hasta que todos probaron los tres agujeros. Entonces fue liberada y arrojada en el suelo. Allí se masturbaron todos sobre ella y la llenaron de semen. La cara de su Amo era la de un hombre enfadado.

Ahora la dijeron quedaba la parte final. Fue atada en un aparato en que sus rodillas estaban en el suelo, sus manos atadas y sostenidas en horizontal a ambos lados de la cabeza. De repente notó como sus rodillas se abrían y bajaban en altura y una especie de asiento subía. En el asiento sobre salían como una serie de pinchos. La postura la tenía que sostener casi a pulso con lo que el cansancio cuando comenzó a hacer mella hizo que se fuera cayendo y acercando a los pinchos.

Cada vez que esto sucedía recibía un fuerte fustazo. Le fue introducido un vibrador en marcha en el coño con un pequeño apéndice en su clítoris. La excitación hizo que tuviera más problemas en mantener la distancia con los pinchos, por lo tanto en recibir mas golpes y en sentir los pinchos más cerca.

Aquello era una autentica tortura. Ahora su torso fue inclinado hacia delante, sus pechos atrapados en dos agujeros que comprimían la base de los mismos y unos aplicadores metálicos colocados en los pezones. Sus piernas abiertas a tope. Unas pinzas con pesos puestas en los labios vaginales y unos plug en culo y coño. En el coño también antes fue introducido un huevo vibrador. El huevo empezó a vibrar y los plugs a inflarse hasta que ella vió en un espejo en que la mostraban su imagen reflejada sus agujeros abiertos de una manera cuasi obscena. Ahora la Maestra cogió una gran vela y con suaves movimientos comenzó a dejar rastros de cera en el cuerpo de Maria.

Por otro lado, desde el comienzo de la presente tortura ya le habían dado un litro de agua. Con la cera hacía que instintivamente su cuerpo se contrajera. Aparte su coño estaba completamente dilatado y unido a la excitación que sentía no aguantase más y estallando en un gran orgasmo del que lo único que pudo aguantar fue el grito ya que no chilló solo en el preciso momento que se derrumbaba miró a su Amo y rompió a llorar de forma silenciosa como pidiéndole perdón por haberle defraudado y se meó toda.

Después del primer chorro cayeron todos uno detrás de otro. La Maestra la cogió del pelo y la dijo al oído lo mala puta que era y otras lindezas similares. Ahora el castigo será temible la indicaron. También le aseguraron que la marca que iba a recibir no iba a ser la misma que si se hubiera portado bien y un grupo de sumiso entraron una especie de caldero con brasas al rojo y un hierro en medio. Ella sabía lo que era, la iban a marcar al fuego. Eso no estaba en el cuestionario y se le había olvidado comentarlo como limite. Le entró el miedo. Su cara era de pavor. La dejaron elegir o seguir ó renunciar y por lo tanto no vería a su Amo en la vida. Decidió aguantar y que la marcaran. Seguro que lo habían hecho con más de una y sabían hacerlo sin que su salud se viera comprometida. La Maestra cogió el hierro y se lo cedió al Amo. Este lo acercó y...........lo aplastó contra la madera.

Has sido una buena alumna—le dijo la Maestra tras despertarla en la celda.

Se había desmayado. La habían soltado del aparato y lavándola y adecentándola conducido a la celda. Ahora, la llevaron sus ropas y la dieron una carta de su amado Amo en que la felicitaba y la mostraba su orgullo y como dentro de unos días sería llamada a servirle y que si ella quería también sería su pareja cosa que la llenó de felicidad.

Este relato es imaginario pero si queréis podéis escribirme a:

Picante100@gmail.com