Memorias del Martí (3)
Continúan las aventuras sexuales de una madura con jovencitos, y su afición por ir a un hotel en particular
Memorias del Martí, 3
Desnudo la esperó sobre la cama, la madura se había metido al sanitario hacia unos minutos, el adolescente, algo nervioso, lucía ya la enorme erección. Cuando Ana por fin apareció desvió la mirada de la descarada verga erecta, y mirando a la ventana empezó a quitarse la ropa; estaba nerviosa, sus manos temblaban al desabrochar uno a uno los botones de su blusa blanca de uniforme que utilizaba en su trabajo como miss en un jardín de niños. Al final se quedó con el sostén rojo y su pantaleta azul cielo, hasta entonces se atrevió a hablar:
--"¿Y bien qué vamos a hacer eh?, dijo mirándolo a la cara para luego bajar la vista hasta la verga erecta y añadir: "esto es una locura, no debí venir, esto es tan... irregular, tan... no se..., ¿por qué quieres hacerlo conmigo?, nunca te di motivos", dijo la madura con voz temblorosa al sentarse en la orilla de la cama.
--"Soy una mujer mayor, tú apenas un chiquillo, eres amigo de mi hijo, no se cómo se te ocurrió abordarme e insistir en que nos acostáramos, y yo... de estúpida... aceptando, sólo espero que luego de esto no lo comentes con nadie, absolutamente con nadie, ¿entiendes?".
El chico guardó silencio. Se levantó parcialmente de la cama y acercándose a ella, primero besó su espalda, luego el cuello, mientras una mano le aprisionaba un seno, "siempre me gustaste mucho, me pareces una mujer muy bella y... me excitas, siempre me calentaba cuando te miraba caminar, tu trasero tan rico, tan..".
--"Calla, no sigas por favor, me avergüenza esta situación...", dijo la madura girando el cuerpo, de forma natural su mano tomó la verga parada, luego se besaron, ella como dudando, el chico con ansia juvenil, las bocas jugando amorosas, las lenguas atrevidas, Ana poco a poco hizo que el adolescente se acostara de espaldas, ella parcialmente acostada sobre él besándolo, la mano derecha de la madura acariciando con suavidad el grueso tronco de carne, las manos ansiosas del chico acariciando ora sus tetas, luego sus nalgas prominentes, "anda quítate toda la ropa", dijo el adolescente.
--"No, espera, no comas ansias... ¿trajiste condones?".
--"No, pero si quieres los pido a la recepción del hotel".
--"Si, mejor con condón", dijo ella separándose para que su joven amante tomara el teléfono. Luego volvieron a besarse con pasión, ella sobre él, dejando que le quitara el brasiere para luego ansioso le chupara los abundantes senos, en tanto ella le frotaba el pito enorme con la mano, luego tocaron a la puerta, ella se quitó en seguida y se refugió en el baño cuando el chico acudió a abrir para recibir el paquete de preservativos.
Minutos después la madura regresó al lecho, miró con lujuria al joven amante y con lentitud fue bajando su pantaleta, diciendo en voz baja: "no sé por que insistes en esto, ya soy una vieja, mírame, mi vientre fofo, las tetas me cuelgan de lo flojas, casi no tengo cintura, soy una vieja fea, ¿no te da pena haberme pedido que tuviéramos sexo he chiquillo?".
--"No, me pareces maravillosa, tengo muchas ganas de hacer el amor contigo, siento que te quiero".
--"¡Tonterías!, lo que pasa es que andas caliente por mi, nomás quieres cogerte a la mamá de tu mejor amigo, cogerte a una señora para saber qué se siente, eso es todo", dijo la madura luciendo su completa desnudez ante el chico que miraba su sexo combado apenas cubierto de vellos, entre los cuales asomaba una que otra cana.
Cuando volvió a acostarse junto a él le dijo al oído: "¿te gusta que te mamen la verga?, ¿sí?".
--"Sí, mucho... ¿y a tí?, ¿te gusta mamar?".
Sonriendo un poco contestó: "eso no se le pregunta a una dama", para luego acostarse entre las piernas del joven y con ambas manos dirigir la tranca a su boca abierta y ansiosa, el chiquillo miraba extático como la mujer lentamente se tragaba la verga erecta, fue una mamada lenta, deliciosa, Ana tragándose el pitote duro, poco a poco, hasta comerse el miembro entero, para luego regurgitarlo lentamente y chupar el glande, titilar la cabezota con la lengua juguetona, así en eternos momentos en que el adolescente cerrando los ojos dejaba que la madura le mamara la verga. La mujer siguió mamando, haciendo cada vez más intensa la forma de succionarle el pene al chiquillo, disfrutando también, gimiendo calladamente al lamer y succionar el glande viscoso, y cuando el espasmo le anunció la inminente eyaculación, ella bufó complacida y se tragó la verga completamente, los chorros de mocos le llenaron la boca, Ana sin despegarse de la tranca se comió la leche y siguió succionando, por momentos la jeringa humana le salpicó el rostro, pero ella siguió aferrada a la tranca, hasta que poco a poco las palpitaciones amainaron, así como los gemidos placenteros del adolescente.
Momentos después Ana decía complacida: "¡eres delicioso!, me diste mucha lechita y sabe riquísima, muy dulce, ¿te gustó?".
--"¡Eres maravillosa!", ella sonrió fijando su vista en la dura poronga que todavía lucía erecta.
Acto seguido tomó un preservativo, lo sacó de su envoltura y se lo metió en la boca ante los atónitos ojos del chiquillo, luego fue bajando su rostro, poco a poco, hasta colocar la cabezota de la verga entre sus labios y con maestría le fue colocando de esa forma el condón, hasta que este quedó cubriendo el tronco de carne dura, "voy a montarte y tú como buen niño, te vas a aguantar ¿eh?, no te vengas rápido, no quiero quedarme a medias", y lujuriosa quedó ahorcadas sobre el chico que miraba goloso las maniobras de la madura, cuando quedaron pegados, la verga bien metida en la caliente funda vaginal, la madura inició un suave vaivén, moviendo las caderas lentamente, refregando su sexo sobre la dura erección y suspirando, gimiendo.
Poco a poco el vaivén se turnó más rápido, la mujer subía y bajaba sobre la gorda poronga, que entraba y salía lustrosa de la caverna jugosa de la madura, los gemidos se hicieron más intensos, "aaahhhh, hummm, aaahhn síiiii, más, quiero más, ay, sí, me viene, me viene", gritaba la mujer moviendo con furia su cuerpo sobre el tronco que la tenía empalada, hasta que falleciente se vino de forma estruendosa, "¡sí!, ¡ay por dios qué cogida, hummm, sí, huyy", para luego quedar encima del adolescente pero todavía bien clavada en la verga. Suspirando ansiosa besó al amante, primero su rostro, sus ojos, su frente, luego la boca que golosa respondió, "fue riquísimo, me sacaste un maravilloso orgasmo, hummm", dijo ella.
--"Si, pero no hice nada, tú lo hiciste todo, ¿te gustó?".
--"Si niñito, eres muy rico".
--"¿Quieres otro?".
--"No, espera, déjame ir al baño, estoy empapada, además quiero orinar".
La madura desmontó al chiquillo y con pasitos apurados se metió al sanitario, el joven la siguió apresurado.
--"¿Qué haces aquí?, ¡déjame hacer pis!, niñito curioso".
--"Quiero verte orinar, ¿me dejas?".
--"Chamaco fisgón, ¿quieres ver?, pues anda mira", dijo la madura al alzarse un poco y ante los ojos curiosos del chico dejar escapar el chorro de orines de la pepa entre abierta.
Cuando las últimas gotas cayeron a la taza, él se quitó el condón y obligó a la madura a volver a sentarse en el water acercando la verga erecta a la boca que abierta lo recibió gustosa.
Ana le mamó unos momentos más el tronco y le pidió: "quiero por atrás, así quiero que te vengas, ¿sí?" y apoyada en la taza le mostró las nalgas carnosas y bien formadas, con ambas manos se separó los mofletes para indicarle el camino, su joven amante apuntó sobre el conjunto de pliegues prietos y la madura suspiró, contuvo la respiración suplicando "poco a poco, suave, presiona un poco, sí, más, huy me lastimas, así más", mientras el duro miembro juvenil iba entrando en el dolorido culo, hasta que poco a poco Ana recibió toda la verga en el ano.
Poco a poco inició la erótica faena, el chico agarrado a las gordas caderas de la madura, entrando y saliendo del hoyo prieto, la madura pidiendo, suplicando "sí, así, más, más duro, más, hummm, sí, qué rico culeas, sí, más, quiero más, más fuerte, ay, sí", moviendo el culo en contrasentido al sentir la fiera estocada del joven miembro que ya se desliza con facilidad dentro del agujero anal.
Los gemidos de la madura aumentan de volumen, lo mismo que el metisaca incesante del macho adolescente, las sabrosas nalgas de la madura brinca con el entre chocar de los cuerpos, hasta que el joven se detiene un breve momento, suspira profundo y al siguiente instante el intestino de Ana se va llenando de semen, la madura disfruta de los pausados chorros de mocos aumentando el placer de la cogida anal, "sí, ay, sí, tu leche bebé, dame tu leche, toda, la quiero toda, así, más, dame más, lo quiero todo, todo tu semen en mi culo, hummm, papaito lindo, qué rico me culeas", poco a poco el placer disminuye, pero el chamaco aún mantiene bien cogida a la madura que suspira complacida, hasta que poco a poco la verga pierde fuerza, el amante saca poco a poco la verga del negro agujero, al salir el hoyo anal se queda abierto, muy abierto, y la madura, quizás sin querer, deja que los mocos salgan de su culo, junto con algunas excrecencias anales.
Momentos después la pareja descansa sobre la cama, él parece dormitar, la madura fatigada se acurruca junto al muchacho y casi en silencio le susurra al oído: "¿te gustó cogerte a la mamá de tu mejor amigo?".
--"Sí, mucho, eres maravillosa, me gustaría que otro día nos volviéramos a ver, para hacerlo otra vez, ¿sí?".
--"¡Claro que no!, muchachito calenturiento, si acepté fue para que se te quitara la tentación conmigo, ya lo hicimos y muy rico, pero esto... no se repetirá, ¡jamás!, ¿lo oyes?".
--"¿Por qué?", dice el chico un tanto compungido.
--"¡Por qué no!, entiende, soy una mujer mayor, tengo mi propia vida, ya no estoy para andar buscando aventuras, y ¡menos con chiquillos!, ¿te quedó claro?".
--"Pero... ¿por qué?".
--"No es correcto, te puedes entusiasmar por mi, debes seguir tu camino, ya me cogiste, hice lo que tú quisiste, ya sabes como coge una madura, ya fue suficiente", dice Ana convencida, acariciando la cabellera del muchacho que silencioso suspira antes de decir: "yo pensé... que yo... te gustaba".
--"Sí, eres un niño muy lindo y... caliente, muy calenturiento, pero esto no debe ser, sólo hoy, ¿entiendes?, ¿quieres hacerlo de nuevo?", dice la madura animando al joven amante que deja que la mujer le acaricie la verga mustia, que poco a poco cobra vigor, crece, se pone dura, acto seguido Ana se inclina sobre el chico e inicia una lenta y erótica mamada, lamiendo, succionando el grueso palo, succiona de manera experta, dando a la vez ricos lametones con la lengua hasta asegurar una buena erección, luego se pone a cuatro patas sobre la cama e invitadora dice: "anda chiquito, ven, házmelo así, como los perritos".
Ya tras ella le apunta la verga en la panocha, y sin haberse puesto el condón, le sepulta el miembro, la madura gime placentera al recibir la fiera arremetida, y la cogida inicia fuerte, la verga entrando con fuerza en la anegada pepa que escurre sus jugos, la mujer suspira agitada, "sigue, sigue, más, más, así, así, más fuerte, más rápido, lo quiero así, fuerte, violento, cógeme fuerte, así, así, hummm, dame más, anda, sigue que me vengo, aaayyyyy sí, mmmmmm, me vengo, me vengo papacito chulo, aaahhhh", y las contracciones vaginales aumentan el placer el chamaco que sigue arremetiendo con fuerza contra la mujer que se abandona, disfruta el delicioso orgasmo, y cuando siente que la verga palpita la mujer recula sacando el garrote de su cálido refugio, "no, espera, no te vengas así, sin condón, échame la lechita en las nalgas, sí, anda te gustará", el joven obediente se frota por momentos el nabo junto a las deliciosas nalgas de la madura y de pronto la lechada, el chorro impetuoso que salpica los globos carnosos de la mujer, dos, tres, cuatro chorros de espeso semen embarran la suave piel de los glúteos maduros.
Un rato después, bajo la ducha, el joven insiste: "¿entonces... no?".
--"No mijito, nomás hoy, ya te di a probar, ya te cogiste a la mamá de tu amigo, no debes insistir, tal vez... no se... algún día".
--"¿Algún día... qué?".
--"Podríamos... volver a estar así, pero no insistas, ni me busques para esto, si me decido yo te busco, pero no se... ya te dije".
Ya cuando se visten el adolescente pregunta: "oye Ana, ¿por qué vinimos a este hotel?".
Nerviosa la madura contesta: "es que... no se, queda cerca del trabajo, a veces paso por aquí, ¿qué tiene de malo?, ¿es feo?, tiene un nombre famoso, ¿no?, Martí, hotel Martí", contesta Ana, tratando de ser convincente, mintiendo, por supuesto, pues el hotel le trae recuerdos.