Menos real

En este relato los personajes, y una de las escenas, son reales; el resto es fantasia.

Salí muy contento de aquella casa, no podía dejar de pensar que por segunda vez me había librado de una buena; hice firmes propósitos de no permitir que apareciera una tercera ocasión, por si a la tercera iba la vencida. Pero

Haber firmado algo sin haberlo leído primero era un aspecto de la cuestión que, en un primer momento no me preocupó, pero que a medida que pasaba el tiempo me molestaba cada vez más, qué diablos había firmado, tenía muchas ganas de saberlo, pero no me atrevía a ir a preguntárselo; así me debatía entre la curiosidad y el miedo. Hasta que un día Manolo nos comentó que su padre había ganado un juicio contra una persona que había obligado a un menor a firmar algo contra su voluntad y comentó que al menor le había salido muy bien la jugada, que la cantidad de dinero que había recibido era muy grande.

Patricia había oído lo que Manolo nos decía, estaba cerca de nosotros porque íbamos a entrar a hacer las prácticas de biología; yo, entonces le dije a mi amigo: "me gustaría acusar a una mujer mayor de edad que ha abusado sexualmente de mí y me ha obligado a firmar algo que yo no quería, por qué no le preguntas a tu padre si tiene sentido que lo haga".

Manolo aseguró que se lo preguntaría, Patricia encajó el golpe, me miró y no con muy buenas intenciones; tampoco eran muy buenas las mías, al día siguiente fue a misa de ocho y me esperó a la salida, sin más me preguntó a qué estaba jugando y yo le contesté que no era un juego y que quien había abusado de mí, pagaría un precio por su abuso, a menos que negociara conmigo algo que yo deseaba mucho, ella me dijo que era todo oídos.

La primera cosa que deseo, le dije, era que, si me hacía falta, ya se lo diría yo, me echara una mano con la asignatura, no que me aprobase, sino que me explicase las dudas; asintió con la cabeza y me sugirió que pasara a la segunda.

La segunda era que de vez en cuando se lo montara conmigo, añadí que estaba dispuesto a ser dominado, e incluso maltratado, pero en ningún caso torturado; yo le haría sexo oral tantas veces como ella quisiera, ella debía chupármela al menos una vez en cada uno de nuestros encuentros, volvió a hacer un gesto afirmativo, pero esta vez añadió de palabra que por el momento mis condiciones eran aceptables por lo sensatas y preguntó por la tercera.

La tercera le dije enrojeciendo es mas difícil de explicar, deberíamos hablarlo con calma, ahora tengo el tiempo un poco justo y comencé a caminar hacia la facultad, ella me siguió y dijo al hacerlo, espera, vamos juntos, la esperé.

"Me tienes sobre ascuas", dijo, y yo le llamé exagerada y le di una cita para que nos viéramos esa misma tarde en un lugar tranquilo y charláramos con calma. Diciendo que ella llegó a la cita antes que yo, lo digo todo. Comenzamos hablando de naderías, pero no tardamos en ir al grano, fue ella quien me apremió.

-¿Te acuerdas de la última vez que estuve en tu casa?-, le pregunté.

-Si, claro, me hizo mucha gracia abusar de ti incluso con las manos atadas-, y añadió cruel, -eres tan poca cosa, de todos mis esclavos eres el más fácil de machacar.

Una luz se hizo en aquel momento en mi cerebro, le pregunté desde hacía cuántos años era profesora auxiliar de don Miguel, y si también lo dominaba a él. Sin inmutarse lo más mínimo me contestó que efectivamente también él era su esclavo, también a él le había hecho la crapudine, pero a veces le hacía cosas más crueles como pegarle bofetadas en el ojo bueno (don Miguel era tuerto) hasta dejarlo casi ciego y cuando se llegaba a esa situación en que él apenas veía, darle la caza como a un animal salvaje. Eso, me aseguró ella, solo lo hacemos a veces porque el castigo en esos casos es verdaderamente brutal, con decirte que, después de haberlo cazado, atado las manos a la espalda, colgado por los pies, reduciéndolo a la impotencia, le arranco pequeños trozos de piel… justo como si estuviera desollando una pieza. Es algo tan terrible que mientras lo hago está amordazado, pero para asegurar que no grita le pongo la cabeza sobre el suelo y un pie en el cuello, ahogándolo.

Me había puesto como un toro, estaba a punto de explotar. Cogí su mano y la puse sobre mi polla, dio un gritito, pero no la retiró, "que grande se te ha puesto, qué bruto" y añadió, "creo que estás necesitando urgentemente una buena mamada y una paliza mía, ven" antes de que yo pudiera pensar en lo que estaba pasando, ya estábamos en su casa, yo tenía los calzoncillos bajados y ella mi rabo en su boca, cuando acabo el fino trabajo me agarró las bolas y preguntó: "¿qué me impide arrancártelas?", " el que no tienes ninguna necesidad de hacerlo y no eres una delincuente", le contesté y ella sin soltar me preguntó cuál era la tercera condición, qué más me gustaría.

Decidí ser claro y no andarme por las ramas, le dije que eran dos las cosas que me apetecían, aunque la primera desde esa misma tarde; una de ellas, la nueva, era ver como esclavizaba a otro hombre y don Miguel no estaría mal; la otra… aquí titubeé un momento, pero un apretón en mis pelotas me convenció de que lo mejor era contar lo que yo quería, sin intentar engañarla y le dije que el último día que yo había estado en su casa, me había hablado de Ana la holandesa; aquí me paré, pero ella me apremió con un buen apretón de pelotas y un seco y exigente "sigue". Bueno, me gustaría preguntarte quien de vosotras dos es más fuerte, tú o ella. Patricia se echó a reír y flexionó el brazo mostrando un bíceps considerable; "creo", dijo, "que si me lío a golpes con ella, en plan pelea callejera, no me duraría un minuto en pie".

Eso era justo lo que yo quería oír; así, un apretón de huevos después, ésta es una unidad para la medida del tiempo creada por mí, cuando estoy agarrado por los huevos, tartamudeando se lo dije: "me gustaría que le dieras una paliza de padre y muy señor mío a ella".

-De momento cómete mi raja-, contestó y me metió la cabeza entre sus piernas, su entrepierna ardía como siempre, me tuvo mucho tiempo con los labios en los suyos, cada vez que tenía un orgasmo, siempre tremendos, cerraba las piernas, pero sin sacar mi cabeza de entre ellas, me la estrujaba con sus muslos enormes, me hacía gemir por el dolor, cuando movía sus piernas de un lado a otro, o daba un giro sobre la cama, todo mi cuerpo se iba detrás sin poder oponer la menor resistencia; a veces en posturas muy forzadas. Finalmente dejó de apretar, subida en mi pecho se puso a reír como una loca, de vez en cuando se echaba hacia delante y frotaba su sexo contra mi barbilla, mi nariz o mi frente; hasta que dijo: "Así que el chiquitín me salió morbosillo… es una idea que me apetece, seremos cómplices, pero hay que buscar un modo de hacerlo, diseñar un plan para que ella caiga en la trampa y sea nuestra prisionera; pero me habías dicho tres condiciones, esta es la cuarta. Estoy dispuesta a hacerlo, pero creo que me tendrías que dar algo a cambio". Se levantó y dijo que íbamos a luchar en una pelea callejera, valía cualquier tipo de golpes; yo iba a protestar preguntando ¿para qué? Pero vi que venía hacia mí y me desplacé a un lado para esquivarla.

Así estuvimos algún tiempo, poco; ella avanzando, yo retrocediendo, con el rabo en calma tenía muy pocas ganas de medirme con Patri y veía con bastante miedo como me iba acorralando. De golpe hizo como si me fuera a patear las bolas, me cubrí las partes y me cayó en la cara una bofetada como un cañonazo, fue tan fuerte que me tiró al suelo sin remisión, me dolió tanto que no fui capaz ni de quejarme, cuando me iba a levantar ella se dejó caer en mi barriga, sujetó mis muñecas, se echó hacia delante, con los muslos aprisionó mis brazos, al fin dijo:

-Para ser tan joven eres muy peludo. Creo que, como pago por darle la paliza a Ana, te voy a depilar alguna parte de tu cuerpo; si quieres te depilo las pelotas, eso lo haría pelo a pelo con una pinza; te puedo depilar la espalda, el pecho, uno de los muslos o las pantorrillas. En cualquiera de estas partes te lo haría con la cera; en fin, ¿decides tú o decido yo?

Intenté negociar, pero

Continuará

Gracias a todos los que me hacéis comentarios, perdonad que yo no los haga, hay dos razones, la primera es que no me siento capacitado; la segunda es que a mi me resulta muy difícil escribir, y eso me lleva a respetar mucho el trabajo de los demás, sobre todo de aquellos que sois capaces de escribir relatos largos, ¡ya me gustaría a mí! Lo dicho, gracias, un abrazo a todos de vuestro sufridor