Memorias de una dama

Recuerdo aquella mañana tan claro que parece hubiese sido ayer, recuerdo el aroma de la brisa al abrir la puerta y encontrármela allí, en mi umbral, a ella con una pequeña valija a sus pies y esa enorme sonrisa en el rostro que me dejaron sin habla.

Memorias de una dama

Recuerdo aquella mañana tan claro que parece hubiese sido ayer, recuerdo el aroma de la brisa al abrir la puerta y encontrármela allí, en mi umbral, a ella con una pequeña valija a sus pies y  esa enorme sonrisa en el rostro que me dejaron sin habla.

Extraña:- Hola niña, vengo a preguntar por las habitaciones en alquiler.

Extraña: ¿niña? ¿Me oyes?

Extraña: ¿estás bien?

Niña:- eh… si si… emm… perdón me distraje, aguarde un segundo por favor, que llamo a mi madre. Adelante, puedes esperar aquí. Señalando un pequeño sofá en la esquina tenuemente iluminado con una lámpara de pie.

Extraña:- gracias pequeña.

La vi sentarse en el sofá con los nervios de alguien que necesitaba realmente la habitación. La contemple unos segundos. A mis catorce años no entendía aun el por que admiraba a una desconocida, en mi inocencia creí que era admiración por esa manera tan particular y distinta de vestir, me resultaba tan extraña pero tan bella a la vez, nunca lo había visto antes.

Más tarde durante la cena escucharía de la voz de mis padres que eso que ella portaba era elegancia, que seguramente era de una familia adinerada y más extraño me resulto escuchar que quizá huía de su casa.

Me pase la noche mirando por la rendija de mi puerta, esperando verla en la habitación del frente, solo nos separaba el patio de invierno que entre sus tupidos rosales me brindaban ese pequeño orificio directo hacia su ventana, no se veía nada mas que un reflejo fugaz de vez en cuando. A eso de las once de la noche se apagaron las luces y solo fui testigo del silencio y del repicar de mis pensamientos.

Qué extraña sensación, jamás había prestado tanta atención a ninguno de nuestros visitantes, todos tenían sus historias, todos sus peculiaridades, pero como ella jamás. Debe ser que la mayoría son todos hombres con aspecto cansado y polvoriento, empleados golondrina de la fábrica de carbón del pueblo.

Así entre sonidos de grillos y búhos caí dormida en mis pensamientos, en mis preguntas, en mis asombros…

El aroma a pan casero me atrajo a la cocina, eran las 7:40 de la mañana, ya estaba retrasada para la escuela así que apure mis pasos mientras guardaba mis cuadernos en la cartera. En mi despiste y apuro tropiezo con el plato de comidas del Señor Manchas y veo esparcirse por cada rincón ese alimento oloroso que mi gato tanto disfruta comer.  Escucho a lo lejos el grito de mi madre…

Madre:- ¿hay Luciana Luciana porque siempre pasa esto cada mañana?

Niña:- perdón mami… intento levantarme y veo una mano que se me ofrece en ayuda, la tomo y miro el rostro gentil de la nueva visitante.

Visitante:- ¿te lastimaste?

Niña:- no… me levanto apresuradamente, giro hacia la cocina y le pregunto ¿quieres desayunar conmigo como agradecimiento?

Visitante:- claro, ese aroma a pan caserito fue lo que me atrajo.

Madre:- niña a la escuela, te comes el pan de camino para alla porque llegaras tarde otra vez.

Niña:- pero mamá!!

Madre:- Luciana, siempre lo mismo, anda anda.

Niña:- bueno! Con gestos de resignación y un poco de tristeza, miro a mi visitante y le pido disculpas con una miradita dulce antes de salir apresurada con un trozo de pan caliente en mis manos.

Llego a la puerta de entrada, y me regreso corriendo a la cocina, la veo allí en la mesa platicando animadamente con mi madre…

Madre:- ¿ y ahora qué ocurre?

Niña:- perdón, me olvide mis útiles.

Madre:- dios Lu! ¿Dónde tienes la cabeza?

La miro a mi madre ruborizada y con un poco de verguenza, y antes de salir de allí la miro a nuestra visitante…

Niña:- perdón, pero como te llamas? No me iría tranquila sin saber su nombre.

Visitante: Arantxa. Responde

La miro un segundo maravillada,

Niña:- que bonito nombre.

Madre:- ya Luciana, a la escuela ya!

Salí corriendo de allí, como elevándome cada vez mas del suelo y repitiendo una y mil veces en mi mente Arantxa, hasta su nombre era extraño pero lindo a la vez, tal como lo es ella.

Me senté dispuesta a enfrentar a esos terribles cálculos de algebra que tanto me asustan, entre sorbo y sorbo de mi vaso de leche se me iba el pensamiento en cualquier cosa menos en mi tarea. Admiraba la imagen de ese cuadro en la pared, nunca lo entendí, porque la gente pintaba paisajes si era más simple tomarles fotografías…

Arantxa:- ¿esta difícil?

Niña:- eh.. em… Hola Arantxa, si está muy difícil.

Arantxa:- dime Ara, me gusta más.

Niña:- bueno Ara será entonces.

Ara:- ¿te ayudo?

Niña:- me encantaría

Se sentó a mi lado y paso la tarde entera explicándome algebra, la verdad no era tan difícil como lo hacía ver mi profesora, incluso no aburría tanto. Me gusto tenerla así a mi lado y saber mas de ella, pude notar sus ojos cada vez que me hablaba y eran de un color miel con haces de luces que los hacían brillar dándole un tono suave y dulce, una mirada tierna, me gusto ese lunar en su cuello, de un color café que contrastaba con el blanco de su piel, sus manos delgadas y finas que señalaban en mi cuaderno a manera de corrección, las uñas con un esmalte marfil bien esculpidas y delicadas, me gusto el aroma de su aliento al hablar cerca de mi rostro, me gusto… en definitiva me gusto todo de ella.

Arantxa… era un nombre vasco según me dijo, aun no se su apellido pero si se que tiene veintidós años, que ha viajado mucho, que sus zapatos son de Paris, así como sus guantes de cuero y su abrigo de piel gris, que sus aros son hechos a mano por un joyero reconocido y fue un obsequio muy preciado de su difunta abuela, que los atesora porque se le llenan los ojitos de lagrimas cuando se los toca y mira a lo lejos como recordando algo que quizá algún día sabré.

Así pasó mí tarde, maravillada y absorta en aquella mujer. Aun no sé por que.


Leí estas páginas una y mil veces, era lo único que me quedaba de ella, unas pocas hojas de su diario, en el que plasmó todos sus sentimientos y sus vivencias importantes.

Yo también lo recuerdo mi niña, recuerdo ese día que llegue a tu casa, que tu entraste en mi vida y en mi corazón, recuerdo lo dulce que fuiste conmigo siempre, recuerdo tus ojos azules al mirarme y perderte en el aire por minutos enteros como queriendo aprenderte cada expresión de mi rostro.

Mas allá de que solo quedaran las primeras páginas de nuestra historia, recuerdo todo lo que ocurrió después, recuerdo como creciste a mi lado y te convertiste en esa hermosa mujer que lleno mis sentidos con su belleza, recuerdo que indagabas en cada detalle de mi vida, que me quitaste cada uno de mis secretos con esa hermosa sonrisa, que me enamoraste con tu inocencia y cautivaste mi alma entera.

Recuerdo…

…esa noche fría y lluviosa que nos unió para siempre, en que cruce el patio de invierno ya con las rosas marchitas por el hielo de las brisas matutinas.

Toque repetidamente tu puerta esperando que me abrieras, y con los ojitos casi entreabiertos asomaste tu rostro rosado por la rendija, sorprendida me diste paso hacia tu habitación y mas sorprendida aun recibiste mi regalo en ese, tu decimo octavo cumpleaños, rompiste el empaque con premura y un cuaderno cubierto en cuero con tus iniciales grabadas en ella hicieron que unas lagrimas salieran de tus ojos, los seque con las yemas de mis dedos y la ternura de mi corazón. Me regalaste un abrazo cálido  que fue eterno, y al separarnos acaricie tu rostro besando esos labios que antes tantas  veces soñé poseer.

Bese dulcemente recorriendo cada milímetro de tu boca, sintiendo tu sabor, plasmándome de tu aroma, bese y fui besada por ti, no me importaba mas nada, ni respirar me hacía falta si tenía tu aliento en el mío.

Bese tus labios no se cuanto tiempo, bese tu cuello, lo recorrí con la suavidad de mi lengua,  saboree cada uno de tus poros y rincones dejando un sendero tibio que marcaban el camino de tu femineidad, conocí tus pechos, los lamí, los chupe, los mordisquee, los hice míos, el alimento de mi creación. Tu vientre se antepuso ante mí y me obligo a detenerme para sentir su calor, la antesala de mi perdición.

Finalmente llegue a tu entrepierna, y sentí tu aroma de mujer, probé los jugos de ese manantial de placer, cada ranura, cada pliegue, invadí cada micrómetro de tu vagina, y te hice mi mujer, mi amor, mi vida entera.

Aun no puedo creer que estés hoy aquí, con tu mirada fría postrada en una cama de hospital, en un coma queriéndote ir, pero permaneciendo aun aquí esperando mi adiós, y no puedo ser egoísta contigo mi amor, después de cincuenta años juntas, cincuenta años fugaces y escasos en comparación a la eternidad que quisiera a tu lado. No puedo retenerte más porque sé que has sufrido todo este tiempo por un segundo más conmigo, que has luchado años contra este cáncer, y que ahora solo quieres descansar.

Arantxa: descansa ya mi amor,

… te amo Lu… siempre te amare!

Mis lágrimas acompañaban el sonido punzante del aparato que indicaba que su corazón se detuvo después de oír mis palabras…

Arantxa: Adiós mi amor. Pronto estaré contigo.

FIN

Gracias por tomarse un tiempito para leer esto. Espero que les haya gustado, es la primera vez que publico uno de mis relatos pero hace años que leo esta web en silencio.

Besos, Lau1988.