Memorias de un portero de noche (14)

Lidia y su madre nos hicieron una buena despedida, en cambio Eva y Luz me ofrecieron otra buena bienvenida. El final de la estancia en Cartagena fue un poco “movidito” pero al final todo quedó bien.

Cuando Lidia se vino en mi boca lo hizo entre gemidos de dolor, le gustaba sentir mis dientes en su punto de máximo placer y la espuma de su vagina me llenó la boca, no esperé a que su corazón se calmara y me eché sobre ella, metiéndole la polla, no sin antes pasearla por el clítoris hinchado y rojo, con el roce el orgasmo se prolongó y con mis metidas se repitió dos o tres veces más.

  • ¡Ay papito, qué me haces, me vas a matar de gusto!
  • No te preocupes que aún no hemos empezado, ¡date la vuelta!
  • ¡Ay papito, no que me muero, me romperás por la mitad!
  • No lo creas, ese culo pide carne y se la voy a dar.
  • ¡Ay papito no, noo, nooo!

Le escupí en el culo oscuro,  apenas rugoso pero suave y sedoso, sobre todo cuando el capullo pudo entrar sentí como si resbalara por la nieve.

El sonido que hacían mis muslos al estrellarse contra las nalgas de Lidia eran rítmicos, al principio lentos y pausados pero a la vez que tomaban velocidad sus gemidos me acompañaban como jaleándome, notaba la polla que entraba suave pero llenándola a cada empujón, ella se agarraba a la sábana en un intento para no resbalarse bajo mi empuje y para mantener al culo elevado para recibirme, lo hacía muy bien.

Cuando busqué entre sus labios aquel clítoris enorme fue como una explosión de fuegos artificiales, apenas podía mantener la pollaclavada en suculo pues se movía como una serpiente, parecía que quería huir pero a la vez culeaba para que le entrara más y más profundo, yo me mantenía sujeto a sus caderas para no perder el equilibrio.  No pude evitar que cuando ya me iba a correr en su culo ella se moviera y la leche saliera despedida resbalando por su espalda hasta la nuca.

Al sentir el calor húmedo por su espalda se dejó caer hacia adelante, pude descansar sobre ella aplastándola con mi cuerpo y la leche salió por sus costados, con mi pecho mojado sobre ella me moví planeando y no tardé en acertar al coño que me esperaba con las piernas abiertas, repartí la leche caliente por sus tetas hasta llegar a los pezones que se hundían en la sábana, ella con la cabeza ladeada susurraba…

  • No me dejes así papito, húndeme tu chimbo en la chocha hasta llenarme de leche.
  • ¿No te gustó por el culo?
  • ¡Síííí, pero quiero sentir cómo me quemas por dentro papito!

No podía negarme y cogido a sus tetas seguí moviéndome sobre ella, mi propia leche entre su espalda y mi pecho me servía de lubricante y sólo tenía que impulsarme con la punta de los pies, debajo de mi con los brazos abiertos se corrió un momento antes que lo volviera a hacer yo, ésta vez no pudo moverse demasiado por mi peso pero lo poco que hizo sirvió para darme un masaje y me vacié por completo en ella.

Salimos al balcón desnudos, la brisa caribeña secó nuestra piel sudada y mojada de nuestros líquidos, Lidia había preparado unos zumos de frutas tropicales, hizo un batido de varias de ellas, no pregunté pero además de frutas había algo más que me puso en un momento tan burro como hacía un rato, ella me miraba esperando mi reacción y cuando vio que la polla se me levantaba sola sonrió victoriosa, se me acercó con pasos sensuales y me separó las piernas.

Yo estaba preocupado porque el balcón tenía la barandilla de hierro y se podía ver todo desde abajo pero ella no se preocupó hasta tener la boca llena de verga dura, había decidido a sacarme la poca leche que me quedaba en una mamada especial, hasta que desde la calle oí que me llamaban.

  • ¡Josu, la vas a atragantar! Jajaja.
  • ¡Hija, no hagas caso a éste marino y come lo que tengas gana, tu amigo tiene buena verga!

La plaza estaba casi desierta a esta hora de la tarde y me levanté, Lidia se quedó de rodillas tragando con los labios pegados a mis huevos, su madre la miraba desde abajo con el Jefe pegado a su espalda, vi cómo le amasaba las tetas presionado tanto hasta que provocó que le saliera una, al ver el pezón que tenía la miss, la polla reaccionó para bien, la hija tosió un poco antes de atragantarse, la visión de aquella areola oscura como el café colombiano y con aquel pezón que mi Jefe había sabido sacar disparó mi reserva de leche que Lidia no esquivó y tragó sin pestañear.

  • ¿Queréis subir?
  • No, no hace falta, daros una ducha mientras nos tomamos algo aquí cerca, ya es tarde para volver al barco.

La ducha fue breve, aun así todavía tuvimos tiempo para unas caricias rápidas y allí mismo de pie contra los azulejos mojados le metí la polla con ella apoyando una pierna en un grifo, con la cabeza pegada a la pared y el chorro de agua en sus tetas se volvió a correr sujetada por mí.

  • Vamos para abajo porque a este paso voy a perder el barco, jajaja.
  • ¡Quédate unos días!, te enseñaré lo que queda por ver, que es mucho.
  • Ya me imagino y con lo buena que estás ya no me iré de tu lado.
  • Mmm. Qué más quisiera pero vamos, mi madre nos espera.

En un bar cercano nos encontramos a la pareja, Luz llevaba el pelo suelto, se le notaba que no había podido arreglárselo después del “asalto” de mi Jefe pero estaba encantadora, le brillaba la piel y tenía una sonrisa especial, cuando se miraron las dos mujeres se intercambiaron una mueca, el Jefe y yo hicimos lo mismo y coincidimos, estábamos todos saciado de sexo y cultura.

  • ¡Mozo, sírvanos cuatro borojós, por favor!
  • ¿Qué es eso?
  • No se preocupen, ya opinarán cuando lo prueben.

Las bebidas eran una mezcla de varias frutas, estaban deliciosas y al momento nos sentimos tan eufóricos y reconfortados como ellas.

  • ¡Camarero, traiga algo típico, aunque sea más fuerte, por favor!
  • Aquí tienen los señores, cuatro “guaros” Néctar.

Pensé que era agua o algo parecido pero cuando me entró en la garganta sentí que me abrasaba, me salieron las lágrimas pero disimulé, las damas y mi jefe estaban observando esperando mi reacción y rieron cuando intenté hablar y no pude.

Invité yo, tuve que “pelear” con mi Jefe pero lo conseguí, cuando fuimos hacia el parqueadero, los cuatro cogidos por la cintura, íbamos muy contentos y de no haber tenido prisa seguro que habríamos hecho otra excursión, posiblemente al apartamento de Lidia o a la playa de La Boquilla.


Jajaja, así de contento estaba cuando Eva me ofreció las vistas de su entrepierna, cogió los labios de su tierno coño y los abrió imitando el vuelo de una mariposa, yo sabía que me lo dedicaba pero los demás simplemente alucinaron, seguramente con una mano ocupada.

Cuando aluciné yo fue cuando la puerta de atrás de Eva se abrió lentamente y vi la figura de una mujer, mayor que ella, vestida con un body negro de encaje, se acercaba por detrás y le pasaba los brazos sobre sus hombros, ella parecía sorprendida pero a mí no me engañaba, sabía quién era pero lo que no esperaba era que la tía Luz supiera lo de Eva.

La joven actuó como si la hubieran “pillado infraganti”, hizo como si estuviera asustada, acorralada por la “pantera”, se cubrió la entrepierna pero las manos de la milf rodearon las tiernas tetas de la adolescente y las amasaron como si fueran de mantequilla, de vez en cuando separaba los dedos para dejar escapar los pezones, cogía con ambas manos uno de ellas y los aprisionaba formando un embudo hasta juntarlas en la areola rosada.

Ni que decir tiene que la audiencia se deshacía en mensajes y tintineos de monedas, ellas en su papel de “dominatrix” y “sumisa” lo hacían perfectamente, Luz le besaba el cuello buscando su boca pero ella huía “atemorizada”, las manos de Luz se perdían por el cuerpo de Eva y a ésta le faltaban para poder “defenderse” del asedio.

Yo asistía divertido del juego de las dos mujeres a la vez que admirado por la capacidad teatral de ambas, especialmente de Eva pero Luz no se quedaba atrás, fue buscando la forma de que poco a poco abriera las piernas y cuando tuvo las rodillas separadas metió la cabeza y no paró de besarle los muslos hasta llegar al coño con sus labios de mariposa.

Las piernas de Eva se abrieron como una ventana en primavera, todos pudimos ver lo que se iba a comer la tía, ésta quedó de culo a la cámara aunque sólo nos fijábamos en la cara de placer que hacía la joven al sentir la lengua de la mayor, en esto se notaba que no fingía, la cogía de la nuca para atraerla más a su coño y Luz lo conseguía abrazándola por el culo.

Eva se cogió los pezones y tiró de ellos, los sacó hasta niveles peligrosos pero que le proporcionaban un placer inmenso, la tía no retiraba la cabeza ni para respirar, todos esperábamos que se corriera en su boca pero la “seducida” demostraba mucho aguante, Luz no se conformó en comerle el coño a su sobrina sino que pasó su mano y buscó los “clips” que cerraban el body entre sus piernas.

En un primerísimo plano pudimos ver cómo tiraba de la prenda y saltaban los cierres, la atención pasó de golpe a Luz sobre todo cuando cada parte del body saltó, apareció el culo y el coño frente a nosotros, entre las nalgas vimos una franja oscura, morena, que llegaba hasta los labios del coño y más allá, estaba depilada pero se le notaba la sombra de la raíz del vello.

Luz quiso enseñar lo que guardaba y separó con dos dedos los labios, ella no tenía apenas labios menores porque apareció la entrada de la vagina entre arrugas rosadas y húmedas, luego hizo lo mismo pero con las dos manos retirando las nalgas y ofreciéndonos una vista general de su culo y su coño.

Las monedas caían como llovidas del suelo, el contador ya rebasaba las 50.000 y seguían llegando.  Eva tiró de la cabeza de Luz y le hizo reptar sobre ella, las dos quedaron una sobre la otra y cuando se nivelaron los cuerpos las dos abrieron las piernas dejando a la vista un bello paisaje, los dos coños y culos juntos, abiertos y mojados.

Las frases que se oían y escribían, además de las monedas, me impulsaron a coger el teléfono y marcar el número de Eva, al momento lo cogió y vi su cara de sorpresa pero no de disgusto, miró a la cámara sacando la cabeza de entre las tetas de su tía y se mordió el labio para lanzarme un beso al aire, luego con la cabeza asintió.

Colgué el celular y escribí un cartel que pegué en el cristal de la cabina “VUELVO PRONTO, HE SALIDO A UN RECADO” cerré y en un momento me presenté en casa de Luz, por mi teléfono seguía controlando lo que hacían y cuando sonó el timbre de su casa las dos se volvieron extrañadas, yo pulsé varias veces con impaciencia el Lush de Eva que sonrió, encargándole a Luz que siguiera frente a la cámara, a la vez que anunciaba a la audiencia que llegaba el repartidor de pizzas.

Cuando me abrió, lo primero que hizo fue taparme la boca con la suya, diciéndome que no hiciera ruido pues su hermana pequeña estaba durmiendo, iba liada con una sábana de su cama y me dijo que se alegraba de verme, le conté que lo había visto todo y me propuso entrar en su habitación.

Rápidamente organizó todo, yo pensé en salir de pizzero o fontanero pero ella improvisando la acción me propuso que apareciera de repartidos de gas y me dijo adonde guardaba su tía la bombona de gas de repuesto recomendándome que me quitara los calzoncillos pero no el pantalón, a su vez me dio un antifaz por si acaso, aunque ellas procuraban no enseñar la cara pero ante la multitud dijo que también se lo pondrían.

En efecto, volvió con Luz que se masturbaba con las piernas rodeando a la cámara para que no se viera más que a ella, Eva le recogió las tetas y se las fue chupando esperando que yo apareciera y cuando lo hice las dos se volvieron “asustadas”, sobre todo Luz que no me esperaba.

Yo llevaba la bombona naranja que dejé a un lado al ver el “panorama,” cuando Eva vino a darme la bienvenida me quitó la ropa en un momento menos el pantalón que fue despasando despacio hasta sacarme la polla que ya conocía.

Para la tía fue un hallazgo, lo noté en sus ojos y sin pedir permiso se apoderó de mi verga metiéndosela en la boca con glotonería.  No hubo forma de quitársela, Eva quería colaborar chupándome los huevos y a veces lo conseguía pero era Luz la que dominaba la situación.

Me dediqué a Eva, que pegada a mi me besaba manteniéndome la polla dura como un garrote, le cogí las dos tetas a la vez y las chupé mientras la cabeza de Luz se movía entre nosotros de adelante a atrás, estaba loca chupando polla, debía de estar desesperada por la “sequía” de una polla porque parecía querer ahogarse con ella.

Me tumbaron en la cama y las dejé hacer, Luz siguió con su “juguete” preferido, parecía que para ella no había otra cosa pero para mí la vista del coño de Eva acercándose sobre mi cara casi me hizo perder el sentido, chupé hasta la saciedad, la chica se corrió sobre mi cara y relamí hasta dejarla limpia, me cabalgaba rozando su clítoris contra mi nariz y se volvió a correr, esta vez atenazada de temblores.

La “temperatura” de la boca era parecida aunque no igual a la del coño de Luz, lo supe cuando de pronto dejó de chupar y se sentó sobre mí, tía y sobrina se encararon y se besaron frente a la cámara, las dos intercambiaron saliva al mismo tiempo que saltaban sobre mí.   El orgasmo de Luz fue apoteósico, debía tener un “hambre de polla” brutal porque no paró de saltar ni cuando los espasmos le dislocaron los brazos y piernas, no cayó, se mantuvo a duras penas pero mi polla no salió de su coño.

Su sobrina tuvo el tercero mientras se besaban y apenas chilló pero se abrazó a ella, al final las dos cayeron a mi lado como un castillo de naipes, derrotadas quedaron inánimes, sobre todo Luz, el esfuerzo fue máximo y la agonía también.

  • ¡Fóllala, dale por el culo, ahora es el momento, a las dos, a la mayor primero, no a la joven, la polla al culo, al que sea!

Todo eran ánimos e instrucciones, sabía qué hacer y no me hacían falta directrices pero me gustó que la “peña” estuviera conmigo y les hice caso, a Luz le separé las piernas y le escupí en la rabadilla, la saliva fue descendiendo hasta la zona morena y después de dos salivazos más ya lo di por bueno, cuando me deslicé sobre ella pensó que iba a meter la polla entre las piernas y al coño pero se equivocó por centímetros ya que al llegar a su agujero negro empujé.

  • ¡Hijo de puta, cabrón! ¿Qué haces? ¡Por ahí noooo!

Eva levantó pesadamente la cabeza y me sonrió, lentamente se acercó al culo de su tía y le separó las nalgas, también escupió y me agarró la polla centrándola en el agujero, luego acarició el pelo de Luz y me guiñó un ojo dándome luz verde.

  • ¡Por Dioooos, me matas, Eva, no lo consientas!
  • Empuja Josu, empuja, no hagas caso
  • ¿Tú también me traicionas?
  • Shhht, calla ya verás  cómo te gusta, Josu sabe cómo se hace y lo hace muy bien.
  • ¿Tú ya lo has probado?
  • Claro tía, y me encantó, al principio asusta un poco la polla que tiene pero luego… mmm, que delicia.
  • Si tú lo dices…

Seguí presionando pero aunque ya parecía convencida, cuando le entró el palo gritó como si la mataran, unos aplausos se oyeron en el monitor y otro chorro de monedas, el tintineo era ensordecedor, el Lush de Eva no dejaba de vibrar, ella esperaba paciente a que terminara en su tía pero preferí dejarla cuando se vino, botaba sobre la cama con los latigazos del orgasmo aguantando mi verga en su culo, después volvió al letargo.

Salí porque Eva me esperaba, su culo ya me conocía y cogió aire cuando le fui metiendo la verga despacio, me ayudaron los mirones haciendo vibrar el aparatito rosa, lo notaba en mi polla cuando estuve adentro paralelo a él, me puso la polla a tope y ella lo notó.

  • Wow, Josu, cómo se te ha puesto el rabo, casi no me cabe, me llega hasta el estómago, muévete pero despacio, porque me vas a ahogar.

Lo hice lo mejor que pude pero fue demasiado para mí, el esfínter tan tierno, el Lush a pleno funcionamiento y las tetas de Eva en mis manos fueron el detonante para que me corriera en ella, le llené el recto hasta que se salió a presión por el esfínter y al momento ella me acompañó al notar el calor de mi leche.

Caí entre ellas, los desaforados mirones quemaban el chat y yo sonreía al verlas a las dos saciadas, busqué el mando a distancia y apagué el ordenador quedando la pantalla en negro.

Todavía tardamos un rato en sobreponernos, Luz fue la primera en reaccionar y me acarició la polla con besos y lamidas quiso levantarla pero ya estaba muy castigada, la pudo poner morcillona y yo premié su constancia chupándole los pezones, ella con el par de “faros salidos” se fue de la habitación y volvió con un plato de jamón y unas cervezas, cuando se fue despejando Eva “picamos ” del refrigerio, me contó que cuando la cuidaba le enseñó para que servía lo que tenían entre las piernas y lo cierto que fue buena alumna, entre bromas y risas nos vestimos, ya estaba a punto de marcharme cuando apareció la hermana pequeña en pijama…

  • ¡Hola Josu! Me alegro de verte, ¿cómo es que estás aquí?
  • ¡Hola muñeca!, he venido para traer una botella de gas, tu tía me llamó porque necesitaba calentar…
  • Vale, me alegro, creí oír ruidos y me desperté, me voy otra vez a la cama, hasta mañana Josu.
  • ¡Que tengas dulces sueños, preciosa!

Cuando volví a mi garita quité el cartel, pero antes de tirarlo a la papelera le añadí… “recado resuelto”.


En Cartagena de Indias tomamos unos cuantos chupitos de aguardiente, nos hicieron probar todos, había dulces, secos y de todas clases de azúcar de caña, la chicas estaban eufóricas y nosotros medio borrachos, el Jefe no estaba mejor que yo y pidió que le prepararan seis botellas surtidas de los mejores aguardientes, le rogó que se las envolvieran muy bien para que no las descubrieran, pues las quería guardar para la fiesta que se celebraba en el barco al cruzar el Ecuador.

Cuando decidimos volver al barco me costaba mover los pies, parecía que los tenía redondos, fuimos hacia el parqueadero y en el Renault 4L nos llevaron al puerto, allí bajamos y nos despedimos, vi al Rojo en la amura que al vernos nos saludó con la mano, los cuatro nos despedimos con besos más que apasionados bajo la mirada envidiosa del Rojo, cuando subimos fui directamente a mi camarote pues imaginaba que el segundo oficial vendría detrás de mí para acribillarme a preguntas.

Lo primero que hice fue meterme en la ducha, un placer inmenso me recorrió el cuerpo, además del esfuerzo físico, el dolor de huevos y sobretodo la borrachera que llevaba, el agua fría me sentó divinamente, sólo que unos fuertes golpes en la puerta interrumpieron el segundo placer del día.

  • ¡¡Abra la puerta inmediatamente!!

Maldije al Rojo, pues sabía que era él pero me equivoqué, pues nada más abrir me encontré con la bocacha de un M16 en la cara, yo no había visto ningún arma más que en las películas pero el instinto me hizo comprender que aquello iba en serio.

Una patada en la puerta y se abrió de golpe, yo que apenas me había cubierto con una toalla vi cómo entre las piernas se colaba un pastor alemán con un arnés que ponía DIRAN , no sabía que era pero no pregunté pues la cara del policía que portaba el arma no me daba confianza para ir con “preguntitas”.

A empellones me sacaron del cuarto y me llevaron al comedor de oficiales, allí estaban, no mejor que yo el Rojo, el Capitán y el Jefe, todos teníamos la misma cara de incredulidad.  El oficial de Policía se encaró conmigo mandando callar a los demás, me hizo sentar en una silla en medio del comedor, Stablos intentó protestar por el trato pero un culatazo en el estómago le convenció para mantener la boca cerrada.

  • ¿De dónde vienes, que has hecho, con quién te has visto, qué te han dado?

Aquello era una ametralladora de preguntas en ráfaga que yo no entendía, miré al Rojo preguntándole con la mirada pero estaba tan blanco que sus pecas parecían al rojo vivo, el único que tuvo valor de contestar por mí, fue el Jefe.

  • Deje al chico, pregúnteme lo que quiera, yo le diré todo.

El bigote negro del oficial se retorció al mirar al mecánico. A mí me extrañó que en ese momento entrara George como si nada, por un momento sospeché del cocinero pero se me hacía cuesta arriba, no estaba detenido, sin embargo se le notaba el temor ante la situación, también me extrañó que la comunidad asiática no estuviera detenida como nosotros o eso era lo que creía.

El Comisario colombiano miró con cara seria a George y le ordenó…

  • ¡Negro, trae un tinto inmediatamente y a ver si sabes hacerlo!

El cocinero salió volando y al momento trajo una bandeja con una taza de café y un azucarero, el Comisario miró con desprecio al azúcar y lo alejó de él, ese detalle me dio escalofríos, debía ser un tipo duro, al café estaba tan concentrado que parecía brea, George lo hizo todo lo más cargado que pudo y esperaba el veredicto.

  • Muy bien negro, lo has acertado… volvamos a los “blanquitos”…
  • Glup…  dígame señor comisario ¿qué quiere saber?
  • Todo, lo quiero saber todo, qué han hecho desde que amarraron hasta ahora mismo.
  • Pues… nada del otro mundo, bajamos a tierra, visité la ciudad, me encontré con mi compañero Josu, el chico, yo había conocido a una belleza, bueno a una mujer, el chico a otra que resultó ser su hija y pasamos todo el día juntos, bueno casi, luego comimos juntos y aquí estamos de nuevo.
  • Eso no se lo cree nadie, es imposible encontrar a dos mujeres así, lo de bellas sí porque aquí son todas bellas pero madre e hija al mismo tiempo… ¿Y no contactaron con algún… personaje extraño? ¿No buscaron alguna sustancia…?
  • No, de ninguna manera.

Un policía se le acercó y le dijo al oído que el perro no había encontrado nada irregular, él se volvió contra nosotros buscando más información, se estaba poniendo nervioso ante el fracaso, sacó la pistola y encañonó al Jefe.

  • Ahora vamos a hablar en serio, ¿dónde esconde el alijo?
  • ¿Qué alijo, yo no sé nada de alijos ni mierdas?
  • Cuida esa lengua, listillo, no me gusta tu cara.
  • Señor comisario, le prometo que lo que dice el Jefe es cierto, yo estuve con una chica, la guía y él con Luz, su madre.
  • ¿Has dicho Luz, no será Luz Marina?
  • Sí eso es, Luz Marina y su hija Lidia.
  • Un momento, ruega que sea cierto, porque si no…

El Comisario sacó su celular y fue a un rincón del comedor, como hacía resonancia lo pude escuchar…

  • ¿Sí?
  • ¿Doña Luz, soy Wilson, el Comisario, está su marido en casa?
  • No, ya sabrá que su Jefe está en la Comandancia a estas horas, ¿Por qué lo dice?
  • Es un asunto un poco delicado, me alegro de que su esposo no esté, aquí tengo a unos tipos que dicen que hoy estuvieron con usted y su hija, ¿eso es cierto? No me lo creo, conociéndole me extraña mucho.
  • Sí Wilson, es cierto, estuvimos juntos todo el día, comimos y los devolvimos al barco, son unos chicos muy amables y serviciales, ¿hay algún problema con ellos?
  • No creo, es que recibimos un chivatazo de que subieron a bordo un paquete sospechoso, parecía un alijo importante y como estamos esperando una salida fuerte de…
  • Jajaja, nooo, amigo Wilson, eso serán las botellas de aguardiente que compraron, quisieron que se las envolvieran bien para que no sospechara su Capitán, es una sorpresa para su fiesta de paso del Ecuador.
  • ¿Eso es cierto?  Ya ve que es un tema serio.
  • Sí, hombre sí, esos chicos no son nada peligrosos, jajaja. Chao, querido.
  • Está bien, le creo…. A sus pies señora. ¡A ver… usted, traiga el paquete que subió a bordo esta tarde!

El Jefe voló hacia su camarote, mientras el Comisario husmeó por el comedor y descubrió dos puros habanos del capitán.

  • ¡Capitán!, ¿me invita, verdad?
  • Por, por, por supuesto, Señor Comisario, sírvase usted.

Ya lo había encendido cuando terminó de hablar Stablos y se guardó el otro, al momento volvió el Jefe con el paquete, un policía sacó una navaja automática y encima de la mesa rajó el paquete sospechoso, todos miraron esperando que saliera la “nieve” pero salieron 6 botellas de varios tipos de aguardiente, el Comisario, no fiándose, descorchó una y dio un trago que casi la deja a medias.

  • ¡Aaaaaah! Que chévere, esto es lo mejor que tenemos en Colombia y… las mujeres, en fin caballeros, está bien, de momento queda decomisada la “mercancía”, si no están de conformes, presenten una queja adonde quieran, jajaja,  y… disculpen las molestias, ¡vamos chicos!

Bajo la orden tajante, los policías se diluyeron como el humo, en un momento desaparecieron y los coches que bloqueaban el barco se esfumaron entre sirenas y parpadeo de luces.

Luego me enteré que el chivatazo fue hacia “unos hombres blancos”, por lo que dejaron tranquilos a los asiáticos y a George, menos mal que se me ocurrió nombrar a Luz, la belleza sin saberlo nos había salvado de una buena.

Continuará.

Si le gustó, valore y comente.

Gracias.