Memorias de un portero de noche (7)
En la vida los nombres de la personas nos afectan mucho hasta el punto de que cuando coinciden nos llevan a recordar y volver a revivir lo mejor de la vida Dorita.
A propósito de Dora, me acuerdo de otra Dora o Dorita… Cuando llegamos al puerto de Dakar, entramos (como vulgarmente se dice, sólo con dos ruedas en el suelo), llegábamos tarde por varios motivos, el principal fue que después de las “atenciones” de la “tía y prima” de Ngono, en realidad madrastra y hermana, nos ofrecieron un banquete en el que asistieron el padre, la madre y todas las esposas e hijos, (de ambos sexos) de su padre, todos ataviados con los trajes típicos (por supuesto yo también para no ser menos ).
Tuve que aceptar alguna broma por parte de las mujeres pues ya se había corrido la voz de que no estaba circuncidado y eso no era nada normal, la madre de mi amigo fue la primera que quiso convencerse levantando mi chilaba y no sólo lo hizo “palpablemente” sino que me descapulló la polla de un rápido movimiento de mano, con la mayoría de esposas de menos categoría presentes, todas alzaron un ¡Ooooh! de admiración, en parte justificado pues tengo el glande más grueso que el tronco.
En compensación y entre la algarabía general ellas levantaron sus vestidos hasta la cintura y me enseñaron sus “peinados” realmente originales, hasta entonces sólo conocía los coños con vello o sin él (mis preferidos) pero al ver aquellas obras de arte ya dudé de mis preferencias, imaginé comerme alguno de ellos, el llenarme la lengua de sensaciones nuevas con aquellos rizos primorosamente “esculpidos” me hacía la boca agua.
No obstante todo se solucionó cuando la tía empezó a contar lo que habíamos hecho, corroborado por su “hija” que reunió en un corro a su alrededor a todas “imaginando” en su piel cualquier explicación seguramente exagerada de las dos mujeres.
Al entrar en el recinto portuario, el buque ya pitaba anunciando su partida, las maromas ya estaban sueltas en el agua y la escala ya estaba preparada para subirla, George enfiló el coche al muelle hasta casi arrojarlo al agua, nos vino el tiempo justo para saltar del coche y subir a la escala y trepar de dos en dos escalones, arriba se veía al Capitán medio enfadado, medio divertido animándonos para que nos apuráramos.
George al salir del coche le dio unos dólares a un agente de aduanas para que se encargara de devolver el coche alquilado (aunque no se habría perdido mucho) y de paso que no preguntara por las bolsas de rafia con regalos que nos habían preparado la familia de Ngono.
La bronca que esperábamos por la tardanza se disipó cuando vaciamos las bolsas en la mesa del comedor de oficiales y cada uno cogió lo que más le gustó, había de todo un poco, artesanía típica de madera, joyas de oro y plata de no mucho valor y telas y pieles muy bonitas, a mi Jefe le reservé una estatuilla de ébano que representaba a una diosa de la suerte que le encantó.
La travesía del Atlántico fue bastante buena y tranquila, el océano se portó bien, salvo un día que hubo marejada y tuvimos que comer cogidos a los platos. Hubieron muchos momentos, sobre todo cuando George quiso agradecer al Capitán su permiso pues hacía mucho que no pasaba por su casa, en la ocasión nos hizo un guiso de su recetario particular y me pidió si quería ayudarle como camarero, por supuesto accedí no sin antes advertirle que no sabía nada de servir comida pero tras unas pruebas con una bandeja vacía me dio el ok.
Estaban sentados el Capitán, el Jefe de Máquinas y el primer oficial, mientras tanto del mando en la cabina se encargaba el segundo y una vez terminados los cafés se fueron todos menos el Capitán que me pidió que me sentara con él.
Sobre la mesa todavía estaban las dos botellas de vodka que habían casi consumido y el Capitán quiso que le acompañara un rato. Una vez juntos me dijo que me sentara a su lado, evidentemente necesitaba compañía, en su mirada vidriosa vi a un hombre terriblemente solo, quizá por eso le acerqué un vaso cuando volvió a escanciar por enésima vez el suyo.
- Lo siento Josu, lamento que me veas así tan “perjudicado” te confieso que no suelo hacerlo o por lo menos a la vista de nadie pero en ésta ocasión me siento bien acompañado, te estoy cogiendo afecto (pero no se lo digas a nadie ni te lo creas tú) y la botella me hace soltar la lengua, espero que no demasiado.
- No se preocupe Capitán, sabe que soy discreto.
- Si quieres por una vez llámame Stablos, el caso es que me encuentro muy solo, ya sé la fama que tenemos los marinos, eso de que en cada puerto tenemos una mujer es mentira, a estas alturas ya habrás visto lo dura que es ésta profesión y eso que por suerte no ha habido grandes problemas.
- Ya veo Capi.
- Josu, no te pases, el que te de confianza para que me llames por mi nombre de pila no quiere decir que me faltes el respeto.
- Lo siento Capitán Stablos.
- Mmm, vale, el caso es que estoy muy solo, como te decía desde que murió mi mujer no he tenido a otra pareja y eso es muy duro.
- Pero usted puede buscarse a la que quiera, no es muy viejo todavía.
- ¡Josuuuu, te la estás jugando!
- Perdón, es muy joven Stablos.
- Eso está mejor, la verdad es que como mi mujer no he conocido a nadie, era buena persona comprensiva y muuuy cariñosa, si me permites decirlo en la cama era una maravilla.
- Me lo puedo imaginar, seguro que follaría como los ángeles.
- ¡Josu, me parece que ya te estás pasando tres pueblos! pero… sí, es cierto follaba como nadie y desde entonces no conozco a nadie como ella.
- No será para tanto Stablos.
- La verdad sí, bueno la única que se le acerca un poco es Hortensia, esa mujer me recuerda mucho a mi María, me gustaría poder explicarte cómo folla Hortensia.
- No hace falta Stablos me hago una idea.
- No, no puedes darte una idea.
- Yo creo que sí pero si usted los dice…
- Desde que enviudé sólo me queda mi hija Sofía, es una chiquilla adorable, se parece mucho a su madre, físicamente claro, en lo otro no…
- No se preocupe Stablos, le puedo asegurar que en lo “otro” también es una maravilla.
- ¡Joder Josu, no digas en mi cara que mi hija folla como mi mujer!
- ¡Ande, Stablos, ponga otro vaso de vodka!… Yo no diría tal cosa pero su hija lo hace de maravilla, no se imagina cómo la chupa, cómo la lame, como la…
- ¡Calla Josu, te voy a dar un guantazo que!… ¿Sí, de verdad lo hace bien?
- Sí, de verdad y tiene un coño… a mi me encanta comérselo y si viera cómo se corre con sólo comérselo…
- Por favor, sin detalles Josu pero… ¿Quieres decir que ha salido a su madre?
- No lo sé Stablos pero si su madre gozaba cuando le daba por el culo, sí, ha salido a su madre.
- ¡Oooh por dios, igualita a mi María, imagina que ella misma me lo pedía, sabía que me encantaba y siempre estaba dispuesta, con la crema a mano para que se la metiera hasta el estómago, ¡qué mujer!
- Igualita a Sofía, al principio sufrió un poco, ya sabe que tengo la polla un poco grande.
- ¿Grande cabrón? Si la tienes mayor que la mía.
- Bueno, a su hija también le parece grande pero se la traga igual pero por el culo… es digno de ver, imagínese verla entrar entre sus nalgas, tiene un ojo rosado, apenas arrugado y el esfínter es tan obediente que se derrite cuando le apoyo el capullo duro.
- ¡Joder Josú, que Sofía es mi hija… no me describas cómo te la follas, caramba!
- Perdone, como me ha preguntado… ¿Su mujer follaba como Sofía?
- ¡A ti que te importa descarado! ¿será posible, este crío, preguntarme cómo follaba mi mujer? Anda, vete a la cama que me parece que estás borracho, ¡menos mal que yo estoy sobrio, hip!
Por la mañana el Capitán ya no comentó nada ni yo tampoco, era como si nunca hubiéramos hablado, la resaca del vodka borró todo lo dicho.
Ya habíamos dejado atrás las Bahamas cuando George me comunicó que un marinero filipino estaba muy enfermo, ya se lo había dicho al Capitán y él que era muy comprensivo había llamado al servicio médico de Cuba.
Nuestro destino era Santiago pero como estábamos cerca de La Habana nos propusieron recoger con un helicóptero al paciente, antes habían preguntado los síntomas y parecía grave, no era contagioso y parecía que era algo de riñón pero los médicos estimaron necesario llevarlo al hospital.
Ya estaba a la vista la costa cubana cuando vimos a lo lejos la silueta del helicóptero médico, era un aparato MI-2 de Salvamento y Rescate, de procedencia rusa, se quedó estático sobre el barco a poca marcha y de él se descolgó un médico, se dejó caer por una eslinga con una camilla, cuando estuvo al lado del paciente que nosotros ya habíamos sacado a la sombra caribeña el médico se quitó el casco y enseñó la melena morena que tenía, era una morena bellísima con unos ojos como platos color café y con un acento tan dulce que parecía que nos mecía como en un balandro.
Demostró gran profesionalidad y en un momento preparó al enfermo en la camilla, en el último momento preguntó si alguien se hacía cargo de él y como yo era el único que hablaba español el Capitán me eligió a mí para que los acompañara.
Nunca había volado o mejor dicho colgado porque la médico me colocó un arnés y me enganchó al suyo, cuando tiraron de la cuerda nuestros cuerpos se pegaron como sacos y pese al aire que empujaba el aparato no dejamos de girar abrazados, noté cómo debajo del uniforme habían unas curvas de lo más duras y tibias y el viajar hacia el aparato se me hizo muy corto.
- Mmm lo siento doctora, es la primera vez que me pasa, debe ser la proximidad o el miedo, por cierto me llamo Josu.
- Jajaja, nunca me habían dado una excusa tan tonta porque se ponga el morongo duro.
- Pues es raro porque con el uniforme grueso…
- Por eso me llama más la curiosidad, debes tener un buen rabo.
- No me quejo, si no estuviéramos colgados los dos…
- Jajaja, vas muy rápido, si quieres te suelto y me la enseñas, jajaja.
- No por lo que más quiera, por cierto, ¿cómo se llama?
- Mmm, sí que vas rápido pero me gustas, me llamo Dora, para ti Dorita.
- Encantado doctora, no le doy la mano porque si me suelto…
- Pero si eres español me puedes dar dos besos, ¿no?
- Y tres si quiere.
- No, de momento dos y en las mejillas.
- Los que quiera pero confieso que me ha sorprendido, esperaba ver a un doctor calvo y quemado por el sol.
- Sí, claro de coger caña ¿no?, jajaja, estás loco, yo soy morena pero como el azúcar de caña.
- Mmm, muy dulce seguro.
- Puedes jurarlo pero además también soy nefróloga y hablo cuatro idiomas, por si te interesa saberlo.
- Waw, perdone, no quisiera haberla ofendido.
- No lo has hecho te lo digo para que sepas que lo cortés no quita lo valiente.
- Ya veo, me alegro de estar colgado con usted, si me caigo me puede curar del riñón, jajaja.
- Jajaja y de muchas cosas más, eres muy simpático, me has alegrado el viaje de subida, te confieso que siempre me da miedo bajar y subir.
- Mmm, no lo sospecharía, en todo caso pensaba que le daría… vértigo.
El helicóptero tiraba de nosotros y ya iba a toda velocidad sobre las olas, el enfermo se quejaba sin parar, la doctora había diagnosticado un cólico renal y lo llevaba al hospital para tratarlo, el filipino sólo hablaba su dialecto y algo de inglés, por lo demás no era muy hablador pero quejarse…
El traslado fue rápido, estaba admirado de la eficacia médica y la doctora Dorita dirigía al personal que se llevaba en una camilla el enfermo a urgencias. Yo me quedé en la sala de espera y cuando salió Dora me informó.
- Bueno parece que está estabilizado, tiene cálculos en el riñón y le dio un cólico nefrítico, lo vamos a tener en observación unos días, he hablado con tu Capitán y me dijo que siguen viaje a Santiago, me ha recomendado que cuide de ti y que te acompañe hasta allí.
- De ninguna manera, ya me apañaré yo como pueda, no quiero molestarle.
- Jajaja, no es ninguna molestia, ocurre que yo soy de allí y precisamente ahora salgo de turno, si quieres te puedo enseñar algo de la Habana.
- Me encantaría, siempre me llamó la atención y sentía no poder visitarla aunque Santiago imagino que será preciosa también.
- Lo es pero ya que estamos aquí si quieres verás lo más conocido y más, ¡ah por cierto, no me llames de usted!, ni doctora ni nada de eso, para ti ahora soy Dorita.
- Más encantado todavía Dorita, me gusta tu nombre y todo lo demás.
- Anda vamos que si te dejo…
Cuando salimos del hospital empecé a hacerme idea de la capital, lo que más me llamó la atención era el ambiente de la calle, los coches eran muy parecidos, excepto a unas verdaderas maravillas de museo, tanto me llamaron la atención que Dorita se echó a reír.
- Jajaja, parece que no has visto nunca coches grandes.
- Es que esto no son coches, son acorazados.
- Esto son “almendrones”, son antiguos coches de la época “americana” sus dueños los miman hasta la saciedad, no tienes idea lo que hacen para mantenerlos así.
- Me encantaría subir en uno.
- No te preocupes, tengo un tío que tiene un Chevrolet, le llamaré nos dará una vuelta. Pero primero te voy a enseñar el Malecón, es el sitio de reunión de todo el mundo, luego te llevaré a la Habana Vieja, te vas a divertir, ¿has probado los mojitos?
- No, he oído hablar del ron cubano y de los cigarros puros pero no lo probé nunca.
- No te preocupes, te voy a llevar a la Bodeguita del Medio, comeremos bien, te invitaré a comer comida criolla y ya verás.
Según íbamos paseando por las callejuelas de la parte vieja, las plazas, las calles arboladas y los olores y música que salían de cualquier sitio me envolvieron como un sueño.
Lo prometido fue mejor de lo que esperaba, Dorita resultó una guía fenomenal, si no conociera su faceta de doctora me habría engañado pues sabía toda la historia y anécdotas de La Habana.
- Si me perdonas un momento voy a pasar por casa, me voy a cambiar de zapatos porque éstos me matan.
- Como quieras, no tengo muchas cosas que hacer… sin ti.
- Espero que no te quedes esperando a que vuelva, si quieres puedes subir, vivo sola.
- Creo que me gustará ver adonde vives y… duermes.
- Jajaja, tú no pierdes el tiempo, anda sube.
La casa era antigua, estaba pintada en colores fuertes pero le daba un carácter especial, en los rellanos había gente que tomaba el fresco bebiendo bebidas refrescantes, mientras escuchaban el eterno son, la música cubana por excelencia.
La casa de Dorita engañaba, por afuera estaba como todas poco cuidada pero al cerrar la puerta parecía un mundo diferente, estaba bien amueblada, con mucho gusto y cuidada con esmero.
- ¿Qué te parece si me cambio y me pongo una bajichupa?
- ¿Perdona?
- Jajaja, sabía que no sabrías a lo que me refiero, pero te la voy a enseñar, de paso me pondré el ajustador nuevo sin tirantes, ¿qué te parece?
Estaba distraído mirando el paisaje que se veía por la ventana y cuando me volví hacia ella vi la mujer más maravillosa que había visto, de piel morena, una cintura de avispa y un culo tan perfecto que no me había percatado que el “ajustador” estaba cediendo al empuje de aquellas tetas tan altivas.
La sonrisa que me dedicaba era toda una invitación, en la mano la “bajichupa” y en la mirada la pregunta si se la ponía con el “ajustador” o sin él. Como un autómata me acerqué a ella y se la quité de las manos, pasé las manos por su espalda y solté el cierre, la chica respiró aliviada y las tetas se pegaron a mi pecho, el beso que me dio me llenó la mía de lado a lado, al segundo mi polla le rozó entre sus muslos y dejó de besarme para arrodillarse y soltarme el cinturón.
- ¡Vaya “mandao”! es mucho mejor de lo que pensaba cuando estábamos colgados, entonces ya se me mojó el chocho, imagina ahora.
- Ahora te va a sorprender, te voy a coger como nunca lo han hecho.
- Vaya con el “gallego”, a ver si es verdad.
Hizo mención de querer atraparme la polla al vuelo abriendo la boca como un pajarillo hambriento pero se lo hice desear moviendo las caderas de lado a lado evitando cazarme, casualmente en el momento que por la ventana se colaba el sonido de un son, a Dorita no le faltó más, me miró con cara pícara, se levantó y empezó a bailar sola delante de mí, movía todas sus curvas de forma mareante, sus caderas eran como las olas en marejadilla y sus tetas se balanceaban como mecidas por un viento suave.
Yo la admiraba arrepintiéndome de no haberla dejado tragarse mi polla de primeras, a estas horas posiblemente ya me habría corrido en ella pero Dorita se quería vengar o por lo menos hacerme sufrir.
Se movía como una serpiente a ritmo caribeño, sabía cómo hacerlo para que fuera sensual y bello al mismo tiempo, movía el culo de forma que las nalgas se alternaban en movimientos suaves pero claramente provocativos, se me acercaba lo suficiente para despertarme el máximo de excitación sin dejar que la alcanzara, iba y venía en su habitación mientras yo sentado en su cama la seguía embobado con la polla apuntando a la lámpara del techo.
Parecía que se habían puesto de acuerdo, la emisora de radio que sonaba empalmaba una canción con otra si cabe todavía más sexi, acabé de rendirme a la sensualidad de la salsa, sin distinguir los ritmos calientes, la polla oscilaba como un metrónomo.
Yo no había bailado nunca y menos ritmos caribeños, en mi ambiente las cosas eran más directas, desde que Hortensia o su hija me enseñaron a follar, siempre íbamos al grano y en las otras ocasiones no fue mucho más diferente, pero esta vez era un juego, una provocación continua donde el sexo era sólo el último fin.
Cuando Dorita pegó a mí su culo apoyando las manos en sus rodillas y abrazó la polla con las nalgas creí morir de gusto, masajeaba la verga al ritmo que quería, unas veces rápido y otras tan lento y desesperante que no me atrevía a tocarla por no romper el hechizo.
Estuve a punto de correrme sin haberme tocado con las manos ni yo a ella pero Dorita sabía lo que hacía y lo notó, se volvió hacia mí y acercó sus tetas rodeándome la polla.
- Ahora vas a aprobar una cosa de las más típicas de Cuba.
- Mmm, eso sí lo he oído, ¿me vas a hacer una “cubana”?
- ¡Vaya mi chico, ha corrido el mundo!, pero esta va a ser una cubana de verdad, no para “turistas”.
Dorita se tumbó en la cama pero con la cabeza en la orilla y la dejó caer, me cogió la polla con la boca y tiró de ella, creí que me iba a mamar con el cuello colgando pero apenas se la metió la sacó empapada de saliva y tiró de mi pasándola por encima de ella hasta llegar a sus tetas.
Al rodearla con ellas sentí la dureza de aquellas maravillas morenas y sobre todo la aspereza de los pezones en mis venas. Lo que no esperaba es que como su cabeza había quedado por debajo de mis piernas su boca aspiró los huevos que colgaban precisamente en la vertical.
Apenas me tuve que mover, sus generosas tetas rodearon mi polla cubriéndola por completo, apenas aparecía el capullo por debajo de ellas pues se encargaba de moverlas sobre mi tronco, además su boca lamía, chupaba y absorbía mis huevos de forma que me tenía en vilo, sin contar de que en algún momento su lengua “visitaba” mi culo haciendo que hundiera la polla entre sus cálidas tetas.
De cuando en cuando separaba las tetas, escupía entre ellas y las volvía a cerrar lubricándome la verga, yo pretendía colaborar pero ella no me dejaba, las tetas sólo las manejaba ella y comprendí que me convenía, nadie podría darme tanto placer como aquellas tetas y aquella boca de Dorita.
La excitación fue en aumento, la visión de su coño a poca distancia y tan inalcanzable me provocaba una erección brutal y al notar su lengua introducirse en mi culo no pude aguantar más y la rocié de leche, era curioso ver cómo salían chorros de leche desde dentro de sus tetas, tenía el capullo escondido entre ellas y salía a presión llegando a regar desde su estómago hasta el ombligo.
- ¡Aaaah! No olvidaré esta cubana, desde hoy la tendré en lo más alto como ejemplo, ninguna me parecerá igual.
- De eso puedo estar segura, además no creas que me empleo tan a fondo con cualquiera.
- Esto se merece que te recompense, ahora te voy a comer el bollo y ya me dirás qué tal te lo hace un vasco.
- Estoy impaciente, el chocho me chorrea de pensarlo, con tu polla me puse muuuy caliente.
Apenas me incliné hasta llegar a su entrepierna, sentí en mi barriga la leche esparcida más allá de su estómago y sus tetas, mis piernas la rodearon dejándole la polla a su merced y pasé las manos por debajo de sus nalgas para acercarlas a mi boca.
Al momento abrí las nalgas y los labios como un granada madura, el color carmesí de su coño me incitaba a comérmelo desde principio a fin pero recordando su sibaritismo me dediqué por partes, no quise atacar al clítoris de primeras, lo rodeé para que supiera que era mi objetivo pero no de principio, mi lengua lo rodeó con sumo cuidado sin tocarlo pese a que ya lo notaba descapullado, brillante y duro.
A los labios mayores primero los lamí por afuera y por adentro, los separé de manera que su coño quedó plano entre las ingles, las piernas no molestaban pues las había separado tanto que parecía la pose del “split”.(En el ballet, piernas totalmente separadas)
- Ten cuidado Dorita no te vayas a descoyuntar.
- No te preocupes, me olvidé de decirte que también bailo ballet clásico.
- Mejor que mejor.
Ya sin temor, repartí la lengua de parte a parte sin tocar el clítoris, los labios tanto mayores o menores me dejaban el espacio libre para lamer cualquier pliegue y pasar por el contorno de la vagina, a cada acercamiento gemía sin poder evitarlo intentando encoger las piernas pero ante la seguridad de que volvería a hacerlo me esperaba con ansiedad.
Mi lengua cada vez se acercaba más y más hasta meterse un poco en su coño mojado, de pronto entraba y salía prolongándose cada vez más honda y ancha. Alternaba con un pase rápido por su perineo hasta el culo oscuro y levemente arrugado, esto le producía un estremecimiento que pagaba mi polla que a estas alturas ya estaba de nuevo en su boca.
Después de un breve instante de letargo la había resucitado y con una hábil absorción se la tragó y la iba engordando con lamidas y mordiscos, cuando se sobrepasaba de intensidad me dejaba caer y el capullo tocaba su campanilla haciéndola toser.
Mi lengua no cesaba de lamer tanto el coño como el culo y esto provocaba que los muslos le vibraran, esto me daba a entender lo cerca que estaba de correrse y la controlaba haciéndole exasperar.
Cuando uno de mis dedos sustituyeron a la lengua en el culo, noté que aspiraba más y mi polla se pedía en su garganta y lo probé en varias ocasiones con el mismo resultado, hasta que cogí sus nalgas con las manos y mis dedos en el culo y con la lengua ataqué sin piedad su clítoris de forma de pico de loro.
Fue un orgasmo tremendo, ella me abrazó el culo y tiró de mi metiéndose la polla hasta hundir su nariz en mis huevos, se la tragó toda a la vez que las piernas le temblaban y se corría, su coño parecía una fuente vertical, me mojó la cara pero no deje de lamer el botón hasta que la oí atragantarse de leche y salí un poco para qué respirara, de paso lamí la espuma blanca que contrastaba con la piel fucsia del interior de su coño.
- Josu, me diste una corrida tal que no me siento la crica, pero dale con tu pija que me la llenes otra vez.
- No, te voy a “despingar” el culo, ese culo que se mueve como los ángeles.
- No, por lo que más quieras, que no podré moverlo más.
- No te preocupes, te lo voy a romper pero tendrá arreglo, ya lo verás.
La di la vuelta y tumbada como estaba con las piernas separadas le acerté a la primera, estaba dilatada y lubricada pero no lo suficiente y aunque gritó no le valió aunque después me “perdonó” al sentirme empujar sus entrañas.
- Cógeme “gallego”, no pares aunque llore y grite.
- No soy gallego, pero si te hace ilusión, te follaré como si lo fuera, ahora vas a gozar por ese culo tan bailongo que tienes.
Dorita no estaba dispuesta a dejarse dominar y me volteó y subió sobre mí, siempre al ritmo de la eterna música del son cubano se movió sentada sobre mi polla sin metérsela, la cadencia del son me provocaba una erección que ella procuraba aplacar evitando metérsela en el coño ya mojado totalmente, lo hizo cogiéndose las tetas y chupándose los pezones, a la vez escupía entre ellos recordándome la leche que los había regado no hacía mucho.
Parecía que no tenía intención de metérsela o por lo menos por adonde yo quería, la puso entre sus labios y sin dejarla salir la frotaba contra su clítoris teniéndola incrustada toda a lo largo, llegó a probar su longitud levantando su culo hasta ponerse el capullo en la misma entrada de su vagina.
La confianza la perdió, cuando yo comprendí que aquella belleza estaba jugando conmigo esperé pacientemente, no era ningún sacrificio admirarla pues aquel cuerpo era una tentación constante, sus tetas se movían con una gracia y una sensualidad que merecían unos besos y unas lamidas que las guardaba para el momento oportuno.
Y el momento llegó cuando menos se lo esperaba, en un momento de su baile sobre mi le atacó una tremolina por todo el cuerpo que hizo que se inclinara sobre mí pecho, me besó con aquellos labios gruesos que me envolvieron con su dulzura, estuve disfrutando de su boca y cuando se acercó y levantó su coño de mi polla, ésta se enderezó y la esperó.
Su beso fue intenso, fuerte y cargado de fuego y decidida se sentó. Lo que se encontró no era lo esperado, el capullo mojado y remojado de flujo resbaló hasta su culo y se abrió paso por el, se sentó tan decidida que no tuvo opción a rectificar y para cuando se dio cuenta del cambio ya tenía media polla en su culo.
La vi abriendo los ojos sorprendida pero la abracé con fuerza, Dorita ante lo irremediable se dejó caer hasta sentirse llena, sus ojos manaban lágrimas de dolor que pronto se tornaron de gozo y volvió a besarme, esta vez de otro modo, era agradecimiento, placer y rendición, no dejé de moverme dentro de su culo hasta conseguir que se corriera dos veces casi seguidas, en la última me rogaba que parara, que se moría de gusto pero a la vez me juraba que me mataría si la dejaba a mitad.
Me rogó entre lagrimas que me corriera en su coño y lo hice, no cambié de postura, simplemente cambié de agujero y al notarlo saltó sobre mi galopando mi polla que cada vez estaba más dura al verla feliz.
Coincidimos los dos en una explosión de placer y fluidos, estuvimos abrazados y soportando nuestros espasmos un buen rato hasta que la naturaleza hizo relajarnos.
Cuando salimos ya no era tiempo de hacer una visita turística y Dorita llamó a su tío Pancho, era el poseedor de uno de los mejores “almendrones”, le dijo que quería dar una vuelta en coche descapotable, al verlo llegar me impresionó. El coche era espectacular, grande, ancho y espacioso en su interior, impecablemente conservado, Pancho era un tipo de lo más simpático y un buen guía turístico.
Pancho nos hizo sentar en el asiento trasero, Dorita me demostró que su tío era muy permisivo con ella y tenía gran confianza pues cuando la chica me abrazó y me besó en la boca Pancho, mirándonos por el amplio espejo retrovisor, sonrió feliz enseñando una hilera de dientes blanquísimos.
Nos llevó por el El Vedado, un barrio “chic” adonde los turistas adinerados se dejaban los dólares americanos en tiendas, restaurantes y hoteles, pero luego nos llevó por Centro Habana, éste barrio era más popular y en uno de sus restaurantes populares cenamos comidas que los turistas no descubren a su pesar.
Cuando Pancho vino a recogernos hablamos de ir a Santiago, me enteré que era normal que en el mismo taxi, sobre todo los almendrones se juntaban varios clientes para hacer un trayecto parecido y que al día siguiente tenía previsto ir a Santiago de Cuba, yo no quería separarme del lado de Dorita pero me convenció porque había hablado con Stablos que le dijo que me esperaba, además el filipino todavía no estaba al cien por cien y le aconsejaban seguir ingresado unos días más para luego acudir a Méjico en la próxima singladura.
Aquella noche fue una de la más inolvidables que he tenido, el calor, el olor, el sonido de la Habana me transformó al lado de Dorita y me hizo subir al cielo entre sus brazos, follamos de todas la maneras que sabía y con las que me enseñó y por la mañana sin apenas dormir salí ante la pitada del Chevrolet Bel Airdel 57 de Pancho.
La despedida delante de Pancho fue como si me fuera a la guerra y de no tener prisa hubiéramos subido a su casa para hacer el amor una vez más.
Cuando subí al coche me pareció vacío sin ella pero la conversación envolvente de Pancho y sus explicaciones de todo lo que veíamos me hicieron casi olvidar a su sobrina.
Continuará.
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Gracias.