Memorias de un portero de noche (16)

Por el Océano Sur bordeamos Brasil, Uruguay Y La Argentina, luego hacia Paraná, todo iba a pedir de boca hasta que pasó algo. Como portero tuve una nueva aventura no menos emocionante.

Cuando Luz volvió con las dos hijas de los abogados, sus sobrinas, era imposible adivinar lo que realmente pasó en su casa, la niña venía con su semblante travieso como siempre y lo primero que hizo fue pedirme que le contara una de mis historias que tanto le gustaban.  En cambio Eva se comportó como si no hubiera pasado nada y su tía Luz tampoco dejó traslucir ninguna  señal de lo acontecido, arriba en su casa todo volvió a ser normal.

Después de pasar un buen rato por gentileza de mi compañera Martina volví a conectarme para ver el “fin de fiesta”, tenía la esperanza de que como remate las dos parejas hicieran una exhibición liberal y se mezclaran entre todos ellos pero no fue así.

Precisamente conecté en el momento en que salían las dos féminas de su habitación, iban tan calientes que no encontraban el momento de dejar de besarse y acariciarse, de alguna manera me gustó ver cómo disfrutaban del sexo las dos abogadas, a diferencia de nosotros, o por lo menos de mí,  ellas eran más sensuales, más de besos y caricias que ir directamente “al grano”.

Lo asocié también, quizás equivocadamente a la forma de sentir los orgasmos, ellas los disfrutaban más, más largos, más intensos y sobre todo más íntimos, me dieron la razón pues supuestamente deberían estar saciadas de sexo sobre la cama pero no encontraban el momento de parar.

Cuando ya se habían besado, exprimido los labios y lamido los paladares siguieron poco a poco bajando por cuellos, orejas, hombros y hasta llegar a los pechos, aún así no fueron directamente a los pezones, como estaba deseando yo, sino que hicieron mil rodeos hasta llegar a las areolas.

Estoy seguro que el nivel de excitación les compensaba pues unos tras otros demostraron disfrutar de unos orgasmos cada vez más fuertes.  Cuando sus manos primero y sus bocas después exploraron sus sexos las dos se enrollaron como serpientes que luchan a muerte, lo hacían lentamente como una danza nupcial pero por los gestos, gemidos, jadeos y gritos que daban se prodigaban en caricias de lo más efectivas.

Entonces sí que los orgasmos fueron tremendos, las dos se sacudieron como hojas en un vendaval, con los ojos en blanco, con el semblante concentrado, unas veces feliz y otras de sufrimiento me hicieron una demostración de lo que eran capaces dos mujeres en apariencia frías e indiferentes.

Lo peor fue cuando aparecieron los maridos, ellas ya habían desaparecido en el baño abrazadas con las manos en sendas nalgas clavando las uñas lo justo para demostrarse la pasión que todavía se reservaban para la ducha.

Ellos fueron el reverso de la moneda, la cara B del disco, la imagen que tenía de ellos, abogados circunspectos, personas que podía decidir con sus argumentos  sobre el futuro de sus clientes, allí se demostraban como seres frágiles ante las caricias del otro, estuve tentado de apagar nada más verlos salir de su cuarto cogiéndose de las pollas como si fueran de paseo, todavía aguanté un poco más pero al ver las diferencias con el último “repaso” de sexo de sus señorías femeninas tuve que cortar bastante avergonzado.

La tía Luz dejó en su casa a las chicas y después de explicar a su madre lo “bien” que se habían portado, volvió a salir.  Al pasar por mi lado me saludó como una vecina más con amabilidad y educación pero para nada relacionado con el “show” de la noche anterior.

  • Adiós señorita Luz, ha sido un placer conocerla.
  • Adiós, señor Josu, lo mismo digo, es usted muy competente.
  • Admiro mucho a Eva, su sobrina, es una mujercita encantadora y con unas dotes interpretativas digna de una actriz de Broadway.
  • No se lo voy a negar, se lo enseñé yo y la verdad, estoy contenta.
  • No tengo más remedio que admitir que si Eva es una actriz de primera, usted es toda una diva de las tablas…
  • ¿A sí, lo cree de verdad?
  • Se lo aseguro, soy sincero.
  • Pues no ha visto nada de lo que soy capaz, me crezco cuando “interpreto”
  • Me gustaría asistir a una de sus grandes galas.
  • Puedo darle entradas…
  • Pero no me gustaría verla desde el patio de butacas, ni desde las bambalinas siquiera, me gustaría empezar ya en el camerino.
  • Jajaja, veo que le gustó la función.
  • Ya lo creo y me gustaría que hiciéramos un “bis”
  • Mmm, me lo pensaré… pero una duda… ¿el bis, sólo conmigo o con mi sobrinita también?
  • ¡Perdón! ¿Qué sobrinita? Ahora no veo a nadie más que usted y yo.
  • ¡Ah, eso ya me parece mejor! Lo de mi sobrina es cosa aparte, es una joven pero si le gusta la carne más madura…
  • Por supuesto, aunque la suya no llega a eso todavía, es pura ternura, jajaja.
  • Adulador…  en cambio la suya ya es muy dura y prefiero que sea así… durante mucho tiempo.
  • En eso haré lo posible, ya sabe… mientras dura… dura, jajaja.
  • De dureza no me he quejado, bien lo sabe Dios, jajaja. De todas formas no desecho la idea de que me vuelva a hacer una visita o yo a usted.
  • Como prefiera, yo siempre trabajo de noche, así que de día a cualquier hora, no le prometo una noche entera pero… un día sin duda.
  • Mmm. tentador, confieso que estoy sintiendo humedad…
  • Será el relente de la noche, jajaja.
  • Eso será, jajaja. Hasta pronto Josu y cuídeme  a la niña…
  • La vigilaré de cerca.
  • A eso me refería, jajaja.

Cuando se marchó lo hizo moviendo las caderas, yo me cogí a la mesa tentado de alcanzarla y darle una palmada en aquellas nalgas y llevarla a casa y partirle el culo en cuatro, la tía Luz me había puesto como un burro con sus segundas intenciones y, cuando al final me dijo que quería que repitiéramos, ya me encendí pero tuve que reprimirme y preparar una segunda cita.

Aquella noche estaba bastante “caliente”, no sabía qué hacer, si mirar a la niña de la webcam o a su madre o la madre del niño repelente o qué, me estaba obsesionando con el vecindario y no me gustaba, ya estaba alterando demasiado mi vida tranquila.

La solución me vino que ni pintada, cuando vi llegar a la amiga de Emma, sentí una punzada en los huevos, noté como se arrugaban y se ponían duros pegados a la polla, como los tigres, con su cara inocente pero pícara al mismo tiempo me preguntó por su amiga, venía a esas horas porque su marido llegaría del trabajo tarde y el niño ya estaría en la cama y según ella tenía unas cosas que mostrarle.

Como reconocí la maletita de la otra vez supuse a lo que se refería y sin más me lancé sin red…

  • Hay que ver lo avanzada que está la industria pero como lo natural…
  • No sé a qué se refiere pero sí, hoy en día se hacen verdaderas maravillas en… todo.
  • Permítame que disienta pero en todo… ¿puede opinar con esto que tengo en la mano? A lo mejor tiene algún sucedáneo mejor con pilas.

Le llevé su mano con la mía hacia mi polla que ya esperaba afuera del pantalón sujeta con la otra, al sacarla la había descapullado y presentaba una imagen feroz, el capullo ya “precalentado” aparecía rojo y las venas hinchadas no tenían aspecto de ser de látex.

La cogí del brazo y la llevé al cuarto de contadores, no era el sitio ideal pero estaba limpio y la habría follado igual entre tubos de gas y de agua.

En principio se resistió pero al ver mi decisión dejó la mano “muerta” y al notar el calor que manaba de mi verga se aferró a ella con fuerza clavándome las uñas.  La mantuvo apretada mientras me miraba fijamente a los ojos, fue apretando progresivamente, sin dejar de mirarme, aguaté su mirada y me felicité de que Luz me hubiera puesto tan “cachondo” un momento antes, pues si no a estas horas la polla estaría como una hamburguesa.

  • De dureza no está mal, veremos de longitud, yo por menos de 22 no me pongo…
  • Hace tiempo que no me preocupo de eso pero hasta hoy nadie se quejó.

Sin dejar de mirarme puso un puño en la raíz de los huevos y la otra mano delante y así hasta amarrar el capullo, no me fijé los que calculó pero la sonrisa que me dedicó me pareció que había cumplido sus expectativas.

  • No está mal, ahora veremos su resistencia…
  • Sírvase usted misma.

Uno frente a otro de pie me cogió la polla con las dos manos, estábamos prácticamente pegados, sus tetas me rozaban apenas pero sin llegar a aplastarse contra mí en los movimientos que hacía, yo busqué sus caderas y noté la falda de cuero que llevaba, tiré hacia arriba y con cierta dificultad la fui subiendo.

Me alegré cuando me di cuenta de que era corta y le cogí la orilla tirando hacia arriba hasta la cintura, ella se zarandeaba con sus movimientos y mis tirones de falda pero no apartaba la mirada.

Tenía la habilidad de mantener un continuo movimiento sobre mi polla, arremangaba el prepucio y lo mantenía tirante rozando el frenillo con el pulgar, ya no apretaba tanto, la mantenía con firmeza pero suavemente la deslizaba de arriba abajo, sabía qué hacer, cuando el glande se ponía a palpitar, cambiaba de táctica y masajeaba los huevos manteniendo la tensión pero alejando el peligro por un momento.

  • ¡Bájame las bragas!
  • ¿Así? ya te las iba a bajar.
  • Del todo no, apenas un poco.

Me descolocó pues yo pensaba bajárselas del todo y por lo menos sacarle un pie de ellas para dejarlas colgando de un tobillo, quería empujarla frente a los contadores y darle la vuelta, pretendía meterle mi barra por el primer sitio disponible, no iba a mirar diámetros ni humedades, pero ella tenía otros planes que tampoco me desagradaron.

  • Ahora no tengo tiempo… he quedado con Emma antes de que venga el tonto del marido pero tienes una polla que no puedo despreciar, por ser el primer día te voy a hacer una paja de lujo y como premio te vas a correr en mi bragas.

La paja se amplió al acercarse hacia mí hasta que el capullo se metió entre los labios de la dama, el coño con las piernas apenas separadas estaba estrecho y presionaba el glande, quedando enganchado en el clítoris que no dejaba que siguiera hasta colarse en su coño.

Lo hizo bien, cuando vi que la falda se sujetaba en sus caderas y las bragas en sus muslos me dediqué a sus tetas, ella no opuso resistencia ni comentario, pasé las manos por su espalda y solté el sujetador, se notó el alivio que le produjo, pues era sin copas y solamente le mantenían altas las tetas.

Separó un poco los codos para que pasara las manos por debajo de ellos y le cogí las dos a la vez, si hubiera un concurso de pezones seguro que el primer premio se lo habría dado sin dudar, eran agradecidos y todavía salieron más al notar cómo los rodeaba con los dedos.

Aceleró las manos, eran un ir y venir continuo y se acercó todavía más a mí, se le notaba excitada porque mi polla resbalaba en su humedad, procuraba con dificultad que la punta no se le hundiera en la vagina y aguantaba la tentación de soltarla y dejar que se perdiera hasta el útero.

Antes de ceder a la tentación aceleró más y más y con el capullo entre sus labios fue apretándose contra mi pecho hasta que me corrí entre sus muslos, le rocié el pubis con unos chorros que terminaron en sus bragas negras de encaje, ella siguió agitándome la polla hasta sacarme la última gota en el momento que se estremeció toda de la cabeza a los pies, la tuve que abrazar para que se aguantara de pié y me dijo al oído…

  • Por favor no me sueltes, me estoy corriendo como nunca, es la primera vez que hago una paja así, tienes una polla envidiable, no sé cómo he podido resistirme a metérmela entera, anda, súbeme las bragas.
  • ¡Están empapadas  de leche!, Emma te lo va a notar.
  • Claro, se las voy a enseñar nada más verla, se va a morir de envidia.
  • Pero no le dirás que es mía.
  • Por supuesto, precisamente, está loca por que le metas esto, te le vio una vez por no sé dónde.
  • Sí, por una ventana.
  • Eso y desde entonces sueña contigo.
  • ¿Tú crees?
  • Claro, no sabe qué hacer ya.
  • ¿Y tú, no podrías ayudarla?
  • Con una condición…
  • ¿Cuál?
  • Que nos folles a las dos.
  • ¿Y el crío?
  • Ese es el problema, el niño.
  • Un gran problema y me odia.
  • Jajaja y si te follas a su madre más todavía, jajaja, déjame a mí.

No hubieron besos de despedida, se subió las bragas llenas de cuajos blancos que aplastó contra sus labios y ajustó la prenda a la ingle, luego se dio la vuelta para que le bajara la falda de cuero, lo hice no sin antes darle una buena palmada que ella agradeció con un movimiento de caderas, después levantó los brazos a la cabeza y le metí las manos por debajo de ellos cogiéndole las tetas y colocándolas en el escueto sujetador, se las ajusté hasta que estuvo cómoda y le bajé la blusa.

Cuando salimos del cuarto había luz en el salón de Emma, estaba asomada esperándola y su amiga la saludó desde mi garita, imagino la conversación que tendrían luego, jajaja.


Brasil es inmenso, verde, verde y verde, la Amazonía es interminable, por eso cuando de noche vi por el ojo de buey unas luces en la lejanía y unos fuegos artificiales el Jefe me informó que era aquello, era Rio de Janeiro, habría dado algo por atracar allí, imaginaba las “garotas”, morenas con grandes culos aunque sin muchas tetas pero con unas cinturas que bailaban samba desde nacer.

Fueron unos días tediosos, con mucho calor y humedad,  ya no me acuerdo cuando pasamos por Sao Paulo o si me lo dijeron no hice caso pues era de noche también pero sí me asomé a cubierta cuando me avisaron que pasábamos por  Montevideo en el Uruguay y que pronto vería el Río de la Plata, también “manchaba” el océano al desembocar todos los sedimentos de miles de kilómetros de tierras ricas y de sus mil afluentes.

Al adentrarnos al Río del Plata fue un espectáculo, era por la mañana y pude ver la masa de urbe de Buenos Aires, no la imaginaba tan grande ni tan luminosa, había mucho tráfico fluvial y nos cruzamos con dos barcos rarísimos que parecían flotar sobre las aguas, iban a mucha velocidad  y cruzaban de Uruguay a La Argentina.

Nosotros seguimos hacia el río arriba, el Capitán se lo conocía bien y era tan ancho que realmente parecía un mar, a cada momento pasaban lanchas de pasajeros, era un sin vivir de vitalidad, lo que no entendí bien es lo del Rio de la Plata pues el color es todo menos de plata pero supuse que sería por la estación del año.

Cuando viramos a babor me dijeron que entrabamos en el río Paraná, todo aquello me sobrepasaba, era otro río casi tan ancho como el anterior, con muchos canales y con tanto tráfico como aquel, fuimos subiendo como en una autopista, otros barcos iban y venían en fila, a los lados ciudades, pueblos y fábricas y más campos y ranchos, era interminable, nos cruzábamos con remolcadores que empujaban gabarras inmensas que apenas sobre salían del agua.

Navegábamos como si hiciéramos una carrera de obstáculos, el Capitán iba atento a la carta de navegación pues había bancos de arena que cambiaban con cada riada y cuando ya estábamos hartos de navegar por aquellas tranquilas aguas ocurrió.

  • ¿Qué ha pasado Jefe?
  • No lo sé, ¿cómo quieres que lo sepa?
  • Se ha notado un golpe.
  • ¡Mira el telégrafo!
  • ¿Qué telégrafo?
  • ¡Qué tonto eres, quita!

Entonces lo entendí hasta entonces había visto que aquella palanca decía avante, media, toda, etc. pero de pronto puso Stop y el jefe paró la máquina, el barco entero se paró en seco y enseguida se oyeron voces por todo el barco, todos estaban exaltados y enfadados, el Jefe no me dejó que subiera a ver qué pasaba y al momento el Capitán nos lo dijo.

  • ¡Hemos embarrancado! ¡Atrás lento!

El jefe obedeció pero nada el barco no se movió, estábamos encallados sobre un banco de arena y no nos movíamos.  Los acontecimientos fueron rápidos, el Rojo iba de aquí para allá dando órdenes pero el barco no se movía, dieron marcha atrás pero todavía se hundía más, pues la hélice removía la arena y se estacaba más, al final el Capitán se rindió y llamó a un remolcador.

Fueron unos día terribles, el Capitán estaba muy nervioso pues era él el responsable además estaba controlando precisamente los fondos y no se dio cuenta del bajío.

Acordaron que el remolcador cuando nos pudiera mover nos llevara a Diamante, el puerto más cercano a nuestro destino y desde allí mientras revisaban la quilla entregaríamos la carga y eso… tardaría bastante.

Los días que siguieron fueron frenéticos, mucho trabajo, sobre todo en la sala de máquinas revisamos cualquier vía de agua, luego me hicieron meterme en la sentina, la parte más horrible del buque, estrecho, sucio y apestoso, pero por suerte no vi nada de agua que fuera reciente pues la que encontré olía a demonios.

Cuando se rindió a la evidencia y con todos los informes tranquilizadores me dejaron descansar y dormí un día entero, por la mañana nos reunió Stablos, había hablado con el Armador y habían tenido algo más que palabras, le ordenaban que en cuanto dejara el barco en el astillero volviera a Grecia para tener “una conversación” a mí me dio un escalofrío como todos los demás pero Stablos era duro y estaba decidido a responder como fuera.

Costó bastante pero al fin el barco volvió a flotar, desde allí remolcado nos llevó a un muelle en Diamante, allí unos buzos revisarían el casco perfectamente por debajo y después de una reparación podríamos volver a navegar pero eso iba a ser muuuy lento pero nadie lo sabía aún.

Los días pasaban y allí no venía nadie, unas empresas culpaban a otras y el barco era como un hotel varado, el Capitán tomó una decisión, como esperaban la mercancía, la desembarcaríamos allí y la llevaríamos por tierra hasta la ciudad de Paraná.

Me alegré pero no dije nada, era una forma de saltar a tierra y poder ver cosas y cuando me dijeron que aquellas cajas grandes de madera eran urgentes me encantó ayudar a desembarcarlas.

Había una serie de números y letras en inglés, sólo decía claro donde iba, ponía que eran para la 2ª Brigada Aérea en Paraná, pesaban mucho y ponía que se tratara con cuidado, cuando al fin vino el camión que nos llevaría me alegré y me encargaron que entregara aquellas cajas en la Base de la orden de navegación.

Pero lo que más me gustó es que también se lo encargaran al Jefe, él era de allí y conocía la ciudad como la palma de su mano, además iba a su casa y de paso me presentaría a su familia, ideal para mí.

En la citada Base nos recibieron con los brazos abiertos, las cajas resultaron ser motores para los aviones Canberra, unos bombarderos que estaban parados hacía tiempo a la espera de repuestos, me firmó el recibo un señor muy amable que se presentó como Suboficial Auxiliar (más o menos un equivalente a Sargento) de paso nos invitó a tomar unas cervezas en el Casino de Suboficiales, me llamó la atención el bigote que le daba un aspecto “aguerrido” en mil batallas.

Como estuvimos hablando de aviones y demás se ofreció a enseñarme los que habían estacionados en ese momento y pasé un rato de lo mejor que recuerdo.

Resultó que vivía cerca de donde vivía el Jefe y simpatizaron bastante, cuando nos despedimos quedamos en volver a vernos, me prometió enseñarme a tomar mate, pues me llamó la atención ver a muchos hombres chupar la “bombilla” en cualquier parte.

La escena de cuando llegó el Jefe a su casa fue muy emocionante, no les había avisado y los sorprendió cuando iban a sentarse a la mesa para comer, me emocioné mucho y salí al patio trasero para disimular la emoción, en mi ciudad no me esperaba nadie a lo sumo Hortensia y su hija.

La mujer del Jefe era muy guapa, parecía más joven que él o sería porque él estaba ennegrecido por la grasa de las máquinas, en cambio su hija Gisela… ¡qué maravilla! Una diosa en joven, me quedé prendado y él pasado el momento de las presentaciones me miró y señaló con dos dedos a sus ojos y a mí, me aclaró su amenaza de que no debía “tocar” a su hija querida.

Me dio un escalofrío por la espalda y me prometí cumplir  mi palabra pero… la carne es débil y yo… también.

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.