Memorias de Zolst - 9 - La consulta médica.

Nuestro protagonista sufre un accidentado regreso a su hogar y se ve obligado a guardar cama aunque se las apaña para seguir recopilando información útil.

Ya que esta es la novena entrega del relato, recomiendo encarecidamente leer las anteriores para entender adecuadamente los sucesos y las motivaciones de los personajes. Agradecer ante todo los valiosos comentarios y recomendaciones que me estáis haciendo tanto por los comentarios como por correo.


Normalmente, la vuelta al hogar suele asociarse a sentimientos de descanso, comodidad y nostalgia así como de reencuentro con los seres queridos y con las actividades habituales. La vuelta a la normalidad, por así decirlo.

Una semana después de mi regreso a mi casa en la capital de Zolst, terminado ya mi azaroso viaje hacia la provincia de Asteria, lo único que sentía era dolor. Un dolor agudo, penetrante e intenso que comenzaba desde la mitad de mi espalda y bajaba como un rayo hasta la punta de mi pie derecho, dejando tras de sí montones de pequeñas dosis de agonía que se distribuían a toda velocidad por todo mi tren inferior. Me encontraba casi

tullido

, prácticamente relegado a deambular entre mi cama, el aseo y la cocina, alimentándome de conservas enlatadas y empeorando a toda velocidad. La visita del galeno del barrio, tan bien intencionado como senil, me había recomendado infusiones de valeriana. Juro que cada vez que uno de esos terribles calambres recorría mi ser maldecía a voz en grito a aquel matasanos senil que debería haberse jubilado hace una década. Cumplidos siete días de incomparable agonía, decidí hacer acopio de valor y visitar a mi reciente amigo el doctor Bogan, responsable del departamento médico de una de las casas de placer donde me había documentado para la Memoria que estaba escribiendo. Estaba a todas luces desesperado y muy dispuesto a pedirle la eutanasia si mi enfermedad no tenía cura. Así que apretando los dientes y con ayuda de una muleta improvisada me arrastré hacia su domicilio.

Tuve la suerte de que el buen doctor Ivor Bogan se encontraba en su casa en estos momentos y al ver mi rostro desencajado me ayudó a entrar en su casa y me llevó a un pequeño dormitorio de invitados donde pudo tumbarme (no sin gran dificultad por los dolores) y comenzó a obrar su ciencia. Media hora de reconocimientos, pálpitos y presiones sobre pecho, espalda y hombros sirvieron para confirmar su diagnóstico:

-

Te va a sonar mal, amigo mío, pero dentro de lo que cabe has tenido suerte. Sufres un pinzamiento de uno de los nervios inferiores de la columna por parte de las últimas vértebras, por lo que provoca un dolor atroz que además se ramifica por todo el tren inferior. Hiciste bien en guardar reposo pues un movimiento brusco de cadera podría haberte dejado cojo o paralítico. ¿Cómo demonios te has hecho una lesión así?

No pensaba decirle que probablemente era culpa de alguna de las acrobacias sexuales que Celia Aintree me había obligado a practicar en su afán de aprovecharse al máximo del favor que le estaba pidiendo hace unos días. Puede que fuese durante aquella cópula a las tantas de la mañana en la que se le antojó que me subiese a su caballo con ella encima y la penetrase mientras el animal saltaba vallas para notar el choque del aterrizaje hasta el final de su útero. Así que recurrí a la excusa más vulgar: haciendo deporte.

-

Pues el deporte se te ha acabado durante una buena temporada. Mínimo dos meses y luego ya veremos porque vas a necesitar rehabilitación. Probablemente una estancia en unas termas o algún sitio más cálido que la capital. ¡Ah! y olvídate del sexo hasta que yo lo diga. Lo último que necesitas son movimientos bruscos en la zona pélvica. Te recomiendo que llames a alguna esclava que visite a domicilio para que te practique sexo oral y así aliviar tus necesidades pero estoy hablando muy pero que muy en serio. Te prestaría a Seena pero con sus horarios sería complicado, tendría que ser por la noche y a saber lo que tardarían en violarla si ven a una esclava sola deambulando por la noche. Hoy está aquí pero porque estamos en una situación algo especial.

En verdad era insólito, pues sabía que su esclava hacía un turno de 10 horas en la misma casa de placer en la que trabajaba Bogan. De hecho, era raro que el mismo doctor se encontrase en su casa a esas horas. El dolor había cegado mi juicio, pero lo más normal es que me hubiese encontrado con la casa cerrada. Mientras tanto, el galeno estaba disolviendo una mezcla de químicos en un vaso de agua que me pasó a continuación.

- Bébetelo todo, sabe a rayos pero te calmará el dolor durante unas horas. Voy a darte diez dosis y no se te ocurra pedirme más porque es fortísimo. Si no te mueves de la cama, no te dolerá. Permanece en reposo una semana o diez días y contrata servidumbre para que te ayuden. Si es necesario que orines en una botella, hazlo, pero cuando más te muevas más lenta y dolorosa será tu recuperación. Después de ese tiempo te reconoceré de nuevo y probablemente te diagnostique unas vacaciones forzosas.

Cinco minutos más tarde empezaba a notar los efectos del anestésico y me encontraba en esa placentera nube que solo conocen los que han experimentado un dolor atroz y de repente se lo quitan. Así que me encontré con fuerzas suficientes como para preguntarle el porqué se encontraban ambos en casa. Ivor contuvo una mueca de fastidio mientras me respondía.

- Está haciendo reformas en la Ciénaga de Araha. Reformas grandes, por lo visto quieren ampliar el recinto y planean

llegar

a treinta cepos simultáneos. Eso significa una clínica más grande y unos calabozos más grandes así que de momento ambos están cerrados. Las chicas duermen encadenadas a los pies del cepo y tengo que ordeñarlas manualmente mediante un proceso bastante más lento. Pretendían además que realizase los tratamientos preliminares a las esclavas en unas condiciones completamente insalubres así que decidí que me las trajesen a casa y aquí al menos podría hacer mi trabajo con tranquilidad y las esclavas tendrían algo de intimidad. Tengo abajo a una novata a la que hoy vamos a preparar para el cepo, Seena la está calentando. ¿Querrías acompañarnos en esta velada?

Asentí sin dudarlo y acepté su ayuda para ponerme en pie y ayudarme a bajar al sótano. En repetidas ocasiones había visto como la ciencia zolstiana había convertido recatadas muchachas en ninfómanas incurables. Pero nunca había presenciado el proceso de conversión, algo que para mí rozaba la magia arcana. Cuando entramos el doctor me ayudó a sentarme en un sofá y amablemente me pasó un cuaderno, estilógrafo y una mesita donde podría tomar mis indispensables notas. La habitación estaba dividida en dos por una cortina y detrás podría notar ligeros murmullos y algo de movimiento. Después de asegurarse de que estaba cómodo y que mi posición no era perjudicial para mi lesión procedió a ponerse su bata quirúrgica, guantes y mascarilla. Después, movió la cortina totalmente hacia un lado.

En el otro lado de la habitación se encontraba un sillón de ginecología inclinado en un ángulo de 45 grados. Atado al mismo se encontraba una muchacha que debía tener unos

veinticinco

años, completamente desnuda si no contabas su reglamentario collar de esclava. Hermosos pechos, firmes y de un gran volumen, probablemente intentarían convertirla en vaca lechera. Su vientre era liso y se podían apreciar sus abdominales, sin duda había pertenecido al ejército dado su excelente estado de forma. Sus manos estaban atadas por encima de ella al

reposa cabezas

y pude ver que las muñecas se habían asegurado con una cadena. Poseía una melena que le caía suelta hasta la mitad de la espalda, algo apelmazada por el sudor y de un color rubio inusualmente claro, casi albino. Llegué a la conclusión de que tenía que pertenecer a las tribus cercanas al círculo polar, aún más al norte que las comarcas del Kronnen. No pude apreciar bien su rostro pues sus ojos estaban tapados con un antifaz asegurado con una cinta de cuero y llevaba una mordaza de bocado entre sus labios, que le impedía articular palabra pero que generaba abundantes babas que caían por las comisuras hasta su cuello y pechos. Sus largas piernas se hallaban separadas y atadas a los soportes del sillón para impedir cualquier clase de movimiento. Metida entre sus muslos se encontraba Seena, la esclava semipersonal del doctor Bogan. Su cabecita pelirroja se movía arriba y abajo lamiendo con fruición el sexo de la esclava cautiva mientras su mano derecha jugaba con uno de sus pechos apretando y masajeando. Sólo separó su lengua del coño de la esclava cuando Bogan le dijo que iban a empezar. Sonrió cuando me

vio

con aquella sonrisa deslumbrante que tenía, esta vez con los labios brillantes por culpa del flujo vaginal ajeno.

- ¡Señor Valentin, cuánto tiempo! ¡Qué alegría verlo! ¿Ha venido a documentarse sobre cómo se rompe a una chica para convertirla en esclava? Caray, no tiene muy buena cara. ¿Desea algo para beber? ¿Un cordial? ¿Una mamada?

Estaba completamente seguro que lo decía sinceramente y con entusiasmo, lo que lo hacía aún más divertido.

- Gracias Seena, me alegra verte tan vivaz como de costumbre. Tu amo me ha puesto bajo tratamiento así que nada de alcohol y nada de sexo para mí. Estoy aquí por casualidad y por motivos puramente científicos, así que lo que os pido es que me vayáis explicando el proceso para que pueda documentarlo debidamente. Cuando acabéis querría tener un minuto de charla contigo, si tu amo lo aprueba.

El doctor ya había terminado de equiparse y de acercar diverso material quirúrgico en un mueble con ruedas que situó al alcance de sus manos. Su tono de voz me indicó que estaba tan divertido como ella antes de comenzar. Sin duda, diversión a mi costa, pero con tal de quitarme el dolor aceptaba gustoso sus chanzas.

- No te preocupes Seena, nuestro querido historiador no te va solicitar servicios sexuales. Ahora mismo tiene tanto anestésico encima que no podría lograr una erección ni aunque se le abriese de piernas nuestra querida directora Rufina Von Windaria. Recapitulando: el paciente es Roselinde Freyja,

veinticuatro

años, natural de Isenburg. Teniente de las fuerzas de choque Valenhomm en la guerra entre el Imperio y la Alianza de Pueblos. Se ocultó en el borde fronterizo de Isenburg con los Hielos Eternos durante cuatro años antes de ser reconocida y capturada. Excelente estado de salud. Virgen hasta hace tres días. Virgen analmente hasta hace tres días. Tratamientos de depilación definitiva desde la nariz hasta los pies completados. Ha sido sometida a excitación suave durante las últimas tres horas. Destinada a la casa de placer La Ciénaga de Araha, se espera su incorporación plena dentro de dos días. Comencemos.

Me encantaba comprobar como todo lo que rodeaba las prácticas sexuales de las esclavas pertenecientes a la Ciénaga siempre rozaba la exageración más absurda. Para sus estándares habituales el tener a una pelirroja comiéndole el coño durante tres horas sin dejar que llegase al orgasmo era "excitación suave". Tenía que forzarme a recordar que en aquel sitio era perfectamente normal que una esclava

satisficiese

diariamente a cuarenta hombres. Bogan empezó a describirme las operaciones que iba realizando con suma profesionalidad.

- Primero comenzaremos con los pezones. Como puede apreciar, en estos momentos se hallan en estado de plena erección. Aplicamos un cubo de hielo al pezón durante un minuto para que el contraste térmico lo ponga aún más erecto y facilite la operación. Además, el hielo tiene un breve efecto anestésico que siempre viene bien. Mientras tanto preparamos la aguja previamente desinfectada... Haz el favor de no moverte, querida, así todo pasará más rápido... Un par de movimientos y... ¡listo! Ahora la esclava tiene un bonito piercing de anilla con bolita en su pezón derecho. Realizaremos el mismo tipo de operación en el seno izquierdo para terminar la primera fase. Normalmente mientras el hielo empieza a actuar en el pezón izquierdo suelo desinfectar el recién agujereado pero ahora como tengo la ayuda de mi encantadora esclava puedo hacer los dos de manera consecutiva. Otro pinchazo y... ya tenemos la primera parte terminada. Demos un par de minutos para desinfectar y preparar el siguiente paso. Seena ¿podrías?

Con un simple asentir de cabeza, la esclava pelirroja recogió un rosario de bolas anales, lo frotó con lubricante y comenzó a meterlo y a sacarlo a buen ritmo por el culo de la cautiva mientras reanudaba sus trabajos orales en el clítoris. Obviamente ahora la intención no era excitarla sino provocarun gran orgasmo lo antes posible. Bogan preparó otra aguja esterilizada y otro piercing. En apenas un minuto la esclava atada dejaba escapar un grito de éxtasis ahogado por el bocado que tenía en la boca, seguido inmediatamente por un grito más fuerte de dolor al sentir como la aguja de perforar atravesaba limpiamente su clítoris hinchado. En menos de treinta segundos aquel coño ya lucía una hermosa anilla plateada con bolita. El buen doctor seguía un procedimiento que exigía técnica pero de efectivos resultados: al asociar el placer de un fuerte orgasmo con el dolor súbito del piercing ambos localizados en el mismo punto se conseguía que la esclava fuese desarrollando progresivamente unas tendencias masoquistas que serían de gran utilidad en la vida que iba a llevar atada a un cepo. Me llamó la atención otro detalle así que pregunté el porqué de ese nuevo estilo de

anillas

. El doctor me sonrió mientras terminaba de desinfectar la zona vaginal y protegía el piercing reciente con un poco de esparadrapo.

-

En realidad podría decirse que estoy poniendo la venda antes que la herida. Como ya sabrás, aparte de sus obvias funciones de sumisión, humillación y sujeción, los piercings se utilizan para mantener eternamente erectos y vulnerables tanto los pezones como el clítoris así como para facilitar su acceso a los amos. Estoy siguiendo con interés las investigaciones de un compañero mío de la facultad de medicina, podría decirse que ambos perseguimos objetivos similares por distintas vías. Yo estoy investigando un método para convertir las bocas de las esclavas en órganos sexuales y que así puedan sentir el mismo placer exactamente mediante la felación que mediante el coito. Mi compañero está estudiando métodos para sensibilizar más aún los pezones y aspira a convertirlos en segundos clítoris. Su teoría se basa en colocar estimulantes en el interior hueco de las bolitas de los piercing para que pasen directamente al flujo sanguíneo de la la zona mamaria. De momento no ha conseguido resultados apreciables pero tengo fe en sus investigaciones.

De eso no tenía duda alguna, Bogan era una de las mentes más brillantes que había conocido en medicina esclavista. Cuando las propias esclavas reconocían que sus vidas habían mejorado desde su llegada hablaban muy en serio. Si sus compañeros tenían la mitad de talento que él, es muy probable que la calidad de vida media de la esclava sexual común aumentase considerablemente sin disminuir lo más mínimo su rendimiento. El doctor decidió dar unos minutos de descanso a la esclava atada en la silla mientras Seena le susurraba palabras amables al oído sobre lo valiente que estaba siendo y lo buena puta que iba a ser en un par de días. Un rato después, Bogan ya se encontraba inspeccionando minuciosamente el vientre y pubis de la esclava mientras me iba narrando sus operaciones.

- El tatuaje de esclavitud es probablemente la parte más delicada de todo el proceso pues, como todo tatuaje, una vez colocado es muy difícil de corregir. Lo fundamental es el dibujo inicial en forma de corazón con decoraciones a izquierda y derecha. Si se fija, las similitudes con el aparato reproductor femenino son innegables. El truco está en que dicho tatuaje debe situarse lo más exactamente posible encima del propio útero, trompas de falopio y ovarios de la esclava para maximizar su efectividad. Para ello, el conocimiento preciso de la anatomía femenina interior y exterior es esencial. Una vez decidimos la posición bosquejamos el diseño inicial sobre el pubis y lo bordeamos con simple tinta de tatuar, que es lo que vamos a hacer ahora mismo.

Sin más dilación encendió la máquina de tatuar y procedió a realizar el diseño exterior tan característico. Esta primera fase era prácticamente indolora, pero había que asegurarse que la esclava no se moviese. Nadie pinta correctamente sobre un lienzo en movimiento. Decidí no distraerlo en estos momentos ya que su rostro delataba una concentración intensa. Quince minutos más tarde había terminado la forma exterior y procedió a cambiar la tinta negra por una variedad de fra

s

quitos de diversos colores que fue extrayendo de una cajita.

- Este paso es lo que diferencia a un tatuaje normal de un genuino tatuaje de esclavitud zolstiano. Estas tintas de colores traen disueltos toda clase de estimulantes y fármacos que se introducirán bajo la piel y muy cerca del aparato reproductor femenino. Estos fármacos se irán disolviendo poco a poco e irán inundando todo el sistema nervioso y sanguíneo, provocando distintos efectos en la esclava. La tinta roja provoca un estado de excitación sexual perpetuo, la dorada potencia la actividad del sistema nervioso acelerando todas las respuestas sinápticas y haciendo que las respuestas placenteras se comuniquen mucho más rápidamente. La azul provoca un déficit de cierto aminoácido imprescindible en el metabolismo y que se halla en grandes cantidades en el semen, creando una adicción efectiva y casi inmediata al mismo. Según sea la esclava y su función se combinan de diversas maneras y por eso no hay dos tatuajes iguales. Es un proceso más doloroso que el anterior pues la aguja de tatuar debe penetrar bastante más, pero los resultados son inmediatos. Cada vez que hago uno de estos bendigo la memoria de los científicos zolstianos que desarrollaron este sistema, pues hizo nuestras vidas y las de las esclavas mucho más felices y fáciles.

No tenía dudas de que el doctor así lo pensaba realmente y desde un punto de vista pragmático tenía toda la razón del mundo. Una vida de esclavitud sexual resultaba mucho más llevadera si te habían modificado lo suficiente para que tuvieses un orgasmo prácticamente al primer roce. Aún me quedaba una duda que quería que me resolviese mientras terminaba el trabajo:

- Sin embargo doctor Bogan, usted me ha hablado de que de vez en cuando tiene que renovar los tatuajes. ¿A qué se debe esa tarea?

- Como todo fármaco de disolución lenta, se va agotando con el tiempo y el uso perdiendo efectividad. El cuerpo femenino se acostumbra y hay que variar proporciones para seguir logrando la misma efectividad. No es complicado, pero tiene su fórmula. Puede notar en seguida que un tatuaje está cercano a agotarse cuando sus colores aparecen menos vivos. Entonces es cuando las llevo a mi clínica y renuevo dichos tatuajes incorporando otra vez los fármacos. Para que se haga una idea, un tatuaje como el que estoy terminando en una esclava de uso normal sería más que suficiente para unos cuatro años. Con el nivel de uso que tienen en la Ciénaga de Araha suelo renovarlos cada once meses, nueve en el caso de las esclavas más usadas. Al menos con las elfas no tengo que andar haciendo cálculos y proporciones, sus tatuajes son completamente inventados porque su fisiología es distinta. Con esas una vez es suficiente. Pues esto ya casi está terminado, aplicamos un poco de solución desinfectante y listo.

En efecto, la esclava ya lucía un hermoso tatuaje en toda su zona púbica que la delataba como una esclava sexual de primer orden y que llamaba la atención por sus vivos colores. El doctor procedió entonces a retirar el bocado de la mandíbula de la chica, quien rogó por un poco de agua. Bogan, siempre comprensivo, le puso un vaso de agua fría en la boca del que bebió con fruición mientras liberaba sus piernas para que recuperasen un poco la circulación. Me llamó la atención que casi inmediatamente empezó a frotarse suavemente un muslo contra el otro,

señal

inequívoca de que estaba entrando en un estado de celo intenso. Tras apurar el agua, la esclava aún vendada de ojos comenzó a hablar de manera entrecortada.

- ¿Qué... qué es esto? Mi sexo... me hace cosquillas... ¡me.. me arde! por favor, decid a vuestra ayudante que deje de lamer ¡no puedo más!

- Querida Rosalinde, mi ayudante hace rato que está a cuatro metros de distancia. Lo que estás sintiendo es tu nuevo día a día. Bienvenida a la esclavitud, pequeña.

- Pero, pero... ¡esto es insoportable! ¿Cuándo cesará esta sensación de ansia, esta sed?

- No cesará nunca. A partir de ahora vivirás con ello y la única manera de calmarlo será mediante el sexo. Ahora mismo lo que estás sintiendo es una necesidad urgente de ser follada y sólo mediante el sexo continuo podrás superarlo.

- Entonces... entonces ¡fólleme! ¡por favor! ¡Atraviéseme con su pene como me ha atravesado antes con sus agujas! Úseme como me usaron aquellos celadores malolientes toda la noche.

- Tengo malas noticias para tí querida. El piercing de ahí abajo necesita tiempo para curarse. Durante una semana debes mantener esa zona libre de todo contacto. Como doctor, ahora mismo no recomendaría ni rozarte la vagina, es más, pienso mantenerte bien atada para que ni te acerques ni se acerquen a tu coñito convaleciente. Tenemos que asegurarnos que te curas bien para que comiences tu nueva vida con buen pie.

- No podré... no podré aguantar siete días. ¡Dioses! no podré aguantar ni diez minutos sin que me metan algo. ¡Lo que sea! Por favor, se lo suplico, aunque me deje lisiada pero métamela hasta el fondo.

- Tranquila, que no puedas tener sexo no significa que no puedas disfrutar ni calmar tus ardores. Hay muchas maneras de disfrutar y ya deberías conocer algunas, como este agujerito de aquí...

- ¡Sí! ¡Por favor, fólleme el culo! ¡Una, dos, mil veces! ¡Destrúyalo completamente! ¡Que no vuelva a cerrarse jamás! Me portaré bien, seré una buena puta, obedeceré en todo pero se lo imploro, no me haga esperar más...

La esclava atada separó completamente sus muslos y comenzó a mover sus caderas en círculos mientras seguía pidiendo que la usasen en tono cada vez más urgente. Bogan se volvió hacia mí y me miró con cara resignada mientras se encogía de hombros.

- Vaya, parece que aún me queda trabajo para toda la tarde. Voy a llevar a doña impaciente a las celdas de abajo e iré preparando un poco de vaselina. En condiciones normales te ofrecería compartirla, pero en tu estado actual debo desaconsejarlo rotundamente. Seena ¿podrías acompañar al señor Kronor a la salida? Ayúdale a subir las escaleras y a ponerse el abrigo, probablemente siga entumecido por el dolor.

Y así fue como la menuda esclava pelirroja me acompañó a la salida y solícitamente me ayudó a prepararme para mi vuelta a casa. Cuando estaba a punto de irme le solicité una confidencia.

- Escúchame bien Seena. En tu vida diaria en la Ciénaga ¿hay alguna posibilidad de que puedas pasar a Clala Philias un mensaje privado? ¿Poder hablar con ella al oído sin que nadie os escuche, especialmente los celadores?

- Es muy posible, cuando estamos en los baños las veteranas solemos ayudarnos las unas a las otras a lavarnos. Esa sería una buena oportunidad, nadie se enteraría. ¿Y eso, señor Kronor? ¿Se ha quedado prendado de nuestra princesa y aspira a rescatarla de su cautiverio sexual?

- En realidad soy yo el que le está haciendo un favor. Dile que puede quedarse tranquila y que su prima no acabará en la Ciénaga de Araha. Sonia se encuentra bajo mi protección y será mi esclava personal a tiempo completo, no la puta de media ciudad. Es la mejor solución que pudimos encontrar entre su padre y yo.

- ¡Oh, se pondrá tan contenta! Clala quiere muchísimo a su primita y este tema la estaba consumiendo por dentro. Para ella era mucho peor que su propia situación. Por favor, cúrese bien porque la próxima vez que nos visite ¡nuestra princesa va a dejarlo tan seco que necesitará más días de baja!

En mi estado físico actual, juro que hubiese preferido que aquella rubia escultural de grandes pechos y culo maravilloso a la que se refería Seena me cantase un aria o que me recitase poemas. Por los dioses, cuando me asignaron esta tarea jamás habría imaginado que me iba a suponer tales esfuerzos físicos. De todos modos, en cuanto mi maniobra llegase a oídos de los Von Windaria tenía serias dudas de que se me volviese a permitir el paso en aquella casa de placer. Aunque la idea de sostener en mi mano las correas de ambas primas de sangre azul mientras íbamos a la cama era de de lo más sugestiva. Retuve ese pensamiento en mi mente pues ya que probablemente iba a disfrutar la primera noche de sueño reparador en más de una semana ojalá pudiese recrearlo durante las horas de dormir que me aguardaban.

-