Memorias de un portero de noche (40)
En Atenas fuimos junto a Osvaldo y Magda a casa de Stablos, allí ocurrieron cosas que no esperaba, por suerte el Capitán se portó bien al final y aclaró todo.
El coche que alquilé era un Mercedes 200 GL ranchera, acerté al escogerlo, ya que Magda también trajo tanto equipaje desde Argentina como si fuera a establecerse en Grecia, Osvaldo me miró resignado, yo le devolví la mirada porque entre Andrea y Susi también llevaban lo suyo, las damas prefirieron ir juntas atrás, dejándonos a nosotros delante.
La alegría de vernos de nuevo y sin esperarlo nos hizo olvidar por un momento el motivo del viaje y pronto se entabló unas conversaciones entre todos que era casi imposible entenderse.
Lo que sí que capté fueron los comentarios que Magda les hacía a mis mujeres sobre sus embarazos, parecía muy interesada en todos los detalles, por alguna razón sospechaba algo y estaba empeñada en averiguar lo más posible.
En cambio Osvaldo disfrutaba de volver a verme y me preguntaba cómo me fue la vida después de marcharme de Paraná y luego de Santa Fe.
Realmente no perdí del todo el contacto con ellos aunque debía reconocer que primero con Carol tenían noticias mías, aunque después ya, al centrarme en mi empleo con el profesor y sobre todo cuando me ofrecieron el de la compañía petrolera fuimos distanciando las cartas.
El caso de Gisela lo trató con brevedad, no quise hurgar en el tema porque parecía que no resultó con las expectativas lógicas de sus padres, ellos esperaban un matrimonio clásico con algún joven, a ser posible con “posibles” y que les diera nietos para malcriarlos como era preceptivo.
El tener uno pero nacido por inseminación artificial y sobre todo al estar casada con su amiga de la infancia Ylenia, (no tenían nada en contra de la chica) no entraba en sus proyectos iniciales.
La conversación derivó a los bombos de mis chicas, Andrea procuró obviar lo del matrimonio fallido de Susi, aunque lo nombró para justificar su preñez, el suyo era “lógico” y la “casualidad” de que estuvieran del mismo tiempo no fue problema, pues ambos debieron ser concebidos durante el crucero, como así fue.
No me resultó difícil callejear por Atenas hasta salir a las afueras adonde vivía Stablos y su hija, el Jefe y sobre todo Magda quedaron impresionados por la gran casa encalada y remarcada en azul añil en puertas y ventanas y, sobre todo la vista, directa al mar Egeo.
No habíamos avisado a Sofía que llegábamos en aquel vuelo y menos la sorpresa de que coincidimos con mis amigos argentinos, Sofía se creyó obligada a llamar a Osvaldo porque su padre lo nombraba a menudo cuando todavía recordaba sus aventuras marinas.
Osvaldo y sobre todo Magda vieron la ocasión perfecta para viajar a Europa, estaban dispuestos a hospedarse en un hotel y recorrer Grecia, para luego conocer Italia y de paso pasar por España y según confesó Magda darme una sorpresa, si podían encontrarme.
Cuando nos recibió Sofía nos llevamos una gran sorpresa y esta sorpresa fue general, cada uno por un motivo nos quedamos con la boca abierta, ella, al ver tanta gente supuso que eran amigos casuales, a Susi no la conocía, a Osvaldo sí y a Magda la dedujo enseguida por el acento, con Andrea no hubo duda, recordaba como si fuera ayer la noche pasada con su padre y conmigo, fue una noche inolvidable por muchos motivos.
Yo en un principio quedé maravillado por su belleza, si normalmente era una preciosidad de mujer, morena, con cejas y ojos negros, ahora se añadía que al salir al quicio de la puerta del porche vimos que el vestido blanco, largo hasta los pies que llevaba era más ancho por la cintura que por los hombros.
Fue un instante, la miré a los ojos y me sonrió, Andrea la miró y me miró, los dos nos quedamos helados y Susi, por lo poco que sabía de ella por Andrea, también se sorprendió.
Sofía en efecto, también estaba embarazada y por el volumen parecía del mismo tiempo que las dos españolas. Hasta que no estuvimos en el salón, y después de repartir besos para todos, las tres se pusieron juntas y sin pretenderlo estiraron sus vestidos mostrando el perfil de sus cinturas.
Quizá por estar Magda presente no dio más explicaciones y todos lo dimos por una curiosa casualidad, pero una serie de dudas acudieron a mi cabeza que me marearon. Andrea me miró y comprendió mi desazón, se acercó a mí y me cogió del brazo notando el temblor que me sacudía.
- No te preocupes amor, no puede ser lo que piensas, habrá una explicación clara, ya verás.
- No lo sé, cariño, estoy pensando muchas más cosas.
- ¿Más cosas, como cuales?
No quise preocuparla, además una vez terminadas las presentaciones nos interesamos por el estado del Capitán, su hija nos informó que después de nuestra estancia durante el crucero, el buen hombre volvió a perderse en su amnesia, no reconocía ni a su hija ni recordaba nada de su mujer, el Capitán cayó en una estado de semi inconsciencia que pasaba las horas y los días en un limbo impenetrable.
Sofía hizo todo lo que estaba en su mano, habló con los mejores especialistas de la cruel enfermedad y todos concluyeron en lo mismo, posiblemente tendría momentos de lucidez pero el futuro de Stablos estaba condenado, de hecho apenas tuvo momentos de leve recuperación.
El motivo de avisarnos fue que los doctores apreciaron un agravamiento en su estado, aparentemente no presentaba síntomas pero se apreciaba un bajón general que anunciaba su fin.
Era curioso ver a Susi, Andrea y Sofía, con el mismo tipo de vestido holgado, las mismas poses, apoyadas en sus caderas para compensar el peso de su vientre abultado y con la feliz sonrisa de una mujer gestante, Magda lo sabía muy bien y no dejó de preguntar detalles para sacar conclusiones, durante la cena que nos ofreció Sofía procuré que ellas no se molestaran y en un momento que hizo falta algo en la mesa me levanté como conocedor de la casa para traerlo de la cocina.
Apenas me puse a preparar más ensalada, pues nos habíamos quedado cortos, noté que Magda me rodeaba la espalda con sus brazos, me sorprendí porque no la esperaba y al volverme vi su cara sonriente y cómplice.
- ¿Sabes una cosa, Josu?
- No Magda, sería adivino.
- Pues… que estoy celosa.
- ¿Celosa vos, por qué?
- Imagina, ahí en el comedor tienes a tres mujeres a cuál de ellas más bellas y apetecibles, las tres embarazadas y mirándote con unas caras que no pueden ocultar su devoción por vos.
- ¿Qué dices mujer?, tienes una imaginación portentosa.
- Jajaja, ¿tú crees?, no olvides que yo fui madre y sabía quién era el padre de mi hija, es algo que se nota, a veces se duda o intentas ignorarlo, pero íntimamente siempre sabemos quién nos dejó su leche en su sitio.
- Jajaja, qué maravilla, me sorprendes, no te creí tan sagaz.
- No, lo que pasa es que no me olvido de la vez que me cogiste, eso es algo que me marcó, muchas veces lo recuerdo y me siento como aquella vez.
- Mmm, enhorabuena, eso es tener buena memoria, aunque si te soy sincero yo tampoco lo olvidé.
- Mira, para que te convenzas…
Magda se separó de mi y se colocó detrás de la puerta de la cocina, pegada a la pared fue subiendo la falda hasta que casi llegó a su cintura, las piernas apenas mostraban el paso de los años pero cuando vi sus bragas celestes me di cuenta de que se le marcaban los labios como una calcomanía, estaba depilada totalmente y supuse que lo haría por mí, pero eso no era lo que quería que viera.
Como no le demostré demasiado asombro separó un poco las piernas y me mostró la mancha de humedad que abarcaba casi todo el triángulo del pubis, Magda estaba mojada nada más recordando la follada que le di hacía muchos años, a mi me hizo recordar y por un momento mi polla reaccionó lo suficiente para que ella se diera cuenta y como premio ladeara la prenda delicada y me mostrara los labios brillantes.
- Magda, por favor, deja las cosas como están, bastante sufrí por Osvaldo, nunca le agradeceré bastante la comprensión que tuvo y la integridad que demostró.
- Lo sé, yo también lo agradecí, en realidad fue un sueño que cumplí, pero con los años valoré lo que sentí teniéndote dentro de mi concha, por eso al ver a las tres mujeres de ahí afuera les tengo envidia, me gustaría ser la cuarta, y no me digas que no sé de lo que hablo porque soy un poco bruja y no se me escapan esas cosas.
- Jajaja, bruja sí pero muy guapa, jajaja.
Al oír a Magda sentí un escalofrío por la espalda, ya tenía asumido la paternidad de Susi y Andrea, sólo me faltaba oír a Magda queriendo estar también preñada de mí como las dos.
Desde Argentina el viaje fue largo y pesado, tuvieron que viajar desde Paraná hasta Buenos Aires y desde allí hasta Frankfurt, para luego enlazar otro vuelo hasta Atenas, por eso cuando terminamos de cenar Osvaldo se excusó y arrastró a su mujer para ir a descansar a la habitación que Sofía dispuso para ellos.
Susi con buen criterio hizo lo propio alegando malestar en su vientre y también se despidió y al final nos quedamos solos los tres. Yo estaba nervioso, Andrea me lo notaba y fue la primera que sacó el tema a relucir.
- ¡Qué casualidad más curiosa!, en una cena tres mujeres embarazadas del mismo tiempo.
- ¡Y todas más bellas cada día!
- No hace falta que disimuléis, sé que estáis pensando, no quise deciros nada porque siempre consideré que esto sólo me atañía a mí, soy mayorcita para encargarme de mis cosas y esto ha sido un regalo de la providencia.
- Perdona Sofía pero compréndenos, debes saber la verdad de Susi para que comprendas mi apuro, que quede claro que desde que te conocí siempre sentí un cariño especial, y no es porque eres la hija de mi Capitán…
- Si me dejas se lo contaré yo, así lo entenderá mejor…
Andrea le contó a Sofía la historia de Susi desde que los conocimos, la desfloración y las folladas siguientes, luego, la separación por la infertilidad de su marido y mi consecuente paternidad, Sofía atendía pensativa y respondió…
- Te comprendo Josu, eso no tiene nada que ver, mi caso es diferente.
- En su momento no me habría importado, tú lo sabes.
- Lo sé de siempre y entonces también me habría hecho ilusión a mí.
- Entonces…
- Han pasado muchas cosas desde entonces…
- Ya me imagino, eres una mujer joven, bella, inteligente y seguro que deseada por muchos pretendientes.
- No te voy a engañar, es cierto que tengo pretendientes pero por alguna razón nunca encontré a nadie que te hiciera sombra, siempre fui muy independiente y no me hizo falta tener a un hombre pegado a mis faldas y aunque aquí si no encuentras marido pronto la gente empieza a apremiar, siempre me he revelado como libre y elijo a quien me apetece.
- Me alegra oírte, al ser inconformista decidiste cómo y con quien tener un hijo, ahora ya no necesitas ligarte a nadie.
- Bueno, en realidad tampoco fue así, ¿recordáis cuando vinisteis la última vez?
- ¡Claro, cómo olvidarlo!
- No hace falta que os recuerde lo que pasó, aquella noche mi padre tuvo uno de sus últimos momentos de lucidez, me sorprendió que recordara tan fielmente a mi madre, me emocionó mucho, fue como si la estuviera reviviendo, nunca le agradeceré bastante a Andrea que le siguiera la corriente, le hizo inmensamente feliz por unas horas, nunca lo vi tan dichoso, ni cuando era joven y volvía de una larga travesía.
- Lo cierto es que yo también me alegré de la actitud de mi mujer.
- Y yo me sentí dichosa de veros felices a vosotros, incluso a Josu, no esperé que me apoyara cuando vio que tu padre me confundía con tu madre y me follaba como si no hubiese un mañana.
- Josu nos dio una lección a las dos, es un hombre especial.
- No es para tanto, sólo hay que dar importancia a las cosas que la tienen, yo también te agradecí que no la dieras cuando follé con Sofía delante de ti.
- Bueno, ¿y qué? A mí me la metía Stablos y Sofía recibía tu polla como tantas veces hizo antes, ¿qué hay de extraño?
- Os admiro a los dos, sois una pareja especial, siempre temí que tuvierais algún problema de pareja después de lo que pasó, yo al fin y al cabo, después de que mi padre y Josu me follaran a la vez comprendí que todo era por una buena causa y al verlo tan feliz me sentí dichosa.
Mientras una y otra expresaban sus opiniones sobre la follada colectiva de los cuatro algo me hizo pensar… sospechaba que Sofía no había tenido ninguna relación desde entonces, por lo menos seria, no me atreví a preguntarlo directamente pero ella no lo aclaró como debió hacerlo o sea que… si follamos los cuatro mezclados, el padre del niño de Sofía bien podía ser Stablos, ¡uf!, o sea, que ignorando el tema del incesto, el niño seria su hermano y su hijo y si fui yo el que concibió el niño de Sofía… ¡Madre de Dios!, no podía ser el padre de tres niños a la vez.
La cabeza me giraba en pensamientos negros, mientras las dos justificaban la noche de “orgía” familiar, yo calculaba posibilidades, ahora ya no sería posiblemente el padre del pequeño Josu o de la niña Susi, ahora también sería del futuro…
Ya casi estaba resignado, ahora faltaba confirmar si aquel bebé sería mío o de mi Capitán, desde luego era un tema importante, miraba a las dos y pensaba en Susi que dormía también embarazada de mi, ya no sabía que pensar cuando me llamó la atención Sofía, que atendía a la llamada angustiosa de su padre.
- Parece que mi padre se ha despertado de su letargo, si quieres vamos a su lado, posiblemente no tengas más ocasiones de verlo vivo.
- Por supuesto, vamos con él.
- Pasa tu primero y habla con él, aunque no te garantizo que te reconozca.
Entré a su habitación, estaba en penumbra, con un pañuelo sobre la lamparita de noche, la cara estaba lívida, con la marca indudable de que el fin estaba muy cercano, me arrodillé a su lado, él apenas podía hablar, el aliento le salía con dificultad y tuve que poner mi oído cerca de su cara para que no se esforzara.
- Hola mi Capitán, aquí estoy para lo que ordene.
- Hola grumete, sabía que vendrías, no quería irme sin hablar contigo.
- No faltaría por nada del mundo, usted es como mi padre.
- Gracias hijo, me habría gustado ser tu padre de verdad, pero ahora quiero pedirte un favor.
- Lo que quiera Stablos.
- Gracias por llamarme Stablos, me gusta, el caso es que quiero que cuides de tu… bueno de Sofía, iba a decir tu hermana, jajaja, cof, cof, cof. Me gusta como suena, cof cof.
- No se fatigue Stablos.
- No te preocupes, aguantaré, el caso es que tú “hermana” está embarazada, no sé cuándo parirá pero no quiero que le falte nada al niño.
- No se preocupe, lo cuidaré como si fueras mío.
- Eso quería decirte… ¿te acuerdas cuando viniste con tu mujer?
- Claro pero entonces usted la confundió con su esposa.
- Si, lo recordé después y te pido perdón, me acuerdo vagamente pero lo que sí recuerdo es que la follé como a mi mujer le gustaba.
- Si, es cierto, creyó que era su esposa y lo hizo muy bien, me lo dijo Andrea.
- ¿Ah, se llama Andrea?, es una chica estupenda, felicidades, cuídala también.
- Así lo hago.
- Tengo una sospecha, pienso que el niño que espera mi hija es mío, aquel día me corrí como nunca, tenía más leche que una vaca y me quedé vacío cuando me corrí en ella.
- Ya lo vi Stablos, se portó como un campeón, ni yo eché tanta leche como usted.
- Jajaja, cof, cof, no exageres pero sí, me alegra que lo digas.
- Es cierto, su polla parecía un manantial, jajaja.
- Bueno, tengo tu promesa, cuida del bebé, te lo agradeceré desde donde esté.
- Tranquilo, no le canso más, descanse.
- Gracias Josu, me alegro de poder verte, normalmente no sé ni donde estoy.
- Y yo que me haya reconocido, le quiero Stablos. Siempre le recordaré.
- Y yo muchacho, has sido una buena persona.
Salí de la habitación de Stablos muy triste, en el salón me esperaban expectantes las dos mujeres preñadas, desde lejos me acordé de las palabras del Capitán y me sentí orgulloso por su confianza pero según me acercaba a ellas algo me hizo pensar.
Andrea notó que me ponía blanco, Sofía notó que empezaba a sudar y entre las dos me dejaron sitio en el sofá grande.
- ¿Qué te ocurre Josu, te ha reconocido?
- Sí, perfectamente y hablamos como hace años, de hombre a hombre, recordaba todo como si fuera ayer.
- Entonces se acordaba de…
- Sí, con todo detalle, hemos estado recordando… me ha felicitado por Andrea, me dijo que después se acordó de que la confundió con su esposa pero reconoció que folló tan bien como ella, también recordó que te la metió a ti y se corrió adentro, me ha encargado que me cuide de ti y del bebé, sospecha que es suyo.
- Que emocionante, debes estar orgulloso.
- Pues… sí, aunque…
- Parece que lo dices poco convencido…
- Imagina… estuvimos bromeando de cómo se corrió contigo, de la cantidad de leche que te llenó.
- Es cierto, el coño me rebosaba de su leche.
- Pero también me contó… que con Andrea hizo lo mismo, o sea que también se corrió en ella.
- Sí pero también lo hiciste tu con nosotras dos, fue una noche de leche a go go, jajaja.
- ¡No me río!, estoy pensando que el niño que lleva Andrea posiblemente sea también de Stablos, no mío.
- ¡Dios… no lo pensé!
- Yo tampoco, lo pensé al veros a las dos sentadas juntas, a lo peor las dos estáis preñadas por el Capitán, ¡que cabrón!
- Y eso que lo hizo sin saber que hacía.
- Su polla manaba leche sin saber a donde la metía.
- No te apures cariño, yo estoy segura de que mi hija es tuya.
- Eso lo dices porque no viste la cantidad de leche que te salía cuando se retiró el Capitán de tu coño.
- No me lo recuerdes, sentí como me llenaba de semen hirviendo.
- Y a mí, cuando me follaba tu marido me moría de gusto pero cuando me lo hacía mi padre sentía cómo me hinchaba de leche hasta sentir que iba reventar.
Las dos me vieron tan hundido que me abrazaron, yo acaricié sus barrigas como despidiéndome de sus hijos, de momento se me había caído el mundo, de ser el padre de dos hijos ahora ya no era de ninguno, bueno, me quedaba Susi, me aferraba a la idea de ser padre y ahora hasta dudaba si su marido no habría tenido un momento de “lucidez” y la había preñado de verdad.
Las dos se desvivían en atenciones y caricias para animarme, estaba hundido y ellas me llenaban de besos por todos lados, creo que fue idea de Andrea aunque no estoy seguro, una mano hurgó en mi bragueta y cuando sacó mi polla arrugada le habló como si fuera un pajarito de nido, la llenó de caricias y besos, mientras que la otra me besaba en la cara y el cuello.
Una exclamación de alegría hizo que la que me besaba el cuello se asomara hacia abajo y vio que mi polla había despertado y era “atendida ” por Andrea, había conseguido ponerla “morcillona” a base de mimos, ahora con la ayuda de Sofía me quitaron los pantalones y el bóxer, allí mismo sobre el sofá acabaron de ponérmela vertical.
Se alternaron en chupar el capullo y cuando ya estaba descubierto de piel una boca atrapó el glande y la otra el tronco hasta los huevos, yo no dejaba de pensar en el Capitán, la imagen de su polla oscura manando leche a borbotones me obsesionaba y veía cómo la metía alternativamente en los coños de Andrea y Sofía.
En esa estaba cuando noté el calor acogedor y húmedo de una vagina que me abrazaba la verga y al mismo tiempo el olor de un coño caliente y maduro. Aspiré hondo y saqué la lengua y lamí, al mismo tiempo levanté las caderas para que la polla entrara en aquel coño desconocido hasta el fondo.
Las dos cosas se cumplieron, cuando la tuve hundida todavía intenté meterla más hasta adentro, con rabia, queriendo borrar la huella del Capitán, parecía que quería sacar los restos de leche, a la vez aspiraba el otro coño para que la vagina se vaciara de la otra lechada, pero las dos mujeres no pensaban en lo mismo y abrazadas se dedicaron a ofrecerme sus coños, uno lamido y otro follado las dos se corrieron al mismo tiempo dejando sobre mi sus jugos.
Noté que con dificultad se cambiaron de sitio, las panzas se cruzaron sobre mi y no tardé en sentir el sabor de los flujos de Andrea en mi boca, entonces comprendí que anteriormente había bebido los de Sofía, ahora era ella la encargada de saltar sobre mi sin miedo a que molestara a su bebé, las dos volvieron a correrse, posiblemente fue porque mis manos fueron a sus botones sensibles, no podía llegar a sus tetas porque los vientre me lo impedían, los ombligos salidos se chocaban como topes de tren y sólo podía oír los gemidos de ambas.
Las dos tuvieron la delicadeza de bajar cuando me iba a correr yo, Sofía notó cómo mi polla palpitaba locamente y se lo comunicó a Andrea, ésta comprendió y las dos rodearon mi polla con sus bocas, mientras una me acariciaba los huevos, la otra relamía el frenillo.
La fuente de leche no tardó en saltar al aire y las dos esperaron a que las salpicara, no dejaron de chupar, las gotas resbalaban por sus mejillas y sus párpados.
Apenas terminaron de relamer y limpiar, la voz del Capitán volvió a resonar como un trueno, llamaba reclamando a Andrea, era curioso que se hubiera aprendido su nombre y la animamos a que fuera a hablar con él.
Después de arreglarse la ropa entró tímidamente, estuvo un buen rato, yo estaba desesperado, ya maginaba hasta que estaba volviendo a follarla, posiblemente se lo habría propuesto en memoria de su difunta esposa y Andrea por complacer a un moribundo había accedido a que la volviera a llenar de leche.
A mi lado Sofía comprendía mis temores y me seguía chupando la polla lentamente manteniéndola dura, yo acariciaba su vientre desnudo y sus tetas rellenas de leche, ya estaba a punto de correrme en la boca de Sofía cuando apareció Andrea en el salón, venía arreglándose la ropa y me hizo temblar.
Imaginé que el Capitán la había convencido. Esta vez conscientemente y con lo que sabía de él y de su cantidad de semen imaginaba que le saldría entre los muslos hasta las rodillas.
En cambio Andrea traía cara de felicidad, por un momento miré a Sofía y los dos pensamos lo mismo, Andrea venía bien follada, mucho mejor que la había dejado yo y me puse furioso, al llegar a nosotros, levantó el vestido y nos enseño su tripa a la vez que la acariciaba, no sé porqué ya no me gustó tanto como antes, parecía que llevaba la firma de Stablos.
Vino hacia mí y me dio un beso en la boca, fue un beso como hacía mucho que no me lo daba y por un momento pensé que era como consolación después de haber recibido la polla moribunda en su último deseo.
Sofía se separo un poco de mí para que ella me ofreciera su mensaje, estaba tan convencida como yo de que mi mujer acababa de follar a su padre en su lecho de muerte pero en el último momento Andrea buscó a Sofía y la atrajo sobre mí, me extrañó esa actitud pero abrazados se puso a llorar, esta vez de alegría.
Sin comprender vimos cómo Andrea se abría el escote y sacaba las tetas hinchadas enfundadas en el sujetador y de una de las copas sacaba un papel, nos lo acercó y nos lo puso frente a los ojos.
Parecía un papel oficial, a estas alturas no estaba para acertijos y se lo di a Sofía, que era mi persona de confianza, ella lanzó un grito y se abrazó a mí, me llenó de besos y me agarró la polla todavía fuera medio dormida, acercó a Andrea y nos abrazó a los dos, yo iba como un muñeco de mujer a mujer sin comprender hasta que leyó en voz alta.
Después de un largo encabezamiento resumió diciendo que era un certificado de una Clínica que certificaba una operación realizada hacía años a Stablos, le habían practicado una Vasectomía, su mujer se lo exigió al estar tanto tiempo por el mundo para que no le trajera hijos ilegítimos, en efecto era estéril desde hacía tiempo, por mucha leche que tuviera.
- ¡Jajaja, gracias papá, eres un sol!
- ¡De nada hija, tú también!
El capitán contestó con voz débil desde su cama, las dos mujeres me abrazaban como locas chocando sus bombos y sus tetas a cada lado de mi cara. Andrea nos contó que Stablos desde su cama nos oyó cavilar sobre las dudas en la paternidad de los bebés, entonces recordó que él no podía ser y que yo no debía tener dudas ni ellas tampoco, eso fue un regalo para ella pero también para nosotros.
- Felicidades Josu, eres el padre de mi hijo.
- ¿De qué hijo?
- Del mío, claro.
- ¿Y cómo, le vais a llamar?
- ¿Qué os parece Stablos?
- Me parece estupendo.
- Y a mí, así mi hija Susi tendrá un hermano griego.
- Bueno medio griego, jajaja.
- Vamos a decírselo a los demás.
- No hace falta, a mi no necesitáis decirme nada, lo he oído todo, sois unos escandalosos.
- ¡Susi, no te oímos!
- Claro con tanta risa y gritos…
- Y a mí tampoco, mi marido duerme como una marmota, pero yo estaba nerviosa y después de tanto gemido y risas… ¿ves cómo tenía razón, Jesu? y sigo pensando lo mismo, les tengo envidia a las tres.
- ¿Insinúas que te gustaría que te preñara Josu también?
- Me encantaría pero ya es tarde, aunque no me importaría que lo intentara.
- Pues por nosotras no hay problema, uno más no se va a notar, jajaja.
Por supuesto que no lo intenté, aunque no fue por ganas pero en la presencia de Osvaldo no me pareció adecuado, al día siguiente Stablos recibió al Jefe de Máquinas y a su mujer, los dos recordaron tiempos mejores y en honor a esto Stablos pidió que le trajeran una botella de Ouzo, el aguardiente típico griego, ante la sorpresa de todos se bebió un chupito de aquel licor de alta graduación, nos llamó a todos y rodeado de sus amigos fue hablando con todos hasta que fue bajando el tono de la voz hasta que apenas se oía, luego suspiró y dejó caer el vasito vacío de la mano. El Capitán Stablos se había ido plácidamente rodeado de sus amigos.
La mañana del domingo madrugué, fui al baño y cuando volví Flor y su hermano seguían desnudos abrazados en la cama, no los desperté, salí y me vestí afuera, saqué la furgoneta del garaje y volví a mi casa, Carol estaba estudiando en su habitación cuando me asomé con cuidado, Elena llegaba de fiesta en ese momento y me dijo que la siguiera a su habitación, allí se despojó de la ropa, no mucha la verdad y desnuda en su cama me preguntó si de verdad me interesaba el empleo que me ofreció su padre.
Aproveché para pedirle informes sobre las actividades de la empresa y me tranquilizó, el trabajo era duro, sobre todo porque que el ambiente era con una gente hostil, la mayoría de veces, tendría que estar sólo, lo dijo señalando mi polla que abultaba al tenerla delante desnuda, quería decir que conociéndome sufriría de soledad aunque también me dijo que si aguantaba todo aquello ganaría mucho dinero, cobraría en dólares y me aconsejó que el dinero me lo ingresaran directamente en una cuenta en un paraíso fiscal, posiblemente en Panamá.
Yo atendía sin mirarla, solamente a los ojos que eran otra tentación pero así evitaba distraerme, me orientó sobre todas mis dudas, le pregunté qué podía hacer con la furgoneta nueva, no quería desprenderme de ella, pero ir por carretera a San Felipe en Venezuela era una locura e imposible, me dio la idea de que la metiera en un contenedor y la enviara en barco hasta Maracaibo, la compañía se ocuparía de todo.
Ya estaba todo aclarado cuando me prometió que vendría a verme cuando tuviera vacaciones, debió notármelo en la cara pues se dejó caer hacia atrás en la cama separando las piernas y tirando de los pezones, con las tetas como conos de carretera las soltó de pronto que chasquearon cuando volvieron a su forma original.
No tardé nada en quedarme tan desnudo como ella, pretendía lanzarme sobre ella a lo largo y follarla a lo misionero, pero Elena se anticipó y levantó las piernas hasta su cara, cuando llegué a ella, me encontré con unos hermosos labios vaginales cerrados, los separé con el capullo reseco que obligó a deformarse hasta que la humedad interior lubricó lo suficiente para que entrara sin descanso.
El gemido que se le escapó de sus carnosos labios fue el mejor premio y no paré de moverme hasta que separó las piernas dejando que me acercara del todo, ahora tenía a mi disposición todo el paisaje y sin dudarlo cambié de agujero que al estar lubricado con sus jugos espumosos se hundió el capullo sin apenas resistencia.
Estuvimos follando como locos, no hubo postura o caricia que no probáramos, ella como caribeña tenía técnicas desconocidas para mí hasta entonces, yo le enseñé algún truco que le encantó y después de varios orgasmos y corridas quedamos agotados tendidos en la cama.
Yo estaba satisfecho por muchas cosas, Horacio y Flor tenían un futuro prometedor, sus hijas no me importaban pero si se enteraban supongo que no les importaría si les seguían dando dinero para continuar con sus vidas de lujo.
Carol, la hermana de Magda seguía con su círculo de amigos, me prometí hacerle una buena despedida, la chica se merecía una buena follada, más que nada para que se lo contara a Magda, ésta seguro que la envidiaría por mucho tiempo.
Con el futuro programado con un buen empleo y la promesa de Elena que vendría de vacaciones conmigo, ya imaginaba que pasaría al día follando con ella a cada momento, con la muestra de aquella mañana estaba asegurado.
Lo que no podía sospechar fue la noticia que me dio Elena, cuando ya me iba a mi habitación con la polla colgando y la ropa en la mano.
- ¡Ah, Josu, se me olvidaba!, el otro día hablando con mi madre me preguntó por ti, hablando, hablando le comenté lo bien que follas, se interesó mucho y me aseguró que también iría a visitarte a San Felipe, dijo que se sentía culpable, quería compensarte y conociéndola…
- Wow, me alegro, aunque te prometo que “pagará” caro los malos momentos que nos hizo pasar, pero sólo os pido una cosa, que os alternéis para venir, jajaja.
Continuará.
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Gracias.