Memorias rebeca 3

Mas sobre esta mujer que desea sexo con hombres mayores que yo

Memorias de Rebeca (III)

Hola de nuevo. Hoy toca contar nuevas experiencias. Como sabéis el sexo lo he descubierto hace relativamente poco y sobre todo al descubrir en el ordenador de mi hermano archivos porno que me deleito viendo cuando se que esta fuera de casa, cosa que hace muy a menudo ya que entrena en el filial de un gran equipo de futbol con la esperanza de debutar algún día con el primer equipo.

Sueño con, algún día, ser protagonista de alguna escena como las que he visto. Tríos de dos chicos conmigo, orgías, dobles penetraciones, alguna penetración anal y que varios tíos se corran en mi cara y boca. De momento nada de eso ha ocurrido y tampoco lo he buscado. Eso si… espero hacerlo porque son fantasías factibles. Quizá trabajando en alguna "peli" porno cuando adquiera algo de experiencia. (Si algún productor lee esto, acepto ofertas jajájajá).

Desde un tiempo a esta parte me gusta vestir más provocativa y eso que estamos en invierno. Cuando termino de correr por los parques de la zona me desabrocho la chaqueta del chandal y hago estiramientos. Me gusta hacerlo cuando hay hombres paseando los perros o cerca de alguna pareja de la policía o ejecutivos caminando hacia el metro. Estoy deseando que llegue el verano para hacerlo con pantalones cortos y un top que es como un sujetador.

El caso es que estaba haciendo de nuevo estiramientos, para lo que utilizo un banco del parque cuando apareció paseando el perro mi amigo Alberto. Para el que no lo sepa, es el que me desvirgo hace unas semanas. Evidentemente hice un alto en mis estiramientos y me puse a jugar con su perro. Notaba nervioso a Alberto y al preguntarle me dijo que era inevitable estar así en mi presencia. Me dijo que cada vez que me veía se sentía como un jovencito que ve a su amor primero y que hasta le temblaban las piernas, pero que no quería ni agobiarme ni pedirme una cita ni nada de eso. Yo, desde luego, no deseo ataduras y así se lo dije, y que me sentía halagada por ese cariño que me tenía y que ya sabía que me tenía para lo que quisiera. Se lo recalque ya que me gustaba estar con él y no me importaría repetir lo que ya habíamos hecho.

Nos intercambiamos los teléfonos pero me dijo que no lo llamara ya que no quería que su mujer lo descubriera. Yo, sin embargo, le dije que me llamara cuando quisiera y me necesitara… a cualquier hora.

La verdad es que cuando se marchó, desee haberme ido con él a su casa y hacer nuevamente el amor pero seguí con mis ejercicios. Al terminar me dirigí a mi casa con intención de ducharme. Tenía que ir a la biblioteca a estudiar y luego a clase, así que me quité de la cabeza a mi cuarentón Alberto y me fui a casa.

Al llegar me sorprendió encontrarme en casa a mi hermano y a su amigo del alma y compañero de equipo Javier. Además de entrenar en el mismo equipo de fútbol son compañeros de estudios y tenían que hacer un trabajo.

Ya sabéis que tengo ducha en mi cuarto, pero sabiendo que estaba Javi en casa y por el morbo de que pudiera verme me fui a duchar al cuarto de baño que hay en el rellano de nuestra planta.

Me desnudé y me puse un albornoz y esperé a que Javi distrajera su mirada hacia donde yo estaba para salir de mi habitación e ir a la ducha. Sabía que Javi no diría nada a mi hermano porque sé que a mi hermano no le gustaría que estuviéramos juntos. A mi tampoco me va Javi como pareja o como compañero de polvos pero me da morbo que me vean como si me ven los vecinos de enfrente cuando salgo a la terracita de mi habitación.

El caso es que el lazo del albornoz lo dejé suelto a conciencia y al salir de la habitación con la mano izquierda lo solté del todo para que se abriera. Uno de mis pechos salió totalmente así como estoy segura de que me vio el pubis. Yo miraba de reojo y me di cuenta de él siguió mirando hasta que entré en el cuarto de baño.

El cuarto de baño es grande, no como el de mi habitación que es ducha, lavabo y taza del inodoro, y es el que se utiliza por todo el mundo. Una vez dentro, me quité el albornoz y no cerré del todo la puerta, le di al agua caliente y se llenó todo de vapor. Me metí en la ducha y corrí la mampara para que no saliera agua fuera. Yo de vez en cuando miraba hacia la puerta para ver si aparecía Javi, pero nada. Ya me había enjabonado la cabeza por segunda vez cuando vi que la puerta se abría un poco más y se asomaba Javi. Yo hice como que no me daba cuenta terminé de quitarme el champú de la cabeza y abrí la mampara totalmente mostrándome desnuda. Javi carraspeó y dijo que lo sentía que pensaba que en el cuarto de baño no había nadie y se dio la vuelta marchándose.

Jajajaja… Me lo imaginé entrando en la habitación de mi hermano totalmente empalmado y soñando con follarme aunque mi hermano se lo tuviera prohibido. Salí del cuarto de baño, esta vez con el albornoz bien apretado, ya que deseaba que pensase que todo había sido accidental y me metí en la habitación a vestirme. A todo esto, no vi a mi hermano en ningún momento, aunque si le oía hablar.

Me puse un micro tanga, ya que me iba a poner unos leggins pero al mirarme en el espejo de la habitación se notaba la delgada tira del tanga, así que me quité los leggins y me quité el tanga volviendo a ponerme los leggins. Me quedaban como un guante y además tuve la sensación de que me quedaba como si fuera ropa interior. Eso sí, marcaba bastante por delante los labios vaginales, pero como estaba supercachonda me dio igual.

Me puse encima una camiseta ajustada de color blanco como los leggins y una cazadora roja, así como botas rojas y un bolso rojo y me fui a la biblioteca. Me esperaba un duro día de estudios y clases. Salí de casa, no sin antes mirar si llevaba dinero para la hora de comer ya que no volvería a casa e iría a la Facultad directamente desde la Biblioteca.

Cuando esperaba al autobús que me llevara a la Biblioteca se pararon dos coches y me dijeron que si quería que me llevaran, a los que dije que no y sonriendo se lo agradecí. La verdad, todo individuo de sexo masculino me miraba y me remiraba. Subir al autobús también fue un baño de masas. La sonrisa del conductor y el comentario suyo de que, así daba gusto trabajar me hizo sentirme mas exultante de lo que ya estaba.

Mi estancia en la Biblioteca y en el Mac Donald donde fui a comer unas "nuggets" de pollo y una ensalada fue igual de admirada, aunque mientras comía y seguía estudiando vi alguna mirada de desprecio femenina.

Una vez en clase, tuve una corte de admiradores, pidiéndome apuntes y ayuda ya que saben que se me dan bastante bien las matemáticas. Hubo alguna miradita a mi escote y alguno al pasar me acaricio el culo inocentemente. Eso si. Uno de mis compañeros, con la excusa de que tenía que pasar por detrás de mi a su asiento me puso sus manos a ambos lados de mi cintura y pasó muy pegado. De tal modo que noté su tranca en mis nalgas. Cuando se sentó vi que estaba empalmado.

Al terminar las clases hubo un par de compañeros que se ofrecieron a acompañarme hasta el metro y estuvimos de charla. Fue agradable verlos sin que me intentasen meter mano ni me miraran el culo y los pechos. A la vez que deseo ser follada salvajemente, admiro que se tenga fuerza de voluntad y se me respete ya que no quiero ser un objeto.

Llegué a casa donde ya estaban mis padres y mi hermano esperando para cenar, ya que en mi casa se hace con horario europeo debido a que mi padre tiene malas digestiones y gusta que cenemos juntos. Sólo faltaba mi hermano Luís que, no lo he dicho, estudiaba en Estados Unidos. Es mayor que nosotros y está haciendo un Master de Administración de Empresas.

Mientras cenaba sonó mi teléfono. Era Alberto. Estaba paseando y quería verme. Le dije que no podía en ese momento ya que estaba cenando y eso en mi casa es sagrado y el me dijo que si nos podíamos ver más tarde… de madrugada. Le dije que si y colgué.

Terminé de cenar, subí a estudiar un rato y sobre las once como hago últimamente y ya sabiendo que mis padres no entran en mi habitación me desnudé dejando entreabierta mis cortinas.

Ya me había echado a dormir cuando sonó el móvil. Eran las dos de la mañana. Era Alberto. Me dijo que estaba en su coche a dos manzanas de mi chalet y que quería verme. Salté de la cama sólo con las braguitas y me calcé mis botas rojas y un tres cuartos que me llegaba por las rodillas. Salí en silencio por el garaje y la puerta lateral del jardín y a dos manzanas como dijo Alberto, estaba su coche. Un Audi A-4 ranchera de color negro. Me monté en el asiento del copiloto, no sin antes mirar las casas de los vecinos. Al verme Alberto me dijo que que rápido me había vestido, momento en que abrí el abrigo sorprendiéndose de que solo llevara las braguitas. Pensó que llevaba una minifalda debajo del abrigo y aun así le parecía poco ya que hacía bastante frío. Puso la calefacción a tope para que no tuviera frió y le dije que yo estaba acalorada al estar junto a él. Paró el coche junto al parque, dejando el motor en marcha y pasamos al asiento de atrás. Pesé a ser un habitáculo grande enseguida nos dimos cuenta de que su 1´90 y mi 1´75 estatura nos hacía estar incómodos, así que después de unas caricias y besos decidimos que iríamos al garaje de su Urbanización y lo haríamos allí. La verdad es que aunque incómodos yo estaba ya sin bragas y tenía su polla en mi mano, así que así nos dirigimos a su garaje. Yo iba masturbándole y él de vez en cuando metía su mano entre mis piernas. Era gracioso verle a él conducir sin pantalones. Al estacionar su coche en su plaza de aparcamiento, le dije que como no había sido nuestra primera opción. Era un lugar recogido y con una temperatura agradable. Aparcó su coche de culo. Su plaza tenía muros a ambos lados y al abrir el maletero estábamos a resguardo de miradas indiscretas. Tiró una manta en el maletero y me echó sobre ella. Tenía el abrigo puesto y totalmente abierto por lo que separó mis piernas y empezó a comerme el coño como sólo un experto sabe hacer. Puse mis piernas sobre sus hombros para esta cómoda y mientras él daba mordisquitos y lametones a cada zona de mi entrepierna yo empecé a acariciarme los pezones mojándome un dedo y pasándolo por todo mi pecho.

La verdad es que la excitación de todo el día estaba teniendo un digno colofón. Cuando Alberto paró estaba chorreando y deseando ser penetrada pero me incorporé y empecé a comerle la polla con deseo.

Si alguna vez habéis oído eso de que las mamadas son un acto de sumisión femenina os diré que no estoy de acuerdo. Cuando tienes en tus manos y un tu boca la polla de un tío puedes hacer con él lo que quieras. Puedes hacerle correr, hacerle disfrutar, retrasarlo lo que quieras, parar y dejarlo a medias… Yo me sentía en esos momentos la reina del universo. De ves en cuando lo miraba y veía como cerraba los ojos y suspiraba, me acariciaba las mejillas y el cabello, de vez en cuando bajaba sus manos a mis pezones pellizcándolos.

Me separó de él y se agacho para besarme en la boca y jugar con nuestras lenguas. A mi me apetecía continuar chupando esa verga tan admirable, pasar la lengua por esas venas tan hinchadas pero también deseaba que me penetrara.

Me echó hacia atrás, beso mis pechos y acarició con su lengua mi ombligo. Puso la polla a la altura de mi vagina y empezó a meterla suavemente. Entró en seguida hasta el fondo porque estaba muy lubricada. Empezó el mete-saca y puso sus manos a ambos lados de mi cuerpo. Yo le atenace con mis piernas con lo que no podía escapar de mi abrazo. Le acariciaba la espalda haciendo círculos con mis dedos en su espalda . Yo lo estaba pasando como nunca. En un mes era la tercera vez que me follaban y cada vez lo pasaba mejor.

Nuevamente paró y me levantó de la manta. Me puso de pie fuera del coche e hizo que me agachara de espaldas a él. Yo puse mi culo en pompa y él me empezó a penetrar por detrás. El placer hizo que me corriera enseguida por lo que empecé a gemir escandalosamente así que metí la boca en la manta para que no se alarmara el vigilante de la Urbanización. Alberto seguía metiendo y sacando su miembro sin parar y a un ritmo constante. Acariciaba mis nalgas y de vez en cuando notaba caer sudor o saliva sobre mi culo, uno de sus dedos se acercó al agujero de mi culo, pero no llegó a meterlo. Creo que no se atrevió y yo me alegré.

Cuando paró, se agachó y me dio un beso en la mejilla y en el lóbulo de la oreja. Me tumbó boca arriba acariciando mis pechos, volviendo a separar mis piernas empezó de nuevo a metérmela, esta vez acompañándolo con caricias en mi clítoris con su dedo gordo. Yo, de nuevo, me corrí y él en ese momento sacó su polla que dio varios manguerazos a mis pechos y a mi abdomen llenándose mi ombligo de cálida leche. El siguió estrujándose la polla haciendo salir leche mientras yo seguía disfrutando del polvo. Había durado unos veinte minutos pero si me hubieran dicho que habían sido cuarenta no me habría extrañado.

Alberto con el dedo empezó a dibujar sobre mi cuerpo con la leche, mientras deletreaba: "R E B E CA T E Q U I E R O " uy luego llevó su dedo a mi boca y se lo chupé. No me desagradó del todo el sabor de su leche mezclado con el olor de mi cuerpo. Así seguimos unos minutos hasta que empecé a quedarme helada. Me puse el abrigo y el arrancó el coche, cerró el maletero y cuando el coche entró en calor salimos del garaje.

Cuando llegamos a dos manzanas de mi chalet paró el coche. Nos besamos nuevamente y nos despedimos. Cuando me marchaba le susurré al oído: "No he encontrado mis bragas. Búscalas por el asiento de atrás no sea que tengas problemas". Salí y me dirigí a mi casa entrando por la puerta lateral del jardín.

Cuando vio que ya entraba se marchó con su coche. Yo volví a salir para verle partir y en ese momento pasó un taxista al lado que me lanzó un piropo mientras me decía que si me llevaba a algún lado. Le sonreí y le dije que no. Se despidió diciendo: "Abrígate no te enfríes bombón, que llevas muy poca ropa" y yo contesté para mis adentros: "Si tu supieras".

Entre en casa, subí a mi habitación y noté como mi piel estaba pegajosa pero no me atreví a hacer ruido duchándome así que cogí unos pañuelos húmedos y me limpié. Me acosté y quedé dormida al instante.