Memorias de un portero de noche (45)

Después de un tiempo en “dique seco” continuo la serie…, pido disculpas de antemano. La historia relata las memorias de Josu, un personaje que durante su agitada juventud no sospecha del cambio que puede reservarle la vida, ya de mayor se dedica a recordar, unas veces de su juventud y otras de su

Memorias de un portero de noche. (45)

IMPORTANTE

Después de un tiempo en “dique seco”  continuo la serie…,  pido disculpas de antemano.

La historia relata las memorias de Josu, un personaje que durante su agitada juventud no sospecha del cambio que puede reservarle la vida, ya de mayor se dedica a recordar, unas veces de su juventud  y otras de su madurez, les recomiendo leer algunos capítulos anteriores o mejor la serie entera para cogerle el hilo, gracias.

La compra de la casa en el Lago Como se fue formalizando después de tener mi tercer hijo, le encargué a la agente de la inmobiliaria una serie de reformas que lo sorprendieron, pero que anotó de buen grado sobre mi cama. Elena vino a proponerme un nuevo destino laboral, su padre la había mandado de mensajera porque sabía que no me iba a negar.

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A partir de ese día Gabi quiso ser mi “chica” oficial, salí con ella varias veces y me di cuenta de que tenía fama de “calientapollas”, era la típica mujer que provocaba, pero a la hora de la verdad se escurría, yo ya tenía algunos conocidos en la zona de bares que me lo confirmaron, no entendían que fuera con una voyeur como ella.

Les expliqué que ya se había “curado” de eso, pero no me creyeron, aunque veían a la joven entregada a mí y alucinaban, aun así, no confiaban que hubiera cambiado tanto, la ocasión de demostrarlo me llegó cuando me presentaron a unos gemelos, los hermanos eran calcados, morenos, guapos y bien vestidos, el único defecto que tenían era que eran muy tímidos, los demás se burlaban de ellos porque no ligaban casi, aunque ellos se divertían lo suyo jugando con su duplicidad.

Entre los dos se podía decir que ligaban como uno, esto era divertido porque uno al otro se animaba y cuando uno conseguía conectar con alguna chica el otro le entraba en su ayuda y entre los dos y después de unas risas con la excusa de su parecido conseguían alguna cita.

Uno de los admiradores de Gabi me confesó que los gemelos tenías un as en la manga, me extrañé, pero disimuladamente me mostró su antebrazo y me guiñó el ojo, no le entendí al principio, entonces el joven cerró el puño y lo levantó con energía, parecía que los hermanos “calzaban” un buen tamaño.

El rumor que recorrió el bar me llamó la atención, los ojos de todos se desviaron de mi chica y apuntaron a la puerta, me extrañó porque hasta el momento éramos nosotros el centro de atracción, pero el volverme me embobé como todos los demás con la sonrisa más deliciosa que podía esperar.

La dueña de la sonrisa era Elena, me miró y suspiró como quien por fin ha encontrado lo que buscaba, pero al verme acompañado hizo un mohín de decepción, por detrás de Gabi le hice señas para que pidiera en la barra lo que quisiera, hasta que la pudiera atender.

Esto me dio una idea y como todos íbamos cargados de ron no nos costó nada entablar conversación, los dos hermanos se encandilaron con la muchacha nada más verla y ella también se sintió atraída por aquellos mozos repetidos.

Eran chistosos, sobre todo una vez animados por unas cuantas copas y mi idea se convirtió en maquiavélica, a Gabi ya le había demostrado que lo de mirar solamente no era la mejor opción, Nadia me ayudó bastante y cuando nos separamos en Caracas, el complejo de Gabi había desaparecido por completo.

Nadia por un lado y yo por “todos” la habíamos follado hasta rendirse, el día que estuve con ellas dos fue muy satisfactorio, y cuando volvimos en el avión de vuelta, ya por debajo de mi chaqueta, que llevaba en las rodillas, Gabi insistió en hacerme una mamada espectacular que se podía calificar de “gran altura”.

Una vez los gemelos “encarrilados” los dejé con la chica para acudir junto a Elena, el primer beso que me dedicó provocó un “Oooh” general, me salvó el que Gabi estuviera prensada como un sándwich por los gemelos y no viera a Elena, aunque posiblemente se hubiera deslumbrado también como todos los demás.

Desde la esquina de la barra controlaba a Gabi, los gemelos hacían grandes progresos, la chica ya estaba sentada en las rodillas de uno de ellos, mientras él rodeaba su cintura tirando de ella para que se sentara directamente sobre el bulto que se deslizaba por su muslo.  Su doble, le había cogido la mano y con la excusa de alabar el broche que apenas juntaba el profundo escote, tiraba de él para descubrirle a su hermano lo que “no escondía”. Ella estaba encantada con los requiebros que le hacían los gemelos cada vez más emocionados.

  • ¡Hola bonita, acabas de alegrarme el día!
  • Jajaja, ¡qué cara más dura! O sea que estás con ese putón desorejado y me dices que te alegré el día, ¡pues no te vi muy aburrido!
  • Jajaja, me conoces poco, en verdad esa chica, ahí donde la ves es un diamante en bruto.
  • Uuuy, en mi vida oí una tontería tan grande, ¿insinúas que es una novicia que acabas de desvirgar?  Jajaja.
  • Casi, casi, ahí donde la ves esa maravilla de mujer estaba en una nube inalcanzable por culpa de un trauma…
  • Y claro tú se lo has curado, ¿verdad?
  • Algo así, se podría decir que le he abierto los ojos de su error, jejeje.
  • ¿Y ahora qué, se la entregas a los leones?
  • Bueno, en parte sí, la chica se estaba haciendo una “película” conmigo demasiado seria, y como comprenderás no me interesa ligarme… de momento.
  • Uf, menos mal que todavía tengo esperanza, jajaja.
  • No digas eso, sabes que te tengo siempre en mi corazón.
  • Preferiría que me tuvieras aquí…

El mohín que hizo Elena no pasó inadvertido a los vecinos de barra y se fueron apartando dejándonos solos, la venezolana me había agarrado la polla sin pensárselo dos veces y comprendieron que no tenían nada que hacer con aquella belleza.

A Gabi no se le veía, se había sentado sobre las piernas de uno de los gemelos, ésta vez lo había hecho abriendo las piernas y de cara a él, la falda no pudiendo ceder más se le había subido a las nalgas y como llevaba un tanga minúsculo daba la impresión de que no llevaba nada.

A su alrededor se habían congregado los chicos solteros y alguna de las chicas, sin duda intrigadas también sobre cómo iba a quedar la “fiesta”, la risa descontrolada de Gabi sobresalía de entre todas las demás y cada vez iba subiendo más y más.  En un momento dado, desde la esquina que estábamos vimos ondear el escueto sujetador de la chica sentada, el coro voceó animándola a que siguiera con más prendas.  El otro hermano se había sentado frente a ellos, rodilla con rodilla con su gemelo y Gabi podía resbalar por los muslos de uno al otro como sobre raíles de tren.

No supe quién les dio la idea, pero parece ser que Gabi se tumbó sobre los muslos del hermano a su espalda y al mismo tiempo levantó las piernas por encima de sus cabezas, Elena y yo vimos las piernas torneadas rematadas por los tacones de aguja balancearse al aire y al momento enseñar el tanga colgando de uno de los tacones, para más gloria de la chica separó las piernas para demostrar que la prenda que colgaba era la suya.

Gabi ya no tocó el suelo, los dos hermanos la levantaron en brazos y de allí desaparecieron por la puerta del local jaleados por una ovación de los asistentes que le daban “consejos” sobre lo que debían hacer.  Ya no tenía mucho objeto que siguiéramos en el bar por lo que después de darles un poco de ventaja pagué las consumiciones nuestras y las del trío que salió delante y nos fuimos a mi apartamento.  Al salir se escucharon unos comentarios bastante obscenos respecto a mí y mis chicas, lo que me hizo comprender que había ganado unos “puntos” de popularidad.

Al entrar a mi apartamento sospeché que Elena adivinaría que su madre había estado allí, posiblemente por el olor tan penetrante del perfume de Miriam, aunque no dijo nada, sólo sonrió, pero cuando salió del baño, con la excusa de retocarse el maquillaje, vi que llevaba un pendiente de más, era precisamente el que su madre me dijo que le guardara, después de irse.

Noté su presencia detrás de mí, yo ya me había servido una bebida en vaso largo y sujetaba otra igual para mi chica, ella me rodeó por atrás pegando sus tetas a mi espalda, sin mirarla le alargué el vaso y ella después de cogerlo echó en el mío el pendiente de su madre.  En el momento no me percaté porque se coló debajo de los hielos, al no hacerle caso y seguir mirando a través de la ventana panorámica se fijó en lo que yo miraba.

En el edificio de enfrente, en la casa de Gabi la luz estaba encendida y no poco, parecía el escenario de una obra con tres actores.  Elena, viendo que tenía interés por saber el desenlace de la “ función”, me fue soltando los botones de mi ropa hasta dejarme desnudo, a su vez iba haciendo lo mismo y a cada prenda que se quitaba me lo hacía saber pegándose a mí por atrás.

Estaba claro que a ella también le intrigaba lo que ocurría en el otro apartamento, imagino que a alguno de los vecinos también le interesaría.  El caso es que entre los dos gemelos subieron a Gabi a la mesa de cristal, nosotros por simpatía hicimos lo mismo, Elena a mi lado apoyando un codo en mi hombro me iba pasando el vaso frío por mi cuello.

Gabi estaba segura que yo la estaba mirando, desde mi observatorio privilegiado, pese a estar a oscuras, seguro que mis ojos relucían como los de un búho y no sólo eso, Elena se ocupaba de que no perdiera detalle, ella por su parte había mordido un hielo de su vaso y lo recorría por mis pezones provocando que tanto ellos como mi polla presentaran su mejor imagen.

Cuando un gemelo levantó las piernas de Gabi en V frente a él comprendí que no me habían mentido, la polla que la apuntaba directamente a su coño era más que grande, pero lo que me sorprendió más fue que la verga de su hermano intentaba meterse en la boca de la chica y no creí que pudiera dilatar sus labios aquella tranca, pero el individuo lo consiguió al mismo tiempo que su hermano hacía lo propio en el coño “casi” virgen de Gabi.

No podría decir si las lágrimas que corrieron por las mejillas de la joven eran por la polla en la boca o por la del coño, las dos eran enormes.  Estaba claro que a aquellos hermanos sólo les faltaba el ánimo del uno al otro porque a partir de ahí los dos no pararon de meter y sacar aquellas barras de carne dura por los agujeros de Gabi.

Elena había bajado de mi mesa de cristal y me había separado las piernas colgando, mientras yo observaba con expectación las escenas de aquellos tres, ella me iba haciendo una mamada con toda la parsimonia que podía, yo no tenía prisa en terminar y ella… tampoco.

La venezolana notaba en su paladar los efectos de mis emociones de espectador, estaba expectante esperado lo inevitable, aquellos dos había cogido el ritmo y ya no había que decirles lo que tenían que hacer, por lo que yo esperaba que los dos, con la fraternidad lógica, decidieran que aquel culo y aquella vagina paralela era el culmen para estrechar todavía más la parentela.

Elena tosió atragantada cuando yo le cogí la cabeza del cogote e instintivamente le clavé la polla hasta la campanilla, imitando a lo que aquella pareja de, bien armados jóvenes, hacían con Gabi.  Sobre la mesa de cristal grueso y de frente a la ventana, (quizá idea de Gabi ) uno por el culo y el otro por el coño fueron metiéndole las barras de hierro, lentamente seguramente haciendo caso omiso a los gritos de la bella.

No pararon de moverse teniendo entre medias el cuerpo de la empalada Gabi, que se quejaba del traqueteo de las pollas al entrar y salir sin orden.  Esto duró hasta que comprendieron que lo mejor era sincronizarse y funcionar como el motor también gemelo de una Harley Davidson, los dos pistones subiendo y bajando a la vez, a partir de entonces Gabi empezó a disfrutar y sus brazos sólo se movían para apretar el culo del uno o del otro para que se le metieran más profundo.


Por fin pude conseguir ir a resolver el papeleo de la casa del Lago Como, tuve que esperar unos días por deferencia de la recién parida, aunque realmente no le hacía ninguna falta, las otras dos madres la atendían con un esmero envidiable, yo sólo estaba de figura paterna (por triplicado) .  Para mí ya era como una rutina, el tener tres hijos de la misma edad, tres mujeres a cada cual más bella y magníficas personas, casi no le daba valor.  Ellas lo hacían todo tan fácil que yo, vivía como en una nube.

Mientras miraba con gozo y sumo placer las curvas del Jaguar verde y la figurita en la calandra del frente señalar el camino por la serpenteante carretera costera del lago pensé en lo que había sido mi vida.

Con un comienzo fatal, mi enrolamiento en el barco a la desesperada y la suerte que había tenido en rodearme a personas que me había protegido y ayudado a crecer y hacerme un hombre, por el tema de la compañía femenina tampoco podía tener queja, hasta ahora todo había ido sobre ruedas y últimamente había ocurrido lo más impensable.

Jamás, a esta edad, me había planteado de “sentar la cabeza” y esto me había ocurrido de golpe, de vivir libre y sin preocupaciones ahora era padre de tres maravillosas criaturas y “marido” de tres excepcionales mujeres.

Pensándolo bien, aun en las lecturas de los libros que me iban dejando el Capitán o el Jefe de Máquinas, nunca pensé que, en la vida real fuera posible poder tener dos mujeres a la vez y mucho menos tres, sí, había leído lo de los harenes, Las Mil y Una noches, y todo eso, incluso lo de diferentes religiones o culturas que lo permitían, pero nunca imaginé que pudiera ser posible.

En cambio, en mi casa todo eso era tan fácil y tan normal que lo vivía como si fuera lo habitual, lógicamente todo era fruto de la combinación de las tres personas más maravillosas del mundo, con una capacidad de amar y una comprensión hacia ellas y hacia mí que no dejaba de asombrarme.  Además de un respeto personal impecable, las tres con sus caracteres completamente diferentes se cumplimentaban hasta el punto que a veces parecía que sólo era una única mujer perfecta.

Sofía era la más culta, educada y cerebral, sabía organizar, tramitar y solventar cualquier problema hogareño, Susi en cambio era una chiquilla divertida que aportaba juventud y la locura que nos hacía falta de vez en cuando a los cuatro y qué decir de mi mujer Andrea, ella era el amor personificado, la dulzura, el saber qué y cuándo necesitábamos algo alguno de nosotros, nos llevaba en bandeja, no había cosa que se le escapara y estaba pendiente de todos.

Cuando las tres madres estuvieron recuperadas, poco a poco se presentó el dilema de organizar la casa, con los niños no había problema, además de ser muy pequeños era mejor si estaban los tres juntos, por comodidad, las tres cuidaban de los tres y como si fueran propios.

En cuanto a mí, que era el “zángano” de la colmena, no sabía qué solución darle, si hacíamos tres habitaciones como parecía lógico, podía ser violento para cualquiera de ellas que alguna noche me fuera a dormir con otra dejando a una “desamparada”, en esas tribulaciones estaba cuando Susi dio con la solución y lo más sorprendente fue la aceptación de las otras dos.

Cuando volví a casa después de estar casi todo el día fuera, viendo posibilidades de comprar un coche adecuado para la familia numerosa,  aquel día nada más entrar noté algo diferente, además de sus caras, era el ambiente en la casa, al fin como no dije nada, entre las tres me llevaron a la habitación más espaciosa, la de Sofía y vi que habían montado tres camas juntas, casi me echo a reír porque parecía una cancha de futbol aquella súper cama, lo más sorprendente fue la demostración que hicieron ellas, parecía una coreografía ensayada, pero que resultó de lo más aclaratoria.

En un santiamén, me desnudaron y luego antes de que pudiera reaccionar yo, lo hicieron ellas, pero unas a la otras, al final estábamos de pie los cuatro en pelota viva, de pronto las tres saltaron a la súper cama y se pusieron cada una en una, yo sonreí al comprender lo que me querían decir, aunque no terminó ahí la cosa, yo entendí que cada una estaría en su cama y luego ellas se cambiaron varias veces de lado con lo cual me daban a entender que era el lema de los Tres Mosqueteros, “Todos para uno y uno para todos”.

Las tres quedaron sentadas en la cama con los brazos abiertos llamándome a que las acompañara.  Aquel día fue una demostración emocionante del amor que nos profesábamos los cuatro, además de un sexo desinteresado, en el cual, todos ofrecíamos lo mejor de nosotros para cualquier otro, fue la emoción de saber que aquella unión era perfecta y para siempre.

Ahora en el coche, en el asiento de cuero de mi lado llevaba unos bocetos en los que hacer las reformas pertinentes para plasmar en la nueva casa una habitación súper grande para todos, también planeamos la de los niños y con ideas de futuro, la casa, casi una mansión permitía lo que quisiera y las vistas eran el colofón perfecto.

Cuando entré en el pasillo de cipreses que daba entrada discreta al terreno que circundaba la casa me sorprendió encontrarme sentada en un banco de piedra a la mujer de la inmobiliaria, me miró sonriente, la había llamado avisándole cuando salí de la agencia de alquiler de coches, aquel chico tan apuesto me aclaró lo que ya sospechaba, la vendedora lo conocía muy bien y por la manera de ser de ella supuse sin temor a equivocarme que follaban como locos.

La dama, en un primer momento me impactó, me recordó la famosa “chica de la curva” , iba vestida con una túnica blanca hasta los pies, cruzada por el frente y cuando me detuve delante de ella, me sonrió de una manera que me dio calor por todo el cuerpo, abrió la túnica despacio, con un leve movimiento de hombros dejó caer la leve prenda al camino empedrado y desnuda como iba subió al descapotable sin abrir la puerta.

Lo hizo lentamente para que me diera cuenta de que las tetas le balanceaban como campanas y las piernas al abrirse dejaban ver unos labios depilados que mostraban el clítoris hinchado y enrojecido, posiblemente porque se lo había estado preparando ante mi llegada.  Antes de que pusiera la primera marcha, me había dado un beso salvaje y despasado el pantalón.  Tuve que echar el asiento todo atrás para que pudiera llegar con la cabeza por debajo del gran volante del Jaguar.

A partir de ahí y hasta la entrada de la casa estuve conduciendo el coche con la punta de los dedos mientras la cabeza de la morena subía y bajaba lentamente.  Me demostró que tenía una compenetración perfecta pues al llegar a la escalinata y aparcar el coche sin mucho cuidado me hizo correr en su garganta hasta dejarme seco.

No tuve fuerza ni de apagar el motor y me eché hacia atrás en el asiento hasta que ella me dejó limpio de leche y saliva.   Cuando subimos por la escalinata ya me había quitado los pantalones y la camisa y la llevé en brazos hasta la cama, no me dejó que la echara encima, fue ella la que me empujó suavemente de espaldas sobre las sábanas ya abiertas.

Nunca me lo habían hecho a mí, yo sí alguna vez especial, pero la dama me descalzó y me lamió los pies, fue una sensación nueva y excitante, al subir por las piernas, rodillas y muslos, comprendí lo que sentirían las mujeres ante mis caricias semejantes y la dejé hacer.

Aquella mujer sabía lo que podía sorprenderme, cuando creía que me iba a cabalgar me cogió de los tobillos y me los subió hasta las orejas, quedé en una postura digamos… un poco innoble, pero ella no dudó en dejar su lengua entre mis nalgas expuestas y de una lamida me lubricó desde la rabadilla hasta los huevos.

Creo que se me encogió hasta el alma, a la segunda pasada ya se estableció en mi agujero y sin prestar atención al vello, después de rodearlo con suma suavidad presionó hasta hundir la punta de la lengua, mi polla, todavía no repuesta de la mamada en el coche, saltó como por arte de magia, palpitando y balanceándose.

La lengua de la italiana rodeó mis huevos varias veces antes de subir en espiral hasta el glande el cual lucía rojo como una boya a media noche, no obstante, se recreó lo que quiso antes de meterse la cabeza en la boca y cuando lo hizo procuró ir cediendo los labios poco a poco como si no pudiera tragarlo todo, cuando ya no se veía casi la mitad aspiró y sentí su campanilla en el capullo.

Estaba decidida a ordeñarme hasta dejarme exhausto y casi lo consigue, porque su dedo pulgar me estaba masajeando la próstata, ya sentía cómo me pasaba la electricidad por la espalda para correrme cuando me dejó con las ganas y se levantó.

Esta vez paso de largo mi polla, después de las lamidas a los pies ya estaba de nuevo en forma, pero simplemente la dejó resbalar entre sus tetas cuando pasó sobre ella, luego por el medio del estómago, el ombligo y el monte de Venus, esperé que se sentara encima cabalgándome o metiéndola en su coño o mejor abrazarla con sus labios íntimos, pero no fue así, siguió más arriba hasta dejar que sus pezones rozaran mis labios, los chupé sólo un momento y siguió hasta dejar su coño sobre mi boca.

Desde abajo la visión de su vientre plano y sus tetas alargadas y erguidas coronadas por unos pezones en punta me convencieron para lamer aquel néctar que ya manaba de su coño mojado.  Noté el temblor de su espalda al lamerle el clítoris y la carne de gallina en su piel, sobre todo cuando le puse la punta de la lengua en su culo.

Separó las piernas bajando sobre mi boca casi ahogándome, aceleré la lengua y ella inclinándose hacia atrás, se apoyó en mis rodillas con las manos, en su espalda notó mi polla vertical y ahí esperó hasta correrse en mi boca.  Cuando recobró el aliento simplemente se deslizó sobre mí hasta que la verga entró despacio en su cueva y así sobre mí, casi nos dormimos.

  • Bienvenido Josu, ha sido todo un placer recibirte.
  • Lo mismo digo, me has sorprendido desde la curva(no le nombré lo del fantasma)
  • Jajaja, ¿te gusto?
  • Ya lo creo, sobre todo el ir conduciendo, un Jaguar como el de la puerta, con la punta de los dedos y la polla hasta el fondo de tu garganta, jajaja.
  • Jajaja, es verdad, a mí también me hacía ilusión ver que reacción tenías cuando te corrieras, por eso me di prisa por si acelerabas y nos metías en la casa con el coche subiendo la escalera, jajaja.
  • Jajaja, por cierto, ¿y tu marido?
  • Pues… espera a ver… ¡ah sí!, Marco creo que está en Frankfurt… o quizá en Madrid, no sé, pero… ¿Qué importa, aquí estamos tú y yo, follando, seguimos?
  • Claro.

Estuvimos hasta que se puso el sol follando y descansando cuando nos apetecía, ¡ah por cierto!, después de una corrida brutal, sacó una botella de champan y unas pastas, lo más curioso es que el champan nos lo bebimos sin copas y no especialmente “a chorro”, sino que lo mismo se lo echaba en el coño y yo lo bebía, como me rociaba la polla y hacía una lluvia dorada de verdad.

Esa noche la pasamos en mi “futura” casa, desnudos frente a una gran mesa, saqué los bocetos de las ideas que teníamos de la nueva distribución y cuando le conté la idea de dormir las tres mujeres conmigo no pudo resistir la tentación de arrodillarse entre mis piernas y comerme la polla, sabiendo que era tan especial.

Tuve la fuerza de voluntad de frenarla antes de correrme y seguir explicándole las reformas que quería, a ella le ilusionó también porque representaba que volvería para inspeccionar la marcha de las obras y tendríamos oportunidad de follar a placer.  Además de coger como los ángeles y ser insaciable, la agente demostró una gran profesionalidad y tomó nota de todo lo que le pedí, incluso me sugirió unas mejoras que se nos pasaron.

Por la mañana fuimos a la Notaría y allí formalizamos la venta, luego la invité a comer a un buen restaurante, además de ser una ascua en la cama me demostró que era toda una dama en su profesión, en todos sitios la consideraban enormemente y me sentí muy halagado cuando me felicitaron por mi compra.

Cuando fuimos a su oficina, me preparó todos los documentos firmados y formalizamos el resto de trámites, cuando ya estaba todo firmado juntó la documentación y el cheque que le entregué en presencia del Notario para guardar todo en la caja fuerte, se agachó para abrir la combinación y me mostró el culo bajo su falda estrecha, debajo de ella unas líneas en Y que insinuaba el tanga mínimo que llevaba, pensé que sería un buen final del trámite y me acerqué a ella, cuando le sujeté las caderas no hizo ningún movimiento más que el de los dedos girando la cerradura cifrada de la caja.

Mientras ella giraba a derecha e izquierda yo fui levantando la falda hasta dejarla sobre su cintura, las dos nalgas morenas pellizcaban el hilo que bajaba desde la cintura y tiré de él hasta sacarlo, fue una grata visión descubrir la piel sombreada que rodeaba el agujero arrugado y más abajo los labios hinchados y ya húmedos, ella tardó lo indecible en encontrar la combinación correcta o eso parecía.

Cuando escupí entre sus nalgas esperé a que la saliva rodeara el agujero y no esperé más, me acerqué y empujé el capullo hasta verlo desaparecer, ella ya había abierto la caja y se tuvo que apoyar con fuerza cuando le abrí el culo con mi polla, su grito llenó el despacho, pero no me arredré y después de darle un respiro sacando la verga hasta el anillo la volví a meter hasta más de la mitad, los lamentos ya no eran tan agudos y me envalentoné, busqué sus tetas por debajo de la camisa y al tenerlas en las manso volví a empujar.

Ella ya había separado las piernas lo suficiente para que pudiera entrar a fondo y de momento sentí como me presionaba la polla como si fuera a partírmela, no me había enterado, pero sobre la mesa se había iluminado el interfono que comunicaba al despacho contiguo.  Ella sí, e intentó ponerse de pie, pero no la dejé, aún así, pudo girarse y en la postura que estaba, con la falda en la espalda, las tetas colgando en mis manos y mi polla hundida hasta los huevos en su culo pudo alcanzar el dictáfono.

  • Hola amor, ya he regresado.
  • ¿Marco? Qué ha pasado, te hacía en… bueno es igual…
  • Sí cielo, estaba en Barcelona, el caso es que mi cliente ha declinado la compra porque ha cambiado de proyecto y he adelantado la vuelta, ¿cómo te ha ido a ti?
  • Pues… bien, sí muy bien.
  • Estaba seguro que lo convencerías, sabes vender muy bien.
  • Bueno… me defiendo.
  • ¿Y qué tal es el cliente?
  • Muy bueno, me ha demostrado que es un hombre educado, serio y complaciente, no me ha dado problemas, al revés, todo alegrías.
  • Ah eso está bien, me alegra que te haya tratado bien.
  • Ya lo creo, lo tengo metido en… el bote.
  • Jajaja, te creo, eres irresistible.
  • Mis dolores me cuesta...  ¿Vas a pasar a verme?
  • Es posible, estoy ordenando mis papeles y mandando unos correos, a lo mejor paso y te meto la verga, te extrañé mucho, ¿te apetece?
  • No, creo que no, estoy muy ocupada, además pienso que tardaré en poder sentarme, creo que me ha sentado mal la comida, ya sabes…
  • Bah, ya veo, has adivinado que te la quería meter en el culo, siempre con excusas, en fin… paciencia, algún día será… hasta luego.
  • Hasta la noche cariño.

Durante toda la conversación no paré de bombearle el culo hasta el fondo, por una parte, temía que asomara el marido por la puerta, pero al ver que ella dominaba el terreno seguí con el morbo de follarme aquella hembra.  A ella debía pasarle lo mismo porque mientras hablaba no dejaba de mover el trasero y provocar que la polla le entrara entre las nalgas hasta pegarle los huevos en los labios del coño.

Nada más colgar el teléfono se corrió con las piernas separadas y las manos apoyadas sobre la mesa, a cada embestida mía los papeles volaban con sus soplidos.  Yo ya estaba en las últimas cuando ella se movió rápidamente y me rogó que no me corriera en su culo, en cambio giró sobre sí misma y antes de darme cuenta me estaba chupando la polla hasta que me vacié en ella.

En ese momento oímos cómo se cerraba la puerta de la calle, su marido se había ido, entonces nos sentamos a relajarnos, en su cara estaban los rastros de mi leche saliendo de sus labios, y su culo mostraba un agujero que tardaba en cerrar.  Nos despedimos con unos besos ardientes con la promesa de parte de ella de esmerarse en la reforma de mi casa y yo en dedicarle un día de “relax”.


Cuando los gemelos se cansaron de follar a Gabi se marcharon, no los vi porque Elena me “convenció” en ir a mi cama, allí me olvidé de Gabi y sus amantes y me dediqué en cuerpo y alma a Elena, después de mamarme la polla sobre la mesa, ya en la cama se puso a llorar, se le notaba que no estaba muy apenada y era para recriminarme que me hubiera follado a su madre, pero tuvo que reconocer que su madre era como era y la gente la conocía bien, al final con un poco de habilidad por mi parte le hice comprender que no tenía por qué temer nada de ella.

Cuando amaneció ya estaba todo arreglado, sobre las sábanas las manchas de semen y fluidos denotaban la cantidad de sexo que habíamos tenido, entonces volvió a llorar, pero esta vez más sincera, ya me preocupé pues no comprendía que podía sucederle, hasta que por fin abrazada a mí y entre hipos me contó el motivo.

  • Josu, sabes que estoy muy a gusto contigo, pero te tengo que confesar que hoy no he venido solamente para follar contigo.
  • No te entiendo, si te molesta que lo haga con tu madre, le daré el pasaporte.
  • Nooo, no es eso, tú puede hacer con mi madre o con quien quieras lo que te dé la gana, aunque no te niego que me pongo un poco celosa.
  • ¿Entonces?...
  • Vengo a hablarte de un asunto que me ha encargado mi padre…
  • ¿Qué pasa, que no está contento con mi trabajo?, o… es que se ha enterado que le pongo los cuernos o… que contigo tampoco me porto como un hermanito.
  • Jajaja, no es eso, ¡no me hagas reír, que es serio!, mi padre quiere proponerte un traslado.
  • ¿Un traslado, adonde?, si yo estoy bien aquí, bueno ahora sí, porque he pasado una temporada…
  • Precisamente, tú ya has organizado el trabajo aquí y, por cierto, muy bien, por eso quiere mandarte a otro lugar con otra misión más importante.
  • Vaya, ahora que el Caribe se me estaba dando bien… y ¿qué es lo que te ha dicho?
  • Él comprende también que estás a gusto aquí, por supuesto sabe que nosotros… en fin, que nos acostamos…
  • Uf, ¿y no se ha enojado?
  • ¡Qué va!, también sabe que mi madre te come la polla, jajaja.
  • Madre mía, seguro que me envía al Polo Norte.
  • Casi, el caso es que había pensado en llamarte al despacho y comentártelo en persona y luego… celebrarlo con su secretaria.
  • ¿También sabes eso?
  • Claro, la secretaria es íntima amiga mía, cuando te dio el empleo me contó lo que pasó en el despacho, jajaja, ¡no hagas esa cara!, a mi padre le chifla que le coma la polla, pero cuando ella vio tu verga se quedó prendada y mi padre le premió para que se la metieras tú.
  • Entonces… parece que todos sabéis todo de todos.
  • Bah, pues sí, mi padre tiene allí las que quiere, si te has dado cuenta todas están buenísimas, cuando le entregan el currículum, ya saben que se las va a follar o por lo menos a chupársela, jajaja.
  • Bien, me alegro por todos, pero qué es lo que pretende ahora tu papaíto…
  • Pché, casi nada, que te vayas a controlar una prospección que ha comprado.
  • Ah, eso está bien y… ¿Adonde está eso?
  • No tengo idea ¿te suenan las islas Lofoten?
  • ¿Lofoten?, ¿sabes adonde están esas malditas islas?, están en el fin del mundo, allí sólo hay auroras boreales y hielo, a un paso del Círculo Polar Ártico.
  • No sé, lo que sí que me dijo mi padre es que estaba seguro que te negarías, por eso me recomendó que antes de renunciar miraras el sueldo que te ofrece…
  • ¡No y no, aunque me diera todo el oro del mundo!…
  • Espera y mira…

Elena se incorporó y alargó la mano a su bolso que estaba en la mesita de noche, al hacerlo una teta quedó colgando, la vi y no pude resistir colarme por debajo de su pecho y meterme su pezón en la boca, ella saltó de la impresión y se dejó caer para que me la tragara toda, nos reímos un poco con el juego, pero cuando nos repusimos me puso el contrato delante de los ojos, me tapó la cifra con su otra teta, lo hizo con una cara de niña picara que no tuve más remedio que prestarle atención.

Lentamente fue desplazando el pezón por el papel de derecha a izquierda, me quedé bizco mirando aquello, detrás de aquella adorable areola aparecieron los ceros como si fuera un tren de mercancías americano, uno tras otro una cantidad de ceros que parecía interminable.  No esperé a que terminara, me lancé al otro pezón y le mordí para que terminara con la incógnita, cuando apareció “la locomotora” sólo pude que mover la cabeza en sentido afirmativo.

Le quité el contrato de las manos y leí los términos, estaba más que claro, el trabajo merecía ese dinero, era estar en varias torres de extracción en medio del océano, sin ir a tierra en meses, sólo moverme de una a otra en barco o helicóptero, con gente que no conocía y a la que no quería conocer y por dos años mínimo, eso sí, me daba poder de mando total, aunque eso a mí no me impresionaba.

  • ¿Qué le digo a mi padre?
  • Que lamento no estar en su despacho para celebrarlo con su secretaria, jajaja.
  • No te preocupes, para eso me tienes a mí.

Se me olvidó todo, el Caribe, Maracaibo, el contrato y el tren de ceros, sólo me centré en aquella mujer que sería la última en ver en años, intenté hacerle, chuparle, lamerle, meterle y pedirle lo mismo hasta que caímos rendidos, ella también tuvo la misma idea y cumplió como la mejor.

Antes de tomar el avión que me llevaría a Noruega llamé a Sofía, en Atenas, le dije el cambio que iba a dar y que no se asustara si le llegaba una cantidad astronómica de dólares a mi nombre, le recomendé que lo invirtiera como mejor le pareciera, era mi mano derecha en finanzas y la verdad me engrosaba la cuenta con muchos beneficios.

Continuará.

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