Mensaje enviado, mensaje recibido.

Aplicacions de mensajeria, que divertidas pueden llegar a ser usadas para jugar. ¿Que pasaría si un extraño entrase de repente en tus juegos?

Elías estaba trabajando, la mañana era tranquila, una tienda de ropa joven en un centro comercial no suele funcionar muy bien un miércoles laboral por la mañana, de ahí que no tuviese mucho problema en cumplir con la petición de su novia, Lucía.

Con un ojo en la puerta entró rápidamente al almacén donde sabía que no había cámaras de seguridad, se abrió la cremallera y se bajó los pantalones un poco, lo suficiente para que en un movimiento rápido bajase sus calzoncillos y pusiese el rabo directamente sobre una mesa donde tenían algunos papeles de la tienda. No la tenia dura, solo morcillona por el juego que mantenía con su novia y era suficiente para conseguir una buena fotografía. Alejó el teléfono, encuadró y disparó. Estaba orgulloso de lo que tenía, era gruesa, algo más que la media pero era la longitud lo que siempre había dado a Elías una seguridad en el tema sexual que otros no tenían. No nos engañemos, estar bien dotado hace que enfoquemos las relaciones de otra manera.

Se colocó la ropa y volvió a la tienda, mientras andaba al mostrador adjuntaba la fotografía en el programa de mensajería y justo cuando apareció el signo de enviado añadió el texto “¿Lo que habías pedido?”.

En ese momento entró en la tienda una señora de mediana edad con una bolsa de la propia tienda, andando rápido directamente a Elías que guardaba el teléfono.

-Vengo a devolver esta camiseta, que a mi hijo al final no le gusta.

-Déjeme el ticket y la camiseta, señora.

Era relativamente habitual que la gente devolviese entre semana cosas que se había comprado unos días antes para usar para un fin de semana, era inevitable. Al menos la camiseta estaba limpia y doblada, iría directa de nuevo al expositor. Rápidamente hizo el rembolso e imprimió el vale por los 24€ que costaba la camiseta.

-Aquí tiene el vale, tiene dos meses para canjearlo

-¿Pero es que no me vas a devolver el dinero? – La señora, con una falsa indignación pues seguramente habría visto los carteles que indicaban que no se devolvía efectivo.

-La política de la tienda la tiene hasta en el ticket, más no puedo hacer.

La señora finalmente accedió, cogió su vale y con la misma velocidad con la que había entrado se alejó, de nuevo la tienda vacía y Elías pudo sacar su teléfono. En el móvil aparecía una pantalla emergente “Tiene tres nuevos mensajes de dos contactos”. Le recorrió por la espalda esa sensación, ese miedo que sólo quien ha participado en este tipo de juegos conoce. ¿Y si el mensaje lo he mandado a otro contacto? Pero no se había equivocado, dos de los mensajes eran de su novia. “Guau, que harás en la tienda que la tienes así” y “en un rato nos vemos  ;p”.

Sin embargo el tercer mensaje le extrañó, era de un contacto que no tenía en su teléfono, inicialmente aparecía sólo el número y tras entrar en la conversación y que cargase apareció el nombre de quien lo enviaba o al menos el nombre que se había puesto, Mara.

El mensaje era corto y conciso, de nuevo el escalofrió por la espalda de Elías aunque esta vez plenamente justificado. “¿Qué tengo que hacer yo para recibir una foto así hecha para mi?”

Se quedó helado, realmente asustado al comprobar como su intimidad había sido violada. Miraba el teléfono perplejo sin siquiera percatarse de que en la tienda había entrado una pareja joven. Debieron pasar un par de minutos hasta que la insistencia de uno de los clientes le devolvió a la realidad.

-¿Perdona?

No hubo ninguna respuesta de Elías.

-Disculpa, ¿No tendrás esto en una talla XXL verdad? El chaval le mostraba una sudadera azul con motivos de skate.

-No, lo siento, solo tenemos lo que hay expuesto.- Dijo Elías acelerado.

Seguramente hubiese mas tallas en el almacén pero no estaba por la labor de buscar, su sequedad en la respuesta debió desanimar del todo a los clientes que abandonaron el local sin comprar nada. Elías, ya  un poco mas relajado sopesaba las opciones.

Por un lado una infinita curiosidad le invadía, ¿quien era esa tal Mara y que quería de el exactamente? Sin embargo su carácter desconfiado le hacía pensar que la tal Mara podría ser algún gracioso con ganas de reírse de él. En cualquier caso si esa persona había visto la fotografía debía dar con ella y saber como la tenía.

Cogió el teléfono y envió un mensaje al desconocido contacto. “¿Quién eres y de que foto hablas?”. Espero cinco segundos y añadió “supongo que te habrás equivocado”. Aparecieron los símbolos de mensaje enviado y recibido por la otra persona.

Sin embargo la respuesta no llegó, el tiempo pasó y fue un mensaje de Lucía el único que llegó, preguntaba por el largo silencio de Elías, pues tras la foto no había enviado nada. Mintió, dijo que había tenido bastante trabajo pues no quería dar ninguna explicación a su novia sobre ese tema. No era especialmente celosa pero prefería saber lo que había pasado antes de hablar con ella.

Su turno de trabajo terminada a las 4, era media jornada y aunque el sueldo no era demasiado alto no tenía problemas económicos. Su novia si tenía ingresos importantes, es lo que tiene ser la hija del dueño de una cadena de concesionarios de coches. La verdad sea dicha, ella trabajaba bastante, llegaba la primera a uno de los concesionarios de donde era encargada y había habido muchas veces en las que se iba la ultima. Si bien no eran buenos tiempos para el negocio la combinación de una mujer alta, morena, llena de curvas y con un dominio de la materia que vendía al alcance de pocos le permitía firmar muchísimas ventas. ¿Qué por qué Elías no trabajaba con ella?  Muy sencillo, a el los coches nunca le habían gustado.

Al llegar a casa Lucía estaba allí, había salido pronto y le esperaba para salir al cine y quizá a cenar. A Elías no le apetecía demasiado pero quizá fuese bueno tener la cabeza en otro lado.

Finalmente sonó el mensaje.

Faltaban unos minutos para que comenzase la película y en el cine, ya sentados, el tintineo sonó claro, aun no había apagado el teléfono y en ese momento se arrepintió de no haberlo hecho. Un nombre se veía antes incluso de desbloquear la pantalla, Mara.

Apenas si tuvo tiempo de reaccionar, se levantó y le dijo a Lucía que debía ir al baño. No mintió pues como un adolescente nervioso no abrió el mensaje hasta que se encerró en uno de los retretes de los baños del cine. “Son dos preguntas, quien soy y como se lo de la foto”. Eso decía el mensaje y Elías volvió a sentir esa sensación de que alguien jugaba con el. Cerró los ojos unos segundos y atropelladamente escribió “Déjate de juegos, respóndeme”. Envió y el mensaje aparecía como recibido, además en el status de Mara apareció “escribiendo” así que Elías esperó allí unos segundos a pesar de saber que la película iba a empezar.

El teléfono no sonó y el mensaje de “escribiendo” cambió a “visto hace 1 minuto”. Elías apagó el teléfono para evitar sorpresas y fue rápidamente junto a Lucía, ajena a todo el movimiento.

La película no consiguió alejar sus pensamientos de su teléfono, deseaba encenderlo y ver la respuesta, lo quería, lo necesitaba. No ocurrió hasta que tras la película fueron a cenar a un restaurante del centro comercial, fue allí donde la propia Lucía le interrogó.

-Cariño, ¿te pasa algo? Estas muy nervioso y como ausente.

-No, no me pasa nada, simplemente la tienda está muy floja y estoy preocupado.

-¡Anda ya! ¿Preocupado por eso? Pero si con las dos ventas de hoy he sacado más comisión que sueldo tú en un mes.

Ese tipo de frases no ayudan a ningún hombre, quizá Elías fuese un poco diferente y si bien no tenia ningún complejo en ese sentido siempre sentía que parte de la familia de ella le hacía de menos. Quizá fuese cosa suya pero mas de una vez se había planteado que sería de él si terminaba con Lucía. Un nuevo mensaje sacudió a Elías y le saco de sus pensamientos. “Voy a ser generosa, tengo una foto tuya así que contestaré a una pregunta”.

Elías miraba el teléfono esperando algo más, fue otro mensaje el que le llegó, era de Lucía, que sentada frente a él le puso un mensaje para llamar su atención.

-Cariño, que no tenga que hablar contigo por mensaje, ¿no?

-Perdona, estamos con el futbol, ya sabes.

Era mentira, si bien era normal que hablase con sus amigos de futbol no era el caso ese día. Parecía suficiente para calmar a Lucía que en ese momento se concentraba más en los entrantes que en otra cosa.

“Sabes que esta aplicación se puede rastrear por Wifi, ¿no?”.

-Voy un momento al baño. – Dijo Lucía mientras Elías asimilaba el mensaje que acababa de recibir.

Elías no era muy hábil con los temas informáticos, al contrario, era bastante torpe, de hecho él no quería tener Smartphone y fue Lucía quien se lo compró, configuró y enseñó a usar. Sin embargo si sabía, al menos, que la red Wifi a la que se conectaba en su trabajo pertenecía a una tienda de deportes que había dos locales al lado del suyo. Por experiencia sabía que el alcance de esa red no llegaba muy lejos. Su tienda, una de videojuegos, dos más de ropa y una cafetería. No había más y ahí parece que debía buscar. Haciendo memoria no le sonaba ninguna Mara aunque en algunos locales el personal cambiaba con bastante frecuencia y ni siquiera los conocía. En la tienda de videojuegos había un par de chavales lo suficientemente frikis para ser capaces de hacer algo así pero no dejaban de ser dos críos que no se atreverían a meterse con Elías. En las tiendas de ropa había varias chicas, a algunas las conocía. En la cafetería un par de camareras, una de ellas a la que veía de años, casada y con hijos y otra que llevaba allí aproximadamente un mes de la que no sabía demasiado. Quizá su novia sabría algo mas pues más de un día  le había esperado al salir del trabajo ahí, justo en la franja horaria que cubría esta chica.

Lucía volvía, con ese andar cadencioso que tanto le gustaba, esas caderas marcadas a través del vestido de hilo que caía sobre cada una de sus curvas. Las botas hasta casi las rodillas remataban el conjunto.

-No me siento demasiado bien cariño, vámonos pronto a casa.- Dijo Elías.

-Que raro, ¿Ni postre?

-No por favor.

Habían pasado casi 24 horas desde el primer mensaje, unas cuantas menos desde el último. Elías trabajaba en la tienda asomándose a la puerta de la tienda buscando alguna mirada de complicidad entre las chicas de las tiendas que le rodeaban. Ni un indicio. Nada.

El día avanzaba tranquilo en lo laboral, alguna conversación cruzada con su novia y con algún amigo pero ni rastro de su nueva “amiga”. Eran ya casi las 2 cuando recibió un mensaje nuevo. “Si quieres que responda a la otra pregunta necesito que me envíes otra foto”.

Joder, ¿que podría hacer Elías ante eso? Pensó y pensó, escribió varias respuestas que no llego a enviar, desde exabruptos a suplicas de clemencia. Pero no, no envió nada. La curiosidad era demasiado fuerte, demasiado. Finalmente envió un mensaje. “¿Que foto quieres?”. Esta vez la respuesta fue prácticamente inmediata y por primera vez el mensaje no era tan bien redactado, quizá la juguetona Mara también se ponía nerviosa. “Kiero algo mas sensual k ayer”. Curioso.

Al igual que el día anterior con la foto para Lucía se metió un segundo en el cuarto trasero de la tienda. Se aseguró de que el comercio estaba vacío y cerró la puerta. ¿Algo más sensual? Se bajo los pantalones, se acarició el rabo unos segundos y se lo colocó en los gayumbos de tal manera que la silueta de su miembro se marcaba perfectamente. Situó el móvil en la mesa frente a él y echó un par de fotos con el temporizador. La primera, sin ninguna duda. Se intuía lo que quería mostrar perfectamente y no mucho mas.

Enviar la foto fue una decisión mas complicada de tomar que hacerla, la tenía preparada, la miraba, pensaba, dudaba, amagaba. Llegó otro mensaje de Mara “Te veo inquieto”.

Aquello terminó de descolocarle, sus ojos se clavaron en la puerta de la tienda y en quien podría verle. Debía ser un farol pues realmente nadie tenía ángulo directo para verle. Fuese o no un farol le hizo reaccionar y mandó  la fotografía. No lo hizo usando la red Wifi, tras lo ocurrido prefirió usar la red móvil y la foto tardó un poco en enviarse. Finalmente apareció la marca de enviada, segundos después la de recibida.

Al llegar a casa sólo pensaba en como había sido tan gilipollas. Había enviado una foto así a no sabia quien y evidentemente no había tenido ninguna respuesta. Empezaba a ver claro que se estaban riendo de él. Pasó junto a Lucía una tranquila tarde, de sofá y televisión.

Tras una cena ligera estaban viendo la televisión. Lucía tumbada sobre las piernas de Elías mientras veían un reality. Los dos móviles sobre la mesa y uno de ellos vibró y sonó. Era el de Elías. Lucía lo cogió sin tan siquiera mirarlo. Menos mal. “Aquí tienes la respuesta a la segunda pregunta”.

Elías miraba el teléfono esperando que llegase algo más y así fue. ¿Decepcionado? Bueno, el esperaba un nombre, un dato, una descripción y lo que recibió fue una fotografía. Un pequeño trébol o quizá un enorme trébol, era difícil saberlo pues la referencia era una teta enorme. Sin duda eso fue lo que le llamo la atención. Tras la propia admiración del pecho Elías empezó a analizar la fotografía. En ella se veía parte del cuerpo de la chica, concretamente un pecho al aire, la izquierda y la otra dentro de algo que parecía una especia de camisón o de camiseta de pijama, era de tirantes. La piel blanca, casi pálida se veía alterada por otro tatuaje en el brazo izquierdo, una especie de tribal que parecía una cadena hecha con tallos de rosa. Sobre el hombro caía una media melena de pelo rubio, muy claro para ser natural y totalmente liso.

-Si que te gusta el programa eh – Lucía, la tercera en discordia apresuró que Elías dejase el teléfono a un lado. – Noto que algo se mueve bajo mi cabeza.

Efectivamente, la erección fruto de la contemplación de la fotografía era mas que evidente para la novia. Lucía ayudó a que fuese al máximo cuando su mano empezó a masajear suavemente los huevos de Elías. Iba con muchísima calma y mientras la mano subía rozando todo el largo de la polla de Elías este tuvo tiempo para apartar el pelo moreno que cubría la cara de su pareja. El movimiento mediante el cual dejó al descubierto su capullo fue un poco más rápido que las caricias, sin embargo la sesión de lametazos que dedicó a la hinchada punta si fue tranquila, se deleitaba con cada pequeña gota de líquido preseminal que iba manando.

Elías, en su postura, tuvo fácil acceso al culo de Lucía, empezó a rozar sus nalgas y justo cuando ella decidió terminar de bajar el pijama y los calzoncillos que el llevaba deslizo la mano dentro de los mini pantalones que llevaba ella. El tanga ayudó a que accediese a esa raja que tanto placer le había dado estos años. Estaba húmeda, chuparle el rabo la excitaba hasta un extremo difícil de conseguir por otras vías. Con la primera caricia en el clítoris la cabeza bajo casi con violencia tratando de engullir la polla entera. No podía, nunca había podido y seguramente nunca pudiese pero lo intentaba. Ya más rítmicamente usaba su mano, con firmeza en la base del miembro mientras iba chupando soltando más y más saliva, tanta que llegaba a la mano, haciendo la paja mucho más placentera. Elías para frenarla uso su mejor sistema, aceleró las caricias con las que estaba haciendo gozar a Lucía con el fin de provocarle el orgasmo. Fue fácil, Lucía era una mujer de orgasmo fácil excepto con la penetración. Sólo de esa manera nunca había alcanzado el clímax pero con caricias o con besos que diferente era todo. En este caso fue un orgasmo suave, lo que truncó en cierta manera los deseos de Elías de alargar en el tiempo la felación. Se corrió, no avisó, ella ya había aprendido a intuir por sus movimientos el momento cumbre y en función de lo que le apeteciese actuaba. Apretó pues deseaba que la llenase la boca de lefa caliente. La corrida no fue muy generosa, apenas unas gotas se derramaron entre los labios y el enorme trozo de carne, el resto acabó siendo tragado por la morena que, cerrando los ojos terminó de lamer todo lo que había en la polla de su hombre.

Llegó temprano a trabajar ese día. Seguía pensando en la fotografía la cual había abierto unas cuantas veces, le gustaba físicamente, le atraía. Nunca había sido infiel a su pareja y tener esa fotografía le hacia sentir mal, a punto estuvo de borrarla pero finalmente la guardó, la escondió mejor dicho.

Pensó y sopesó si enviar otro mensaje. Seguía sin saber quien era la tal Mara y temía ir más allá con este juego. ¿Y si la encontraba qué?

Así paso el día, afortunadamente con algo más de trabajo de lo que esperaba. Le vino bien, tanto que cuando quiso darse cuenta le quedaba media hora para salir. Había estado hablando con Lucía sobre los planes para esa tarde y apenas se iban a ver. Ella salía de trabajar pronto y el también pero solo coincidirían un par de horas, ella se marcharía a pasar el fin de semana con sus hermanos al pueblo y él se quedaría ya que al día siguiente volvía a trabajar. Mensaje de Lucía  “A las 4 en el Coffe & Cookies”.

La cafetería pertenecía a una famosa franquicia, no solo servían cafés, además daban comidas bastante sencillas. Muy al estilo norteamericano. Hamburguesas, sándwiches y poco más. Estaba bien y no era caro.

Que guapa estaba Lucía, su pelo moreno y su amplia sonrisa destacaban en el fondo del local, donde ya le estaba esperando, haciendo un gesto indicó a la menuda camarera que trataba de llamar su atención para llevarle a la mesa que ya sabía a que mesa iba.

Un beso, un saludo y directos a mirar la carta, él tenía claro que se comería una hamburguesa y ella dudaba entre un sándwich u otro. La pequeña camarera se acercó a tomar nota. Debía llevar poco tiempo pues estaba bastante nerviosa mientras anotaba los pedidos. La voz le temblaba y Elías tuvo que repetir dos veces lo que quería.

-Entonces cariño, ¿vuelves mañana o el domingo?

-Pues seguramente el domingo por la noche, no siempre podemos ir todos y a mis abuelas les hará ilusión que nos quedemos, ya sabes.

-Ya, yo me quedaré tranquilamente en casa, viendo algún partido y poco mas, la verdad es que me viene bien descansar un fin de semana, últimamente no paramos.

-Disculpen. – Interrumpió.

La mano de la camarera se estiró para servir la cerveza a Elías, temblaba, realmente parecía muy nerviosa. De hecho en lugar de acercarse a la mesa y servir la jarra tranquilamente se empeñaba en hacerlo desde una distancia incomoda. Tan rara era la postura que el vestido del uniforme empezaba a perder su posición. La manga, que era corta subió un poco más de lo normal.

Era como una pulsera hecha con tallos espinados de rosa en el brazo. Ese tatuaje, la piel blanca, la melena rubia. Mara.

Los ojos se clavaron en los de ella. Es la parte que no había visto, eran claros, si bien el pelo era teñido seguramente fuese rubia igualmente. La cara redonda, el poco maquillaje y esa boca pequeña e inocente hacían pensar que era joven. Mayoría de edad recién cumplida, como mucho 20 años. Se alejó pidiendo perdón por lo que había tardado en colocar las mesas.

-Vaya, ¡te ha gustado la niña eh….!

  • ¿Qué dices?

-Que vaya mirada que la has echado, no me extraña que se ponga nerviosa.

-Pero si solo he mirado por lo torpe que es. Además, ya sabes que a mi las rubias nunca me han gustado.

Intentó aparentar normalidad y parece que lo consiguió, en su cabeza ahora mismo sólo había un pensamiento. Que Lucía se fuese y hablar con Mara cuanto antes. La primera parte era sólo cuestión de tiempo, para la segunda iba a necesitar valor, un valor que no tenia muy claro si iba a tener. Fue a otra de las camareras a quien pidieron unos cafés. Elías aprovechó que su novia fue al baño para sacar el móvil y mandar un mensaje a Mara. Rápidamente escribió algo que quizá no tuviese el valor de cumplir. “Dime a que hora sales que te estaré esperando”.

¿Su intención? Pues él estaba convencido de que solo hablaría con ella, no se había planteado otra cosa.

No tuvo respuesta, podía ver a Mara sirviendo las mesas, lanzando alguna mirada furtiva a su posición. No saco el móvil en ningún momento, lógico, estaba trabajando. Confiaba que en un momento de tranquilidad le respondiese aunque de nuevo temía la respuesta.

Con Lucía de la mano pasearon por el centro comercial, menos de dos horas es el tiempo que tenían antes de que ella se fuese. Al pueblo iría con sus hermanos en un único coche, así que Elías debía acercarla a casa de uno de ellos y después se volvería a la suya…. O al menos eso pensaba Lucía. Un par de tiendas de ropa, con compra incluida, visita a un comercio de libros y películas y el tiempo voló. Desgraciadamente ningún mensaje se recibió en el teléfono de Elías que empezaba a pensar que si quería hablar con ella tendría que hacer guardia frente a la cafetería.

Una de las ventajas de tener concesionarios de coches es que uno puede acabar usando los que se tienen para probar. Estaba recién salido de fábrica, una berlina grande, de las que gustaba conducir, en color blanco y con olor a nuevo. Un casto beso en la puerta de la casa de su cuñado fue la despedida y directo al coche. Dentro estuvo apenas 10 minutos para saludar pues no había tiempo para más, debían irse ya que al pueblo tardarían un par de horas en llegar.

Condujo con el móvil en el asiento del al lado hasta que sonó un mensaje. “Pórtate bien cariño, que no te vea yo con la camarera rubia :p”. Joder, ahora se sentía incluso peor por mas que no hubiese hecho nada. Respondió en la misma línea “Ya sabes que me gustan morenas, así que salvo que se tiña estate tranquila”. No recibió el mensaje de Lucía, fue un mensaje de Mara el que llegó. “Mi turno termina a las 20:30”. Una mirada al reloj, faltaba aproximadamente media hora y Elías estaba al lado del centro comercial. Decidió aparcar el coche en el mismo centro comercial, con su bono de empleado le salía gratis.

Tensando la cuerda volvió al Coffe & Cookies y se sentó en la barra. Su compañera de juegos tardó unos segundos en verle, pues estaba atendiendo unas mesas ya que un viernes a esa hora la afluencia de gente era importante. Al terminar el café debían ser ya sobre las 20:15, su idea era simplemente esperar a que Mara se acercase y hablase con el. De nuevo nada fue tan sencillo ya que en lugar de eso ocurrió otra cosa. En el local entraban los relevos de las camareras para cubrir las cenas, el momento llegaba. A las 20:30 Mara entró a la zona privada del local, donde debería tener las taquillas. El teléfono de Elías sonó. “Espérame en 15 minutos en la puerta del gimnasio”.

Vaya, se alargaba la situación, en el fondo lo prefería pues trabajaba a escasos metros del local y allí le conocía todo el mundo, los cotilleos que afectaban a los empleados se expandían rápido. Mara abandono el local dirigiendo una mirada traviesa a Elías que terminó tranquilamente su café. Pidió la cuenta a una de las camareras, bastante guapa también y despacio se dirigió a la zona indicada.

El centro comercial tenía una forma sencilla, era un rectángulo formado por la unión de dos cuadrados, de tres plantas. Había ascensores y escaleras mecánicas en el centro y los extremos y para hacer tiempo fue recorriendo las plantas enteras, por el camino mas largo. A las 20:10 se plantó frente a la puerta del gimnasio.

Mara no salió a la hora acordada, Elías se entretuvo en ver a la fauna que frecuentaba el local. Se sorprendió que más que tíos a hacer pesas la clientela principal parecieran mujeres que simplemente querían cuidarse. Salieron varias cuyos cuerpos estaban bastante trabajados. Mara no, desde luego no tenía aspecto de hacer carrera continua, abdominales o cualquier otro tipo de ejercicio. De frente pudo observarla bien. Era bajita, no debía pasar el 1,60m si bien ahora, con unas botas con tacón parecía más alta. Era diferente a su novia. No tenía la cadera tan marcada ni las piernas tan largas, su punto fuerte eran esas enormes tetas que desviaban la atención sobre lo demás El top que llevaba tenia tres botones, al estilo de los polos que permitían ver el canalillo desde lejos. Los shorts y las medias, sinceramente, eran horribles pero era lo normal en una chica de su edad. El pelo suelto sin secar, sin duda el motivo de la visita al gimnasio había sido darse una ducha.

-Hola.

-Hola.

Vaya comienzo, ella totalmente nerviosa, el asustado. Ninguno de los dos sabía que decir y así, durante unos segundos se quedaron uno frente al otro sin decir nada. Fue ella, al final siempre son ellas, la que dando el primer paso se acercó  con intención de darle dos besos.

-Me llamo Mara, pero eso ya lo sabes.

-Elías. ¿Paseamos?

Empezaron a andar sin rumbo, sin hablar, más que pasear juntos parecían dos extraños que habían acompasado sus paseos. Elías pensaba y todo se le agolpaba sin encontrar la forma de expresar lo que quería decir.

-¿Me puedes decir de donde sacaste mi foto?

-Ya te lo dije, la aplicación no es segura.

-¿Pero como sabías que yo iba a enviar la foto?

-Bueno, a decir verdad he espiado más conversaciones, no solo las tuyas.

¿Qué?

-Lo que oyes, las robo mediante una aplicación y luego las leo.

-Eres una hija de puta y debería denunciarte.

Elías no pensaba denunciarla, en ese momento tenia mas curiosidad que enfado, la pequeña lunática había pasado a ser una simple cotilla. Cotilla profesional y seguramente saltándose algunas leyes, si, pero ante todo una cotilla.

-Sabes, de un tiempo a esta parte leo tus conversaciones con Lucía con envidia, ese fue el motivo por el que decidí entrar.

La pequeña Mara parecía sincera, ese aspecto adolescente ayudaba a dar credibilidad a sus palabras.

-Mira, vas a hacer dos cosas, por un lado tú le vas a explicar a Lucía lo ocurrido y desde luego vas a prometer que nunca más te acercarás a mí.

-¿Quieres que le diga a Lucía que me mandaste una foto?

No era tan inocente.

-¿Qué?

-Lo que oyes, si quieres que Lucía lo sepa se lo diré, pero se lo diré todo.

-De ninguna manera vas a hacer eso, ¿me oyes?

-Si, pero mi silencio tiene un precio.

-¡Esto es increíble, estas loca!

Alzó la voz hasta el punto de que varias personas que había cerca se dieron cuenta, Elías bajo la cabeza y aceleró el paso con el fin de alejarse de allí y no llamar la atención.

-¿Qué quieres?

-Lo que tiene Lucía, sólo una vez.

-¡Pero que cojones te pasa!

  • No me pasa nada, simplemente he leído como eres con ella, lo que hacéis, como lo hacéis y yo quiero sentirme así. Quiero que me folles con la misma pasión con la que follas a Lucía.

Es curioso que hasta esa frase Elías tuviera la sensación de que Mara iba por el lado romántico. Por un momento había pensado que la pequeña bastarda quería ser su novia por un rato, pasear con el, ir al cine o a cenar. No, nada mas lejos de la realidad, ella lo que quería era que se la follase sin mas. Extraña sensación para Elías, todos los hombres fantasean con la posibilidad de ser un objeto sexual y cuando llega el momento, las pocas veces que llega, ninguno sabe reaccionar.

-¿Me estas pidiendo un polvo?

-Si, algo así. Bueno, ya que nos ponemos si pueden ser dos o tres mejor.- Ahora parecía que la inocencia y el nerviosismo anteriores no eran más que un papel.

-Vale, si accedo, ¿me dejarás en paz?

-Si, lo que no tengo claro es si tú querrás que te deje.

La cogió la mano mas para casi arrastrarla por el centro comercial que como una muestra de cariño. Conocía bien el sitio y sabia que había tres plantas en el aparcamiento aunque sólo funcionaban dos. A través de unas puertas de emergencia que, lógicamente siempre estaban abiertas se podía bajar y allí había algún sitio donde tener intimidad. Se había propuesto acabar con eso allí mismo.

-¿Dónde me llevas?

-A un sitio tranquilo a darte lo que quieres.- Más que follársela parecía que la iba a dar una paliza.

Efectivamente, las puertas estaban abiertas y pudieron bajar, que desolada se veía esa zona. Las escaleras mecánicas que daban acceso tenían una barrera y estaban apagadas, el acceso para coches igual y solo unas pocas luces con indicaciones de salida de emergencia daban algo de luz. La planta era exacta a las superiores, eso incluía unos servicios que estaban hechos, allí se dirigía Elías. Los conocía porque más de un empleado se iba allí a fumar en ratos muertos. Esperaba que un viernes a esa hora nadie tuviese ratos muertos en las tiendas.

-Desde luego no es el sitio más romántico.

-No, pero tú no buscas romanticismo.

Entraron al servicio de minusválidos, más grande que el resto. Elías cerró la puerta tras cruzarla y se enfrentó de nuevo, cara a cara a Mara.

-¿Qué quieres que te haga?

-Buena pregunta. Yo lo único que quiero es que disfrutes conmigo tanto como con Lucía.

Fue ella quien dio el primer paso, le abrazó por el cuello obligándole a doblar un poco la espalda para poder besarle, esa pequeña boca llena de deseo se movía casi compulsivamente. El beso fue profundo, intenso, a Elías le gusto tanto que fue el quien dio el primer paso para el segundo. Esta vez sus manos se posaron en el culo de Mara. Bendita firmeza de la juventud, que duro estaba. Cuando separó sus labios bajo los ojos y desde ese ángulo el generoso escote mostraba algo que ya había visto. Medio trébol estaba tapado con el sujetador.

-Sabes, tu trébol me encantó.

-¿El diamante también te gusta?

Mara mostro la cara interna de su muñeca derecha, en ella, tatuado, aparecía el diamante de la baraja inglesa.

-Ya sólo me falta encontrar la pica y el corazón.

-Créeme, los encontrarás.

Se centró en las tetas, bruscamente quitó el top y empezó a sobar a través del sujetador. Debían ser el doble de grandes que las de Lucía y mas firmes, de nuevo, bendita juventud. La piel blanca recibía el contraste no solo por el trébol, también por los pezones, bastante oscuros y con la aureola muy definida. Los lamió suavemente y la respuesta fue inmediata, los gemidos que se escapaban de esos pequeños labios hicieron que la polla empezase a molestarle en los vaqueros.

-Espera, quiero que hagas algo.

-¿El qué?

Mara se desabrochó los shorts y se los bajó, hizo lo mismo con las bragas que llevaba dejando a la vista su chocho. Lo llevaba con una pequeña tira de pelo perfectamente rapada al mínimo de unos 3cm de largo y uno de ancho. Bajo ese pequeño bigote los labios, carnosos y generosos esperaban. A unos centímetros a la izquierda y arriba encontró la pica, el cual rozó con el dedo mientras lo dirigía a otra zona. De nuevo Elías no pudo evitar la comparación con su Lucía aunque desde luego este era más bonito, aunque a diferencia del de su novia estaba seco cuando metió el dedo. La imagen de esos labios casi agarrando el dedo le gusto. Sin tiempo de disfrutar notó como las pequeñas manos de Mara le empujaban la cabeza hacia abajo. Elías no necesito más indicaciones.

Suplió rápidamente esa sequedad de la vagina de Mara dando generosos lametazos, incluso se permitió escupir directamente y después restregarlo con los dedos. Mara no se percató de ese detalle pues tenia los ojos cerrados mientras que con las manos se apretaba las tetas, difícil tarea para ella, por mas que abría las manos había carne que se escapa por todas partes. Con la habilidad que da la experiencia no le resultó complicado hacer que Mara se corriese. Con un dedo dentro del coño, prieto y muy cálido y la lengua haciendo locuras en el clítoris la pequeña rubia gimió, casi gritó de placer.

Elías tomó la iniciativa y movió a Mara cerca del WC, la puso al lado y le subió una de las piernas allí. Con la ayuda de Mara o mejor dicho, con el ansia de Mara se quedó con el rabo al aire.

-Joder, es más grande de lo que parecía en las fotos.

-Pues prepárate porque la vas a sentir entera.

Elías beso a Mara mientras que con su mano derecha dirigió el duro rabo al agujero de ella, deslizó el capullo a lo largo de la raja volviendo a sentir esa agradable sensación que proporcionaban los carnosos labios rosados. La lubricación era más que correcta y empezó a penetrar. Realmente esa vagina era mas estrecha que la de Lucía, seguramente faltase experiencia y tuvo que ir despacio. Durante un par de minutos la penetración fue suave, lenta y apenas si entraba el capullo entero. Curiosamente Mara se retorcía de gusto. Elías reculó y acerco su boca a la oreja de Mara.

-Ahora la vas a sentir.

Empujó con firmeza pero despacio y el miembro fue entrando, abriendo ese coño mientras Mara apretaba con fuerza las manos, una de ellas en la cisterna y la otra en el hombro de Elías. No pudo ser, no entró entera, por más que Mara trataba de arquear las piernas y buscar una postura más favorable todo tiene un límite y a ese límite había llegado el rabo de Elías. Ese punto de dolor fue determinante para el orgasmo de Mara que sobrevino tras unas cuantas penetraciones profundas. A Elías, poco acostumbrado a eso le extraño que ella se corriese con una follada así. Le encantó sin embargo la presión que ejercían las paredes de Mara en esos pequeños espasmos que acompañan el clímax de las mujeres.

Que se iba a correr en un tatuaje lo tenía claro desde hacía unos minutos, ahora no sabía en cual.

-Me quiero correr en un tatuaje, elige tú.

En ese momento Elías había vuelto a penetrar despacio y suavemente a Mara que ya se había recuperado del orgasmo, iban tan despacio que no tuvo problema en contestarle.

-En el trébol.

Mara bajó la pierna del baño y se arrodillo frente a Elías, no se la chupó y eso le extraño, hay mujeres a las que les da asco chupar una polla llena de sus propios fluidos, quizá fuese el caso. No importó pues la paja era más que suficiente en el estado en el que estaba Elías. Puso sus manos sobre las de ella para acompañar los últimos movimientos y soltó el chorro. Si, cayó en el trébol, pero también en la cara, a pesar de que esta vez si fue una buena corrida no cubría ni de lejos una parte significativa de las grandes  tetas. Mara se limpió con cierto asco la cara, en ese sentido era mas remilgada que Lucía y ni siquiera se frotó lo que había en los pechos, en lugar de eso cogió un clínex y  sin mediar palabra empezó a limpiarse.

-Mañana a las 21:30 en tu casa y serás libre.- Fue lo primero que dijo Mara.

-¿Qué? ¡Yo he cumplido mi parte!

-¿Te vas a quedar sin saber donde esta el corazón?

Mara termino de limpiarse y empezó a vestirse mientras decía esto. Elías se imaginaba donde estaba el dichoso corazón y, cosas de la vida, le pareció un motivo más que suficiente para volver a verla. Estaba siendo infiel por primera vez en su vida y estaba deseando volver a serlo por más que pensase que follarse a Lucía era infinitivamente mejor.

Sin hablar volvieron al centro comercial y allí se separaron. Elías se fue a su casa donde tenía mucho en que pensar y Mara a la suya. Las 21:30 del día siguiente. Seguro que la dirección la tenia y si no era así la conseguiría de alguna forma.

Benditos sábados llenos de gente que hacían que las horas pasasen sin llegar a enterarse. Las 14:30. Apenas unas horas para recibir en su casa a Mara. Tenía ganas, más de las que podría llegar a imaginar aunque por otro lado quería volver a su normalidad, no volver a ver a esa pequeña zorra y ansiaba retomar su felicidad junto a Lucía.

Al salir de trabajar se fue directamente a casa, comió unos sándwiches y pasó una tarde larga, demasiado larga. Apenas si hablaba con Lucía pues con toda su familia por allí no tenía tiempo para móviles. No había película ni programa que le mantuviese entretenido más de 10 minutos. Para matar el tiempo tomó la decisión de depilarse los huevos, Mara se sorprendería y Lucía, al día siguiente también. Así se entretendría un rato. Desgraciadamente le seguían faltando horas que al final dedico a limpiar un poco la casa mientras escuchaba música.

Durante todo el día no recibió nada de Mara, ni un mensaje. Empezaba a pensar que quizá no apareciese por allí.

Por fin las 21:00. La hora se acercaba y aprovechó para darse una ducha rápida, perfumarse y ponerse ropa cómoda. Por el estaría en pijama pero a pesar de que iba a recibir a una mujer a la cual había llenado de semen el día anterior la consideraba una visita que requería cierta formalidad. Esa formalidad se materializó en un chándal y una camiseta. Todo un ejemplo de saber vestir.

Sonó un mensaje. “Tengo dos sorpresas para ti, te las cambio por dos fotos”. El remitente era Lucía. Habría preferido uno de Mara diciendo que no iba a ir. Rápidamente hizo las fotos, mas como una rutina que como un juego, que su amante le interrumpiese enviando fotos a su novia era demasiado raro. Dos fotos, una en calzoncillos mostrando paquete y la otra con parte del rabo saliendo por debajo de los calzoncillos. Las envió y solo esperaba que Lucía tuviese algo mejor que hacer en el pueblo que mandar mensajes.

“Lucía ha compartido su posición”. Primer mensaje recibido. ¿Su posición? No tenia muy claro que era eso, nunca se lo había enviado. Al tocar la pequeña imagen se abrió la aplicación de mapas y se mostraba un lugar, una autovía de acceso a la ciudad. “¿Qué es eso? Elías no sabía realmente que le quería decir. Ni medio minuto paso cuando sonó un nuevo mensaje “es mi posición :)”

Joder, que podría hacer ahora Elías. Su novia se aproximaba y casi iba a compartir el ascensor con su amante. ¿Que coño podría hacer?

Daba vueltas por la casa como un león enjaulado, miraba por la ventana y lo único que se le ocurrió fue enviarle un mensaje a Mara. “Por favor, no vengas”. Apareció el símbolo de mensaje enviado pero no el de recibido. Paso un minuto, dos y nada. Eran las 21:15 y su vida se iba a ir a tomar por culo a toda hostia. Por fin sonó un mensaje, pero no de Mara, era de nuevo Lucía “Espérame para abrir tu regalo”. ¿Qué regalo? ¿De que estaba hablando? Elías se estaba volviendo loco, se sentía el protagonista de cualquier serie de enredo de medio pelo de esas donde los malentendidos son habituales. Pero a diferencia de esas series nada le salvara en el último minuto. Mara iba a llegar, Lucía iba a llegar. “¿Qué regalo?”.

Esta vez si, mensaje enviado, mensaje recibido y al momento cambio de situación de Lucía a “escribiendo”. Ese pequeño regalo rubio y tatuado con el que ya llevas jugando unos días.

Se sentó el sofá, más bien se cayó en el sofá con la mirada perdida en el teléfono. No sabía si Mara le estaba haciendo algo con el teléfono o si Lucía había perdido la cabeza. Estaba acojonado y solo pudo enviar otro mensaje a Lucía “que dices???!”.

Parecía que Lucía tenia la respuesta preparada pues no paso ni medio minuto antes de que la respuesta llegase. Eso si, llegó en un formato diferente al esperado. “Lucía te ha añadido al grupo Regalo para Elías”. En ese grupo, como ya imaginaba había tres personas, Mara, Lucía y él.

Miró el reloj, las 21:35. No envió mensaje a Lucía, no envió mensaje al grupo, no comprobó si el mensaje que había enviado a Mara se había recibido. Daba igual, era evidente que Lucía había jugado con el y ahora solo faltaba saber si el objetivo de su juego era simplemente sexual o quería comprobar si era fiel. Tenia que ser lo segundo, ¿Qué clase de mujer entrega a su novio a otra?

Sonó el timbre y Elías, con sudores se acercó a la puerta. No sabía quien estaría detrás así que miró por la mirilla. Sin tener claro a quien se quería encontrar sólo pudo articular un “joder…”. Abrió la puerta y allí estaban, agarradas y sonrientes Lucía y Mara.

Lucía, alta y esplendida llevaba un vestido azul y de falda larga, parecía un traje de noche salvo por del detalle de la abertura en el escote, demasiado amplio para un traje convencional, parecía sacado de un sex-shop. En medio del pecho una forma ovalada mostrando la mitad de las tetas y llegando casi al ombligo, evidentemente no llevaba sujetador. Llevaba una bolsa en la mano. Mara, por otro lado vestía de una manera mas convencional. Falda corta negra y blusa blanca encima, con medias y botas de tacón. A pesar de ese enorme tacón la diferencia de altura con Lucía era evidente.

Entraron las dos de la mano y al pasar le dieron un beso cada una a Elías en la mejilla.

-Se que siempre has deseado esto. Te regalo tu fantasía.

Muchas preguntas atropellaban a Elías, preguntó si todo había sido una farsa y apenas terminó la pregunta Lucía le mando callar.

-Te responderé a todo, pero ahora toca disfrutar.

Mara, a petición de Lucía sirvió tres copas, ron con hielo sin mas. Curiosamente fue la propia Mara la que más rápido bebió y la que repitió, estaba mas tensa que la pareja aunque para todos era la primera vez en algo así. ¿Cómo romper el hielo en esas situaciones? Nadie seguramente este preparado y todo el mundo cometerá las mismas torpezas, tendrá los mismos temores y las mismas dudas. La voz cantante la llevaba la organizadora, Lucía.

-¿No decías que no te gustaban las rubias?

-Eres una hija de puta, casi me vuelvo loco con este tema y lo sabías todo.

-Cariño, ¿crees que es el momento de reproches? ¿No se te ocurre nada mejor que hacer con nosotras?

Mientras decía esto cogió de una mano a Mara que había apurado ya su segunda copa de ron y a Elías de la otra, los situó en el sofá en la posición que todo el mundo entendería lógica para un trio. El en medio, una a cada lado.

Lucía estiró su mano y cogió la derecha de Mara, la giró mostrando el tatuaje de la muñeca a Elías.

-¿Sabes que lleva los 4 palos de la baraja?

A punto estuvo de decir que solo le quedaba uno por ver, sin embargo la cara de Mara le frenó, fue una media sonrisa de situación y complicidad.

-¿Ah si?

-Si.- Mara por fin habló. – Ya los irás viendo.

De hecho no tardó demasiado Elías en ver de nuevo el trébol, lo que tardó Mara en desabrochar unos botones de la blusa, curiosamente no llevaba sujetador y Elías ni se había dado cuenta, que firmeza tenían esos pechos. Bajo la mirada de Lucía o mejor bajo la sucia mirada de Lucía cuyos ojos brillaban de excitación llevó su mano a una de las tetas de Mara. Por muchas veces que las viese o tocase se sorprendería igual por la dureza y el tamaño que tenían. La sensación se volvió aun más agradable cuando una mano de Lucía se posó sobre la suya y le acompañó en las caricias.

-Sabes cariño, creo que deberíamos ser corteses con nuestra invitada y empezar con ella.

Se puso de pie y de nuevo los cogió de la mano, desde luego estarían más cómodos en la cama que en el sofá. Lucía, a medio camino volvió y cogió la bolsa que traía con una sonrisa, dejándola en una mesilla junto a la cama. Apartó la manta dejando directamente las sabanas donde tumbó cuidadosamente a Mara. Lucía dio un beso profundo a Elías, un beso de amor, un beso verdadero como quizá nunca pudiese besar otra mujer y al momento se centró en Mara. Lamió sus pezones solo unos segundos hasta que se incorporó lo suficiente para poder quitarse el vestido. Desde luego el cuerpo era precioso, esas caderas generosas, esa piel morena que contrastaba con la blancura de Mara. Se quedó solo con un tanguita blanco y retomo los besos a Mara. Elías, sin saber bien que hacer estaba sentado al lado mirando la situación. Al final se decidió a participar y se agachó, besando a Mara, besando esos labios que a diferencia del día anterior parecían bastante más bien tímidos. Lucía, como buena mujer sabía perfectamente lo que debía hacer y no habían pasado ni dos minutos cuando sus besos en los pechos fueron bajando y bajando hasta empezar a lamer los gruesos labios de Mara. En un momento dado Lucía levantó la cabeza.

-Quiero ver como te la chupa.

Como para decir que no. Le apetecía ver esa inocente cara de Mara frotándose con su polla y encima sabiendo que su novia estaba allí. Se puso de pie para quitarse el chándal y se quedo totalmente desnudo.

-Vaya, no hay ni un pelo.- Mara sorprendida.

Bajo la mirada de Lucía que lamía y jugaba con ese prieto coño Elías se puso de rodillas junto a Mara, a la distancia adecuada para que esta se la chupase, tímidamente comenzó a lamer el capullo, parecía inexperta en ese sentido. La morena, sin embargo, parecía que llevaba toda la vida lamiendo coños y antes de que Mara empezase de verdad a mamar hizo que se corriese. Lucía sonreía mientras poco a poco subía de nuevo a lamer las enormes tetas de Mara. Se incorporó finalmente.

-Parece que lo de lamer polla no es lo tuyo, ¿pruebas otra cosa?

No era una pregunta ni una sugerencia, fue una orden en toda regla. Lucía movió el pequeño cuerpo de Mara alejándola del cabecero de la cama con el fin de poderse poner sobre ella. La plantó el coño en la boca y ahí si, Mara empezó a lamer con ciertas ganas. Elías, empezando como Lucía a tomar decisiones se movió y se situó detrás. Desde ese ángulo podía ver el coño de Mara, carnoso y jugoso, empapado en saliva de Lucía con el tatuaje ahí, mas arriba las enormes tetas y por encima el culo de Lucía. Se veía la lengua de la rubia moviéndose y él quiso participar. Empujó a su pareja haciéndola ponerse a cuatro patas y se dedico al agujero libre. Mientras Mara lamia la raja él jugaba suavemente con su lengua en el ano de Lucía. Era una zona prohibida, nunca jamás habían hecho sexo anal y si alguna vez había acercado ahí su mano o su lengua Lucía rápidamente había reaccionado apartándole. No se quejó y desde luego lo gozó, incluso bajó una de sus manos y abrió las nalgas ayudando a Elías a lamer. No solo lamió, pudo introducir despacio un dedo notando contracciones en Lucía. Cuando le vino el orgasmo Lucía se apartó, dejando las bocas de sus acompañantes una frente a la otra. Hicieron lo que debían, se besaron y curiosamente Mara volvió a besar con fuerza y pasión. A Elías le excito el sabor a su propia novia que rodeaba la boca de la su nueva amiga.

Lucía dejó que ese beso continuase mientras ella acercó la mano a la bolsa que había traído. La vació sin más sobre la cama.  Un bote de lubricante y un consolador realista, una polla de látex de unos 16cm. Desde luego la de Elías era bastante más grande.

-Cariño, ahora te toca a ti-  Lucía seguía siendo la directora de la función.

Tumbó a Elías en la cama, en el mismo sitio que había ocupado Mara hacia unos segundos. Se colocó una a cada lado y Mara besó a Lucía mientras ambas miraban fijamente al chaval. Este, tumbado con la polla a punto de reventar daba una imagen muy apetecible para sus compañeras. El largo miembro, totalmente depilada se mostraba duro y fuerte, llegando casi a su ombligo. Lucía cogió la pequeña mano de Mara y echó en ella una buena cantidad del lubricante. El olor fuerte y dulce a vainilla invadió la habitación. La sonrisa de Lucía tenía su justificación. Que ridícula se veía la manita de Mara masajeando la enorme polla. Eso si, no faltaban ganas, tan fuerte era el masaje que el propio Elías hizo gestos de que fuese más despacio para no correrse. Quería alargar aquello todo lo posible. Lucía pasó a la acción y empezó a lamer a lo largo, de la punta a la base, de la base a la punta, una caricia larga y resbaladiza gracias al lubricante. Cogió el rabo por la base, con fuerza, poniéndolo hacia arriba. Fue ella quien dio el primer tiento metiéndose tanta polla como pudo en la boca, se la sacó y apuntó a Mara que hizo lo propio. A pesar de los pequeños labios su capacidad de engullir sorprendió a todos pues casi se la comió entera al primer intento. Así estuvieron unos segundos, siendo Lucía quien dirigía la mamada hasta que su mano paso a los huevos y Mara se pudo lucir. Cambió la postura y dando la espalda a Elías fue capaz de tragar la polla entera. Increíble. En esa postura Elías por fin vio el corazón, lo que le faltaba de la baraja. Estaba, como podría imaginar, en una nalga.

Temiendo correrse echó mano del consolador que tenía al lado, la postura de Mara favorecía que la penetrase con el juguete y lo hizo, fuerte desde el primer momento. Mara con eso ahí no podía seguir engullendo con la misma facilidad y desatendió o que tenía en la boca. Sin problema, Lucía cogió el relevo y sin tanta capacidad estuvo lamiendo dulcemente con el fin de mantener la erección y no provocar la eyaculación. Quien se corrió rápidamente con el juguete fue Mara, que facilidad tenía la chiquilla para correrse al sentirse bien rellena.

Elías, temiendo irse quería sentir a ambas mujeres, de hecho desde hacia unos minutos sólo pensaba en el culo de su novia, quizá esta fuese su ocasión. Se incorporó y besó a Lucía en la boca mientras que con las manos la incitaba a ponerse con el culo en pompa. No le dejó.

-Quiero ver como te la follas.

Entre los dos colocaron a Mara, no fue a cuatro patas, el anal debía esperar pensaba Elías. Lucía impregno la polla cuidadosamente con el lubricante y fue ella misma quien la dirigió dentro de Mara. Esta vez fue relativamente sencillo, estaba excitadísima y entró cómodamente. Una embestida, dos, tres y de nuevo Elías llegando al limite físico de Mara, no había forma de que se la metiese entera. Lucía, al lado, como había dicho quería mirar y es lo que hacía, suavemente se masturbaba mientras miraba como su novio reventaba a una casi desconocida.

Que Mara se corriese no era noticia, ¡Que facilidad! Lo curioso fue que Lucía, jugando con su clítoris se sincronizó y también alcanzó su clímax. Elías tuvo que sacarla precipitadamente pues los espasmos vaginales de Mara amenazaban con hacer que se corriese.

-¿Ahora si? -Elías, dijo a Lucía, en el fondo ya quería terminar.

-Si.

Lucía se puso a cuatro patas, Mara, ayudando fue la encargada de lubricar bien el culo a conciencia. Primero por fuera y finalmente metiendo un dedo despacio preparando el camino. Elías situó su miembro en el mismo centro del culo y empujó, que fácil fue, mucho más de lo esperado, al menos al principio. Lucía comenzó a gemir de una manera poco habitual en ella, gritos que debían estar siendo escuchados hasta por los vecinos acompañaban las penetraciones de Elías. Increíble, lo que el coño de Mara no podía si lo hacia el culo de Lucía, se la metió hasta el fondo, con todas sus fuerzas. Mara, por su parte, besaba apasionadamente a la morena que apenas sentía otra cosa que esa enorme polla reventándola por detrás. Desgraciadamente no se corrió, al que le vino el orgasmo fue a Elías que, sabiendo que quizá no tuviese otra ocasión quiso correrse sobre ambas mujeres. Mara recibió casi todo el borbotón, le cayó en las mejillas, en la boca, en el cuello y por supuesto parte resbaló a las tetas, inevitable con ese tamaño. Elías se giró y tuvo tiempo de que también cayese algo sobre Lucía. Ambas mujeres, empapadas en lefa se fundieron en un beso con el capullo de Elías entre sus lenguas. Nada se derramó pues Lucía acabo lamiendo toda la lefa que cubría a Mara, la encantaba eso y hoy no era una excepción. Mara, por el contrario, se dejó hacer y no participó.

Por turnos fueron al servicio y finalmente los tres se durmieron. A la mañana siguiente Elías abrió los ojos y allí estaba Lucía, ni rastro de Mara.

-Hola mi amor.

-Hola.

-Tu regalo se ha ido, ¿no?

-Parece que si.

Era el momento, Elías tenía por fin resolvería sus dudas.

-¿La primera foto, se la enviaste tu o la robo ella?

-Ha sido todo un teatrillo, claro que se la envié yo, ¿tu crees que Mara es una hacker?

-Yo no se ni que pensar.

Elías, ahora mas tranquilo sabiendo que realmente su intimidad no había sido violada en ningún caso continuó.

-¿No tenias miedo de que el juego se te fuese de las manos?

-Hombre, la parte complicada del juego iba a ser aquí y conmigo presente.

-¿Y lo sucedido anteriormente?

-¿El que? ¿Que te envíes mensajes con una desconocida? Ningún problema. Mara me iba informando de todo, de las fotos enviadas, de los mensajes, de la tensión en la cafetería, de como accediste a que viniese a casa a cambio de no decir nada….

-Pero no solo fueron los mensajes, hablo de lo que paso en los servicios.

Lucía se quedo pálida, se le borro la sonrisa y sin saber que decir solo acertó a soltar, con un hilillo de voz una pregunta.

-¿De que coño estas hablando?