Memorias de un portero de noche (28)
Me decidí porque sentí que mi vida estaba falta de compañía, con Andrea encontré a la que creí mi mujer ideal y parece que no me equivoqué.
Ya había amanecido, la noche fue bastante distraída, estuve un rato viendo a Emma, suponía que la miraba y cuando fue a acunar a su hijo aprovechó para contarle un cuento, el niño se durmió en poco tiempo y ella sin dejar de leer me mostró lo que sabía que más me gustaba.
La bata amplia que llevaba no tardó en abrirse desde el primer botón al último, sentada de espaldas al niño, la separó como las cortinas del salón, empezó a masajearse las tetas tirando de los pezones hasta ponerlos duros, de vez en cuando se volvía hacia el niño para comprobar que seguía dormido.
Cuando se aseguró de que ya estaba como un tronco, bajó la lámpara de la mesita hasta el suelo, la dejó entre sus piernas y realizó una “función” que me puso como un burro; hizo una exhibición del arte que tenía para masturbarse, demostró que conocía muy bien todos los pliegues de su coño, pues se recreaba en cada uno de ellos, incidiendo en el clítoris, incluso me enseñó algunos trucos que sólo una mujer conoce.
Sus dedos se perdieron en su agujero delantero y trasero, a veces en los dos al mismo tiempo y cuando se echó hacia atrás separando las piernas, con un pie apartó la lámpara y explotó en un orgasmo que mojó un rodal delante de ella.
Lanzó un beso en dirección al teléfono que había dejado sobre una silla frente a ella, imagino que lo hizo por si acaso yo estaba mirando y acertó. Luego cambié a Sole, la madre de Eva estaba recogiendo los platos de la cena, en la casa reinaba la tranquilidad, por un momento cambié a la habitación de Eva y vi que se había acostado, esa noche no emitía, sabiamente quería que se tranquilizara el ambiente.
El marido estaba en su habitación, se podía ver luz por debajo de la puerta hasta que se apagó, Sole comprobó entonces que todo el pasillo estaba en paz, todos dormían, entró en la cocina y colocó todo en el lavavajillas, cuando despejó la mesa de la cocina vi con asombro cómo se apoyaba en la esquina de la mesa, me dio la impresión de que la limpiaba con un paño, pero me extrañó que no se apartaba de ella.
El movimiento oscilante que hacía parecía demasiado prolongado para el tamaño de la mesa y al ver que recogía su falda a la cintura observé el motivo del movimiento y de la tardanza, estaba apoyada en el mismo canto de la mesa, la altura del mueble le llegaba justo a la entrepierna y ella se apretaba contra la esquina, la vi mover la cintura y abrir las piernas, al mirar entre sus muslos me di cuenta de que la punta de la mesa le salía entre las nalgas y cuando se inclinó sobre ella pude distinguir los labios enrojecidos por el roce.
Cogida al tablero se movió con insistencia hasta que se corrió, dejando anegada la superficie de comer. Al darse la vuelta hacia la cámara separó los labios para mirarse y pude ver en primer plano lo excitado que tenía el clítoris y los labios.
Ya estaba recogiendo mis cosas para irme a casa cuando recibí la llamada de Andrea, era un mar de lágrimas, me contó que estaba aterrorizada en un rincón de la habitación, su madre estaba rodeada de médicos, había tenido un paro cardiaco y estaban intentando reanimarla infructuosamente con las placas de electroshock, yo notaba en el teléfono las descargas de aparato y el grito ahogado de Andrea.
Mi compañera Martina llegó en ese momento y le extrañó mucho mi actitud, creyó que estaba chateando con alguna de mis admiradoras y pegó el oído al teléfono conmigo, cuando se percató de lo que pasaba ella misma metió en una bolsa todo lo mío y me despidió rápidamente para que fuera a hacer compañía a Andrea, se lo agradecí con un beso al aire y volé al hospital.
Cuando llegué, los médicos ya salían de la habitación, habían tenido éxito “ in extremis” , ya iban a desistir cuando la mujer hizo un gesto con los ojos y al momento los abrió, todos respiraron y le dijeron a la hija que la vigilara porque podía repetirse.
Se abrazó a mi nada más verme y me explicó el mal rato que había pasado, su madre estaba sedada y nos sentamos a su lado, la cogimos de las manos y entre sollozos me dijo que se encontraba muy sola, que no tenía familia en la ciudad y que no sabría qué hacer si se quedaba sola.
Por un momento recordé que yo nunca me casé, en mi juventud tuve muchas aventuras, de toda clase y con distintas mujeres, tuve suerte, tanto jóvenes o maduras me ofrecieron sus encantos y no pensé que con el tiempo me daría cuenta de que, no todo en la vida es sexo.
En una época estuve dos años con una mujer italiana, me gustó porque era muy vivaz, era la típica madonna , grandes caderas y enormes pechos, mujer de carácter y muy decidida pero aquello que en principio me gustó luego se volvió contra mí, no me di cuenta de que también era muy celosa, tenía unos celos enfermizos, yo entonces no sabía lo que era eso y no es que le fuera infiel, ella me daba lo que quería en la cama, pasamos unos primeros meses muy felices, me trataba a cuerpo de rey en todos los sentidos y vivía encantado.
Pero cambió, alguien le metió en la cabeza que yo miraba a una amiga suya, en realidad no era cierto y no porque no tuviera motivos, era una belleza latina de verdad, morena pelo rizado y unas curvas mareantes, pero siempre la vi como la amiga de Rosa, llegamos a tener mucha afinidad, hablábamos de todo delante de mi mujer, eso fue en mi contra, luego me reprochó cualquier detalle por mínimo que fuera.
Perdí todas mis amistades y las de ella, veían cómo me trataba y me compadecían pero no podían hacer nada, el marido de su amiga era pescador y buena persona, él fue mi mejor aliado, sabía cómo era su mujer y la mía y desde el principio me apoyó.
Cuando Rosa me dio a elegir no lo dudé, por supuesto no fui con su amiga, me fui lejos de ella y lo que más sentí fue dejar a todos los amigos, me habían acogido muy bien pero no podía seguir allí, el marido de la amiga me ofreció embarcarme con él, era el patrón de un pesquero de altura y lo hice por un tiempo pero sabía que si volvía todo sería igual, así que no volví.
Con Andrea me sentía muy cómodo, era una mujer que tenía todo lo que podía esperar, por eso le cogí la mano y le dije…
- Andrea, no es el momento pero tengo que decirte algo importante.
- Dime Josu, ¿qué es?
- Mira yo…
- Espera, voy a tapar a mi madre que tendrá frío, sigue.
- Como decía, yo… me siento muy bien contigo, me pregunto si a ti te pasa lo mismo.
- A mí… sí, también me gustas, me siento protegida, ¿qué insinúas?
- No sé cómo decirlo, me gustaría estar más cerca de ti, vamos, que fuéramos pareja o por lo menos que lo intentemos.
- No sé Josu, nunca estuve con nadie, me da un poco de miedo, apenas te conozco.
- Yo tampoco, sólo sé que eres una mujer maravillosa, inexperta en la cama pero en eso te puedo ayudar, jejeje.
- Me da vergüenza pero lo reconozco, aunque creo que aprendí algo ya.
- Síííí y lo haces muy bien, pero la vida no sólo es sexo, ya sabes la convivencia…
- Sí, eso también me asusta, no sé si me acostumbraría a una vida de pareja.
- Podemos probar, en todo caso, si no cuaja… lo dejamos pero me gustaría convencerme por lo menos.
Allí, al lado de la cama de su madre nos besamos, bebí sus lágrimas, la señora Marta apretó mi mano dos veces, nos estaba escuchando desde el primer momento y se hacía la dormida, levantó un dedo en señal de victoria y dio un fuerte suspiro que fue él último.
Cuando nos dimos cuenta tenía un semblante de paz pero no respiraba, enseguida Andrea llamó al timbre y acudieron dos médicos pero sólo pudieron confirmar que era huérfana de madre.
A partir de aquel día acordamos que Andrea vendría a mi casa, antes le hablé de mí, ella misma comprendió que mi polla era muy inquieta y quiso salir de su casa porque no quería encontrarse con algunas vecinas, le prometí que dejaría a todas aquellas casadas, en aquel momento lo dije sinceramente, me propuse no caer en la tentación de aquellas mujeres casadas que querían satisfacer sus carencias conmigo, por una parte me sentía honrado pero no quería seguir con aquel papel.
Lo que no le prometí fue que con las solteras… y a Eva la seguí observando en mis momentos libres en las noches laborales.
Tuvimos unos meses felices, me sentí rejuvenecido, Andrea también se sintió más activa, a pesar del luto por su madre quiso que hiciéramos un viaje, algo parecido a una luna de miel, le ofrecí hacer un crucero, quería presumir de mis conocimientos en la vida marina.
Elegí un viaje por el Mediterráneo, aprovecharíamos un “puente” laboral, en Pascua apenas quedaba gente en el bloque de fincas, casi todos se marchaban a segundas residencia o viajes organizados y me tomé una semana de vacaciones.
Andrea se compró ropa y a mí me dotó de indumentaria nueva, algunas cosas me parecían ridículas pero por no decepcionarla consentí y embarcamos en Valencia, el barco era de una naviera muy famosa y en la terminal parecía que salía del agua un edificio de muchos pisos.
Recordé mi barco, al Capitán Stablos y al Jefe, había pasado mucho tiempo pero los recordaba con cariño, a los dos les debía mucho y cuando pisé de nuevo un barco me emocioné.
En aquella época ahora lejana fui muy feliz, aunque hubo de todo, recuerdo que después de la tensión contenida de Magda hubo un tiempo de tranquilidad, no mucho porque una mañana como el Jefe seguía empeñado en averiguar por él mismo el motivo del “ruidito” en el coche, le pregunté si podía ayudarle, a él le pareció estupendo y yo me sentí útil, le pregunté qué podía hacer y me dijo que me tumbara como él debajo del R-12, parecía que el problema estaba en el chasis o en el escape.
Cogí un cartón grande y me metí debajo, allí cabeza con cabeza estuvimos inspeccionando como en los tiempos del barco, me sentí contento pues apreciaba mucho a mi Jefe, parecía que todo estaba aparentemente bien, no dejaba de mover cualquier pieza, los silent-bloks de la suspensión o los trapecios de las ruedas, todo parecía normal hasta que noté que me daban una patada en el pie.
Creí que era Magda que me gastaba una broma pero cuando miré y vi unos zapatos negros muy brillantes de hombre, los huevos se me subieron a la garganta, y lo peor era que según miraba, encima de los zapatos seguían unos pantalones de color azul militar.
Le di un codazo a mi Jefe, el miró y me miró a mí, tragó saliva (yo no pude porque no tenía) y dijo.
- ¡ Hola Gabriel, qué sorpresa, vos por aquí!, ¿quieres ayudar?, buscá también la boluda avería.
- Hola amigo, no me meto en lo tuyo, ya sabes que no me gusta ensuciarme el uniforme, jajaja.
- ¿Qué te trae por aquí?
- Nada de importancia, quería hablar con el muchacho, sólo para saber cómo se portó Malena en la excursión, desde entonces está muy apagada.
Los cojones no me dejaban respirar y los ojos del Jefe me preocupaban aún más, imaginaba que ya tendría su Ballester Molina 45 en la mano apuntándome a la entrepierna. Como no tenía escapatoria me arrastré con el cartón para salir pero él no se apartó, tuve que hacer malabarismos para ponerme en pie, su cara no me tranquilizó en absoluto y yo me santigüé antes de contestar.
- Pues… bien… yo creo que más que bien, se lo pasó de maravilla, estuvimos en…
- Sí, ya sé, en Crespo y Victoria, por lo que veo todo le gustó mucho, según dice disfrutó de verdad… Pero, quiero dame más detalles…
- No sé que más decir, los dos… juntos…
- Sí los dos juntos… mejor dicho los cuatro bebimos cerveza alemana, ya sabes y algún aperitivo, no pensamos si sería conveniente con sus medicamentos, pero al parecer no le sentó mal.
- Eso es lo que quería saber, me preocupaba que le hubiera hecho alguna reacción pues está un poco apática, dice que otra excursión no le vendría mal.
- ¿Y a ti, qué te parece?
- ¿A mí? Me parece perfecto, lo único que te agradecería sería que me avises con tiempo, ya sabes para “organizarme” otra guardia, jajaja.
Noté que ya podía respirar y casi me caigo al suelo, me temblaban las rodillas y aproveché para meterme otra vez debajo del coche, el Capitán y el Jefe estaban departiendo a un lado de coche y yo me metí por el otro lado.
Al momento la voz de Magda se oyó en la puerta, parecía contenta y dijo.
- Señores, aquí les traigo unos mates para que charlen como amigos que son, ya veo que lo pasan bien recordando la excursión. Tomá Josu para ti también traigo uno.
Magda pasó a mi lado y se acercó al coche, cuando quise salir vi que estaba apoyada en el guardabarros y que llevaba faldas, y según iba saliendo me di cuenta de que al ser blancas alumbraban los muslos y sobre todo más arriba que la luz iluminaban como una catedral gótica, las columnas se unía en el cielo y que mejor definición porque no llevaba bombachas, (seguramente) en mi honor, se le notaban los labios cerrados que por un momento se abrieron al poner un pie sobre la rueda.
La polla se me puso dura como una llave 18/19 y cuando me senté Magda me acercó la bombilla y la calabaza del mate, mientras me lo tomaba estuvo a mi lado sin dejar quietas las piernas.
- ¿Sabes una cosa Gabriel?, Josu se va a marchar a Santa Fe para estudiar.
- No me mates chico, ahora que confiaba en vos para que pasearas a mi mujer, eres el mejor médico que conozco y eso sin estudiar, se lo comenté a mi Comodoro, él también tiene un caso así en la familia.
- No sé si podrá atenderlo, pero es bueno que se dé a conocer, aunque como no tiene título…
- Por eso no te preocupes, eso no sale de casa y… no lo harás gratis te lo aseguro…
- Nosotros sí que vamos a extrañarlo, sobre todo yo, no sabes cuanta compañía me hace, me ayuda en casa y todo, es un portento.
- Sí a mí también, fíjate, sin pedírselo me está ayudando con esto, estoy empeñado en resolverlo yo, si puedo.
- Bueno gente, gracias por el mate, me voy que tengo alguna “cosilla” que atender, jajaja.
Al sentir la leve sensación de vibración de los motores en mis pies me puso la carne de gallina, sin querer busqué al Rojo, en su lugar encontré unas lindas azafatas y el sobrecargo, que no disimulaba una “pluma” más que evidente, que nos atendió muy bien y nos dio un camarote preferente.
Había contratado un camarote con vistas al mar en la cuarta cubierta, desde allí parecía que me asomaba a un acantilado, cuando zarpamos lo hicimos al atardecer y con rumbo a Barcelona, allí recogeríamos a más viajeros que se unirían a nosotros y visitaríamos Marsella, en Francia, desde allí veríamos la Costa Azul hasta Génova y haríamos unas excursiones a Florencia y Módena.
La siguiente singladura nos llevaría a Roma y desde allí visitaríamos Pisa y Pompeya, al lado de Nápoles, el siguiente puerto sería Venecia, luego desde el Mar Adriático pasaríamos al Mar Jónico y por fin al Mar Egeo donde atracaríamos en Atenas para desde allí volver al punto de destino, cuando contraté el viaje albergué la esperanza de volver a ver a Sofía y a su padre el Capitán Stablos, si todavía vivía, al principio lo pasé contándole detalles de la navegación, me gustaba recordar mi juventud, durante aquellos años siempre viaje por debajo de la línea de flotación y ahora aquello era un lujo para mí.
Andrea disfrutó de los bailes, de los salones de juego y las cenas en los variados restaurantes, luciendo sus mejores galas, vivía como un hada, cuando volvíamos a la habitación su vestido no llegaba al armario, quedaba en el suelo porque ella se lo quitaba y me esperaba en la cama.
Era insaciable, follábamos de todas las posturas imaginables, tuve que repasar mi repertorio porque a Andrea le gustaba innovar, ella sola se sentaba sobre mí empalándose la polla en el culo, descubrió una habilidad sorprendente en dilatar el culo, el esfínter la obedecía a la primera intención.
En la excursión que hicimos a Florencia nos fijamos en una pareja de recién casados que había embarcado en Barcelona, ella era mayor que él aunque ella misma era una adolescente, ninguno de los dos había cumplido los veinte y parecía que estaban de viaje de fin de curso.
Durante la excursión nos fijamos que discutían por nada, no admiraban las maravillas de los museos de los grandes del Renacimiento, coincidimos en la misma mesa para comer pasta y apenas hablaron y si lo hacían era para hacerse reproches.
Andrea quiso rebajar la tensión y les preguntó cómo lo estaban pasando, era una tontería porque ya se veía pero ellos sólo contaron que se acababan de casar, con el tiempo confesaron que había sido una boda de conveniencia, sus padres eran socios en un negocio de solera y querían que sus hijos continuaran con él.
Presionados por las familias y amigos consintieron, la perspectiva de una vida de lujos y comodidades terminaron por convencerlos y allí estaban, sin poderse ver.
Entre otras cosas que averiguó fue que tenían el camarote contiguo al nuestro, entonces recordamos que una noche oímos una discusión pero no le dimos importancia creyendo que estaban follando escandalosamente.
Cuando volvimos a embarcar por la noche coincidimos en el baile, a Andrea se le daba muy bien, mucho mejor que a mí y en un descanso aproveché para invitar a Daniel a la barra para tomar alguna bebida lejos de las mujeres.
Ellas dos pidieron en la mesa y se contaron sus confidencias. Las bebidas se sucedieron y pasamos casi toda la velada separados y bebiendo, cuando volvimos a los camarotes nosotros nos metimos en la cama y al momento estaba adentro de Andrea.
La luna se reflejaba en el agua tranquila y la bebida nos animó todavía más, sobre la cama con el balcón abierto follamos sin descanso, las tetas de Andrea estaban iluminadas por la luz que entraba y hacían sombras chinescas.
En cambio, los ruidos que llegaban de la otra habitación eran todo lo contrario, también tenían el balcón abierto y lo que se escuchaba eran malas palabras y reproches de todas clases. Después de corrernos al mismo tiempo (porque Andrea había aprendido a controlarse) quedamos tendidos sudorosos y comentamos las conversaciones que mantuvimos con la pareja.
Nos dimos cuenta de que el problema inicial era que no se soportaban pero el otro no menos importante era que el chico tenía un carácter dominante, siempre había estudiado en el Seminario y lo habían sacado para casarlo, además trataba a su chica de una forma despótica, eso había derivado que ella no había consentido hacer el amor con él, un motivo era porque no le apetecía que la forzara y el más importante era que había guardado su virginidad con la esperanza de ofrecerla a su querido marido pero aquello no había llegado.
Después de compartir nuestras conversaciones, Andrea volvió a subir sobre mí y a besar mis tetillas rozando su coño sobre mi polla dormida hasta tenerla vertical y meterla en su coño mojado.
En la excursión a Pisa volvimos a coincidir, paseamos por el Baptisterio de camino a la Torre inclinada, la plaza estaba llena de gente y nos pidieron que les hiciéramos una fotografía sonriendo “sujetando” la torre, es la foto más socorrida aunque personalmente la encuentro tonta pero nos la hicimos también para enseñarla a Martina.
La vista a Pisa fue rápida, la foto a la torre y de vuelta a los autobuses hasta Roma, allí desde un autobús de doble piso de visita a la ciudad recorrimos los lugares más conocidos, sobre el primer piso descubierto vimos la Plaza de España, la Fontana de Trevi y muchas cosas más.
El Coliseo me impresionó y las Termas de Caracalla, al llegar al Vaticano bajamos y dimos una vuelta por la plaza, la cola para entrar era larguísima y la dejamos de lado, me habría gustado ver la Capilla Sixtina, pero era para pasar mínimo una semana en Roma.
En poco tiempo conocí más culturas que nunca, Pompeya me entusiasmo y Nápoles me sorprendió por su ambiente popular y misterioso por la Camorra y por el volcán Vesubio . Disfrutamos de todo, comimos helados, cafés expreso y todo lo típico que había pero no perdíamos de vista a la pareja novios.
De vuelta al barco nos duchamos y nos echamos un rato antes de ir al comedor, teníamos la cena con el Capitán, nos había tocado éste honor en una rifa que hicieron y nos vestimos de gala, antes de salir del camarote quise darle un polvo rápido a Andrea y consintió mientras se maquillaba, con las piernas abiertas, mirando al espejo y apoyada en el lavabo, le metí la polla hasta llenarla de leche.
Andrea aguantó sin dejar de ponerse sombra en los ojos pero cuando ya la iba a sacar quiso empezar ella, no se había corrido y no quería que se le notara que seguía cachonda. Por el interfono nos visaron que íbamos con retraso para la cena y tuvimos que posponerlo.
Después de la cena fuimos a bailar, Andrea bailaba muy bien y todos los ritmos le gustaban, fuimos hacia donde estaba la parejita y sacó al chico, se resistió pero Andrea era muy persuasiva y cuando sonó una canción lenta se lo llevó a rastras.
Vi como se pegaba a él, el joven no sabía cómo cogerla pero Andrea se lo explicó, le puso los brazos rodeándole el cuello y dejó que él eligiera. Pronto se pegó a él y le puso las tetas en su pecho, al mismo tiempo que sus muslos pasaban entre los suyos, apoyando la cabeza en su hombro. Yo miraba a su mujer, la chica estaba roja de rabia y sin más me dijo.
- Fíjate, tu mujer se lo está poniendo fácil para ver si reacciona y ni así, no sé qué pensar, no sabe cómo tratar a una mujer, sólo sabe que exigir por la fuerza, y no tiene ni idea de cómo hacerlo.
- Es una pena, tú eres una mujer muy linda y no te mereces eso, ya me contó mi mujer que tenéis un problema de familia, no debisteis casaros o por lo menos eso pienso yo.
- Ahora lo sé, mi madre me convenció, me dijo que el amor viene luego pero no conoce a mi marido, es agresivo, está lleno de inseguridades y cree que todo lo puede conseguir a la fuerza porque nunca logró nada por su voluntad, siempre ha sido un mandado y ahora…
- Es triste, no debió de salir del Seminario, lo malo es que tú estás con una persona que no quieres y además ligada por las familias, te va a ser difícil liberarte.
- Snif, snif, y ni siquiera soy una mujer completa, guardé mi inocencia para el que fuera mi amor verdadero y ahora va a ser para el que menos lo merece, no quiero vivir.
- No digas eso mujer, ya verás que todo se arregla o por lo menos se suaviza, si podemos hacer algo por ti…
- Si no fuera tan vergonzosa y reprimida me lanzaría y te pediría que tomases lo que no le quiero dar a éste desalmado.
- Mujer, me honras pero creo que eso no lo debes hacer por despecho, me has demostrado que es muy importante para ti y debes guardarlo.
- Pero ya no puedo, todas las noches quiere violarme y lo malo es que él no lo desea, es por cumplir con “el precepto del matrimonio” como él dice.
- Vaya, no creí que fuera tan grave, mi mujer lo está poniendo a prueba.
- Sí, se lo pedí yo, tengo mis dudas por si no le gusto yo o si es porque soy mujer.
- Eso también podría ser, no es el primer caso de que una persona se casa sólo por cubrir las apariencias.
- Pues yo no seré su víctima, no se lo daré de regalo.
- Veré que se puede hacer.
Cuando mi mujer volvió a la mesa, el chico estaba tan tranquilo como se fue, a Andrea se le notaban las mejillas encendidas, los pezones duros y el vestido mojado de sudor por estar pegada a él. En un momento que la chica lo sacó a bailar, Andrea me dijo.
- *Nada, no hay nada que hacer, le hice todo lo que se me ocurrió, estaba sufriendo por si tú pensabas mal de mí y te molestabas pero había quedado con
Susi… * Sí, ya sé, me ha contado todo y te lo agradezco, es una pena el futuro que le espera, creo que debíamos ayudarla. * Sí, ¿pero cómo? * Se me ocurre una manera pero no sé si te gustará. * Todo lo que hagamos por ellos me gustará, es una pena que esta chica tan joven empiece así. * Vale, entonces vamos a intentarlo, sígueme la corriente…*
Andrea y yo empezamos a pedir bebidas, en nuestro contrato decía que teníamos Barra Libre y no nos costaba nada (ya lo habíamos pagado), invitamos a la pareja y pronto los cuatro nos liberamos, a la chica le gustaba mi mujer, su forma de ser tan abierta y simpática y había notado mi soltura con las damas. Daniel pronto fue apagando su conversación hasta dormirse en el sillón.
Todavía tomamos otra ronda y volvimos a nuestros camarotes, yo llevé al chico medio dormido hasta su cama y lo dejé vestido, su mujer le quitó los zapatos y le aflojó el cinturón y la corbata y al verlo tan desmadejado nos miró y nos preguntó…
- ¿Puedo ir con vosotros?
- Claro Susi, te lo íbamos a proponer.
La chica entró ilusionada a nuestra habitación, en medio del camarote abrazó a mi mujer y me llamó para compartir el abrazo, los tres en medio de todo y entre besos nos fuimos desnudando lentamente, hasta que quedamos completamente desnudos, la luna acababa de aparecer por el horizonte y nos iluminaba a los tres pero ellas parecían sirenas salidas del mar.
Ella misma nos cogió de las manos y nos llevó hacia la cama, era una cama inmensa, Andrea y yo nos perdíamos en ella cuando nos revolcábamos pero ahora los tres también cabíamos perfectamente.
Andrea empezó a besarla, yo admiraba la nueva faceta de mi compañera, sobre todo cuando dejó su boca y buscó los pechitos de la recién casada, eran pequeños pero puntiagudos y miraban al cielo, Susi se volvió hacia mí, con la mano me atrajo a la vez que ofrecía sus tetas a mi mujer, cuando subí a su lado nos besamos y su mano fue a mi polla que ya estaba horizontal.
En dos movimientos la descapulló y apretó al capullo que estaba duro como una piedra. Se dejó caer sobre la sábana, mi mujer siguió sus movimientos sin dejar de besarle las tetas pero dejando hueco para que yo me colocara sobre la chica, ésta separó las piernas y se dispuso a dejar su virginidad para siempre.
Andrea me detuvo, antes de que le metiera la punta bajó su cabeza y lamió el coño de la joven, ésta gimió al notar una nueva sensación, separó todavía más las piernas dejando a mi mujer que alternaba sus lamidas con mi polla, con suavidad metió un dedo en la vagina de la chica y comprobó que efectivamente era virgen, me lo confirmó con la cabeza.
Susi estaba entregada, con el clítoris lamido por Andrea y mi polla en la misma puerta de su vagina esperaba ser mujer de una vez como había soñado. Si no era por su Príncipe Azul sería por dos personas que ya apreciaba.
Andrea agitó mi polla para tenerla al máximo de dureza y vigor, agarró los huevos y dirigió la verga hasta el agujero medio cerrado. Susi aspiró aire y Andrea le tapó la boca con sus labios, cuando le metió su lengua, la muchacha la recibió con la suya, Andrea me dio una palmada en el culo y empujé.
Las uñas de Susi se me clavaron en la espalda pero la polla no reculó y siguió presionando, el himen de la chica era duro y me costó, aunque la efectiva ayuda de Andrea lo hizo llevadero, a la vez que besaba a la chica, amasaba sus tiernas tetas y agitaba su clítoris con rapidez.
Susi se corrió aun antes de ser desflorada, pero en pleno éxtasis del orgasmo notó como algo se rompía en su interior y una barra candente la invadía, Andrea gritó también, una porque Susi le mordió la lengua y otra porque también se corrió por el efecto de mi mano en su coño.
Tuve que aguantar lo indecible, el ver a las dos temblar de placer me obligaba a un esfuerzo de no llenar de leche a la novicia pero Andrea estaba en todo y, cuando a la desesperada salí de Susi ya me estaba esperando, había dejado la boca de la chica y se tragó la polla recibiendo la riada de leche caliente aguantando hasta la última gota.
Susi esperaba con la boca entreabierta como un pájaro de nido, Andrea se acercó a ella y compartió la leche que le llenaba la boca, entre las dos la mezclaron con sus salivas y tragaron sin dejar salir nada por sus labios.
Esto desató a Susi, quiso probar mi polla en directo, nunca había mamado una polla y menos como la mía, cuando se lo pidió a Andrea ella misma la acercó a mí, entre las dos me tumbaron en la cama y una a cada lado alternaron el capullo y el tronco a la vez.
Le pedí que me dejara comer su coño recién desvirgado y Andrea la puso en posición del 69, mi boca se adaptó a su coño y su boca a mi polla, mis manos fueron una a cada teta de Andrea haciendo que la temperatura se elevara al máximo y más cuando Susi se incorporó y mi mujer se sentó sobre mi metiéndose la polla en el culo.
Susi siguió sentada sobre mi cara y masajeó las tetas de Andrea y ésta las suyas, al ver cómo saltaba sobre mí, me buscó la polla y descubrió que tenía el coño vacante y más allá se metía en su culo, la idea le gustó y quiso probarlo. Yo estaba admirado de las dos, entre ellas se repartían el premio y gozaban de él y yo de ellas.
La ducha que me cayó en la cara me sorprendió, pero a ella todavía más, nunca se había corrido así, tampoco nadie le había comido el coño y menos como yo, me pidió perdón y Andrea y yo nos reímos, cuando Andrea se levantó le enseñó el culo para que viera lo fácil que era y cómo dilataba, lo que no le contó es que era una habilidad especial suya.
Al ponerla de cuatro escupió entre las blancas nalgas de la joven, el ano era liso como un bebé, y al tocarlo con un dedo le huyó, mi mujer se puso frente a ella y la obligó a poner la cabeza sobre la sábana, le cogió las tetas y la mantuvo inmóvil, separándole las nalgas.
Entre salivazos fui acercándome hasta meterle le polla en el coño dos o tres veces de golpe y a fondo, apenas se le oían los gemidos de placer, pero cuando apunté el culo la cosa cambió, gritó aun sin meterla pero Andrea la tenía bien sujeta y ya no pudo arrepentirse.
Lentamente el capullo fue abriendo el agujero que previamente había dilatado Andrea con el pulgar y sin hacer caso a los gritos de Susi metí el fresón hasta el anillo. La dejamos descansar un poco, Andrea le pasaba las manos por la espalda acariciándole las tetas por los costados y cuando la notó más relajada me dijo que volviera a la tarea.
Susi desde la almohada pidió que la soltara, ahora ya la tenía adentro y quería sentirla entrar ella sola, nos sorprendimos de la dedicación de la joven y tanto Andrea como yo la soltamos, yo con las manos a la espalda y Andrea acariciándole el pelo la chica fue reculando sola ajustando la polla hasta encontrar el canal del recto, luego se acercó hacia mí despacio metiéndose milímetro a milímetro en su culo hasta aplastar su coño en mi huevos.
La descarga la llenó y todavía se pegó más a mí, aguantó que la llenara, buscó a Andrea que seguía frente a ella y encontró entre las piernas de mi mujer lo que buscaba. El coño depilado le encantó, mi mujer me lo confirmó al sentir su lengua agitando el clítoris.
Fue la primera vez que una mujer le ofrecía su coño, ella había probado sus propios jugos con los dedos cuando ya las ganas de sexo la apremiaban, pero el sabor salado y agrio del flujo de una madura como Andrea era diferente, aunque no por eso menos sabroso.
No se conformó y empujó a Andrea para que se tumbara y su cara se perdió entre los muslos de mi pareja, a ésta la vi cerrar los ojos y jadear, abrir la boca, hiperventilar y correrse en la boca de Susi, fue el mejor regalo de agradecimiento que podía darle.
Noté los espasmos del esfínter en mi polla, la joven se iba a correr y yo por simpatía también en ella, me alargué hasta sus tetas y tiré de ellas hacia mí, me cabían justo en la mano, pero los pezones se dejaban enganchar y nos unimos en los espasmos, Andrea nos miraba contenta con las piernas abiertas recién corrida.
Nos derrumbamos a la vez a un lado y cuando la polla pudo salir del culo unas burbujas blancas y espesas empezaron a caer hasta la sábana. Dormimos dos horas y ya amanecía cuando Susi nos pidió que la acompañáramos a su camarote, liada con una toalla entramos en su habitación, Daniel seguía como lo habíamos dejado, entre todos lo desnudamos y allí delante de nosotros Susi le hizo una mamada a su marido hasta que se corrió.
Ella misma esparció su leche por las tetas y se acostó a su lado, nos despedimos deseando que cuando despertara lo convenciera que la había follado borracho y la había desvirgado él solo, le lanzamos un beso con la mejor de las intenciones y ella con las dos manos nos hizo la forma del corazón, estaba agradecida, bien follada y esperanzada que su matrimonio no fuera demasiado horrible.
En Venecia tuvimos mala suerte, estaba lloviendo y coincidía lo que llaman al “acqua alta”, la marea inundaba las calles y los turistas pasaban a la plaza de San Marcos por pasarelas de madera para no mojarse, compramos un detalle de cristal de Murano, en la isla del mismo nombre y volvimos al barco, fue una pena no pasear en góndola por sus canales y puentes tan románticos.
Las veces siguientes que coincidimos con Daniel y Susi parecía que se llevaban mejor, ella no dejaba pasar cualquier momento a solas con nosotros para alabar mi polla y el coño de Andrea, nos decía que se mojaba cuando pensaba en ellos y eso le ayudaba a aguantar la brusquedad de su marido cuando la follaba.
Una mañana después del polvo matinal Andrea se puso a llorar desconsoladamente, yo no acertaba a adivinar el motivo y cuando después de innumerables caricias y preguntas metió la cabeza debajo de mi brazo y sin mirarme me dijo.
- Estoy avergonzada amor, no sé qué pensarás… creerás que soy una libertina, mira lo que hice, estuve haciendo el amor con una mujer, le comí las tetas y el coño y dejé que ella hiciera lo mismo conmigo, no me lo perdonaré nunca.
- Mujer… eso no tiene importancia, estuve a tu lado, si te fijas yo la desvirgué, la follé también y le comí el coño hasta que se corrió en mi cara y ¿ves? No estoy arrepentido, considéralo como una Obra de Caridad, ya sabes, lo de “Dar de beber al sediento” y todo eso, además si te acuerdas, cuando nos conocimos tú también te acostaste conmigo sin conocerme, sólo para darme calor… ¿Qué prueba más bonita como Obra de Caridad?
- No sé… Si lo ves así…
- Claro Andrea, cuando estés conmigo no sufras, el hacer el bien no tiene que ser sólo en dar limosna al pobre, es darle lo que necesite, si es sexo pues… le daré sexo y si estás conmigo…
- Uf, no sabes lo que me tranquilizas, en aquel momento no me di cuenta, tienes razón la muchacha necesitaba eso, un poco de apoyo.
- Sí, jajaja y mucha polla, jajaja.
- Jajaja, que chistoso eres, dame un beso y ponte debajo, te voy a comer la verga otra vez.
El crucero siguió con nuevos alicientes, tomamos el sol en las diferentes cubiertas, nos bañamos en la piscina de agua dulce y comimos las delicias que los chefs nos ofrecieron. Ya no volvimos a coincidir con Susi, fue una pena, tanto Andrea como yo a mi nos caían muy bien, pero preferimos que se apañaran ellos a solas. Ahora nos tocaba a nosotros compartir las soledades, amarguras, alegrías y enfermedades, aunque eso ya se vería.
Continuará.
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