Memorias de un portero de noche (13)
La singladura a Cartagena de Indias fue mejor de lo que imaginaba, mi Jefe me acompañó en la visita, la ciudad era preciosa y sus mujeres más todavía.
No tardamos mucho en zarpar, en realidad habíamos atracado en Cancún por exigencias del Consignatario, tuvimos que descargar con nuestra propia grúa porque el puerto mercante más cercano estaba a unos 30 km. de allí pero llevábamos material de construcción urgente para un hotel de varias estrellas que tenían mucha prisa por inaugurar. Atracamos en un muelle cerca de donde salían los ferrys que iban a la Isla de las Mujeres, eran pequeñas lanchas de pasajeros pero que llevaban toda clase de turistas a la típica isla.
Me dio mucha lástima irme de allí, había un ambiente fabuloso, gente guapa, morena y con ganas de divertirse, estaba lleno de turistas extranjeros, se les notaba mucho pero yo estaba encantado con los nativos, especialmente con las nativas, las gemelas me habían tratado mejor de lo que yo habría soñado, aunque no me podía acercar al Rojo, porque enseguida me recordaba lo bien que se lo había pasado en el piso 27.
- ¿Jefe, adonde nos dirigimos ahora?
- ¿Y a ti qué te importa?, tú a limpiar y a trabajar, tu sitio está aquí y procura no despistarte más.
- No sea tan duro conmigo Jefe, ya sabe que me gusta hacer “turismo”, conocer gente y disfrutar de las bellezas naturales.
- Jajaja, eso sí que te gusta, mírame a mí, yo me conformo con cumplir en mi trabajo y si quiero saber por dónde vamos, tengo mis libros.
- ¿No sabía que le gustara la Geografía?
- Claro y sobre todo la Historia, tengo muchos libros leídos, mientras el barco está en puerto aprovecho y aprendo todo lo que hay que saber de donde estamos.
- ¿Y no prefiere verlo con sus propios ojos?
- Pche, me hago una idea mejor viendo buenas fotografías seleccionadas.
- Pues yo prefiero ver, tocar, oler, no se imagina los olores, los colores de todo, las plantas, el cielo, el mar y…
- Ya y las mujeres, si no te conociera…
- Es que están todas muy buenas, no tiene idea de la hermosura de mujeres que hay en el Caribe.
- Jajaja, parece que me quisieras vender un viaje, jajaja, prefiero imaginarlo.
- ¡No me dirá que a usted las mujeres no…!
- ¿Qué insinúas, capullo? Las mujeres me gustan más que a ti pero a mi edad ya…
- No me diga que… una mulata, con buenas tetas y un culo como un tambor no le haría mover la…
- Anda calla, vete a limpiar y déjame en paz, voy a mi camarote a fumar un habano de los que me regalaste y… ¡ah y un chupito de ron, que no se me olvida!, jejeje.
Cuando subí al puente para ver el mar desde arriba, el Rojo se me pegó como una lapa, el Capitán se rió al verlo tan emocionado pues se recelaba lo que había pasado.
- ¿Cómo estás Josu?, yo todavía no me he repuesto del todo, jajaja, tengo las piernas que me flojean al bajar la escalerilla.
- No será para tanto, lo que te pasa es que te cogió de sorpresa.
- Y tanto, no esperaba esto en Cancún y menos que fueras tú quien me lo proporcionara.
- Por favor, Rojo… que yo te aprecio, el llamarte Rojo lo hago con cariño.
- Pues vaya cariño, pero no me importa ¿sabes? Hasta ya me gusta, Rojo… o Red, sí, no suena mal.
- Me alegro de verte contento.
- Si te surge algo, ya sabes adonde me tienes, jajaja.
- Jajaja, oye, a ver si te tengo que buscar también a las chicas, ¡búscate la vida!, jajaja, por cierto ¿adónde es la próxima escala?
- Ahora llevamos rumbo a Cartagena de Indias, en Colombia, ya verás cómo te gusta.
- Me suena una Cartagena pero en España.
- Pues ésta es todavía más bonita, ya me dirás.
Cuando bajé a la sala de máquinas me puse a limpiar lo que ya tenía limpio, al jefe no le gustaba verme parado y yo sabía qué hacer, siempre estaba de aquí para allá aunque no hiciera nada de importancia.
- ¡Jefe, ya sé adónde vamos!, llevamos rumbo a Cartagena de Indias ¿sabe algo de allá?
- Pues claro, ya verás, es un sitio precioso, la llamaron Cartagena porque tiene una bahía igual que la de España y en tiempos de las colonias fue el puerto más importante del Caribe después de Panamá…
- No tenía ni idea, me sonaba de ver chicas preciosas por la tele.
- Jajaja, tú siempre igual, es que allí se celebra el Concurso Nacional de Belleza, la miss que gana va al concurso de Miss Mundo, aunque… todas las demás también están para coger pan y mojar.
- Ah, será por eso, sabe algo más ¿Qué hay que ver?
- Bueno, como historia tiene mucha pero sobretodo hay un personaje muy especial, se llamó Blas de Lezo, que defendió la ciudad ante un asedio de los ingleses, esta ciudad siempre ha sido objeto de asedios y ataques, por corsarios, piratas e ingleses.
- Gracias Jefe, es usted una enciclopedia.
- Si sales no dejes de visitar el Castillo de San Felipe de Barajas, según las fotografías que he visto es una fortaleza imponente.
- Gracias, le haré caso.
Efectivamente la bahía era preciosa, estaba resguardada y defendida por fortalezas y castillos a un lado y a otro pero al final encontramos los muelles, la bahía estaba repleta de barcos de recreo y de pesca. Cuando pedí permiso para desembarcar, el Rojo se precipitó a dármelo pero el Capitán se hizo un poco el duro aunque al recordarle que posiblemente viniera otra “inspección” como la de Cuba, se decidió a dejarme salir.
Efectivamente, la primera avenida que crucé en tierra recordaba a Blas de Lezo , según el Jefe fue un personaje muy importante por la victoria que tuvo ante un número muy desigual de atacantes.
La ciudad es muy bonita, está llena de monumentos y edificios coloniales pero es moderna y muy activa, estuve andando por sus calles buscando el famoso castillo y cuando llegué a su entrada vi a un grupo de turistas que escuchaba a una guía colombiana, me puse a escuchar la historia que contaba sobre el famoso asedio.
Desde allí se divisaba el mar y se apreciaba el imponente fortín, la guía hablaba y hablaba y me parecía que estaba escuchando al Jefe, contaba lo mismo, hasta que dijo que Blas de Lezo era “gallego”, eso me chocó mucho e instintivamente levanté el brazo llamando la atención de todos, sobre todo de la guía.
- Perdone señorita…
- ¿Sí?
- Sólo una aclaración… Blas de Lezo no era “gallego”, era vasco como yo, nació en Pasajes, muy cerca de donde yo nací.
- ¿Cómo así?
- Me explico, ya sé que a los españoles nos llaman “cariñosamente” gallegos pero le aclaro que Galicia sólo es una región, muy bonita y toda verde por cierto, pero una de tantas, Blas de Lezo era vasco igual que Juan Sebastián Elcano que nació en Guetaria, también cerca de mi pueblo, supongo que sabrá muy bien a quién me refiero, el terminó la vuelta al mundo de Magallanes.
- Mmm, claro, agradezco su apunte y me gustaría comentarlo más despacio, si le parece me espera un momento pues ya estoy terminando y nos tomamos unas polas (cervezas).
- Encantado.
Cuando vi venir a la guía quedé alucinado, allí entre la gente con el banderín en alto no me fijé en ella, pues todos me miraban sin saber a lo que me refería, era bastante alta con un culo alto y redondo y unas tetas bastante poderosas.
- Ya estoy contigo, me llamo Lidia.
- Hola Lidia, yo soy Josu, perdona que te haya interrumpido pero es que me ha salido así, sin pensar, al oír gallego en vez de vasco…
- Jajaja, bueno sí me perdonas, aquí como sabrás a ninguno de los turistas le interesa si Blas de Lezo es de un sitio u otro, la mayoría vienen porque el castillo está incluido en la ruta de sitios a visitar, a veces me da pena estar hablando a grito pelado explicando cosas que me encantan de mi ciudad y que a nadie le importan, en cambio vi que tú estabas muy atento.
- Claro, es que lo explicas muy bien, me encanta la historia(mentí), siempre que tengo tiempo leo todo lo que cae en mis manos.**
- Pues tienes unas manos muy bonitas.
- No te burles, tú sí que eres una belleza, eres la mujer colombiana más bonita que he conocido(no mentí).
- Mmm, eres un adulador y… cuéntame ¿qué te interesa de Blas de Lezo?
- Me interesa todo, sobre todo si me lo cuentas tú, mmm.
- Pues escucha… cuando llegaron los ingleses desembarcaron por la playa de La Boquilla y… espera, ahí viene mi madre… aunque no viene sola.
- ¿Cómo, pero…? Yo conozco a quien le acompaña.
- ¿Tú, lo conoces?
- Claro es mi Jefe.
- ¡Hola hija, te presento a un caballero muy simpático!, es argentino y se llama…
- ¡Jefe! ¿Qué hace usted aquí?
- ¿Qué quieres que haga? Lo mismo que tú, visitar ésta preciosa ciudad pero he conocido a ésta otra belleza y casi me he enamorado.
- ¡Pero si usted dijo que sólo se conforma con ver fotografías!
- Es que me convenciste, el olor, el color y espero… el tacto, el sabor… y…
- Mmm, me parece que el caballero sabe lo que quiere.
- No lo dude, es un tipo muy “corrido”
- ¿Y de qué se conocen?
- Pues… aquí Josu, aunque es joven, es mi mejor amigo, trabajamos en el mismo “tajo”.
- Se nota que son buenos amigos.
- Bueno, también os presento a mi madre, se llama Luz Marina.
- Preciosa...
- ¿Cómo así?
- Que es preciosa, tú eres digna de tu madre, guapísima, pero tu madre, perdona que te lo diga, es una diosa.
Si la muchacha era una preciosidad, su madre era un bombón con piernas, era una belleza alta y morena con el pelo largo, unas caderas prominentes y una cintura estrecha como la de una avispa, además de una cara típicamente caribeña con unos ojos negros y unos labios carnosos que daban ganas de comerlos, las tetas redondas, altas y duras que apenas se escondían en la blusa estampada de flores que llevaba.
Al mismo tiempo le cogí la punta de los dedos y los besé con una reverencia que había visto en alguna película. Noté temblar los dedos de la señora, debía ser muy joven pues el Jefe me contó que por aquí la naturaleza desarrolla mucho antes a las mujeres y crían muy jóvenes, yo le calculé los treinta y algunos pues Lidia también era muy joven.
- ¡Qué galante es tu amigo!, ¿de dónde eres, Josu?
- Es “gallego”… bueno vasco… uf, quiero decir español.
- Encantado señora.
- Por favor no me llames señora, soy muy joven para eso.
- Ya lo sé, era por educación… porque parecen hermanas gemelas,(me pasé un poco)
- Jajaja, que exagerado, aunque me gusta que me adulen.
- Mi mamá fue Miss Colombia hace unos años.
- ¿Hace unos años? Sería ayer, porque está… mmm.
- Nooo, ya hace mucho, bueno no llegué a ser Miss Colombia, quedé como la segunda Dama de Honor.
- Aquel año el jurado debía estar lleno de ciegos.
- Jajaja, por favor no sigas, ¿Por qué no nos vamos a comer?, estoy hambrienta.
- Y yo, ¿Qué te parece si invitamos a Josu y a su amigo?, me gusta el chico.
- Por mi encantada, si es tan atento para todo…
- Para todo y más, no lo dude.
- Me gustaría verlo.
- Si quieres vamos a la casita que tenemos en La Boquilla, así le enseño la playa del desembarco de los ingleses.
- Me encantaría pero prefiero quedarme con Lidia, mi amigo estaría encantado de acompañarle a esa playa tan famosa, seguro que le gustaría rememorar el “asalto”
- Muy bien, tampoco es mala idea, mucho mejor…
El Jefe me miró de reojo y sonrió a la vez que cogía a la madre de la cintura y se dirigían a un parqueadero adonde estaba su Renault 4 azul celeste.
- Vamos, te daré un tour antes de que haya trancón (embotellamiento), así te iré enseñando los lugares más bonitos.
- ¿Vamos Lidia?, soy todo tuyo.
- Mmm, no lo digas dos veces …**
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El nombre de la madre de Lidia me recuerda a otra Luz, a ésta la conocí un viernes por la noche, estaba lloviznando cuando una mujer joven preguntó por Enma, la madre de Eva, la joven era muy habladora y abierta, me contó muchas cosas mientras esperaba que contestara, resultó ser su hermana o sea, la tía de Eva y realmente la que la crió desde pequeña, me confesó que su hermana y su cuñado siempre eran muy competitivos en sus carreras, incluso en ocasiones habían ejercido de acusación y defensa en el mismo juicio.
Enma tardó un poco en acudir y cuando lo hizo venía acompañando a sus hijas, Eva y su hermana pequeña iban a pasar el fin de semana con su tía, pues al parecer el matrimonio tenía una velada de compromiso con unos colegas. La madre me pidió el paquete que había recibido, era un paquete un poco voluminoso aunque no pesaba casi nada.
En el momento que las tres mujeres se disponían a marchar empezó a llover más torrencialmente y como la parada del autobús estaba lejos me ofrecí a llevarlas a su casa con mi coche. A las cuatro les gustó la idea aunque a Enma le sabía mal que abandonara mi puesto de trabajo pero como ya era tarde y no esperaba ningún encargo transigió, no sin antes recomendar a sus hijas que se portaran bien y obedecieran a su tía en todo.
Durante el trayecto la tía, Luz sentada a mi lado, no dejó de hablar, era muy agradable y al tenerla cerca noté que olía muy bien, al decírselo se abrió la camisa abanicándola para que notara el aroma de su piel. De reojo pude ver que el perfume tenía motivo para expandirse por el calor que le daban las dos tetas estrujadas en un canalillo tentador. Al dejarlas en su casa me ofreció subir pero desistí con la excusa de volver al trabajo, de todas formas me ofreció su casa, dándome la explicación del piso y número.
Cuando me senté en mi garita de nuevo, me conecté al wi-fi para dar una “barrida” al vecindario y sin ningún interés contacté con los padres de Eva, éstos se disponían a cenar, mientras la mujer preparaba la cena el marido ponía la mesa, me llamó la atención que no intercambiaban comentario alguno, los dos se cruzaban como si fueran extraños y así siguió durante toda la cena.
Cuando terminaron abrieron el paquete y pude ver que se trataba de dos disfraces, uno de enfermera y otro a rayas de presidiario, la pareja se quitó el chándal que llevaban y se probaron la indumentaria recién recibida, uno al otro opinó sobre cómo les quedaban y sin más volvieron a quitárselos y se fueron a dormir como si tal cosa.
No sin sorpresa vi cómo cada uno se acostaba en una habitación, yo esperaba que aprovecharan la ocasión de intimidad para tener una noche de sexo pero no, apagaron las luces y todo quedó en negro.
Por inercia busqué a la mamá provocativa, ya me aburría un poco pues parecía prometer mucho pero no hacía nada para avanzar de mirón, fui buscando y pensé que Eva ya estaría en pijama corto dispuesta para irse a la cama.
De todas formas tenía curiosidad por ver a su tía, era muy simpática y me gustó lo pronto que congenió conmigo contándome tantas intimidades. Cuando conecté con Eva la vi en su cuarto, si que llevaba pijama, sí pero no como yo esperaba, llevaba sólo la chaquetilla y bastante abierta, le pude ver el tatuaje entre las tetas, la camisa estaba entreabierta lo justo para no enseñar los pezones, estaba hablando por el chat y provocaba a su audiencia, ésta intentaba convencerla para que acabara de quitarse el pijama pero Eva, muy inteligente (y coqueta), sabía mantener el morbo y recaudar monedas.
Estuve un rato mirándola, estaba prendado de ella a la vez que admiraba su astucia para sacar dinero, se lo hice saber pulsando el botón del Lush que llevaba metido en el coño, lo hice con ritmo para que supiera distinguirlo de las monedas y enseguida, al recibir mis vibraciones, miró el móvil.
Me sonrió y destapó una de sus tetas en señal de que me había comprendido, los mirones entendieron que era por ellos y le mandaron una lluvia de dinero. Pareció que yo le di la señal de salida, a partir de entonces ya se fue quitando poco a poco el pijama masajeando sus tetas sin dejar ver los pezones rosados, las apuestas y propuestas subieron y ella fue quitando los dedos uno a uno hasta dejar los pezones duros y sacados al aire.
De ahí a meterse la mano entre las piernas fue un paso, se levantó y puso un pie sobre la cama, los dos dedos entraron en la vagina como por encanto, los sacó mojados y pringosos enseñándolos a la audiencia, todos exclamaron a coro…
- ¡Fóllate con los dedos, métete uno más, no, uno sólo no, dos más!
Ella los sacaba y los metía y los enseñaba después, cuando se puso de rodillas con el culo a la cámara vi cómo le brillaban los labios menores, los tenía muy desarrollados, era curioso para su juventud que los tuviera como alas de mariposa y más todavía cuando se le veía el clítoris, una protuberancia más grande de lo normal que brillaba descubierta de toda piel.
Esta visión me recordó a Lidia, la colombiana también tenía el coño parecido, grandes labios menores y gran clítoris pero esto me costó más descubrirlo porque después de dar una vuelta por Cartagena la invité a comer, fue una comida fantástica, me llevó con sus conocimientos a un restaurante adonde servían comida típica pero fuera del circuito turístico.
Los platos se fueron sucediendo a cuál de todos mejor, desfilaron el Arroz con coco , después sacaron el Lomo de cerdo en salsa de tamarindo , ahí yo ya estaba saciado pero ante la insistencia me hizo probar el Sancocho de pescado que sin darme cuenta me acabé y para “desengrasar”Mote de queso y Pie de coco . Y de bebidas ¡wow!, yo esperaba cerveza o vino pero no, todo fueron zumos que me dieron a elegir, tantos que me perdí: tamarindo, piña, maracuyá, guayaba, uff. Demasiado para mí pero me faltaba el plato mejor, cuando terminamos me propuso enseñarme un libro incunable, lo tenía en su apartamento en la Plaza de la Aduana, una plaza muy típica y colorida.
Al parecer el libro era de una importancia histórica extrema, de la época de Blas de Lezo pero no lo vi porque nada más cerrar la vi tan bonita que la abracé contra la puerta, Lidia levantó los brazos y mis manos desde la cintura hacia arriba fueron arrastrando todas las prendas hasta dejarla desnuda, las tetas, redondas y generosas cayeron frente a mí y ella me las ofreció como un regalo.
Las sostuvo con las dos manos mientras se las chupaba hasta sacar los pezones que sorprendentemente no correspondían al tamaño mamario, eran pequeños y redondos como garbanzos con una pequeña areola rosada, los dos quedaron enrojecidos por las chupadas que les di.
De allí a la cama fueron dos zancadas, la cogí en brazos y la dejé con cuidado, ella tiró las sábanas hacia atrás mientras yo me quitaba la ropa y cuando me recibió lo primero que hice fue comerle aquellos labios de mariposa del coño, los gemidos de la guía eran casi gritos.
Entonces tuve otra sorpresa, cuando abrió las piernas del todo, descubrí que tenía un clítoris sumamente desarrollado, era como un mini pene y cuando lo chupé no pude resistir la tentación de morderlo, no lo hice fuerte pero ella me rogó que siguiera haciéndolo y no paré hasta que se corrió entre sollozos con lágrimas en los ojos.
Curiosamente sus orgasmos eran casi silenciosos, gritaba hasta un momento antes pero cuando la atenazaban las sacudidas se quedaba callada, concentrada y con la mirada extraviada.
Casi, casi como Eva, ésta también gimió mucho aquel día, cuando recibió mis empujones pero luego…
Continuará.
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