Memorias de un portero de noche (26)

Una excursión inesperada me mostró la variedad de paisajes de Entre Ríos, además de otras maravillas. Andrea cuidaba a su madre y yo procuraba atenderla a ella.

Carol, la hermana de Magda, sólo fue de visita pero quedamos en que me buscaría un hueco en su piso de alquiler y un colegio para prepararme a la universidad, además de lo más importante para mí en ese momento, un empleo donde ganar un poco de dinero y costearme la vida, cuando se fue me prometió que llamaría en cuanto supiera algo.

Cuando un día llegué a casa Magda tenía los ojos llorosos, no imaginaba el motivo, por una parte observé que no estaba enfadada, por lo que deduje que no habían tenido ninguna discusión, lo último que quería es que se enfadara el matrimonio y mucho menos por mí culpa.

Apenas me saludó y no quise forzarle a hablar, parecía que evitaba mirarme y respeté su recogimiento, busqué al Jefe y le encontré en el garaje, estaba debajo del coche, le gustaba trastear en él, pocas veces iba a un taller para repararlo si podía hacerlo personalmente, además de buen mecánico en el barco, era en todo.

Me agaché y le saludé, lo único que me dijo fue que le pasara la llave fija 10/11.

  • Tome Jefe, esta es la llave que siempre se pierde, jajaja.
  • Lo siento Josu pero no estoy de humor.
  • ¿Qué pasa Jefe?  He visto a Magda llorando pero no he querido molestarla.
  • Nada, hemos recibido una mala noticia, mi tío Facundo, el hermano de mi padre, ha fallecido…
  • Lo siento Jefe, no sabía…
  • Sí, él fue quien me enseñó mecánica, estábamos muy unidos pero últimamente como estaba embarcado casi no lo veía.
  • Qué pena, y… ¿era muy mayor?
  • Sí, bastante pero lo malo es que ha sufrido mucho, yo no lo sabía, era muy reservado para sus cosas, estaba soltero y vivía sólo, fue ya hace unos días y no nos avisaron, nos llamó una vecina.
  • Vaya y ¿vivía cerca de aquí?, si quiere lo acompaño al velatorio.
  • No, vivía en Victoria, es un pueblo cerca, bueno más o menos.
  • No tengo idea, ¿por donde esta?
  • Más allá de Diamante, adonde está el barco.
  • Mmm, el barco, ya no me acordaba de él, estoy tan a gusto aquí que, se me había olvidado.
  • Ya, tengo que ir un día de estos allá, a ver cómo van las reparaciones, no estoy tranquilo con O’connor.
  • Jajaja, tampoco me acordaba del Rojo, se lo estará pasando pipa con George, jajaja.
  • Vaya pareja, el uno rojo y el otro negro, jajaja.
  • Jajaja, me alegro que ría, Jefe.
  • ¿Qué son esas risas? ¡Yo llorando por tu tío y tú de joda!
  • Tranquila mujer, es que Josu ha dicho una cosa muy graciosa.
  • Lo siento Magda, no me gusta ver llorar a la gente y menos con unos ojos tan bonitos como los tuyos.
  • Mmm, a ver si me tengo que poner celoso, ¿eh?
  • Sí señor, a ver si aprendes, Josu sí que tiene argumentos para que a una mujer se le pasen las penas, no como vos, que eres un bruto.
  • Eso de que tiene argumento suena… regular, ¿eh Josu? Jajaja.
  • Jajaja, si Jefe.
  • ¿Qué queréis decir?
  • No, nada, cosas de hombres…
  • Mmm, y de mujeres –murmuró ella-
  • ¿Ya tienes la comida preparada? Tengo trabajo que hacer en el coche, el fin de semana iremos a Victoria para ver cómo está la casa, según me han dicho, me la ha dejado a mí, se lo dijo a la vecina y ella tiene las llaves.
  • Muy bien, ya me contareis cómo os va.
  • ¿Qué dices?  Tú también vienes, te gustará Victoria, es una ciudad muy bonita, además tiene muchas raíces vascas, ya verás, allí se asentaron muchos vascos y hay una iglesia dedicada a la Virgen de Aránzazu.
  • No me digas, esa es la patrona de Guipúzcoa, al lado de Bilbao, me gustará ver aquello.
  • Díselo a Gisela para que venga con nosotros .

A Gisela no le interesó el plan de ir a ver una ciudad y menos el ambiente triste del funeral y dijo que se iría a casa de su amiga ese fin de semana, quedamos en ir los tres solos pero como Ylenia lo comentó en su casa, al otro día llamó su padre.

  • ¿Osvaldo? Hola soy Gabriel, acabo de enterarme que te vas a Victoria, ¿es así?
  • Sí, amigo Gabriel, me avisaron que mi tío Facundo ha muerto, tengo que ir a ver la casa, llamó una vecina que tiene las llaves, tenía la idea de aprovechar el fin de semana que viene.
  • ¿Vas sólo o con la familia?
  • Nooo, voy con la familia, ¿por qué lo dices?
  • No por nada, pensé si mi mujer podía ir con ustedes, me gustaría que le diera un poco el aire.
  • No hay problema pero… al decirte la familia realmente mi hija no viene, creo que se quedará en tu casa con la tuya, en su lugar viene Josu, ya lo conoces.
  • No importa, incluso me alegro, me cae muy bien, hizo mucho por Malena, ya viste el cambio que dio, no tengo problema, se llevan muy bien.
  • Ya, lo digo porque… ya entiendes, imagina… el chico es joven y…
  • Jajaja, ¿no me digas que tienes temores por ellos? Ya son mayorcitos los dos y si quieres que te confiese una cosa a mi… bah, yo tengo a una rubia esperándome, aprovecharé y le diré que nos vamos a un apartamento en Santa Fe, a Malena le contaré que tengo guardia y…
  • Pero Gabriel, eso no está bien, me pones en un compromiso, somos amigos y comprende… tu mujer también es joven y…
  • Jajaja, nada, tranquilo, no pasa nada, ya te digo es una oportunidad tremenda, si conocieras a la rubia lo comprenderías.
  • Es que, no sé…
  • No seas pelotudo, si tienes algún reparo o no quieres que vaya lo dices con confianza, Osvaldo, ya nos conocemos desde hace mucho tiempo.
  • Sí, claro, no es por eso, era por ti pero si tú lo ves bien…
  • Pues claro, ya me estoy imaginando, mmm, que tetas tiene la rubia…
  • Vale amigo, pasaremos por Malena, dile que no tarde.
  • Tranquilo, es muy formal.
  • ¿Qué te parece Josu?
  • No sé qué decir, usted sabe que le respeto y que no quisiera que tuviera algún problema con usted por mi culpa pero ya sabe…
  • Sí, Josu, ya sé y la verdad… estoy contigo, no se merece la mujer que tiene.

Yo estaba al lado del Jefe y oí toda la conversación, me miró asombrado y encogió los hombros, en ese momento se nos acercó Magda y preguntó.

  • ¿Sabes qué, pensé que podríamos llamar a…?
  • Malena, sí, ya lo sé, acabo de hablar con Gabriel, y adivina… ¡ha sido él el que me propuso que viniera con nosotros a Victoria!, yo le puse pegas pero no hubo forma.
  • Claro, a Malena le hará ilusión de ir y Josu tampoco pondrá pegas ¿verdad?
  • Precisamente por eso, imagina a los dos…
  • Ya me lo imagino, ya, me lo imagino todo, mmm, ¡qué suerte!

Ayudé al Jefe en la revisión del coche, el viernes salimos los tres y fuimos a buscar a Malena, cuando la vimos llegar el Jefe carraspeó y Magda me miró de reojo, no parecía ella, había cambiado como de la noche al día, llevaba un short azul celeste y una camiseta rosa que se le acoplaba al cuerpo como una adolescente, lo más llamativo era que estaba decorada con un letrero que decía: “I need love”  -Necesito amor-”.

Yo me senté detrás con Malena y Magda con su marido, la carretera era buena y como el día era precioso al Jefe se le ocurrió desviarnos un poco y pasar por otra ciudad que quería que viera, se llamaba Crespo y quedaba a mitad de camino.

  • El ir a Crespo es para darte una sorpresa Josu, ya verás cómo te gusta.
  • ¿No me puedes decir por qué?
  • No, si no, no sería sorpresa, ¿verdad cariño?

El Jefe lanzó un beso al aire a su mujer y ella le correspondió acariciándole el cogote, al momento se le erizaron los pelos de la nuca.  Malena me puso una mano en mi pierna y yo le pasé una mano por el cuello.

Pude comprobar que el nombre de Entre Ríos era literal, cruzamos infinidad de ríos y riachuelos, todos afluentes del Paraná, la llanura era inmensa y se perdía en el horizonte, antes de medio día llegamos a Crespo y la verdad me sorprendió, la ciudad según me explicaron estaba muy influenciada por los inmigrantes alemanes, las casas, la forma de las calles y los edificios recordaban mucho a Alemania, hasta los parques y las tiendas.

Cuando el coche se detuvo en una cervecería me sorprendí que en la puerta un cartel anunciara el Oktoberfest, la fiesta de la cerveza, por antonomasia lo más representativo de muchas regiones alemanas, entramos y en una mesa nos sirvieron unas jarras que refrescaron las gargantas y animaron la conversación.

No fue la única ronda, Magda pidió una segunda con unas salchichas y la tercera la pedí yo, la cuarta Malena ya tenía la mano en alto para llamar a la camarera vestida con tirantes al estilo bávaro pero el Jefe la frenó porque notaba que los pies le parecían redondos.

Pese que luché por invitar yo, el Jefe se impuso y me amenazó con dejarme allí sólo, la cara de Malena me convención en seguir con ella.  Paseamos por el Parque del Lago, una maravilla de agua en abundancia y después de recorrer en coche las calles cuadriculadas de Crespo salimos con dirección a Victoria.

No estaba lejos pero no teníamos prisa y en la orilla de un riachuelo y paramos a descansar  debajo de un gran álamo, hacía rato que el jefe ponía atención a un ruido raro del coche y aprovechó para echarse en la hierba a mirar debajo, no vio nada pero quedó pensativo.

Las dos mujeres y yo nos tumbamos en el césped y rodeado de ambas me estuvieron gastando bromas, Magda se notaba que quería “sonsacarle” a Malena que follábamos sin “freno” pero ésta se resistía y la evitaba con buenas e inteligentes palabras.

Magda la acosaba con frases con doble intención, alabando mi “mayor virtud” y Malena se hacía la desentendida, no le aclaraba ni sí ni no, aunque la dejaba en la duda, esto hacía que se fuera “calentando” la conversación ayudada por las cervezas que llevábamos adentro.  Tuve suerte que el Jefe se rindió, prometió revisar el coche a la menor ocasión y emprendimos la marcha.

Al llegar a Victoria preguntamos por la dirección de la casa de su tío y nos encaminaron hacia las afueras, estaba cerca de la Abadía del Niño, una maravilla de iglesia benedictina de procedencia francesa, de las más antiguas de Argentina, estaba un poco apartada pero el paisaje era muy bonito lleno de arboleda y verdor.

La vecina que lo llamó al Jefe no era realmente vecina, vivía apartada como a medio kilómetro pero se llevaban bien, a mi me dio la impresión de que se llevaban más que bien, incluso a Magda también se lo pareció, pues cuando entramos en la casa la señora recogió del cuarto de baño un camisón suyo y un cepillo de dientes.

La casa era pequeña, dos habitaciones, un comedor cocina y un baño grande, en cambio tenía un terreno delante que podía pastar un rebaño de ovejas.

La señora nos explicó que el tío vivía sólo (eso dijo) pero que se visitaban bastante, a ninguno de los dos les gustaba relacionarse con el pueblo y no les faltaba nada porque incluso tenían animales de corral para su consumo.

Cuando nos dejó, revisamos la casa y Magda encontró en un cajón un poco de dinero que el Jefe lo destinó para invitarnos a comer, la vecina nos recomendó un restaurante que, aunque no era de lujo, servían comida típica.  Comimos lo que nos recomendaron, asado criollo y pescado de los diferentes ríos, además de alfajor entrerriano y licor de yatay, también tenían cerveza alemana y chocolate suizo, se notaban las costumbres de los europeos.

Después de comer hasta tarde salimos para dar un paseo y el Jefe siguió preocupado con el coche, la cosa se complicó porque vio que una rueda de atrás se había deshinchado y tuvo que cambiarla, eso fue lo que colmó el vaso, ya se puso de mal humor y volvimos a casa.

De camino compraron algo para cenar, un tentempié, porque habíamos comido demasiado, luego nos pusimos a jugar a las cartas con una baraja que encontramos, no tardamos mucho en aburrirnos, el Jefe no estaba de humor, en cambio Magda tenía ganas de jugar más pero ante la modorra que le entró a su marido tuvo que desistir.

Cuando ya llegó el momento de irse a dormir, se planteó el “problema”, Magda estaba esperando ver cómo reaccionaba Malena y su marido pero a él no le importó lo más mínimo y ella actuó como si yo fuera el suyo, fue directamente al dormitorio que nos asignaron y se desnudó, metiéndose en la cama con toda tranquilidad, yo estaba nervioso porque era la primera noche completa que íbamos a pasar y Marga lo sabía.

No quise desentonar y también me acosté desnudo, con la polla ya horizontal subí a la cama que me esperaba mi chica.  Al rato oímos, en la habitación de al lado, cómo Magda gemía y chillaba, me demostró que estaba follando, aunque noté que lo hacía demasiado teatral, comparado a cuando estaba en casa.

Malena no tardó en bajar a mi polla y tragársela, me sorprendió que no tuviéramos preliminares, yo esperaba empezar desde cero en plan romántico pero ella se saltó varios capítulos y después de ponerme la polla vertical se subió sobre ella y se la clavó de una vez.

Su profundo gemido de placer me sorprendió hasta a mí, en la otra habitación se produjo un silencio, Malena siguió gritando y jadeando sin ningún reparo.

  • Mmm, ¡Que pija tienes, amor!, me siento empalada, me llega al estómago, ¡¡¡y qué gruesa, Dios!!!
  • ¡Baja lo voz Malena, nos van a oír!
  • ¡Partime la concha, Josu no tengas miedo!, hazlo como siempre.

Magda y el Jefe ya habían dejado de follar y él pronto se oyó roncar, seguramente se había corrido de compromiso, acuciado por el problema del coche y ella se había quedado a “dos velas”.

  • ¡Comeme la concha Josu, comela como nadie lo hace!
  • ¿Así?
  • ¡Sííí, así es, nadie sabe hacerlo como tú, chupame el orto!

Malena estaba de espaldas a la puerta entreabierta y no vio cómo se fue abriendo, la cara de Magda apareció precisamente cuando Malena se levantaba y se metía la polla en el culo, la vio brillar con sus jugos después de lubricar el esfínter, luego la centró y se dejó caer suavemente.

  • ¡Aaaah, qué placer, me voy a correr Josu, me vengo ya! ¿te falta mucho?
  • Sí, todavía no estoy listo, me gusta verte cuando te corres con mi polla.
  • Es lo que más me gusta, si me la metes en la concha y en el culo… ¡Me haces subir al cieloooo!
  • Córrete a gusto, nadie nos oye.
  • Sííí, me gusta correrme y gritar al viento mi gusto.  ¡Llename de leche!

Ya no pude aguantar más, al ver a Magda en la puerta y a Malena saltando sobre mí, Magda se había asomado sin pudor, estaba desnuda en el pasillo y con la mano entre las piernas la agitaba con varios dedos en el coño, con la otra mano estrujaba aquellas tetas que tanto había admirado.

El chapoteo de Magda no se oía porque Malena producía más y lo ahogaba, cuando me corrí, Malena se abalanzó a mi polla y terminó de tragar los últimos tiros de leche, me puso su coño en la boca y le provoqué otro orgasmo que Magda admiró desde la puerta.

Ya no se escondía, estaba apoyada en el quicio de la puerta con las dos manos en el coño abriendo los labios y atacando el clítoris con desespero, se corría y seguía buscando otro orgasmo sin preocuparse por nosotros, cambió una mano llevándola al culo y llenó los dos agujeros de dedos.

Apoyada en el marco de la puerta se volvió a correr y se escurrió hasta el suelo, sentada con las piernas abiertas siguió follándose con los dedos hasta que se fue gateando a su habitación.

Nosotros seguimos cogiendo, Malena no se enteró o por lo menos no lo demostró, luego de montarme fui yo quien se puso detrás de ella, la cogí de todas las maneras, de pie y ella subida de rodillas o con las piernas en los hombros, Malena sabía lo que más me gustaba y ya se colocaba en pose.

Me ofrecía su culo sin reservas, sufría lo indecible cuando le metía la verga por el ano pero sonreía con los labios apretados, cuando me comía la polla se extendía a mi culo o me metía un dedo provocándome unas corridas apoteósicas, gozaba al ver cómo disparaba leche al aire, procuraba que le cayera encima sobre todo a las tetas y la extendía por el cuerpo y relamía los dedos después.


Las  noticias no fueron buenas para Andrea, al principio los doctores dieron alguna esperanza pero después le comunicaron que estuviera preparada, Marta, su madre, no respondía bien al tratamiento, el corazón estaba débil y el exceso de peso no le facilitaba nada.

Estuvo dos día en la UCI, no podía visitarla más que un rato para hablar con los médicos, luego venía a casa a esperar al otro día, yo procuraba acompañarla, me gustaba la chica y sin darme cuanta me sentía atraído por ella, no le insinuaba nada de sexo pero al final después de unos lloros y besos acabábamos follando, a ella le servía de relax, después de la tensión en el hospital se corría varias veces y quedaba dormida, yo me vaciaba en ella sin temor, sabía que tomaba pastillas y no me privaba.

Comprendí que Andrea era una mujer soltera y virgen que, siendo joven, ya se le había “pasado el arroz”, su madre lo sabía igual que ella y le insinuaba que yo podía ser un buen candidato, en cuanto a mí también me demostraba que era una “buen partido”, quizá por eso se metió en la cama conmigo “para darme calor”, a mi no me disgustó, incluso me gustó su “finura” en hacerlo y me empezó a gustar.

Aquella noche yo estaba pendiente del teléfono, mientras esperaba estuve viendo a Eva en su sala de la web, siempre era la primera, en cuanto se conectaba era quien más visitadores tenía, un río de mirones acudían como las moscas a la miel, ella veía en su ordenador las cifras y las “aportaciones” que le llegaban a su lush , en su tierno coño sentía la confirmación de las monedas que le regalaban y se crecía.

Se había comprado lencería, varios juguetes, equipos de luces y una cámara que daba una calidad de imagen inigualable, parecía que estabas sentado frente a ella, cuando acercaba su entrepierna a la cámara se podía contar los poros de los labios rosados, se notaba cómo se le endurecía el clítoris por momentos o cuando el flujo asomaba por su vagina abierta.

Daba gusto ver cómo temblaba su coño cuando la luz del vibrador parpadeaba, gemía de una forma natural, sincera y a todos nos encandilaba.  Cuando sonó el teléfono apagué la pantalla y contesté.

  • ¿Qué tal, como se encuentra tu madre?
  • Sigue igual, no sé cuánto tiempo durará, la han subido a planta, por eso esta noche he querido estar cerca.
  • ¿Vas a estar toda la noche sin dormir?
  • Seguro, lo malo es que se me acabaron mis somníferos, cuando llegue a casa tampoco podré dormir.
  • Vaya, sí que lo siento, si pudiera hacer algo…
  • Me sabe mal molestarte pero en la farmacia saben cuales tomo, si pudieras…
  • No te preocupes, iré a ver si está de guardia.
  • Si no déjalo, ya me apañaré.
  • No mujer, tú eres lo primero… cuídate.
  • Adiós…

Sí, la farmacia estaba de guardia y la farmacéutica me hizo pasar, tenía ganas de hablar y yo de cambiar de aires.

  • Así que la señora Marta está mal…
  • Sí, la pobre mujer no sé cuánto durará, las noticias no son buenas.
  • La vida es así, es mejor vivir cuando se puede, luego ya…
  • Eso pienso yo, hay que aprovechar la vida ahora.
  • Sobre todo usted, que lleva una marcha… jajaja
  • ¿Por qué lo dice?
  • Ya me dirá, seguro que ya no le quedan pastillas de aquellas, ya habrá hecho otro trío.
  • Nooo, pero no me importaría, jajaja.
  • Aunque si dice que de una en una no necesita…
  • Eso es verdad, no es por presumir a mi edad… pero apenas hablo de sexo, ya se me altera…
  • No me diga, ¡a ver! Por todos los santos, es verdad, jajaja, si no lo veo no lo creo, o… espere, me está engañando, jajaja, ¡qué pillín, se ha metido el pañuelo enrollado!
  • ¿Qué pañuelo?, yo no uso pañuelo.
  • ¡Venga hombre, que no me caí de un guindo!
  • Menos mal, porque si llego a estar debajo…
  • ¡Ale, guarde el pañuelo en el otro bolsillo!
  • Si quiere cámbielo usted, así se convencerá.

La farmacéutica entre risas y bromas metió la mano en mi bolsillo izquierdo para sacarla enseguida.

  • Joder, me he quemado, no puede ser, ¿no será otra cosa?
  • Claro que es otra cosa, vuelva a meter la mano y la notará, a ver si la reconoce.

Volvió a meter la mano con cuidado y aunque se quemaba fue agarrando la polla hasta rodearla, no se contentó y se arrodilló delante de mí, con la otra mano bajó la cremallera de la bragueta sin soltarla y la sujetó hasta sentirla debajo del bóxer.

Miró la puerta, se aseguró que las persianas estaban bajas y me soltó el cinturón, los pantalones cayeron al suelo y pasó las manos por los camales arriba hasta coger la verga con las dos manos por debajo de la tela.

No se atrevía a sacarla, estuvo calculando cómo era hasta que besó el bulto, la ponía horizontal provocando que apuntara hacia ella y simulaba que la mordía mientras me miraba a los ojos, yo aguantaba con paciencia esperando su decisión.

Estuvo jugando con ella sin verla, bajaba la cintura del bóxer hasta casi asomar el capullo y comprobó que me llegaba casi al ombligo, amasaba los huevos y los besaba por encima del elástico.

Cuando le sujeté la cabeza por las orejas me miró asustada, temía y esperaba lo que iba a hacer y le puse la boca frente al capullo, esperé y la acerqué más y más hasta casi tocarla, quería que fuera ella la que se animara y se la tragara pero, dudaba, por lo que tuve que coger la iniciativa, fui acercando su boca al bulto que sobresalía, cada vez más hasta tocar sus labios.

Era lo que le faltaba para decidirse, apenas rozó la tela, ella misma cerró los ojos y tiró de la orilla del bóxer, se asustó al notar el calor del capullo entre sus labios pero no abrió los ojos, sino que separó los labios y sacó la lengua para “probar” el sabor.

Le debió gustar porque con la lengua entera rodeó el glande hasta llegar al frenillo adonde dedicó una serie de lamidas que me hizo saltar la polla.  Atraje su cabeza hacia mí y no paré hasta que noté su campanilla en la punta de la verga, tosió pero no la retiré, me abrazó por el culo y acabó de tragar aquella barra candente.

Cuando noté que era ella la que mantenía el ritmo aflojé la presión y busqué por debajo de la bata blanca, no tardé en encontrar lo que buscaba, la redondez de sus pechos me confirmaron de que allí había más teta de la que aparentaba, pocas cosas son menos eróticas que una bata blanca (excepto si es muy corta y escotada).

Las tetas de la farmacéutica estaban duras y calientes, notaba entre las dos las palpitaciones agitadas y fui abriendo los botones, cuando quedó colgando de sus brazos, me soltó y dejó caer la prenda al suelo, no dudé y me agaché sobre su espalda y al mismo tiempo que pegaba su nariz en mi pubis le solté el sujetador.

En la rebotica había un sofá para descansar en las noches de guardia, lo vi y se me abrió el cielo, pasé los brazos por debajo de las axilas y la levanté, ella no soltaba la polla y se fue agachando según sus piernas se enderezaban, al llegar al sofá iba encorvada pero pincé su nariz y tuvo que respirar, la hice girar como una peonza y antes de que se diera cuenta estaba ofreciéndome la parte trasera.

No me fijé si sus bragas eran así o asá, ni las bajé siquiera, las ladeé lo justo para que la polla no hundiera el encaje y empujé.  El grito retumbó en el local lleno de medicinas…

  • ¡Animaaaal! ¿Qué has hecho?
  • Lo que te has ganado, me has hecho una mamada brutal y yo te he regalado una enculada acorde, en mi defensa tengo que decir que tienes un culo imposible de ignorar y yo soy muy devoto de los culos, por eso adonde mejor está mi polla es en él.
  • ¡Snif, pero eso se avisa!, tengo montañas de geles, cremas, vaselinas, todo lo necesario para que entres suave, además nunca te di permiso para entrar, por delante es otra cosa, incluso lo estaba deseando, lo confieso pero por el culo nunca lo permití.
  • Pues… ahora ya es tarde, lo siento, lo único que puedo hacer es salir y meterla por donde todo el mundo.
  • ¡Eso jamás!  Ahora ya está hecho y… reconozco que ha valido la pena, a lo peor si me hubieras lubricado no sentiría tu polla como la he sentido, noto en el culo hasta tus venas hinchadas, sigue, por lo que más quieras.

La cogí por los hombros y tiré de ella, vi como la barra entraba entre las nalgas blancas, tenía una zona entre ellas de piel oscura, que no desentonaba con el agujero rugoso, imaginé que sería morena de pelo aunque lucía una hermosa melena rubia, no tuve la ocasión de verle el coño pero me proponía probarlo nada más salir de su culo.

Apoyó la cabeza en el respaldo del sofá cuando se arrodilló en el asiento, las tetas colgaban y balanceaban al compás de mis empujones y al cogerlas estrujé los pezones que sobresalían hacia los costados.

Fue adelantándose hacia la pared según empujaba con fuerza hasta pegar la cara en ella, tuve que seguirla sin sacarla y allí mismo contra la pared se corrió, las estanterías llenas de cajitas se movían pero aguantó sujeta a una, hasta que empezaron a caer sobre nosotros.

  • No te preocupes, sigue follándome, ya las recogeré.
  • Quiero que te corras otra vez.
  • Sííí, otra vez o más, estoy muy caliente, en las noches de guardia me masturbo pensando en ti, no se me va de la cabeza imaginándote follando a dos lobas, ahora ya sé que puedes con una y dos si quisieras.
  • Si son como tú, seguro que no.
  • Me gustaría probar contigo después de tomarte una azul, estaría follando toda la guardia, ¡aaaah!
  • Por ti me tomaría todas las que quisieras, voy a follarte por todos lados.
  • Es lo que estoy esperando, me arde el coño esperando tu leche.
  • ¿No tienes miedo de que te preñe?
  • No te preocupes, tengo soluciones a mano.
  • ¿Te tomas anticonceptivos?  Claro, para tu marido…
  • Nooo, soy alérgica, pero tengo la píldora del día después, basta de charla, deja a mi marido y lléname de leche, cabrón, no hables tanto.

Me llegó al alma el “taco” y la cosí con la verga, la metí indiscriminadamente por el coño y el culo pero para correrme elegí su boca, pensé que también tendría un colutorio por si tenía reparos pero no los tuvo y saboreó todo lo que le entró, el resto esparcido por sus tetas lo repartió por ellas hasta los pezones.

Cuando volví a la portería, llamé a Andrea, lo sentí porque acababa de dormirse, su madre respiraba con dificultad pero aguantaba, le pedí perdón y ella me agradeció mis desvelos por conseguir su medicina.

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.