Memorias rebeca 2
Continuo deshojando mi vida para vootros
Memorias de Rebeca (II)
Nuevamente me pongo detrás del ordenador para escribir. Mientras lo hago miro a las personas que se encuentran en el Locutorio y sorprendo miradas admirativas hacia mi. Me gusta sentirme así y hoy voy vestida con unos vaqueros, botas altas, camisa blanca y un chaleco negro. Llevó el pelo recogido en una cola de caballo y voy natural, sin pintar. Vamos que no estoy precisamente como suelo salir con mis amigas. El caso es que no dejan de mirarme.
Os conté la salida nocturna en la que conocí el Sex-shop de la calle Atocha. No llamé porque no me atrevo a bailar delante de la gente exhibiéndome y además por el temor de que algún conocido me reconociera. Aún así el morbo me ha hecho apuntarme a una agencia de modelos para trabajar en exposiciones, congresos y esas cosas. Ya he tenido un par de trabajos y aunque han sido muy cansados me han permitido conocer gente y lugares.
Me han hecho proposiciones honestas y deshonestas que no han llegado a buen puerto porque no he querido o no me he atrevido pero que están haciendo que poco a poco me haga desinhibirme.
Una de las proposiciones me la hizo una mujer que me ofreció trabajar en una casa que ella tiene de contactos. Me dio el teléfono y me dijo que yo ganaría muchísimo dinero si quería. Cuando le pregunté me dijo que el trabajo consistía en que el cliente llega a la casa y las chicas que trabajan pasan ante él eligiendo a una con la cual está durante media hora o una hora, haciendo cumplir las fantasías sexuales del cliente, es decir, tenía que prostituirme. Me dijo que chicas que trabajaban para ella podían ganar de 500 a 1000 diarios.
Yo le conté que no tenía experiencia como para llevar a cabo las fantasías de nadie y además me podía morir de vergüenza si aparecía algún conocido. Ella me dijo que eso se evitaba porque antes de presentarse al cliente, ellas podían verlo por una mirilla para evitar esos inconvenientes.
Como siempre, eso me excito y ya me pasé todo el día de trabajo en el Palacio de Congresos imaginándome en los brazos de distintos hombres.
Al día siguiente fui a comprar al Centro Comercial próximo a mi casa y entré a comprarme ropa. En toda tienda a la que entraba terminaba yendo a la zona de lencería y me ponía a mirar braguitas, sujetadores y tangas. Me hacía gracia ver a las parejas de mi edad como los chicos se excitaban con sus chicas cuando cogían alguna prenda íntima más pequeña de lo habitual.
Entré en una tienda especializada y ahí si que empecé a disfrutar admirando piezas que eran de mi agrado, conjuntos sexys, conjuntos cómodos etc. En un momento dado cogí un sujetador morado con transparencias y dudé entre una braguita a juego o un minitanga también del mismo color. Al sobreponerlo sobre mi cuerpo, un hombre de unos 40 años que acompañaba a su mujer me dijo por lo bajo: "Madre mía, quien te viera con esas prendas". Yo sonriendo le dije: "¿quieres que me lo pruebe para ti?". Se puso colorado y me contestó: "¿y que hago con mi mujer? Le dije que lo que tenía que hacer era salir de allí con ella y que al rato con cualquier excusa y por supuesto sin que ella se percatara, que volviera.
Dicho y hecho. A los cinco minutos estaba allí nuevamente. Yo mientras tanto había elegido otros dos conjuntos de distinto color, uno blanco y otro negro. Me dirigí a los vestidores y agarrándolo de a mano lo llevé hasta allí. El se quedo fuera mientras yo me desnudaba dentro del vestidor. Yo veía como intentaba mirar por los lados de la cortina pero no me importaba. Me quité la minifalda, me baje las medias y luego las bragas. Luego me desabroche la camisa y me quité el sujetador. Me puse el conjunto morado y me miré en el espejo. Me quedaba estupendo. Abrí las cortinas y asomé la cabeza preguntando al hombre que le parecía. Estaba estupefacto. Dijo que era una diosa y que era un espectáculo inimaginable, también que el chico que disfrutara de mi presencia cuando estaba así sería el más afortunado del mundo. Mientras me miraba se pusieron los pezones tiesos y empecé a mojarme un poco. Le dije que me probaría los otros dos y que ahora se los enseñaba.
Creo que le hice un gran regalo a este hombre con mi espectáculo. Yo para calentarle más, le dije que me gustaba pasearme por mi casa así y deseó ser vecino mío para poder admirarme, momento que aproveché para insinuarle donde vivía. Después de vestirme y pagar mi compra salimos sin mirarnos como si no nos conociéramos.
Mas tarde volví a verle en un restaurante comiendo con su mujer. Por cierto una morena escultural también cuarentona así que él también disfrutaba de visiones como la mía en su casa.
Esa tarde volví al Palacio de Congresos a una exposición de vehículos de competición. Estaba contratada por una prestigiosa marca alemana de vehículos y nuestro uniforme era una faldita muy corta verde, unas botas verdes, camiseta blanca y chaqueta verde con una gorra y cada cierto tiempo teníamos que tumbarnos sobre un descapotable procurando estar sexys sin exagerar.
Así cuando terminó el día había conseguido el teléfono de al menos una docena de tipos que me gustaron, de entre 25 y 45 años a los que prometí que me tomaría una copa y saldríamos por ahí en caso de encontrar el momento.
Fui al vestuario a cambiarme poniéndome unas mallas negras, mis botas negras, una camisa larga blanca que me cubría las nalgas y un jersey negro. Salí del vestuario con una de mis compañeras y cuando iba a salir del Palacio de Congresos me acordé que no llevaba el móvil así que regresé. Mi compañera tenía algo de prisa y le esperaba el novio fuera así que le dije que se marchara.
Cuando regresé al vestuario mi móvil estaba sobre una taquilla así que lo cogí y volví hacia la salida. Allí estaba uno de los vigilantes que me dijo que estaba tan guapa con la ropa de calle como con el uniforme de la marca de coches. Yo riendo le dije que con el de colegiala también lo estaba. Nos pusimos a charlar y los comentarios empezaron a ser más íntimos. Me dijo que se llamaba Antonio y que le esperaba una noche muy aburrida sabiendo la de chicas guapas que estarían de marcha esa noche. Yo le dije que yo me iba a casa porque por la mañana temprano tenía que estar en Alcobendas para una carrera de cross.
Lo de correr, le hizo gracia, además de respeto y seguimos hablando un rato más. Cuando nos dimos cuenta no había nadie en el recinto: Me pidió perdón por entretenerme y se ofreció a llamar un taxi cosa que agradecí. El caso es que seguíamos hablando y yo empecé a calentarme al ver que tenía en su mochila un DVD portátil: Le insinué que seguro que no se aburriría durante la noche viendo películas porno y entonces se empezó a reír diciéndome que tenía de todo, desde dibujos, hasta comedias y hasta porno y que también se conectaba a chats telefónicos para entretenerse.
La cosa se fue calentando y de repente el me agarro por la cintura y me atrajo hacia él. Yo me dejé llevar sintiendo como me manejaba como si fuera una pluma. Me besó en los labios y de repente dijo que tenía que hacer una ronda y que le acompañara. Recorrimos todo el lugar dándome cuenta de que había cámaras por todos los lados, incluido el lugar en el que me besó y así se lo hice saber.
El me dijo que por eso iba a cerrar la puerta principal y nos íbamos a la sala de cámaras desde donde él controlaría durante la noche. Una vez allí me volvió agarrar la cintura y me besó metiendo su lengua en mi boca jugando con la mía. Sus manos empezaron a acariciar mi culo y con un dedo siguió la goma de mi tanga por encima de mis mallas. Se me erizaba el cabello con el contacto de su dedo y mas cuando me bajo las mallas hasta las rodillas, acariciando mis nalgas. La parte inferior de mi tanga ya estaba chorreando y cuando el paso sus dedos se mojaron al instante. Antonio se bajó los pantalones y vi un slip apunto de reventar mojado en un punto. Se lo bajé también y empecé a lamerle la punta de la polla. Luego mis labios se cerraron sobre el prepucio y descendí tragándome toda su polla.
Yo me senté sobre la silla giratoria y él lo hizo sobre la mesa de control y seguí chupando y acariciando su polla, mientras él me sacaba el jersey por encima de mi cabeza y luego me abría la camisa acariciando mis pechos por encima del sujetador notando como mis pezones sobresalían del relleno.
Con un rápido gesto me desabrochó el sujetador que cayó sobre mis piernas. Yo dejé de lamer su polla y le miré mientras seguía acariciando toda la longitud de su tranca. Me levantó de la silla y volvió a besarme mientras su mano se deslizaba por mi abdomen hasta apartar ligeramente mi tanga para después bajármelo hasta las mallas. Me giró y me sentó sobre la mesa. Me quitó las botas que arrojó a un rincón y luego las mallas y el tanga, con el que jugueteó un rato enrollándolo en su polla y luego pasando su lengua por él.
Ahora el que se sentó fue él, separando mis piernas y empezando a chuparme el coño humedecido a la vez que intermitentemente introducía la lengua o los dedos. Yo no paraba de gemir y de disfrutar. No sentía las piernas, sólo descargas eléctricas por todo mi cuerpo.
De repente se puso de pie y empezó a metérmela por el humedecido coño, mientras su dedo gordo seguía frotando mi clítoris. Empezó un vaivén suave que cada vez que se introducía me llegaba hasta el fondo haciéndome gritar de placer. Yo agarré con ambas manos su culo para evitar que la sacara sin previo aviso pero el siguió como si nada. Nuevamente paró y me dio la vuelta poniendo mi cuerpo de espaladas a él. Me besó el cuello y la espalda y me hizo agacharme sobre la mesa de control y me la metió por detrás. Nuevamente empezó suave, pero enseguida el ritmo se hizo frenético pudiendo observar como mis pechos se bamboleaban en el reflejo de las cámaras de seguridad. Sus manos acariciaban mi espalda, mi cuello y mis pechos, amasándolos e introduciendo mis pezones entre sus dedos medios.
El ritmo se hizo endiablado y en ese momento puso ambas manos a los lados de mi cintura para no perder el control, cosa que yo empecé a hacer y a gritar de placer deseando que no tuviera fin a la vez que quería que todo acabara en un éxtasis total.
Finalmente, sacó su polla y se corrió. Su semen llegó hasta mi cuello goteando caliente por toda mi espalda. Me derrumbé sobre la mesa mientras notaba que la leche de Antonio caía por ambos lados de mi cuerpo sobre la mesa. Yo no tenía fuerzas para incorporarme y el se agarró tambaleándose a mi cuerpo resoplando a la vez que su polla recorría mis nalgas terminado de exprimirla.
Después de unos minutos me incorporé y le pedí a Antonio que pasará una toallita para limpiar mi cuerpo cosa que hizo con sumo cuidado. Nos besamos largamente mientras el seguía acariciando mi cuerpo desnudo.
Cuando empecé a ponerme la ropa Antonio comentó que era igual de sexy verme como me vestía que como me desnudaba. Le pedí que llamara a un taxi y antes de irme le dí mi teléfono. Antes de llegar a casa ya me había llamado tres veces y me había escrito otros tantos mensajes.