Memorias de un portero de noche (22)

El regalo para Malena resultó un éxito desde la compra, Emma cumplió su deseo ayudada por Olga y Malena siguió con su mejoría.

La dueña de la tienda de lencería era una mujer que rayaba los cuarenta, vestía muy elegante y se notaba que tenía buen gusto para todo, la tienda era una monería más propia de estar en pleno centro comercial de Paraná.

Al salir de atrás del mostrador se acercó al escaparate y se inclinó para sacar el maniquí que lucía el conjunto que elegí, era un poco atrevido en comparación con lo que había visto en el armario de Malena pero quise causarle una fuerte impresión, la veía capaz de cambiar de actitud frente a la vida y pensé que era bueno empezar por su íntima estima.

Mientras quitaba el precio y la información del modelo tuve tiempo en calificar a la mujer vista por detrás, por la minifalda que llevaba y los tacones altos pude ver que tenía unas piernas muy bien formadas, tenía unos kilitos de más y casi todos se concentraban en el culo, la cremallera de la falda se veía mal para contener las dos nalgas que empujaban desde el interior.

En cambio tenía una cintura fina y la espalda también bastante delgada, quizá por eso se le notaba tanto el pecho que tenía, vista desde atrás, parecía una cosa pero cuando se volvió pude verla de cuerpo entero en general tenía un “tipazo”.

Se entretuvo bastante en quitar el sujetador del maniquí, soltó los tirantes y el cierre trasero de los alfileres que le había puesto para acoplar más la prenda al expositor, yo no tenía claro que se atreviera, la idea de que se lo probara ella misma  no lo creía posible y menos sin conocerme pero me di cuenta de que además de profesional le gustaba lucir las prendas que le compraban, parecía que no era la primera vez que lo hacía, era una táctica infalible para vender, pues nadie podía negarse a rechazar una bonita prenda y menos después de ver el efecto sobre carne real.

Detrás del mostrador había una cortina que daba al almacén, era apenas un espacio de quince metros cuadrados, lo suficiente para colocar en estanterías todo el género debidamente clasificado, pasó detrás de dicha cortina con el sujetador en la mano, las bragas no las llegó a quitar del expositor, pensé que una prenda tan íntima no debía probarse más que por la dueña y acerté.

Quedé en la tienda a espera de que me avisara, yo esperaba que saldría a la tienda pues el mostrador estaba en un lateral y el escaparate estaba oculto por un biombo, cuando salió pude admirar a la mujer con su falda corta y el sujetador blanco puesto, realmente ganaba mucho al verlo puesto en una modelo pero en cuanto a la talla no era la adecuada.

Aquella chica debía usar dos tallas más de copa pues por todos lados se le salían las tetas sin posibilidad de disimulos.  Intentó por todos los medios meter de aquí y de allá pero cuanto más tocaba más salía por el otro lado, al fin tuvo que admitirlo.

  • Parece que no es mi talla, lo que siento es si no es la talla de la… señorita que recibirá el regalo, ¿me recuerda la talla que tiene?
  • Es así exactamente.

Volví a poner las manos abiertas con el tamaño que tenía Malena que no eran excesivamente grandes, era su forma perfecta lo que las hacía divina.  La mujer se acercó a mí, desde la calle era imposible que nos vieran a no ser que alguien entrara pero fue sólo un momento.

Sin quitar mis manos ella se puso delante y acercó sus tetas a mis manos como molde, lamentablemente no cubrieron ni la mitad, se le notó en la cara la decepción, tenía la esperanza de que pudiera asemejarse y en un gesto de disgusto se quitó el sujetador para elegir otro de su talla.

La gravedad le dio la razón a Newton, las dos peras o mejor manzanas o quizá melones cayeron pesadamente hasta medio estómago, no las tenía mal pero eran redondas, pesadas y por supuesto grandes.

Me llamó desde adentro del almacén, estaba subida en un taburete intentando coger una caja de la estantería y tenía los brazos en alto pues no alcanzaba, las tetas le habían subido hasta donde debían estar y no me pude reprimir.  Me puse detrás cuando ella me señalaba la caja que quería sacar y le cogí las tetas con las dos manos.

  • No se moleste tanto, le agradezco el detalle pero ya vi lo bien que luce en usted, aunque no es de su talla sus tetas le sacan toda su belleza y ahora todavía estoy más convencido, pues estas maravillas no merecen estar reprimidas por nada.
  • ¿Lo dice de verdad?  Siempre tuve complejo por mis tetas, cuando me pruebo los modelos que compro tengo la esperanza que me vendrán bien, las tallas que pido son lógicamente para vender y no soy muy grandes pero para mí…
  • Para usted lo mejor que hay son unas manos como estas, además de abarcarlas a la vez pueden acariciar y preocuparse de que los pezones no tengan claustrofobia.
  • Nunca me habían dicho algo así, la verdad me siento mejor, cuando me miro al espejo reniego de ellas, he pensado en operarlas, quitarme la mirad o más pero es muy caro y además es más complicado que ponerse implantes.
  • Si quiere un consejo de admirador, no se opere las tetas, están como deben estar y si alguien tiene la dicha de cogerlas como yo ahora me dará la razón.
  • Dios le oiga, nadie me las cogió, ni así ni de otra manera.
  • No puede ser, usted siendo tan bella, con esa cara tan simpática y con este… cuerpo, ¿no ha tenido admiradores que le comieran estas maravillas?
  • Admiradores si pero nadie se atrevió a proponérmelo, en cambio usted de primeras…
  • Porque aprecio lo bueno nada más que lo veo, estos pezones que revientan entre mis dedos necesitan unos labios que los besen.
  • Si me atreviera, le diría que nadie se merece más que usted ese capricho, aunque comprendo si tiene ya otra persona…
  • La otra persona no sabe qué le voy a hacer éste regalo, lo hago por otros motivos más… terapéuticos pero sería dichoso si me deja disfrutar un momento de estas galletas tan sensibles.

Se volvió hacia mí con los brazos todavía en alto, las tetas me llegaban justo a la boca y la abracé por las caderas y absorbí un pezón hasta llenarme la boca, la areola se puso roja al chupar y el pezón me tocó el paladar, mi cara se hundía en la carne blanda y pasé al gemelo, le di el mismo trato y la joven bajó los brazos abrazándome la cabeza y atrayéndome hacia ella.

Fue un momento muy bonito, noté que se sintió mucho mejor, cuando bajó del taburete lo primero que hizo fue mirarse en un espejo, vio con alegría cómo le brillaban las tetas y los pezones casi morados, los apretó con ganas y vino corriendo dándome un beso en la boca, después se puso su sujetador y salimos a la tienda.

Me envolvió el regalo en una caja preciosa y después de un buen descuento en el precio nos despedimos, le prometí volver y ella me juró que se probaría cualquier cosa, los dos reímos contentos y me fui satisfecho de la compra.


Cuando llegó el sábado por la tarde ya estaba listo, me había afeitado dos veces, una normal y otra a contrapelo, no quería que Emma se quejara de que le raspaba el coño con la barba, llevaba mis píldoras en el bolsillo por si acaso y con mis mejores galas fui a casa de Olga.

Ya tenía su dirección y cómo el partido empezaba a las cinco de la tarde fui un poco antes, Olga me recibió con un beso apasionado que me hizo temblar las piernas, me volvió a contar el plan, estaba todo previsto, me camuflaría en una habitación hasta que ella se marchara con el hijo de Emma, ya había elegido la hamburguesería, estaba muy bien montada para los críos y seguro que pasaría la tarde muy divertida entre las bolas y los laberintos.

Apenas pasaban diez minutos de las cinco sonó el timbre de la puerta, desde mi escondite en seguida oí la voces de Emma y de Olga al saludarse, hablaban emocionadas, con la ilusión de un niño que se va de aventura, habíamos quedado que yo saldría al oír cerrarse la puerta al marchar Olga con el niño pero me llevé una gran sorpresa cuando se abrió la puerta de la habitación adonde estaba yo y aparecieron las dos juntas.

Estaban pletóricas de alegría, querían hablar a la vez y al final se destacó Emma y me aclaró lo que pasaba.

  • ¡Josu, una alegría, mi marido se ha ido al futbol!
  • Ya me imagino, en eso habíamos quedado ¿no?
  • ¡Sí pero además se ha llevado al niño con él, porque no ha podido regalar la otra entrada sobrante, imagínese!
  • Entonces… ¿Olga?
  • Soy la anfitriona y por supuesto no debo dejaros solos, jajaja.

Se acercaron las dos y me abrazaron llenándome de besos, las rodeé con mis brazos por la cintura y las saqué de la pequeña habitación, fuimos hacia el comedor pero Olga al pasar por su habitación se paró y nos miró a los dos, giramos los talones y entramos de lado por la puerta sin soltarnos.

Entre las dos me quitaron la ropa y me lanzaron al medio de la cama, ellas se desnudaron una a la otra dejándome admirar cada prenda y cuando estuvieron como yo subieron una por cada lado de la cama.

Las dos se lanzaron sobre mí, una directamente a comerme la polla y otra a besarme en la boca, por un momento me vi perdido ante tal avalancha de furor uterino y fingí que me daba tos y me ahogaba, salté de la cama y cogí mis pastillas y en la cocina tomé una con agua, me esperaban impacientes elogiando una a la otra las curvas que lucían, cuando volví saltaron sobre mi y se disputaron mi entrepierna, una en el tronco y otra en la punta las dos lamieron la polla con avidez.

Mis manos abarcaban sus tetas a discreción, a veces coincidían de la misma mujer o de ambas pero siempre estaban llenas de carne dura o pezón salido.  Chupé, lamí y toqué todo lo que pude, ellas no ponían reparo alguno ni cuando les metí un dedo en el culo a cada una, cuando ya pude alcanzar un coño, que por el sabor me recordaba a Olga.

Noté que mi polla desaparecía en una cavidad que no podía ser más que la de Emma, se había sentado sobre mí dejándose caer de golpe, lo hizo en seco y me retrasó el prepucio hasta los huevos, menos mal que ella estaba tan mojada que cuando la saqué estaba tan llena de espuma blanca que parecía un helado de nata.

Entre las dos hicieron que eyaculara pronto, era tantas y tan intensas caricias que no pude frenar y a una de ella le llené la cara de semen, no pude saber a cuál porque en ese momento tenía la cara cegada por un coño.

Por un momento temí que para mí se había acabado la fiesta, a partir de entonces sólo me quedaría el arma de la lengua pero la química vino en mi ayuda, sentí un calor reconfortante, unas pulsaciones que nunca había sentido y la polla empezó a revivir mucho antes de lo normal.

Emma también se dio cuenta pues antes de que estuviera a punto ya estaba dándose pinceladas hasta conseguir que a empujones se metiera en su coño, entonces le vi la cara, tenía leche en el pelo y me alegré.

Olga se había empeñado en que le mordiera el clítoris y lo hice,  lo atrapé con los dientes y no le dejé huir, al mismo tiempo que dos de mis dedos se perdían en su culo, sus jugos me goteaban en la frente pero no solté.

Entre la maraña de brazos y piernas vi que las dos se abrazaban y besaban, mientras yo desde abajo pulsaba por donde sabía que les gustaba.  Olga se corrió un segundo después de que yo le soltara el clítoris, me libré por pelos de su riego, en cambio Emma, quedó quieta prensándome la polla con sus músculos pelvianos a la vez que el orgasmo la atenazaba.

Bendije al científico que inventó la píldora, la polla estaba más dura y tiesa que nunca y no parecía que iba a cambiar por un buen rato, me permití coger a Olga cuando pude salir del coño de Emma, lo hice con furia, como si no hubiera mañana, la mujer se retorcía de placer a la vez que se quejaba por el trato que le hacía en su coño.

No le avisé cuando cambié de agujero, al tener tantos jugos entre las piernas sólo bastó en sacar, apuntar y meter, ella no llegó a enterarse hasta que el dolor la dejó sin respiración, abrió los ojos y la boca pero Emma la besó y se fundieron en un abrazo de consolación.

Emma estaba controlando, no quería perderse nada, en realidad ella era la novata en mi polla y quería ponerse al día, había soñado muchas veces en mí para perderse el momento.  Yo tampoco quería que se fuera de vacío y nada más que Olga volvió a correrse la saqué y se la ofrecí a mi vecina, ésta no lo pensó y recién salida del culo de su amiga se la metió en la boca, noté el cambio de la suavidad sedosa del recto, a la aspereza de la lengua y algún roce de dientes, era evidente.

Emma estaba dispuesta a todo desde hacía mucho tiempo, por eso cuando Olga quiso que probara las “mieles” del sexo anal no puso objeción, su amiga le untó el ano con el gel que usaba ella para hacerse un dedo en soledad y me envolvió la polla como una hamburguesa de mostaza, no perdió tiempo y me acercó a Emma que ya estaba de rodillas en el colchón, por debajo de ella le pellizcó el clítoris y lo agitó deprisa, Emma abrió bien las piernas y Olga le separó las nalgas.

Entré como un tren en un túnel “a tumba abierta” los gemidos de Emma se mezclaron con los gritos de dolor pero Olga sabía qué hacer, de debajo de la almohada sacó un dildo(de muestra de catálogo), de un tamaño respetable y lo metió en el coño de Emma.

Se sintió tan llena por todos lados que más que gemir, gruñía, de su garganta apenas salía más que sonidos inteligibles, Olga me acompañaba los huevos al ritmo de mi polla chocando en las nalgas de Emma.

La visión de las dos mujeres a cuál de ellas más fogosa hizo mella en mí y Olga lo notó en mis huevos, me quedé quieto, Emma estaba expectante, Olga me sujetó el troco sintiendo las contracciones de la polla al llenar de leche el culo de Emma.

Esperaba a que se arrugara para sacarla pero eso para mí era imposible, seguí tan duro que se impacientó y empujó a Emma que cayó hacia adelante aplastando sus tetas, quedó mordiendo la sábana mientas el dildo seguía tumbando en su coño.

Olga se puso al lado de Emma boca arriba, quería que la follara a lo misionero, fue una delicia dejarme caer sobre ella teniendo a Emma al lado, pude saborear sus tetas al mismo tiempo que penetraba a Olga, las dos se besaban con lengua cuando Olga mojó la sábana, el chorro que salió fue como una fuente de su coño hacia arriba, Emma y yo nos miramos y nos reímos al verlo pero no por mucho tiempo.

Olga había quedado exhausta y Emma aprovechó mi “resistencia” , se quitó el vibrador, quiso sentarse sobre mi pero preferí follarla a lo cucharita, la puse de lado y le levanté una pierna, la cara de Olga estaba cerca y se aproximó más, ahora tenía frente a sus ojos el coño y el culo de Emma, además de mi polla que amenazaba a todo.

Antes de que me diera cuenta Olga estaba lamiendo el coño, el culo y mi polla, los dejó tan limpios como recién salidos de una ducha, mantuvo la lengua pegada a ellos hasta que mi polla desapareció en el coño de Emma, siguió lamiendo el clítoris y no paró siquiera cuando el vientre de su amiga empezó a temblar.

Creo que Emma no se había corrido nunca así, es posible que no se diera cuenta o que quisiera probar al ver a Olga pero cuando mojó toda la cara de su amiga, fue la mayor sorprendida, ésta no se inmutó y siguió lamiendo todavía más deprisa para prolongar su orgasmo, yo le dejé espacio y me acomodé en el agujero de atrás para que lamiera con más comodidad.

El orgasmo de Emma pareció eterno, la sujetaba por las tetas, las amasaba a la vez que empujaba la polla hasta el fondo de su culo, Olga viendo que yo estaba para durar se acomodó poniéndose al través, en un 69 de lado con Emma, ésta al ver su intención abrazó sus caderas y buscó el coño de su amiga.

Olga no había dejado de lamer a Emma pero ahora con la comodidad y el placer que recibía decidió ampliar su horizonte y también esperaba a que mi polla estuviera hundida para lamerme los huevos.

Esto hizo que yo me lo tomara con calma e iba más despacio, incluso cada poco tiempo sacaba la polla del culo de Emma y la dejaba ondeando para que que Olga la chupara y luego volver a la suavidad del culo de su amiga.

Al estar cómodamente tumbados de lado, ninguno de los tres tuvimos prisa y al notar que nos íbamos a correr otra vez, sin decir palabra, nos fuimos sincronizando hasta coincidir en un orgasmo general.

Mi leche quedó repartida, parte dentro del culo de Emma, otra poca en la entrada del coño y el resto en la boca de Olga.  Nos separamos como las hojas de un libro, quedamos sudorosos boca arriba, mojados de jugos, corridas y semen.

Por el tabique del vecino oímos el último gol de la prórroga de la tanda de penaltis del partido, avisé a Emma que su marido y su hijito no tardarían en volver a casa y me contestó que solía ir a tomar unas cervezas con sus amigos, no quería volver a casa, estaba muy a gusto con nosotros pero entre Olga y yo la convencimos y prometimos que volveríamos a encontrarnos.

A mi me vino justo para volver a casa, ducharme, cenar un poco y acudir al trabajo, Martina ya me estaría esperando, sólo rogaba que no me invitara para ir a su casa esa noche, aunque sentía que la polla todavía seguía en forma.


Cuando le enseñé el regalo a Malena le saltaron las lágrimas, por una parte no quería aceptarlo, decía que era muy caro, que no lo merecía y muchas cosas más pero insistí para que por lo menos se lo probara y así lo hizo, al verse en el espejo me abrazó y me besó, le sentaba perfecto, yo mismo le volví a poner las manos abiertas en las tetas para comprobar que había tomado bien la medida.

Malena quiso agradecerme el regalo y soltó los tirantes y me ofreció sus tetas, reconocí que no se parecían nada las de la dueña de la tienda, las de Malena eran miel, se deshacían en la boca pero su suave dureza hacía que el corazón palpitara a mil.

Las bragas se las quité despacio, el coño depilado se adivinaba con su oscuridad bajo el tejido de encaje, ella misma separó las piernas cuando se sintió libre y tiró de los labios abriendo el coño hasta dejarlo plano, solamente destacaba el clítoris brillante y duro del pubis y me lancé a chuparlo.

Posiblemente fue la emoción del momento o las caricias ofrecidas o mi ardor en mi lengua pero el resultado fue que sin soltar los labios se corrió en mi cara, saboreé sus jugos y no paré hasta que sus temblores terminaron.

Estuvimos hablando, me preguntó adonde había comprado aquello tan bonito y más o menos se lo indiqué y abrió los ojos sorprendida.

  • ¡Si es mi amiga Loli!, es una chica estupenda, lástima que siga soltera, no ha tenido suerte con los hombres.
  • Pues no decía lo mismo cuando salía de la tienda.
  • ¿Qué pasó, cuéntame?

Me atreví a comentárselo, al principio dudaba, temía que lo tomara a mal pero al revés, me felicitó, incluso me animó a que volviera a visitarla y que la cogiera, me dijo que se merecía una buena polla como la mía, a ella no le molestaba, incluso se ofreció a ir a su tienda y contarle todo lo que ella disfrutaba conmigo pero la convencí que estaba casada y que debíamos llevarlo discretamente.

Lo que no pude convencerla fue de no ir a visitar a mi nueva familia, quería hablar con todos, con su amiga Marga y con mi Jefe, a Gisela la quería mucho, casi la vio nacer, pensé que era una buena ocasión para salir de casa, así la acompañaría por la calle sin temor a habladurías y lo acordamos, incluso se lo anunciamos a su marido y se mostró encantado.

La visita fue muy grata, Marga no se lo creía, estaba cambiada como nunca, incluso mucho mejor, lucía el mejor vestido y mi conjunto blanco, el Jefe me miraba y se sentía orgulloso, estuvimos merendando, Gisela se portó con ella encantadora, su hija no estuvo pero por lo que le contó, no se lo creía.

Cuando volvimos a su casa estaba pletórica, se sentía querida y apoyada y con fuerza para empezar una nueva vida, a su marido le contó que el conjunto se lo había comprado ella, de todas formas no confiaba que se diera cuenta, pues él seguía con sus costumbres pero a ella eso ya le daba igual.

A la mañana siguiente cuando yo estaba todavía en la cama oí llamar con los nudillos en mi puerta, rápidamente escondí la polla que había amanecido dura y tiesa aunque me vino justo, pues Marga entró preguntando si tenía ropa para lavar, se acercó a mí con una sonrisa pícara y se sentó en la orilla de mi cama.

  • Vaya, vaya con Josu, así que… jajaja, no me lo esperaba, la verdad.
  • No entiendo Marga, no sé a qué te refieres.
  • ¿No, de verdad que no? Qué callado te lo tenías, ahora me explico la rápida recuperación de Malena.
  • Pues ya ves, ¿está bien, verdad?
  • Sí y tanto, ¿o sea que te la estás cogiendo, en su casa, en las narices de su marido… y todos tan contentos? Jajaja.
  • Nooo, qué va…
  • Venga Josu que no nací ayer, que las mujeres lo notamos enseguida, cuando una mujer no coge está apática y ella está como unas campanillas, se le nota en los ojos, en la cara y en la forma de moverse que está bien follada y eso te lo debe a ti y claro a esta pija.

Estoy seguro que lo hizo sin mala intención pero me puso la mano sobre la polla que escondía debajo de la leve sábana, la tenía tan dura como una escoba y Marga fue la primera en notarla.

  • ¡Cielos, que pija tienes chiquillo!  No me extraña nada que Malena se haya curado con esta medicina, a ver, déjame verla.
  • No por favor Marga, no seas loca, no quiero que la veas.
  • ¿Por qué no, Malena sí y yo que, tenemos confianza, no?
  • No por favor, no debes verla.
  • ¿Qué crees, que no he visto ninguna?, pues te informo que mi marido tiene un buen aparato también.
  • Pero no es lo mismo, yo no soy el Jefe.
  • ¿Así que tú puedes mirar mis tetas cuando estoy lavando, porque me doy cuenta y yo no puedo ver “eso” que escondes? Jajaja, vamos a ver…

Tiró de la sábana y apareció la polla casi vertical al techo, abrió las manos como no queriendo acercarse pero al ver la polla balancearse la cogió despacio, la estuvo analizando como si fuera la primera que viera una, incluso subió la mano y la bajó hasta dejar el capullo totalmente al descubierto, cuando acercó la cara, pensé que la iba a lamer o meterla en la boca pero sólo la olió, aspiró hondo como si fuera una rosa y apretó la mano sintiendo su dureza, luego la tumbó sobre mi vientre y vio que llegaba al ombligo, cerró los ojos y movió la cabeza, luego la volvió a tapar con la sábana.

  • ¡Dios, qué maravilla!, felicita a Marga porque yo no puedo, esto no lo puedo decir a nadie, confío que tú tampoco comentes esto a nadie ¿de acuerdo?
  • De acuerdo Marga, gracias.
  • De nada ¡Uf, qué pija Señor!…

Continuará

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