Memorias de un portero de noche (19)

Después de un comienzo agitado en casa del Jefe me integré en su familia y conocí a Ylenia y a su padre, éste no era lo que parecía y me alegré de saberlo.

Aquella tarde cuando hice el relevo a Martina estaba especialmente guapa, se había pintado y aún con el uniforme de bedel de portería estaba de lo más atractiva, se lo hice notar y me dio la impresión de que la hubiera decepcionado si no lo hubiera hecho.

  • No sé si decírtelo pero estás que te rompes.
  • Jajaja, eres incorregible, el caso es que lo estaba esperando, para ti decir un piropo es tan fácil como estornudar.
  • Yo creo que todavía más, contigo no puedo reprimirme porque tienes un cuerpo y una cara que acelera el corazón, no sé como no hay siempre un tumulto en la puerta cuando estás en la garita, jajaja.
  • Jajaja, lo que digo, serías capaz de decirle algo a una estatua del parque.
  • Mmm si tuviera el culo que tú tienes, seguro que sí.
  • Anda, déjalo ya, que me lo voy a creer.
  • Ya te lo creerás cuando me veas ir a tu casa, entonces ya puedes esconderte porque adonde te pille…
  • ¿A dónde me pilles… qué?...
  • Que te voy a follar hasta caer rendido.
  • Eso seguro, porque tú mucha boquita pero no vienes nunca, seguro que más de uno no aguantas.
  • ¿Qué no? El día que vaya iré surtido de pastillas azules, (por si acaso) me vas a tener que echar de tu casa con la polla tiesa, jajaja.
  • Ya será menos, a ver si hacemos más y no hablamos tanto, que se te va la fuerza por la boca.

Hice el amague de sacarme la polla allí mismo, ella fingió asustarse y los dos nos reímos a carcajadas, mi compañera era una mujer con la que se podía hablar de todo, tenía una sonrisa pícara y un sex-appeal que me tenía loco pero más que sexual era de complicidad, por supuesto en cuanto tenía oportunidad se la metía pero lo hacíamos de una forma “informal” sin darle demasiada importancia, de todas maneras estaba esperando una buena ocasión para pasar una tarde-noche con ella a toda máquina.

  • Bueno, ahora en serio, sin novedad en el puesto, esta tarde ha estado tranquila la cosa, ¡ah! Mira, ya se me olvidaba, han traído un paquete de MRW, es para la abogada, no sé si sabes a quién me refiero, jajaja.
  • Joder Martina qué incisiva eres, total por una miradita…
  • Ya, seguro que tienes a todas controladas.
  • A todas sí, menos a ti, me falta la mejor.
  • Eso quisieras… pero sí, es un paquete pequeño, debe ser de algo que pidió por on line, cuando vuelva se lo das.
  • Ok, ¿alguna cosa más?
  • Nada, te diría que te espero para cenar pero seguro que me dirás que no, porque ya has cenado.
  • No seas mala, porque soy capaz de cerrar la garita y asomar por tu casa, hasta que amanezca por lo menos.
  • Jajaja, ¡cobarde! Eso no te lo crees ni tú.
  • No me provoques porque sabes que sí y te aseguro que no te ibas a aburrir.
  • ¿De verdad lo dices, cariñín?
  • Vale, márchate porque todavía vas a probar ésta.
  • Mmm si te pones así igual me quedo, ya te has empalmado sólo de hablar.
  • Es que me estoy imaginando follándote en tu casa contra la pared.
  • No seas bruto, para eso te reservo mi cama, mmm y es de matrimonio, no sé si me encontrarás, jajaja.

Con mucho dolor de corazón empujé a Martina para que se fuera dándole palmadas en el culo, parecía que no tenía prisa por irse y yo me conocía, ya estaba pensando en coger las llaves del cuarto de contadores, lo estaba convirtiendo en un “picadero” a este paso pronto pondría un colchón aunque fuera hinchable para ir “cumpliendo” con los compromisos que me salían.

Cuando llegó la abogada con su marido venían como siempre, separados y mirando el teléfono, ella llegó primero y en cuanto le dije que tenía un paquete para ella me miró y con los ojos me dijo que no dijera nada delante de su esposo, éste ni se dio cuenta y lo guardé para mejor ocasión.

Al rato volvió a bajar con una bolsa de basura y me ofrecí a echarla al contenedor, me esperó dentro de mi garita, se notaba impaciente porque le diera el paquete  y me hice de rogar un poco.

  • Pues ahora que lo dice, creía que estaba por aquí, mi compañera me lo dijo al llegar pero no lo veo por ningún sitio.
  • No lo habrá perdido, porque es muy importante para mí, lo estoy esperando desde hace varios días, viene de China.
  • No, perderlo, seguro que no pero no lo ha puesto en su sitio…  ¡Ah! Sí, mire aquí está, creí que sería más grande.
  • No, es pequeño pero… matón, jajaja.
  • Si usted lo dice….
  • Bueno… todavía no lo sé.
  • Pues… ya me lo contará.
  • Mmm no creo pero si es cierto lo que cuentan de él…

Soledad acarició el paquete como si fuera un gatito pequeño, se lo apretó contra las tetas y me sonrió con un guiño.  La vi marcharse moviendo las caderas y me gustó, hasta ahora no la había mirado más que como la madre de Eva y menos al saber sus “debilidades” pero me daba en la nariz que no hacía ascos a nada.

La noche fue tranquila pero ya muy tarde cuando yo ya me había olvidado de todo (de Martina no, claro) me llamaron por el telefonillo, era del piso de Soledad y hablaba con voz baja.

  • Señor Josu, mmm… perdone que lo moleste a estas horas.
  • No se preocupe, señora Soledad, estoy a su disposición, dígame, ¿puedo serle útil para algo?
  • Verá usted… disculpe que le hable bajo pero quisiera un consejo suyo… a ver... mejor… ¿me puede dar su número de teléfono y lo llamo desde mi habitación?
  • Claro que sí, cómo no, anote…
  • Gracias, ahora lo llamo.

Pasaron apenas unos minutos y me llamó ya hablando casi normal.

  • Mire… resulta que lo que estaba esperando es un masajeador, ya me entiende, para tonificar los músculos, me lo han recomendado porque sirve para todos los músculos, ¿comprende?
  • Creo que sí pero no estoy seguro.
  • Es igual, el caso es que las instrucciones vienen en chino y no sé cómo va, ¿si le mando una fotografía del aparato y las instrucciones me podría ayudar a descifrarlas?
  • Lo intentaré, yo de inglés sí que entiendo algo pero mándeme otra foto de la caja para más información.
  • De acuerdo voy a ver si las hago bien, buenas noches, ¡ah!  Si me quiere contestar hágame una llamada perdida y lo llamo yo.
  • De acuerdo.

Al momento ya me estaba pitando el WhatsApp , lo hizo varias veces y enseguida lo abrí, había pecado de ingenuo, había creído lo del aparato de masaje, el caso es que era un succionador de clítoris, además de otras funciones de vibrador, en parte no me había engañado, ya que se podía usar para muchas cosas más pero la verdad no creí que nadie lo usara para las cervicales.

Lamenté que mis compañeros chinos, cuando iba embarcado, no me enseñaran algo pero al ver aquellos signos ilegibles para mí, me rendí a la evidencia y decidí deducir por los dibujos.

No era tan difícil, lo único que se aclaraba bien era que se debía cargar la batería a través de un cable USB del ordenador o en su defecto de un cargador que no incluía, el uso por supuesto y por las figuras que mostraba estaba claro, no eran figuras explícitas pero además de las recomendaciones para la espalda y demás estaban las que se insinuaban entre las piernas de una mujer.

Antes de mandarle la llamada perdida pensé la manera de orientarla, sin que se me notara que sabía para qué era aquel aparato, que además de vibrador tenía una boquita como de pez que actuaba de succionador.

  • Hola señora Soledad, creo que ya he descifrado más o menos cómo funciona el aparato de masaje…
  • Por favor no me llame señora, llámeme sólo Sole, me hace más joven, si me permite yo le llamaré Josu, ¿le parece?
  • Claro, como guste Sole, como decía, después de mucho cavilar deduzco que el aparato es una maravilla, tiene muchas funciones y por los dibujos también tiene muchas aplicaciones.
  • No me diga…
  • Sí, en principio hay que cargarlo pues viene sin carga, para eso necesita un cable que se enchufa al USB del ordenador o si no a un cargador, los del teléfono le servirán.
  • Ay qué bien porque no tengo otro, si acaso lo conectaré al ordenador, estoy impaciente por estrenarlo.
  • Me parece ideal, cuando esté cargado si le parece me llama y le iré guiando para mostrarle todas las prestaciones que son muchas, lo digo porque ahora se olvidaría de cómo va.
  • Perfecto, lo voy a enchufar con el ordenador y luego le llamo, aunque, si es muy tarde para usted…
  • Nooo, no se preocupe, me servirá de distracción, las noches se hacen muy largas.
  • Dígamelo a mí.
  • Hasta luego Sole.

Ya era tan tarde que pensé que ya no se acordaría pero sobre las cuatro de la madrugada volvió a sonar mi teléfono…

  • Perdone Josu, soy Sole.
  • Si, ya he visto su teléfono, me he permitido añadir su número a mis contactos por si me necesitaba para alguna cosa.
  • Bien hecho, yo también lo hice, es usted tan servicial…
  • Dígame en que le puedo servir.
  • ¡Ah sí! El caso es que ya se apagó la lucecita roja y ahora está verde, ¿qué cree que puedo hacer ahora?
  • Vamos a ver… ¿Tiene el aparato en la mano?
  • Espere, es que como tengo el teléfono…
  • Mire es preferible que ponga el altavoz y apoye el teléfono en la almohada así podrá escucharme sin hablar muy fuerte.
  • Bien pensado, no quisiera molestar a nadie a estas horas, voy a poner el teléfono de pie a mi lado, como estoy en la cama lo oiré bien.

Me pareció perfecto, al momento conecté mi cámara con ella y en efecto la podía ver sobre la cama de arriba abajo hasta los pies.

  • Como le dije el aparato es muy bueno, no la engañaron quienes la aconsejaron.
  • Qué bien, mis amigas me dijeron que casi todas lo tenían y estaban encantadas.
  • Según deduzco sirve para muchas cosas, sobre todo para los músculos del cuello y para otros más pero si me permite decírselo… aunque no sé si debo… es un poco delicado…
  • ¿Por qué hombre?, ya somos mayores, ande no sea tímido, hable claro.
  • Si usted lo dice… el caso es que según los dibujos explica que es bueno para los músculos pectorales, ya me entiende.
  • Sí, las tetas, vamos…
  • Uf, que apuro tenía.
  • ¿Por qué?, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, ya hace tiempo que podemos decir aquello de teta, culo y caca, jajaja.
  • Me alegra oírselo decir, suena muy bien jajaja.
  • Es usted muy simpático, siga.
  • Pues como digo sirve para masajear las tetas, según parece las tonifica y… las pone duras y si están caídas…
  • No es mi caso, las tengo bastante altas, el gimnasio hace maravillas, jajaja.
  • Me alegro por usted y… por su marido…
  • No me lo nombre… pero siga.
  • Como decía, a las tetas les va muy bien, incluso a los pezones, según esto los pone durísimos.
  • Eso me gusta pero también estoy servida de eso.
  • A ver… ¡ah sí! aunque esto sí que es delicado…
  • Josu… que no soy una niña, no se preocupe, ahora no nos oye nadie.
  • Es que no me atrevo, si su marido se despierta…
  • ¿Mi marido? Jajaja, él está en otra habitación, dice que es para que yo duerma mejor, imagine…
  • Bueno pero más de una vez le dará una mala noche ¿no? Jajaja.
  • Nooo, ni hablar, ya ni me acuerdo…
  • Pues es una lástima, si me permite y con todo el respeto del mundo le diré que está usted para una buena… perdón, no debí abrir la boca.
  • Jajaja, me gusta como es usted pero dígamelo, me ha dejado intrigada, no se corte.
  • Es que soy un poco bruto, iba a decir que está usted para una buena… follada.
  • Mmm ¡qué bien suena dicho por usted!, ¿sabe una cosa? Tiene voz de locutor de radio, cálida y sensual, ¿no se lo ha dicho nadie?
  • Pues… no, me han dicho otras cosas sobre otra parte de mi cuerpo pero eso no.
  • Mmm, que pillín, ya sé por dónde va y si es cierto, aaah, me gusta pero siga.
  • Vamos allá, como le decía sirve para muchas cosas pero sobre todo para relajarse, si se va pasando por diferentes puntos puede llegar a ser muuuy relajante, ¿me entiende?, los músculos vaginales y demás.
  • Mmm, no del todo ¿no puede aclararlo más?... Josu.
  • ¡Qué apuro! Mire, según explica sirve para pasarlo por… el coño, ya lo he dicho, eso es Sole, es un masajeador para el coño y especialmente succionando el clítoris, es ese botón que tiene…
  • Sí eso ya lo conozco y bien y me gusta lo que dice, ¿Y cómo se pone en marcha?
  • ¿Lo tiene en la mano?
  • Claro, no paro de darle vueltas.
  • Pues pulse hacia la mitad, como también se puede meter en la vagina es hermético, o sea que el botón no está en el exterior, pero si lo pulsa irá cambiando de función y de velocidad.
  • Voy a probar… ¡Ooooh! Qué barbaridad,  parece que está vivo.
  • Pues aplíquelo donde prefiera y me dice que tal va.
  • ¡Oooooh, por Dios, que gusto, cómo lo siento!
  • ¿Por adonde ha empezado?... Si puede saberse.
  • Por lo último que me dijo, me lo he metido en la vagina, la tengo tan húmeda que se ha colado casi todo y lo noto allá adentro como si fuera una…
  • ¿Ahora es usted la tímida?
  • Mmm, sííí una pollaaaaaa, parece una buena polla, se mueve como si la tuviera en el fondo, clavada en el útero, que ganas tenía de sentirme otra vez llena de algo duro.
  • ¡Qué mal repartido está el mundo!
  • ¿Por qué lo dice, Josu?
  • Porque si viera cómo tengo yo la mía no necesitaría el aparatito ese, con perdón.
  • ¿Quiere decir que tiene buen tamaño?
  • Grande y gruesa, ¿si le gustan así?
  • Claro que me gustan y que duren duras, jajaja.
  • Pues de eso no tengo problema.
  • Una cosa… ¿Qué hace en sus horas libres?
  • Pues nada en concreto, estoy en casa o salgo a dar un  paseo, en fin una vida tranquila.
  • Estoy pensando… mañana tengo un juicio pero es posible que se aplace la vista porque el fiscal quiere presentar nuevas pruebas y si es así… le importaría que quedáramos en algún sitio y me explica bien cómo funciona este trasto?
  • Bueno… quizá… creo que el mejor sitio es mi casa, no es una mansión pero…
  • ¿Tiene una cama grande?, si es así me basta.
  • De matrimonio y ancha, es mi único capricho.
  • Ideal, quizá mañana le haga una visita, deme su dirección y veremos, yo voy a seguir probando el aparatito, mmm.
  • Muy bien quedamos así, buenas noches y que usted se corra bien, jajaja.
  • Lo haré pensando en usted, Josu.
  • Y en mi polla, si estuviera sola subiría enseguida para que la probara esta noche misma.
  • Eso mañana, ya quisiera yo.

Mientras hablaba con ella la veía cómo se había desnudado, estaba sobre la sábana con las piernas abiertas, había puesto un chal sobre la lamparita de noche y yo podía verla en un ambiente de lo más sexi.

Vi como seguía mis instrucciones, se masajeaba las tetas y las apretaba cogiendo los pezones y aplicándoles el vibrador, los escupía y con el succionador los sacaba pegados a él.

Cuando las tuvo brillantes de tan duras bajó por su vientre y pude ver que se daba la vuelta, sin saberlo puso las piernas apoyadas sobre la almohada con el teléfono entre ellas y pude ver cómo se aspiraba el coño, con las piernas a cada lado de la cama se acercó el aspirador al clítoris y se pegó a él, ya pudo soltarlo, quedó prendido mientras ella con las manos acudía a otros sitios, vi como metía uno, dos y hasta cuatro dedos en el coño y dos de la otra mano en el culo.

Puso una esquina de la sábana en la boca y cuando se corrió por enésima vez no se oyó más que un gemido con sordina, el aparato demostró que tenía la batería bien cargada pues no paró en ningún momento, cuando quedó desmadejada siguió estremeciéndose pues el aparato quedó en marcha colgando de su clítoris.

Cambié de cámara y busqué a su hija, ya estaba durmiendo pero se había dejado el ordenador encendido y con la tenue luz pude ver que había sacado una pierna y medio cuerpo de la sábana, le asomaba una teta que estaba de lo más apetecible.


En casa del Jefe la vida se normalizó, de día era todo normal, Gisela inesperadamente me trataba sin nombrar para nada la “presentación” que tuvimos, parecía como si se hubiera liberado la carga sexual que arrastraba y volvía a su normalidad.

Me interesé por ella, los estudios los llevaba muy bien y me propuse aprovechar y estudiar con ella, me dejó libros y pasaba las mañanas estudiando, repasé los cuadernos que ella ya había corregido y me ponía “deberes” que luego corregía ella misma, nos hicimos muy “colegas”.

Sus padres estaban alucinados viendo el cambio que había hecho, parecía mucho más madura y como no veían ninguna señal de “malas intenciones” por mi parte estaban muy contentos con los dos, la verdad es que Gisela parecía haberse puesto al día en cuanto a sexo y ya estaba tranquila.

El problema era por las noches, en la habitación contigua a la mía había “fiesta” todas las noches, yo tenía que taparme los oídos pues oía a los mayores follar como si estuviera con ellos, el tabique que nos separaba parecía de papel de fumar, las informaciones que me dio Gisela eran literales, primero una ducha en la que follaban sólo para desfogarse y luego en la cama se desmadraban hasta quedar rendidos.

Yo me deshacía a pajas pero no tenía otra alternativa, a veces soñaba en Gisela que estaba en la habitación de enfrente pero me había jurado no caer en la tentación.

Con la rutina fui integrándome en la familia, el Jefe me trataba como a un hijo y Marga también, esto tenía sus pegas, al principio parecía que estábamos de visita, todos bien arreglados y peinados pero con los días Marga fue acostumbrándose a tener a dos hombres en casa y ya vestía más cómoda, en principio no tenía nada de particular pero para mis hormonas no era lo más recomendable.

Había días que salía de su habitación en bata y se ponía  hacer las tareas de limpieza o a planchar o a lavar la ropa, yo lo entendía, estaba en su casa y al fin y al cabo todo era natural, pero el ver que a veces no llevaba sujetador y que por la sisa del vestido o el escote se le veían las tetas me ponía malo, ella como es lógico se agachaba sin precauciones, acostumbrada a estar sola en casa con su hija pero para mí era un suplicio que solventaba en el baño o de noche en la soledad de mi cuarto.

Ya no me acordaba pero un día Gisela me dijo que iba a venir su amiga Ylenia, no me llamó la atención hasta que la vi llegar, no comprendí cómo podían ser tan dispares, la chica era bastante mayor que ella, pensé que la juventud de Gisela la compensaba con la inteligencia pues parecía más despabilada que su amiga que tenía casi los dieciocho años, de cuerpo no estaba mal y de cara tampoco pero se la veía apocada, triste y retraída, parecía que no era feliz en su casa.

Ylenia, que así se llamaba la muchacha era más alta que Gisela y al ser mayor tenía un cuerpo proporcional a su edad, aparentaba unas tetas normales y un culo sin muchas caderas pero tenía unos ojos preciosos y unas piernas casi perfectas, al principio cuando nos presentaron se mostró más lanzada que Gisela, me dio la impresión de que quería demostrar su “ventaja” en cuanto a edad y cuerpo pero Gisela pronto le hizo ver que conmigo no tenía futuro.

Ylenia y Gisela siempre andaban juntas y estudiaban en casa de una o la otra, yo me junté a su grupo y estudiaba con ellas, fue así como fui a su casa, era una tarde y cuando llegamos nos cruzamos con su padre, me quedé impresionado porque era un hombre corpulento con un gran bigote y sobre todo por el uniforme que llevabas, no entendía de galones pero en las hombreras lucía una serie de jinetas doradas rectas y en bucle que no entendía, él me miró con cierta desconfianza y me lo aclaró.

  • Buenas tardes, soy el Capitán Gabriel Ondini, para ti el Capitán Ondini, tened cuidado con no molestar a mi señora, no está bien y… cuidado con lo que hacéis.
  • Muy bien señor, me llamo Josu.
  • Lo dicho.

El capitán llevaba un uniforme azul con gorra de tela un poco ladeada con un porte muy marcial y severo y me dio un escalofrío al cruzarme con él.

Estuvimos estudiando en la habitación de Ylenia, era una habitación amplia y con mucha luz, la cama de cuerpo y medio  estaba muy bien hecha y los libros muy bien colocados, en aquella casa se notaba el orden y la disciplina.

Estuvimos toda la tarde en la habitación, casi al final Ylenia quiso invitarnos a merendar y fuimos al salón, al pasar por una salita vi al lado de una ventana a una señora mayor mirando afuera, parecía absorta y le pregunté a Gisela, ella me miró diciéndome que me callara y en un momento que estuvimos a solas me dijo que era la madre de Ylenia.

  • No puede ser, es una señora muy mayor, debe ser su abuela o una tía pero su madre…
  • Shhhit, ya te contaré, en esta casa no se puede hablar de ese tema.

Lo dejamos así y luego en casa me explicó que la señora se llamaba Malena y que era la mamá de su amiga pero que estaba muy desmejorada porque estaba depresiva, se pasaba las horas mirando al infinito y no hablaba con nadie, me quedé impresionado pues según ella, hacía mucho tiempo que estaba en ese estado y me intrigó bastante.

Las visitas se fueron alternado y me enteré que el Capitán Ondini era muy amigo de mí Jefe, se conocían desde hacía mucho y al decírselo parece que se mostró más simpático y un día me invitó a enseñarme la base, se lo agradecí aunque ya había estado pero tan poco tiempo que apenas vi nada.

Un día quedamos y por la mañana me fui con él, al pasar la puerta del Cuerpo de Guardia el centinela se cuadró y me sentí importante.  Yo esperaba que me enseñara todo pero el Capitán me dejó en el coche y me dijo.

  • Espera un momento aquí, porque voy a firmar unos papeles y enseguida estoy contigo.
  • Muy bien Capitán.

Él me miró serio y desapareció en unas oficinas, me puse a mirar y vi al final de la calle la pista adonde estaban aparcados algunos aviones, me habría ido muy a gusto a mirar pero no me atreví pues se notaba el ambiente de disciplina y esperé.

Cuando volvió el Capitán parecía otra persona, tenía el aspecto muy jovial y me dio una palmada en la espalda.

  • Ya está Josu, ya estoy libre, de momento vamos al Casino, te voy a invitar.
  • Como quiera Capitán.

Salimos a la calle y cruzamos, enfrente estaba el Casino de Oficiales y creí que nos dirigíamos allí pero me aclaró al ver mi extrañeza.

  • No, prefiero que vayamos el de Suboficiales, es gente más joven y divertida.

Cuando entramos en el Casino todos los suboficiales que se encontraban en las mesas se levantaron y saludaron al Capitán, yo no salía de mi asombro pues pensaba que no estaba en su ambiente natural pero cuando todos los presentes después del saludo invitaron al Capitán a sentarse con ellos y pidieron rondas de bebidas para todos comprendí que se sentía como pez en el agua.

En un momento juntaron las mesas y se organizó una buena fiesta, se contaron chistes, cantaron y se divirtieron.  Entre los suboficiales distinguí al suboficial Hugo, el que me enseñó la base el primer día y el Capitán al ver que nos saludábamos le dijo.

  • Ya veo que se conocen, Hugo si me hace el favor, vaya a dar una vuelta por la Base con él, enséñele lo que quiera, le gustará, parece un chico curioso, yo le guardaré el sitio, lo pasaremos bien.
  • A la orden Capitán.

Salimos del casino y cruzamos la calle, en la Base me enseñó el hangar adonde estaban cambiando un motor a un bombardero Canberra, los mecánicos saludaron al suboficial, se conocían todos y se hicieron bromas.

  • ¿Qué tal Hugo, has visto al Capitán?
  • Si, lo he dejado en el casino, menuda fiesta se armó en cuanto llegó, jajaja.
  • ¿Hugo, es posible que me hayan dicho que es un hombre muy recto? En su casa parece un ogro.
  • Jajaja, ya ves, en cuanto sale de su casa es el tío más cachondo que verás, aquí en vez de ir al Casino de oficiales viene al nuestro porque hay juerga garantizada, en el suyo sólo se habla de escaletas y ascensos, jajaja.
  • Vaya cambio, si no lo veo no lo creo, su mujer parece que está en una nube y él está en el cielo, menos mal que aquí no hay mujeres porque si no…
  • Ya se preocupa él de ir a buscarlas, no te preocupes por eso, sabe que hacer al respecto.

Hugo me permitió subir al avión, me enseñó todo el interior, me senté en el asiento del piloto y del bombardero, me explicó para qué servía todo y me imaginé que estaba en una misión, hasta toqué la compuerta de las bombas, pasé un rato de maravilla y luego estuvimos viendo cómo sacaban el motor viejo después de desconectarlo de todo los cables y tuberías.

Me hizo una excursión por todos los sitios y luego me explicó cómo se saltaba en paracaídas desde un Fokker F-27, él había sido paracaidista en otra Base, me caía muy bien el suboficial Hugo y después de ver lo que quise volvimos al Casino.

La fiesta estaba en lo mejor y nos invitaron a tomar lo que quisimos, casi al medio día el Capitán se arregló el uniforme y volvimos a su oficina, parecía otra persona, lo esperé en un jardín cerca de Cuerpo de Guardia y al rato volvimos a su casa, antes me dejó en la mía que estaba bastante cerca.

  • Bueno muchacho, espero que te lo hayas pasado bien, supongo que cuento con tu discreción, lo que pasa en la Base se queda en la base, ¿me entiendes?
  • Si Capitán, a la orden Capitán, jajaja.
  • Veo que eres un chico listo, ya me lo dijo mi amigo, jajaja.

Desde aquel día mis visitas a su casa se hicieron muy frecuentes, me intrigaba su mujer y me daba pena, haría todo lo posible por ayudarla.

Continuará.

Si les gustó, valoren y comenten.

Gracias.