Memorias de un portero de noche (25)
Andrea me demostraba gran afecto y yo le fui cogiendo cariño, me hizo pensar en asentar mi vida pese a la tentación con las vecinas. Conocí a la hermana de Magda que me sorprendió mucho y me abrió nuevas expectativas.
Andrea dio un giro de 180º, a los dos días vino, cuando yo estaba recién llegado, con unos paquetes de unos grandes almacenes, allí mismo en la puerta se le cayeron dos, los más voluminosos, ambos nos agachamos a recogerlos a la vez y nuestras cabezas chocaron, no fue un roce, sino un buen coscorrón, nos quedamos unos segundos aturdidos, los suficientes para asomarme a la blusa que acababa de “regalarse”.
Y no sólo la blusa, debajo de ella mostraba unas tetas elevadas a la “potencia” por una prenda que apenas se veía pero que hacía perfectamente su función, se incorporó un poco antes que yo y cuando me puse a su altura me miraba complacida, de uno de los paquetes se desparramó su ropa usada, comprendí que había estrenado todo para que yo la viera.
No obstante me ofrecí a ayudarla con los paquetes y en el mismo ascensor, los solté y le di un beso que duró hasta que las puertas se abrieron en su piso. Me invitó a entrar pero no accedí porque acababa de empezar mi turno y era la hora de más trabajo, además que su madre “podría” oírnos.
A partir de aquel día, no fallaba, todas las noches bajaba con alguna excusa para hablar unos momentos conmigo, se le veía muy atractiva, no parecía la chica atribulada con camisón y el pelo revuelto de la primera noche, ahora era abierta, simpática y hasta diría coqueta.
Recuerdo una noche temprano, casualmente se juntaron Emma, la madre del niño, con su amiga Olga y con la abogada, las tres por distintos motivos y sin conocerse se detuvieron a hablar conmigo, nos hablábamos de usted, con todos los respetos hasta el momento que apareció Andrea y muy alegre me saludó.
- Hola Josu, ¿qué tal estás?
- Muy bien Andrea, no tan bien como tú pero no estoy mal.
- Hola, nosotras también somos vecinas, ¿no nos hemos visto antes?
- No creo, apenas salgo de casa, estoy dedicada a cuidar a mi madre impedida, aunque como soy muy retraía no conozco a nadie.
- Pues parece que a Josu sí que lo conoce…
- Es que es una persona muy especial, ¿verdad Josu?
- Yo…
- En eso estamos de acuerdo, ¿no, Olga?
- Muy de acuerdo, Emma.
- Parece que todas lo conocen, aunque hay quien no habla pero también sabe de sus cualidades, ¿no es así, Josu?
- Uy, cuanta mujer mayor, ¿hay reunión de MILFs?
- Calla Eva, ¿de adonde sales?
- Llego ahora, ¿Josu, cómo te tratan estas fieras? Jajaja.
- ¡Eva! ¿qué forma de hablar es esa? y menos a tu madre.
- Tranquilas señoras y… señoritas… me alegro de verlas juntas y tan guapas, aunque por separado tampoco “deben” estar mal, jajaja.
- ¡Qué gracioso, decirle eso a una mujer casada!, anda Olga vámonos.
- Mmm pues yo no me quedo corta… si quiere suba y le haré un interrogatorio, jajaja.
- El interrogatorio se lo voy a hacer yo, señora abogada, jajaja. Le voy a aplicar el tercer grado.
- ¡Vaya con las casadas!, yo creí que estaba pasándome de atrevida.
- No te preocupes Andrea, ¡ah! Te presento a Eva, es una chica normal, lo que pasa es que ha visto a su madre… un poco excitada.
- Sí, las mujeres tenemos un sexto sentido que nos alerta cuando hay un peligro, ¿no es así Andrea? Jajaja.
- Para ser tan joven tienes mucha… vista.
- El ser joven a veces es una ventaja ¿no, Josu?
- ¡Vale damas, ya está bien!, “cada mochuelo a su olivo” entre todas me estáis poniendo nervioso, jajaja.
- Vale, pero no nos olvides… jajaja.
Era cierto, la escenita encubierta de celos me pusieron como un burro, esa noche me conecté a Andrea y la vi cuando se probaba el resto de cosas que se compró, unos zapatos y un pantalón de “pitillo”, nunca me pude imaginar el tipazo que luciría la joven con aquella ropa moderna, aunque lo que más me impactó fue verla depilarse el coño y todavía más el oír un poco antes que se lo recomendaba su madre desde su cama.
En días sucesivos las damas se insinuaban cuando llegaban, cada una en su estilo, la Abogada se quedaba rezagada de su marido y se entretenía en revisar el buzón del correo, allí mismo separaba las piernas (si llevaba falda) y se hacía un selfie de abajo arriba, luego me lo mandaba por WathsApp , cuando ya se metía en el ascensor.
Emma, cogía en brazos a su niño malcriado que siempre se enganchaba “accidentalmente” a la camisa y me mostraba las tetas, además que muchas de las veces no llevaba sujetador.
Eva no tenía que hacer tantas ceremonias, con ponerse aquellos pantalones de licra sin bragas ya me mostraba los labios que a mí me llevaban loco. Andrea no fue tan sutil y una noche me invitó a cenar, le dije que no podía porque estaba trabajando y entonces su madre desde lejos le susurró que a comer mejor, ya me vi obligado y acepté.
Realmente me apetecía volverla a ver, el día que aparecí por su casa, mi compañera Martina me miró sorprendida.
- Mmm, hoy vienes fuera de turno y muy guapo, sospecho que a alguna se le estará derritiendo el coño esperándote.
- ¡Qué mala que eres Martina!, no sé cómo se te ocurre eso.
- Porque me pasaría a mí, mira como me he puesto con solo verte, jajaja.
Martina sabía qué hacer para excitarme y tensó la camisa del uniforme sobre una teta marcando el bulto del pezón derecho, a la vez con la otra mano me agarró la bragueta y comprobó que había tenido éxito.
- Jajaja, estaba segura, eres más caliente que un ajo, con sólo enseñarte la marca de un pezón ya se te pone dura, jajaja.
- Me conoces demasiado Martina, a ver cuando quedamos en tu casa o en la mía y nos desahogamos de una vez.
- Cuando quieras, ahora estoy de exámenes y casi no puedo ni hacerme un dedo pero tranquilo, que vamos a follar hasta quedar rendidos.
- Mmm, ya estoy empalmado al pensarlo.
- Ya y yo me lo creo, si estás así es pensando a la que vas a follar luego... ¿y quién es la afortunada esta vez?
- Mejor que no lo sepas, porque se me está complicando la vida demasiado, jajaja.
No le quise dar detalles, le hubiera contado la escenita de las mujeres del otro día pero preferí callar, más que nada para que no se uniera al grupo.
El ambiente de la casa de Andrea era todo lo opuesto a la vez anterior, todo eran risas y amabilidades, cuando pasé a saludar a su madre, estaba arreglada, me sonrió de oreja a oreja e incluso coqueteó conmigo enseñándome el camisón que le había regalado su hija, se notaba que el cambio que estaba dando su hija era todo lo que ambicionaba en ese momento.
- ¿Ha visto que elegante me ha puesto Andrea?, es toda una mujer y una buena hija.
- ¡Mamá, deja ya al señor Josu, parece que me estás vendiendo!, jajaja.
- Si fuera así ya la habría comprado, es usted todo un regalo.
- ¿Ahora os habláis de usted? ¡Vaya juventud, a mi quiero que me habléis de tú!
- De acuerdo señora Marta, perdón Marta, estás muy guapa con ese “vestido de noche”.
Marta se arregló la prenda para que no tuviera arrugas, no hacía falta porque las carnes le tiraban de manera que quedaba tirante por todos lados.
- ¿Qué te apetece para cenar mamá?
- A mi nada, algún yogur o un vaso de leche y la pastilla para dormir, no tengo apetito.
La madre me guiñó un ojo cómplice, me estaba facilitando el camino para que pasara una tarde completa con su hija y me gustó la idea. Cuando salí al comedor Andrea ya había puesto la mesa, menos las velitas de rigor parecía una cena de etiqueta, no faltaba detalle e incluso se había cambiado poniéndose un vestido largo casi hasta los pies, muy ligero y estampado con flores grandes, al pasar frente al balcón pude verla al trasluz, con el vuelo que tenía la falda se veía la silueta de Andrea como si fuera una radiografía y me gustó lo que vi.
- ¿Adónde me siento?
- Donde quieras pero yo había pensado que lo hicieras a mi lado, la mesa es demasiado grande para dos.
Nos sentamos casi juntos y al poco de empezar ya estaba empalmado, la causa fue que Andrea me sirvió el primer plato y mientras lo hacía me quedé ensimismado en ver lo que la vez anterior no pude, aquella noche estuve más ocupado desvirgándola y no reparé en aquellos “detalles” .
Andrea no dijo nada pero se dio perfecta cuenta e hizo lo posible para que el escote se moviera de un lado a otro para que viera todo el “escaparate” , me demostró que en pocos días había aprendido mucho, posiblemente instruida por Marta, su madre quería que su hija recuperara el tiempo perdido y de paso se resarcía de lo que ella no podía hacer por estar encamada…
La joven me demostró que era una buena cocinera, además pude observar que también era muy ordenada y por un momento me pasó por la cabeza que posiblemente eso era lo que a mí me hacía falta pero borré la idea porque en ese momento se sentaba y me ofrecía su copa para brindar.
Cuando chocaron nuestras copas bebimos el champán que yo llevé, nos miramos al fondo de los ojos y sin darnos cuenta nos acercamos hasta darnos un beso. Al momento oímos los ronquidos de Marta, parecía que estaba espiando por un agujero y esto nos hizo levantarnos de las sillas sin despegar nuestro labios y sin dejar de besarnos ir hacia su dormitorio.
A la vez que la besaba al lado de la cama intenté pasarle la mano por debajo de la falda pero ella lo evitó llevándola a sus tetas, no me supo mal porque descubrí que aquel par de maravillas estaban mucho más duras que las de Emma y las de Olga y por supuesto las de la Abogada.
El zip de la espalda del vestido se oyó como un rayo y el vestido cayó lacio hasta el suelo, Andrea no se molestó en recogerlo, con el pie lo apartó y entonces fue cuando la vi entera, la cintura era fina para anunciar unas caderas redondas que por detrás mostraban unas nalgas que pedían guerra, por delante las braguitas escondían lo más precioso que ella me reservaba.
Cuando se echó sobre la cama me encantó, su madre roncaba de una forma exagerada y me animé, ya no podía temer nada, mi ropa cayó junto a la de Andrea y yo sobre ella, nos besamos con furor, estaba deseando repetir la experiencia, follarla ya sin precauciones y ella lo sabía y lo deseaba más que yo.
Le besé el cuello, los hombros y las tetas sacando los pezones, ella echaba los brazos hacia atrás ofreciendo el pecho para que eligiera cual de las dos prefería, no escatimé besos ni caricias para las dos y fue ella la que me cogía la cabeza para llevarla de una a la otra.
Ya tenía las areolas moradas cuando llevó la cabeza hacia abajo, la fue llevando despacio por su estómago y su vientre, en el ombligo quise entretenerme y le gustó pero su destino no era ese y siguió bajando, al llegar a sus bragas se detuvo y levantó el culo, lo entendí enseguida y con una mano en cada lado las fui bajando.
Cuando descubrió el Monte de Venus paró, quería que viera que se había depilado por mí, yo me hice el sorprendido, como si no lo supiera, valoraba el detalle aunque sabía que no era idea suya, debía agradecerlo a Marta que seguro que estaría padeciendo por no estar a los pies de la cama.
Mi boca fue besando el pubis recién depilado, lo había hecho a conciencia y parecía el culito de un bebé, era carnoso y pude absorber haciéndole marcas en la piel. Cuando llegué adonde se partía en dos ella separó los labios y seguí besando entre ellos, el clítoris estaba tan excitado que brillaba mojado, pasé la lengua por debajo del capuchón y lo despejé como el pico de un loro.
El gemido que se le escapó podría despertar a su madre si hubiera estado dormida y a los vecinos, a mi me daba morbo saber que Marta estaba escuchándonos, pensé que su mano no estaría quieta entre los pliegues de carne trémula.
Las piernas de Andrea se separaron y ya pude dedicarme a lamer desde el clítoris hasta el culo, ella soltó mi cabeza y se cogió los pezones tirando de ellos. Me mojaba la cara de jugo cuando subí por ella hasta su boca, me lamió el flujo que blanqueaba mis mejillas dejándolas brillantes.
Sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando empecé a entrar en su cueva. Aspiró aire y me miró, frené para no hacerle daño pero ella sin soltar el aire me dijo con la cabeza que siguiera y lo hice.
Fueron tres empujones y entré al fondo, nuestros ojos no se separaron y vi cómo sentía cada milímetro de carne dura en su coño, al sentir que llegaba al tope soltó el aire y me rodeó con sus piernas. Al principio me movía despacio pero ella me urgía haciéndolo por mí y fui acelerando hasta que ella gritó.
- ¡Más, Josu, más, méteme toda la polla, rómpeme el coño, Oooh!
- Sí, Andrea, ahí la tienes toda para ti, te voy a follar como nunca, lo del otro día fue sólo una muestra.
Después de ver a las dos amigas masturbándose mutuamente en su habitación me quedé más tranquilo, no porque lo hicieran sino por el beso que se dieron para demostrarme que no era casual, a partir de ese momento las traté con más tranquilidad y más confianza, no me importaba que mostraran caricias y besos delante de mí, ellas tampoco se reprimían en hacerlo, Gisela incluso se permitía dedicarme a mi alguna muestra de “cariño”, a su amiga no le sabía mal porque sabía que era su pareja y cuando Gisela me pasaba la mano por la polla al verme el bulto cuando se manoseaban, Ylenia se reía complacida.
Aquel día fui a ver a Malena, ya hacía bastantes días y hasta su marido había preguntado por mí, me lo dijo Magda y me recomendó que no fuera tan escaso en las visitas porque tan malo era el abuso como la abstinencia total.
Malena me demostró que me añoraba, pues nada más llegar ya me llevó a su habitación, estaba muy excitada, se arrodilló frente a mí y me sacó la polla al lado de la cama, no esperó a que se pusiera dura, se la metió en la boca y con la lengua la dejó como a ella le gustaba.
- ¡Aaaaah, qué delicia, es una pena desperdiciar esto, cógeme Josu, cógeme hasta partirme la concha en cuatro!
Sin quitarse la ropa se tumbó en la cama con las pierna colgando y ladeó la bombacha, con la pija chorreando saliva se la metí dejándome caer sobre ella, gritó por lo inesperado y por la falta de costumbre, ya se le había estrechado el coño y cuando me recibió volvió a recordar el calibre que le entraba.
Se corrió enseguida, demostraba un hambre atroz y se contuvo mientras se agitaba entre temblores, no quería perder ni un minuto y seguimos follando. Sin llegar a sacarla ella se fue retorciendo hasta sacarse la ropa, las mangas, el sujetador y luego la falda salió a estirones sin dejar de movernos, yo hice lo mismo y sin parar pude quedar tan desnudo como ella.
Ya se había corrido otra vez, mucho más a gusto, ya sin prisas, mis huevos mojados de jugos resbalando por sus labios hasta que levantó las piernas y me dejó elegir. No quise elegir, lo dejé a la suerte y apoyé la polla entre sus labios, al azar quiso que estuviera tan mojada que por la ingle pasó directa a las nalgas y de ahí al hoyo oscuro, como en el golf, dio una vuelta alrededor y se coló entre chapoteos.
- Josu, hace unos días que descanso de la píldora pero si quieres córrete adentro, no creo que pase nada, aunque estoy en el día catorce…
- No te preocupes aquí donde estoy soy feliz, te voy a llenar de leche hasta el estomago.
- Como quieras.
No sabía que quería decir con lo del día catorce pero me sonó a peligroso y preferí inyectarle la leche en el culo y cuando lo hice no salió nada hasta unos minutos después, pareció que se lo había tragado y pensé que si le hubiera pasado en el coño me habría preocupado.
Al volver a casa me esperaba una sorpresa agradable, en el sofá sentada al lado de Magda había una muchacha muy bonita, tenía rasgos conocidos pero era rubia, era un poco mayor que yo pero no la había visto nunca.
- Hola Josu llegas a tiempo, te presento a mi hermana Carol, vive en Santa Fe, está estudiando ingeniería electrónica, ¿qué te parece?
- Wow, no sabía que tenías una belleza como esta como hermana, seguro que me lo ocultabas.
- Vaya, veo que no me engañaste hermana, el joven no de corta para nada.
- Pues no sabes de la misa la mitad pero eso… mejor que, por ahora, no lo sepas….
Cuando la joven, se levantó para saludarme, demostró que tenía todas las virtudes de Magda pero con menos años y al parecer tampoco era muy tímida, por lo que decidí comportarme como si no acabara de conocerla.
- Tu hermana siempre exagerando… si no estuviera casada creería que quiere ligar conmigo, jajaja.
- No lo dudes, jajaja, tienes unas “virtudes” de lo más apetecibles.
- Menos mal que hablas de oídas que sino creería que tienes motivos para decir eso, hermana, jajaja.
- Más vale que me calle, ¿no Josu?
- Valeee, me he pasado contigo perdona Magda, tu hermana va a pensar mal.
- Nada de eso, voy a pensar bien, mi hermana y yo no tenemos secretos.
- No me lo creo pero si es así, mejor me callo.
Las dos hermanas se miraban y sonreían, yo me sentía un poco violento, porque no sabía que suelo pisaba y cambié de conversación.
- Como decía, me admiro de las bellezas que hay por estas tierras, ¿no tendréis más beldades escondidas, verdad?
- Mmm, seguro que sí, si conocieras a Palmira ya sería el final para nosotras, ¿verdad Magda?
- Shht, no digas nada porque estaríamos perdidas, jajaja.
- Bahh, os estáis quedando conmigo y… ¿Por qué curso vas de la carrera?
- Por el primero, todavía me queda mucho, ¿tú no estudias?
- Eso quisiera pero de momento estoy poniéndome al día con Gisela y su amiga.
- Si quisieras, en Santa Fe conozco una escuelas para adultos, hacen recuperaciones y en poco tiempo te podían poner al día, si quieres pregunto y…
- Déjalo, aprecio tu interés pero necesito trabajar, aquí con tu hermana estoy divinamente pero no debo abusar, no sé el tiempo que estaré aquí pero me gusta el sitio y… sobre todo la compañía, si encontrara un trabajo bueno podría costearme el alojamiento y los estudios.
- Por el alojamiento no sé, tendría que preguntar, en la casa donde estoy alojada queda una habitación libre pero como sólo somos chicas…
- Mmm, no he estado nunca así, me refiero en una habitación alquilada.
- ¿Quieres decir que te faltará sitio?
- Nooo, de hecho es que en el barco sólo tenía dos metros cuadrados para mí, lo digo más bien por la compañía.
- Por eso no te preocupes, somos todas jóvenes, alegres y muy simpáticas, te lo aseguro.
- No lo dudo pero el trabajo…
- Eso sí que lo puedo ver, el profesor de electrónica tiene un taller de televisión y necesita un ayudante, de momento imagino que el trabajo será de llevar y traer aparatos de las casas pero también puedes aprender a reparar, es un maestro muy bueno, eso te lo garantizo.
- Eso ya me gusta más, hablaré con el Jefe a ver qué opina, de momento sigo cobrando algo de la naviera pero muy poco.
- Vale chicos, vamos a comer, ya tendrán tiempo de hablar los dos.
Nos sentaron a los dos juntos y enseguida conectamos, no dejamos de hablar bajo la mirada sonriente de Magda, mi Jefe se admiraba de lo pronto que habíamos congeniado y me animó a probar en Santa Fe, si no me salía bien, siempre podía volver a Paraná.
Las visitas a Andrea se sucedieron, con cualquier excusa me invitaba a comer, yo aceptaba encantado, tanto ella como su madre me llevaban en volandas, me sentía apreciado y con el tiempo le cogí afecto, las demás miraban con recelo cómo la soltera me iba acaparando, yo seguía espiando a todas pero cada vez les prestaba menos atención, excepto a Eva que seguía con su actividad nocturna, cada vez tenía más mirones y ganaba más dinero, aunque ella no aparentaba en gastarlo en nada que hiciera sospechar.
Todo iba como la seda hasta una noche que sonó mi teléfono y vi que era Andrea, su voz angustiada y llorosa me alertó, pensé en que había pasado algo grave y me confirmó que había llamado a Urgencias, su madre se había desmayado y no volvía en sí, de allí mandaban una ambulancia y me pidió que la ayudara.
En principio abrí la cancela grande para que la ambulancia entrara hasta el mismo patio lo más urgente posible y subí corriendo a su casa, a los pocos minutos ya estaban allí, yo trataba de calmar a su hija pero el aspecto de Marta no era bueno, le hicieron un electro y demás técnicas de recuperación y consiguieron que reaccionara pero la cara que vi al médico cuando analizó el papel del electro no me gustó, intenté quitar importancia para la hija pero no quedé tranquilo, en pocos minutos la ambulancia se llevó a Marta y Andrea al hospital y yo me quedé pendiente de las noticias.
Continuará.
Si les gustó valoren y comenten.
Gracias.