Memorias de un portero de noche (37)
El aprendizaje de Flor iba viento en popa, la mujer iba paso a paso y yo no tenía prisa de terminan las lecciones, aunque las malas noticias hicieron que condensara las últimas demostraciones. Mis mujeres se portaban admirablemente y compartían conmigo sus progresos y sus pretensiones.
Me dormí feliz abrazado a las dos futuras madres de mis hijos, yo mismo me sorprendí al pensar esto, siempre fui reacio a ligarme a nadie, por suerte o desgracia disfruté muy joven de la vida mucho más de lo esperado, ni yo comprendía la facilidad que tenía para conectar con el sexo femenino, a veces pensaba que nadie creería que había tenido tantas experiencias sexuales y con tantas mujeres diferentes.
Me consideraba un tipo normal, con un físico de lo más corriente y, aunque tenía una polla que a decir de las mujeres no estaba nada mal, no creía que fuera el motivo para esta suerte, pero lo más importante era que aparte del sexo físico había tenido la suerte de haberme rodeado de mujeres diferentes, en situaciones diferentes y con resultados diferentes, pero ninguno como en ese momento.
Por una serie de golpes de azar había conocido a una mujer adorable, yo “perro viejo”, creía sabérmelas todas, aunque aún tenía mucho que aprender, por eso no dejaba de sorprenderme, la última fue con Andrea “regalándome” una fiesta de cumpleaños especial, yo esperaba una noche de sexo salvaje (dentro de un orden) pero la sorpresa fue mayúscula cuando me di cuenta de que le pidió a Susi que colaborara y supliera las “faltas” que por su estado no podía ofrecerme.
Ahora estaba en un mar de dudas, ¿qué iba a pasar a partir de ahora? , el argumento posible, (aunque raro) era que “fue un caso especial y aislado” , una gracia que las dos mujeres habían acordado, ¡quién sabe por qué motivos!
Estaba claro que las dos estaban esperando un hijo mío, de mi mujer era hasta lógico, aunque no fue buscado, pero de Susi…, a la chica, casi adolescente, recién casada, (mal casada , hay que reconocerlo) le di un empujoncito a su problema inicial en su matrimonio, por hacerle un favor la desvirgué y creí que a partir de eso ya estaba todo solucionado, de hecho así lo creímos Andrea y yo, pero en un momento de “ternura” la follé con el resultado de embarazo, ahora encontramos una solución de lo más “feliz” para todos, después de los grandes problemas que se le presentaron a la joven por esa consecuencia.
Lo cierto es que por un motivo u otro ahora estaba acostado entre dos mujeres bellas, las dos abrazadas a mí, desnudas como yo y satisfechos por los orgasmos que les había provocado y por las corridas que ellas me proporcionaron a mí.
La incógnita es que no imaginaba que iba a suceder después, ¿seguiríamos como si nada, se adaptarían como los mormones o se pelearían por los malditos celos? , en cualquier caso, a mi no me apetecía tener un harén como los árabes, no me sentía capaz de responsabilidades de ese orden, porque, además, luego vendrían las de los niños o sea que estaba hecho un lío.
¿Optaría por la decisión más cobarde, meter la cabeza como los avestruces y esperar a ver qué pasaba, o pondría mis normas para cada una desde un principio? , eso tampoco me convencía porque las dos se ofrecieron de buena gana y no quería encorsetarlas nada más empezar, así que pensé en una solución intermedia, las dejaría a su aire y si se complicaba la cosa pondría orden… si podía.
Cuando me desperté quedé desilusionado, esperaba que tuviera a las dos al lado de mi cama con la bandeja del desayuno, mirándome con ojos sumisos, en contra, estaba sólo, las dos se habían levantado antes y cada una estaba en sus quehaceres diarios.
Cuando saludé a Andrea en la cocina me besó como otro día cualquiera y al ver a Susi lo hizo desde lejos con un movimiento de mano, todo el castillo que me monté se desmoronó estrepitosamente y tuve que hacerme a la idea que lo que pasó por la noche no volvería a pasar.
Flor se abrazó a mí, había tenido su primer orgasmo “oficial” y estaba contenta y relajada, la oía respirar en mi cuello, profundamente dormida, un momento antes estuvo jugueteando con mi polla blanda con sus dedos a la vez que suspiraba profundamente.
Yo esperaba que a partir de entonces la historia iba a cambiar, acababa de destapar la botella de champan y la espuma había salido sin retorno pero no, me dormí con esa convicción, esperaba follarla por la mañana y ponerla al día en cuestión de sexo pero al pasar la mano a mi alrededor noté que estaba solo en su cama.
La vi saliendo del baño, recién duchada, con una toalla en la cabeza y otra alrededor del cuerpo, vino derecho a mí y me coloqué en el centro de la cama para recibirla “debidamente” pues según venía se deshizo el nudo de la cabeza dejando su pelo suelto y el de la toalla del cuerpo dejándola caer al suelo.
Me gustó lo que vi, la mujer además de virgen mental se conservaba como si no hubiera parido gemelas, con unas tetas apenas caídas y unas caderas de lo más voluptuosas , (hasta ahora no me había fijado con detenimiento) , incluso el triángulo de vello que lucía en el pubis le daba un morbo especial.
- Buen día Josu, apurémonos para bajar al hall del hotel, nos espera el abogado de la compañía de seguros de la furgoneta.
- Yo pensé que antes…
- Sí hombre, claro… desde luego…
Vino hasta la cama y me rodeó por debajo de los brazos, tiró de mí y de un impulso me sentó en la cama, mi boca quedó delante de su pezón gigante y cuando fui a abrirla para…
- Dale no te entretengas, vamos al baño, yo ya estoy lista.
- Está bien, como quieras.
Me dejé llevar y lo hizo todo a la perfección, demostró ser muy eficaz, me puso frente al servicio y me cogió la polla, que en ese momento recién despertado estaba bastante dura y después de descapullarla la enfocó para que el chorro cayera en su sitio, incluso improvisó un poco ya que al no salirme a la primera me “estrujó” un poco los huevos para que me vinieran las ganas.
Luego sacudió la verga con toda naturalidad y me empujó a la ducha. La esponja no paraba sobre mi piel, me lavó como habría bañado a una de sus hijas de pequeñas, pasó la mano entre mis nalgas y los huevos y retiró el prepucio para enjabonarme bien.
Sus tetas se bamboleaban con los enérgicos movimientos y mi polla se puso a 45º delante de su cara pero ella, como si fuera una veterana enfermera, me enjuagó apartando la polla con la mano a un lado o al otro y luego me secó con la misma eficiencia.
Cuando volví a mi habitación iba con los brazos en alto como si fuera detenido, ella me esperaba con mi ropa y me subió la bragueta con cuidado de no pellizcarme, ¡mejor que si lo hubiera hecho yo!
El abogado era un tipo bajito y gordo, traía una carpeta llena de papeles desordenados y una sonrisa amable.
- Buenos días señora y a usted también joven, claro.
- Hola, buenos días, ¿qué noticias tiene para nosotros?
- Emmm, todo está bien, pero…
- ¿Qué “pero” hay?
- Resulta que el seguro contrario se apoya a que usted provocó el accidente, por lo que se resisten a pagar, es más insinúan que podrían denunciarlo por actitud peligrosa.
- ¡No me diga!, si quedó claro que lo hice para proteger a los transeúntes que cruzaban la calle, si no lo hago a estas horas estaríamos de entierro.
- Si, ya, pero ya sabe, si vamos a juicio… tardará mucho y… es mejor quedar a buenas…
- De eso nada, tengo un montón de testigos.
- ¿Sí y tiene sus direcciones o teléfonos?
- Pues… la verdad que no, con las prisas, pero allí mismo se pusieron todos de mi parte, hasta la policía lo vio.
- Pero no hicieron parte de accidente, solamente tenemos el de la ambulancia por lo que…
- No puede ser, entonces que pasa…
- Me temo que la cosa pinta mal, los daños de su furgoneta los tendrá que pagar usted y los del Falcón nosotros.
- Es imposible, no tengo dinero para eso y no soy culpable, iré a hablar con la señora que me dio el golpe.
- No conseguirá nada, es la señora del presidente de una petrolera y ya sabe lo influyentes que son.
- No me rendiré, moveré cielo y tierra si es preciso.
- No te apures, Josu, dejalo, ya nos arreglaremos, a mi hermano no le importaba mucho la furgoneta.
- No es eso, es que tengo razón, podíamos haber muerto por la imprudencia de esa buena señora, no me conformaré.
- No creo que consiga nada, por nosotros haremos lo posible pero… más…
- Deme los datos de esa señora…
- Lo que quiera pero…
- Está bien déjeme a mí.
- Adiós… señor y señora…
El hombrecillo salió sin hacer ruido, pero nosotros nos quedamos con un palmo de narices, Flor intentaba calmarme, pero yo estaba empecinado en buscar a la mujer que nos golpeó.
Flor me cogió del brazo y me llevó al comedor para desayunar y calmarme, en cierta manera lo consiguió y me convenció que lo mejor sería volver a casa. Pensamos que dejaríamos la habitación y volveríamos a Santa Fe, aunque a ella le hacía ilusión comprarse alguna ropa nueva en las tiendas de moda.
Cuando salimos del hotel tomamos un taxi y fuimos al hospital adonde me curaron, después de quitarme las vendas vieron que estaba casi curado y, aunque mucho menos, volvieron a vendarme, ahora sólo llevaba las muñecas y fue un gran alivio para mí.
Al salir a la calle Flor me cogió del brazo, como siempre para ayudarme, al sentirme más libre le pasé mi brazo por su hombro, fue un movimiento reflejo, pero al ver que ella no protestaba la atraje hacia mí, entonces me miró, sonrió y se arrimó más.
Paseamos un rato y cuando nos cansamos tomamos otro taxi, ya iba a dar la dirección del hotel para recoger el poco equipaje cuando le pregunté por algún sitio para pasear tranquilos, me dijo que la Playa de la Florida nos gustaría y allí fuimos. El taxista nos dejó en una avenida que discurría a lo largo del río, a corta distancia estaba el Balneario de la Florida, pero alrededor había muchos restaurantes típicos adonde se comía buen pescado.
Después del paseo y el disgusto que llevábamos comimos en uno de ellos y luego de una larga sobremesa salimos y por una pasarela que cruzaba a la orilla del río llegamos a la arena.
Nos arrimamos hasta la misma orilla, en ese punto el río era anchísimo y apenas se veía la otra orilla, fuimos a sentarnos, pero sólo encontramos unos jardines con césped, debajo de un frondoso árbol nos tentamos en la hierba para ver discurrir el agua.
- No te enfades Josu, no pasa nada, le explicaremos todo a Horacio, es comprensivo, lo entenderá y verás cómo no nos riñe.
- La culpa es mía, si no me hubiera metido a farolero…
- No, vos hiciste lo correcto, si no…
- Eso es lo que más me indigna, es que, por hacer el bien, encima…
- No pensés más, disfrutemos de las vistas, hace un día precioso.
- Está bien pero… ya no tenemos más que hacer en Rosario, las puertas se nos cierran, es una pena, no quiero causarle más gastos a tu hermano, mañana volveremos en el tren, aunque si fuera por ti me quedaría para siempre.
- No me lo recuerdes, nunca pensé que a mi edad pasaría unos días tan dichosos, ya no habrá más de éstos.
- Eso no lo digas nunca, si no hubiéramos venido no habríamos hablado y no sabría cómo eres en realidad.
- Eso mismo podría decirte yo, me hiciste mucho bien al escucharme, llevo muchos años dándole vueltas a la cabeza, me siento culpable por todo lo que hice o, mejor dicho, por lo que no hice.
- No te castigues, no tienes la culpa de nada.
- Pero, lo que me hicieron arruinó mí vida.
- Lo entiendo, comprendo tu pesar, pero ahora ya es tarde para lamentarse, yo de ti me olvidaría y pasaría página.
- No es fácil, no puedo olvidar que entre todos…
- Yo te aconsejaría que ahora lo miraras desde otro ángulo, en aquel momento podías denunciarlos a todos por muchas cosas, incluso por violación pero…
- Eso lo lamenté siempre, debí hacerlo.
- Pero ahora piensa… imagina el ambiente… chicos y chicas jóvenes, con las hormonas revolucionadas, era una ocasión ideal para pasarlo bien y ellas lo aprovecharon, cogieron sin miedo lo que quisieron y cuando vieron que tu no disfrutabas te quisieron animar con bebida, luego, siguieron follando, imagino que entre ellos y ellas se picarían y te mirarían como un bicho raro, harían una apuesta, unos a otros se provocarían hasta que el más atrevido, quizá con ayuda de la chica más ligera de cascos te quitaría algo de ropa y una vez empezado, los demás y posiblemente las demás, se animaran hasta que el que te cogió primero a lo mejor no fue el mismo que te embarazó, es un drama muy lamentable, pero ahora tienes a dos princesas gemelas que no tienen culpa de nada, creo que debes olvidar y vivir. -fue un consejo para que se le fuera la obsesión, si bien yo era el menos convencido-.
- Sí, algo así me contaron, eso es lo que pasó y es verdad, lo peor ya lo olvidé y estoy contenta de tener a mis hijas, pero mi vida se fue a la mierda.
- Eso también, lo lamento pero aún estás a tiempo, eres joven, no debes abandonarte.
- Es fácil decirlo, ayer me hiciste muy feliz, fuiste muy comprensivo conmigo y muy paciente, imagino que a cualquier hombre que le pidan lo que yo te pedí se habría aprovechado o… lo habría interpretado mal.
- Lo hice porque vi que eras una mujer especial, no podía pensar en otra cosa que en tu ilusión.
- Sí, era mucha, y lo sigue siendo, me falta mucho por aprender, todo eso no lo explican los libros, eso se vive y por eso me siento tan feliz a tu lado.
- También pienso lo mismo de ti, eres encantadora.
- No digas eso, ya soy vieja, muy vieja para ti.
- Jajaja, no te pongas “galones” que eres más atractiva que muchas quinceañeras que van con minifalda.
- Jajaja, eso quisiera yo, jajaja, ¿volvemos al hotel?
- Como quieras.
- Sí, es que aquí ya hace fresco.
Volvimos al hotel, yo también iba apurado como el día anterior y corrí al lavabo, ella vino detrás con la intención de ayudarme y ya estaba a mi lado cuando me saqué la polla para orinar, me miró desilusionada pero le mostré que ya podía valerme con las manos, aún así, le ofrecí la polla para que terminara y la sacudiera, entonces los dos reímos a la vez al vernos reflejados en el espejo.
Fui a mi habitación con intención de acostarme, ahora ya me valía yo solo y ella hizo lo mismo en la suya, en la oscuridad sentí la necesidad de hablar con ella, la oía removerse en su cama y recordaba la noche anterior, ya no pude resistir y me levanté y fui hacia su habitación, al llegar a la puerta de comunicación tropecé, el golpe inesperado fue fuerte pero no doloroso, fue en blando pues choqué contra ella, que con el mismo pensamiento venía hacia mi cama.
- ¡Oh, qué golpe! ¿Adónde ibas?, ¿te hice daño?
- Creo que a lo mismo que vos, quería hablar contigo.
- Y yo, también iba a tu lado.
- Entonces ven, en mi cama estaremos más cómodos.
No acordamos nada pero cuando subí a su cama me quité el calzoncillo y cuando la encontré arriba noté que también se había quitado el camisón.
- Espero que no pienses mal, es que me gusta sentir tu piel.
- Y a mí también me encanta, estás tan suave…
A Flor le gustaba sentir mi tacto y desde un principio se pegó a mi lado con una pierna sobre las mías, yo esperaba que enseguida me agarraría la polla pero no lo hizo, me pasó los dedos por la cara, mesándome el cabello, yo intentaba morderle el dedo en la oscuridad y los dos nos reíamos del juego.
- No sabes lo feliz que me haces al estar a mi lado, abrazame, quiero que me cuentes tu vida.
- Como quieras, pero no es nada extraordinaria.
Flor, se volvió de espaldas dispuesta a escuchar, me cogió una mano y la pasó por debajo de su brazo, dejándola justo debajo del nacimiento de sus tetas. Yo me pegué a su espalda, su culo encajaba perfectamente en mi regazo y mis muslos se enredaron en los suyos, no me preocupé por mi polla porque sabía que haría lo que ella quisiera, así que la dejé a su aire.
Las dos mujeres actuaban como siempre, hablaban de sus cosas, que compartían conmigo como cualquier tema, el ombligo de Andrea empezó a sobresalir y fue motivo de conversación, estando los tres sentados en el sofá las faldas de ambas subieron hasta sus cinturas y compararon, las estrías habían aparecido en Andrea y me las enseñó, Susi quiso saber si también las tenía y me hizo examinarla de cerca.
Aquella redondez de piel suave y tirante me hizo recordar cuando en el barco la cogí de las caderas por atrás y le puse la polla en su tierno coño hasta hundirla hasta el fondo, recordé cómo abrió los brazos en cruz mientras la penetraba, reíamos a la vez al sentirnos felices y libres, sólo bajó los brazos cuando se corrió y tuvo que sujetarse de la palanca del freno del molinete del ancla.
Ahora la barriga apenas dejaba ver su pubis depilado, las braguitas que llevaba se le enroscaban en él y dejaban asomar el comienzo de los labios del coño, aspiré hondo al notar el aroma de mujer, puse la oreja en su piel y oí los latidos del corazoncito, le di un beso suave y noté el estremecimiento de la madre.
Andrea también quiso enseñarme su ombligo, hice lo mismo con Andrea, me gustó el detalle de que se hubiera depilado por mí también y fui dándole besos desde su ombligo emergente hasta el pubis, cuando iba llegando se echó hacia atrás en el sofá y separó un poco las piernas, por encima de la licra de las braguitas seguí besándola sobre la línea que marcaban sus labios, la oí gemir y Susi alargó la mano y me acarició la nuca.
La mantuvo apoyada hasta que dejé de besar a Andrea, cuando me incorporé, mi mujer había subido el vestido más allá del pecho y me esperaba con las tetas libres para mostrarme que los pezones había ganado tamaño y color.
Estuve lamiéndolos bajo la mirada atenta de Susi que mantenía su cálida mano sobre mi pelo, me acariciaba de abajo arriba demostrando su apoyo a la causa. Cuando volví hasta el ombligo apoyé el oído, se oían unos ruidos de agua como en una cascada, estaba atento cuando noté un fuerte golpe en la mejilla, me extrañó y miré a Andrea que me sonrió feliz, al volver a intentarlo recibí otra patada en el ojo, la niña se estaba “entrenando” a conciencia.
Las dos me miraron con alegría contenida, esperaban mi reacción ante la novedad pero fue Andrea la que me sorprendió primero.
- Jajaja, parece que Susi te ha reconocido, eso sólo fue un saludo.
- ¿Susi, cómo Susi? Si está aquí al lado.
- Me refiero a tu hija Susi, la vamos a llamar Susi, como su tía.
Me volví sorprendido, ellas tomaron la decisión sin contar conmigo y me sentí un poco ninguneado, pero Susi lo adivinó, me dio un piquito de consolación en la boca y me aclaró.
- No te preocupes, mi hijo se llamará Josu, como su padre, jajaja.
Ya no tuve dudas y las abracé a las dos, los bombos y las tetas se juntaron y yo me pegué a ellas, cuando nos separamos llevábamos las mejillas húmedas de lagrimas y los labios ardiendo de besos.
Abrazado a Flor por atrás le acerqué la boca a su oreja, me dispuse a contarle mi vida (resumida) y cuando empecé noté que mi aliento le provocaba carne de gallina en las tetas, sentía en mis manos cómo se erizaba alrededor de sus areolas, los pezones salieron como los caracoles y le atrapé uno mientras le hablaba.
Flor estaba a gusto entre mis brazos pero yo estaba como un burro, intentando no “ofenderla” con mi polla entre sus nalgas, daba la impresión que su objetivo ya estaba cumplido, ya había saciado su curiosidad de estar pegada a un hombre y daba la sensación que eso era todo lo que ambicionaba.
Mi polla estaba al máximo, se iba incrustando entre sus muslos con el peligro de que se deslizara entre los labios del coño, no sabía cuál sería su reacción y decidí tomar la iniciativa.
- Mmm Flor, me encanta estar a tu lado pero…
- ¿Me quieres decir que ya te cansaste de mí?
- Nooo, sólo que estoy en mala postura y se me duerme el otro brazo.
- Qué pena, yo estoy muy a gusto sintiéndote tan tierno.
- Gracias pero creo que sólo has aprendido la mitad.
- ¿Qué quieres decir?
- Que ya probaste lo que se siente al acariciar a otra persona.
- Y no podía ser nadie mejor que vos.
- Gracias otra vez pero creo que te mereces sentir que otra persona te acaricie a ti.
- En eso no pensé y la verdad no lo echo de menos pero si lo crees conveniente…
- Lo considero imprescindible, mereces saber lo que cualquier hombre desearía ofrecerte y el primero de todos soy yo.
- Si es así… confío completamente en vos.
Le puse una mano en el hombro y fui girándola hacia mí, no quería demostrarle mis claras intenciones y me dediqué a besarle la frente y los ojos, noté cómo se relajaba y más todavía cuando bajé a su cuello y sus orejas.
Inconscientemente movía el cuello para facilitarme las caricias y cuando la besé por las clavículas adiviné que era su punto erógeno, me arrodillé a su lado, en la oscuridad notaba su cuerpo desprender tal calor que parecía iluminar la habitación, no me hizo falta la luz, con la excusa de besarle las manos desde los dedos hasta las axilas, fui subiendo por los brazos hasta dejarlos sobre su cabeza.
Ahora ya tenía su cuerpo entero a mi disposición, estaba relajada esperando cualquier caricia tierna por mi parte y cuando notó la humedad de mi lengua recorriendo sus tetas desde afuera hacia el centro noté que su estómago vibraba con las nuevas sensaciones.
Su respiración fue agitándose, no la toqué para nada para evitar que a su mente volvieran algunos recuerdos de su violación, solamente con mi lengua fui recorriendo toda su piel, cuando lamí las areolas estaban ásperas como lija y al rodear los pezones tuve que abrir la boca para aspirarlos y llevarme con ella toda la “galleta” que los rodeaba.
Fue un gemido casi doloroso, no los solté y seguí lamiéndolos a la vez que con los dientes los tenía presos, notaba como se movía, sus caderas se arqueaban y sus piernas batían como las alas de una gaviota.
Aquellas tetas nunca holladas crecieron de volumen y pese a estar boca arriba se irguieron como flanes de gelatina, por todas partes chupaba y aspiraba, ella mantenía los brazos sobre la cabeza obedeciendo una “orden” que nunca le di, procuraba ofrecerme una u otra teta pero sin bajar los brazos y yo las mordía con ternura pero con todo mi ardor.
Los gemidos ya eran audibles y claramente aprobaba mis caricias, me susurraba que sí, que siguiera así, que no parara y así lo hice. Cuando dejé de lamer, las tetas estaban cubiertas de saliva y seguramente de moratones, pero seguí hacia el estómago, por los costados di un rodeo hasta sorprenderla volviendo al ombligo que dio una encogida que le hizo gritar.
Cuando bajé hasta el Monte de Venus ya no pudo resistir, pues bajó los brazos y me sujetó la cabeza.
- ¡No, Josu ahí no!
- Flor, quiero que me digas una cosa y quiero sinceridad… ¿confías en mí?
- Sííí, confió, sí, pero… es que ahí, en ese sitio… recuerda que soy virgen.
- Ya lo sé, por eso necesito que confíes más que nunca.
- Me da miedo Josu, comprendé.
- Y lo hago, sólo quiero que seas una mujer completa, libre de miedos, te aseguro que vas a ver la luz después de todos los temores que te aterran.
- Jurame que no me engañas.
- Te lo juro, si no me crees volveré a mi cama y olvidaremos todo.
- Nooo, eso no, me haces sentir una mujer nueva, pero es que…
- Chhttt, no hables, sólo siente y déjate llevar.
No hizo falta decir más, noté cómo su carne se ablandaba y el pubis se distendía, mi lengua se abrió paso entre el vello rizado, era abundante pero no estaba enredado por lo que al momento noté cómo se dividía en dos y quedé quieto.
La piel temblaba entre mis labios, apenas movía la lengua, pero ella sabía que estaba allí y le di tiempo para que recordara mis palabras. Suavemente los muslos se fueron separando, los tenía cerrados como las puertas de una fortaleza y al ir dejando paso libre, mi boca fue avanzando.
La saliva le suavizaba los nervios, le daba tranquilidad y confianza, la lengua le araba los labios dejado un surco que descubría su secreto jamás ofrecido, al menos conscientemente. Notaba cómo acompañaba mi cabeza con las manos, no se fiaba del todo y a cualquier movimiento intentaba que no me saliera de la ruta que se había figurado.
Quizás por eso cuando rodeé su clítoris que crecía por el roce de mi lengua levantó las caderas y presionó mi cabeza contra él. No quise “atacarlo” desde un principio y pasé de largo, noté como quedó un poco decepcionada pero no le di tiempo a dudar, bordeé los labios menores hasta llegar a su vagina, se habían abierto como un libro y pude saborear el líquido que manaba.
Di varias vueltas rodeando el agujero irregular hasta que fui metiendo un poco de lengua, de su coño salían burbujas por las contracciones en su interior y las fui reventando con la lengua. Metí todo lo que pude hasta dolerme la lengua y “barrí” desde adentro hasta salir y volver al clítoris, haciéndola saltar.
Me soltó la cabeza, levantó las rodillas y las sostuvo en el aire, mi cabeza libre de movimientos entró al asalto entre sus muslos haciendo ventosa con la boca en su coño abierto, me llené de jugos y carne suave pero sólo escuché sus ruegos pidiendo que la dejara morir allí mismo.
No obstante, no bajó las piernas ni las cerró, la ayudé sujetándole las nalgas hacia arriba, para mí era más cómodo y las levanté hasta que sus piernas rodearon su cabeza, las tetas le sobresalían por los costados y quise pellizcarle los pezones que se adivinaban en la oscuridad.
Ella no me vio, pero sintió mis dedos en los duros pechos y algo más duro todavía entre los labios de su concha. Cuando mi capullo empezó a abrirse paso, sus piernas se tensaron queriendo apartarme de encima pero mi peso no la dejó y fui dejándome caer sin dejar de presionar sus pezones.
En la oscuridad total noté como abría la boca intentado aspirar aire, por primera vez en su vida era consciente de sentir una polla entrando sin parar en sus entrañas, no sentía daño físico porque el himen ya se lo quitaron hacía mucho pero la sensación de ser poseída era nueva para ella.
Noté su resistencia hasta que reaccionó y se convenció que era una ocasión digna de ser vivida y a partir de entonces la noté disfrutar, notaba como sus músculos pelvianos me atraían, parecía que absorbía la polla ávidamente y me dejé hundir en ella hasta el fondo.
- ¡Aaaaaah, síííí, Josu, sííí, eres un cielo, soy tuya, metela más, más por Dios, quiero más!
- Ya estoy dentro de ti Flor, me gusta ser el “primero”.
- Sííí, sos el primero y el único, me llenas, te siento arder en mi concha, me quemas, me rompes, me matas de gusto, amor…
- ¿Lo dices de verdad?
- No seas así, ¿me estás cogiendo con tu enorme pija dura y preguntas si miento?, ¡qué tonto sos!
- Si quieres, me salgo…
- Si no querés que te mate aquí mismo, no lo hagas, cómo máximo muévete, pero ya.
Retrocedí hasta la mitad y volví a entrar a fondo, ella aspiró aire hasta notar mis huevos pegajosos de su flujo, cuando la polla entraba y salía tan suave como engrasada soltó sus piernas que cayeron a mi lado, me tumbé sobre ella y la besé en la boca.
Hasta ahora lo había evitado porque lo consideré algo más íntimo, más personal, pero me recibió con gusto y no esperó a que yo le buscara su lengua, fue ella la que entreabrió mis labios y encontró la mía.
Admiré la naturaleza, ella misma me pidió que cambiáramos de postura, las piernas en alto la habían agotado y se dio la vuelta, levanté su cintura, le puse debajo la almohada y la dejé con el culo elevado, no llegó a separar las piernas, pero no hizo falta, la polla resbaló entre sus nalgas y acertó al coño brillante y empapado.
Cumplí los deseos que tuve al estar recién acostados, ahora me hundí en ella con su permiso y lo hice en tres movimientos para que gozara con ellos. Se le oía susurrar entre la sábana que quería más y no tuve inconveniente en darle más.
No sabía adónde poner las manos, unas veces se cogía del pelo agitando la cabeza y otras sacaba las tetas de debajo de ella tirando de sus pezones, hasta que le sujeté las manos y las puse en sus nalgas, le pedí que quería que las mantuviera separadas y lo hizo.
Ignoro si lo adivinó pero por el grito que dio creo que no. La polla estaba tan sumamente mojada de flujo que al salir resbalaba haciendo difícil atinar otra vez al coño, lo intenté varias veces hasta que dejé que eligiera ella.
Al encontrar el paso lubricado por los diversos paseos que ya hizo por el culo en el último se encajó en su rugosidad y sin más entró un par de centímetros. Flor quedó paralizada, en su mente no estaba previsto nada de esto, pero no soltó sus nalgas, sólo susurró.
- No Josu, no, te equivocas de agujero.
- Chiiiit, tranquila, no te preocupes, ¿Confías en mí?
- Sííí, ya lo sabes pero tu pija no cabe ahí, ya me rompiste la concha en dos, por el orto me matarás.
- Déjame a mí, sé lo que hago.
- Por todos los santos Josu, no me metas eso, es enorme.
- Cuando lo tengas adentro te parecerá poco.
- Aunque no te lo dije en la concha, creételo, no podría ni respirar con esto.
- Jajaja, ¡qué poca fe tienes, relájate y goza!
Fue una mentira piadosa, presioné y presioné hasta que el capullo pasó, ella berreaba con la boca llena de sábana, pero no soltaba las manos, yo tanteé la dirección del recto hasta que noté que se relajó, fue sólo un instante pero lo suficiente como para perderme en ella.
No estuve mucho rato en su culo, sólo pretendía que experimentara los placeres de una buena follada por si no tenía otra ocasión, cuando la saqué me rogó que la volviera a meter, me juró que no se quejaría pero le di la vuelta y de lado levanté su pierna y por detrás le metí la polla en el coño, le llevé su mano a su clítoris y le “enseñé” a pajearse a la vez que la follaba.
Aprendió enseguida y su orgasmo fue brutal, tuve que sujetarla de la cintura para que no me rompiera la polla que no saqué, pero cuando me corrí en su coño quedó inmóvil, noté como me ordeñaba con sus músculos, me sacó hasta la última gota de leche y bajó la pierna sin dejarme salir de ella.
Cuando mi verga perdió dureza me salí, ella puso la mano esperando que saliera la leche y cuando la recogió me la enseñó, era un cuajo blanco y espeso, que se pegaba entre sus dedos, la admiró como si fuera una aparición y sacó la lengua para probarla, lo hizo varias veces hasta que abrió la boca levantando la cabeza y dejó que toda la leche entrara entre sus labios.
Estábamos agotados y me pidió que la dejara descansar, a mí me pareció una muy buena idea y se puso de espaldas para que la abrazara por detrás como al principio. Ya sin recelos, mi polla no tardó en revivir, sin pedir opinión se coló entre sus nalgas y entró con suavidad, Flor no puso objeción y en ella, en su culo, nos quedamos dormidos.
Iba a ser la última noche en Rosario, me propuse prolongar la noche pero Flor se quedó dormida como un bebé después de mamar.
Continuará.
Si les gustó valoren y comenten.
Gracias.