Menphis

Una historia que ocurre en la antigua ciudad egipcia, entre dos militares, luego de un absurdo comienzo.

MENPHIS/EGIPTO 1900a.c

En las arenas rojas de la milenaria ciudad de Menphis se llevaba a cabo el festival a Horus el dios local, las ofrendas: oro, alimento, alfombras, esclavos y otros objetos valiosos de mí época, el que precedía la ceremonia un hombre de unos 35-40 años llamado Horembut, alto de 1.94 m de estatura, piel morena, ojos verde claros, labios carnosos, facciones bruscas, que hacían un juego especial con su dorso y brazos musculosos, unas piernas gruesas y firmes, sin un solo pelo en el cuerpo; en fin la sola vista era suficiente para saber que no era sacerdote, si no más bien un militar, y de alto rango para poder estar oficiando un acto de este tipo.

Ahora entremos en la escena

Un camino de granito blanco de unos 100mt de largo, vigilado por carneros de piedra caliza a lado y lado, una multitud escandalosa a los lados del camino que no hacia más que corear los nombres de su dios, y en el camino un gran desfile encabezado por el general del Fénix (La Caballería dorada), Horembut que llevaba en sus manos la imagen cubierta del dios, seguido por diez carros tirados por caballos blancos, las ofrendas y por ultimo los oficiales del templo mayor y el de justicia. El desfile se detuvo en la entrada al complejo religioso que era enmarcado por dos gigantescos obeliscos de unos 90mt cada uno, hechos de granito negro y con inscripciones en oro. Fue allí en donde el general alzo sus manos y todo su cuerpo se tensó, yo vi como cada uno de sus músculos se marcaban y también vi como ante todo nuestra nación se descubrió el velo que cubría la parte superior de la entrada del templo, para dejar ver la nueva estatua de nuestro dios, lo que sigue no es muy importante excepto por que cuando me dirigía para mi casa, ubicada en la calle del chacal, me tropecé con el general Horembut, y es aquí en donde empieza mi historia.

Yo Sekenj, un joven de 20 años inscrito en el batallón de infantería pesada los babuinos, de 1.80m de estatura, piel morena, ojos cafés, un cuerpo trabajado por el ejercicio en el ayuntamiento, como todo militar me rasuro todo mi cuerpo, excepto las cejas, tengo una cicatriz de flecha en mi brazo izquierdo, según las mujeres con las que he estado, que no son demasiadas, poseo buenos labios, y una mirada de gacela.

Yo tenia prisa por llegar a mi casa, quien no la tendría si solo té queda medio día libre y as estado ausente de tu hogar por lo menos más de un año en entrenamiento, bueno pero aun así todo, me parecía normal a excepción de por que había tantos militares en una zona en donde la vigilancia la hacen los mercaderes; no me demore mucho en averiguarlo, estaba pensando en como estaría todo en mi hogar; cuando me tropecé con el general Horembut, no hubiese pasado de un simple tropiezo si no fuese por mi torpeza, siempre cargo un cuchillo, en esta ciudad hay un peligro en cada esquina; pero en ese momento el peligro era yo, o por lo menos eso pensaron los escoltas del general que de inmediato reaccionaron inmovilizándome me colocaron mis brazos en la espalda y de un golpe en el revez de la rodilla me tiraron al suelo; ni siquiera en la guerra con los beduinos tuve tanto miedo, de inmediato otro guardia me apuntó con una daga a mi cuello, y sentí un golpe que me dejo inconsciente, no veía nada, tan solo percibía voces desconocidas, el galope de los caballos y el marchar de tal vez un batallón; pensé que estaba muriendo y que todos esos sonidos eran las voces de los dioses y que tal vez no eran caballos si no que los jueces ocupaban su lugar,...

De repente escuche una voz fuerte y ronca, que me preguntaba: Ahora responde: Quién y de donde eres? Y que hacías en ese momento allí? A y otra cosa por que andabas armado?, Por un instante me sentí en el día del juicio, pero un gran golpe en la cara me despertó.

En ese momento hubiese preferido estar muerto, al abrir los ojos me encontré en una habitación un poco oscura en la cual entraban los últimos rayos del sol por una de las ventanas del lugar, al principio no veía nada, de nuevo las mismas preguntas y otro golpe, aun más fuerte que el primero, sentí como de mis labios salía sangre, mire al lugar de donde provenía el golpe, y me encontré con una silueta alta de unos 1.85mt quizás, por lo que la luz dejaba ver era moreno, musculoso, rapado, de torso desnudo, con una bata militar (como no reconocerla), llevaba sandalias y una lanza, sin duda era uno de aquellos que me apresaron, aquel hombre estaba a punto de darme otro golpe al ver que no respondía, Pero una voz ruda ya autoritaria lo detuvo: Detente, no ves que lo único que lograras es arruinarlo, vete yo me encargo de él; en ese momento escuche unos pasos, el cerrar de una puerta y en el mismo instante el lugar se ilumino por una antorcha, el efecto de la luz en aquella oscuridad produjo en mi que cerrara los ojos y lentamente los fui abriendo para acostumbrarme al nuevo ambiente, cuando lo logre me encontré cara a cara con el general Horembut, él me miraba fijamente con sus ojos claros.

H- Quién y de donde eres? Que hacías por allí, por que caminabas con tanta prisa?

En ese momento comprobé lo que se rumoraba en los batallones y en las calles de todo menphis, que el general del fénix poseía una mirada felina, que si lo vez a los ojos estas perdido, no supe que decir tan solo logre balbucear algunas palabras:

-He......he.... yo...yo...este...yo soy..he

Horembut se paro y se alejo hacia una esquina del lugar tomo entre sus manos unas copas y que sumergió en un tonel quizás de cerveza o vino y esta vez me hablo de una manera más formal

H- Tranquilo muchacho, relájate, cálmate y habla.

Tal vez por sus palabras, o quizás por que ya no me miraba fijamente fui capaz de responderle, pero lo hice tan rápido que dudo mucho que halla entendido todo lo que le dije.

-Soy Sekenj, habitante de la calle del chacal, hijo de Sipa y Setmut, miembro activo del batallón los babuinos, era mi día libre .....y en ese momento me dirigía hacia mi casa a ver a mi hermana por eso tenia prisa, quien no le tiene cuando has pasado más de un año en entrenamiento y tan solo me quedaban máximo medio día y ahora dudo mucho que me sobre el tiempo para verla, A y antes de que me preguntes el cuchillo lo cargo por seguridad personal

Que no me entendería, eso pensaba yo pues como si me conociese de toda una vida, extendió su mano derecha y me ofreció una copa de cerveza y con una sonrisa en su rostro me dijo.

H- ¡Sekenj!, Que susto me le has pegado a mis centinelas, en estos momentos deben estar pensando que todo se trataba de una conspiración y como siempre estarán debatiendo la forma de matarte, que orgullosos deben de sentirsen tus padres al ver en lo que se a convertido su pequeño leoncillo, lamento que ya no estén con nosotros, a y tu hermana Neftar debe estar ansiosa de verte, bebe esta cerveza y brindemos por todos ellos y por tu carrera militar en el batallón del fénix.

Mis ojos se abrieron de par en par de solo pensar en que me podían asesinar allí mismo, y que tal si la cerveza estuviese envenenada, pero lo que más me asustaba era como sabia que de pequeño mis padres me llamaban leoncillo, y mucho menos que mi hermana se llamaba Neftar, a y otra cosa creo que no me escucho bien cuando le dije a que escuadrón pertenecía, estaba pensando y a punto de corregirlo, cuando me tomo de debajo de mis hombros, me levanto, se alejo y me rodeaba y miraba de arriba abajo, como si estuviese comprobando algo, me sentí como la cebra cuando es arrinconada por los leones, sus ojos, sus hipnóticos ojos, me estaban intimidando, pero lo que esta situación me ponía a mi temeroso, Como es que este hombre del que tan solo se su nombre y que lo acabo de ver, sabe tanto de mi.

-General, no gracias no me gusta la cerveza y perdón pero como es que usted/

Me interrumpió se dirigió a mi y acercando la copa a mis labios y de nuevo su voz ruda y autoritaria me dijo.

H-No me digas que no te gusta por que se que te gusta más de lo que le gustaba a tu padre, y recuerda que aquí las preguntas las hago yo.

De nuevo mencionaba a mi padre, por que sabia tanto de mi/ de nuevo y ahora más brusco me cogió la cabeza con una de sus manos, mientras con la otra que sostenía la cerveza empujo mis labios, no digo que me halla obligado a tomarla, no, pero la manera en la que me trataba así lo hacia parecer, es más, no quiso esperar a que yo la bebiera o cogiera la copa, si no que vació la copa en mi boca, tome lo más que pude pero inevitablemente gran parte de la cerveza se salió por las comisuras de mi labios, sentí como el liquido descendía por mi barbilla y por un acto reflejo intente limpiarme, pero Horembut me lo impedía con sus brazos, el liquido continuo bajando por mi cuello, Por mis pectorales, por mi abdomen, entro a mi ombligo, allí se alojo un instante y siguió su camino, hasta en donde la tela que cubre la parte inferior de mi cuerpo se lo impedía.

Cuando la tela absorbió lo poco del liquido que había logrado llegar allí, Horombut me soltó, dio una vuelta más sobre mi y quedo a mis espaldas, acerco un poco su nariz a mi oído, me olía, lo sé por que cuando uno es soldado debe desarrollar al máximo sus sentidos, sentía como me absorbía y lentamente me fui perdiendo en mi inconciencia, y él se estaba dando cuenta, pronto acerco su boca a mi oído y empezó a soplar débilmente, mi cuerpo se erizo y sentí un escalofrió que me hizo suspirar, él capto un mensaje que yo inconscientemente le había mandado, acerco lentamente su boca a la mía, succionaba mi labio inferior, con su lengua descendía algunos milímetros, volvía a ascender y lamía la herida que minutos antes me había causado el puño de un soldado, estuvo así por largo tiempo, todo ello causo en mi como una ráfaga de fuego, que descendió rápidamente asta la entrepierna, allí se apodero de mi miembro, y ahhhh un nuevo gemido de mi parte; yo quería impedir esta situación a toda costa, pero una cosa era lo que yo y mi conciencia queriamos hacer y otra cosa lo que mi cuerpo y mi subconsciente deseaban, intente detenerlo, pero mi tono no fue convincente.

-Detente, no sigas...........nooo.....por........dios que.....me haces

H- No hago nada que no te guste es más mírate.

De hecho no se como pero era cierto, todo lo que me hacia me estaba gustando, pero no quería aceptarlo.

Sin mas empezó a descender con su lengua por un camino marcado por la cerveza, lo hacia de una forma única primero el cuello, de arriba a bajo, muy lentamente, luego, empezó a empujar con su lengua sobre mi nuca, se detuvo, dio un giro sobre mi y de nuevo quedamos cara a cara, me miraba a los ojos de una forma que no sabría describirla, y sin esperar me empujo, caí allí mismo sobre algo sin contextura, pronto él estaba de nuevo sobre mis labios, descendía por mi cuello, subía me miraba y sin importar mi respuesta, bajaba, fue en el momento en el que su lengua llego a mis pectorales, esa parte de mi cuerpo que no conocía lo que estaba viendo, primero su lengua se poso sobre mi pecho izquierdo, lamía toda la extensión rodeándola, luego bordeaba la aureola de mi pezón con se lengua, como si quisiese hacer un surco en ella, cada vez cerraba más la circunferencia que hacia allí, luego lo toco levemente con su lengua y me mordió, me produjo dolor, pero el placer también llego, y en más cantidad, mientras hacia esto una mano se ocupaba de darlo un masaje al otro pecho, parecía como si lo estuviera moldeando, lo recorría por toda su extensión, luego recorría mi pezón con sus dedos, le daba forma y finalmente un pellizco, de nuevo empezaba y luego alternaba de pechos, durante este tiempo la otra mano recorría una de las mías con la yema de sus dedos, al llegar a mi brazo izquierdo se detuvo en mi cicatriz y me miro con rabia en sus ojos, se detuvo y me dijo.

H- Que te a pasado, esta es una herida de guerra, quien fue el osado en herirte con una flecha.

No le respondí, solo le reproche con la mirada por haber suspendido su labor, y el lo comprendió, me sonrió y siguió.

Bajo lentamente su boca a mis abdominales los chupo uno a uno y al llegar a mi ombligo se quedo bebiendo y mamando allí el dulce jugo fermento de la cebada, sus dos manos ahora se concentraban en mis pechos, yo gemía de placer y a veces gritaba por un poco de dolor que era producido por sus mordiscos sobre mi piel.

H- Sabes Sekenj, te conozco desde que eras niño y tu sueño era ser miembro del ejercito faraónico, tu padre decía que solo podrías aspirar a ser lo que él era un herrero.

Se detenía y seguía lamiendo se cansó en este lugar y siguió su camino, hasta que la tela que cubría mi cinto hasta mis pies se lo impidió, pero él siguió se detuvo en la mancha de cerveza y la succiono, me miro se rió y me dijo:

H- No podemos desperdiciar el trabajo del agricultor y de Osiris, ni mucho menos el trabajo de Ptha y sus tinajas, y que diria Sekmeth si lo hago.

Me dio un poco de gracia, por que eso lo decía siempre que me ofrecían cerveza o vino, esa frase la aprendí de mi padre.

  • Pues que no se desperdicie, y así no causaremos la/ no me dejo terminar y tuve que cerrar los ojos para evitar gritar de placer, estaba lamiendo mis pies y ejercía una presión sobre mis tobillos con sus manos.

Y sin quitarme la tela se introdujo debajo de ella, podía sentir su respiración en mi rodilla, luego fue el aire frió que salía de su boca, el mismo que me hizo retorcer cuando soplo sobre mi falo, que para ese entonces estaba más rígido que los obeliscos del templo, y lograba una altitud de unos 19-20cm de largo por unos 4 de diámetro.

Intente despojarme de la tela, pero sus manos se posaron sobre las mías impidiendo lo que me proponía, acto seguido sentí lo que nunca pensé sentir, sus manos firmes sujetaron mi pene como si de una lanza se tratase, me hacia presión, mucha presión, no podía evitar gemir de dolor, pero me controle y me mantuve en mi sitio, el descendía sus manos hacia la base de mi órgano, y de un momento a otro sentí como una de sus manos sujetaba mis cajones, no aguante más y alce un poco mis glúteos y tire de la tela y hay estaba él, relamiendo sus labios con su ávida lengua, luego abrió su boca ligeramente me tenia hipnotizado, me producía una sensación de éxtasis, me sentí como nunca, pero esto apenas comenzaba. Saco su lengua de su boca y con ella me tocaba, muy superficialmente, quería que lo hiciera en ese instante y estuve a punto de obligarlo, pero él con su mirada me recordó quien mandaba.

Hasta que se compadeció de mi y comenzó a lamer desde el mango, hacia arriba, lentamente, giraba su cabeza y simulaba morderme, e incluso lo hizo suavemente un par de veces, esto me estaba volviendo loco, humedeció mi pija totalmente, estaba demasiado húmeda.

Pero no era solo mi verga la que era estimulada, con una de sus manos estaba tocando mis pelotas, las arañaba ligeramente con sus uñas. E incluso con sus dedos buscaba algo debajo y detrás de las pelotas para luego encontrar una zona muy sensitiva justo antes del ano, o incluso paso sus dedos sobre mi agujero muy levemente.

Después que lamió la base de mi pene un montón de veces lo dejo húmedo y duro como los juncos, yo ya estaba retorciéndome de frustración pues el jugaba con migo como el gato con su ratón.

Me miro con compasión y con su lengua subió desde la base hasta el borde de mi capullo, continuo su larga, y húmeda lamida en la punta de mi pene, insistiendo en el agujero que hay allí en el centro.

Ahora recorría con su lengua el borde de mi capullo, por todo el contorno, haciendo frecuentes pases por la piel tierna encarada hacia él. Y sin pensarlo, hizo presión con la mano que sujetaba la base de mi pene y un liquido claro salió del agujero, luego con su lengua lo tomo y lo esparció.

Se acerco a la cabeza de mi polla y se la metió en le boca, yo estaba gimiendo de placer, me sentía morir, esto lo excito de sobre manera ya que me miro y sonrió sin sacarse un centímetro de carne de la boca, por lo contrario metí tanto de mi pene como pudo abarcar en su boca, lo se porque sentí sus arcadas. pensé que esta allí llegaria pero me equivoque, respiro y nuevamente introdujo lo que quedaba aun afuera, estaba atónito, mis casi 20cm estaban desapareciendo en la boca de este general

En ese momento sentí como mi verga crecía más, era increíble, sentí como chasqueaba su lengua contra mi miembro, sentía como si estuviera en un termitero, intente meterla aun más pero él me lo impedía, y con un ritmo fantástico comenzó a mamar, mis piernas se tensaron y pensé en venirme, pero el se detuvo, luego de un instante tomo solo el glande con la boca, lo mamó como si cerveza diese, luego sentí como un torrente subía desde mis testículos a mi pene, y al ser estancados por una de sus manos, me comenzó a doler, retiró la boca de mi glande y luego soltó el gatillo, de mi salía de ese espeso liquido blanco a borbotones, el primero justo ante de mi barbilla, el segundo en un pezón, el tercero en el ombligo y el cuarto, escurría de aquel orificio,. Me sorprendió cuanto de eso salía, antes de poder reaccionar me vi con mi hombre recogiendo con su boca los rastros del viscoso liquido cuando termino se abalanzo de nuevo sobre mi pene, absorbiendo lo ultimo que allí quedaba, se paro me miro desde su posición se volvió a acostar y me beso, beso que yo correspondí, deguste mi propio liquido seminal. Y mientras lo besaba me acorde de que tenia que ir a ver a mi hermana, lo aparte y le explique.

  • Lo lamento pero hoy es mi único día libre y tengo que ver a mi hermana.

H- No tienes por que lamentarlo, pero ven, ya tendrás todo el tiempo que quieras o se te olvida que eres MIEMBRO del batallón del fénix, y adivina quien es su general.

Ya lo entendía todo, el no estaba equivocado, solo que yo en ese momento no lo sabia, yo ya era parte del fénix, uno de los más reconocidos ejércitos de la nación.

Así que me acerque a él, el me tiro en el suelo, me beso por completo, hasta llegar de nuevo a mi pene por allí, no hizo lo de antes si no que........

Que pena interrumpir el relato, pero debo de acudir a una ceremonia.