Memorias de un portero de noche (24)

La ayuda a la vecina enferma me dio grande satisfacciones y en Paraná volví a la rutina del estudio aunque tuve una noche movida.

Andrea me desconcertaba, porque al notar que le llevaba la mano a mi polla la retiró bruscamente para seguir acariciándome el pecho, lo intenté una vez más por si eran figuraciones mías y lo volvió a hacer, tenía una erección difícil de soportar y me di la vuelta, ella también lo hizo quedando pegado a su culo.

Ya no tenía frío, en realidad no lo había tenido nunca pero fingí que seguía helado y le pasé la mano por debajo de su brazo y la dejé sobre su estómago, tuve que sacrificar la polla de momento y con gran esfuerzo la pegué entre sus muslos apuntando hacia sus rodillas, estaba en peligro de troncharse pero aguanté lo indecible con la esperanza de que separara las piernas por voluntad propia.

Cambié de estrategia y mi mano fue moviéndose por su estómago con cuidado, fue subiendo y bajando (con temblores) y se iba acercando al nacimiento inferior de sus tetas, al notarla incómoda la bajaba hasta sentir que se calmaba, volvía a intentarlo hasta que encontré el paso libre entre las dos, parecía que eso ya lo consideraba “paso franco” y continué por ahí.

Al estar de lado, una teta casi descansaba sobre la otra y a ella ya no le parecía una “invasión” , seguí con el “ va y viene” por el canalillo como si pasease, al mismo tiempo mi cadera se pegaba a su culo que ya no estaba frío, aunque, aun así, Andrea tenía los muslos pegados.

Nunca pensé que me costaría tanto acariciar un pecho como aquella vez pero me lo tomé como un reto, el caso era que ella no me impedía maniobrar con su brazo, incluso lo dejaba hueco para que pasara la mano por debajo y eso me intrigaba más.

Mi mano fue internándose por el canalillo, sentía el calor entre las dos tetas e incluso la cercanía de la areola superior pero apenas me acercaba, ella se envaraba, cambié de táctica otra vez y me centré más en subir sin tocarlas pero llegando al pecho, en la planicie superior ya me dejaba maniobrar aunque con mi brazo rozaba aquellos pezones que anteriormente me había “martirizado” la mano.

Al bajar la mano de vuelta ya la pasaba abierta recogiendo toda la redondez hasta que al llegar al final la elevaba para sujetarla al peso.

Me mojé los dedos con saliva y volví a intentarlo, esta vez quizá el tacto húmedo no le pareció tan invasivo y me permitió acercarme a la areola, lo cual fue su perdición, el pezón salido se le puso tan duro que fue él el que me rozó a mí.  Ya no pudo reprimir el suspiro y noté un leve temblor en su tobillo.

La polla, como un muelle en tensión, se fue deslizando entre sus muslos sin encontrar mayor resistencia hasta quedar entre ellos.

Notaba cómo se removía entre mis brazos pero no quería ceder, al tener mi verga entre sus piernas ya no prestó tanta atención a mi mano y no dijo nada cuando abrí la mano, le recogí la teta toda entera y la separé de la gemela, la sostuve en alto y con dos dedos retorcí con cuidado aquel pezón tan rebelde.

Fue dejándome seguir por su pierna hacia arriba, con la tensión de la erección tenía bastante, pues debía estar a plena intensidad, ya se le oían los suspiros y cuando hundía la cara en la almohada hasta gemía pero no se rendía.

Al notar el calor que desprendían sus labios del coño la polla empezó a resbalar entre ellos, pronto la humedad facilitó el movimiento y mi mano abarcó a las dos tetas a la vez.  Ya no huía pero tampoco colaboraba, yo hubiera preferido que claramente levantara la pierna para entrar en aquel coño tan prometedor pero ella estaba agarrotada.

Me deslizaba moviéndome de adelante a atrás entre sus muslos y ella sólo sacaba el culo un poco hacia atrás para que llegara mejor.  El único atisbo de colaboración fue que pasó su mano entre las piernas, quizá para calcular la longitud de mi miembro y cuando tocó el capullo ya no lo volvió a hacer.

  • Andrea, me tiene loco, déjeme entrar en su… cueva.
  • ¡NO!
  • Por favor Andrea ¿no ve cómo estoy?
  • Por eso.
  • Si sigo así me voy a correr en su coño.
  • ¡NO, NI PENSARLO, SALGA!
  • Tranquila, iré con cuidado, déjeme que por lo menos me ponga más cómodo, no iré más allá del roce.

No dijo nada pero aflojó la pierna y pude moverme y acoplarme cómodamente, ya pasaba despacio de los labios menores a los mayores, incluso hasta adonde se partía el pubis en dos.  Andrea continuaba rígida y temblaba, como aguantando un suplicio, hasta que sintió la cabeza de la verga forzar el clítoris y empujarlo en su trayectoria.

Noté cuando se soltó, estaba tan duro como mi glande y al volver a su sitio Andrea se encogió, lo hice dos veces más y ya no pudo resistir, plegó la rodilla y me dejó el paso libre pero lo que yo creí no era tal pues al apuntar en la vagina cerró de golpe la pierna atrapándome como unas tenazas.

  • ¡NO, AHÍ NO!
  • Andrea, ¿Qué quiere decir?, estoy a punto de morir de tensión y creo que usted también.
  • Sí…  digo no, no podemos  seguir, mi madre está ahí al lado.

En aquel momento se oyó un fuerte ronquido desde la habitación de su madre que dejó descolocada a Andrea, yo aproveché su bajada de guardia y empujé, solo le pude meter un poco pero ella siguió cerrando los muslos, a la vez que empezaba a sollozar.

Ya no comprendía nada y estaba tan puteado que la giré hacia mí, la puse boca arriba aunque tuve que sacar la polla rápidamente de adonde estaba y le pregunté enfadado.

  • ¡Andrea, no juegue conmigo, ya somos mayorcitos para eso, me ha puesto como un burro y…!
  • Por eso… está desproporcionado.
  • ¿Qué es eso de “desproporcionado”?
  • Que no me imaginaba que tendría “eso” ahí.
  • ¿Adónde quiere que lo tenga, alma de Dios?
  • No sé pero es muy grande y grueso.
  • Cada uno tenemos lo que nos ha dado la naturaleza ¿Qué usted está acostumbrada a otro “modelo”?
  • No, no estoy acostumbrada a nada, es la primera vez que…
  • No me creo que una mujer tan bonita como usted no haya…
  • No, nunca lo hice.
  • Vamos Andrea, lo siento, no se preocupe, no se ponga así, yo no sabía que… pero tranquila, lo que pasa es que se me hace raro que una mujer a su edad y no quiero decir que sea mayor pero ya me entiende.
  • Sí pero no, nunca me atreví, soy una miedosa obsesiva.
  • No pasa nada, si es así me marcho, no quiero forzarla a hacer algo que no quiera.
  • Espere, no… no se vaya, es que, no sé, así sin pensarlo… tan de pronto…
  • Jajaja, ¿cómo quiere que sea?  Si fuera premeditado aún tendría más miedo pero lo mejor es así, si lo prefiere yo le prometo que va a ser muy satisfactorio, no va a sufrir y además se va a quitar un peso de encima para siempre.
  • Eso es lo que yo me digo a veces pero luego.
  • ¿Y su madre lo sabe?
  • No, ella cree que con un novio que tuve…
  • ¿Nada de nada?
  • No, bueno sí, toqueteos y eso sí pero él a mí, yo a él sólo por encima de la ropa.
  • ¿Por eso me ha rozado la polla tan poco?
  • Sí, por eso, tenía curiosidad por el tacto que tiene, es tan áspero.
  • Eso tiene solución, si quiere me pondré saliva o mejor si tiene alguna crema de las manos también valdrá.
  • ¿Usted cree?
  • Seguro Andrea, seguro.

Cuando le cogí las dos tetas a la vez y le chupé los pezones hasta ponerlos morados aflojó los brazos relajándose, parecía que estaba conforme y aproveché él momento, me coloqué entre sus piernas y con las mías fui separando las suyas, cuando quiso darse cuenta mi polla se paseaba entre sus labios frotando el clítoris.

Todo fue bien hasta que apunté en la diana, quiso evitarme pero yo estaba entre sus piernas y no pudo, se vio perdida y me miró espantada, tenía los labios entre abiertos como si pidiera socorro pero sabía que no debía despertar a su madre y me fui dejando caer, el capullo fue resbalando entre sus labios mojados de flujo hasta que se encajó en su hoyo.

Volví a besarla y abrió la boca buscando mi lengua, se abrazó a mí y separó las piernas todo lo que pudo, me fui dejando caer sobre ella hasta que noté que la resistencia me frenaba.

Pensé que sería como una adolescente pero su himen era veterano y fuerte, tuve que empujar más de lo normal y le hice daño, mucho daño, apretó su boca con fuerza para que no saliera ningún grito de dolor que despertara su madre, en su ansia de terminar con su virginidad me mordió la lengua que estaba entre sus dientes, esto me decidió a terminar de una vez y caí sobre ella.

  • ¡Andrea! ¿estás ahí, te pasa algo?
  • No mamá, ha sido que se me ha roto el tapón.
  • ¿Qué tapón, hija?
  • El tapón de… la botella de cristal y me he hecho sangre.
  • No te preocupes, se te pasará enseguida, a mí también me pasó una vez.
  • Gracias mamá.

No dejé de moverme mientras ellas hablaban y cuando me miró sonrió y levantó el culo para que le entrara más y mejor la polla, ahora sí que empujé hasta el fondo y me perdí en ella, no me había fijado hasta ahora pero no estaba depilada, aunque no me importó en absoluto.

Cuando le pedí que se diera la vuelta lo hizo, no entendió que quería que se pusiera a 4 pero me dio igual, tumbada boca abajo también encontré su coño entre las piernas y al notarme las separó para que no tuviera impedimentos.

  • Andrea, ¿a dónde prefiere que descargue la…?
  • ¿La leche?, adonde prefiera pero dentro no, por favor.
  • Me gustaría echarla entre sus tetas, me han gustado desde que las vi.
  • No me llame de usted, creo que a estas alturas deberíamos tutearnos, ¿no crees?
  • Perfecto, Andrea te voy a regar esos pezones que piden leche y luego me chupas la polla hasta limpiarla y luego…
  • Perdona Josu, ten en cuenta de que soy novata, más vale que me lo vayas explicando paso a paso, tenemos toda la noche.
  • ¿Toda la noche? Bueno… sí.

No fue toda la noche pero ya despuntaba el día cuando llegué de vuelta a mi garita, al final Andrea probó las “delicias” del sexo oral y anal en su primera vez, yo me vacié tras veces y ella se descontó.  Al salir de su habitación oí que me siseaban, me acerqué y su madre levantó una mano para llamarme.

  • ¿Cómo ser encuentra señora?
  • Muy bien, mucho mejor que anoche.
  • Me alegro.
  • Le estoy muy agradecida y no sólo por lo de la medicina, sino por lo que ha hecho con Andrea.
  • ¿…?
  • Sí, anoche fingí que roncaba, lo hago muy bien, estuve escuchando cómo la hacía mujer, aunque tarde parecía que no lo iba a conseguir, estaba muy preocupada por ella, es una buena persona y se merece una buena follada, se le estaba agriando el carácter y eso es un síntoma claro.
  • Yo… lo siento…
  • No lo sienta, ha hecho muy bien y por lo que oí la hizo muy feliz, en una noche a conocido lo que yo tardé años, de todas formas me gustaría que nos siguiera visitando de vez en cuando, si todavía vivo, le prometo roncar o por lo menos parecer que lo hago, jajaja,
  • Jajaja, por un momento pensé que se enojaría.
  • Al contrario, me sentí muy bien oyéndola correrse, gracias otra vez, ahora váyase, se le va a hacer tarde.
  • Adiós señora, me alegro de conocerla, es una buena madre.

Por la mañana ya estaba a punto de marcharme a casa cuando Andrea me llamó y me dio las gracias, le pregunté por su madre y me dijo que estaba muy contenta, no parecía la misma, no le comenté nada pero pensé que seguiría los consejos de la señora.


Durante los días que siguieron a la visita de Malena a mi casa procuré no pasar a visitarla, ella me llamaba cuando estaba sola en casa y hablábamos un rato, a veces Marga pasaba por mi lado y sonreía con sorna haciéndome señas como si me comiera la polla, yo le sacaba la lengua imitando una lamida en la concha y se iba riendo a gusto.

Aproveché para retomar mis estudios con las chicas, me había descuidado con mi tarea de visitar a Malena y ahora iba retrasado, Gisela e Ylenia se llevaban bien, aunque había una gran diferencia en cuanto a edad y físico se complementaban bastante y yo no me interponía entre ellas.  Entraban y salían, iban a una casa o la otra y yo me amoldaba a ellas sin problemas.

Un día Marga se asomó a mi cuarto, el Jefe salía temprano a pescar con unos amigos, parecía que el agua le atraía y seguía su rutina, cuando Marga entraba yo ya no me ocultaba, sabía que encontraría la manera de agarrarme la polla con cualquier excusa, le gustaba hacerlo y ya no le dábamos importancia ninguno de los dos, excepto mi verga.

Se sentó a mi lado y me contó que el sábado era su aniversario de boda, me alegré mucho y la regañé por no haberme avisado antes para hacerles un regalo, ella le quitó importancia pero el decírmelo era para avisarme que saldría a cenar afuera con su marido.

La idea era buena, irían a cenar temprano y después se acercarían al Coliseo, un local de baile en el que hacían un concurso de milongas, después al terminar, se abría la pista para el público en general con toda clase de música.

  • Mmm, me gusta vuestro plan, si no fuera por importunar me gustaría acompañaros, eso de la milonga debe estar bien.
  • A mí también me gustaría que vinieras pero… compréndelo, es cosa de dos, mi Osvaldo cuando toma un poco se pone besucón y yo… para que te voy a mentir, me caliento bastante.
  • Ya me imagino, el Jefe es muy afortunado.
  • Gracias pero el avisarte es además para decirte que no hagas mucho caso si nos escuchas al volver a casa, sobre todo a mí, me conozco y soy muy escandalosa, cuando me vengo… ya sabes…
  • Tranquila me taparé los oídos, jajaja.
  • Buen chico… y sobretodo domina al “muchacho” porque no sé qué pasa que siempre que entro aquí parece que me huele,  ¡mira ya cómo está!

No podía culparla, a su lado crecía como un obelisco y ella la atrapó cogiendo de los huevos hacia arriba, cuando se le acabó entre los dedos le dio un cachete al capullo y se fue.

No me lo dijeron hasta el sábado pero cuando vi llegar a Ylenia con sus libros por la tarde me enteré que iban a estudiar hasta tarde, yo me apunté con ellas y los tres nos metimos en la habitación de Gisela, me pusieron un examen para ponerme al día mientras ellas estudiaban para otro a la semana siguiente, cuando sus padres se despidieron yo salí a comprar pizzas y colas para cenar.

Pusimos una sábana vieja sobre la cama y nos sentamos con las piernas cruzadas, nos reímos de todas las ocurrencia que teníamos y me hicieron contar alguna aventurilla que tuve, por supuesto exageré y ellas lo agradecieron.

Luego de cenar a nadie nos apetecía seguir pero volvimos a la tarea, el cansancio y la pereza nos fue ganando y ellas pensaron que se debían poner cómodas, entonces me enteré también que Ylenia se quedaba a dormir con Gisela y le pidió un pijama prestado, pues se le olvidó de traerlo.

Me volví mientras ellas se cambiaban, aunque por el reflejo del espejo pude ver la diferencia de cuerpos que tenían, Gisela al lado de Ylenia parecía todavía más cría de lo que era y Ylenia aun viéndola de espaldas aprecié el culo alto y duro que tenía.

Cuando se volvieron hacia mi pude ver mejor lo radicalmente diferentes que eran, incluso Ylenia al ponerse un pijama de su amiga y no poder abrocharse la chaquetilla tuvo que dejarla abierta, no se le veía nada, solamente que el escote le llegaba a la cintura o más.

El pantalón corto le apretaba tanto que le marcaba los labios del coño como una segunda piel mientras que a Gisela le venía holgado.  Estuvimos estudiando hasta tarde, yo estaba semi empalmado y Gisela no dejaba de mirarme, Ylenia la miraba e intercambiaban risitas.

Ya era muy tarde cuando volvieron sus padres, los oímos llegar y yo me fui a mi cama, no quise que pensaran que estaba con las dos en pijama, cuando entraron siguieron su ritual, se ducharon, jugaron con el agua y con una serie de caricias y magreos y se acostaron.

Esa noche Marga se desmelenó, no se privó en absoluto, gemía y jadeaba como si estuvieran cogiéndola tres hombre a la vez y yo aunque me tapaba los oídos no pude más que hacerme una paja a su salud pero la noche era larga y al primer polvo siguió el segundo y luego el tercero.

Estaba desesperado, tenía la polla roja de tanto darle y no pude aguantar más, me levanté y crucé el pasillo, estaba decidido a entrar en la habitación de las chicas con la polla en ristre, les iba a demostrar lo que sabía hacer con ella, la tenía dura y apuntaba casi al cielo.

Cuando entré la luz estaba tenue, me acerque  a la cama y las vi, las dos estaban sentadas en la almohada apoyadas en la cabecera, estaban desnudas, Gisela plana completamente y Olga con un par de tetas que casi alcanzaba a su madre, con las piernas separadas, incluso una de Gisela sobre las de Ylenia pero lo que más me impactó fue ver o mejor dicho adivinar que una mano de Ylenia se perdía entre las piernas de su amiga y Gisela le correspondía en su panocha.

Mi intención fue quitar las manos de ambas  y sustituirlas con las mías pero al acercarme a ellas me vieron y lejos de asustarse se dieron un beso en la boca que me aclararon que no me necesitaban para nada.

Volví a mi habitación pero al ver luz por debajo de la puerta de Marga me acerqué y pegué el oído, en ese momento la estaba cogiendo por el culo y ella le pedía más.

  • ¡Dame más cariño, dame todo lo que tengas, partime el orto!
  • ¿No tenés bastante?
  • Sí pero me gustaría que tuviera más de dos palmos.
  • Bueno, no llego a tanto pero… creo que con esto tienes bastante.
  • Sí, es muy gorda pero si fuera más larga también…

Me corrí allí mismo, en mi subconsciente quería que Marga se diera cuenta de que había estado allí y me acosté, por la mañana Marga madrugó más que nadie, el Jefe estaba derrotado en su cama y cuando entró Marga ya no quise ni taparme, estaba en medio de mi cama con las piernas abiertas, desnudo y con la polla cogida con las dos manos.

  • ¡Madre de Dios, que pija tenés!
  • A tu disposición, jajaja,
  • Jajaja, no me tientes, espero que no te molestáramos anoche, procuré no hacer ruido.
  • ¿No hacer ruido?  Si no paraste de gritar, gemir y jadear.
  • Bueno, a lo mejor cuando me corrí la primera vez sí pero fue por un motivo especial, el primer orgasmo te lo dediqué a ti, estuve pensando en tu pija, no puedo quitarme de la cabeza semejante palo, la de Osvaldo es grande, no te equivoques pero no tanto como esto, aunque un poco más gruesa sí que puede ser.

Cuando dijo esto pareció que quería salir de dudas y la volvió agarrar, la fue apretando desde abajo hasta arriba “calibrando el grosor” hasta que se convenció.

  • Posiblemente tampoco, no sé, de todas maneras no tiene demasiada importancia, las dos son buenas trancas, lo que pasa es que así al primer vistazo la tuya llama más la atención.
  • Dicen que el tamaño no importa.
  • Eso lo dicen las que no han visto alguna de este tamaño, ya te digo que más de una se correría con sólo tenerla en la mano como yo ahora.
  • Pues no la vayas agitando porque el que se va a correr en tu mano soy yo. Jajaja.
  • Jajaja, ¡serías capaz, cochino! hacerme eso a mí, mmm, seguro que también tendrás buena cantidad de leche.
  • Una fuente Marga, una fuente, jajaja.
  • Ya la pisé al salir, jajaja.

La mano de Marga se movió rápida en una demostración de agilidad, estaba seguro que si seguía con sus bromas acabaría llenándola de leche y no sólo la mano, con algún chorro la alcanzaría en la cara o las tetas y eso ya no sabía cómo se lo tomaría.

  • Bueno, ya está, ya noto que palpitas y eso no es buena señal, jajaja, si quieres sigue durmiendo, aún es pronto, mi marido tardará en levantarse y las niñas han estado estudiando toda la noche.
  • Sí, de eso estoy seguro, por lo menos hasta que yo me acosté.

Continuará.

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Gracias.