Memorias de un Mago - 1 - Gilary
Memorias de un Mago, narra situaciones y acontecimientos basadas en hechos reales que alguien vivió y contó, espero que disfruten cada una de estas, pues llevan como propósito que pueda cada uno de ustedes disfrutar de ellas.
Conocí a Gilary hace mucho, fuimos novios, y de hecho, fue ella quien me quitó la castidad... Desde que la conocí sentí cierta atracción hacia ella, pero en un principio, claro está, iniciamos como amigos... Gilary era más morena que yo, cabello negro color azabache, ojos café encantadores y su cuerpo, claro, su cuerpo no dejaba nada que envidiarle a ninguna mujer a su edad, baja de estatura pero con proporciones bien colocadas.
No hablaré de nuestros primeros encuentros, por siguen siendo nuestros, hablaré en esta ocasión del último porque considero que es el que debe ser compartido. Ya habíamos terminado y llevábamos casi cuatro meses sin vernos, no hubo cita previa realmente, pasaba cerca de su casa y al comentárselo me pidió que pasara a saludarla al menos, accedí. Ella bajó a recibirme en el portón de su residencia, el cual era un conjunto de apartamentos de cuatro pisos con amplio estacionamiento y excelentes áreas verdes. Ella me sonrió al verme y me abrazó con calidez, era un reencuentro bonito, en cuatro meses parecía que habían transcurrido en realidad cuatro años, había crecido un poco, se le veía más mujer y más hermosa, por mi lado, luego de ella se quedara con mi castidad mi mente se había abierto volviéndose más curiosa, lo que había desencadenado en un irrefenable apetito sexual que costaba satisfacer, ni aún mi novia era suficiente, tampoco ninguna de mis mejores amigas. Gilary vestía jeans cortos, ajustados que delineaban unos glúteos gruesos y sin detalles negativos, ya los había visto, llevaba crotop rojo, indumentaria que según muchos parecía normal para estar en casa, pero a mí, el color rojo me proponía otras cosas que quizá mi mente exageraba, pero nunca dudaba.
Estás hermoso - dijo.
Y tú - respondí besándola en la mejilla.
Subimos al apartanento donde vivía, todo estaba igual, lo único que habían cambiado eran las cortinas. Sonreí al entrar.
Tal como lo recuerdo - dije, ella sonrió.
Han pasado solo cuatro meses, ex - dijo, la miré fijamente, me estaba gustando la manera en la que acentuaba la palabra "Ex".
¿Cómo está tu madre? - pregunté sentándome en el sofá grande, de en medio.
Bien, está trabajando - no dejaba de sonreír.
¿Y tu hermano? - se comenzó a acariciar el cabello.
Está lejos, en León - arqueé las cejas.
O sea que, hoy, te has quedado sola - asintió con un mohín divertido -. Qué divertido - frunció los labios.
Ni tanto - dijo -. Nadie me visita, me aburro - dudaba de ello, pero era yo quien estaba ahí, lo demás no importaba.
¿Y cómo te ha ido? - se encogió de hombros.
Bien... Dentro de lo que cabe... ¿Y tú?
Nada especial - frunció el ceño.
Lo dudo - dijo -. Sé que has tenido muchas novias.
Después de ti solo dos - dije, ella rió -. Hablo en serio.
A ver... Tuviste algo con Michelle...
Pero no fuimos exactamente novios - le interrumpí.
¿Y qué hay de Leonela? - preguntó... Sin embargo, era imposible que supiese con exactitud sobre ella, así que medí mis palabras, tal vez ella solo buscaba confirmar algunos rumores.
La gente confunde las cosas, ella y yo solo somos amigos - se encogió de hombros.
Cómo sea - su rostro parecía haber cambiado, la conocía, estaba celosa. Sonreí.
¿Me sirves un poco de agua? - pregunté.
Está es tu casa, te puedes servir tú - reí.
Bueno - dije poniéndome de pies y dirigiéndome a la cocina, me serví un vaso de agua y lo tomé completo, la verdad sí tenía sed.
¿Olivia? - preguntó en voz alta.
Solo amigos - dije volviendo a la sala, ella no dejaba de mirarme a la cara en mi caminar -. Sin embargo - dije sentándome -. Si lo que quieres saber es si ella y yo nos hemos comido, la respuesta es "Todavía no" - arqueó las cejas.
¿Todavía?
Trato de ser sincero - sonrió forzada.
Eres un perro - dijo.
Pero sincero - y sonreí. Ella se encogió de hombros.
Bueno, Ex... ¿Y qué estabas haciendo por acá?
Ya conoces la respuesta - arqueó una ceja.
Tal vez... ¿Una novia nueva? - negué con la cabeza.
Una amiga, normal, no pasó nada que pudiera dejarme cansado - rió y yo sonreí -. Sino, no estuviera acá.
Ah... ¿Y acaso pensaste qué ya que no pudiste llevar a la cama a tu amiguita te desquitarías conmigo? - preguntó, fruncí el ceño.
Para nada... La verdad es que esa amiga en particular es lesbiana, solo fue una visita a una amiga, y luego pasé a saludarte, hoy no estoy en plan de cazatalentos - rió.
Claro - dijo -. Sí, claro... Como si eso fuera verdad.
Nunca me crees cuando te soy honesto - dije -. Por eso rompimos. Ella me miró, su semblante cambió, parecía haberle dado justo donde le dolía.
Bueno, pues... Lo sucedido...
No pasa nada, ya pasó, no deberíamos hablar de las cosas malas - dije, ella asintió.
Te extraño - dijo -. Por eso quise verte, quería verte, hablarte, pedirte perdón.
No hay nada que perdonar, no tiene sentido recordar las cosas malas... ¿Acaso no pasamos muchas cosas buenas? - rió nerviosa, sus pupilas se dilataban.
Es verdad - dijo tratando de retener los sollozos -. ¿Recuerdas nuestra primera vez?
Y de tantas cosas... - rió estruendosamente interrumpiéndome, la dejé hacer -. ¿Ya te reíste? - asintió sonriente -. Bien, como decía... ¿De tantas cosas que pasamos recuerdas solo esa?
No... Recuerdo muchas más, pero me causa gracia, eras tan adorable y tierno... Eras virgen, te quité la virginidad - dijo -. Y ninguna otra... Zorra... Borrará eso - dijo.
Es verdad - afirmé.
¿Sabes? - la miré fijamente -. Nadie antes me había hecho el amor.
Pero tú no eras virgen - dije, puso los ojos en blanco.
Ya... Lo sé, tienes razón... Pero tú fuiste diferente... Me marcaste también... No fue sexo, me hiciste el amor - dijo.
Era inexperto, sé que la primera vez...
No - me interrumpió -. No hablo de la primera vez Croff, hablo de las veces que siguieron, me hiciste el amor, fuiste distinto, diferente... Eso, eso...
Oye - dije -. Está bien recordar las cosas buenas, pero tal como estamos no creo que sea conveniente.
¿No es conveniente para quién?
Para ti - respondí.
En lo absoluto - dijo -. A mí me gusta, quiero recordarte así, recordarlo siempre no me hace daño, me gusta.
¿Y nadie después de mí te ha hecho "el amor"? - pregunté.
No como tú - espetó.
O sea, que... ¿Sí has practicado sexo? - puso los ojos en blanco -. Luego me juzgas a mí que en poco tiempo me he revolcado con una y con otra - se mordió los labios.
Te has vuelto bastante hiriente a través de las palabras ¿no? - me encogí de hombros.
Un poco... ¿Puedo saber cuantos?
No... Ya... No - ella se levantó y fue al baño - tomé mi móvil y respondí algunos mensajes. Al volver noté que sonreía como si nada, las mejillas las tenía más naturales y limpias, se había lavado la cara, por consiguiente, quizá había dejado derramar algunas lágrimas.
¿Todo bien? - pregunté, ella asintió y se sentó frente a mí, en uno de los sofás pequeños -. Te quiero - y sonrió -. Te quiero mucho, eres muy importante para mí, créeme - dije -. Me importas mucho, lo nuestro fue bonito...
Ojalá hubiera durado más - me interrumpió.
Ojalá - dije, ella me miraba fijamente -. Pero no fue así, así que no pasa nada, podemos ser amigos ¿no?
¿Solo amigos?
¿Por qué no? ¿No es lo que quieres? - se encogió de hombros.
- Por mí está bien - dijo, sus pupilas parecieron dilatarse una vez más. La miraba mucho, parecía que ella sufría internamente, no quería aprovecharme de aquello, pero en mí quería algo, un desquite quizás o tal vez algo diferente, no sabría decirlo la verdad, supongo que en aquel momento no pensaba con claridad.
Podemos recordar siempre los viejos tiempos ¿no? - pregunté, ella asintió.
Sí, siempre es lindo recordarte ¿sabes? - dijo, la miraba malicioso.
Siempre es bueno recordar - dije, ella me miró extrañada, cayendo en cuenta sobre lo que realmente trataba de decirle, sonrió con complicidad y se mordió los labios... Creo que lo que yo sentí fue empatía, aún me amaba y no quería que sufriera, incluso si mi acción le haría daño a largo plazo o corto, quería hacerla feliz al menos en ese momento -. ¿Podemos? - preguntó.
Podemos - respondí, y di dos palmadas en mi rodilla derecha para luego señalar mis labios con el dedo índice, ella se mordió los labios y rápidamente se sentó sobre mi regazo, nos besamos como nunca antes lo habíamos hecho, no entre nosotros al menos.
Aprendiste a besar - dijo separándose un poco, no dije nada, sujetándola de las caderas la volví a besar, alternando contacto de mis labios con los suyos con mordidas leves y caricias en sus labios con; mi lengua y dentro de su boca -. Estás besando muy rico - dijo. Llevé mis manos de sus caderas a sus glúteos y los sujeté con fuerza, a ella le encantaba aquello, lo sabía -. Me pregunto si tendrás el mismo punto débil - dijo, y acto seguido me mordió el cuello con delicadeza, mi cuerpo se estremeció completamente, ella comenzó a dar besos cortos alrededor de mi cuello sin parar, subió con sus labios hasta mi oído y encrustó sus labios en mi lóbulo.
Carajo... - murmuré, ella rió.
Me encantas - dijo -. Eres mi Ex favorito.
Me alegra serlo - dije abalanzándome sobre su cuello con mordidas.
¡Espera! - me interrumpió, la miré a los ojos, sonrió.
No me muerdas - dijo, arqueé las cejas.
¿Se dará cuenta tu novio? - pregunté.
Algo así - dijo.
De acuerdo - y rápido, bajé su crotop en la altura de su abdomen, dedicándome ahora a besar y lamer sus senos, no tenían el mismo tamaño, habían crecido un poco más, dibujé sus iniciales con la lengua en su seno izquierdo y en el derecho las mías, luego besé el centro de su pecho, ella me acariciaba el cabello y me miraba con ternura.
Te amo - dijo.
Me encantas - dije, ella sonrió.
¿Solo mi sabor? - preguntó.
Toda tú - y volví a sus labios. Amasé sus senos con ambas manos sin dejar de besarla, ella gimió en mi boca, luego llevé una mano a su espalda para sujetarla, me incliné un poco hacia adelante y con la otra mano desabroché su pantalón, ella rápidamente puso sus manos en mi pecho y se apartó de mí, la miré confundido, ella sonrió.
Estoy en mis días - fruncí el ceño.
¿Hablas en serio? - pregunté, ella asintió haciendo ademásbun mohín.
Estoy menstruando, así que... - y se puso de pie, dejándome bastante animado -. Hoy no podemos hacer nada - dijo recogiéndose el cabello sonriente.
Eres cruel, ¿pretendes dejarme así? - pregunté, se encogió de hombros -. Eso estuvo bueno, lo admito.
Podemos hacerlo... Pero no me gusta muchi hacerlo así, de verdad... Así que, para compensarte haremos algo diferente - arqueó sus cejas con malicia, sonreí -. Espera - y se retiró a la cocina.
No podía creer lo que había hecho... Sabía que ella pensaba hacerme sexo oral, pero no era lo que quería, quería llenarla, hacerle mía y no solo que ella me sintiera suyo, por ende, pensé y pensé, algo debía se me debia ocurrir para poder lograr aquello, pero no traía preservativos y tampoco me gustaba demasiado la idea de hacerlo en plena menstruación, así que solo quedaba una opción, pero para llegar a ella necesitaba llevarla al límite, o al menos ponerla contra la pared... Mi mente se iluminó y miré a través de la ventana, todo normal.
Oye, llegó tu madre - dije, su semblante palideció.
Mi madre no llega hasta las 10 - dijo.
Pues la acabo de ver hablando con el vigilante, ven y mira - dije, ella, entre nerviosa y confundida se puso de rodillas sobre el sofá y miró por la ventana, en ese momento supe que había tenido éxito, rápidamentebme coloqué detrás de ella y le di un suave azote en los glúteos, luego la sujeté por las caderas y me incliné sobre ella buscando su boca, se dejó hacer.
Eso fue bueno - dijo con un sonrisa.
¿Solo bueno? - volví a besarla.
Brillante - y me mordió el labio inferior.
Me toca - dije mordiendo su espalda, ella gimió.
No dejes marcas, por favor - y volví a darle un azote en sus glúetos con la mano, continué besando y mordiendo su espalda sin prisas, ahora sabía que tenía bastante tiempo para ello, ella tenía la cara contra el respaldo, llevé mis manos a sus senos para amasarlos y pellizcar sus pezones levemente, gimió, descendí con ambas manos a su abdomen y busqué el botón de sus shorts, se dejó hacer y logré desabrocharle, la hice elevarse un poco y besé su cuello -. Estoy menstruando Croff - dijo -. Estoy menstruando - sin dejar de besarla bajé sus shorts solo un poco, dejando al descubierto la mitad de sus glúteos cubiertos aún por su ropa interior, la hice colocar la cara otra vez sobre el respaldo del sofá y volví a besar su espalda, en cierto punto situé la lengua sobre su cuello y lentamente descendí con ella sobre su columna vertebral, pude sentir cómo se estremecía, al llegar lo más abajo que podía, ayudado con ambas manos, comencé a bajar su ropa interior hasta donde pudiera... En efecto, vi su toalla sanitaria y tuve que subir un poco más la prenda, antes de que pudiera ocurrir un accidente, ella trató de levantarse.
Te dije que estoy menstruando - sabía que sentía vergüenza, pero puse mi mano sobre su espalda y la acaricié, ejerciendo un poco de presión sobre esta, supo que debía volver a su posición y sumisa, lo hizo, volví a besar su espalda y nuevamente viajé con mi lengua por toda su columna vertebral, esta vez no había ropa que me detuviera, llegado a lo más abajo que podía, separé sus glúteos con mis manos y comencé a darle besos negros, me ayudaba con la lengua, ella gemía, se estremecía, se corría, era la primera vez que yo practicaba sexo oral de esa forma y me esmeraba, lengua, besos, lengua, un dedo, besos, lengua, besos, dos dedos, lengua, besos, lengua, un dedo, lengua, besos, besos, dos dedos, un escupitajo, dos dedos, lengua, besos, lengua y luego tres dedos. Ya estaba lista, di un beso más, y luego, volví a cruzar el camino de la serpiente usando la lengua hasta llegar una vez más al punto que en el primer viaje fue el de la partida, continúe con la lengua hasta su cuello y ella gimió con fuerza, la mordí, la lamí y la besé. Busqué luego su boca, sin ascos, poseída, me besó en los labios con más ganas que nunca, mientras que yo con una mano liberaba mi virilidad del pantalón, bajé la cremallera y desenfundé mi hombría, sujeté su cabello para apartarla de mi boca y me elevé, tomé con una mano saliva de su boca, la lamió y fue bastante generosa, me lubriqué el pene lo necesario, separé sus nalgas nuevamente y dejé caer saliva desde arriba, la primera cayó muy a la izquierda y la segundo dio justo en el blanco, ella se aferró al mueble con fuerza y giró un poco hacia mí, me veía a los ojos, estaba nerviosa, sonreí y situé el glande en su círculo perfecto, el cual se había dilatado casi lo necesario, le faltaba un poco más, no dijo nada, ejercí un poco de presión y el glande entró, ella mordió el respaldo del sofá para reprimir algún gritillo y me recosté nuevamente sobre su espalda, pasé mi lengua por su cuello una y otra vez mientras se estremecía, sacudiéndose invevitablemente, metí la lengua en su oído y gimió con fuerza, ejerció un movimiento de caderas involuntario que le hizo clavarse mi miembro hasta un poco más de la mitad, gritó y gimió, en ningún momento me detuve en la labor de lamer su oído, mordía su lóbulo y lamía sin descanso, ella gemía y se clavaba mi miembro lentamente, en un momento mi pelvis acariciaba sus glúteos y ella se mostraba visiblemente agotada -. Me he corrido - dijo. Sonreí.
¿Cuantas veces? - pregunté malicioso.
No conté - dijo -. Estoy muerta, estoy exhausta Croff.
Lo sé - dije.
No puedo creerlo, tengo tu castidad y tú tienes la virginidad de mi culo, madre mía - dijo, en ese momento llevé mis caderas hacia atrás con cuidado para evitar salirme de su trasero y volví luego a clavarla hasta el fondo, ella gimió.
Yo aún no he acabado - dije bombeando ritmicamente, sin prisas, pero sin recesos.
Me vas a partir - dijo -. !Ay, mi culo! ¡Mi culo! ¡Dios mío! ¡No pares! ¡Me encanta! ¡Dame! ¡Dame duro! ¡Mi culo es tuyo! ¡Me encanta cómo se siente! - expresaba cada frase diferente con cada acometida que daba con mi pelvis sobre sus glúteos -. ¡Tu lengua! ¡Tu lengua en mí oído por favor! - dijo entre gemidos y no me hice esperar, volví a lamerla, pude sentir como su caramelo me oprimía con violencia esporádicamente y luego se relajaba dejándome ir a mis anchas, era un clásico bonito, estuvimos cerca de media hora en aquello, ya no podía aguantarme más y ella parecía que también había llegado a sus límites.
¿Puedo acabar? - pregunté sin detenerme.
¿Y... Lo... Vas a... Preguntar? - dijo -. Coño, acaba, acabame - continuó. Sonreí.
Todo experto en la materia sabe que debe pedir permiso para ello - dije, ella rió.
¿Y... Desde cuando... Eres experto? - sonreí. Me elevé de sobre su espalda y me aferré fuertemente de sus caderas, halándola hacia mí cada vez que iba a penetrarla.
¿En dónde la quieres? - pregunté.
¡Adentro! - dijo -. ¡Lléname el culo de leche! ¡Por favor! - un par de minutos más, aplicando más fuerza en mis embestidas y en los tirones de ella hacia mí y ya estaba a punto, sentí como su agujero se volvía a cerrar aprentándome y un ligero temblor visible en sus glúteos bastaron para que luego de un par de embestidas más me derramara en su interior -. Caliente - dijo -. Dios mío qué rico, qué polvazo... - continuó -. Por eso es que eres mi ex favorito, me siento en la gloria - veía mi pena entre sus nalgas y me parecía una vista magnífica, aunque su trasero era pequeño, era también bastante respingón y mi pene, parecía que había logrado algo imposible a simple vista -. Sal - dijo ella, y salí, no daré detalles sobre el después. Ella se levantó con mucha dificultad sin mi ayuda y marchó al baño, parecía que le resultara difícil caminar, abierta y con lentitud. Me quedé sentado sobre el sofá hasta que saliera del baño y luego me fui a limpiar yo... Al salir, nos quedamos un rato más hablando como si no hubiese sucedido nada, llegada las nueve me despedí, y ella me besó en los labios.
Te amo, Ex, espero se repita - dijo.
Pero aunque continuamos siendo amigos, nunca más se repitió...