Memorias de un portero de noche (6)

Es curioso que haya situaciones que se enlazan en el tiempo, me pasó algo así al conocer a una mujer especial por varios motivos y a otra muy diferente pero que no se quedaba atrás en nada.

En mi actual ocupación me preocupé en ampliar mis habilidades en informática, no es que fuera un técnico especializado pero me defendía, iba tocando aquí y allá y lo que no sabía lo preguntaba a mi joven compañero cuando hacíamos el relevo.

Entre el vecindario del edificio había una señora, lo de “señora” era más por su apariencia que por su edad, porque vestía de una forma tan discreta y “gris” que no podía calcular ni su edad ni su ocupación, además era sumamente educada y respetuosa  en el trato que apenas sabía nada de ella.

El único dato era que se llamaba doña Adoración, vivía sola en un piso de una sola habitación y no daba problemas, ni yo ni nadie podíamos hablar de ella ni bien ni mal.

Salía de casa muy temprano y volvía apenas yo había empezado mi turno nocturno, siempre me saludaba con un corto “buenas noches” y una sonrisa amable pero distante, por lo que no me dejaba entablar conversación con ella más allá de lo correcto.

Pero aquella noche tuve una excusa, apenas llegué y me despedí como de costumbre de Martina o sea, con un disimulado “magreo” en las tetas o en el culo, llegó un repartidos de UPS, no era normal que viniera tan tarde pero me dijo que era una entrega urgente porque la mandaban desde Francia y llevaba todos los rótulos de “URGENT” en rojo, eran dos paquetes no muy grandes y con poco peso pero con las etiquetas de “FRAGILE”.

Iban dirigidos a doña Adoración y nada más verla llegar por la esquina los saqué de su casillero y la esperé “con la escopeta cargada”.

  • Buenas noches doña Adoración, espero que haya tenido un buen día.
  • Sí, gracias señor Josu, ha sido un día provechoso pero cansado, estoy deseando llegar a casa y quitarme los zapatos, estoy agotada.
  • Se le nota doña Adoración, espero que descanse.
  • Si Dios quiere, Josu, si Dios quiere.
  • ¡Ah!  Se me olvidaba, hace apenas unos minutos han traído dos paquetes urgentes, creo que vienen del extranjero porque los letreros no son en español.
  • Pues no sé, hace tiempo que nadie se acuerda de mi.
  • Creo que esta vez se han acordado por partida doble, jajaja.
  • Es cierto pero debe ser publicidad…
  • Buenas noches señora.
  • Quede con Dios Josu.

La señora con aire cansado fue hacia su patio y desapareció de mi vista, ya me había olvidado de ella cuando sonó el telefonillo interior, me sorprendió que me llamara pues era mujer de poco molestar.

  • Perdone señor Josu, no quiero molestarle por nada del mundo pero tengo que preguntarle si usted sabe algo de teléfonos móviles o conoce a alguien que lo haga, uno de los paquetes es el regalo de una persona que aprecio mucho y quisiera ponerlo en marcha, lo malo es que no tengo ni idea de cómo hacerlo y me da miedo tocar algo que lo estropee antes de hora.
  • Pues… no quiero dar la impresión de ser un experto pero con el mío no tengo problema, aunque me sabría mal estropearlo si lo hago mal, debe ser de una persona muy especial por la calidad del regalo.
  • Ya lo creo, muy especial, es una persona a la que no veo desde hace bastante y quisiera llamarle y agradecérselo.
  • Si es así… si me permite dentro de un rato cuando ya no vengan más inquilinos me acerco a su casa y lo recojo.  ¿Qué número de apartamento tiene?
  • El 25 C, en el quinto piso.
  • Vale quedamos así, procuraré no tardar.
  • Se lo agradecería, mientras voy a cenar algo y darme una ducha.

Aproveché para arreglarme el uniforme y peinarme bien además de ponerme un poco de loción para el afeitado, no tenía ninguna esperanza con la señora pero me intrigaba todo de ella y estaba dispuesto a averiguar cosas.

Hice un poco de tiempo pera que cenara y luego calculé lo que podría tardar en darse una ducha, no quería ni llegar demasiado pronto ni muy tarde, aunque sabía que tenía mucho interés en solucionar el tema.

Para no dar impresión de ignorante repasé las diversas aplicaciones que tenía yo para instalarle las que creía que podían interesarle, sobre todo la “secreta”.

Desde mi garita veía su ventana y cuando vi apagar la luz de la cocina esperé otro poco, estaba impaciente y al ver luz en su habitación salí de mi cristalera y sin prisa fui hacia su casa.

Tardó un poco en abrir, yo de todas formas insistí al llamar y cuando oí sus pasos apresurados me alegré, al abrir me pareció otra persona, se había soltado el pelo, pues siempre llevaba un moño alto en el cogote y lo tenía todavía mojado, llevaba una bata mal atada y la expresión apurada.

  • Disculpe señor Josu, no pensé que vendría tan pronto, me ha cogido en la ducha.
  • Cuanto lo siento señora pero no se preocupe, volveré mañana si quiere.
  • ¡Noooo!, por Dios, ya que está aquí, pase, siéntese en el salón enseguida estoy con usted, sobre la mesa está el aparato, vaya mirándolo.

El piso era pequeño pero con su simpleza de muebles resultaba acogedor, me senté en la mesa y abrí la caja, era un último modelo, con una cámara de mucha calidad y un montón de memoria, egoístamente pensé que era demasiado “bueno” para la señora, ya me gustaría tener uno igual para mi, con aquella definición mis “visitas” por el vecindario sería como estar frente a ellos.

Antes de salir del baño el olor a una colonia fresca me inundó y al poco apareció ella con una toalla en la cabeza recogiéndole el pelo, la bata ya se la había atado bien con el cinturón y traía una cara sonriente.

  • ¡Uf, ya estoy con usted!, ¿qué tal va?  ¿Es complicado?  Creo que no me  voy a entender con él, seguro que tendré que molestarle más veces… si no le sabe mal…
  • No mujer, para mí no es una molestia, puede contar conmigo… vamos a ver… este modelo es nuevo y no lo conozco bien pero haré lo que pueda.
  • Uy sí, no sabe lo que se lo agradezco, le estaré siempre agradecida.

El aparato era sumamente completo y casi se instaló él sólo nada más captar la señal wi-fi, yo me hacía “el interesante” haciéndolo difícil para impresionarla y fui instalando aplicaciones a barullo.

  • ¡Qué maravilla!, da gusto verlo tan seguro de usted mismo, yo soy todo dudas, nunca estoy segura de nada, siempre dudando.
  • ¡Bah, no es para tanto!, yo se lo explicaré de forma que lo entenderá enseguida y si no, ya sabe, me llama y acudiré cuando tenga un rato.

Le pregunté los pocos números de contactos que tenía y vi que uno de ellos tenía el prefijo +33 que sabía que era de Francia, le pregunté si éste era el de la persona que le había hecho el regalo y me miró poniéndose roja, supuse que sería algún caballero que conocería en el país vecino y no le hice demasiado caso.

Le expliqué cómo usarlo, las claves y las posibilidades de archivar fotografías y correos, ella parecía un poco perdida pero ponía mucho interés.

  • Lamento no ser más avispada pero es la primera vez que tengo un aparato de éstos.
  • No me diga, será la única que no tiene.
  • No, donde yo vivía no nos dejaban tener aunque algunas lo escondían.
  • ¡Qué rigurosos!  ¿Qué era, un hospital?
  • No, era un convento.
  • Aaah, ya entiendo, entonces la persona que le ha regalado…
  • Sí es una hermana, teníamos mucha confianza hasta que tuve que salir.
  • ¿Lo dejó?
  • No, tuve que pedir licencia para cuidar a mi madre que estaba muy enferma y me dejaron salir pero después de la muerte de mi madre pedí dedicarme a cuidar enfermos en vez de volver a clausura.
  • Ya entiendo y me alegro, creo que la gente se lo agradecerá.
  • Creo que sí, me gusta lo que hago.

Le expliqué cómo llamar especialmente a su amiga pero sobre todo le expliqué el hacerlo por Skipe, le conté que se alegraría más si lo hacía por allí y se sentó a mi lado para ver cómo lo hacía yo, estaba impaciente para memorizarlo todo y se pegó a mi lado para ver adonde tocaba, esperé un momento y después de unas rayas en la pantalla se oyó un grito de alegría, su amiga se dio cuenta de que llamaban de España y se alegró antes de verla.

Estábamos casi cara con cara esperando ver a su amiga contenta cuando en la pantalla se vio algo que en el momento no supimos distinguir pero pronto se enfocó y con toda la nitidez imaginable pudimos distinguir unos muslos abiertos y entre ellos un coño sin depilar.

Adoración gritó mezcla de alegría y de apuro, por un momento se olvidó que estaba a su lado y le habló en francés, su amiga le contestó igual y sin ver su cara abrió las piernas enseñándole el coño abierto, la señora Adoración no se amilanó y también con gritos de alegría me cogió el teléfono, se abrió la bata y enfocó entre sus piernas.

Quedé estupefacto, la señora se transformó y una alegría desbordada le iluminó su cara, hablaba rápidamente interrumpiendo a su amiga mientras ambas se mostraban sus coños, lo que me sorprendió fue que la señora Adoración iba depilada y por lo perfecta que lucía debía haberlo hecho recientemente, a lo mejor hacía poco rato.

Yo miraba al teléfono, la otra mujer, separaba los labios con los dedos enseñando el coño abierto y mi vecina intentaba imitarla pero se le caía el aparato, no atendía más que a su amiga y no me hacía caso, ni cuando le cogí el teléfono y lo sostuve enfocándole entre las piernas.

Ya con las manos libres, hizo lo mismo, separó los labios con los dedos dejando el clítoris brillante entre ellos, estuvo frotándolo hasta descubrir el capuchón, yo miraba que la otra mujer hacía lo mismo o más, se metía un dedo tímidamente y ésta la seguía, a mi la escena me gustó y callado tuve que recolocarme la polla, estaba incómodo y la señora tuvo calor y se despasó la bata, el cinturón cayó al suelo y al poco le sobró el resto, quedándose desnuda frente al teléfono.

Tenía unas tetas redondas y bastante grandes aunque cuando llevaba lencería no le realzaba nada, en cambio la francesa tenía unas tetas puntiagudas y separadas, también se había quitado la camisola que llevaba y estaba recostada en la cama.

Al ver que la señora se metía un dedo en el coño me solté el cinturón y dejé caer el pantalón, la polla salió al frente pero ella no la vio.  No tenía más ojos que la pantalla y siguió masturbándose frente a la francesa, las dos se metían dos dedos y chapoteaban los coños empapados.

Ya les parecían poco dos dedos cuando la francesa se metió tres que pronto era seguida por la señora, no dejaban de hablar dulcemente y gemir con sus caricias.

Yo miraba la pantalla y el coño en directo de la señora Adoración, ésta se pellizcaba las tetas con fuerza y miré al móvil para saber que la llevaba a tanta excitación, la francesa se había levantado y en el pomo de los pies de la cama se apoyaba dejándose caer y haciendo desaparecer el trozo redondo de madera de forma fálica en su coño con cuidado pues era grueso pero suave.

Ya no pude aguantar más y levanté un poco el móvil asomando por debajo mi polla dura y venosa, la señora ni me miró pero cogió la verga y la atrajo hacia ella, fui a rastras hasta meterme en ella, separó las piernas todo lo que pudo y sólo tuve que empujar con el teléfono entre mis piernas.

El grito que oímos en francés fue estridente, aquella al ver la polla entrando sin parar y sin final, dejó el palo adentro de su coño y agitó el clítoris con espasmos nerviosos.

Las dos se corrieron a la vez, chillaron ignorándome por completo, la mía me cogió de la cintura y me atrajo clavándose la polla hasta los huevos, luego me empujó hasta casi sacarme para volver a tirar de mí hasta hundirme.

Se volvió a correr un poco antes que la francesa, ésta ya saltaba sobre el palo de la cama sin misericordia cuando cogí a la mía de las piernas y las levanté hasta sus hombros, la francesa empezó a gritar “enculé, enculé”, me adivinó la intención pues ya tenía el capullo en el culo de la señora Adoración cuando empujé y la metí sin escuchar los gritos que daba.

No obstante la otra la animaba y me metía prisa para que la hundiera del todo, ella predicaba con el ejemplo y ya se había metido un grueso cirio por el culo sin sacarse del coño la pieza de la cama.

Para no ser menos tuve que alternar la polla en los dos agujeros, las dos competían y se corrían sin descanso, con furor.

Cuando la señora Adoración volvió a correrse la saqué y se la puse delante de la boca, no sabía su reacción pero sin dudar se la tragó entera, la otra gritó pidiendo leche, la cogí de la nuca y no la solté hasta llenarle la garganta, la otra se puso un trozo de tela en la boca para no despertar a las otras monjas con sus gemidos pero se corrió dejando los pezones amoratados.

Cuando se despidieron con un “à bientôt” mandándose besos de lo más cariñosos apagamos el teléfono y caímos en el sofá, parece que le volvió la cordura y se disculpó, me dijo que hacía mucho que no se masturbaba y agradecía mi colaboración “desinteresada” , me contó que en el convento rivalizaban acariciándose las dos y cuando le pregunté si conocía a alguna más me contestó muy ofendida que no, aunque reconoció que en el silencio del claustro a veces se oían gemidos y jadeos.

Estuvimos todavía un rato desnudos sobre el sofá departiendo, me aseguró que había disfrutado muchísimo y se lo agradecí comiéndole el coño, ella me propinó un generoso chorro de líquido, aunque se disculpó después y yo luego me corrí sobre sus tetas.

Me aseguró que  no sería la única vez que me llamaría para “ponerla al día”, entoncesle pregunté por el segundo paquete y lo abrió en mi presencia, era el último modelo de Satisfyer, no sabía cómo funcionaba y con mi inglés ya fluido leí las instrucciones y le demostré cómo funcionaba, todavía le metí la polla otra vez en el culo mientras el aparato le absorbía el clítoris, esto ya lo hicimos sobre su cama para luego ducharnos.

Al despedirnos me dijo que la llamara Dora y como despedida le pellizqué los pezones hasta hacerla saltar.

Cuando volví a mi garita las piernas me temblaban y me conecté con su cámara, Adoración estaba probando por su cuenta el succionador por todos los agujeros.

Continuará.

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