Mensaje equivocado
A veces, un mensaje enviado a la persona errónea puede empezar algo inesperado
Antonio estaba en clase de cálculo de estructuras, aburrido, cuando le vibró el móvil que tenía en el bolsillo. Con disimulo para que el profesor, que estaba cinco filas más abajo de la clase en forma de anfiteatro de la facultad no se mosqueara, sacó el teléfono para ver si era una llamada, una notificación, un whatsap...
Vio que era un mensaje WhatsApp de María, una madurita que había conocido un par de semanas antes y con la que había echado tres polvos desde entonces. Se la habría follado más veces pero vivía en otra ciudad y no venía con asiduidad a la suya.
Abrió el teléfono, cerciorándose que los dos compañeros que estaban a su lado no estuviesen mirando y leyó el mensaje
-Hola guapo - decía la mujer
-Hola preciosa - contestó el muchacho, notando como la polla se le empezaba a despertar.
-¿Dónde estás?
-En clase. ¿Tú andas por la ciudad? - preguntó esperanzado ante la posibilidad de volver a follarse a aquella viciosa madurita.
-No, estoy en casa. Aún no sé cuándo podré ir.
-Jo. Con las ganas que tengo de clavarte la polla.
-Ummm cariño, y yo. No sabes cuanto echo de menos esa linda polla tuya. Sentirla llenar mi coño, mi boca...
-Solo me falta tu culito.
-Uf, no sé... la tienes muy gorda, jodío.
-Despacito todo entra - dijo Antonio, añadiendo varios iconos de caritas sonrientes.
-Sí claro. No es tu culito al que le van a clavar todo eso.
-Vaaaale. Olvidemos ese precioso par de nalgas que tienes.
-Estoy tirada en mi cama, cachonda como una perra.
-Joder, pues a mí me has puesto la polla dura, cabrona - respondió el chico.
-Ummm quiero verla... quiero ver esa polla preciosa.
Antonio pensó a toda prisa. Si no podía follársela pronto, al menos morbosearían un poco.
-Mira - le escribió - en cinco minutos termina la clase. Podría ir al baño y mandarte una foto de mi polla.
-No - respondió le mujer.
-¿No?
-No. Quiero un video. Quiero que te hagas una paja para mí.
-¿Una paja?
-Sí... una rica paja a mi salud... hasta que te corras... Así me imaginaré que te estás corriendo sobre mí.
-Ummm el otro día estabas preciosa con la cara llena de leche.
-Jamás había tenido tanto semen en la cara...
-Espero que no tardes mucho en volver a tenerla así.
-¿Lo harás? ¿Te harás una paja para mí hasta que te corras y me lo mandas? –preguntó, ansiosa, la mujer.
-Sabes que no te puedo negar nada. Vale, en poco termina esto y voy al baño a por tu paja.
-Gracias tesoro. Me correré mirando como te corres para mí.
La polla de Antonio tuvo un espasmo, atrapada y apretada contra sus pantalones. En cuanto la clase terminó y los alumnos empezaron a levantarse, cogió sus apuntes y los usó para taparse. El bulto de su bragueta era más que evidente.
Tenía 15 minutos antes de la siguiente clase. Y no se la quería perder, así que caminó rápidamente hacia el baño del segundo piso, que era más tranquilo, obviando el más cercano y concurrido. Entró y comprobó que estaba vació. Se encaminó hasta el reservado más alejado de la puerta y entró, echando el cerrojo.
Era el clásico baño público. Un pequeño cubículo, con paredes de paneles de madera que no llegaban ni al techo ni al suelo y una puerta que tampoco llegaba al suelo. Supuso que las hacían así para que en las películas de miedo el asesino pudiese ver si había gente o no dentro. Por suerte el inodoro era de los normales, con tapa plana, en donde pudo colocar el móvil y apoyarlo contra la pared.
Puso la cámara de selfies para poder ver lo que iba a grabar y calculó en donde tenía que ponerse para que se viera bien su polla. Cuando estuvo satisfecho con el encuadre, pulsó grabación y empezó el espectáculo dedicado a su madura amante.
Cuando estaba a punto de correrse, cogió el teléfono y lo puso delante de su cara. Susurrando, por si entraba alguien, dijo algo para que María lo oyese y paró de grabar. Luego lo volvió a dejar como estaba y se acercó más, poniéndose de perfil, de tal manera que cuando se corriese se grabase un primer plano de la que iba seguro a ser una copiosa corrida. Pulsó nuevamente grabación y terminó la paja.
La corrida fue tan fuerte que varios chorros llegaron a la pared del baño. Cogió el teléfono y grabó como el semen bajaba por la brillante madera hasta gotear en el suelo. Luego limpió el estropicio que había creado y volvió hacia la siguiente clase. Por el camino, sonriendo, le mandó el video a María.
Comenzó la clase y la profesora, que no estaba nada mal, por cierto, dibujó varios diagramas en la pizarra y comenzó con las explicaciones. Antonio le prestaba más atención el bamboleo de sus nalgas que a la aburrida lección, siempre atento a que vibrara su teléfono al recibir un whatsap de María. Pero los minutos pasaban y el whatsapp no llegaba.
Habían pasado ya más de 15 minutos desde que había mandado el video cuando por fin sintió la vibración. Sacó el teléfono y comprobó, con agrado, que era al fin un mensaje de María. Pero al leerlo, se extrañó.
-¿Qué pasa cabrito? ¿Dónde está mi video? Me tienes ardiendo - había escrito la mujer.
-Coño, pero si te lo mandé hace rato.
-Pues no me ha llegado nada. A saber a quién se lo mandarías, capullo.
Antonio sintió un escalofrío. Efectivamente no estaba el vídeo en el chat de María. Pero recordaba perfectamente haberlo enviado, como caminaba la ruedita y al final la rayita de enviado. Cerró, angustiado el chat de María y vio que justo debajo estaba el chat de su madre.
"No puede ser, dios mío... no puede ser..." pensó. Temblando abrió el chat y sus temores se confirmaron. Había enviado el video, sin querer, a su madre. Se quedó petrificado, sin saber qué hacer. Su cabeza daba vueltas buscando una solución.
"Tranquilo, Antonio. Tranquilo. Quizás aún no la haya abierto" se dijo. Pero al ver las dos rayitas azules al lado del icono del video, supo que no solo sí le había llegado sino que además lo había abierto.
"Bórralo, bórralo, estúpido", se dijo a sí mismo. Pero no era su día. Cuando fue a borrar el video, solo le daba la opción de borrarlo de su teléfono. Ya había pasado demasiado tiempo desde que lo mandó y no podía eliminarlo del teléfono de su madre.
Una nueva vibración. Otro mensaje de María, que solo decía "mi videoooooooooooooooooooooooooooooooooooo".
Como un autómata, para que lo dejara en paz, le envió los dos videos y silenció el chat con María por 8 horas. El resto de la clase y lo que quedaba hasta la hora de volver a casa se lo pasó mirando el teléfono, esperando alguna llamada de su madre o algún mensaje de WhatsApp.
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Clara estaba planchando cuando silbó su teléfono al recibir un WhatsApp. Sería alguna bobada de sus amigas, una tonta cadena a las que Aurora era tan aficionada o algún mensaje de la familia. Miró sin mucho interés y al ver que era de su hijo lo abrió. Estaba en clase y quizás le había pasado algo.
Pero no. Era un video. Seguro que alguna chorrada de las suyas. Le solía mandar videos tontos, generalmente graciosos. Sobre todo del jodío negro ese y ella siempre picaba. Aún así, lo abrió. Cuando empezó, aunque no se le veía la cara, supo enseguida que era Antonio. Era la ropa con la que había salido esa mañana de casa. ¿Pero qué hacía en lo que parecía un baño público?
Casi le da un pasmo cuando vio como su hijo empezó a sobarse la bragueta. Se fijó más y se dio cuenta de que algo duro se marcaba debajo los pantalones. Y abrió los ojos cuando Antonio lo recorrió con los dedos, marcándolo.
-¡Coño! - exclamó, sin dejar de mirar la pantalla del teléfono.
¿Qué significaba eso? ¿Por qué le mandaba Antonio un video así? Pensó en pararlo, llamar a su hijo y decirle de todo cuando vio como él se bajaba la bragueta. Lo que abrió ahora, con asombro, fue la boca cuando en el teléfono su hijo metía su mano por la bragueta y tras varios intentos se sacaba la polla.
-¡Madre del amor hermoso! dijo la mujer, que sintió como le flaqueaban las piernas.
Para no caerse, se sentó en el sofá, pero sin dejar de mirar el teléfono. En éste, Antonio se sacó también con dificultad los dos huevos y se exhibió ante la cámara, mostrando desde varios ángulos su erecta verga.
-Pedazo de... polla - susurró para sí la aún asombrada mujer. No había visto a su hijo desnudo desde que tenía 12 años y entonces no estaba tan... desarrollado.
La polla de su hijo no solo le pareció larga, sino también gruesa. En el video él se la cogía con una mano y empezó a hacerse una paja. Apenas se oía nada, así que subió el volumen, sin apartar los ojos de la pantalla. Los gemidos de placer de Antonio, aún así, eran apenas audibles.
Siguió mirando el video con el corazón latiéndole desbocado. No sabía cuánto tiempo había pasado cuando en la imagen Antonio se acercaba y cogía el teléfono, acercándoselo al rostro. Ante ella quedó un primer plano de la cara de su hijo. Ahora si pudo oírlo claramente.
"Ummm María... estoy a punto de correrme - dijo la voz susurrante de Antonio - Voy a imaginarme que me corro en tu cara, como el otro día, y que te la dejo llena de leche caliente. Estabas preciosa, arrodillada y con mi lefa goteando sobre tus preciosas tetas. Si quieres que te mande el video de mi polla corriéndose para ti, me tendrás que mandar una foto de tu coño abierto y mojado".
El video terminó. Clara se quedó unos segundos mirando a la ahora negra pantalla del teléfono. Su mente empezó a aclararse y comprendió que el vídeo se lo había mandado Antonio por error. Era para una tal María, con la que sin duda su hijo mantenía relaciones sexuales.
Cerró los muslos y gimió. Fue consciente, en ese momento, que estaba excitada. Notó los pezones duros bajo la tela de la camiseta y como su coño rezumaba jugos.
Se consideraba una mujer moderna. Suponía que con 23 años Antonio tendría una vida sexual activa. De hecho le había conocido un par de novias, pero no le sonaba ninguna María.
El video empezó de nuevo. Había pulsado el play sin darse cuenta. Al menos no lo había hecho conscientemente.
Ahora lo miró con más calma. Se fijó con atención en la polla de su hijo. Cerró aún más las piernas, sintiendo un suave placer... y se mordió el labio inferior. Sus ojos no se apartaban de la mano de Antonio, que agarrando aquella gruesa barra de carne subía y bajaba. Se dio cuenta de que la mano de Antonio no abarcaba el grosor de aquella dura verga. Gimió de placer cuando su mano izquierda apretó su pecho izquierdo y con los dedos rozó su pezón. Lo notó duro bajo la tela de la camiseta y el sujetador.
Volvió a oír a su hijo hablarle a esa María, a decirle que iba a correrse e imaginar que lo hacía sobre su cara. Se pellizcó el pezón imaginándose a aquella hermosa polla dura corriéndose a borbotones... Cuando el video se paró otra vez, llegó a desear poder ver la continuación. Excitada como no recordaba desde hacía mucho, volvió a reproducirlo, ahora con plena conciencia de lo que hacía. Pero cuando su mano izquierda abandonó su pecho y se dirigió hacia sus piernas con la intención de meterse por debajo del pantaloncito primero y después debajo de sus bragas, paró.
Aquello no estaba bien. No podía tocarse mirando un video de su hijo. No podía hacerse una paja mirando como su hijo se hacía una paja. Así que cerró el WhatsApp, se levantó y continuó planchando.
Sin embargo, no consiguió quitarse aquellas imágenes de la cabeza.
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Antonio no pudo concentrase en el resto de las clases. No hacía más que mirar a su móvil esperando ver algún mensaje de su madre, o una llamada. Pero no llegaron. Solo vio que María le había dejado como 15 mensajes. Le contestó que ahora no podía hablar, que ya lo haría por la noche, sin leer lo que ella había puesto.
Se dijo que todo estaba hecho. No podía cambiar lo que pasó, así que apesadumbrado cogió el autobús y se fue a su casa.
Cuando entró, oyó a su madre trasteando en la cocina, como siempre a esas horas. Respiró hondo y le gritó, como solía hacer
-Mamá. Ya estoy en casa.
-Vale cariño. En un momento estará la comida. En cuanto llegue tu padre comemos.
-Okis.
La voz de su madre parecía la de siempre. No la notó enfadada. Se fue a su cuarto para cambiarse de ropa y hacer tiempo hasta que su padre llegara, para así no tener que enfrentarse a solas con su madre.
¿Y si ella no había visto el video? ¿Y si se había descargado pero su madre aún no lo había visualizado? Quizás podría tratar de cogerle el móvil y borrarlo. Conocía el patrón de seguridad que usaba ella. A los pocos minutos llegó su padre y se atrevió a ir al salón.
En cuanto entró y cruzó su mirada con la de ella, supo que sí lo había visto. Aún así, la comida resultó como siempre. Ella actuaba como si no hubiese pasado nada. Por eso Antonio trató también de actuar con normalidad.
Después del almuerzo se fue a su cuarto. A veces ayudaba a su madre con los platos, pero ese día no se atrevió a quedarse solo con ella mientras su padre se echaba la siesta. Aprovechó para revisar los mensajes de María.
Básicamente le decía que le habían encantado los videos, que se había corrido varias veces mirándolos y que por qué le había mandado los dos a la vez sin la foto que le había pedido a cambio. Terminaba con una larga risotada preguntándole que a quien se lo había mandado por error.
-Nah… se lo mandé a un amigo - mintió - Ya lo borró -le escribió.
-jajaja mejor. No vaya a estar circulando por ahí un video de tu pajilla.
-Bueno, guapa. Voy a estudiar un rato.
-Vale precioso. Oye, en dos días me voy a escapar. Ya tengo reserva en el hotel de la última vez. Quiero que me estés follando toda la tarde.
La polla de Antonio se empezó a hinchar. Cogió el teléfono con la mano derecha mientras con la izquierda comenzó a acariciarse la verga sobre el pantalón.
-Te voy a dejar el coño escocío, María.
-Jajaja eso espero. ¿No quieres la foto?
-¿Qué foto? - preguntó él, si saber a qué se refería.
-Esa que me pediste en el video de mi coño abierto y mojado.
-Ah, sí, sí. Claro que la quiero.
A los pocos segundos la recibió. Reconoció enseguida ese sonrosado y excitado coño.
-Me la hice entre corrida y corrida.
-Qué lindo coñito tienes, jodía. Te lo voy a dejar seco con la boca.
-Ummmmm... Bueno, te dejo, que voy a salir con unas amigas.
-Y yo a estudiar. Chao.
Mirando aquella foto, Antonio siguió con la paja que se había empezado a hacer. No le dijo a María que se había sacado la polla mientras hablaba con ella. Mirando aquel precioso sexo femenino empezó a gemir, hasta que sin saber porqué se empezó a preguntar por cómo sería el coño de su madre.
Buscó el primer video que le había mandado primero a su madre y luego a María. No lo había mirado hasta ese momento. Cuando lo puso y comprobó lo nítido que se veía, lo claramente expuesta que estaba su polla y como se movía para que saliese en todo su esplendor en el video, le entró un escalofrío. Su madre lo había visto así, tocándose la polla. Y cuando se oyó a sí mismo diciendo aquellas cosas para María, su verga se puso aún más dura, si cabe.
Su madre sabía que se había corrido en la cara de María. Le había visto haciéndose una paja y ofreciendo un segundo video de su polla corriéndose. Puso el segundo, sin dejar de pajearse. Vio su polla estallar en varios chorros potentes, blanquecinos, espesos...que se estrellaban contra la pared del baño. Su madre no había visto ese otro video.
Recordó su mirada cuando había llegado a casa y como ella se comportaba como si nada hubiese pasado. ¿Quizás le gustó? ¿Le habría gustado a ella ver como se tocaba la polla? ¿Qué pensaría? Si estuviese molesta le habría dicho algo. Pero no. Se callaba.
Estaba muy cachondo, a punto de correrse. Como no tenía pensado hacerse una paja en ese momento, no estaba preparado para limpiar los rastros de sus siempre abundantes eyaculaciones, así que decidió parar y ponerse a hacer lo que había ido a hacer, estudiar.
Aunque mucho no estudió. No se podía concentrar. No dejaba de pensar en su madre, en que no le decía nada, en qué pensaría. En que había visto el video y actuaba como si no lo hubiese hecho. Solo salió de su ensimismamiento cuando Jorge lo llamó para irse a jugar a futbito.
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La situación fue la misma cuando regresó del partido, durante la cena y le posterior velada. Su madre era la de siempre. Solo un par de veces cruzaron las miradas. Y en esos escasos segundos, Antonio creía ver algo en sus ojos.
Cuando, sobre las 11 de la noche se acostó siguió pensando. ¿No le iba a decir nada ella? ¿Todo quedaría así? Quizás fuera lo mejor. Todo fue un mal entendido, una tonta equivocación. Y mejor haberse equivocado con su madre que con alguien de menos confianza.
Pasaron los minutos. No podía dormirse. No dejaba de preguntarse el porqué su madre no le decía nada. Eso al final era peor que el que se hubiese enfadado.
A las 11:30 ya no pudo más. Cogió el móvil y abrió el chat de su madre.
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Clara trató de comportarse con total naturalidad. De olvidar lo que había pasado. Pero no podía evitar mirarle la bragueta a su hijo con disimulo, tratando de adivinar si la tenía dura o no. Cuando sus miradas se cruzaron durante la comida y la cena la apartó rápidamente.
Antonio no le había dicho nada. Actuaba con normalidad, como siempre. Solo estaban aquellas miradas que duraban más de lo normal. Quizás él aún no se había dado cuenta de que le había mandado a ella el vídeo que era para esa María.
Su marido, Antonio también, roncaba ya a su lado. Ella trataba de conciliar el sueño pero no podía. Eran las 11:30 cuando su teléfono, que siempre dejaba en silencio sobre la mesilla de noche, se iluminó. Sin hacer ruido comprobó que era un WhatsApp de su hijo.
El corazón empezó a latirle. Cogió el teléfono y se puso de lado para que la luz no despertara a su esposo.
-¿Lo viste, verdad? - le había escrito su hijo.
-Sí - respondió Clara, tras unos segundos de duda.
-Joder, lo siento mamá. No era para ti.
-Supongo.
-No veas la flojera que me dio cuando me di cuenta de que te lo había enviado a ti.
-Tranquilo. Yo también he metido la pata enviándole cosas a quien no tenía intención
-¿Le has enviado videos a alguien por error?
-No de ese tipo - escribió Clara y añadió el icono de la risa.
-Jajaja.
Hubo un silencio. Ambos mirando la pantalla, pero sin escribir. Antonio fue el primero en decidirse.
-¿Y qué te pareció? - le preguntó a su madre, arrepintiéndose casi de inmediato de haberlo hecho.
-¿El video?
-Sí.
-Pues... bastante...explícito, la verdad.
-Siento haberte molestado, mamá.
-Cariño, no me molestó. Que no soy una mojigata. Solo me sorprendió. No me lo esperaba.
-Uf, vaya peso que me quitas de encima. Estaba hecho polvo pensando que te había ofendido.
-Pues no, tranquilo. No estoy ofendida. Y me quedó claro que no sales a la familia de tu padre - escribió, añadiendo el icono de la carita con la boca tapada
-¿Qué? - preguntó Antonio, sin entender lo que su madre quería decir.
María se pensó un poco como responderle. No podía decirle que su polla era más grande que la de su padre tan abiertamente.
-Pues...que calzas más que tu padre.
-Aaaaaaaaaa... jajajaja.
Su madre le acababa de insinuar que tenía la polla más grande que la de su padre. Ante el 'halago', esa polla se empezó a levantar.
-Tu chica estará contenta - y puso la carita que pica un ojo.
-¿Qué chica? ¿María?
-Sí.
-No es mi chica. Es solo una... amiga
-Una... follamiga.
-Sí, una follamiga.
Clara notó la humedad que se estaba formando entres su piernas. Notó el roce de sus ya duros pezones contra la tela del pijama. Se estaba calentando al hablar por mensajes con su hijo. En la oscuridad de su habitación, solo iluminada por la luz de la pantalla del móvil, recordó las imágenes del video. Revivió en su mente todos los detalles y casi volvió a oír aquellas palabras que tan sensualmente Antonio había grabado para su follamiga.
Si antes Antonio se había arrepentido de preguntarle algo a su madre, ahora fue ella la que no pudo creer lo que le preguntó a continuación.
-¿Grabaste el segundo video?
-Sí - respondió Antonio, con la ya dura del todo polla en su mano.
-¿Se lo mandaste?
-Sí, le mandé los dos.
Clara cerró los ojos y se imaginó como sería ese video. Gimió suavemente, ya que su mano izquierda se había introducido por debajo de sus bragas y sus dedos acariciaban su empapado coño.
Cuando abrió los ojos y vio lo que Antonio le había escrito, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Se mordió el labio con fuerza.
-Ya que viste el primero... ¿Quieres que te mande el otro?
Se quedó paralizada. Su mente le decía que no. Pero su cuerpo le decía que sí. Antonio, al ver que pasaban los segundos y su madre no contestaba, pensó que quizás se había pasado.
-Perdona mamá...No tenía que haberte preguntado eso.
-Sí.
-Lo siento.
-Digo que sí. Que me lo mandes.
-¿Estás segura?
-Ya vi el otro, ¿No?
-Pues sí.
-Pues eso - y volvió a poner el iconito de la cara sonriente tapada con la mano.
Antonio, con la polla babeando, buscó el video en la galería y se lo mandó a su madre. Esta vez sin equivocarse y con plena conciencia de lo que hacía.
Clara, con los dedos de la mano izquierda recorriendo la rajita de su coño y sosteniendo el teléfono con la derecha, pulsó el play cuando el video de descargó. Ante ella volvió a aparecer la preciosa y gruesa polla de su hijo, que continuaba con la paja, pero ahora de manera más furiosa y desde otro ángulo, más de perfil. Ella acompasó el ritmo de sus dedos al ritmo que Antonio le imprimía a la verga.
De repente, la mano de Antonio soltó aquella magnífica polla, que dio un brinco y soltó un enorme chorro de semen que salió disparado hacia adelante. Clara se quedó sin respiración, mirando como la polla daba otro brinco y un nuevo y potente chorro salía disparado de la verga. Al tercer brinco, al tercer lleretazo, su cuerpo se tensó y se corrió con intensidad, tratando de no moverse, de no hacer ruido... de no cerrar los ojos para ver como aquella preciosa polla seguí brincando y soltando leche a cañonazos.
Los siguientes chorros eran menos fuertes, hasta que el último dejó colgando de la punta de la polla un hilillo brillante. La verga daba ahora pequeños brinquitos. El cuerpo de Clara aún tenía espasmos orgásmicos. El aire aún no entraba en sus pulmones. Poco a poco se recuperó y volvió a respirar profundamente, a bocanadas, intentando no hacer el más mínimo ruido.
En la pantalla la imagen se movía. Antonio enfocó la pared del baño, que tenía varios chorros de semen que bajaban lentamente y goteaban. El video se terminó.
Clara fue consciente de lo que acababa de hacer. Se había masturbado y tenido un intenso orgasmo mirando como la polla de su hijo se corría abundantemente. Aún tenía los dedos entre sus piernas.
Antonio, que no había dejado de mover su mano arriba y abajo a lo largo de su polla estaba a punto de correrse también. Pero se aguantaba, impidiendo que estallara el orgasmo, esperando a que su madre dijese algo. Un par de minutos más tarde, llegó el mensaje.
-Uf, espero que limpiaras todo
-Jeje, si. Lo dejé todo limpito.
-Ibas cargadito.
-Bah, lo normal.
-¿Normal? ¿Siempre... te sale tanta?
-Pues la verdad es que sí.
Clara recordó las palabras del video.
-Pobre María - dijo -
-Jeje, no se queja.
A punto de correrse, envalentonado por la conversación tan inhabitual que estaba teniendo con su madre, se lanzó de lleno.
-¿Papá te lo hace?
-¿El qué?
-Pues... ya sabes... Correrse en tu cara.
-¡Antonio!
-Ops, perdona, jeje. Me dejé llevar.
-Bueno, será mejor que dejemos esto y durmamos.
-Vale. Que descanses.
Clara cerró el WhatsApp y dejó el teléfono boca abajo. Pensó que habían ido demasiado lejos.
Antonio, por su parte, llenó su pecho con otra de sus abundantes y espesas corridas. Puso una mano delante de su dura polla para que los potentes chorros no mancharan todo. Con los ojos cerrados se corrió imaginando que se corría sobre la cara de su madre, en su boca, en sus tetas. No era la primera vez que se corría pensando en su madre, pero sí era la primera vez tras saber que ella acababa de ver como se corría en el video.
Más relajado, por fin consiguió conciliar el sueño.
+++++
Al día siguiente Antonio se levantó, se duchó y tomó un café antes de irse a la facultad. Su madre, como era habitual, seguía en la cama, durmiendo.
La mañana resultó anodina. Clases aburridas, conversaciones tontas con los compañeros... Solo los recuerdos del día anterior lo sacaban de vez en cuando de su sopor. Cuando llegó el medio día y se fue a casa, no se escondió como el día anterior, sino que fue a la cocina a saludar a su madre.
Ambos hicieron como si el día de ayer no hubiese existido nunca. No dijeron nada, no insinuaron nada. Solo hubo fugaces miradas entre ambos.
Esa noche, cada uno en su cama pensaba en el otro. Sentimientos encontrados, deseos prohibidos. Antonio estuvo a punto de mandarle un mensaje, pero no se atrevió. Boca arriba, con las manos detrás de la cabeza esperaba oír la vibración de un mensaje.
Casi se había dormido cuando de repente su teléfono vibró. Con rapidez lo cogió y abrió el WhatsApp, pero se decepcionó un poco al ver que era un mensaje de María y no de su madre.
-Hola guapo, ¿Cómo estás?
-Hola preciosa. Pues en la cama. Casi me pillas dormido.
-Mejor, así no te la estarías meneando. Que mañana nos vemos y te quiero cargadito para mí.
Antonio no se acordaba de que había quedado con ella.
-Pues se me acaba de poner la polla dura de golpe - dijo
-Jajajaja que rico. Pero no te toques, jodío. Que me tienes que matar a polvos mañana
-Tranquila. Que guardo la leche toda para ti.
-Ummmmm tu rica lechita. Se me hace la boca agua solo de pensarlo.
-Si sigues calentándome así, me voy a hacer una paja
-No no, cabrito. Caca, suelta eso.
-Jajajaja
-Bueno, pues a dormir. Descansa que mañana tienes muuuucho trabajo.
-Pues... hasta mañana, guapa.
-Hasta mañana, guapo.
El día siguiente iba a ser un buen día, pensó Antonio. María follaba de puta madre, era viciosa y divertida. Con la polla dura, se dio la vuelta y al poco se durmió.
+++++
Sobre las 11 de la mañana del día siguiente Antonio recibió un mensaje de María. Le decía que lo recogería a la salida de la última clase e irían directos al hotel. Entonces, él avisó a su madre, también con mensajes.
-Mamá, hoy no voy a comer. Quedé. Llego por la tarde noche
-Oh, vale, tesoro. ¿Y la comida?
-Bueno, llevo dinero. Comeré algo por ahí.
-¿Con quién vas? - no pudo Clara resistirse a preguntarle.
-Con una amiga - respondió Antonio.
-Tu... follamiga.
-Sí, con María.
-Vale - dijo Clara.
Si hubiese sido una conversación hablada en vez de escrita, habría sido una contestación seca y fría.
Y así fue como se encontró Antonio a su madre cuando, sobre las 9 de la noche, regresó a casa.
-Tienes algo de cena en la nevera - le dijo, sin mirarle
-No tengo hambre, mamá.
-Como quieras.
No hablaron más. Ella se fue al salón con su marido a ver la tele y Antonio a su cuarto. Allí se preguntó que por qué su madre estaba tan fría con él.
Preparó las cosas para el día siguiente y se metió en la cama. Estaba algo cansado, ya que la tarde con María había sido agotadora. Pero ella acabó más cansada que él.
Sobre la 10 seguía pensando en cómo lo había recibido su madre, así que cogió el teléfono y le mandó un whatsap. Ella estaría en el sofá, viendo aún la tele.
-¿Ta pasa algo? - le preguntó.
María sintió su teléfono vibrar. Al ver lo que era, saber que era un mensaje de su hijo, pensó en no contestar, pero al final lo hizo.
-No, no me pasa nada. ¿Por?
-No sé. Te encontré distante antes.
-Pues estoy perfectamente -añadió la mujer.
-Vale. Pues hasta mañana.
Clara no le dijo nada más esa noche. Al poco, el cansancio venció a Antonio que durmió hasta el día siguiente.
La que apenas pudo dormir fue Clara. No dejaba de pensar en su hijo, en esa María. En que se la estuvo follando esa tarde. Se enfadaba consigo misma por sentirse mal por eso. Era su hijo, su vida. Ya era mayorcito para follarse a todas las jovenzuelas que quisiera.
¿Pero por qué le molestaba tanto? No tenía sentido.
Y durante la mañana siguiente, igual. Pensando, cavilando, comiéndose el tarro. Hasta que sobre las 11 de la mañana, ya no pudo más. Cogió el móvil y le escribió a su hijo.
-¿Te la follaste?
Esa pregunta, así, sin más, fue lo que Antonio vio tras mirar su teléfono en plena clase de física.
-¿A María? - le respondió sabiendo perfectamente a quien se refería.-
-Sí, a María.
-Pues sí. Me la follé. ¿Es por eso por lo que estabas ayer molesta?
-¿Por qué me iba a molestar si te follas o no a María? Ya eres mayorcito para follarte a quien quieras.
-Uy, si pudiese follarme a quien yo quisiera. Me follo a quien puedo, jajajaja.
-Por lo visto a ella si puedes.
-De vez en cuando, sí. Dice que le encanta como me la follo.
Antonio no se podía creer que estaba en plena clase hablando con su madre por WhatsApp de aquello. Pero ella había empezado. Y le estaba produciendo un extraño morbo, hasta el punto que su polla empezaba a apretarle entre las piernas.
Clara, sentada en el sofá, miraba las respuestas tan directas de su hijo. Sentía rabia. Sentía celos, pero no quería reconocerlo.
-¿Por qué te gusta tanto? - le preguntó.
-Bueno, digamos que sabe follar y que le gusta follar. No es de las remilgosas.
-Ya. Vamos, que es una... - no puso zorra, pero lo pensó.
-Una mujer a la que le encanta el sexo, sí. Bastante caliente y abierta. Y que me dice a casi todo que sí
-Como a correrte en su cara.
-Jeje, sí. Como eso. A mí eso me pone mucho, me excita. Ella lo sabe y lo hace para agradarme. Creo que de verdad le gusta que se lo haga.
Clara no contestó. Antonio se atrevió a preguntarle otra vez.
-¿Y a ti te gusta?
-Nunca he hecho eso - respondió esta vez Clara.
-Lastima. Estaría preciosa así, mamá - replicó Antonio, poniendo un iconito de rubor para suavizar lo que acababa de decirle a su madre.
No vio como su madre se mordía el labio. No vio como ella frotaba sus muslos el uno contra el otro.
Antonio ya estaba envalentonado. Así que dio un paso más.
-¿Quieres ver lo linda que la dejé a ella? Me dejó grabar la primera mamada que me hizo ayer.
-No, no quiero ver eso - dijo en el acto Clara, con el corazón latiéndole. - Será mejor que dejemos esto.
-Vale. Pues hasta luego, mamá.
Clara tiró el teléfono hasta el otro extremo del sofá, llena de rabia. Aquella zorra de María le había chupado la polla a su hijo y no contenta con eso le había dejado grabarlo. ¿Cómo no iba él a estar enganchado a aquella chica?
Recordó los videos que tenía en el teléfono. Aún no los había borrado. Volvió a coger el móvil para eliminarlos pero no pudo evitar ponerlos otra vez. Volvió a ver como Antonio se hacía aquella paja en el baño. Y volvió a ver como se corría a chorros. ¿Cómo habría dejado una corrida así la cara de una mujer? La cara de esa... María. Aunque era verdad que nunca ningún hombre se había corrido en su cara, ya que nunca se lo habían pedido, sí que había visto algún video porno o fotos. No era algo que le repugnara, pero tampoco algo que anhelara experimentar.
¿Entonces por qué estaba tan cachonda? ¿Por qué su mano izquierda se abría paso entre sus bragas para llegar a su empapado coño mientras no dejaba de mirar la polla de su hijo escupiendo chorro tras chorro de espeso semen?
Cerró los ojos. Respiró hondo. Retiró la mano y borró los dos videos. No estaba bien lo que estaba haciendo. Era su madre. Antonio era su hijo. Todo terminaba en ese mismo momento.
Durante el almuerzo trató de comportarse como siempre. Trató de no parecer fría ante Antonio. Él también se comportó de manera natural. Incluso la ayudó a secar los platos después de comer.
Aunque no pudieron evitar que cuando sus miradas se encontraban, esas miradas durasen más de lo normal.
++++
Esa misma noche, roncando ya su marido, Clara seguía con los ojos abiertos. No podía dormir. Por más que lo intentaba no se quitaba a su hijo de la cabeza. Los videos, su polla, la enorme corrida. Si no hubiese borrado esa mañana los videos ahora mismo los estaría viendo. Y se estaría tocando el coño mirándolos. Lo sentía palpitar entre sus piernas. Notaba como la humedad estaba empapando sus bragas. Y sus pezones eran ahora dos duros pitones.
Se empezó a acariciar. Las yemas de sus dedos recorrieron la hendidura de su coño. Cerró la boca para no gemir a pesar del intenso placer que sus dedos le proporcionaban. Mordiéndose los labios con fuerza siguió tocándose hasta que no pudo más y su cuerpo se tensó, estallando en un intenso orgasmo. Tenía ganas de gritar, de dejar salir todo lo que estaba sintiendo en ese momento, las oleadas de placer, pero no podía. Su marido estaba a su lado. Ni siquiera podía retorcerse de placer.
Después del orgasmo, con la cara enterrada en la almohada para ahogar su agitada respiración, se fue calmando, poco a poco, hasta que pudo levantar la cabeza. Su cuerpo sudaba. Su coño seguía mojado. Y su mente, su maldita mente, seguía pensando en la polla de Antonio.
Miró la hora en su teléfono. Eran las 2:10 de la madrugada. No iba a hacer lo que estaba deseando. No iba a abrir el whatsap, pero lo abrió. No iba a buscar el chat de Antonio, pero lo buscó. Y no iba a escribirle nada, pero lo hizo.
-Mándame el video.
+++++
Antonio no tenía el móvil en silencio, por lo que la llegada del mensaje lo despertó del suave sueño en que se encontraba. Medio adormilado, levantó el teléfono y vio que era un whatsap de su madre. Miró seguidamente la hora, y se extrañó de que ella le mandara un mensaje a esas horas. No pensó en que hubiera pasado algo malo, ya que habría sido más fácil dar un grito que escribir un mensaje. Con curiosidad, lo abrió.
Cuando lo leyó, la polla se le puso dura.
Se incorporó en su cama, se frotó los ojos para aclararse la vista y le mandó el video. Esperó a que la ruedita de envío se fuera llenando hasta que al fin salieron las dos rayitas. Entonces se sacó la polla, que ya estaba dura del todo, pulsó y play y empezó a hacerse una paja mirando su video, sabiendo que no lejos de allí Clara, su madre, también estaría mirando el video.
+++++
En cuanto se descargó, Clara pulsó el botón de reproducir. Cuando comenzó le dio un vuelco el corazón al oír ruidos. Se había olvidado de quitarle el sonido, así que pulsó pausa, lo quitó y esperó unos segundos para comprobar que su marido no se había despertado. Un profundo ronquido la tranquilizó y volvió a pulsar play con la mano derecha. La izquierda seguía entre sus piernas.
La imagen se movía con rapidez, al estar grabado con una mano. Cuando se estabilizó, se topó de sopetón con una imagen que no se esperaba. Había una mujer, arrodillada, mirando a la cámara con la polla de Antonio en la boca. Lo que no esperaba Clara es que la mujer, María, no fuese una jovenzuela. Se veía claramente que era una mujer ya entrada en años. Regordeta, castaña clara. Miraba fijamente a la cámara mientras mamaba la gruesa polla de su hijo. Despacito, sin prisas, se la metía en la boca casi hasta la mitad y luego, también despacito, se la sacaba, dejándola brillante.
Vio, asombrada, como María se sacó la polla de la boca y se la pasó por la cara, hasta que Antonio, con la mano libre, la cogía de la cabeza y la obligaba a volver a tragársela.
El coño de Clara volvía a ser un mar de jugos. No apartaba los ojos de la soberbia mamada que aquella mujer le estaba haciendo a su hijo. Era como estar mirando un video porno. En un momento dado Antonio movió el teléfono para grabarla de perfil. Estaba de pie junto a un espejo de cuerpo entero y la mujer arrodillada a sus pies. Ahora Clara pudo ver bien el cuerpo de María y no salía de su asombro. Clara no había cumplido aún los 50. Tuvo a Antonio con 25 años y le faltaban 3 meses para cumplir 49. María parecía mayor que ella. Estaba más gorda.
¿Cómo podía Antonio sentir atracción por una mujer como María? Pero si era... era una vieja. Y aún así, Antonio la tenía agarrada por la cabeza y le estaba follando la boca, haciéndola babear y hasta toser un par de veces.
La imagen volvió a cambiar, viéndose de nuevo la mamada desde arriba. Clara seguía masturbándose, sin dejar de mirar, sin dejar de sudar. Entonces Antonio se cambió el teléfono de mano. Hasta ese momento había estado grabando con la derecha y agarrando a María con la izquierda. Ahora se cogió la polla con la derecha y siguió grabando.
María se agachó más, sonriendo a la cámara. Antonio se pajeó con intensidad. Clara sabía lo que iba a pasar. Su hijo estaba a punto de correrse sobre la cara de María. Y Clara estaba a punto de correrse mirándolo.
Supo el momento exacto en que iba a explotar la polla cuando María cerró los ojos sin dejar de sonreír. Un segundo después de la verga de Antonio empezaron a salir aquellos potentes chorros de leche blanca y espesa que se estrellaban sobre el rostro de la madura mujer. Su hijo dirigía los disparos y fue cubriendo la sonriente cara de María. Su frente, sus mejillas, su nariz, sus labios... todo fue regado a placer. El orgasmo de Clara coincidió cuando en el video María abrió la boca y Antonio le metió la polla, que aún escupía semen y ella la cerró.
El siguiente minuto del video era una imagen casi fija de María con la polla en la boca y la cara cubierta de semen. Luego, lentamente se la sacó de la boca y mostro, risueña, como la corrida había empezado a gotear sobre sus grandes tetas. Una tetas caídas que se acarició para esparcir el semen por ellas.
"Mis tetas son más lindas que esas" - pensó Clara.
El video terminó. Clara aún no salía de su asombro. Sabía que había hombres a los que les gustaban las mujeres mayores, pero jamás pensó que su hijo fuera uno ellos.
Le llegó un mensaje de Antonio.
-¿Lo viste? - le preguntaba
-Sí.
-¿La dejé guapa, eh? - dijo él, añadiendo el iconito de la cara con la mano en la boca.
-¡Joder, Antonio! Pero si es una vieja.
-¿Qué coño vieja? Es una preciosa y sensual mujer madura.
-Si parece mayor que yo.
-52 creo que tiene, sí.
-¿De verdad te gustan las mujeres así?
-Bueno, me gustan las mujeres en general. Pero la verdad es que las maduritas siempre me han dado mucho morbo. Sobre todo una a la que le he dedicado muchas pajas.
-¿A quién? - preguntó Clara, curiosa.
-¿A quién va a ser? A ti.
Clara sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo. Releyó esa última frase varias veces.
-¿A... mí?
-Sí, a ti, mamá. Desde jovencito me he masturbado muchas veces pensando en ti. Te espiaba, te miraba... y me hacía pajas por ti.
Antonio llevaba desde siempre, desde que despertó sexualmente, deseando a su madre. Y ahora vio la oportunidad de confesárselo.
-Pero...hijo. Eso no puede ser. Soy tu madre - respondió Clara, acariciando otra vez su coño con suavidad.
-Lo sé. Pero eso no hace que deje de desearte menos. Quizás por eso me gusten las mujeres mayores que yo.
-Esto está mal, Antonio. No es correcto.
-Ya lo sé, mamá. Ya lo sé. Pero correcto o no, ahora mismo tengo la polla dura y me estoy haciendo una paja pensando en ti. Imaginando que la del video eres tú. Que la que me come la polla eres tú. Y que la que sonríe mientras me corro en su cara, eres tú.
Clara apretó los dedos sobre su inflamado clítoris. Sabía que se iba a correr. Nada podía impedirlo. Y si lo hacía en la cama su marido lo iba a notar, por lo que se levantó y sin encender la luz ni sacar la mano de entre sus piernas, salió a toda prisa del dormitorio y se metió en el baño. Allí, apoyada contra la puerta, se corrió, notando como su coño expulsaba jugos como si se estuviese orinado. No pudo sostener su peso y su cuerpo resbaló por la puerta hasta quedar sentada en el frío suelo del baño. Le llegó su olor, olor a mujer. Notó el sabor de su sangre en los labios. Se los había mordido con tanta fuerza para no gritar que los hizo sangrar.
El teléfono vibró. Lo miró, aún con espasmos recorriendo su cuerpo.
-Mamá... estoy a punto de correrme. De correrme para ti. ¿Quieres verlo? ¿Quieres ver como estallo por ti?
Clara no tenía fuerzas para escribir. Una parte de su ser quería responder que sí, pero su otro yo, gritaba que no.
Antonio no esperó más que unos pocos segundos la respuesta de su madre, y como ésta no llegaba, le hizo una video llamada. Cuando ella la vio, supo lo que vería si la aceptaba. Solo tenía que mover un dedo y pulsar sobre el botón verde o el botón rojo.
Pulsó el verde.
Ante ella apareció un primer plano de la mano de su hijo subiendo y bajando a lo largo de su dura polla. Él tenía las luces encendidas, por lo que la imagen era clara. Antonio a ella apenas podría verla, ya que estaba en plena oscuridad, solo iluminada por la luz del teléfono. Pero de todas maneras, no la miraba. Estaba concentrado en que su madre viera bien su paja. El saber que ella estaba a escasos metros viendo como se tocaba lo llevó en pocos segundos al culmen del placer.
Clara contempló extasiada como el cuerpo de Antonio se tensaba y como de su poderosa polla salía disparado un enorme latigazo de semen, seguido por varios más, hasta que los últimos, ya con menos fuerza, bajaban por la mano de su hijo. Cuando aquella impresionante corrida terminó, Clara se corrió por última vez esa noche.
Antonio le mostró su pecho, manchado ahora por el fruto de su intenso placer. Luego él se acercó el teléfono a la cara y empezó a hablar. Clara no lo oía, ya que seguía con el móvil en silencio.
Llena de remordimientos, cortó la video llamada.
-Antonio... -le escribió
-Dime mamá.
-Tenemos que parar esto.
-¿Por qué?
-Ya sabes por qué. No está bien que una madre y su hijo...
-¿Entonces por qué me pediste los videos?
Clara no supo que contestar,
-¿Porqué aceptaste la video llamada y no colgaste hasta que me corrí? - insistió Antonio.
-Yo... no lo sé.
-¿Te pusiste cachonda?
Clara tampoco contestó. No podía decirle a su hijo que nunca nadie la había excitado tanto como él.
-Bueno, no importa mamá. Seguiré deseándote... ahora no en secreto jiji. Seguiré imaginándote. Hasta mañana.
-Hasta mañana.
Minutos después Clara volvió a su cama. Su marido seguía roncando. Se acostó y trató de dormir. Le costó, pero al final el cansancio pudo con ella.
+++++
Clara apenas descansó esa noche. Su sueño fue agitado. Se levantó e inició su rutina diaria, pero sin concentrarse en nada de lo que hacía. Su cabeza no estaba allí. Más tarde, cuando se sentó un rato a ver la tele, se serenó y pensó en todo lo que estaba pasando.
Algo había cambiado en Clara tras ver ese vídeo que Antonio le había mandado, ese en el que se corría sobre la cara de María. Se dio cuenta de que ya no sentía tantos celos de ella. Cuando pensaba que María era una jovencita, un bombón, creía que no podría competir jamás con ella. Ahora, al saber que era un mujer como ella, mayor que ella incluso, estaban más igualadas.
¿Pero igualadas para qué? Eso que en el fondo de su ser deseaba era imposible, era prohibido. A pesar de que ahora sabía que Antonio la deseaba, seguía siendo algo prohibido. Algo tabú. Y aún así le había pedido que le mandara el segundo vídeo del baño. Le había pedido que le mandara la corrida en la cara de María. Y se había corrido mirando con él se hacía una paja para ella. El recuerdo de la polla corriéndose llenó su mente. Y luego la imagen de Antonio diciéndole algo.
¿Qué sería? ¿Cuáles fueron sus palabras? Como una polilla que se acerca a la luz a sabiendas que se va a quemar, cogió el móvil y le mandó un WhatsApp a Antonio.
-Hola cariño. ¿Estás en clase? - le preguntó.
Antonio respondió en pocos segundos.
-Hola mamá. No, ahora tomando algo entre clase y clase.
-¿Cómo estás?
-Bien ¿Y tú?
-Bien.
-Anoche me pasé un poco, mamá. Me dejé llevar por la calentura - dijo Antonio tratando de disculparse.
-Bueno, yo tampoco hice mucho para pararlo todo.
-Pues no, jeje.
-Anoche, después de... correrte, dijiste algo. Tenía el teléfono en silencio y no lo oí.
Antonio estaba sentado con unos amigos, desayunando. Se levantó y caminó unos metros hasta que pudiese hablar sin que nadie lo escuchara y le grabó un mensaje de voz para su madre. Se lo mandó.
Clara lo reprodujo enseguida. Oyó como Antonio, su hijo, le decía como susurrando:" Te decía que me había corrido pensando en ti. Que te imaginé arrodillada delante de mí y que mi polla se vaciaba totalmente sobre tu preciosa carita. Que llevo años deseando follarte bien follada. Comerte toda. Eso te dije".
La mujer se estremeció de pies a cabeza al oír las palabras de su hijo. No pudo evitar excitarse al imaginar que todo aquello que Antonio decía se hacía realidad. Cerró las piernas, juntando los muslos y notando como su coño cobraba vida.
-Cariño... sabes que eso no puede ser, ¿Verdad? - le escribió
-¿Por qué no?
-Pues... porque no. Es...
-Incesto.
-Sí.
-Pues será incesto, pero ahora mismo tengo la polla dura pensando en ti, mamá.
Clara se mordió el labio. Sintió dolor al morder sobre la herida de la noche anterior.
-Oh, mi niño...
-Tu niño va a ir ahora al baño a hacerse una buena paja a tu salud.
Clara no dijo nada. Simplemente se quedó mirando a la pantalla del teléfono. Un par de minutos después, le llegó una video llamada de Antonio. La aceptó.
Esperaba ver la polla de Antonio. Pero lo que vio fue la cara de su hijo. Y luego, su voz.
-Aceptaste la llamada. No puedo hablar muy alto por si entra alguien al baño.
Clara asintió. Veía en una ventanita pequeña su propia cara. Eso es lo que estaría viendo Antonio. Sintió vergüenza de hablar.
-Entonces es que quieres ver cómo me toco la polla, ¿No, mamá?
Ella volvió a asentir.
-Quieres ver como tu hijo se hace una paja y se corre para ti, ¿Verdad?
Antonio vio como su madre entreabría los labios, tragando aire, como se pasaba la punta de la lengua por los resecos labios.
-¿Estás cachonda, mamá? ¿Tienes el coñito mojado?
Aunque él ya lo sabía, sonrió cuando su madre asintió nuevamente.
-Pues dímelo. Dime que estás cachonda, dime qué quieres ver cómo me corro para ti.
-Antonio... no puedo... no me sale decir esas cosas.
Él movió el teléfono y sacó un primer plano de su polla, dura como una piedra. Se la había sacado antes de hacer la video llamada. Se la agarró y se pajeó unos segundos, para después volver a enfocar su cara. Vio que su madre se estaba mordiendo el labio y que tenía los ojos entrecerrados.
¿Quieres ver mi polla, mami?
-Sí
-Ummm ¿Y quieres ver cómo me hago una paja?
-Sí - casi gimió la mujer.
-Uf, que cachondo me tienes. ¿Te vas a tocar mirándome verdad? Te vas a hacer una paja mirando mi polla.
Clara asintió.
-No, dilo. Quiero oírte.
-Antonio...no puedo.
-Sí puedes.
Clara cogió aire, cerró los ojos y lo dijo.
-Sí. Me voy a tocar mientras te miro. Me voy a hacer una paja mirando como mi hijo se hace una paja. Y me voy a correr mirando cómo te corres.
Ya estaba. Lo dijo. Abrió los ojos y vio como Antonio sonreía. Ella le devolvió la sonrisa. Él ya no podía más, así que volvió a dirigir la cámara hacia su polla y empezó, en serio, a hacerse una paja para su madre.
Clara, hizo lo mismo que él. Agarró el móvil con la mano izquierda y la derecha la metió entre sus piernas, por debajo de las bragas. Había abierto las piernas y se frotó el clítoris mirando como la precioso polla de su hijo era estimulada por la mano. De fondo se oían los suaves gemidos de placer de su hijo. Él no pudo oír los suyos al tener el teléfono lejos de las orejas.
Ninguno de los dos pudo aguatar mucho. Era demasiado el morbo, demasiado el placer que sentían. En cuanto la polla de Antonio estalló con aquellos fuertes y potentes disparos de semen, Clara se corrió con intensidad. Gritó su placer y esa vez Antonio si la oyó.
Dio un par de sacudidas para que toda la leche que quedara dentro cayese al suelo y volvió a mirar a su madre. Ella estaba con los ojos cerrados, preciosa, con las mejillas sonrosadas, los labios resecos.
-Oí como te corrías - le dijo
-Y yo vi como te corrías tú - dijo Clara
Se miraron a los ojos, y se sonrieron.
-¿Me enseñas las tetas? - le preguntó Antonio
-Uf, no sé. Me da cosa.
-Jajaja, pero no te dio cosa correrte mirándome la polla.
-Bueno... pero solo un poquito.
Clara llevaba una camiseta ajustada, en la que se marcaban sus pezones aún bajo la tela de la camiseta y del sujetador. Alejó el teléfono para que saliese en pantalla su torso y se subió las camiseta, mostrándole a Antonio una fugaz visión de sus pechos, los cuales tapó con rapidez.
-Ey, que apenas las vi - protestó Antonio
Clara volvió a subirse la camiseta y esta vez mantuvo la imagen más tiempo, hasta que volvió a taparse.
-Eso no vale. Así podría verte en la playa. Yo te enseñé la polla desnuda - exclamó el joven.
Él tenía razón. Era una tontería andar con remilgos ahora. Se sentó mejor, se sacó la camiseta y se desabrochó el sujetador, liberando dos preciosas tetas que enfocó para que su hijo las viera bien.
-Wow, mamá. Vaya precioso par de tetas que tienes.
-Son lindas ¿Verdad?
-Maravillosas.
-¿Más lindas que las de María?
-Ni comparación. Las suyas están algo caídas. Las tuyas...wow…
Clara estaba orgullosa de sus tetas. Se conservaban bien a pesar de sus años. Y al mostrárselas a su hijo, al ver la reacción de él al vérselas, se sintió muy bien.
-Seguro que tu coñito es también precioso, mamá.
-Uy, eso no te lo voy a enseñar ahora.
-¿Cuando?
-No sé. Ya veremos. Ahora será mejor que limpies el suelo.
-Jeje, si. Además tengo que volver a clase.
-Y yo preparar la comida. Hasta luego, tesoro.
-Hasta después, mamá.
Cortaron la conexión. Antonio cogió papel y empezó a limpiar el semen de la pared y del suelo. Su teléfono sonó. Miró y vio un WhatsApp de su madre.
-Cariño. Sé que esto está mal, que no deberíamos haberlo hecho. Sin embargo... lo hicimos. Pero no puede pasar de ahí. Por favor, cuando nos veamos no me digas nada, no me insinúes nada. Tenemos que seguir comportándonos como madre e hijo.
-Lo intentaré - respondió Antonio-
-Gracias, tesoro.
-Pero seguiré pensando en ti. Seguiré deseándote.
-Lo sé. Chao
-Chao.
+++++
Ambos cumplieron lo pactado. Se comportaron el uno con el otro como si nada hubiese pasado, tanto estando los dos solos como cuando llegó su padre. Solo quedaron las veladas miradas entre ambos.
Esa noche, cuando se fueron a la cama, ninguno podía dormir. Ambos mirando al móvil, esperando que el otro dijese algo primero.
Ninguno dijo nada. Ninguno supo que los dos se corrieron esa noche pensando en el otro.
El día siguiente era sábado. Antonio no tenía clase.
+++++
Se despertó sobre las nueve. Como siempre, con la polla dura. Y como siempre, se la agarró y comenzó una suave paja, pensando en su madre. En sus preciosas tetas que ella le mostró la pasada noche. Cogió el teléfono con la mano izquierda y no dejó de mover su mano arriba y abajo a lo largo de su ya babeante polla. Lo desbloqueó y abrió el chat de su madre.
Cuando Clara oyó el silbidito y vio de quien era el mensaje, se estremeció toda. Estaba en la cocina, terminando de desayunar junto a su marido, que había ido a por el pan y el periódico que estaba leyendo, como hacía cada sábado.
-Hola mamá - le decía su hijo.
-Hola cariño.
-Me estoy haciendo una paja, mamá.
Clara volvió a estremecerse. Y a excitarse. Dejó a su marido leyendo la prensa y se fue al salón.
-Tu padre está en la cocina. ¿Estás loco?
-Sí, loquito por correrme pensando en ti. Voy a imaginar que te follo esas dos preciosas tetas y te las lleno de leche caliente. ¿Papá te las folla?
Clara apretaba las piernas. Sus pezones no se podían disimular en la fina tela del pijama que llevaba.
-No - respondió.
-Uy, que tonto. Si fueses mi mujer te las follaba todos los días.
La mujer cerró los ojos y se imaginó la gruesa polla de su hijo entre sus tetas, frotándose, llegando casi hasta su boca. Se lo imaginó follándoselas a fondo, hasta estallar y sentir en la piel la cálida lluvia de semen, esa abundante lluvia de semen que Antonio expulsaba cada vez que se corría. Le llegaría incluso a la cara. La dejaría como había dejado a María en aquel video.
-¿Quieres ver cómo me toco? ¿Quieres ver cómo me corro para ti? - le preguntó Antonio.
-Espera a que tu padre se vaya. Va a ir al centro.
-O sea... que sí quieres.
-Con él aquí no.
-Vale, puedo esperar. Pero tendrás que enseñarme las tetas otra vez. Y el coño. Quiero verte el coño, mamá.
-Bueno, está bien - contestó Clara volviendo a cerrar los ojos.
-Ummmmmm. Cómo me pones, jodía. ¿Estás cachonda?
-Un poco.
-¿Solo un poco?
-Un poco bastante - escribió Clara, añadiendo el icono de la cara con la boca tapada que tanto usaba él.
-Jajajaja.
En ese momento Clara oyó a su marido, que la llamaba desde dormitorio. Se levantó y fue a ver lo que quería.
-¿Dónde está la chaqueta marrón? Hace fresco en la calle - le preguntó su marido.
-Está en el cesto de la ropa, para lavar. Coge la otra, la azul marino.
-Vale.
-¿Cuánto tardaras? - preguntó la mujer, tratando de parecer tranquila.
-Pues no sé. Como poco tres horas. Depende del tráfico. Pero hasta la una, por lo menos, no me esperes.
-Ten cuidado. No corras.
-Tranquila mujer.
Clara se quedó mirando como su marido se ponía la chaqueta. Luego se acercó a ella le dio un suave beso en los labios.
-Hasta luego, cariño - se despidió el hombre.
-Hasta lueguito.
Ella se quedó en el dormitorio. El corazón le latía con fuerza. Sentía las piernas flojas. Agudizó el oído para escuchar la puerta principal. Como se abría y luego como se cerraba.
Ahora estaba sola en casa con Antonio. Su hijo estaba en su dormitorio, con la polla dura, haciéndose una paja y ella lo iba a ver todo. Se sentó en la cama, nerviosa, y esperó 3 o 4 minutos por si a su marido se le ocurría volver por algo que se hubiese olvidado. Cuando pensó que ya era seguro, escribió un mensaje a Antonio.
-Ya se fue.
No hubo contestación, solo una petición de video llamada que aceptó en el acto. Ante ella, en toda su gloria, la preciosa polla de su hijo, agarrada por su mano.
Durante unos segundos se quedó extasiada mirando aquella hipnótica verga, hasta que Antonio llevó el teléfono hacia cara.
-¿Ves lo dura que me pones la polla, mamá? - dijo él
-Uf, cariño. Estás muy caliente.
-Hirviendo. Y es por ti. ¿Y tú cómo estás?
-También estoy... excitada.
-Cachonda.
-Sí.
-Pues dilo. Dime que estás cachonda.
Clara se estremeció. Aquello eran tan morboso. Todo su cuerpo ardía.
-Estoy... cachonda - se atrevió por fin a decir.
-Ummmm me encanta oírte decir eso. ¿Cómo tienes el coñito?
-Uf... muy mojado, cariño.
-¿Me lo enseñas?
Antonio vio como su madre se mordía el labio. Destilaba excitación por los 4 costados. Las miradas no iban a los ojos, ya que cada uno miraba a la pantalla y no hacia la cámara.
-Espera un segundo - dijo ella.
Clara se acostó en la cama, dejando un momento el teléfono sobre la mesilla. Antonio se quedó mirando al techo y no pudo ver como su madre se quitaba la parte de abajo del pijama y las empapadas bragas, para ponerse luego boca arriba. Tras un movimiento rápido de la imagen volvió a parecer la cara de ella, con las mejillas sonrosadas.
-Me quité el pijama...y las bragas - le dijo.
-Uf... mamá. Pues venga. Enséñamelo. Déjame ver ese coño que me trajo al mundo.
Lentamente, Clara fue bajando el teléfono. Miraba el cuadrito que reflejaba su propia imagen para guiarse, más pequeño que la de su hijo, que ocupaba casi toda la pantalla.
Antonio, que sin dejar de pajearse vio como la imagen de su teléfono mostraba poco a poco el cuerpo de su madre. Primero vio su cuello, luego sus dos tetas, que aunque estaban cubiertas por la parte de arriba del pijama parecían hermosas. Sus pezones estaban claramente marcados. La imagen siguió bajando, lentamente...
Cuando apareció la parte de debajo de la camisa del pijama, que daba paso a la piel de la barriga, Antonio se estremeció. Ya no había más tela entre ese punto y la anhelada visión del sexo excitado de su madre. La imagen se detuvo unos segundos.
Clara se había parado. Aún no había llegado. Aún él no se lo había visto. Deseaba que se lo viera, que viera lo caliente que estaba. Pero también sentía aún el miedo, el temor, el tabú. Respiró hondo y siguió bajando, hasta que vio como el cuadradito que mostraba lo que Antonio veía… un primer plano de su coño en todo su esplendor. Con las piernas abiertas se quedó así varios segundos.
Se sintió expuesta, como nunca antes lo había estado. Estaba acostada en su cama, abierta de piernas, enfocando su excitadísimo coño con el móvil para que Antonio, su hijo Antonio, lo viese y se pajeara mirándolo.
Tan concentrada estaba mirando hacia su coño en la pantalla que no se dio cuenta de que Antonio había desaparecido de la pantalla.
-Tu coño es precioso - le dijo él, desde la puerta de su dormitorio, desnudo, con la polla en la mano.
Clara se sobresaltó, soltó el teléfono y cerró las piernas.
-¿Pero... pero qué haces aquí? - le preguntó, más sorprendida que asustada.
-Pues hacerme una paja para ti - le respondió, acercándose a la cama.
-Prometiste... prometiste que en casa nos comportaríamos... normal.
-Lo sé. Pero necesito ver tu coño en vivo, no en la fría pantalla de un móvil.
-Hijo... no... - intentó protestar cuando él llegó a la cama, quedándose a escasos centímetros de ella.
Antonio se soltó la polla, que se quedó dando saltitos de excitación en el aire. Poderosa, gruesa, surcada por hinchadas venas. Los ojos de Clara se quedaron fijos en aquella preciosidad y notó como de su coño escapaba un chorrito de flujo.
-Enséñame el coño, mamá. Abre las piernas.
Clara, lentamente, obedeció. Sin apartar los ojos de la polla, abrió las piernas mostrándose ahora completamente ante su hijo.
-Wow, tienes el coño más bonito que he visto.
-¿Te... te gusta?
-Me encanta - respondió el joven, recomenzando la paja.
Clara estaba ardiendo. Abierta de piernas, chorreando jugos, miró como Antonio se tocaba delante de ella. Si alargaba la mano podría tocarle la polla... Solo de pensarlo casi se corre.
-Tócate, mamá. Tócate mientras me miras. Hazte una paja para mí.
Ella volvió a obedecer. Su mano derecha se abrió paso hasta su encharcado sexo. Sus dedos recorrieron la babosita raja de su coño, acariciando su inflamado clítoris. No pudo evita abrir la boca, gemir de placer, tragar aire. Entornó los ojos pero no los apartó de la mano de Antonio, de su polla.
-Esto es tan excitante mamá. Si supieras las veces que soñado con algo así, con verte así. Si supieras las veces que me he corrido por ti.
-Aag... cariño... esto... está mal... pero... dios... me gusta...me gusta...tu polla...me gusta... que te hagas pajas por mí... que te corras por mí.
Clara no pudo más. Antonio vio como la espalda de su madre se arqueaba, separándose de la cama. Como apretaba los dientes, con fuerza, estallando en un intenso orgasmo que pareció durar una eternidad.
-Sí, siiii eso es mamá. Córrete para mí... -casi gritó Antonio también al borde del orgasmo.
Vio como el cuerpo de su madre tenía varios espasmos. Vio como de su coño salían jugos que mojaban aún más sus dedos, hasta que con un último latigazo, todo terminó. La espalda volvió a tomar contacto con la cama. Los dedos dejaron de frotar. El aire volvió a llenar los pulmones. Y la mano de Antonio, se detuvo. Él aún no se había corrido.
Clara abrió lentamente los ojos. Miró hacia los ojos de su hijo, que le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa. Luego, la mirada de Clara bajó hacia la polla de Antonio. Seguía dura, agarrada por la mano.
-¿Tú no te corres? - le preguntó
-¿Quieres que me corra, mamá?
Ella asintió, moviendo ahora sus dedos ligeramente. A pesar del intenso orgasmo que acababa de tener, aún se sentía excitada. Aún deseaba ver como él se corría para ella.
Antonio, sin soltarse la dura barra, se acercó más a ella, se subió a la cama y se arrodilló junto a su cara, acercándole la polla.
-Cariño... eso no...
-No te voy a tocar... pero te voy a llenar la cara de leche.
-Antonio...no... Por favor - gimió la mujer, frotando su clítoris con las yemas de sus dedos, gimiendo de placer.
-Pues dilo. Di que no quieres que me corra en tu cara. Dime que no quieres que te deje preciosa, cubierta de la corrida de tu hijo - exclamó Antonio llegando ya sin posibilidad de vuelta a atrás a lo que iba a ser un fortísimo orgasmo.
Clara no dijo nada. Miró a los ojos a su hijo y él supo que ella lo deseaba.
-Cierra los ojos - dijo entre dientes Antonio.
Nada más hacerlo, Clara sintió estrellarse contra su cara un tremendo latigazo caliente, que le cruzó desde la mejilla derecha hasta la ceja izquierda. Fue seguido de otro más, y otro, y otro. Notó el calor, la humedad y el olor del semen que su amado hijo le estaba echando en toda el rostro. Él dirigía los chorros para que la cubrieran toda. Su frente, sus mejillas, sus labios, su nariz. Todo quedó manchado por aquel cálido néctar.
Antonio jamás se había corrido de aquella manera tan torrencial. La visión de la cara de su madre cubierta por su propia simiente le pareció la imagen más erótica que había visto en su vida. Con cuidado le quitó un poco de semen que le había caído sobre uno de los párpados.
-Estás preciosa, mamá.
Clara abrió lentamente los ojos. De la polla colgaba un hilillo de semen, tal y como había pasado en el segundo video que él le mandó. Cuando Antonio le acercó la polla a la boca, ella sacó la lengua y lamió la punta, limpiándola.
Antonio acercó más la polla. Clara abrió la boca y la gruesa verga se abrió paso, lentamente. No pudo entrar más allá de la mitad. Era demasiado gruesa par ir más a fondo.
Antonio jamás iba a olvidar esa imagen. Su madre, con su polla en la boca, mirándole a los ojos con la cara cubierta de su semen. Disfrutó largos segundos de aquella visión.
-Al final te toqué - le dijo, sonriendo.
Su madre, sin sacarse la polla de la boca, también sonrió. Seguía con las piernas abiertas y los dedos acariciando su coño.
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El lunes, a la 1 de la tarde, Antonio ya no podía más. En cuando terminó la última clase salió corriendo hacia la parada del autobús, deseoso de llegar cuanto antes a su casa. Deseoso de ver a su madre.
Ni esperó a que llegara el ascensor. Subió por las escaleras los 4 pisos saltando los escalones de dos en dos. Entró en su casa y fue directo a la cocina, en donde sabía que estaría ella.
Se la encontró frente al fregadero, en donde le estaba quitando el agua a lo que parecían espaguetis. Se acercó a ella, pegándose a su cuerpo, restregándole la dura polla por el culo y agarrando sus dos maravillosas tetas.
-Hola mamá.
-Ummm cariño - dijo ella, notando la dureza de la polla contra su culo - ¡Cómo está mi niño! - exclamó restregando su culo sobre la dureza que sentía.
-Deseando follarte otra vez - le susurró Antonio bajándole los pantalones.
-Aggg, cariño... espera... que tu padre está a punto de llegar... Espera a después de comer... cuando se duerma.
-No puedo esperar, mamá. Llevo toda la mañana deseándote - le dijo bajándole las bragas.
-Y yo, mi vida... y yo... pero...espera... que nos va a pillar.
Antonio se bajó los pantalones y los calzoncillos. Se agarró la polla, la dirigió hacia el coño de su madre y se la clavó entera de una sola estocada. Aquel coño estaba tan mojado que la polla resbaló entera hasta el fondo. Agarró a su madre por las caderas y se la folló intensamente, dándole impresionante pollazos que la hacía estremecer de pies a cabeza.
Apoyada contra el fregadero, con el caldero aún en las manos, Clara disfrutó una vez más de la poderosa polla de su hijo, de las fuertes embestidas, de los gemidos, de las caricias. Y se corrió cuando a los pocos minutos, con los dedos clavados en su cadera, Antonio le enterró la polla y estalló, llenándole el coño con otra copiosa corrida.
Se quedaron enganchados, como dos perros, jadeando, sudando... y dieron un respingo cuando oyeron la puerta principal.
Con rapidez se separaron. Antonio se subió los pantalones mientras su madre se subía las bragas y sus pantalones.
-Estoy en casa, familia - gritó su padre.
Cuando entró en la cocina, Antonio estaba sentado a la mesa y Clara poniendo los espaguetis en una fuente.
-Hace calor, ¿Eh? - dijo el hombre al ver a su mujer con la cara roja y sudando.
-Sí... hace calor - respondió ella.
Durante el almuerzo, los dos nuevos amantes se echaban cómplices miraditas. Clara notaba como el semen de su hijo comenzaba a rezumar y cerró las piernas para evitar que siguiera saliéndose. Vio como, con disimulo, Antonio cogía su móvil y lo ponía debajo de la mesa. Escribió algo y al segundo el teléfono de Clara vibró. También con disimulo, leyó el mensaje y se estremeció.
-Desde que papá se duerma, te voy a comer ese riquísimo coñito que tienes y te lo voy a dejar sin rastro de mi corrida.
Clara no pudo evitar contestarle.
-¿A quién le escribes? - preguntó su marido.
-A la pesada de mi hermana - mintió
-Mi simpática cuñadita.
-Sí.
Fue Antonio quien recibió aquel mensaje
-Pues luego quiero que me sigas enseñando a mamarte esa polla tuya que me tiene loquita.
-¿Hasta que me corra en tu boca? –preguntó Antonio.
Clara recordó como el domingo por la mañana, temprano, con su marido aún dormido, se levantó sigilosamente y fue hasta la habitación de su hijo. Lo encontró dormido, desnudo sobre la cama. Con cuidado de no despertarlo, se agachó y empezó a besar y lamer la aún fláccida polla, que no tardó en empezar a crecer.
-Ummm buenos días, mamá - susurró Antonio al despertarse y ver a su amada madre lamiéndole la verga.
-Buenos días, mi vida. Enséñame.
-¿Enseñarte qué?
-A chuparte la polla como te gusta.
Excitado, Antonio la guío, disfrutando de la inexperta boca de su progenitora, que suplía la falta de práctica con su empeño por agradar a su hijo. Le dijo que chupara despacito, mirándole a los ojos. Que se la metieran en la boca hasta donde pudiera. Ella seguía sus indicaciones, tremendamente excitada.
Apoyado en los codos, Antonio disfrutó de la mamada varios minutos, hasta que notó como su orgasmo se empezaba a formar.
-Ummm mamá... si sigues mamando así... me harás correr en tu boquita.
Ella no contestó. Chupó con más ganas, con más fuerza, mirándole a los ojos como él quería. Notó en su cara que estaba a punto de correrse y se preparó para lo que sabía que iba a pasar. Su hijo apretó los dientes, se tensó y la polla estalló dentro de su boca. Ese primer chorro enorme bastó para llenársela, y aunque lo intentó, le fue imposible tragar. De la polla salía más semen del que ella podía engullir, así que se le escapó de la boca y cayó a largo de la polla.
Solo una pequeña parte terminó en su estómago.
Ese lunes, cuando él le preguntó que si le la iba a mamar hasta que se corriera en su boca, ella le contestó.
-Sí. Y esta vez me voy a tragar toda tu leche.
FIN