Mente y cuerpo (1)

Maria sigue con su proceso de entrega.

MENTE Y CUERPO (I)

Ahora iba a empezar su adiestramiento. A partir de este día pertenecería al Amo. Ella lo había decidido así. El Amo la condujo hacia una de las paredes y ató cada muñeca a unas argollas situadas por encima de la cabeza de la chica. Los pies fueron obligados a abrirse y los tobillos inmovilizados. Estaba de cara a la pared.

La chica más joven que la había ayudado antes se acercó y se arrodilló detrás de ella. Miró al resto de asistentes y con expresión de picardía abrió las nalgas y lamió el ano de la nueva adquisición. Maria pugnó porque su coño no la delatase. El Amo lo vió y acercándose a su oido la susurró:

Ahora puedes disfrutar, los azotes te quitaran esa cara de puta salida.

Ella gozaba y notó como una vibración la estimulaba el perineo y se acercaba peligrosamente a su vulva e intentaba penetrarla. Miró hacia abajo y vió el huevo que la chica le enseñaba. La metió el huevo y seguidamente colocó unas pinzas en los labios de la vagina. De las pinzas colgaban unas cadenas finas que estaban unidas a otras pinzas que puso en los pezones.

Las pinzas empezaron a hacerla daño pero la activación del huevo a pequeños impulsos la estaba excitando. Sabía lo que la esperaba, su Amo la iba a azotar para probarla y mostrarla orgulloso al resto.

Empezaron los azotes.

1 gracias

2 gracias

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Así hasta una serie de 10 azotes. Luego empezó otra serie pero ahora notaba como si calambrazos le dieran en los pezones y los genitales. Al principio eran soportables pero luego eran como mordiscos muy calientes y la hicieron empezar a chillar con lo que los azotes fueron algo más fuertes. Cada vez que paraba, la chica joven la lamía las nalgas y las zonas azotadas. A un gesto de su Amo la quitó las pinzas y la chupó los pezones como si de la tetina de un biberón se tratara.

La soltaron y la mujer madura la dio las braguitas rojas y la acompañó a una habitación donde debía esperar a su Amo. Previamente la retiró el huevo y en un baño la limpió a fondo para que recibiera a su Amo.

Allí estaba ella que siempre había sido tan tímida y ahora iba a ser fallada por ese hombre que la había seducido con su mirada glacial. Por una parte se sentía sometida, absolutamente doblegada pero por otra quería follar con él, no hacer el amor sino follar de la manera más obscena y salvaje. Le deseaba, ardía en deseos de que la penetrase. Ahora apareció él en la habitación.

Ella se postró a sus pies y se los besó. Lamió sus dedos pero él quería otras cosas. Ella se levantó y puso sus manos en la nuca y la mirada la fijó en el suelo. El hombre chasqueó los dedos y la chica joven entró. Con una seña ya sabía su cometido. La cogió las braguitas. Estiraba del elástico hacia arriba para que ella sintiera la tela meterse por sus labios vaginales, la rozaba el clítoris y la hacía excitarse todavía más. La chica de un estirón arrancó las braguitas. La acarició en su sexo y descubrió que su coño estaba sumamente empapado.

Se lo dijo al Amo que fingió enfadarse pero luego la dio un dulce beso en los labios. La tranquilizó con suaves palabras. Ahora tienes que disfrutar, te lo has ganado, tu adiestramiento empezará mañana con ella. Señaló a la chica joven que en todo momento estaba en una esquina de la habitación, ahora completamente desnuda.

El la besaba y la acariciaba los pechos, los sostenía con las manos, pellizcaba sus pezones y dibujaba todo su cuerpo con suaves caricias. La iba a usar sexualmente, la estaba tratando como un objeto pero en la mente de la sumisa la excitación ganaba enteros frente al miedo. La llevó a la cama y la ató en forma de aspa al cabecero y a los pies. Ella estaba completamente abierta para él. Con la mano fue jugando con su coño, lo acariciaba con suavidad y luego con firmeza.

Ella tenía solo una tira de vello púbico. El hizo una seña a la otra chica y ésta trajo dos pinzas de las cejas. Cogieron una cada uno y empezaron con pequeños tirones a arrancarla el vello púbico. La quitaron unos dos centímetros. A veces la chica paraba y la daba besos en el clítoris y pasaba su lengua por sus labios vaginales. Estaba completamente empapada. Maria no sabía lo que pasaba, nunca había tenido relaciones lésbicas pero su pelvis se elevaba a cada lametón como posicionandose mejor de cara a la boca de la muchacha.

La otra chica se retiró a su sitio en la esquina de la habitación. Allí el Amo la ató como a una perra, a gatas. Maria podía ver los ojos de lujuria y lascivia de la sumisa pero también su obediencia ciega. El Amo la penetró a la otra chica en la boca. No la estaba haciendo que se la mamase sino que la estaba follando la boca. El Amo la miraba a Maria y ésta a veces estaba celosa, lo debía reflejar su expresión porque en varios momentos el hombre se lo dijo.

Ahora la sacó la polla de la boca y se la clavó en el coño. Se la folló con cuatro o cinco embestidas fuertes. Los dos miraban a Maria. La escena la ponía celosa pero a la vez la ponía muy caliente, cada vez más. Entonces el Dominante supo que era el momento de follarala. Fue donde ella y así abierta de piernas y atada la penetró con suavidad, no por no hacerla daño sino para que ella sintiera que a partir de ya su coño iba a ser usado como él quisiera, que era de su propiedad. La descabalgó y se preparó para saborear el momento más jugoso.

El culito de la sumisa. Una de las cosas que físicamente le encantaban de ella era ese culo prieto y pequeño. La soltó y la hizo que se pusiera a gatas. Soltó a la otra chica que se sentó delante de Maria poniendo la cabeza de la sumisa entre sus piernas para que no se moviera. El Amo empezó a lamerla la raja entre las nalgas para poco a poco centrarse en el ano, muy lentamente, muy poco a poco. Luego llegó a su agujerito trasero, lo lamió con suavidad, con la lengua le punteaba y la iba penetrando con la lengua.

Cogió un poco de vaselina y la puso en el agujerito y se la puso en la polla y la fue penetrando hasta que estuvo dentro y entonces empezó a embestirla suavemente para luego hacerlo más fuerte. La otra chica se masturbaba y cogiendo del pelo a Maria la guiaba para que la comiera todo el coño hasta que estalló en un orgasmo que la manchó toda la cara. El Amo la estuvo follando con fuerza. En un momento dado, la introdujo un vibrador con la máxima velocidad que hizo que la chica se corriera pronto pero supo hacerlo de tal forma que coincidió con el orgasmo de él.

El Amo se fue a la ducha y las dos sumisas le lavaron, luego ellas se lavaron también mutuamente. El Amo pasó la noche durmiendo con su nueva pareja sumisa.

Al día siguiente continuaría el adiestramiento pero eso ya es cosa de otro relato.

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