Memorias de un portero de noche, (42)

El irme de Santa Fe y no despedirme de Gisela me apenaba, aunque nunca pensé que ella tomaría la iniciativa. La despedida fue verdaderamente “emotiva” y peligrosa. En Grecia las cosas iban bien y tranquilas, pero pronto iban a cambiar.

Desde que partí de Paraná no vi a Gisela, entonces me pareció una joven pre-adolescente, ahora era una mujercita perfecta, y más porque su tía Carol se habían dedicado a vestirla de una forma de lo más sexi.

Aparte de llevar un top que mostraba unas tetitas altas, duras y con unos pezones hinchados que se marcaban en la licra del top como una segunda piel, por supuesto no llevaba nada más que le disimulara las dureza de las tetas juveniles, además el adorno que llevaba en el ombligo (seguro que también era cosa de Carol ) hacía que las miradas se distrajeran de los pechitos y bajaran sin remedio.

A la faldita corta, cruzada sobre un muslo y sujeta con un pasador era imposible no mirar, los muslos delgados, que recordaba cuando la conocí, no tenían nada que ver con aquellos, largos y torneados, ya más no pude apreciar, pues calzaba unas botas de pirata hasta por encima de las rodillas.  No obstante Carol la cogió de los hombros y la giró para que la apreciara de cuerpo entero.

Su tía estaba orgullosa de su “obra”, me hizo apreciar el vuelo de la faldita al rodar que mostraba el comienzo de las nalgas, me llamó la atención de que no se distinguieran las braguitas, en un principio lo aduje a que fueran de color carne pero a la segunda vuelta vi que simplemente era una línea que desparecía entre las duras nalgas.

No sabía a dónde mirar, Carol era una mujer joven, con ventajas sobre su hermana, ya que Magda era una Milf a la que follé muy a gusto y que me correspondió, pero Gisela… cuando la conocí tuvimos un encuentro que pudo ser mucho más ardiente, de no ser porque respeté su edad y sobre todo la advertencia de Osvaldo.

  • No comprendo… creí que Gisela no tenía mucho en común contigo.
  • Todo lo contrario, desde niña fue mi sobrina preferida, mi amiga, soy su confidente y al revés, lo que ocurre es que mi hermana y su marido no entienden ciertas cosas…
  • No estaría tan seguro…
  • ¿Ah, lo dices por…?  Jajaja, bueno sólo algunas.
  • Jajaja, me alegro saberlo.
  • El caso es que Gisela me contó vuestro primer encuentro, según ella no fue el esperado, por lo menos para ella.
  • Bueno…  es que hubieron unos condicionantes, sí, detalles que tuve que valorar.
  • Ya imagino, por eso Gisela siempre tuvo una duda importante, traté de hacerle comprender,  pero ya sabes, a veces es mejor hacerlo que explicarlo y ahora se presentó la ocasión, cuando me dijiste que te marchabas se lo conté, mi hermana no sé si lo entendería, si fuera para ella lo tendría claro pero para su “hijita”…
  • Quieres decir que te imaginabas que yo iba a cambiar de opinión respecto a …
  • Si lo piensas bien, las cosas han cambiado, ya no es una niña, creció en todos los sentidos y sólo pretende asegurarse de no equivocarse, ya sabes, Ylenia… toda la vida juntas, una buena amiga, pero un hombre es un hombre, yo se lo dije, le conté algo pero es mejor que seas vos el que se lo “explique” bien y luego decida.
  • No me seduce la idea el ser una “prueba”, aún así me gustaría que tuviera motivos de peso para decidir, pero no pensemos en eso ahora, vamos a cenar y divirtámonos, la noche es joven.

Gisela nos miraba con cara de pena, veía que sus ilusiones se difuminaban, a mí personalmente me ponía como un burro pensar en follarla, pero el que fuera “sólo” un experimento me frenaba un poco, aunque al estar “acompañada” de su tía Carol le daba un morbo añadido.

La cena fue fantástica, acerté en el sitio y tanto los platos como el servicio se portaron de maravilla, me dio la impresión de que me envidiaban bastante al verme acompañado por aquellos dos bombones.

A la habitación de Carol no llegué a entrar cuando vinieron a por mí, por eso fue mayor la sensación cuando entré llevando a cada una de la cintura, la tía había decorado la habitación como si fuera la Suite Nupcial de un hotel de Lujo de Cancún, había engalanado con pétalos de rosa y había quitado de la vista todos los libros y vestigios suyos que pudieran “distraer” nuestra atención.

Estaba claro que el papel principal lo tenía Gisela y Carol estaba dispuesta a ayudarme en todo para que su sobrina tuviera el mejor estreno.  Ésta estaba empeñada en volver a su casa sabiendo lo que era una buena pija, ya me la mamó en Paraná debajo de su manta  y sabía mis medidas pero el tenerla en su concha debía ser algo especial, su tía se lo había dicho pero del dicho al hecho… hay un trecho.

Entre las dos me fueron desnudando, Carol le dejaba a su sobrina las partes más eróticas, ella se limitaba a mi camisa y los zapatos pero Gisela se ocupaba de los pantalones y por supuesto del bóxer que a esas alturas estaba lleno de carne dura.

Carol me dejó para dedicarse a su sobrina, mientras me propuse desvestirla a ella, estaba preciosa y era una gozada ir descubriendo su cuerpo, a la vez que ella hacía lo mismo con Gisela, a ella le dejó lo mínimo para que fuera el que descubriera sus cambios desde que la conocí.

A Carol la dejé sólo con el sujetador y las braguitas tipo bikini, yo quedé con el bóxer y Gisela con un tanga y el top, su tía no quiso quitárselo porque era lo único que llevaba sobre las tetas.

Nos pusimos uno a cada lado de Gisela, esta nos miraba agradecida por las atenciones y a cada caricia ronroneaba como un gatito, en un principio no me lancé demasiado y traté de averiguar en qué lugares sentía más sensaciones.  Con una serie de besos cortos por las orejas y cuello creí que la iría seduciendo poco a poco, no quería que se alarmara demasiado.

De igual modo pensaba su tía, que con suavidad iba subiéndole el top y dejando ver el comienzo de sus tetas menudas, en eso estábamos cuando Gisela se enroscó y se colocó entre su tía y yo, con una agilidad propia de la juventud, metió una mano por el camal de mi bóxer y sacó la polla ya dura y levantó la prenda hasta que dejó salir mi par de huevos.

Con la otra mano buscó a su tía, ésta estaba dedicada a su top y no vio que su sobrina pasaba la mano entre sus muslos y después de levantar un poco el camal del bikini hurgaba con sus dedos en la concha de su tía.  Miré a Carol, ambos comprendimos que Gisela quería despejar sus “dudas” pero comparando los dos placeres a la vez, “catando” mi polla y el coño de Carol.

No tuve más remedio que acabar de deshacerme el bóxer y por consecuencia dejar mi verga tiesa en poder de Gisela, Carol a su vez se quitó su bikini y dejó su coño depilado en manos de su sobrina.  Ésta al tener a los dos sujetos a la vez lamió mi glande rodeando el frenillo con la lengua y luego metió la misma lengua entre los labios de la boca de su tía.

Tenía una mirada tan pícara que nos descolocó, comprendimos que la “niña” era mucho más lanzada que nosotros y quisimos dedicarle una demostración.  Fuimos los dos a una, Carol le terminó de quitar el top dejando los abultados pezones a mi alcance, los chupé hasta dejar marcas rojas, Gisela quedó paralizada porque su tía hizo lo mismo con su coño también recién depilado, yo de reojo miraba a Carol que sólo asomaba los ojos de entre el pubis de la sobrina, ésta gemía débilmente ensimismada en la doble caricia.

Al dejar los pezones de Gisela, ésta buscó el coño de Carol, que después de sus primeras caricias le brillaba de humedad, sacó la lengua para devolverle sus lamidas pero se tuvo que apartar para dejar pasar mi polla rozando su mejilla para verla desaparecer en la concha de Carol.

Ésta gimió y Gisela lo acusó como si hubiera sido ella la que recibió mi verga, quedó ensimismada viendo cómo se hundía y salía delante mismo de sus ojos.  Carol para facilitarle mejor visión separó sus labios y dejó expuesto su clítoris brillante.  Gisela no tardó en comprender el “mecanismo” del mete y saca y acercó sus labios a mi tronco que entraba seco y salía mojado del coño de Carol.

Noté en mis venas la lengua de Gisela, esperaba a que asomara el capullo para lamerlo dejando el tronco resbalar hasta que los huevos chocaban con su cara.  Cuando Carol gimió cerrando los ojos supe que su sobrina había cambiado de táctica y en vez de lamerme la polla aplicó su lengua al solitario clítoris.

La joven aprendía rápido pero su tía y yo queríamos que supiera lo que preparábamos para ella, por eso Carol me cogió la mano y se metió un dedo en su boca mojándomelo de saliva, después me guiñó un ojo, comprendí al instante, con Gisela acurrucada entre sus muslos era la gran ocasión de mostrarle el “catálogo” completo.

Hice lo que me sugirió Carol y a mi dedo ensalivado añadí otro por mi cuenta, Carol al ver mi añadido me miró asustada, la tranquilicé dándole un pico en la boca a la vez que buscaba su culo y lo rodeaba de saliva.

Gisela paró en seco de lamer el clítoris de su tía, por un hueco la vimos mirar su culo esperando acontecimientos.  Ante sus ojos asombrados vio cómo lubricaba con saliva el agujero moreno y fruncido, observó cómo el dedo iba presionando con suavidad y entrando poco a poco hasta la segunda falange, Carol y yo veíamos cómo atendía los progresos y me animó a que siguiera con mi proyecto.

Gisela al ver que al dedo hundido acercaba el otro se movió expectante entre los muslos de Carol esperando ver desde más cerca, y lo vio, por un momento se había desentendido de mi polla que seguía clavada en el coño de Carol y comprendió enseguida.

Al ver que el segundo dedo se hacía hueco junto al primero y se le unía en el recto quiso probar por su cuenta y después de lamerse el suyo lo unió a los míos, Carol sorprendida, abrió la boca porque no esperaba ésta iniciativa de su sobrina y el diámetro que iba tomando su esfínter.

Gisela no era nada tonta, cuando comparó el agujero con mi polla tiró de ella hasta sacarla del coño de su tía, estaba blanca de sus jugos pero no le parecieron suficientes y la metió en la boca añadiéndole más saliva de su parte, a continuación la dirigió al agujero vecino y encaró el capullo al orificio todavía dilatado.

Su insinuación fue explícita, me cogió de los huevos y estiró hacia adelante, el glande desapareció por el ano lubricado como si resbalara en jabón, su tía gimió pero la cogió del pelo y tiró de él, pegando su cara a su culo.

Gisela entendió la necesidad de su tía, sacó la lengua todo lo que pudo y fue lamiendo el agujero para que mi polla lo fuera encontrando siempre ensalivado. Al llegar al fondo siguió lamiendo mis huevos que se pegaban a las nalgas mojadas.

Carol y yo nos besamos ardientemente, nos olvidamos de la sobrina por un momento y quisimos tener un momento privado de despedida, Gisela desde su “mirador” notó nuestra pasión cuando mis huevos se crisparon y se pegaron al tronco, con ojos curiosos vio cómo se retraían y se hinchaban las venas, la polla tomó vida propia contrayéndose e hinchándose al bombear, hasta que me vacié en su culo.

Al instante por el esfínter se escapó un hilo de leche que ya no podía retener, la verga seguía inyectando semen que no podía frenar y Gisela no quiso que se desperdiciara, con dificultad pero con mucho interés alargó la lengua y fue recogiendo la leche que se destilaba por el culo.

El temblor de Carol al correrse terminó la función para Gisela, entre estertores hizo que mi polla saliera y la catarata de leche cayera sobre la cara de Gisela.  Ni yo ni Carol esperamos la reacción de la sobrina, nos sorprendió cuando se aferró a las caderas de su tía y aplicó la boca al agujero en O y aspiró.

  • ¡Uf! Nunca hubiera pensado que fuera tan excitante, gracias por dejarme verlo de tan de cerca, mi tía me lo contó, pero es mucho mejor verlo.
  • Pues esto no es nada al lado de sentirlo princesa, imagina a Josu haciéndote todo eso a ti.
  • Mmm, ya quisiera, a mí me gusta colaborar en todo, sólo me habéis enseñado cómo se hace.
  • No te apenes Gisela, ahora tú tía y yo te demostraremos lo que se siente y como vimos que estás muy interesada, lo vas a disfrutar.

Estaba claro que Gisela se implicaba, una vez relajados, Carol y yo decidimos dedicarnos a Gisela.  Carol probó las experiencias de su sobrina, practicadas sin duda con Ylenia, ahora debía probar las mías, lo primero que hizo cuando estuvo limpia, aunque no seca, fue dedicarse a ponerme la polla otra vez en forma.

La boca de Carol me recordó a su hermana Magda, a ésta también se le daba bien mamar la verga, aunque siendo justo reconocí que Magda sabía hacerlo mejor, Carol no obstante no tardó demasiado en ponerme en condiciones y cuando la tuve a un 90% se la pasó a Gisela para que terminara el trabajo, entonces ésta se centró en atender el coño de Gisela que tampoco tardó en destilar jugos.

Carol no se equivocó, no esperaba que fuera virgen ni mucho menos, por eso al separar los labios del coño juvenil comprobó que estaba en lo cierto, seguramente entre las dos amigas encontraron el medio de solventarlo.  El interior de la vagina era tan rosado y delicado que le dedicó una lamida que Gisela no había probado nunca. La chiquilla, gemía como si estuviera atacada de un orgasmo continuo, yo mantenía la polla en su boca a la vez que pellizcaba aquellos pezones hinchados.

Gisela no avisó, como excusa podría poner que tenía la boca llena de mi polla pero cuando regó la cara de su tía no frenó hasta vaciarse.  Carol no quiso cortarle la corrida y aguantó estoicamente la lluvia dorada de Gisela.

Ésta, cuando terminó, dejó mi polla mojada y se abrazó a su tía llenándola de besos en la cara bañada.  Fue un momento emocionante, vi como Gisela se abalanzaba sobre su tía para besarla, la imagen de las cuatro piernas entrelazadas me sugirió que era el momento ideal y me acerqué a ella, me precedía la polla, puesta a punto al 100% por la boca de Gisela, que encontró sus muslos separados y subió por ellos hasta partir en dos su coño empapado, entró en tromba y no frenó hasta hacer tope en su tierna matriz, la hija de Magda acababa de coger por primera vez y hasta el fondo.

Gisela quedó petrificada, su tía comprendió el motivo, al ver asomar mi cara sobre la nuca de su sobrina y la atrajo hacia sí para seguir llenándola de besos.  La abrazó y la mantuvo sobre ella, Gisela con las piernas rodeando a su tía me ofrecía todo lo que yo pretendía y después de escupir entre las nalgas de la joven esperé hasta que el salivazo llegara a su destino.

Gisela comprendió los gestos que anteriormente hizo su tía, ahora su esfínter era el que debía dilatar y pronto, mi capullo le urgía más de lo que ella podía resistir y gritó mirando a su tía, ésta le sonrió compasivamente y para ayudarla, le cogió las nalgas y las separó.

  • ¡Tía, por favor! ¿qué me ha a hacer?
  • No te preocupes, ya lo sabes, te va a meter la pija en tu culo virgen.
  • Eso no puede ser, la tiene gigante.
  • Jajaja, ya viste cómo se hace pequeña, tú relájate, déjala entrar, te prometo que cuando la tengas entera en tu culo te sentirás mujer del todo.
  • Pero… es que no me cabe, Ylenia ya lo intentó una vez y fue imposible.
  • Jajaja, Ylenia no es Josu, él sabe cómo meter una pija por donde nadie lo consigue y además disfrutando, hazme caso y déjala entrar.
  • Me da miedo tiíta, he visto cómo te la metía a ti y todavía no me lo creo.
  • En cambio, todavía la siento en mi culo, sobrina.

Ayudada por Carol no tuve mucho más que empujar y la polla se fue abriendo paso en el ano recién estrenado, Gisela jadeaba, soplaba y se mordía el labio para no gritar, las lágrimas le caían sobre la cara de Carol, pero ésta las recibía con la misma calma que cuando la regó al correrse.

Carol no se quejó cuando me dejé caer sobre la espalda de Gisela, ésta a su vez estaba tendida sobre su tía que con su limitada movilidad sólo podía que abrir sus nalgas para que yo entrara y saliera sin problema.

El culo de Gisela se adaptó bastante rápido y pronto fue él el que me buscaba, levantaba las caderas para que pudiera enterrarle más la verga. Carol, cuando notó que tenía facilidad para entrar y salir dejó sus nalgas y bajó al coño de Gisela, el tierno clítoris estaba tan duro como un dátil y lo masajeó hasta hacerle explotar, por segunda vez se derramó sobre su tía que ya estaba acostumbrándose.

Gisela me rogó que me corriera en su coño, en la siguiente metida, saqué la polla y la hundí en su vagina tierna como la mantequilla, comparé las diferencias entre su madre y su tía, cada cual daba una sensación diferente, aunque no se lo dije.

Esteve muy a punto de hacerle caso y llenarla de leche pero en el último momento me vacié sobre sus labios abiertos, los primeros chorros le cubrieron el coño y el culo de gotas blancas y espesas y cuando ya no me quedaba nada en los huevos volví a meterle la polla como rúbrica.

Aquella noche repetimos más veces la demostración, cuando amaneció, nos confesó que había sido muy feliz, a su tía le agradecía infinito la oportunidad de conocer tanto placer, ésta se ofreció a recogerla de su casa e invitarla a cenar, sus padres no sabían lo de la despedida ni la prueba, por eso no pusieron objeción.

Años después recordaría esa noche con bastante nerviosismo, al enterarme que Gisela tenía un hijo, por un momento me arrepentí de correrme en la entrada de su vagina, no pareciéndome suficiente imprudencia volví a clavarle la verga arrastrando toda mi leche al interior.  No respiré hasta que su madre me aclaró las fechas del nacimiento del bebé de Gisela, pues según supe después, mis espermatozoides eran bastante activos.

El domingo las llevé a Paraná, a sus padres les conté que dormí en casa de Flor, Osvaldo me miró con complicidad, insinuando que tenía algo que ver con Flor, en cambio Magda sospechó de su hija al ver a Gisela, que volvía con una expresión que ella reconocía de cuando se miró a su espejo después de follar conmigo.


Sofía se ocupó de alquilar un coche para mí, me dio una sorpresa muy agradable, yo pretendía tomar un utilitario y un mapa y buscar la casa que vimos por internet, al descender del avión en Milán busqué el mostrador de la compañía y sin problemas firmé la documentación y me indicaron por dónde dirigirme al garaje.

Un joven muy apuesto me llevó hasta el fondo del local, había muchos coches y yo trataba de adivinar con curiosidad cuál de ellos sería el mío, los coches pasaban y no acertaba a distinguir cuál de ellos sería.  Le pregunté al joven que me contestó amablemente para que  tuviera paciencia, aunque no me adelantó nada.

Al fondo había tres coches o por lo menos tres bultos tapados con fundas de fieltro, los había de tres tamaños, al pasar por su lado los miré de reojo por si adivinaba sus marcas pero fue inútil, sólo cuando llegamos al último el joven se paró y me miró sonriente.

Con mucha ceremonia se agachó y fue descubriendo las telas que cubrían los coches, lo hizo como si estuviera subiendo las faldas a tres bellezas para que eligiera con cuál follar.  Sólo descubrió el guardabarros para que viera el color, uno era rojo, el siguiente gris plata y el último verde, los tres brillaban como un espejo pero ante mi duda fue descubriendo más hasta que pude ver los logos de las marcas.

El rojo era un Ferrari, el Cavallino Rampante era inconfundible y su color rojo más todavía, el siguiente era el círculo con la estrella de tres puntas, su color plateado no me dejó duda, era un Mercedes Benz impecable, lo más curioso fue que era un modelo antiguo, un clásico descapotable, el tercero verde llevaba la inconfundible figura del felino sobre el radiador, el Jaguar MK2 , antiguo y espectacular, con sus grandes faros y su largo “morro”, era también un dos plazas pero con capota, un cupé precioso.

  • Ya hemos  llegado, espero que sean de su gusto.
  • ¿Cuál de ellos es?
  • El que elija, cualquiera de los tres está a su disposición.

Creí que me estaba mostrando las maravillas que tenía la empresa para personas VIP, para luego darme el mío, posiblemente un Fiat 500, pero no, terminó de quitarles las cubiertas y me dio a elegir.  Creo que fue una de las decisiones más difíciles que tuve, allí al fondo del garaje, en la penumbra, relucían los tres como brillantes y me di la vuelta para decidir por sorteo.

Me decidí por el J aguar , por un momento pensé en llevarme el Ferrari pero me dio miedo porque nunca llevé ningún coche tan potente y el Mercedes descapotable, si llovía…  el Jaguar lo tenía todo, lo que más me gustaba era ver allá al frente la figurita del jaguar saltando rodeada de los faros gigantes y los guardabarros enormes.

Al salir de allí no sentía mis pies, el motor apenas se oía, pero al pisar el acelerador sentí cómo me pegaba al asiento, de la guantera saqué un GPS y le puse la dirección en el Lago Como, llevaba el depósito de gasolina lleno hasta el tapón y pisé sin miedo.

El viaje no se puede describir, la belleza del norte de Italia es fabulosa, las montañas y el clima le daban un verdor que invitaba recorrer las sinuosas carreteras con tranquilidad, cuando llegué a la ciudad de Como llamé a la inmobiliaria, me contestó un joven y me confirmó que el agente ya estaba esperando en la villa para enseñármela y ultimar los detalles de venta, salí hacia allí con la nueva dirección en el GPS y por una carretera pegada al margen del lago me interné hasta una masa boscosa que se elevaba sobre la ladera de la montaña.

Al final del camino una verja cerrada mi recibió a la vez que la voz del GPS me decía “ha llegado a su destino” , en aquel momento la verja se deslizó a un lado y me dejó el paso libre.

Tuve que dar un rodeo entre altos árboles hasta que en un claro encontré la casa, no era demasiado grande, pero con una vista privilegiada sobre el lago, estaba orientada al Este y el sol entraba a raudales.

Acababa de parar el motor cuando se abrió la puerta de la casa y salió una señorita con una carpeta en la mano, claramente era italiana por la manera de mover las manos y después de unos besos inesperados me guió hasta el interior, la casa era especiosa y muy luminosa, ya que por todas las ventanas se veía un paisaje espectacular, estaba amueblada completamente como si el anterior dueño acabara de salir a comprar el periódico.

  • Encantada don Josu, le estaba esperando, me alegro de conocerlo y veo que usted es un hombre jovial y simpático, el anterior dueño era todo lo contrario,  se puede decir que bastante enigmático, con su permiso le voy a enseñar toda la casa, como verá es muy espaciosa y con unas vistas extraordinarias, va a ser muy feliz en ella, si decide comprarla, claro.
  • Lo mismo digo, siempre es un placer ser recibido por una señorita tan bella como usted, seguro que me enseña todo lo más interesante de… la casa.

La agente inmobiliaria se mostró coqueta al comentario que hice, mientras me contó que el anterior dueño fue un americano que procuraba ser discreto, nadie lo conocía ni hacía vida social, de paso me insinuaba que tenía un carácter raro y misterioso, cuando vino a Italia contrató la casa desde Texas y nadie supo nada de él, ahora se rumoreaba que el fisco USA lo había localizado y de la noche a la mañana puso la casa en venta y desapareció.

El precio era muy tentador, noté que la agente también necesitaba cobrar la comisión sobre la venta y no regateó cuando le recorté el precio, parecía que todo estaba a mi favor y me interesé mucho por la casa, pero no se lo demostré.

Me fue mostrando las habitaciones, todas tenían llave y ella con un manojo de ellas las iba abriendo, pero una de tantas dio problemas, miró y remiró todas las llaves, las probó una y otra vez, se estaba poniendo nerviosa porque yo seguía indiferente pero mirándola con cierta ironía.

Tuvo que rendirse pero yo insistí que quería verla, en realidad no me importaba nada, al fin y el cabo sería otra habitación más, pero me gustaba verla agobiada, la mujer, sudaba intentando inútilmente encontrar la llave ya que cuando una entraba por fin, no giraba.

Las gotas de sudor le caían despacio por las sienes, deslizándose por el cuello, yo le ofrecí un pañuelo y en vez de secarse ella giró la cara para que lo hiciera yo.  Olía a jazmín, el aroma me embriagó al acercarme a ella, al secarle por el cuello levantó la barbilla y pude pasar el pañuelo por la garganta hasta bajar casi al canalillo. No llevaba un gran escote pero para demostrar que tenía mucho calor, abanicó las solapas de la camisa para que le llegara el aire fresco.

El olor tibio que salió de su camisa me hizo soñar y me acerqué a ella, ya estaba pegado cuando ladeó la cabeza dejando le cuello a mi disposición, aquel cuello y el olor que subía de su pecho era muy tentador pero preferí ver hasta adonde llegaba.

  • Uf, que apuro, siempre me pasa, cuanto más interés tengo en quedar bien, me pongo nerviosa, no sé porqué será.
  • No se preocupe, para eso estoy aquí, para calmarla, si es necesario, permítame las llaves, quizá sea capaz de abrir la cerradura rebelde.

Le cogí la mano en que llevaba el llavero, ella la dejó abierta esperando que yo hiciera algo, mi polla estaba dura y a escasos centímetros, no me habría costado nada acercar su mano a mi bulto pero no quise hacerlo descaradamente, le cogí el manojo de llaves sin tocarle la mano y noté cierta decepción.

Durante mi vida profesional  tuve experiencia en el manejo de las herramientas y fui probando las diferentes llaves, ella pegada a mi lado no se movía, queriendo ser testigo de mi fracaso.  Cuando se oyó el click, me miró sorprendida y le sonreí.

  • ¡Oh, no lo puedo creer!, estaba segura que no lo iba a conseguir, a mi no se me dan mal las cosa de abrir… puertas.
  • Jajaja, pues a mí tampoco, es más, tengo cierta facilidad y no piense que me dedico sólo a las puertas, diría que tengo habilidad con la herramienta…

Abrí la puerta para que pasara y lo hizo, lanzó un grito y salió, miré y encendí todas las luces, en realidad sólo se encendieron unas de color rojo que habían disimuladas en los rincones, en una pared había una cruz, en X y colgados en las paredes unos látigos y fustas.

  • ¡Ay, qué horror, no quiero verlo, es horrible!
  • Tranquila mujer, que yo estoy aquí.

Me reí por la decoración y a ella se le pasó el susto y también se rió nerviosamente, medio en broma se acercó a la cruz y se puso de espaldas en postura adecuada al aspa, estaba preciosa ahora que se le había pasado el apuro y el siguiente susto.

  • Jijiji, que tonta soy, me asusté sin pensar que era, me da miedo pensar para qué servirá este artilugio, jajaja.

Me acerqué a ella y la empujé contra la madera, ella quiso bajar los brazos y rodearme el cuello pero se lo impedí y le sujeté las muñecas en las esposas que colgaban, nos seguíamos riendo de la broma, así mismo separó las piernas para que siguiera con los pies y lo hice.

  • Mmm, parece que usted sabe de éstas cosas, parece muy fiero…
  • No lo sabe bien, a lo largo de mi vida he tenido que “domar” a muchas fieras… casi tan bonitas como usted…
  • Sospecho que sí.

Entonces me tocó a mí, estaba inmovilizada y me fui quitando la ropa lentamente como un striper , ella completamente vestida desconfiaba de la broma pero miraba divertida, cuando bajé los calzoncillos y la polla saltó frente a ella, dejó de reír.

  • Jijiji, parece que me va a torturar como los antiguos romanos a los cristianos en el Circo.
  • Será una tortura, agradable, de eso puede estar segura, jajaja.

Busqué en un mueble y encontré varios artículos de bondage , dildos, consoladores y lo que buscaba, unas tijeras… las hice sonar cerca de ella y me miró aterrorizada, en ese momento se arrepentía de haberme llamado como cliente, me acerqué junto a ella y volvió la cara hacia el otro lado, estaba espantada.

No la toqué, solamente subí la falda hasta los muslos, las medias estaban sujetas por un liguero que bajaba de la cintura, chasqueé la tijera y se temió lo peor.  Al intentar esquivarme noté que la cruz se movía y efectivamente me apoyé en un aspa y la cruz giró un poco, seguí tirando de un lado y lentamente giró hasta ponerse invertida.

La chica quedaba sujeta por las cuatro esposas forradas de terciopelo pero ahora con las piernas arriba, la falda no pudo aguantar el equilibrio al moverse tanto y le cubrió la cabeza.  Por debajo de la falda oí que empezaba a rezar sollozando, yo me estaba divirtiendo al ver cómo había perdido su aparente seguridad del principio y volví a hacer sonar las tijeras.

  • ¡Oh Dios, esto ya no me gusta!, espero que no sea usted un violador en serie, jajaja.
  • Lo acertó, aunque en parte, lo de “violador” no exactamente, aunque algunas lo pensaron y luego me lo agradecieron y lo de en “serie” la verdad tengo que declararme “culpable”, jajaja.

Los muslos morenos por el sol montañés me mostraban que al unirse guardaban algo verdaderamente abultado, el triángulo que escondía unas braguitas blancas aparecía oscuro pese a no mostrar nada de lo que guardaba, mis tijeras rozaron la piel del muslo derecho y ella se estremeció, llegó hasta la cadera y se abrió cuando llegó a la altura del elástico de las bragas.

  • Uy, qué vergüenza, a saber qué pensará ahora de mí...
  • Pienso que tiene un coño muy apetitoso, con permiso…

¡Clis! Y la tensión de la prenda dejó al descubierto un Monte de Venus depilado excepto en el triángulo del pubis, los labios estaban tan lisos que invitaban a comerlos.  Ella, desde debajo de la falda rogaba que la dejara, me pedía que la perdonara si me había ofendido, claramente no quería enfadarme pero yo me estaba divirtiendo, estaba jugando a “malo”, me acerqué y al mismo tiempo que le abría los labios con la lengua le acercaba mi polla.

La decisión fue suya, posiblemente por miedo o porque le gustaba, se metió el capullo en la boca y aspiró, noté por un momento sus dientes pero con la boca llena me pidió perdón, entonces empujé y la metí casi toda, mientras mi lengua titilaba el clítoris y ella relajaba sus piernas adelantando el coño a mi boca.

  • ¡Ooooh que grande tiene la verga!, lo siento, no me cabe en la boca.
  • No se preocupe, ya me haré sitio.
  • ¡Aaaag, me mareoooo!, no puedo tragar esta barbaridad, me siento mal.

Después de esto me compadecí, comprendí que no merecía esta broma tan pesada y le di la vuelta hasta la posición normal, estaba decidido a pedirle perdón e invitarla a cenar, pero al ver la cara congestionada y a la vez decepcionada me acerqué y metí la polla de un solo golpe en aquel coño abierto y ensalivado.

Ella gimió y la abracé, intenté soltarle el sujetador, aunque no pude, me dijo que se abría por delante y le abrí la camisa de arriba abajo, ya no rogaba que la soltara, ahora quería que abriera rápido el sujetador y le comiera las tetas y lo hice, apenas pendían, eran redondas y achatadas y con unos pezones chiquitos, pero los mordí igual.

La cosí con la polla, ella se había acostumbrado a las esposas y no protestaba, incluso separaba las rodillas para que entrara más en ella.  Cuando se corrió me cogió desprevenido, nunca creí que en aquella postura consiguiera un orgasmo, pero así fue y fuerte.  Después de aquello la solté y luego de frotarse las muñecas me dijo que la siguiera, fuimos a la habitación principal y en la inmensa cama se desnudó del todo y se tumbó boca abajo.

  • ¡Dioooos, que maravilla! No pares por favor, me corrooo, esto es brutal, no lo esperaba.
  • En la cama estaremos mejor, prepárate.

Con la serie de almohadones que adornaba la cama la coloqué para que el culo le quedara elevado y le metí la polla en el coño sin pensarlo, gimió sin cesar hasta que le dije que quería su culo, la joven se sentó de pronto como si la hubiera ofendido, me dijo que a su marido nunca lo dejó por ahí, aunque él insistía cada vez.

No rechisté pero bajé de la cama, me miró intrigada, con gesto indiferente volví a la habitación de juegos, busqué y encontré lo que buscaba, un consolador gigante y un tubo de gel, al volver con ella sólo le enseñé el tubo de gel de silicona y movió la cabeza negando, volví a insistir pero siguió en sus trece, entonces enseñé la otra mano y vio el enorme falo de látex negro, lo puse al lado de mi polla y del gel y ya no respondió, volvió a tumbarse sobre los almohadones aunque recolocándolos más elevados debajo de su vientre.

  • ¡Por todos los santos! ¿Qué vas a hacer? Eso es enorme, me vas a partir en cuatro.
  • Entonces puedes elegir… o esto o lo mío.

Leí las instrucciones del gel, era con base de silicona, especial para sexo anal y me alegré, destapé el frasco, estaba sin estrenar y lo apoyé en el agujero rugoso.  Ante lo inevitable separó las nalgas morenas y apreté el tubo, se oyó cómo salía a presión y la llenaba de gel, repartí generosamente por afuera y por mi polla como si fuera mostaza sobre un “hot dog” y me dispuse a entrar.

  • Nooo por favor, eso no, eso no me cabe por ahí, te lo digo yo, ya quisiera Marco, mi marido.

El frescor del gel fue vital pero me pareció que no era el primero ni el único que le llenaba el culo, posiblemente a su marido no le permitiera entrar por la puerta de atrás pero a alguien si le dejaba, pues sabía cómo relajar el esfínter rápidamente.

Agarrada a la sábana de seda azul aguantó soplando hasta que la polla entró hasta el fondo, luego me pidió que me moviera despacio para después de unos cuantos empujones  rogarme  que no parara de darle fuerte, su orgasmo fue más violento que el primero y cuando le anuncié que me iba a correr me pidió que quería mi leche en la boca.

  • ¡Aaaaah, que gusto canalla, tienes una polla inmensa, pero follas como los ángeles, me has roto el culo!
  • Pues me dio la impresión de que no soy el primero, sabes relajarte muy bien.
  • Pero no con ese tamaño, el único que ha entrado por ahí no la tiene ni la mitad.
  • Dijiste que a tu marido no lo dejas…
  • Bueno… es cierto, él no se lo merece, jijiji.

Fue un movimiento rápido y ágil, sacar la polla del culo, darse la vuelta y con el culo más alto que la cabeza metérsela en la boca y tragar hasta dejarme seco.

Me estaba relamiendo la verga cuando en el bolsillo del pantalón sonó la sintonía de mi teléfono, pude alargar el brazo hasta él sin que dejara de chupar la polla y contesté.  Estaba atento de que no se oyeran los chupetones en la polla y tapé con la mano el micrófono.

  • ¡Hola querida! ¿Cómo estás?
  • Yo bien pero Sofía…
  • ¿Qué le pasa a Sofía?
  • Creo que ha roto aguas.
  • No me digas, ¿estás segura?
  • ¡Vaya,  a no ser que se haya corrido… qué ocurrencia!
  • Joder y yo aquí, voy para allá volando.
  • Sí, creo que deberías volver… si no estás haciendo nada importante.
  • Bueno sí, aunque ya he terminado, voy rápido al aeropuerto, en un rato estoy ahí, dile a Sofía que no se preocupe, todo irá bien.
  • Ya lo sé, la ambulancia está en camino pero está preocupada.
  • Y vosotras dos tranquilas también, no sea que os contagiéis, jajaja.
  • Eso quisieras tú, jajaja. cuidado con la carretera y un beso enorme.
  • Lo mismo para las tres.

Continuará.

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Gracias.