Memorias de un portero de noche (11)

Desde Cuba casi se ve Cancún, la travesía fue corta y la estancia también pero intensa o mejor dicho muy intensa.

De Santiago de Cuba realmente no pude ver nada, desde la cubierta del buque se apreciaban los tejados y las cúpulas de edificios de estilo colonial, las iglesias y demás me recordaban a las de mi país. De todas formas lo que más me impresionó fue la amabilidad de sus gentes, el buen humor que siempre demostraban y las ganas de agradar.

El Jefe de Maquinas ya me estaba esperando, no sé cómo me “olió” pero nada más pisar el barco ya lo sabía, luego me enteré cómo, porque nada más verme asomar en lo alto de la escalerilla ya me tenía preparado un trapo y una lata de petróleo para limpiar.

  • ¡Una duda!… ¿cómo te llevaste el aceite? Porque la botella que te dije todavía está ahí vacía…
  • Ejem, pues mire jefe… el caso es que era para una buena obra ¿sabe? Lo que pasó fue que al lado mismo había una lata un “poquitín” más grande y la verdad, me vino muy bien.
  • Con que “un poquitín”, vaya, 25 litros de aceite de la mejor calidad, ¿supongo que seria para engrasar otro barco, porque si no?
  • No exactamente, aunque casi, ¿no ha oído hablar de los almendrones de Cuba? Pues son coches como barcos, de la época de los 50 o 60, una maravilla, el aceite era para un Chevrolet Bel Air del 57.
  • ¿Adónde has visto una maravilla así? me encanta ese modelo, daría cualquier cosa por montar en uno.
  • Pues… a mi me ha costado sólo 25 litros de aceite pero le puedo prometer una excursión en uno, todavía debe estar en Santiago.
  • Mmmm no puede ser, vamos a zarpar dentro de un rato, pero podías habérmelo dicho antes, tú siempre vas a tu bola.
  • Lo siento jefe, no sabía que era aficionado a los coches.
  • Claro, yo era mecánico de coches antes que de barcos.
  • Cuando volvamos le prometo una buena excursión y seguro que hasta le dejará manejarlo.
  • ¿De verdad?
  • Claro, si yo se lo digo… me hice amigo de Pancho, tiene uno impecable pero mientras, me ha regalado “para usted” estos puros hechos expresamente para el Jefe de Maquinas más comprensivo de éste barco.
  • No seas pelota y dame a ver… voy a encender uno… mmm, ¡qué delicia!
  • ¿Usted ve? Pues ahora acompáñelo con un “chiquito” de ron de este…
  • ¿A ver, trae…?
  • Cuidado con este ron, que no es del que venden…
  • Wow, esto es gloria bendita.
  • ¿Entonces ya no está enfadado conmigo?
  • Enfadado no pero vas a limpiar todo el motor hasta que me tenga que poner gafas de sol para mirarlo, mientras me voy a mi camarote a disfrutar de “tus 25 litros de aceite”.

El Jefe era muy buena persona, comprendo que debía mantener la disciplina pero no era rencoroso y yo sabía cómo “llevarlo”. Ya no vi tierra más que por el ojo de buey, me metí por todo los rincones del motor aprovechando que estaba parado y frío, lo dejé como nuevo, los manómetros relucían y la sonrisa del Jefe cuando volvió a bajar me confirmó que le había gustado todo, los puros, el ron y… mi trabajo.

Preparamos todo para zarpar y cuando el Capitán dio la orden ya estaba todo en marcha, cuando salimos del puerto, el barco empezó a cabecear, el jefe me dijo que asegurara todo bien porque sabía que venía una tormenta tropical por lo que que íbamos a tener “baile” y no de salsa precisamente.

Fuimos saliendo de la bahía natural en forma llena de canales a derecha e izquierda hasta que llegamos a pasar por el último estrecho adonde pude ver el Castillo del Morro, el Jefe me llamó para que lo pudiera ver por babor, me gustó ver lo imponente de la fortaleza, luego ya salimos a mar abierto, aunque seguimos cerca de la costa rumbo oeste.

Cuando pasamos de lejos por las Islas Caimán el Capitán me dijo que subiera al puente, con la excusa pasé por la cocina y George me preparó unos camarones y unas cervezas que alegraron al Rojo y al Capitán.

La tormenta no fue fuerte porque se desvió al este, hacia Miami, dejando el mar azul turquesa, al divisar Cancún no me lo tuvieron que explicar, el perfil de hoteles y edificios altos ya me lo dejaron claro.

El puerto era pequeño, estaba dedicado sobre todo a barcos de recreo pero amarramos cerca de un embarcadero que llevaba a la gente a visitar a la Isla de las Mujeres.

Allí sólo teníamos que desembarcar un cargamento de material de saneamiento, cerámica, además de materiales para los nuevos hoteles, al barco subieron varios estibadores mexicanos que ayudaron a los nuestros a preparar las cajas para que la grúa las desembarcara.

Yo miraba el movimiento que había por el puerto, a lo lejos se veía la zona hotelera, me gustaba ver el ambiente con los restaurantes con la gente “guapa” de paseo, pero de pronto se oyó un grito o mejor varios gritos en varios idiomas, no sabía de donde procedían hasta que vi gente correr hacia la bodega del barco.

Me asomé viendo que un fardo de azulejos se había desplazado y había aprisionado a un estibador mexicano, el pobre hombre estaba debajo, solo se le podían ver los pies, no lo pensé, le quité el “walki” al Rojo y bajé por la escalerilla deslizándome por las barandillas como había aprendido en la sala de máquinas,

Me acerqué al pobre hombre, ninguno de los asiáticos se atrevía a hacer nada y el Capitán desde arriba me preguntaba que pasaba y sobre todo cómo estaba el hombre, yo como era más delgado me metí entre un hueco y pude llegar al lado del accidentado, el pobre se quejaba bastante, sin saber cómo, analicé la situación, tomé conciencia de lo que debía hacer, alegrándome al ver que por suerte el hombre estaba entre dos cuadernas del barco y el peso apenas lo sujetaba para no dejarlo salir pero no lo afectaba directamente.

Con el walki fui dando instrucciones al Rojo para que dirigiera al de la grúa y a los chinos para que liberaran al mexicano, lentamente fueron descubriendo al hombre hasta que quedó libre con apenas un rasguño en la pierna.

Cuando lo vieron sano y salvo todos aplaudieron felicitándome por la rapidez de respuesta.  Llamaron a una ambulancia y el Capitán me ordenó que lo lleváramos a un centro de socorro aunque parecía que no tenía nada malo, también que luego lo llevara a su casa.

La ciudad de Cancún no era como yo me esperaba, mientras fuimos por la parte turística era tan atrayente como cualquier ciudad dedicada al turismo en toda la  extensión de la palabra, Miami o Acapulco o cualquier sitio ofrecían todas las maneras de atraer al cliente que se aprovechaba del maravilloso paisaje caribeño para completar el cuadro, aunque también tenía su parte “normal” adonde vivían los nativos.

Por supuesto el turista más inquieto, el que quería ver cosas más interesantes que la arena limpia, blanca y agua cristalina se buscaba la manera de adentrarse hacia el interior buscando cultura y la verdadera vida de la zona.

Yo hubiera dado algo grande por poder escaparme del barco y tener unos días para ver templos de la época maya, hubiera visitado los templos de Chichén Itzá y otros muchos, todo eso lo había leído en las revistas viejas que me dejaba mi amigo George que  ya llevaba tiempo navegando pero de momento me conformaba con salir del barco y ver lo que podía.

Cuando pasamos por el puesto de socorro con el estibador confirmaron que no tenía nada roto, sólo fue un susto pero que estuvo a punto de costarle un disgusto, estaba muy nervioso aunque muy agradecido conmigo porque le había ayudado más que nadie.

  • Muchas gracias Josu, no sabe cómo le agradezco sus ayudas.
  • No se preocupe Iktán, ahora lo mejor que puede hacer es tranquilizarse y estar con su familia, si quiere le acompaño a su casa con un taxi.
  • Me parece muy bien, así le presentaré a mi familia.

Iktán era un hombre con claros rasgos mayas, debía ser descendiente de ésta antigua raza porque sus facciones eran totalmente claras, el taxi nos llevó a su barrio, creo que era por la calle 64, era un barrio con las casas bajas, a lo sumo con un piso sólo en que vivía una familia únicamente, me gustó que estuvieran pintadas de bonitos colores, azules, verdes, amarillas, todos colores suaves.

Cuando entramos salió su señora, era también de la misma ascendencia y se asustó al vernos, porque él llevaba una pierna vendada pero cuando vio que andaba por su propio pie, aunque cojeando, ya se tranquilizó.

Me hicieron pasar a la casa, yo sólo pensaba saludarlos y volver al barco pero se empeñaron un preparar un almuerzo, la casa era fresca y se estaba cómodo pese a su sencillez, hablaban un español con un acento especial mezclado con palabras que yo no comprendía pero me imaginé que serían derivaciones del maya.

La señora se metió en la cocina y cuando salió venía acompañada por una hermosura de hija, tendría mi edad o un poco más, era morena de piel y de pelo, sobre todo muy negro y liso, lo llevaba recortado con una melenita corta, era muy simpática y tenía unos ojos negros y una dentadura blanquísima preciosa.

La joven ayudaba a su madre y ésta me la presentó, los dos nos quedamos mirándonos, yo embobado al ver tanta belleza y ella…

Desde el momento que nos presentaron, ella se llamaba Nicté, me aclaró que significaba Flor y todavía me encantó más, los dos estuvimos hablando de todo, me contó cosas de allí, sus padres nos dejaron solos discretamente y nos lanzamos a hablar de nuestras cosas.

Nicté me contó que trabajaba en un hotel en la zona turística, era camarera de piso en uno de los más importantes, en la planta 27 nada menos y que desde allí se veía una vista preciosa de todas las playas, yo le dije que me gustaría ver los templos mayas, a ella le gustó que me interesara por su cultura pero dado el poco tiempo que tenía me invitó a llevarme a su hotel y desde la terraza ver todo el Caribe.

Me encantó la idea y fue a cambiarse de ropa, cuando volvió casi no la reconocí, se había puesto una peluca pelirroja, seguía estando guapa pero hacía un contraste raro, porque su piel maya y su pelo negro azabache casaban bien pero de pelirroja…

Al ver la cara que hice se quedó cortada, no me atreví a opinar nada del pelo, al revés, le dije que me gustaba mucho su cambio pero ella me dijo.

  • ¿Qué cambio? No sea pendejo, yo siempre llevo este pelo.
  • Jajaja, está bien Nicté, me has engañado.
  • Yo no me llamo Nicté, yo me llamo Itzel.
  • Jajaja, vale, lo que digas, estás igual de guapa llamándote como dices y con ese pelo de esquite de maíz mejor…
  • No le entiendo.
  • ¿Ahora me llamas de usted?
  • Claro, no le conozco.

Estaba confundido, la broma ya duraba demasiado, hasta que se aclaró de pronto, por una puerta apareció la Nicté que yo conocía, llevaba un top, una minifalda y unas sandalias que le hacían un tipo precioso, hasta ese momento no me había dado cuenta pero tenía un culo ideal además, de tetas tampoco se podía quejar, las dos al verse mirándolas la cara de bobo se echaron a reír.

  • ¿Quién es este chavo pendejo, Nicté?
  • Jajaja, ya adivino lo que te pasa, ¿creías que mi hermana era yo?
  • ¿Es tu hermana, si sois iguales?
  • Claro, es mi hermana gemela, se llama…
  • Sí, Iztel, ya me lo dijo pero no le creí y al verla de pelirroja…
  • Sí, le gusta ponerse pelucas de colores, lo hace para ser diferente a mí porque nos confunden, ya que somos iguales.
  • Es cierto, creo que no os diferenciáis en nada.
  • Bueno, en nada… jajaja.
  • Yo tanto ya no me imagino, jajaja.
  • Algo tenemos diferente, ¿verdad hermanita?  Jajaja.
  • ¿Nos vamos?
  • ¿Adónde vais?
  • Vamos al hotel para que vea Cancún desde arriba, ya que no puede hacer turismo… no tiene mucho tiempo.
  • ¡Yo me voy con vosotros!, este chavo es padre.

Miré a Nicté, le vi un gesto de desagrado pero no tuvo otro remedio que consentir, me pareció que yo le gustaba algo pero al venir su hermana…

De detrás de la casita salió con un Volkswagen destartalado, lo usaban para ir al centro y la pelirroja se coló atrás dejándome el asiento de adelante con Nicté, la chica conducía rápido por las calles rectas y cuadriculadas, cuando salimos a las avenidas ya los coches, la gente y el ambiente se notaba lleno de extranjeros, los hoteles se elevaban al cielo como en Nueva York.

La pelirroja también se había cambiado y llevaba una camisa anudada al estómago con un short muy cortito, la piel morena resaltaba en el blanco del pantalón y sobre todo demostraba que no llevaba nada debajo pues sólo se trasparentaban los bolsillos del pantalón y nada más.

Mientras su hermana conducía, se apoyó entre los dos asientos asomando la cara, con una mano me acariciaba el pelo por detrás de mi cabeza, me ponía nervioso a la vez que la polla se alborotaba, su hermana miraba de reojo y veía cómo me recolocaba la polla debajo del pantalón.

Itzel, me hablaba de cerca haciendo que su aliento me soplara en la oreja y se me pusiera el cabello de punta, lo que no me di cuenta era que a su hermana también le estaba acariciando la nuca y en consecuencia se le habían puesto los pezones tan salidos que se marcaban de una forma descarada.

El top que llevaba no podía disimular aquellos pezones altos, empinados y sin ningún obstáculo pues no llevaba sujetador, además la falda corta que llevaba se le subía tanto que se le veían la braguitas blancas que con el sol caribeño le trasparentaba los labios morenos del coño.

El hotel era de muchas estrellas, entramos por el hall y saludó a los de recepción que les dedicaron unos piropos con la mirada, subimos a su piso en un ascensor de cristal que ascendía por afuera de la fachada, los tres solos subíamos mirando el paisaje, yo tenía un poco de vértigo pero ellas se rieron e hicieron como si también tuvieran y me abrazaron pegando sus cuerpos a mí.

El trayecto se me hizo muy corto pero cuando se abrieron las puertas la polla la tenía tan dura que me dolía y además me marcaba un bulto en el pantalón que ya no quise disimular.

Las gemelas me llevaron abrazadas por el pasillo enmoquetado hasta una habitación desocupada, Nicté tenía la tarjeta maestra y entramos, había un mirador que abarcaba todo el cabo de Cancún, se podía ver el mar Caribe y casi hasta Cuba, hacía un sol precioso y allá abajo los coches y el mundo parecía estar muy lejano.

Nos asomamos a la terraza y ellas me apretaron contra la barandilla para provocarme el vértigo y volver a abrazarse pero esta vez no esperaron cogiéndome la polla que no tardó nada en crecer.

En la misma terraza habían unas hamacas y las juntaron, se tumbaron una en cada una y se desnudaron, la piel morena y los rasgos mayas eran iguales pero las tetas una las tenía de punta con los pezones hacia arriba y la otra redondas con los pezones hinchados, los coños eran iguales excepto que a la pelirroja se le asomaban los labios menores a diferencia de su hermana.

Cuando me quité el pantalón la polla saltó al sol, ellas se miraron cómplices, me cogieron de las manos y me tumbaron sobre la tapicería de las hamacas, les chocaba mi piel blanca y la polla oscura pero cuando descubrieron el capullo rojo se rieron a carcajadas.

Las dos compitieron en darme sus tetas para que se las comiera, estaban duras, tiernas y suaves a la vez y mis dedos en sus coños se hundieron con la humedad que ya rezumaban, una a la otra se animaban y pronto saltaron sobre mí, una me puso su coño en la boca y la otra saltó sobre mi polla hundiéndosela hasta el fondo de un sólo salto.

Por un momento me vi perdido, me iban a follar hasta sacarme la última gota de leche sin dejarme actuar a mi gusto y se me ocurrió una idea.

  • ¡Hola Rojo!  ¿Haces algo?
  • Bueno, si te refieres a que si estoy de servicio, te diré que no.
  • No sé si comentártelo pero… ¿te gustaría follar a una pelirroja como tú?
  • ¿Adónde, cuándo, cómo? ¡ya mismo! ¿adónde estáis?
  • Te estoy viendo, estás en la cubierta fumando, yo estoy a tu izquierda, en el hotel más alto, en el piso 27, con dos nativas preciosas y para ti te guardo una pelirroja de bandera.
  • ¿Nativa y pelirroja?, ¡vete a tomar por…!
  • Lo que quieras pero tú te lo pierdes.
  • ¡Voy volando!

Nunca vi al Rojo darse tanta prisa, mientras las gemelas me comían la polla el irlandés llegó y llamó a la puerta de la habitación, para convencerlo mandé a Itzel a recibirlo, le aconsejé que no se vistiera ni se quitara la peluca roja, los dos dieron un chillido cuando se vieron,

El Rojo tenía el pelo ensortijado rojo como el azafrán con la cara llena de pecas hasta en los párpados pero cuando se fue quitando la ropa hasta llegar a la terraza ya nos mostró que las pecas le cubrían todo el cuerpo, hasta el capullo tenía lleno de pecas pero esto no fue problema para la chica pues se lo tragó igual.

Ahora ya sí, con la morena me pude hacer valer, la cogí, la di vuelta y le metí la polla por detrás, ella no lo esperaba aunque estaba a cuatro patas pero gritó cuando notó la penetración en su coño estrecho, le enterré la verga hasta los huevos pero ella aguantó resoplando sin protestar, la saqué y a la vez que nuevamente le clavaba la polla despacio centímetro a centímetro le pasaba el dedo por el culo después de soltar un salivazo desde arriba, al principio se removió pero al notar la suavidad con que lo hacía ya se relajó y pude hundirle el pulgar.

El Rojo me demostró que no sólo sabía llevar el timón, tenía una polla larga y delgada y sobre todo blanca, casi trasparente pero picada de pecas como si tuviera viruela, a la de la peluca no le importaba lo más mínimo pues ya se la había metido en el coño, se había subido sobre él y lo cabalgaba a galope sobre la hamaca, sólo se oía el chapotear del chocho mojado.

Cuando le metí dos dedos en el culo a mi pareja se quedó paralizada, pero al removerlos en su interior se dejó hacer y me acarició los huevos por debajo de ella, sus tetas caían sobre la lona todavía más en punta deformándose los pezones contra ella.

Al apoyarse con la cabeza sobre la colchoneta comprendí que ya estaba lista para el asalto final, le saqué la polla del coño y apunté al culo, la oí coger aire en los pulmones soltándolo según iba entrando la barra de carne en el esfínter.

Su hermana se admiró al ver que mi polla se perdía en el interior del culo de Nicté y quiso probar con la del Rojo, éste no tuvo contemplaciones y de un solo empujón se la metió, la chica gritó pero ya era tarde, ya tenía los huevos blancos y peludos del Rojo pegados a su coño.

Nicté se corrió, dejándose caer sobre la colchoneta, me obligó a seguirla sin sacarla y la aplasté con mi peso, a cada empujón la movía un palmo pero ella aguantaba mi polla en su culo, le cogí las tetas y las pellizqué.  Me pidió que me corriera en sus tetas, le advertí que no sabía de qué color saldría la verga de donde estaba pero me dijo que no me preocupara, estaba limpia.

Tenía razón, la saqué y se dio la vuelta, la polla relucía al sol y me acerqué a ella, me senté sobre su estómago, ella cogió la verga con las dos manos y me pajeó sobre sus tetas, pensé en un principio que me iba a hacer una cubana pero ya no estaba en Cuba pero me gustó el cambio, la paja a dos manos, una después de la otra como una paja en bucle que me puso loco y le regué las tetas hasta la barbilla.

La pelirroja no tuvo tanta suerte porque el Rojo la metió en su boca sin dudarlo pues antes de que se diera cuenta la tenía llena de leche (sin pecas), la “pelirroja” tragó y tragó hasta que el irlandés vació sus huevos por completo.

Itzel quería probar mi polla también y le propuso a su hermana cambiar, ésta no tuvo inconveniente y pasamos al interior, saltamos los cuatro a la cama 2 x 2 King Size, las dos tuvieron lo que nunca habían conseguido, las follamos con doble penetración.

Cuando le metí la polla en el coño a la “pelirroja” mi compañero no dudó de taparle el agujero trasero con la suya, se vio llena y gritó de placer, su hermana le acarició el clítoris a la vez que le chupaba las tetas redondas y la joven maya explotó con un orgasmo espectacular, nos mojó y se sacudió entre los tres sin poder escapar hasta que quisimos dejar de follarla.

Su hermana quiso probar la experiencia y esta vez fue el Rojo el que metió su polla en la boca y yo en el culo mientras Nicté le comía el coño, el chorro esta vez le cayó a su gemela pero lo soportó con placer, la sujetó para que no se cayera, aguantó su corrida y esperó a que yo me corriera para sacar la polla, metérsela en la boca y acabar de limpiármela.

De la nevera de la habitación nos servimos unos tequilas, las gemelas nos lo prepararon al estilo mexicano, también probamos el mezcal y varias combinaciones, cuando casi terminamos con las existencias, la chica nos tranquilizó a todos.

  • No os preocupéis, esta habitación la arreglo yo, luego la repondré, nadie se enterará pero con una condición, que sigamos follando más.
  • Por nosotros no hay problema - dijo el Rojo -
  • Vamos a la cama de vuelta, jajaja.

Fue una tarde completa, lo hicimos de todas las maneras que sabíamos más alguna que nos enseñaron las hermanas, cuando bajamos en el ascensor Nicté me cogió la polla para ver si se ponía dura, todavía me dio tiempo para darle la vuelta contra el cristal y cara al que quisiera ver le metí la punta de la polla por detrás.

Ninguno de los dos llegamos a corrernos pero nos reímos mucho, cuando le saqué la polla mojada ya estábamos por el segundo piso, su hermana se animó y me la chupó para limpiarla.

El Rojo se portó bien, nos invitó a cenar en un restaurante de clase, comimos marisco y muchos platillos típicos, salimos con la boca ardiendo por el picante de lo que fueron pidiendo las chicas mientras ellas se reían de nosotros pero las pollas las teníamos tan relajadas que lo agradecieron.

Nos llevaron con el Volkswagen al barco y nos despedimos dentro del coche, además de una serie de besos hubo alguna mamada de polla y masaje de clítoris antes de subir, al pisar la cubierta el Rojo fue directamente a su camarote, andaba despatarrado, aunque a mí también me temblaban las piernas fui directo hacia la cocina, al verme George me dijo.

  • Déjame que lo adivine, vienes de follar como en Ucrania.
  • No lo sé, allí hacía mucho frío y aquí mucho calor pero la polla tampoco la siento.
  • No te preocupes te haré un ponche y verás cómo te repones enseguida.
  • Gracias amigo.
  • Para eso estamos.
  • Voy a darme una ducha…
  • Sí, porque hueles a un coño.
  • ¿Has dicho a “un coño”?
  • No me digas que han sido más.
  • Sí, han sido dos y deliciosos, ¿te lo puedes creer?
  • Me fio, ve a ducharte, jajaja.

Cuando me duché, la polla todavía se me puso dura, el ponche que me hizo George, con vino dulce español Pedro Ximénez, dos yemas de huevo con azúcar, me puso como un toro y me dispuse para ir a dar el informe del accidente al Capitán.

Reconozco que no hice bien, la confianza no tiene nada que ver con el respeto al cargo, por eso no debí entrar en el camarote del Capitán sin llamar, lo primero que vi fue una pierna de mujer colgando de la litera empotrada en la pared, lo segundo la cara enfurecida del capitán y lo tercero la cara preciosa de una mujer de pelo castaño.

Quedé petrificado, Stablos me miró queriendo fulminarme y yo lo hubiera hecho si aún hubiera remedio pero ya era tarde, aunque la mujer sonreía divertida.

  • Lo siento Capitán, sólo quería informarle sobre el accidente del…
  • Josu, precisamente el accidente es lo que menos me interesa ahora.
  • Ya lo veo, perdone.  Ya me voy.
  • ¿Cómo que se va el chavo?, no seas pendejo Capitán, el chavo es güey, a mi me gustan jovencitos no más.
  • Pero Lupe… es que…
  • No digas más, si tiene el mismo palo que tú me gustará, parece que en tu barco todo es padre güey.
  • ¿Qué hago Stablos?
  • ¿Qué vas a hacer?, pasa Josu, pasa y únete a la fiesta.
  • Muy bien Capitán, retiro lo de pendejo, eres un padre Capitán.
  • Te presento a Lupe, es la delegada de la Compañía de Seguros por el accidente del estibador, ha venido para hacer el informe para el seguro y ya ves… aquí Josu, mi… el grumete entrometido.
  • Pues aquí me tienes departiendo con el Capitán, pero también me interesa tú… opinión, quítate la ropa para completar mí… informe.
  • Encantado pero con una condición, que tenga en cuenta mi… opinión.
  • Sin duda, parece que sabes de lo que hablo, güey.

Cuando me quité los calzoncillos apartó a un lado a Stablos y me cogió la polla con una mano, con la otra se la cogió también a Stablos sopesándolas, tiró de nosotros y las fue mamando alternativamente.

Lupe era blanca con el pelo castaño, tenía unas tetas pequeñas pero unas areolas oscuras, el coño depilado era bastante abultado y los labios apenas dejaban ver el interior, lo mejor que tenía era el culo, las nalgas altas además de duras le nacían por debajo de la cintura moviéndolas como una bailarina de Trecking.

Cuando nos tuvo las pollas a su gusto con la lengua puso a Stablos tumbado lo montó, pasándole la pierna por encima, sin contemplaciones paseó el coño por la larga polla del Capitán y a la vuelta se la metió en el coño.

  • ¿Qué esperas güey?
  • Nada, ahora voy, espero que te guste.
  • A mí me gusta todo lo que me puedas hacer.

Entre las nalgas abiertas se le veía el ojo oscuro y un poco más abajo el coño rosado abierto lleno con la polla del Capitán, la metía y la sacaba sin prisa a la vez que Stablos le chupaba los pezones negros, ella movía las caderas invitándome a follarle el culo o lo que quisiera y lo hice.

Su grito sonó como la sirena de niebla, hasta el Capitán dejó de chupar la teta colgante para asomarse por su costado, yo ya estaba sobre ellos, pegado a la espalda de la muchacha.  Ella no dejaba de chillar y Stablos no acababa de comprender, imaginaba que le había partido el culo pero le extrañaba que una mujer tan decidida se quejara por ese “detalle”.

  • Me has partido en cuatro, eres un salvaje, eso se avisa, nunca me lo habían hecho y menos con esas pingas que gastáis los dos.

Mientras ella se quejaba los dos seguíamos metiendo y sacando carne de Lupe, en realidad tenía motivo para quejarse o eso pensé, aunque no lo enmendé, al verle el culo con el esfínter arrugado y hambriento quise hacerle un homenaje especial y dejarlo para después, esperé hasta que Stablos tuvo la polla casi fuera del todo del coño, pegué la mía a la suya y empujamos los dos a la vez.

Las dos trancas entraron en el coño de Lupe al mismo tiempo dilatando de golpe la vagina de la mexicana, lo cierto era que al sentir el doble de polla en su coño se asustó pero una vez asumido se conformó, a partir de entonces fue ella la que marcó el ritmo, dejando que nos quedáramos quietos se las fue metiendo cada vez más profundas y más rápidas.

Se corrió como si hubiera tocado un cable de alta tensión, entre los dos se movió como una posesa, el Capitán la sujetaba por las tetas y yo la mantenía clavada con mi estaca sujetándola por las caderas.

  • ¡Qué par de pendejos son, me han roto el chocho, ya no podré coger por un tiempo aunque valió la pena, nunca creí que me entrara tanta verga!
  • Pues ahora te van a entrar pero por el culo.
  • ¡Nooo, por ahí no, apenas me cabe un jalapeño!
  • Bueno, te propongo una cosa… quiero que en tu informe digas que Iktán, el estibador merece una buena indemnización, que debe estar un mes de baja cobrando y que el accidente ha sido fortuito, sino, te metemos las vergas por el culo y luego nos corremos en tu boca los dos a la vez y te aseguro que el Capitán tiene más leche que yo.
  • No por favor, no hagáis eso, no me importa hacer ese informe pero meterme eso por el culo no, aunque si queréis de uno en uno…

Esta vez el Capitán se sentó cruzado en la litera con ella de espaldas dejándose caer sobre su polla, Stablos tuvo buena puntería y se la hincó en el agujero oscuro y arrugado dejándome el coño entre sus piernas abiertas de par en par, me acerqué a ellos con la polla horizontal y le cogí las chichis, con los pezones pinzados con los dedos apunté la polla al coño acertándole de un golpe, la hundí hasta notar en el interior la dureza de Stablos.

Al principio fue desastroso, no nos coordinamos, él empujaba y yo reculaba, ella se movía llena de carne dura pero cuando los dos empujamos a la vez y nos hundíamos en ella las cosas ya funcionaron, entonces se corrió enseguida, Stablos le estaba masajeando el clítoris a la vez que yo le amasaba los pezones y la explosión nos regó a los tres.

No paramos de meter y sacar hasta que notamos que nos íbamos a correr adentro de Lupe, Stablos me miró y me guiñó un ojo, me salí y él hizo lo mismo, tumbamos a la muchacha en la mesa del camarote, entonces uno por un lado y el otro por el otro nos corrimos sobre las tetas de la aseguradora.

La referencia a la leche de Stablos fue una fanfarronada mía pero resultó cierta, tenía leche acumulada de tiempo aunque yo casi vacío de las gemelas apenas pude competir con él, al terminar, las tetas de Lupe estaban perladas de semen con diferentes densidades, olores y sobre todo sabores, ella lo fue recogiendo lamiéndose los dedos, cuando terminó nos cogió las pollas y las relamió.

Estuvimos un rato desnudos acariciándole el coño y dándole los capullos para que los chupara, después Lupe se sentó en la silla y redactó su informe, mientras lo hacía le estuvimos acariciando las tetas pasándole las pollas por las mejillas cerca de la boca haciéndole que intentara cazarlas con la lengua.

Cuando terminó, firmó y se dispuso a vestirse, me acerqué a ella y le puse la polla entre las nalgas.

  • Lupe, tienes un culo que merece otra ración de verga, no puedes irte sin que te demos otro repaso en el culo o donde prefieras.
  • Me da pena decirlo pero me he quedado con ganas de que me las metáis las dos juntas pero por el culo, sé que voy a llorar, gritar y patalear y no me podré sentar en semanas pero… estas pollas no se ven todos los días…
  • Pues no se hable más, ponte en cuatro y respira hondo.

Hizo todo lo que había pronosticado, lloró, rogó y gritó pero las dos vergas entraron, después de suavizar el culo con crema hidratante, hasta que los cuatro huevos se pegaron a su coño, Stablos y yo nos mirábamos asombrados de la capacidad de dilatación de Lupe pero cuando nos corrimos adentro las leches salieron a presión.

Ella nos quiso corresponder con unas mamadas de antología, hasta hacernos vomitar más leche que ella tragó y después salimos del camarote como si no hubiera pasado nada, la chica vestida estaba preciosa, parecía una ejecutiva seria y severa, que sin duda lo era pero en su cuerpo llevaba una buena cantidad de leche y en su portafolios un informe que beneficiaría al estibador.  Al cruzarme con George me dijo sin volverse…

  • Vuelve a darte otra ducha porque hueles a coño que espantas, jajaja.
  • ¡Voy ahorita mismo!

Continuará.

Si les gustó, valoren y comenten.

Gracias.