Memorias de un portero de noche (8)

La visita a Cuba fue de lo más interesante, viví experiencias únicas y conocí a personas muy especiales, fue un viaje provechoso.

Al sentarme en el inmenso coche al lado de Pancho, me di cuenta que el espacio era más del doble del que disponía en mi camarote, al decir al lado era por decir, porque apoyado en mi ventanilla quedaba todavía hueco adonde sentarse hasta dos personas más. Pancho me explicaba, según pasábamos por las calles, las curiosidades que conocía que eran muchas , yo a la vez de sorprenderme, además le preguntaba para qué servían aquellos botones cromados y relucientes que llenaban el salpicadero del Chevy.

Pancho me explicaba orgulloso todas las características de su “almendrón” , había conseguido con mucho esfuerzo, conservar, lo mejor posible, la apariencia original del carro, que a mis ojos inexpertos parecía como recién sacado del concesionario. Llegamos a una avenida muy ancha y larga llamada el Paseo y luego salimos a la Plaza de la Revolución, allí aceleró y el ruido del motor se hizo casi insoportable.

  • ¿Qué pasa Pancho, tenemos avería?
  • No muchacho, sólo es que el “motol” no es el original, si fuera así no se oiría ni una mosca.
  • ¿Entonces cómo te has arreglado para qué siga funcionando, un motor nuevo?
  • Jajaja, no, nada de eso, tengo un amigo, un compadre que tiene un taller, es un manitas, lo llamamos al “estilo cubano” de nada te hace un reloj, jajaja,
  • Pero suena a…
  • A camión, eso es, le puso el “motol” de un camión ruso Kaz, es potente y puede con el carro pero hace mucho ruido y además consume gasoil…
  • ¡Buhaj! Pero produce un olor y un humo insoportable.
  • Eso es porque ya debí cambiarle el aceite hace un año, cualquier día consigo un poco y vamos tirando.

Al pasar por las calles toda la gente, sobre todo los de afuera, se volvían a admirarnos y hacernos fotos, el coche rojo y blanco descapotable llamaba la atención y Pancho con su sombrero Panamá y sus gafas “Rayban” de imitación parecía un potentado.

  • Vamos a recoger a una pareja, es un matrimonio gringo, tienen el capricho de viajar en un almendrón, como muchos.
  • Desde luego es un placer pero cuenta que voy a pagarte el viaje como uno más, noquiero aprovecharme de la amistad con tu sobrina.
  • ¿Ah, sólo era amistad?, jajaja me pareció que os despedíais con bastante “confianza”.
  • ¡Qué va, sólo nos conocemos de un par de días!
  • No me engañes, seguro que ya te la has cogido, jajaja.
  • ¡No por favor, no pienses mal!
  • Jajaja, no pienso mal pero conozco a Dorita y hace unas cubanas de premio.

Me puse rojo como el Chevy y me miró por encima de las gafas de aviador riéndose a carcajadas.

  • Jajaja, no te apures, a mí también me ha hecho unas cuantas, es una mujer que rompe el asfalto, ¿te hizo la especial?
  • No sé pero me dijo que no se la hacía a todos.
  • ¡Esa es la especial!, a mi me la hace sólo cuando me pide un favor y te juro que estoy esperando a que llegue el día, jajaja.
  • Pero tú estás casado, ¿no?
  • Claro, con la hermana de la madre de Dorita, una hembra cañón, si vieras que culo tiene… y que tetas.
  • ¿No me digas que tu cuñada también te ha hecho una cubana?
  • Pues claro, la que no puede hacérmela es mi mujer.
  • ¿Por qué, no le gusta?
  • Eso quisiera ella pero apenas tiene tetas y no le alcanzan, mi cuñada sabe lo que a mí me gusta y ya ves, al fin y al cabo todo queda en familia.
  • Joder… visto así…

Fuimos en dirección al Malecón, la dirección que le dieron era el Hotel Nacional de Cuba, un hotel de lujo donde iba a parar la gente adinerada sobre todo extranjeros.  Pancho subió por la rampa hasta la entrada principal y tocó el claxon, el botones, un chiquillo muy avispado, nos dijo que esperáramos un momento y yo aproveché para bajar.

  • Josu, tú no bajes, espera a que el botones traiga el equipaje y lo meta en el portamaletas, así se ganará unos CUC, todos tenemos que vivir.
  • Lo siento, no pensé… ¿Adónde me siento yo?, igual a los clientes gringos le gusta pasar delante contigo.
  • Eso ya lo veremos, ahora quédate a mí lado y pon cara de gente rica, creo que éstos tocan dólares, descuida ellos pagarán tu viaje, jajaja.

Al momento vino el botones con un “burro” con los trajes colgados y varias maletas, Pancho abrió el inmenso baúl del coche y el chiquillo lo fue arreglando.

  • Toma Ramoncito, eso para ti y gracias por llamarme.
  • De nada Pancho, para eso somos compadres.

Por la puerta corrediza aparecieron un par de personas mayores, se notaban que eran extranjeros por la forma de vestir, apenas si podían andar con sus bastones aunque iban muy bien arreglados, Pancho me miró con cara de decepción y bajó del coche para abrirles la puerta.

Pero, cuando llegaron a nuestra altura, la pareja siguió andando sin mirarnos, nos quedamos extrañados hasta que de pronto aparecieron en la puerta corrediza de cristal dos jovencitos, apenas mayores que yo, ella rubia con la melena rizada y él con el pelo corto al “cepillo”, parecía que habían salido de la película “Grease” y cuando llegaron a nuestro lado nos hablaron en inglés alabando al coche.

Pancho y yo nos miramos alucinados, yo hablaba inglés mejor que él y les entendí que se habían vestido así para ir a juego con el modelo del coche, eran unos fanáticos de la película.  Lo cierto era que parecían de la época.

Como el coche era de dos puertas entraron bajando el asiento de delante y se sentaron en el posterior, más que un asiento parecía un sofá grande pero los dos se sentaron pegados a un lado comentando emocionados los detalles del coche tan bien conservado.

Pancho procuró conducir despacio impresionando a la pareja, a mi me encantaba ver cómo el morro del coche giraba lentamente como si fuera mi barco y después de unas cuantas avenidas fuimos saliendo de La Habana.

Íbamos en dirección sur, hacia Santiago de Cuba, nos explicaron que su abuelo era cubano que había emigrado hacía muchos años a Miami haciendo fortuna y ahora ellos se habían casado y su abuelo les había pagado el viaje de luna de miel, ya venían desde Méjico y querían conocer a la familia de su abuelo o lo que quedara y les traían algún detalle, les llamaba la atención todo lo que veían y Pancho no escatimaba en darles explicaciones de todo, estaban encantados y querían probar todo y conocer lo más posible.

Ya hacía un rato que el Chevy corría tranquilo por la Autopista Nacional A1, la carretera era buena y la suspensión del carro también, en un momento dado Pancho me señaló el espejo retrovisor, miré y vi detrás que la pareja se estaba besando, las manos de ella se perdían en los pantalones de él pero el joven prefería mirar el paisaje, de vez en cuando le daba un beso sin interés, pasándole la mano por una teta y volvía a mirar a la carretera.

Ella demostraba enfado e impaciencia, nosotros no nos volvíamos para no parecer indiscretos pero Pancho cuando llegó a un surtidor de combustible paró, bajamos todos pues el viaje prometía ser largo, me dijo que habían casi 900 km. hasta Santiago y casi 12 horas de camino, estiramos las piernas y cuando hubo repostado nos llamó para volver a reanudar la marcha.  Pancho abrió el portamaletas y me gritó….

  • ¡Josu, compay, saca de la cajuela del carro el rifle!
  • Perdona Pancho pero no te entendí.

Le miré asustado y la pareja todavía más, estábamos en un paraje solitario y lo de rifle no sonaba nada bien.

  • Jajaja, es igual, si no lo encuentras saca la escopeta, jajaja.

No nos tranquilizó nada pero él se acercó detrás del coche y sacó una botella de ron y unos vasos.

  • Jajaja, ¿qué pensaron?, aquí a la botella de ron se le llama el rifle o la escopeta, vamos a tomar unos mojitos, siempre llevo de todo para obsequiar a mis mejores clientes, jajaja.
  • ¡Aaaah bueno, no lo sabíamos, eso está mejor!

Pancho preparó unos mojitos y nos encantó tomarlos con el hielo que llevaba en una neverita y con las hojitas de menta, repetimos y nos animó, sobre todo a la pareja.

  • Señorita, dígale al camarón de su marido que se ponga un sombrero o algo porque se va a achicharrar con el sol cubano, jajaja.
  • Gracias, es un inconsciente, ya le pongo mi pañuelo de seda.

El joven de piel lechosa no soltó la botella de ron y se fue haciendo mojitos hasta que se le acabó el hielo, luego ya bebía directamente de la botella.

El efecto no tardó en llegar y se recostó en el asiento hasta caer dormido como un tronco, ya sin sentido ocupaba casi todo el asiento trasero por lo que la chica iba apretada contra el cristal opuesto, Pancho la vio y paró el coche.

  • Ya veo que a su esposo le sentaron un poco regular los mojitos, si quiere ir más cómoda pase aquí delante, hay espacio suficiente para los tres y también se ve mejor el paisaje.
  • No sé, me sabe mal, por culpa del tonto de mi marido pero… vale, háganme sitio.

La chica saltó por encima del asiento y se sentó entre nosotros dos, al principio nos estuvo contando de su familia en Miami, de porqué se había casado con aquel mozalbete imberbe, había sido un arreglo familiar y todavía no se conocían bien.

Pancho con su gracia cubana le contaba anécdotas y chistes cada vez más fuertes, la rubia al principio se ruborizaba pero los mojitos que también se había tomado la fueron relajando hasta reír como los demás.

Se sentía libre en los espacios inmensos de la ruta y se levantó al viento, el coche descapotable era una tentación que parecía que la hacía volar.

  • Por favor señorita siéntese porque si la ven los “caballitos” (policía motorizada) nos van a amargar el día.
  • Me gusta sentir el aire en mi piel, me gustaría volar desnuda.
  • Pues por nosotros no lo haga, jajaja.

La gringa que se llamaba Diana, me miró y lo tomó como un reto, sin pensarlo se quitó la blusa top quedándose con ajustador, Pancho me miró de reojo y sonrió, yo le seguí la corriente y me quité la camiseta pero ella no quiso ser menos, cuando soltó el cierre del sujetador a Pancho se le fue un poco el volante y la chica cayó sobre mí.

Fue un momento de azoramiento porque mis manos fueron a sus tetas pero ella no se molestó aun cuando se sentó bien, dejé un brazo sobre su hombro con la mano colgando cogiendo su teta izquierda, el pezón rosado se puso duro y Pancho me animó a seguir.

La “Sandy” apoyó la cabeza hacia atrás sobre el respaldo gozando del aire y el sol y yo la besé en la garganta, ella sonrió pero no dijo nada, mis labios fueron recorriendo su cuello, sus orejas, sus hombros y luego bajaron por su clavícula hasta llegar al pezón que le quedaba libre.

Gimió pero no cambió de postura, me incliné sobre ella, había asiento de sobra y pude besarle las dos tetas sin dificultad, le chupaba los pezones que con el aire fresco se ponían duros, ella como toda respuesta pasó su mano sobre mi rodilla y la fue subiendo hasta llegar a mi bragueta, la dejó allí sin moverla, posiblemente no se atrevía por el sujeto que dormía atrás.

Yo le resolví la duda cuando me saqué la polla, me cortaba un poco el que Pancho estuviera al otro lado pero él me animaba a seguir, cogí la mano de Diana y la llevé a mi capullo, al notar el calor y la aspereza hizo mención de retirarla pero insistí hasta que la dejó amarrada al tronco, volví a sus tetas y las estrujé sacándole los pezones de las areolas con los dientes, ella suspiraba apretando la polla cada vez con más fuerza hasta que empezó a subir y bajar la mano.

Pancho me ayudó haciendo un giro de volante y la chica cayó sobre mi hombro, el cubano fue moviendo el coche haciendo eses y procurando que la chica se fuera deslizando sobre mí pecho hasta dejar la cabeza sobre mi regazo.

La recibió la polla vertical, yo me había bajado los pantalones a los tobillos y con la verga vertical rocé la cara de Diana que no hizo nada por evitarlo, estuvo unos minutos con la cara entre mi barriga y mi polla, la tenía justo entre sus labios pero no los abría.

Pancho frenaba y aceleraba para que su cabeza balanceara rozando la verga hasta que separó los labios y asomó la lengua, apenas fue una lamida pero rápidamente abrió toda la boca y engulló el capullo hasta la mitad.  Diana, sin abrir los ojos chupaba la polla con deleite a la vez que yo le amasaba las tetas, las tenía tan suaves y tiernas que parecían de algodón de azúcar.

Le cogí la cabeza y le imprimí un movimiento para follarle la boca y ella con dificultad siguió tragando hasta que le dieron arcadas, la tuve que enderezar porque no dejaba de toser, la minifalda ancha como la rubia de Grease se le había subido hasta casi las bragas blancas y pude ver la raja que se le marcaba.

Miré a Pancho, él ya se había dado cuenta y había despasado su pantalón, nunca vi una polla como la de Pancho, parecía realmente un bote de Coca Cola, era corta, muy corta pero gruesa hasta la exageración, chata y brillante como el aluminio y roja como el logo de la cola.

Apoyé a Diana en el hombro de Pancho, ella no puso objeción y se fue deslizando por su pecho, éste echó el asiento hacia atrás y condujo con las puntas de los dedos en el volante.

Las piernas de Diana quedaron hacia mí, eran suaves y torneadas, apenas rocé sus muslos se abrieron y mis dedos pasaron por la mitad de las bragas recorriendo los labios  dejando un rastro húmedo entre ellos, cuando se separaron del todo vi con alegría que ningún pelo se le escapaba por las ingles y pasé un dedo levantando el elástico de la prenda.

El calor y la humedad que salía de allí me animó a seguir hasta que el dedo se coló en la estrecha vagina de la chica, en ese momento cerró las piernas pero dejó caer la cabeza sobre la cintura de Pancho, su cara quedó aplastando el capullo plano del mulato, yo podía verla, Diana sacó la lengua y recorrió el contorno de aquel trozo de “mortadela”, le gustó y relamió intentando meterla en su boca pero fue imposible.

Mis dedos ya estaban con la segunda falange dentro del coño de Diana y ésta separaba las piernas levantando el culo, le bajé las bragas y acerqué la cara con la lengua afuera, al sentirla levantó la pelvis y me llené la cara de coño tierno, el clítoris me rozó la nariz y lo encontré tan duro que lo mordí suavemente.

Noté un poco de mareo, Pancho no pudiendo resistir había cogido precipitadamente una salida de la autopista y se había internado en un campo de caña de azúcar, el camino de tierra era interminable y en un claro del cañaveral paró el coche.

Continuará.

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Gracias.