Memorias de un portero de noche (27)

La excursión se aguó por una avería del coche y tuvimos que volver. Andrea seguía cuidando a su madre y yo de ella. Magda tuvo un momento de tentación

La noche la pasamos casi en blanco, a ratos dormíamos abrazados y otras…  recuerdo que a media noche se encendió la luz del pasillo, creí que sería el Jefe que iba a evacuar cerveza pero me equivoqué, la puerta todavía seguía entreabierta y vi pasar una sombra, todavía pude ver el culo y las piernas al pasar, iba sin ropa por lo que deduje que era Magda.

Oí el agua del inodoro y esperé, tardó bastante y me entretuve con Malena, ésta dormía medio destapada y pude observar su cuerpo apetecible a la luz que entraba, tenía las piernas un poco separadas y me incorporé hacia ella, mi mano tocó sus labios y noté que seguían tan húmedos como hacía un rato.

Me arrodillé y lamí el interior de un muslo, ella al notarlo fue separando la pierna, el aroma que llegaba me cautivó y enseguida mi lengua intentó separar los labios que, en parte, escondían su clítoris, Malena se revolvió y sin despertarse quedó estirada sobre la sábana con la cara tapada por la sábana.

No me costó ningún esfuerzo cogerle los tobillos y separarlos a mi gusto, ya mi lengua pudo lamer la ingle a placer, pasaba de un costado al otro hasta que quedó en el medio presionando para que el botón sensible me recibiera.

En ello estaba cuando sentí el roce de Magda en la puerta, acabó de abrirla para quedar mirando sin pudor, seguí lamiendo el coño de Malena que continuaba durmiendo entre suspiros.

No quise demostrar que sabía que miraba porque podía verla mirando entre mis piernas, estaba de culo hacia la puerta y me colgaban la polla y los huevos moviéndome para que el badajo se inclinara de un lado al otro.

Mientras lamía el coño ya mojado espiaba cómo Magda frotaba su concha con las dos manos, estaba despatarrada en medio de la puerta con el contraluz que dejaba ver su silueta, sus tetas bambolearse y su cara de placer contenido no perdía detalle.

Cambiaba de mano para acudir a sus pezones o a su culo, le faltaba dedos pero sabía adónde meterlos, cuando noté que el vientre de Malena temblaba miré a mi espalda y vi cómo Magda cruzaba las pierna atrapando su mano entre ellas, se retorcía entre calambres y se le escapaban quejidos apenas audibles.

Malena suspiró relajándose sin llegar a despertar, había tenido un orgasmo dulce y tranquilo y siguió durmiendo, Magda desapareció nada más correrse y yo me tumbé al lado de mi chica.

Al alba sentí que refrescaba, lo notaba por las piernas, en cambio un calor húmedo me llegaba a la polla dormida, noté como algo la levantaba y la llevaba de un lado a otro, la verga se fue envarando hasta que abrí los ojos, Malena se había despertado antes que yo y quiso ofrecerme unos “buenos días” especiales.

No se lo pedí yo, fue ella la que pasó una pierna sobre mi cabeza y me dejó su coño abierto sobre mi boca, apenas levantar la cabeza me bastó para llegar adonde ella esperaba y lamí aquellos labios calientes.

Era una delicia sentir cómo me comía la pija, se esmeraba en hacerlo lo mejor posible y yo le correspondía, no esperábamos ninguna interrupción pero se oyeron unas voces al lado, el matrimonio hablaba, Marga parecía que le pedía algo a su marido pero éste no tenía ganas de complacerla.

Su puerta se abrió y la sombra del Jefe pasó por delante de la nuestra sin detenerse, fue al baño y luego salió de la casa.  El ruido del R-12 arrancó y sonó alejándose, luego se hizo otra vez el silencio.

Malena apoyó su cabeza en mi pecho y su mano buscó por debajo de la sabana lo que había chupado un momento antes.  Mi mano pasó sobre su hombro, alcanzó su teta y tiró del pezón hasta ponerlo duro.  No habían pasado ni cinco minutos cuando oímos a Magda.

  • ¡Buenos días pareja!, ¿cómo durmieron?
  • Bien, muy bien, yo extrañé un poco la cama… pero bien.
  • Yo apenas dormí, jajaja.  ¿Y tú?
  • Yo en cambio, dormí más de lo que quisiera, jajaja
  • No me digas que no…
  • Sí, claro que sí, pero no es igual.
  • Nos pareció que oímos salir a tu marido.
  • Sí, desde ayer está pendiente del coche, fue a buscar un mecánico para que lo vea.

Magda se sentó en la cama a mi lado, con su peso tensó la sábana que marcó descaradamente el bulto de mi pija, Malena no se dio cuenta pero su amiga fue acercando la mano peligrosamente, a la vez me miraba de reojo estudiando mi reacción.

Ya estaba a punto de tocarme la cadera cuando se oyó otra vez el ruido del coche que volvía.  Enseguida apareció el Jefe, venía preocupado y entró en la habitación también.

  • Buenos días a todos, traigo malas noticias, hablé con un mecánico, no trabaja hoy, pero oyó el ruido y me aconsejó que volvamos a casa por si acaso va a más.
  • ¿Entonces nos vamos ya, sin siquiera comer?
  • Bueno, si acaso comeremos por el camino, aunque no nos podemos quedar a dormir, ya sé que a ustedes les haría ilusión, jajaja.
  • Sííí, ha sido una experiencia inesperada, gracias a ustedes pude salir de casa.
  • Ya, si no me equivoco a Josu también le gustó la excursión, de todas maneras, les prometo que haremos otra, incluso más larga, a tu marido no le importa, incluso le gusta que te dé el aire, jajaja.
  • Ya estoy impaciente hasta que llegue.
  • Y a Josu supongo que no le sabrá mal, jajaja.
  • Nooo, de ninguna manera, me ha gustado todo lo que comí.
  • ¿Todo… todo?  Jajaja.

A la vuelta pasamos por Diamante, casi nos venía de paso y nos acercamos al barco, por el ojo de buey de la cocina salía la cabeza de George, estaba asomado y al vernos abrió los ojos como platos, él se sentía mejor rodeado de sus cachivaches que en el camarote o vagando por cubierta, al momento apareció en el puente la cabeza roja del Rojo, nos reímos los cuatro al volver a vernos, las mujeres alucinaban al vernos tan contentos y aceptaron a embarcar pues George nos prometió una buena merienda.

En el comedor de oficiales con mantel y todo probamos las delicias del cocinero negro, el Rojo parecía que se había “humanizado” y nos confesó que estaba harto de la lentitud de las reparaciones.

También nos contó que el Capitán Stablos estaba enfermo , había oído que posiblemente de Alzehimer, seguro que no volvería a llevar el barco, había llamado su hija y se lo había contado, por el momento todavía recordaba casi todo pero tenía lagunas, me prometí llamarla en cuanto pudiera.

Llegamos tarde a casa, por supuesto que habríamos soñado con pasar otra noche juntos pero no pudo ser, el Jefe le explicó a Malena que el Capitán seguiría de guardia posiblemente hasta el lunes y ella hizo una mueca de incredulidad y de indiferencia, cuando la dejamos en su casa llamó a su amigo contándole que estábamos de vuelta y su mujer en casa, pero no le importó.


Marta, la madre de Andrea, seguía grave en el hospital, la hija la cuidaba con esmero y sólo venía a casa para ducharse y cambiarse de ropa, yo me ofrecí a todo lo que hiciera falta y lo único que me agradeció fue que fuera a buscarla al hospital y la llevara casa, allí se duchaba mientras yo le preparaba una buena comida, luego nos sentábamos en el sofá y después de unos besos y caricias follábamos una hora, cuando se corría un par de veces se relajaba lo suficiente para dormir dos o tres horas y la devolvía con su madre.

Una noche vi venir a Eva desde su casa, venía corriendo con dos bolsas de basura en la mano, me dejó una en la garita y me dijo apurada.

  • Josu, guárdame esto, que no lo vea nadie, ahora te cuento.
  • Vale lo que digas.

Echó la basura al contenedor y volvió asustada.

  • ¿Qué te pasa Eva?, me preocupas…
  • Uf, ¡menudo follón tuve en casa!
  • ¿Por qué?
  • Mi hermana, mi hermana se asomó a mi habitación sin llamar cuando estaba emitiendo, imagina.
  • Uf, ¿y te pilló?
  • Sí, claro, bueno por suerte no del todo, en ese momento tenía un plug en el culo pero ella no lo vio, sólo vio que estaba desnuda y en la pantalla tenía a un tío que se hacía una paja, estaba en un “privado”, me estaba mandando un montón de monedas y yo le enseñaba mi coño.
  • Bueno, si no te vio el plug...
  • No pero se lo dijo a mi madre.
  • ¡No me digas!
  • Sí, le dijo que estaba viendo guarradas, mi madre se puso como una furia pero la convencí entre lagrimas que estaba viendo porno “por casualidad”.
  • Joder, ¡que palo!
  • Mi madre ya se tranquilizó, parece que ya no lo veía tan mal, por eso escondí todos los lush y consoladores que tengo, últimamente me compré lo más novedoso que ha salido, mira…

Eva abrió la bolsa negra de basura y en ella vi varios artículos sexuales y juguetes eróticos, uno de ellos todavía parpadeaba, era al que yo le mandaba los temblores al coño.

  • ¿Qué quieres que haga con ellos?
  • No sé, aquí no puedes dejarlos.
  • No claro, luego vendrá mi compañero y después Martina, no puedo guardarlos aquí.
  • ¿Por qué no te los llevas a casa?  Ya irá mi tía a recogerlos.
  • Cómo quieras, si no se lo llevo yo…
  • No te molestes, no faltaría más.

Como agradecimiento me pasó la mano sobre la bragueta cuando volvió hacia su casa, ya se le había pasado el susto y me alegré de poder ayudarla.

A la mañana siguiente su tía Luz apareció por mi casa, no me avisó y me pilló saliendo de la ducha, me envolví en una toalla y entreabrí la puerta con la cadena puesta, al verla vi que se reía por la situación, yo parecía una viejecita atemorizada y me lo dijo cuando la dejé pasar.

  • Jajaja, buenos días “abuelito” ¿parece que tienes miedo a que te roben o que te violen?
  • Jajaja, nooo, pero no esperaba que vinieras tan pronto, a estas horas sólo suelen venir a vender alguna “maravilla” o a ofrecerme una Biblia de  los Testigos de Jehová.
  • Es cierto, debí de avisarte, únicamente venía a recoger algo de mi sobrina, no quiso decirme que.
  • Vale pero espera un momento, pasa a la salita, que me visto en un momento.

Luz estaba maquillada como si fuera de baile una noche de sábado, yo no quise ser menos, me perfumé y me puse la camisa que acababa de estrenar no hacía mucho, también el pantalón vaquero que me sentaba como un guante y cuando volví con ella no pudo más que silbar.

  • ¡Fuiiit! Vaya con Josu, has rejuvenecido veinte años, no pareces el mismo, pensé que no podías mejorar después de verte con la toalla pero me equivoqué.
  • Venga ya, no digas más que me voy a sonrojar, tú sí que estás para coger pan y mojar, jajaja.
  • Se hace lo que se puede y más si vengo a visitarte.
  • Empiezo a pensar que debí quedarme con la toalla, me esforcé inútilmente.
  • Eso tiene remedio, aprende cómo lo hago yo.

Quedé sorprendido al ver cómo Luz se iba quitando lentamente la ropa sin ninguna reserva delante de mi nada más llegar, estaba claro que al venir a casa no sólo era una visita de cortesía, íbamos a follar sin reservas.

Antes de que me diera cuenta ya estaba tirando de mi camisa hacia arriba para dejarme como ella, por un momento maldije a los jeans, se me atascaban al ser tan ceñidos, con mis pantalones habituales ya se habrían caído al suelo sólo al soltarlos.

En mi casa, sin sobresaltos ni prisas, pude demostrarle a Luz mis “ habilidades yvirtudes”, después del primer asalto le picó la curiosidad de lo que tanto escondía su sobrina Eva, en un principio me negué a enseñárselo, pero como estaba seguro de que, si no lo hacía yo, lo vería en su casa, quise aprovechar el momento y fui sacando aquellos juguetes de última generación.

Luz se asombró de lo que avanzaba la técnica y no pudo resistir la tentación de ir probando su funcionamiento.  Después de ponerlos en marcha fue pasando por los muslos aquellos dildos que vibraban de diferentes formas, dicen que “la curiosidad mató al gato” y a ella no la mató pero casi, de los muslos fue subiendo hasta que lo puso entre las piernas, el calor que sintió le pidió más y más y cuando cerró los ojos al sentir aquella caricia se lo quité de las manos y lo fui guiando por donde sabía que le gustaba.

Quedó sobre mi cama rendida a cualquier novedad y fui cambiando, cada uno era más y mejor que el otro, cuando le pedí que subiera las piernas sobre ella y que las mantuviera separadas no sabía lo que era un tapón para el culo, yo mismo me admiré del tamaño que había encargado Eva para ella pero pensé que si ella podía… su tía también.

Después de untarlo con mi crema de las manos, lo apoyé suavemente y fui empujando, enseguida noté una reacción de rechazo pero tenía todas las mejores armas de persuasión y le apliqué un succionador al clítoris.

Nunca imaginé que fuera tan efectivo, sus piernas volvieron a separarse incluso más y el plug entró sin apenas dificultad, cuando el esfínter se cerró sobre él sólo quedó fuera un botón adornado con un rubí grande, de imitación, por supuesto.

Al verla tan entregada gimiendo y retorciendo la cintura con el succionador, quise colaborar, me acordé del trío que hice con Sole y Olga, aquella vez tuve que ayudarme de las pastillas pero ahora seríamos dos “hombres” para una mujer que aunque estuviera muy caliente ya no era “enemigo” para mí.

Sin quitar el plug ni el succionador, simplemente lo hice a un lado y, en el agujero que quedaba libre, entré victorioso escuchando las salvas de sus gemidos, me sobraban manos y las dediqué a sus tetas, las suyas las ocupaba para remover el plug y orientar el Satisfyer a su gusto.

Pocas veces vi un orgasmo de aquel calibre, fue todo un espectáculo, Luz abría y cerraba los ojos con la mirada perdida cuando saltaba en la cama, yo intentaba mantenerme adentro con los huevos chocando con el rubí.

Las pilas del succionador debían ser nuevas porque cuando quedó rendida soltó las piernas y la dejó a mi lado, el aparatito seguía adherido a su coño sin quererse soltar.  La vi tan entregada que pensé que se merecía lo mejor y salí de ella y “me” relevé con un dildo de los más grandes que encontré, tenía un tamaño y un realismo perfecto, hasta las venas hinchadas y le puse máxima potencia.

Luz volvió a reanimarse al sentir que aquello volvía a funcionar y yo me subí sobre ella hasta llegar a su boca.  De momento ya no se oyeron más gemidos, apenas alguna arcada pero el zumbido de los dos aparatos eléctricos seguían funcionado a tope.

Me dejé caer sobre su cara y ella tragó con gula, la polla casi desapareció entre sus dientes replegados y no me moví porque era ella la que levantaba la cabeza hacia mí.  Para su comodidad le sujeté la nuca y la sostuve pero ella fue la que hizo todo el trabajo.

Noté que le temblaban los labios y me giré, el dildo casi había desaparecido en su coño, sólo se le veía el mando de velocidades cuando una vibración ascendente la sacudió desde el coño por el vientre hasta el estómago, hasta los pezones sintieron el chispazo y mi polla peligró entre sus dientes pero al tener que tragar la riada de leche que le llegó, mantuvo la boca abierta para soportar tal inundación.

Caímos sobre la cama y los juguetes seguían zumbando, me acerqué a su coño para quitarlos y vi el color morado de su clítoris y los labios enrojecidos por la polla de látex, el culo se comprimía y dilataba pidiendo que lo aliviara y tiré del rubí, sonó como un tapón dejando el ano redondo como una O mayúscula, entonces ya se pudo relajar y quedó dormida con una teta caída a cada lado.


Por la mañana el Jefe madrugó, la noche anterior cenamos poco y nos acostamos temprano, yo me dormí al momento, no llegué a oír a los dos vecinos, imaginé que se habrían despachado a gusto, ya que su hija estaba con Ylenia, no obstante, bien temprano la puerta del garaje se abrió y el R-12 arrancó.

Me propuse dormir hasta tarde, no tenía nada que hacer, era domingo y la casa estaba silenciosa.

  • ¿Duermes?
  • Magda, ¿Qué haces aquí?
  • Ya ves... de visita.
  • He oído al Jefe salir.
  • Sí, casi no durmió por el ruidito del coche, eso de no saber de dónde procede lo tiene desesperado.
  • Pero hoy es domingo, está todo cerrado.
  • No importa, tiene un amigo tan fanático por los coches como él, fue a despertarlo y seguro que después lo invita a almorzar.
  • ¿Entonces… qué quieres?
  • ¿Querer de ti… nada?
  • No entiendo.

Nunca vi ojos tan expresivos como los de Magda aquella mañana, me miró seria y luego fue bajando la mirada hasta pararse sobre el bulto que aparecía a su lado debajo de mi sábana, parecía que dudaba, me dio la impresión que luchaba en su interior contra la tentación, por un lado, estaba sentada a mi lado, sintiendo mi calor y a un palmo de algo que deseaba con todas sus fuerzas, por otro sabía que no debía.  De momento como un juego me había cogido la polla sin más pero cada vez las situaciones eran más comprometidas y ella hacía lo imposible por reprimirse, ya vería hasta cuando podía aguantar.

Por mi parte no quería tomar la iniciativa, pensaba en el Jefe y lo respetaba pero Magda era una mujer especial, tenía todo lo que a mí me gustaba y al fin y al cabo, era una mujer ardiente, tampoco podría resistir una situación como aquella.

Recordaba cómo se sentía en su mano, cuando de broma la había sacudido, apretando hasta notar mis palpitaciones entre sus dedos, pero ahora era diferente, sabía que aquello la podía hacer volar, por un momento iba a experimentar un montón de sensaciones nuevas.

De soltera, aun con las reticencias de la época o expuesta a las habladurías de pueblo chico, cogió con algún novio, no tuvo problemas, pero desde que se casó siempre le fue fiel al Jefe, tampoco es que tuvo ni buscó muchas ocasiones, dedicada a su hija en las largas ausencias de su marido se había acostumbrado a “arreglarse” a solas.

No lo hice queriendo pero mi polla empezó a palpitar debajo de la tela fina, lo hacía acompasadamente y cada vez quedaba más vertical, cuando ella entró todavía estaba dormida pero cuando se sentó fue desperezando y al ver su desazón empezó a levantar la cabeza dejando la sábana como una carpa de circo.

Estaba expectante, observaba su inquietud, la veía nerviosa frotarse las manos, miraba al techo y a mi polla alternativamente sin decidirse, para más problema se había dado cuenta de que yo no apartaba los ojos de sus tetas que se trasparentaban debajo del camisón corto.

Tampoco dejaba de mirar entre sus piernas, tenía una en el suelo y otra plegada sobre mi cama y entre los muslos se perdía mi mirada hasta la sombra de sus bombachas.  La tensión se podía cortar cuando su mano empezó a temblar, la tentación parecía ganar a su resistencia.

Yo callaba, no quise provocar más que lo que lo hacía mi verga, no quería estropear mi estancia y sobre todo la opinión de mi jefe conmigo, lo respetaba mucho y no sería yo quien empezara, pero Magda seguía luchando contra ella misma.

Sus manos no estaban quietas, ella misma se apretaba las tetas sin darse cuenta, pensé que imaginaba que lo hacía yo y suspiraba, movía las piernas abanicando el camisón, para mí era un tormento pues ya habría saltado sobre ella y la hubiera besado de no ser por…

¡Qué lucha! , para mí también era un desafío, estaba al lado de una hembra caliente, dispuesta casi a follar conmigo como locos, estaba casi desnuda, podíamos sentir los olores, los calores de uno al otro, pero algo nos impedía empezar.

Por fin se decidió y puso la mano sobre mi muslo, la polla dio un salto y quedó vertical del todo, tiraba de la sábana desde abajo de su mano precisamente pero no la tocaba, notaba la tensión que hacía intentando moverse libremente, vagar sobre mi balanceando su cabeza al ritmo de mi corazón.

Movió la mano para dejar libre la sábana y ya la polla se movió suelta, se notaba la mancha de liquido pre-seminal, estaba dejando un cerco justo a pocos dedos de su mano y ella la veía, se notaba la boquita abierta segregando humedad y ella se movía muy inquieta, las piernas no paraban y las manos cogían los pezones a puñados.-

  • No, no debo, sos una tentación, pero no, ya sabes a qué me refiero, envidio a Malena, la oí gritar, la cogías como Dios, se vino varias veces, estaba cogiendo con mi marido y pendiente de ustedes, me corrí pensando en lo que sentiría Malena con esta pija llenándole la concha, pero no puedo y que conste que no hay cosa que me gustaría más, perdona que te haya puesto así, eres un cabrón.

Magda me puso la otra mano sobre el pecho no dejando que me moviera y le dio una manotada a mi polla que la hizo bambolearse de lado a lado, se agachó, me dio un pico en los labios y salió estirando el camisón que se le había quedado enganchado en las bragas.

Todavía no había llegado a mi puerta cuando bajé la sábana liberando la polla de presión, ella se volvió antes de salir y me vio con aquello en la mano y me lanzó un beso al aire y luego relamió su labio superior.

Apenas había llegado a su cuarto cuando sonó la puerta del garaje, el Jefe había vuelto.

  • ¡Cariño, ya estoy aquí!, Félix, no estaba operativo, estaba enfermo con gripe, ¿sabés que pensé?  En venir a coger a mi mujer, si todavía te encontraba en la cama.
  • Tienes suerte mi amor.

Continuará.

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Gracias.