Memorias de un portero de noche (4)

Según iba conociendo a mis compañeros de tripulación me integraba con ellos, me fui enterando los nuevos destinos y me ilusioné mucho. En mi trabajo actual la tecnología me sorprendió al llegar a mí de forma inusitada y sobre todo muy instructiva.

Como ya dije, cuando salimos de casa de Nadia y nos despedimos de las dos nos convertimos en amigos inseparables, personalmente estaba encantado con el trato de las ucranianas especialmente de la hija pero George todavía no se creía las atenciones que le deparó su madre Ania, comprendía al cocinero, en un país de raza eslava, adonde predominaban las cabelleras rubias, casi plateadas y las pieles rosadas, él un senegalés puro se hacía distinguir como un saco de carbón sobre una pila de sacos de harina, no obstante Ania quedó gratamente complacida de las atenciones que le dedicó mi amigo y no dejó de demostrárselo.

Por mi parte también estaba contento, había apostado por el negro sin conocerlo (en éste aspecto) y no me defraudó, el cocinero “calzaba” una polla que confirmaba el mito de que los de su raza tenían una verga más que enorme, Ania al verla se asustó y miró a su hija pero pronto se animó, posiblemente al recordar lo que tenía en casa siempre empapado en vodka y se esforzó en disfrutar aquel regalo que le llegaba del cielo o mejor dicho del Caspio.

Antes de embarcar todavía nos entretuvimos comprando en el Duty Free del puerto, todo estaba tan barato que sentí no disponer de suficiente dinero ahorrado porque lo hubiera gastado todo, vendían desde aparatos de óptica, cámaras Zenit, prismáticos marinos, incluso aparatos de radio, bastante vetustos por cierto pero de una dureza indiscutible, lo recorrimos con prisa y fuimos directamente a las bebidas, George me prestó dinero y compré todas las botellas de vodka que pude, pues sabía que en el barco iban a ser bien recibidas.

Cuando bajé a la Sala de Máquinas toda la ropa que llevaba me sobró, allí estaba el Jefe y su ayudante, nada más verme puso cara de disgusto y me llevó a parte al lado de unas tuberías de fuel.

  • ¡Mira grumete… te lo voy a decir una sola vez, aquí yo soy Dios!, ¿me entiendes? y no se mueve una mosca sin mi permiso.
  • Sí Jefe, lo sé, usted es el Jefe pero… no sé a qué viene todo esto, ahora vengo de afuera, estaba en mi tiempo libre y no tengo idea que puede haber pasado en mi ausencia.
  • ¿Ah no? Pues me pareció ver una sombra “fuera de servicio”, hurgar en la caja de repuestos y sin mi permiso ni dar explicaciones cogió lo que quiso y se marchó y… eso no lo permito, ¿eres boludo?
  • Perdone otra vez jefe pero le puedo explicar, disculpe mi inglés, ya sabe que todavía no lo domino pero eso de “boludo” no lo entiendo, ¿cómo se pronuncia?
  • ¡No me toques las pelotas y no digas pavadas!, aquí siempre se habla inglés, es una norma no escrita para que todos nos entendamos pero quiero que sepas que yo ¡NO SOY INGLÉS… SOY ARGENTINO! ¿capichi?
  • Vaya lío, lo de “capichi” no lo había oído nunca pero deje que le cuente, el caso es que…

Le conté lo de la reparación con el latiguillo, por supuesto no le di detalles de Nadia y menos de George y Ania, sólo le dije que bajé y en una casa que entré para comprar un gorro vi el problema del frío extremo y le di una solución rápida, (a la vez que de detrás de mi espalda saqué una botella que escondía para dársela y le tapé la boca).

  • Tenga Jefe, me acordé de usted, le traje esto porque le aprecio, estoy muy agradecido por todo lo que me enseña y la paciencia que tiene conmigo, comprendo que tiene razón para enfadarse pero procuro aprender todo lo que usted sabe, que es mucho y quiero seguir aprendiendo más y más para algún día poder ser por lo menos parecido a usted.
  • Pará, pará, callate, me ponés la cabeza como un bombo, parecés argentino de lo que hablás, vení a mi camarote, te invito a un trago, me has emocionado, nadie se acuerda de Osvaldo, acá, soy un cero a la izquierda para todos, nadie me valora más que vos.
  • No diga eso Jefe, si me permite le llamaré Jefe porque su nombre es muy… largo pero le cojo la palabra, vamos a abrir la botella.
  • Sos un buen muchacho, algo boludo pero buena gente.

La cabina del jefe no era mucho más grande que la mía, lo único que era individual pero nos sentamos en la cama y sacó dos vasos de debajo de un montón de libros.

  • Mirá, Josu sos aún muy joven pero ya serás viejito como yo y agradecerás cualquier detalle que te hagan, vamos a beber y luego te invito a un mate, ¡eh, que mi mate no es poca cosa, es el mejor de Entre Ríos!
  • ¿Qué es Entre Ríos, Jefe?
  • ¿No sabés?, es una provincia preciosa, bañada por varios ríos como dice su nombre, el más importante el Paraná.
  • Eso sí que lo he oído.
  • Pues si lo vieras… pero pon el vaso que vamos a brindar por Paraná con este líquido que nos manda Dios.
  • ¿Le gusta el vodka?
  • Me gusta todo pero éste es el mejor, bebe.

El Jefe me contó su vida, era de una familia de mecánicos de coches de lujo pero se enroló en el puerto de San Pedro, quería ser mecánico a lo grande y lo consiguió, hablaba de su tierra, de los ríos y más, yo no tenía idea de lo que contaba pero lo hacía con tanta pasión que lo imaginaba, las llanuras inmensas de la Pampa, llenas de ríos navegables por todas partes.

El de mi tierra, el Nervión sólo es navegable mientras es ría, o sea, hasta adonde llegaban las mareas, el suyo era inmenso, bajaba desde Brasil y encima desembocaba en el Río de la Plata, eso ya no era río, era un mar, también tenía mareas y los bancos de arena variaban según las avenidas, nada parecido a lo que yo conocía.

Yo soñaba con ver algún día estos paisajes y sobre todo oír cómo hablaban, parecía que se mecían en una hamaca pero no se lo dije por si se enfadaba.  El Jefe añoraba por volver a su tierra y yo le pedí si me podía llevar, si algún día atracábamos cerca, él me lo prometió.

El tema del latiguillo se diluyó con la conversación aunque en un momento dado lo volví a sacar a colación para remarcarlo y me di cuenta de que ya estaba olvidado, el Jefe no era nada rencoroso, simplemente que quería que se le hiciera caso, me di cuenta cuando quise levantarme y los pies me parecían redondos.


A propósito del latiguillo…  a la mañana siguiente de controlar la inundación en casa de la señora Paquita, la directora al salir temprano hacia su trabajo me hizo un saludo que lo decía todo, sonrió coqueta y se mordió el labio para después hacer una mueca de dolor al mover el culo casi cojeando, me reí y se me ocurrió una idea.

Al terminar mi turno fui a una ferretería y compré la pieza que se había reventado y como sabía a qué hora volvía del Instituto procuré esperarla en la esquina antes de llegar a su casa, Martina al verme llegar acompañando a la señora y la conversación que llevábamos me miró con sorna, sin que ella me viera se apretó las tetas y pasó la lengua al aire dándome ideas para con Paquita.

Al subir a su casa, Paquita olvidó el motivo de mi visita, todavía tenía el trozo de manguera en la mano, cuando me empujó contra la puerta de la entrada y bajó la cremallera de mi pantalón, metió la mano buscando la cintura de mi bóxer y al sacar la mano la llevaba llena de polla, no esperó a descapullarla y la metió en su boca hasta tragarla totalmente, noté su lengua rodear el capullo todavía inerte que pronto fue desarrollándose y tuvo que ir cediendo ante el relleno que la ahogaba.

Tuve que soltar el repuesto y sujetarle la cabeza para poner orden en sus desaforados movimientos, cuando la verga ya estaba completamente erecta y en proceso de engorde fui moviendo su cabeza de atrás adelante y fue separando las mandíbulas para no arañarme con sus dientes, cuando conseguí imprimir un ritmo adecuado cerró los labios alrededor del troco y no los separó ni cuando le llené la garganta de leche.

Todavía llevaba la chaqueta y la falda estrecha, la levanté, pues seguía de rodillas, la llevé en brazos a su cama y la deposité sobre la sábana, quedó mirándome y sacando la lengua se relamió los labios limpiando los restos de leche, fui desabotonando una a una sus prendas, la falda, la camisa, los zapatos de tacón alto y la dejé solamente con las medias de presión al muslo, las bragas tipo bikini y el sujetador sin tirantes.

Paquita me miraba sonriente, disfrutando de las caricias que acompañaba al pasar las manos por su cuerpo con la excusa de desnudarla, cuando ya sólo quedaban las prendas mínimas me acerqué sin tocarla, pensó que me iba a lanzar sobre ella como un tigre hambriento pero hice todo lo contrario, desde los pies hasta la cabeza la llené de besos, lamidas y chupadas que le hacían gemir al sentirme tan cerca y tan lejos.

No tuve que pedir que separara las piernas porque se puso en X, me dejó todos sus rincones a mi disposición, cuando la besaba entre los muslos seguía manteniéndolos abiertos con mucho esfuerzo y al llegar a la ingle sentí cómo le temblaba el vientre.

Al pasar la lengua entre los labios semi abiertos se le escapó un grito, no pensé que no me había afeitado esa mañana y la barba de un día raspó el clítoris de la mujer, ella esperaba el tacto suave de mi lengua y recibió el roce de un papel de lija, encogió las piernas sobre su cabeza y todavía me ofreció todo el conjunto de frente, lamí con la barba el coño, el clítoris y el culo, sin piedad.  Me sorprendió que con la novedad, una vez pasada la sorpresa, le gustara tanto que me gritó:

  • ¡Aaaaah, que gusto, eres mi macho, siempre me atraían las barbas de tres días y tú la tienes tan cerrada que lo parece, no pares, aunque me queje y grite, la siento como la lengua de un gato, me voy a correr Josu, me corro ya, me corroooo!

Cuando se corrió abrió las piernas y me ofreció toda su zona erógena, metí la cabeza entre sus piernas y no paré hasta que casi me ahogó, con la cara mojada subí por ella y le di el mismo trato en las tetas que ella había estirado como chicles, los pezones estaban duros y ásperos pero todavía se pusieron mucho más.

Al besarle el cuello giró la cara hacia el otro lado para que le mordiera el hombro y la oreja y me susurró con voz entrecortada.

  • ¡Méteme esa polla Josu, la deseo desde el otro día, lléname con ella, córrete en mi!
  • ¿Te refieres a esto?  Me gusta entrar en ti, tienes un coño tan suave y estrecho que me siento como si hubiera conquistado una cima, me gusta que te sientas mujer conmigo adentro de ti y no sólo te voy a llenar de leche sino que va a probar en tu culo la máxima sensación.

Ya no hablamos más, cumplí mi palabra, le follé de todas las maneras que sabía, que no eran pocas y cuando le metí la polla en el culo gritó más de gusto que de dolor.  Quedamos agotados sobre la cama hasta que anocheció, cuando se levantó, se le notaba el brillo del sudor debajo de las tetas y entre las piernas y fue directamente a la ducha.

El grito que oí me hizo recordar a lo que vine, Paquita había abierto el grifo del agua caliente de la ducha sin recordar que no funcionaba al calentador, sobre su piel sofocada cayó la cascada helada y una serie de “tacos” inapropiados para una dama de su educación salieron por su boca.

Salté de la cama desnudo y fui directamente hasta la tubería rota y me agaché para solucionarla, en realidad era sencillo, con sólo sustituir la pieza daría por acabado el trabajo, me sorprendí porque mientras estaba de rodillas, noté que mi culo era recorrido por la lengua de Paquita que se había liado con una toalla, no sólo se conformó con la sorpresa sino que se tumbó sobre la toalla que la envolvía y puso la cara entre mis piernas.

La polla y los huevos caían sobre su cara como fruta madura y no le costó abrir la boca y llenarla por completo, sentí la sensación de vacío y todo entró en la boca de la mujer pero no se conformó con eso, aprovechando que mi culo estaba bañado con su saliva metió un dedo seguido de un segundo y comprobó que era una de mis respuestas radicales, la polla creció y no pudo salir por estar ocupada por los huevos.

Paquita empezó a patalear y darme empujones para quitarme de encima pero interpreté que quería que le  follara la boca, separé más mis piernas y descendí sobre ella, los gritos ahogados me enervaban y seguí clavándole la polla y los huevos a la vez hasta que me dio un pellizco en las nalgas que me sacó del equívoco.

Consiguió que salieran los huevos pero al quedar con sólo la polla siguió chupando y respirando agitadamente, aunque le duró poco pues una cascada de semen le llenó hasta la nariz.

La demostración del correcto funcionamiento del agua caliente lo celebramos los dos juntos, me senté en el suelo de la ducha con ella sobre mí con la manguera dirigiéndola a su clítoris o a sus tetas o debajo de mis huevos, se  sentó a la vez que regaba la polla y el coño facilitando la entrada, su corrida se diluyó con el agua y mi leche posiblemente también aunque no averigüé si se le quedó adentro del coño.


Me sorprendí del efecto de los regalos que les hice a mis compañeros, hasta el Rojo se mostró simpático aunque puso el “pero” de que hubiera preferido “whiskey” irlandés, yo no sabría distinguirlo del “scotch” o del “ bourbon” pero para un irlandés era un rito, de todas formas, abrió la botella y lo olió pero ante la severa mirada del Capitán lo guardó para cuando saliera de guardia.

Ni que decir que a los asiáticos la botella les duró dos rondas, se volvieron mucho más parlanchines y me dedicaron unas cuantas reverencia de agradecimiento y alguna palmadita en el hombro.

Cuando me asomé a la cocina George estaba friendo unas salchichas y me las dio a probar, pensé que estaba mal aprovechado, en cualquier cocina de un buen restaurante habría causado sensación y eso que no tenía mucha variedad de alimentos.

  • Josu, no te dije nada pero habrás oído alguna vez el dicho de Las Vegas.
  • ¿Las Vegas?, pues… no.
  • Se dice que “Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas” ¿comprendes?
  • La verdad… no.
  • Pues lo que pasó en Odesa, se queda en Odesa.
  • ¡Ah, ya entiendo!, jajaja, qué tonto, claro, tranquilo soy muy discreto, no temas, lo que no entiendo tanto secretismo.
  • Yo sé lo que me digo, los dos nos vimos las pollas y la verdad ninguno tiene nada que envidiar al otro pero no se debe correr la voz.
  • No entiendo, no dirás que aquí en el barco hay…
  • Nooo, o por lo menos no lo sé pero adónde vamos no se debe saber.
  • ¿Sabes algo que yo deba saber?
  • Nada importante, he oído en el comedor de oficiales que vamos a Valencia a descargar los repuestos pero después nos cargarán cerámica para México y posiblemente nos salga un flete hacia Colombia o Chile o quién sabe si rodearemos el Estrecho de Magallanes y subamos hacia arriba.
  • ¿Y vamos a estar tanto tiempo en el mar?
  • Jajaja, ¿ahora te enteras de que eres marinero?  Haberte hecho taxista, jajaja.

La singladura por el Mediterráneo fue tranquila, parecía una balsa de aceite, divisamos de lejos Sicilia y después Cerdeña y Menorca, cuando avistamos el faro de Valencia ya era noche cerrada, quedamos fondeados fuera del puerto y por la mañana el Práctico vino a dirigir la maniobra de atraque en el puerto.

Las grúas comenzaron enseguida y la actividad se activó en el muelle, el plan era estar el tiempo imprescindible por lo que no pretendí bajar, por un portón lateral recibimos los palets de víveres para la travesía y la manguera de fuel llenó los depósitos hasta arriba.

El Jefe de Máquinas me encargó revisar la pantalla del radar que parecía que tenía una conexión defectuosa y me felicitó al ver que había seguido sus indicaciones a la perfección.

Ya casi teníamos la bodega cargada cuando llegó un fax de la naviera encargándonos que cargáramos unos contenedores de material para Dakar, eran para preparar la carrera del París–Dakar, la organización lo debía de tener todo listo antes de que empezaran a llegar los corredores.  La noticia alegró sobre todo a George, que iluminó su cara como un faro en la noche, su sonrisa habitual se convirtió en una felicidad completa y hasta se notó en los menús diarios.

También recibimos otra noticia de última hora, acababa de pasar el control de aduanas un cargamento de productos textiles, especialmente de jeans, con destino a Santiago de Cuba, al capitán no le gustó el retraso en la partida pero a mí me encantó.

Stablos me llamó al puente y me propuso bajar a comer en un restaurante típico, siempre que hacía escala en la ciudad se daba el homenaje de una buena paella valenciana y el retraso en la carga le dio la excusa perfecta, por lo que me encargó que le dijera al Jefe de Maquinas que también estaba invitado.

Un taxi nos llevó a un paraje singular, era un lago de agua dulce que desaguaba al mar, lo que se llama una Albufera, de hecho se llama así el parque natural, además de gran cantidad de pesca sirve como reserva para regar la extensa planicie de arrozales y por consiguiente es un sitio turístico adonde se concentran varios restaurantes donde se ofrecen todas las exquisiteces de la región.

Stablos era conocido y encargó la comida, además de la consabida paella, (plato conocido internacionalmente) pidió varios aperitivos entre ellos jamón y mariscos.   Cuando vino la camarera con la paella entera, pues se come directamente del recipiente que también se llama paella, le hicimos hueco en el centro de la mesa ya que pesaba y quemaba, la chica intentaba evitar mancharnos de hollín pues se cocina con leña de naranjo y Stablos observó algo que le dio una idea luminosa.

  • ¿Josu, qué te apetece de postre?
  • Los señores pueden elegir entre nuestra extensa variedad.
  • Jajaja, gracias señorita pero le preguntaba al joven para recomendarle las naranjas sabrosas y preciosas que se ven en todo su esplendor.

Las miradas de los cuatro, incluyendo la de la camarera se dirigieron al escote que agachado mostraba dos hermosas tetas apenas aguantadas por un sujetador negro, la camisa blanca del uniforme de la chica mostraba todo su contorno y nos vimos descubiertos por la joven.  Esta sonrió y comentó.

  • No tiene mal gusto el joven, tengo que darle la razón, son un postre apetitoso, jugoso y que llena la boca de jugo.
  • Mmm, de la forma que me las has descrito ya se me hace la boca agua, me pregunto si podría contar con ellas para después.
  • Por mi no hay problema pero no sé si mi novio opinará lo mismo, es aquel camarero que corta lonchas de jamón con el cuchillo largo y tan afilado como una navaja barbera.
  • Glup, no creo que a él le seduzca la idea, casi prefiero que no le pregunte su opinión pero me quedo con las ganas.
  • Jajaja jajaja jajaja.

Nos reímos todos menos la chica que me dedicó una mirada profunda con sus ojos negros, cuando se fue, el Capitán y el Jefe se burlaron de mí, bromeando con el novio que demostraba su destreza rebanando el jamón a láminas finísimas.  Me dio un escalofrío con sólo pensar en su habilidad con el afilado instrumento.

Cuando terminamos de comer la camarera volvió trayendo la carta de postres, la recibieron con sonrisas por la buena contestación que me dio pero su burla cambió cuando la chica se inclinó para recoger los cubiertos usados y mostró otra vez su par de tetas pero esta vez sin el obstáculo del sujetador e incluso con dos botones de su camisa desabrochados, las dos maravillas colgaban hasta mostrar los pezones en punta, por cierto sobresaliendo de las abultadas areolas.

Me quedé absorto mirándolas y echó los hombros hacia atrás provocando que casi se le salieran, mis jefes quedaron mudos ante la demostración femenina y más cuando la chica me dijo en voz que sólo la oímos nosotros.

  • Si quieres probarlas, a las seis termino mi turno y… si te preocupa ese chico, no es mi novio.

Me levanté como un autómata con las manos extendidas hacia ella y miré a mis Jefes con cara suplicante para que me dieran la tarde libre pero los dos a la vez negaron con la cabeza, lo sentí en el alma porque los estibadores deberían estar a punto de terminar la carga.  La chica se encogió de hombros y con un movimiento de hombros se acomodó una teta después de la otra no sin dejar asomar los pezones por un segundo.


Cuando vi llegar a la mamá del niño malcriado me eché a temblar (por el niño), venía con una bolsa llena de regalos en la mano, habían celebrado el cumpleaños del crío en una piscina de bolas y los diferentes amigos y parientes le habían presentado los regalos que el niño había ignorado como era normal, la gente quería expiar sus faltas de atenciones regalando juguetes caros que el niño no llegaría a desembalar nunca.

El caso que su padre era el mayor “arrepentido” y quiso dar la nota regalándole una tablet, como era lógico el niño se empeñó en estrenarla al momento y no hubo forma humana de quitársela pero como hacía siempre al llegar frente a mi garita el niño quiso entrar sin mirar que la cancela todavía estaba cerrada y la “adorada” tableta fue a caer al suelo y precisamente sobre un charco de agua del riego.

Hubo un silencio e inmediatamente se desencadenó una tormenta de gritos, el niño, su padre y su madre chillaban al mismo tiempo pero todavía se incrementaron cuando intentaron encenderla y no funcionó.

Los padres se enzarzaron en una serie de reproches por dejársela al niño, el padre se lamentaba que se había pasado horas instalando los programas y juegos para el crío y ella le acusaba que era un caprichoso, que el niño no tenía edad suficiente para manejar aquel aparato tan sofisticado.

Yo asistía impasible mientras sujetaba la puerta pero ninguno de los dos se decidía a pasar hasta que el niño saltó sobre el charco y me puso los pantalones llenos de barro hasta la rodilla.  Con la mirada los hubiera fulminado a los tres (bueno a ella no) pero debieron notarlo porque se colaron sin dejar de discutir.  No había pasado una hora cuando volvió la señora con la tablet y me dijo apenada.

  • Lo siento señor Josu, lamento la escena pero ya vio, mi hijo es muy travieso y el regalo era inapropiado para su edad pero su padre… ¡qué le voy a contar!
  • Ya me hago cargo.
  • El caso es que como sé de sus “habilidades” pensé que podría echarle una mirada, a lo mejor encuentra la manera de que funcione otra vez… ¡y si no la tira a la basura, en mi casa no quiero ese trasto!
  • No le prometo nada pero si tiene solución se la arreglaré.
  • No se esfuerce pero si lo consigue, quédesela usted, seguro que te dará mejor utilidad, yo le diré a mi marido que no tuvo solución.
  • No debo admitirlo, si por casualidad su marido me la viera….
  • No tenga problema, es tonto del culo, seguro que ni se acuerda de ella, sólo la compró para impresionar a los demás.

A la mañana siguiente el marido salió para echar a la basura la caja de los accesorios pero antes de hacerlo me dijo.

  • Buenos días, mi mujer me dijo que le ha dado la tableta por si la puede aprovechar, yo pensé que si lo consigue, que lo dudo, le hará falta el cargador y los cables.
  • No creo que valga para nada porque le entró agua pero gracias de todas formas, a lo mejor para cargar el teléfono…
  • Tranquilo, le voy a comprar otra en la tienda de los chinos, total, para lo que le va a durar…

Cuando vi a mi otro compañero de garita, el informático, se lo conté y al verla se entusiasmó, era el último modelo y se empeñó que se la dejara para intentarlo, lo tomó como un reto personal, me dijo veladamente que era un hacker bastante bueno, presumió que si él no lo conseguía no lo haría nadie y yo confié en él,

Era un chico muy reservado y me sorprendió cuando a los dos días la trajo envuelta en un paño como si fuera un tesoro, me explicó que la había desmontado toda y secado envolviéndola en arroz como secante de la humedad y que una vez en marcha le instaló una serie de programas que creyó que me serían de utilidad.

Había borrado los juegos infantiles que el padre del niño le instaló y en su lugar me incluyó varias páginas porno y una novedad que me explicó como si fuera el mayor secreto, era un detalle como muestra de su agradecimiento y como demostración de su valía, al abrir el programa aparecían las señales wi-fi de la contornada pero con una aplicación podía descubrir las contraseñas de seguridad y no sólo eso, podía piratear los aparatos de las casa, cámaras, televisores, ordenadores y teléfonos por lo que podía ver los archivos guardado y lo más importante, meterme en videos y chats de todo el vecindario.

Al principio no me ilusioné pero al hacerme una demostración vi cómo la dueña de la tableta estaba cenando frente al televisor y mirando el teléfono, ni que decir tiene que alabé la habilidad de mi compañero y le aseguré que sería nuestro secreto, él quedó muy contento por haberme demostrado que no era el tipo raro que parecía.

Me costó bastante manejar aquel aparato tan sofisticado, al principio me dediqué a lo fácil, una vez que los vecinos ya estaban durmiendo y todo el edificio en sombras me dediqué a ver páginas porno sin pausa, más de una vez estuve tentado en sacarme la polla y hacerme una paja al ver aquellas mujeres tan imponentes, de sus cuerpos, sus tetas, sus coños en primeros planos y cómo se tragaban aquellas pollas enormes, algunas mayores que la mía, más de una me recordaba a alguna de mis conquistas.

Cuando me saturé un poco de porno, ya había visto lo último y la mayoría de temáticas, ya me calmé al comprobar que sólo se dedicaban a follar sin más y fui más selectivo buscando que tuvieran algo de “historia” así se redujo drásticamente la variedad y ya me desengañé.

Por un tiempo dejé abandonado un poco el porno y me dediqué a ver películas o series incluso deportes o noticias pero la curiosidad o el aburrimiento hizo que pulsara la App secreta, después de un parpadeo pude ver una habitación, no se veía nada más que un armario y la pared, deduje que debía ser la cámara de un ordenador por la altura  de la mesa y estuve esperando más de diez minutos, la mantuve abierta porque en la pared se reflejaba una sombra y me tenía intrigado.

Algo cambió que me hizo saltar de la silla, en la pantalla apareció una mano que dejó sobre la mesa un cepillo del pelo, era un cepillo como muchos otros pero aquel me llamaba la atención porque el mango rebosaba espuma blanca, entonces ya me fijé más y vi que el armario aquel lo recordaba de algo y cuando la sombra se acercó y una mancha rosada ocupó toda la pantalla no lo dudé, esperé a que enfocara bien y pude ver las nalgas de una chica morena que se arrodillaba sobre la cama poniendo el culo frente al ordenador y después cogía el mencionado mango y se lo metía en el coño depilado.

Me arrellané en mi silla alta en la garita y me relajé decidido a ver cómo se follaba con el cepillo, al poco rato la polla me molestaba y la saqué después de mirar alrededor y no tardé en tenerla tan dura como si estuviera detrás de aquel culo.

No tardé en reconocer a la chica que compartía el piso con la que ayudé con el wi-fi, la chica no dejaba de intentar meterse el cepillo hasta el pelo, estaba desesperada y movía el culo para que entrara más y más, cuando se volvió mirando a la cámara la vi claramente y lo más sorprendente es que le hablaba a la cámara y comprendí que estaba chateando con alguien.

La morena se esforzaba en demostrar sus habilidades y sacó el cepillo y lo metió en el culo mientras que en el coño iba metiendo dos, tres y hasta los cuatro dedos, yo estaba ensimismado con la polla dando golpes por debajo del mostrador, hasta que la chica cogió un frasco de aceite infantil y roció el puño y el coño, la mano fue rodeando con cuidado hasta desaparecer en el coño abierto, se había metido el puño entero y sólo le asomaba la muñeca.

La joven sonreía victoriosa demostrando a la otra persona lo que había logrado, por su expresión me pareció que la otra hizo algo extraordinario porque se sorprendió e intentó a superarla, la mano libre sacó al cepillo y volvió a rociar con aceite infantil el culo, las nalgas y el puño, levantó las piernas sobre su pecho y un puño en el coño y otro en el culo fue su victoria total.

Nunca vi correrse a una mujer con los dos puños llenándole los agujeros pero fue espectacular, tanto que mi mano fue agitando la polla hasta que salpiqué el suelo, me sorprendí yo mismo haciéndome una paja como en mi época de marinero y añoré a Martina, con gusto la habría follado y hasta habría probado a imitar a la chica morena, no desestimé en hacerlo si coincidía con ella en una lugar más tranquilo.

Desde entonces me dediqué a conocer las costumbres del vecindario, me convertí en un voyeur “profesional” , la mayoría de visiones eran de alguna familia viendo una película o un forofo gritón viendo un partido de fútbol hasta que acerté al descubrir a la mamá del niño travieso.

Al reconocerla grabé la dirección wi-fi como favorito, la veía cada vez que hablaba por teléfono y me enteré de muchas y jugosas cosas, tenía una amiga íntima con la que compartía sus frustraciones, le contaba lo mal que la follaba su marido y lo harta que estaba de mamarle la polla cada vez, si recibir el mismo trato, todo esto me calentaba la polla porque con gestos animaba la conversación, se apretaba las tetas y levantaba la falda para enseñarle el coño irritado después de depilarse.

En poco tiempo pude ver en primerísimos planos toda su anatomía, las tetas con los pezones ocupando toda la pantalla e incluso intentando sacar algo de leche, yo estaba obsesionado con ella, aunque no desestimaba conocer a su amiga.

Llegué a tener la App abierta por si había alguna novedad hasta el día que vi cómo se conectaba otra vez con su amiga, lo curioso fue que a su espalda tenía el espejo del tocador y yo podía verla a ella y a su amiga en su pantalla, le contaba la escena que me vio por el balcón mientras follaba a las estudiantes, le explicó con todo detalle, el tamaño de mi polla (algo exagerado) y cómo la tenía su marido en comparación, le hizo una demostración de cómo se masturbó cara a mí y en la demostración se entusiasmó tanto que se corrió delante de su amiga, a partir de ese momento me propuse que tenía que follar a aquella mujer, la iba a llenar de polla y si tenía suerte muy posiblemente lo haría también a su amiga.

Cuando su amiga se corrió mirándola le dijo que la envidiaba y las dos quedaron de acuerdo en presentarme en la primera ocasión, yo no pude resistir.   Sin saber bien cómo ni por qué enfoqué mi polla que escondía debajo del mostrador de mi garita, me había abierto los pantalones y con los calzoncillos en las rodillas me cabeceaba como un péndulo.

Pulsé varios botones y debí de acertar al que compartía la conversación a tres, en sus pantallas apareció mi polla, en principio fue el capullo con la boquita goteando liquido y fui ampliando el plano hasta abarcarla toda, en mi pantallita de control vi las venas hinchadas y en el resto de pantalla partida las caras de las dos, mi vecina presumía al hacerse la enterada y demostrándole a su amiga que no exageraba ni un ápice.

Las dos volvieron a meter sus dedos en su coños  y agitarlos haciendo el ruido al batir los jugos vaginales, yo colaboré moviendo mi tronco desde abajo arriba tensando el prepucio hasta deformar el frenillo, las dos gemían tapándose la boca para no escandalizar pero cuando estaban a punto de correrse gritaron pidiéndome que me corriera para ellas.

Me recosté en la silla y apunté la polla hacia arriba y después de un rápido movimiento solté unos chorros de leche que se estrellaron en la ventanilla de cristal.

Los goterones se escurrieron hasta llegar al mostrador y ellas con las lenguas afuera parecían querer evitar que se perdiera mi leche.

Evité que se viera mi cara con precaución de que alguna persona (maridos o familias) llegaran a ver la escena porque posiblemente la estuvieran grabando pero esto me dio la idea de hacerlo yo y desde aquel día grababa todo lo que se veía en mi tableta.

Las dos me enseñaron sus dedos pegajosos de flujo y yo correspondí escurriendo la polla hasta sacarle hasta la última gota, después las dos besaron sus pantallas y yo pegué mi capullo a mi cámara, luego cortamos los tres.

Al día siguiente esperaba impaciente a encontrarme a la vecina pero venía acompañada del marido.

  • Buenas tardes señores, espero que hayan pasado un buen día.
  • Gracias Josu pero el día no termina hasta la noche, a propósito, ¿pudo aprovechar la tableta?
  • Esperaba comentarlo con ustedes, un amigo ha podido hacerla “andar” con lo mínimo, apenas puedo ver casi nada aunque lo que veo me encanta, me hace mucha compañía por las noches, se hacen tan largas…  si les hace falta se la devuelvo…
  • De ninguna manera, seguro que le dará buen empleo, a mí también me distrae hablar con mi teléfono, tengo amigas muy simpáticas y hablamos de todo un poco, me gustaría que conociera a alguna.
  • Calla Enma, deja tranquilo a Josu, con lo bien que vive…
  • Estoy segura de ello pero podría vivir mejor.
  • Se lo agradezco, lo cierto es que no tengo mucha vida social, por lo menos lo que veo por las noches me distrae bastante.
  • Sin que lo sepa mi mujer yo le pasaré unos videos de chicas… ligeritas de ropa, ¿me entiende?, -me dijo el marido en voz baja-.
  • ¿De verdad se pueden ver esas cosas?
  • Jajaja, no se lo puede imaginar pero de esto ni una palabra, si se enterara Enma…
  • Tranquilo,  soy como una tumba.

Aquella noche no pude repetir cuando me conecté con Enma, al estar su marido no pudo hablar con su amiga pero cuando fue a acostarse dejó el móvil encendido sobre el tocador, pude ver cómo se desnudaba cara a mí, su marido apenas se quitó la ropa se volvió de espaldas y se durmió pero ella fue desnudándose lentamente enseñándome su piel centímetro a centímetro, me mostró las tetas con toda sensualidad y cuando se quitó las medias las enrolló sobre los muslos abriendo las piernas hasta dejarme ver el coño depilado.

Cogió un frasco de colonia carísima y se perfumó el cuello y los pezones, luego la cerró y la fue metiendo en el coño hasta dejar afuera sólo el tapón, miró fijamente a su cámara y acercó el teléfono a su coño y con el dedo índice apretó el tapón de la colonia para que se hundiera completamente hasta hacerlo desaparecer.

Su marido roncaba de espaldas y ella se sentó en la cama y puso los pies en la orilla del colchón, hizo fuerza y salió el frasco de colonia despedido dejando el coño tan abierto que pude ver al fondo el cuello del útero.

Luego metió dos dedos y los sacó mojados, les dio una lamida y los pegó a su cámara dejándome con la imagen borrosa, luego apagó el aparato y me quedé con la polla dura y la convicción de que tenía que llenar aquel vacío.

Continuará.

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Gracias.