Memorias de un abuelo (2)

Voy conociendo a la familia, me han acogido con todo cariño, sobre todo la madre y la hija.

Al día siguiente cogí mi bastón y me encaminé al río, yo sabía que casi nunca se cumplen los deseos y las ilusiones, pero siempre queda la duda.

Cuando llegué a mi piedra reconozco que no me fijé si había abejas o no, seguí hacia el claro en la maleza, totalmente seguro de que no estaría María.

Me asomé y desde lejos no vi la toalla roja, me volví llamándome tonto por albergar ilusiones.

Me llamaron desde el río, estaba en la otra orilla, me asome y me dijo…

-        Hola buenos días!

-        Hola María, me alegro de verte, no creí que volverías.

-        Hola eres Toni? No soy María, soy Gema su hija, ella no ha venido hoy.

Me fije mejor, en la distancia vi a una chica con el pelo corto y el mismo bikini rojo que llevaba María ayer.

-        Lo siento, me alegro de conocerla, me marcho pues.

-        No, espere no se vaya por favor, ahora voy con usted.

La chica recogió su toalla y cruzó el río con ella sobre la cabeza, por esta parte solo cubre hasta el cuello, cuando estuvo a poca distancia ya vi claramente que no era María, se parecía mucho a su madre pero como ella me había dicho la víspera, tenía menos tetas y más culo, y por supuesto la lozanía de veinte años menos.

-        Hola otra vez, lo siento pero mi madre se ha quedado con el niño, mi marido ha tenido que ir a la ciudad un rato. Es muy agobiante, siempre tiene que estar pegado al niño, creo que como él es hijo único tiene miedo de cualquier cosa y no lo deja ni a sol ni a sombra, he tenido que esperar a que se marchara para poder venir a tomar un baño.

-        Pues me alegro de haberla conocido, aunque si le soy sincero es como si viera a su madre.

-        Que quiere decir que parezco mayor o que ella parece joven?

-        No me refería a que parecen gemelas.

-        Oooh, ya me había contado mi madre, es usted un adulador, sabe muy bien cómo alagar a una mujer.

-        Solo a las bellezas, pero es cierto, ayer ese bikini estaba envolviendo otro bombón, pero le sentaba igual.

-        Jajaja, es un seductor nato, qué más quisiera yo que tener el tipo de mi madre, con todos los años que me lleva tiene mejor tipo que yo.

-        Bueno no puedo juzgar, pero su madre me dijo que estaban compensadas.

-        Que quiere decir con lo de compensadas?

-        Que usted tiene menos tetas que ella, pero ella tiene menos culo que usted.

-        Jajaja, cuantas cosas le ha contado mi madre ah! Y porque no nos tuteamos?, me cae muy bien.

-        Me parece muy bien Gema, pues tu madre y yo estuvimos hablando de mis recuerdos y de los suyos, ya pasaron hace tiempo, pero gusta recordarlos.

-        Algunos si pero otros mejor olvidarlos.

-        Si, tienes razón Gema yo tengo también malos recuerdos.

-        A si? Cuéntame uno que no sea muy doloroso.

-        Pues… no sé, quizá una vez con diecisiete años estuve bailando una tarde entera con una chica.

-        Eso no es malo.

-        Eso parece, pero ella tenía 33 años, y durante toda la tarde estuvimos pegados bailando canciones lentas, en aquella época era una de las maneras más fáciles de acercarse a una chica.

-        Y donde está el mal recuerdo?

-        Pues que no podíamos separarnos porque tuve toda la tarde la polla tan dura que se me notaba tanto que nos podían ver, además teníamos desde el pecho hasta las piernas una mancha de sudor y de la corrida que había tenido yo.

-        No me digas y como quedo la cosa, donde terminaron la noche.

-        Yo era un crio sin experiencia, al final nos fuimos andando a casa.

-        Y no follasteis en algún hotel?

-        En aquellos días no era fácil entrar en un hotel, te pedían los papeles de matrimonio y demás y con la diferencia de edad…

-        Y ya no pasó nada?

-        Bueno… al año siguiente después de mucho pensarlo al final me decidí a dar el primer paso, y follamos de pie de mala manera, ese fue mi desvirgue con una mujer.

-        Vaya y yo creía que el mío era malo.

-        También tienes malos recuerdos?

-        Y tanto, para mí fue más fácil, me gustaba un chico y lo busque hasta acorralarlo, no lo dejé tranquilo hasta que una noche a la salida de una discoteca nos metimos en el coche de un amigo suyo mientras él estaba con otra chica en la discoteca y me lo follé, si me lo follé yo a él, me subí sobre él en el asiento de detrás. Le bajé los pantalones a empujones y le mamé la verga, no se le ponía en forma hasta que se me ocurrió meterle el dedo en el culo, al momento se empalmo y me senté sobre él, me desfloró o mejor me desvirgué yo sobre él, cuando creí que se había corrido me levanté, aún no lo había hecho, me pidió metérmela por el culo, entonces le dije que no y me contesto que a él solo le gustaban los chicos y que había accedido conmigo por no desilusionarme, me dio pena y rabia a la vez, por lo que le metí el dedo en el culo otra vez y le hice una paja como compensación.

-        Qué pena, y porque no accediste a que te diera por el culo entonces?

-        Porque era ignorante, cuando ya lo probé a veces lo prefiero según sea la polla.

-        Bueno pero ahora de casada… no tendrás mucho donde elegir.

-        Toni, mi marido es un soso, desconfiado, receloso y lo que quiera decir, además de un trozo de carne con ojos en la cama, su polla solo la aprovecho para “diario” pero cuando quiero sentirme mujer de verdad, busco y casi siempre encuentro alguna especial.

-        Que mal repartido esta el mundo, una mujer tan buena y con problema de polla, si te hubiera conocido de joven…

-        Seguro que tu polla habrá hecho estragos en muchos coños.

-        Ya hace mucho de eso, aquellos peludos coños de antaño.

-        Eso ya no se estila, ahora tendrías que probarlos depilados, están más sabrosos, y no se te pegaría ningún pelo en el paladar, jajaja.

-        No tendré yo esa suerte, siempre me he preguntado cómo sería el tacto de unos labios limpios de pelos, supongo que les pasará lo mismo a las mujeres cuando besan a un bigotudo.

-        Jajaja eres genial Toni, no es tan complicado, simplemente es como una cara de bebe,

-        Una vez vi uno en una foto de un calendario.

-        Y de qué año era?

-        Uf de los 70, en la época del destape.

-        Y no querrías actualizar el archivo de recuerdos?

-        Ya lo creo, aunque imagino que no habrán cambiado desde entonces.

-        No, pero si encima lo puedes ver al natural no lo preferirías?

-        Sería un sueño.

La chica se soltó las cintas de las bragas del bikini y las dejó sueltas, el triangulo quedó arrugado pero todavía cubría el pubis de Gema.

-        Toni solo tienes que estirar la cita y veras uno recién depilado, luego me dices si te gusta.

Me acerque con cuidado, no quería que me engañara en el último momento y me hiciera quedar como un memo, pero hice lo que me dijo, el triangulo cayo entre sus muslos, ella los separo hasta que bajó al suelo, miré a la chica con los ojos muy abiertos y le dije…

-        Puedo?

-        Puedes, Toni, todo tuyo.

Le pase un dedo suavemente, la yema se hundía en la piel, el tacto aunque suave raspaba un poco al subir hacia arriba, estuve arrodillado frente a ella mientras le examinaba milímetro a milímetro, cuando metí un dedo entre los labios ella se tumbó en la toalla, abrió las piernas y me dijo…

-        Con toda confianza Toni, todo tuyo, hazme lo que le harías a uno en tus años jóvenes.

Le separé los labios y se los pasé hasta meterlos en su vagina, la chica con los codos en el suelo echó la cabeza hacia atrás, mis manos recorrieron sus pliegues uno a uno, era como si fuera la primera vez, cuando le metí dos dedos recordé donde antes acariciaba el punto G que entonces no tenía nombre, pero el efecto fue el mismo, gimió hondamente y abrió las piernas hasta donde podía, le acaricie el clítoris, levantaba el culo y me decía que siguiese como lo hacía antes.

Pegue mi boca a sus labios, estaban pegajosos de flujo mientras que las ingles estaban húmedas del agua del rio, le mordí hasta que se quejaba pero me pedía que siguiese, cuando se corrió me cogió la cabeza y la aplasto cobre su coño, fue un momento intenso, me di cuenta de que estábamos a la vista de cualquiera que estuviera pescando o paseando en el río, le dije que fuéramos bajo el sauce, asintió sin dudarlo, me tumbó al llegar y se subió sobre mí, le advertí que no conseguiría nada, pero ella siguió bajándome los pantalones y los calzoncillos, no dijo nada de mi polla, solo se la metió en la boca la puso como su madre semi dura a fuerza de chuparla y lamerla, yo le solté el sujetador y las tetas cayeron sobre mí, eran más pequeñas que las de María pero cabían en mi mano, los pezones eran proporcionales a su redondez.

Noté que mi polla iba creciendo un poco llegó al límite que había llegado María, pero siguió intentándolo, me puso su coño en mi boca mientras me la mamaba y consiguió otro grado de dureza, ya se tenía vertical pero parecía que estaba borracha, no se mantenía de pie segura, pero Gema no desistía, se sentó sobre ella en cuclillas, se la puso en la entrada y me dijo que me relajara, me pasó las manos entre mis nalgas y mojándose el dedo en su vagina me lo metió en mi culo.

Solo me lo había hecho el urólogo una o dos veces pero al ser Gema una mujer, el efecto fue fulminante, creo que toda la sangre del cuerpo se fue a la polla y se puso como una estaca, las venas hinchadas y el glande rojo, casi morado, hacía años, muchos años que no la tenía así y parece que Gema tampoco recordaba nada igual pues no dudó y se sentó sobre ella.

Mi glande redondo se abrió paso entre sus labios mojados y su vagina cedió ante el empuje, se sentó sobre mí, su coño depilado me hacía una sensación de que me estaba follando y comiendo la polla a la vez, la chica saltaba sobre mi sin descanso, gemía y gritaba llamando a su madre, se corrió sobre mí y me lleno de flujo espeso, yo a mis años ya no tenía la fogosidad que habría querido pero me venía bien para aguantar sin correrme, la chica lo aprovecho bien y lo hizo por mí, la primera vez explosiva, me arañaba y se apretaba contra mí para sentirlo más hondo, los temblores me sacudían con ella, pero el segundo fue suave, le llegó como una ola muerta a la playa, le recorrió la espalda hasta romper en el coño, se frotaba contra mi polla rozando el clítoris y mi verga venosa, me dijo que la llenara de leche, que le era igual todo, le dije que no, que la vejez tenía algo de bueno y era el control.

Ella eligió otra solución, se cambio de agujero y se sentó, el culo cedió y se lleno de carne dura.

Tuvo un orgasmo anal, yo no lo había oído nunca pero ella sí y lo distinguía bien. Sobre todo cuando notó como se iba llenando de leche, me brotaba suave pero sin parar, cuando se levantó la toalla se lleno de semen y jugos vaginales, estuvimos abrazados, me daba gozo tener una mujer tan joven entre mis brazos.

Se apretó sobre mí, sus tetas cayeron en mi pecho y se aplastaron, cuando le pedí que me dejara morderlas se deslizó sobre mí y me las dejó a mi disposición, luego se tumbó boca arriba con los brazos y las piernas en cruz.

Ya se acercaba la hora de comer el niño, Gema se levantó y en el río enjuagó la toalla, las manchas por lo menos se disimularon, me abrazó y me dijo que su madre se había quedado corta con lo que le había contado.

Le pregunté lo que le había dicho.

Me lo ha contado todo de la conversación tan amena que tuvisteis, de cómo se quitó el bikini y que le gustó como te comportaste como un caballero al verle las tetas, se animó a enseñarte el coño, luego como disfruto de tus caricias, me recomendó que viniera por si volvías, mi madre y yo tenemos mucha confianza y sabe de mis problemas con mi marido, por lo que si conoce algún hombre de verdad me lo recomienda, esta vez se ha quedado corta, cuando la vea se lo contaré, seguro que le hace feliz, y sobre todo le comerá la envidia, jajaja.

Gema me beso al despedirse, hacía mucho que no besaba a unos labios sin arrugas, la suavidad de sus labios hicieron que buscara su lengua y la encontré buscando la mía.

Mi polla lo notó enseguida aunque no lo que yo hubiera querido.

Salió ella primero del cañar, al rato salí yo para que no nos vieran juntos los del pueblo, son unos cotillas y encima no se lo creerían.

Cogí mi bastón y me fui a casa.

Después de comer me tome una copita de anís con el poleo, me sentía eufórico y en vez de sentarme a leer en el porche, que al final me dormía, me acosté en la cama, estuve recordando todo lo que me había pasado en dos días apenas, después de tantos años de tedio y monotonía, estaba esperando impaciente al otro día para volver a verlas.

Al día siguiente por la mañana me levanté, me duche concienzudamente, no quería oler a viejo, y madrugué para que Jacinto el peluquero me cortara el pelo y me afeitara bien, luego cogí mi bastón y recorrí la senda del río, me asomé al claro de la orilla como quien juega al escondite y quiere pillar a alguien, pero la decepción fue total, después de buscar por todos lados no vi ningún rastro de las mujeres, me daba igual quien de ellas estuviera, pero nada, ni toallas ni risas ni nada, solo el murmullo del agua del río.

Me volví y me senté en la piedra de siempre, aún quedaba alguna abeja por lo que seguí hacia casa, ya había puesto la llave en la cerradura cuando me pregunté si podría llegar paseando al molino donde se hospedaban, iría como quien no sabe nada.

El casi kilómetro que me separaba de la casa rural se me hizo pesado, menos mal que iba de bajada y con la esperanza de por lo menos verlas de lejos, pero ni eso me concedió la suerte, no había nadie y las puertas cerradas.

Me volví mohíno cuesta arriba, el sol de justicia ya, me faltaban unos cien metros para llegar por fin a mi casa, estaba soñando con hacerme un refresco con agua fría y anís, cuando vi un coche que se acercaba precediendo a una nube de polvo, cuando estuvo a mi lado paró, se bajaron las ventanillas, por la de delante se asomó Gema, por la de detrás María, dentro se veía a su marido y detrás en una sillita el niño.

Las sonrisas que iluminaban las caras de la madre y la hija me hicieron olvidar el calor y el cansancio, me contaron que habían ido al pueblo de al lado a comprar comida y que iban a hacer una cena de despedida, ya casi se había acabado la semana de vacaciones y me querían invitar, me advirtieron que simplemente era una cena normal, que no me preocupara de nada, el marido mientras tanto aceleraba el coche con impaciencia, creía que le iban a entrar avispas por las ventanillas y le iban a picar al niño, con una sonrisa les confirme mi asistencia a la cena y ellas subieron los cristales, el coche arrancó como si lo persiguiera alguien.

Yo entré en casa y me miré al espejo, no tenía mal aspecto y busque el pantalón que me solía poner los domingos, me los probé por si estaban arrugados, me volví a quitar los pantalones, me fijé en los calzoncillos, estaban limpios, claro pero busque unos nuevos que me guardaba por si tenía que ir al hospital, cuando me los quité me vi reflejado en el espejo.

El alma se me cayó a los pies, entre las delgaduchas piernas mis huevos colgaban vacios, uno incluso mal largo que el otro y mi polla los acompañaba más corta que ellos y tan lánguida como ellos.

Me miré y me pregunté donde iba yo con aquello, lo de el otro día debía ser unas de mis ilusiones, pero me acordé de Gema, de su dedo en mi culo, del urólogo y de la receta que me dio y que me había comprado las pastillas que me recetó, pero… donde estarían las dichosas pastillas? Y no habrían caducado ya?

Me lance a buscar, sin calzoncillos, con los huevos y la polla campaneando abriendo cajones y cerrando, tenía la manía de dejar las cosas donde creía que era el lugar lógico para encontrarlas, pero quien recordaba el lugar lógico ahora…

Las encontré junto a una caja de supositorios que estarían allí años, derretidos y rancios, con qué criterio las habría guardado allí?

Lo primero que busqué era la fecha de caducidad, recordé que me habían costado un dineral y habían muy pocas, no había tenido ocasión de probarlas ni de leer el prospecto.

Tuve suerte, faltaba poco pero aún no habían caducado y el prospecto lo dejé de leer cuando llegue a las contraindicaciones, solo me quedé con que tenía que tomarla una hora antes de necesitarla.

Saqué una botella de vino vacía y la llené con el que guardaba en un tonelito de roble con vino dulce, era apropiado para el aperitivo o los dulces, estaba bueno pero demasiado empalagoso para mí.

Cuando oscurecía llegue a la casa, iba con mi bastón todo erguido con mi botella en la mano y la pastilla en el bolsillo del pantalón, las mujeres me recibieron con alegría, me presentaron formalmente a Arturo el marido de Gema, era un mocetón y simpático, también conocí a Arturito, el niño que con cuatro años estaba blanducho de tomar poco el sol.

Mientras esperábamos a que terminaran de preparar la cena me puse a jugar con el niño, era muy alegre sobre todo cuando imité el maullido de un gato, el niño buscó por todo el comedor al gato, su padre se puso alerta por si había un gato, no fuera que le tuviera alergia el niño, cuando le demostré que había sido yo se quedó más tranquilo, luego ladré y el niño fue buscando al perrito, lo llamaba y se tiraba al suelo por si estaba bajo de la mesa camilla que había en un rincón, su padre en un primer momento me preguntó si yo tenía perro y lo calme, cuando imité a un pajarillo el niño corría por la casa haciendo con los brazos como si volara hasta que su padre lo cogió y se lo sentó en las pernas, allí se acabó el juego, el niño se tronchaba de risa todo acalorado.

Las mujeres se afanaban en la cocina, se notaba que tenían buena sintonía entre las dos, sacaron el aperitivo, yo puse la botella pero cuando lo probó Arturo me preguntó si lo había hecho yo, creí que era para alabar el vino artesanal pero era lo contrario, no confiaba más que en lo fabricado y etiquetado, las mujeres si bebieron algunas copitas, yo también, claro.

Cenamos muy bien, mucho más de lo que habían anunciado, en la sobremesa María me rozó un par de veces al pasar cerca de mí, procuraba que su yerno no estuviera atento y yo me acordé de la pastilla, me olvidé de la letanía de contraindicaciones y con un poco de agua me la tomé, yo esperaba una reacción en cadena como en las bombas nucleares, pero no pasó nada, a ver si me había equivocado y me había tomado una aspirina…?

Mientras Gema recogía la mesa, María me preguntó si conocía el molino, yo la verdad desde que era niño había ido a jugar entre sus ruinas pero ya restaurado no lo había visto, le conté que antes habían unas muelas que giraban y molían el trigo o la cebada y que desde el río llevaban el agua a una noria que giraba el mecanismo.

Ella me dijo que aún estaban las muelas de piedra y me la quiso enseñar, estaban en un lado de la casa detrás de un leñero, cuando las vi me recordaron mi niñez, nos sentamos en una, el cielo estaba precioso aún no había salido la luna y las estrellas lucían brillantes, María en la ciudad no las veía nunca.

Le pasé el brazo sobre su hombro y ella apoyo su cabeza contra la mía, nuestras bocas se buscaron y se encontraron, los labios no eran tan tiernos como los de Gema pero sabían bien, mi mano buscó su escote y pronto se coló por él, noté el tirante del sujetador, no estaba tenso y lo bajé del hombro, quedó caído y bajé la mano hasta llenármela de teta, estaba blanda pero el pezón se mantenía duro y áspero, se distinguía la piel de la areola, lo estuve acariciando mientras María buscaba mi bragueta.

La química no falló, notaba como la sangre fluía hacia mi polla y la iba llenando, aumentaba por momentos y la hacía crecer y engordar, María la animaba pasándole la mano suavemente, cuando ya no podía estar doblada tuve que levantarme y sacarla fuera, María se me quedó mirando asustada.

-        Que has hecho Toni?

-        Ya ves, una pastilla.

-        Pero si la tienes enorme, mucho más que el otro día.

Me miré, era cierto, el primer día con María se había puesto morcillón, semi dura pero no para follar, con Gema ya pudo ser gracias a su arte secreto, se empinó como hacía tiempo, pero ahora la tenía como cuando era joven me había vuelto a su tamaño original tanto de larga como de gorda, el capullo era mucho más redondo, parecía una bola pegada a un palo.

María no lo dudó se levantó y se apoyó con las manos contra la muela de piedra, yo le levanté la falda del vestido y le bajé las bragas a los tobillos, ella se las sacó de un pie, le puse la polla en la entrada de la vagina y se la metí hasta casi la mitad.

María reprimió un grito de dolor, se quedó agarrotada y con los dientes apretados se volvió y me dijo…

-        Toni me estas matando, no estaba lubricada aún, a mi edad se está más seca de flujos, sácala por favor.

-        Intente sacarla, también gritó, el glande estaba pegado a su vagina, se había encajado, probé hacia dentro y seguía quejándose y hacia detrás también, nos habíamos quedado enganchados como los perros.

Quise suavizar la situación y por bajo del vestido le atrape las tetas, se las saque tirando del sujetador hacia arriba y cayeron en mis manos, tenía unas buenas tetas y poco a poco se iban endureciendo, los pezones grandes eran mi objetivo, y ella los disfrutaba, yo esperaba que con el magreo en las tetas se humedeciera el coño pero le costaba bastante.

Desde la casa se oyó a Gema que la llamaba, ella no le quería contestar pero la chica nos iba buscando, cuando nos encontró estábamos… su madre inclinada sobre la piedra, yo con las manos en sus tetas y con mi polla que asomaba entre sus nalgas.

La chica se paró en seco, no se esperaba vernos ni allí ni así.

-        Oh perdón no sabía que estabais…

-        No hija no te vayas, ayúdanos.

-        Qué os pasa?

-        Que me ha metido el pollón que tiene sin lubricar y se me ha quedado pegado dentro.

Me aparté lo suficiente para que la chica se asomara al coño de su madre y viera que tenía la mitad de la polla dentro, me dijo que probara otra vez, lo hice y su madre se quejó, el caso era complicado pues a la casa no podíamos ir.

Gema se agachó y se puso entre los dos, con la poca luz que nos llegaba vio los labios de su madre pegados a mi polla, le dijo.

-        Mamá sepárate los cachetes del culo, voy a intentar lubricarte, y tú Toni ve moviéndote, solo si ves que no le haces daño.

La chica en cuclillas entre los dos le lamió el coño a su madre en la entrada de la vagina, a mi todo el tronco y me dijo que empujara, apenas hubo cambios, con la saliva casi no se movía, pero se movía, poco a poco entre los tres fuimos probando, Gema lamiéndome la polla y el coño de su madre, María relajándose y procurando excitarse para lubricar y yo acariciándole las tetas para ayudar  metiendo y sacando un poco para que la saliva fuera entrando, la paciencia fue dando resultado cuando apareció la bola del glande Gema nos animó.

-        Ya se ve el capullo, ya casi está fuera, ahora sigo chupando, ten cuidado Toni que falta lo más gordo.

-        Cuando hizo un plop!, María descansó, Gema me lamió todo el capullo irritado y se levantó.

-        Parece mentira que con la edad que tenéis os pasen estas cosas, primero hay que lubricar.

Se bajó las bragas y se subió la falda, se agacho frente a mí ofreciéndome el coño y me dijo.

-        Vamos a hacerlo bien, Toni métemela y te lubricas bien la polla en mí y luego se la metes a mi madre ya suavemente.

Seguí sus instrucciones, mi polla entró sin problemas en el coño de Gema que chorreaba jugos, lo metí en tres golpes pues con el primero me pidió que con esa polla debía tener cuidado, que no era la del día anterior, en dos golpes más se hundió dentro de Gema.

María con las faldas en los riñones y las tetas colgando fuera del vestido esperaba pacientemente.

Gema ya había lubricado suficientemente mi polla, de hecho los flujos se le salían de la vagina y goteaban al suelo, pero ella gemía y me apretaba con los músculos la polla, no encontraba el momento de que se la sacara.

Tuve que decidirme yo a mi pesar, estaba muy a gusto follando a Gema pero María me esperaba, cogiendo a la hija de las cadera la fui llevando al lado de su madre, con los dos culos juntos no fue difícil sacarla de un coño y meterla en el otro, los gemidos fueron diferentes uno de decepción y otro de emoción.

Gema se escondió las bragas bajo de la falda y entró corriendo a la casa, su marido le llamaba impaciente para acostar al niño.

María se corrió dos veces, la primera estaba escocida pero sensible y no le costó nada, la segunda se había puesto de rodillas sobre la muela con la cabeza apoyada en la piedra, la polla le llegaba a las entrañas, pero disfrutó mientras me acariciaba los huevos que se habían encogido sobre la polla, en la cocina se oía a Gema como fregaba los platos.

María ya no se tenía en pié agotada cuando entramos en la casa, cuando nos vio entrar la hija se secó las manos y subió al piso de arriba, cuando bajó nos dijo.

-        Arturo se ha quedado dormido con el niño, le he quitado el libro de cuentos y los he tapado.

María se sentó en una mecedora frente a la mesa camilla, yo fui a la cocina a lavarme las manos, Gema seguía fregando, con un delantal atado a la espalda, me fijé que la falda se le había quedado pellizcada en los cachetes de las nalgas, deduje que no llevaba bragas, no se las había vuelto a poner.

Al pasar por su lado olí el perfume que llevaba, olía a jazmín, pasé la nariz cerca de su cuello y mi aliento hizo que se erizaran los pelos de la nuca, ella se encogió con un estremecimiento, pasé las manos bajo el delantal y note el sujetador bajo la blusa que llevaba, debía ser muy fino pues no tenía costuras y parecía que no llevaba nada, la forma de las tetas las mantenía, solo las recogía hacia dentro y arriba.

Pasé las manos bajo de la blusa, y solté el sujetador, al quedar abierto las dos tetas se liberaron y cayeron en mis manos, las abarcaba con la mano abierta, los pezones apenas sobresalían entre mis dedos, apoye mi verga contra su culo.

Gema se secó las manos y se volvió a su madre que estaba en el comedor.

-        Mamá vigila la escalera.

La mamá ya estaba vigilando, estaba estirada en la mecedora con el culo casi fuera del asiento, las piernas estiradas y las manos bajo de su vestido.

Gema apoyó sus manos en el canto de la pila de fregar, se echo hacia atrás y doblo la cintura sacando el culo hacia mí, yo le subí la falda y se la sujeté con la cinta del delantal, sus nalgas morenas del rio no marcaban ninguna señal del bikini.

Le di una nalgada y ella separó las piernas, me mojé con saliva el glande, la erección seguía igual que al principio, le apoye la polla en sus labios, la pasee entre ellos rozando el clítoris, cada vez, gemía mas fuerte rogándome que se la metiera, cuando se apoyó contra el banco de la cocina, la polla le entro horizontal, se deslizó suavemente desde la entrada hasta el cuello del útero, me cogí a sus tetas bajo de la blusa, saque la verga casi hasta fuera, ella notó el vacío que le quedaba y yo notaba sus pliegues como pulsaban el borde de mi capullo, la volví a clavar de golpe, esta vez su gemido fue alto y gutural, desde fuera madre tuvo que llamarle la atención, se oyó.

-        Shiiiit, que se van a despertar los niños.

Estuvo aguantando mis metidas, por mis huevos goteaban los jugos que le salían por la vagina, le solté el delantal, bajo la blusa las tetas colgando le aumentaban el doble, me apetecía chuparlas y a ella seguro que también, su madre nos miraba mientras sus dedos se metían en su coño dolorido.

Gema se incorporó y se subió en el banco de la cocina, hacía ángulo y apoyó una pierna en cada lado, abierta a 90º me invitó a acercarme, mi verga coincidía en altura a su coño, cuando se sacó la blusa por la cabeza le cogí las dos tetas, el sujetador realmente era muy fino del tul y no le servía de nada, se lo quite y tuve acceso libre a las dos mamas,  le cogí los pezones y los estiré hacia mí mientras me iba acercando, Gema miraba como sus tetas hasta entonces redondeadas tomaban forma de embudo pero no llegaban a dolerles, a la vez sentía como le iba llenando el coño de carne dura.

Me abrazó y me obligo a entrar de un solo movimiento, yo no le solté los pezones, los mantenía estirados mientras entraba y salía.

Cuando se corrió su madre volvió a decir…

-        Silencio por favor, que hay gente durmiendo.

Se tapó la boca para no gritar pero gemía abrazada a mi cuello, yo me mantenía pegado dentro de ella, me tuvo abrazado hasta que su corazón recuperó su ritmo normal.

Se bajó de la encimera despacio, fue recogiendo el sujetador, las bragas, la blusa, el delantal del suelo, se lo fue poniendo otra vez, su madre gemía con la boca cerrada aguantando las convulsiones que le subían de debajo de su vestido.

Al momento se oyó cerrarse una puerta del piso de arriba, yo me salí fuera de la casa sentándome en un banco, la erección seguía igual y no me había corrido, era difícil de disimular, oí como bajaba Arturo las escaleras y preguntaba si no tendrían algo para el estómago, no le había sentado bien la cena, María se levantó, los dedos le brillaban aún, le preparó un poco de bicarbonato y Arturo se lo bebió, dijo que se iba a acostar.

Gema le dijo que a mí también me había sentado mal la cena, seguramente habría sido por el vino dulce, Arturo ya lo dio por hecho, y que me iban a acompañar a mi casa por si me caía por el camino, a él no le importó y subió hacia su habitación, cuando apagó la luz Gema y su madre salieron fuera de la casa y cerraron, me cogieron de los brazos, yo con el bastón estuve dando traspiés hasta estar fuera del alcance de la vista de la casa.

Ya en el camino las chicas me rodearon la cintura con los brazos y yo sus hombros con los míos, mis manos colgaban sobre sus tetas, podía apretar la pequeña y dura de Gema y la grande y blanda de María, las chicas viendo que andaba incómodo me sacaron la polla y la dejaron libre, iba oscilando a cada paso, ellas la sujetaban para que no penduleara tanto.

A mitad del camino tuvimos que parar a descansar, el camino en cuesta se hacía pesado, nos abrazamos los tres, yo les tenía cogidas las tetas y ellas con una mano me agarraban la polla y con la otra rodeaban la cintura estrechamente.

Nos besábamos los tres a la vez, las dos buscaban mi boca y yo las de ellas, a veces eran ellas las que se besaban mordiéndose los labios. Tras varias paradas llegamos a mi casa, me senté en mi porche un momento ellas a mi lado me dijeron que tenían que volver a casa.

-        Y me vais a dejar así? Con esta polla y sin  correrme aún?

-        Es que Arturito se podría despertar, dijo Gema.

-        Pero Toni podría tener una subida de tensión y deberíamos quedarnos a cuidarlo un rato más para bajarle esa subida, verdad que deberíamos?...

María había encontrado una buena excusa, por si Arturo se levantaba.

Les invité a entrar y las llevé directamente a mi habitación, María con mucha soltura quitó el cubre de la cama y Gema la sabana de arriba, me tumbaron entre las dos y me quitaron la ropa, mi polla seguía apuntando al techo.

-        Qué prefieres primero un coño depilado o peludo?

Como me era igual les dije.

-        Pueden ser los dos?

-        Claro, naturalmente, cual quieres en la boca?

-        Pueeees, el depilado, primero.

Cuando María se subía sobre mis piernas Gema ya estaba sentada sobre mi cara, su coño sabía a flujo, pero su culo sabía a jazmín, María tuvo la precaución de chuparme la polla antes de metérsela, pero yo le dije, alarga la mano a la mesita y encontraras crema hidratante.

Para ella fue ver la luz, se untó la entrada de la vagina y todo mi falo, y se sentó sobre mí, no tuvo ningún problema le toque el fondo, su hija estuvo un poco elevada hasta que le lamí todo el coño, pero se derrumbó cuando le mordí el clítoris, casi no me dejaba respirar, intente cogerle una teta pero me equivoque y se la cogí a su madre que estaba frente de ella, como último recurso le moje un dedo con sus jugos y se lo metí en su culo.

Gema se levantó un poco y me dejó respirar, pero le dijo a su madre.

-        Mamá hoy vas a probar tu mayor fantasía.

-        No por dios, no hoy no, es demasiado grande.

-        Si mamá créeme, es delicioso.

-        Tú ya lo has probado?

-        Claro, por eso te lo recomiendo, es el día idóneo.

-        Si tú lo dices hija…

Gema no pudo aguantar mucho los lametazos en el clítoris, fueron demasiado para la calentura que llevaba, se corrió soltando una eyaculación que me mojó la cara, me pidió perdón, pero le dije que sabía a néctar.

Se levantó para ayudar a su madre, sentada sobre mí como estaba metiéndose mi polla a su gusto la hija le fue lubricando el culo, quise verlo y se dio la vuelta dándome la espalda, las nalgas abiertas de María brillaban con la crema, Gema le metió un dedo untado con crema en el culo a su madre, esta al principio cerró el esfínter pero ya se relajó y se dejo llevar.

Gema me cogió la mano y me llenó de crema los dedos y los puso en el agujero de su madre, apreté uno y María lo recibió con gusto, estuve engrasando por dentro y por fuera, cuando se levantaba para meterse mi polla por enésima vez, le metí dos dedos, se quedó a medio camino, pero lentamente fue bajando y mi polla en su coño y mis dos dedos en su culo desaparecieron.

Ya no notaba la diferencia de uno a dos dedos, estaba dilatada y lo mejor, relajada, Gema comprendió que era el mejor momento y cogiéndola de las manos le dijo que se levantara hasta sacarse la polla del coño, lo hizo mientras yo dirigía mi glande a la entrada de su culo.

Gema le dio la suficiente confianza para dejarse caer suave pero sin miedo, el glande fue la mayor dificultad, eso lo sabíamos todos, pero Gema le besó en los labios y le dijo

-        Mamá de esto no te vas a arrepentir nunca.

-        Te creo hija, te creo.

Se dejó caer en dos movimientos más y cuando su hija miró bajo de ella y no vio más que mis huevos le dijo.

-        Mamá ya estas enculada, tu culo ya no es virgen, gracias a Toni.

María me lo agradeció apretándome un  poco los huevos que estaban bajo de sus labios.

Bajo la dirección de Gema, su madre se iba clavando mi polla en su culo, poco a poco el diámetro del esfínter cedió y se acostumbró, Gema miraba los gestos de su madre, cuando ya su semblante cambio de molesta a gustosa, su hija le dijo.

-        Ahora es el momento del placer, mamá quiero que tengas un orgasmo anal.

-        Por favor Gema, que yo ya soy mayor.

-        Mayor para correrte como una perra?

-        No me hables así hija, pero debe ser glorioso.

-        Gema me preguntó mientras le acariciaba el clítoris a su madre.

-        Toni tú como vas? Ya vas a correr pronto?

-        No te preocupes por mí Gema, procura que María se corra como una perra.

-        Al final me vais a oír diciendo yo también que me corro como una perra jajaja.

Nos reímos los tres pero Gema ya estaba con dos dedos en el clítoris y con un movimiento circular se lo ponía mucho más duro de lo que hacía un rato se lo había puesto ella en la mesa camilla, su madre gemía y gruñía desaforadamente, yo contribuía a apretarle las tetas y subirlas y amasarlas pellizcándole los pezones.

María saltaba ensartada en mi polla no decía nada más que sus gemidos de placer, solo cuando estalló en un grito.

-        Me corro, me coroooo como una perra.

Yo di gracias a la ciencia por el milagro que estaba viendo, ante mi dos mujeres preciosas me habían follado de todas las formas, yo las había hecho felices y ellas me habían correspondido y todo gracias a una mísera píldora.

María cayó sobre mis pies desfallecida, yo le veía el culo que estaba con mi polla clavada, no se podía librar de ella porque estaba tiesa completamente, su hija le levantó las dos nalgas y mi verga salió haciendo el ruido de un tapón.

Gema esperó a que su madre se repusiera, mientras abrazada a mi me dejaba comerme sus tetas duras.

Cuando María dio señales de vida su primer impulso fue abrazarse a su hija, había gozado de un orgasmo brutal y por el culo luego me abrazó a mí, se puso a mi lado al otro lado Gema y entre las dos cogieron mi polla, hasta me dolía de tanta presión que soportaba, las manos de madre e hija se fueron turnando pasando una y después la otra a lo largo del tronco, al principio estaba muy a gusto con esa paja infinita pero mis huevos pidieron su protagonismo, a mi alcance estaban las cuatro tetas de la chicas, su roce me inspiró y cuando les avisé acercaron sus caras esperando unos grandes chorros de leche, pero lo que se encontraron fue una fuente de semen de la textura de un Actimel, un poco mas liquido que la leche condensada en tubo, la fuente manaba sin presión pero continuamente, les daba tiempo a las dos a acercar sus bocas e ir retirando leche y tragándosela, me apretaban los huevos como queriendo vaciarlos, pero no era necesario, la leche salió hasta que quedé seco.

Las dos mujeres se tumbaron a mi lado y entre caricias y besos estuvimos recuperando fuerzas, cuando miramos el reloj habían pasado dos horas, nos vestimos rápido y las acompañe aunque no querían hasta donde se veía su casa, luego me volví a la mía, al entrar vi mi bastón en la percha, se me había olvidado llevármelo, me guardé como oro en paño las pastillas que me habían sobrado, quizá algún día…

Por la mañana oí el motor de un coche, me asomé y vi que era el de Arturo, bajaron las dos mujeres y me peguntaron si se me había calmado el dolor de cabeza, de paso le informaron a Arturo que tuvieron que quedarse un momento porque había tenido una subida de tensión, él se encogió de hombros y dijo.

-        Pues lo siento pero no me enteré, haberme avisado y le habría llevado a urgencias.

Las dos chicas me dieron la mano para despedirse pero María al final me dio dos besos en la mejilla susurrándome.

-        Gracia Toni.

Su hija al verla hizo lo mismo y me dijo despacio.

-        Toni follas de maravilla, cuídate.

El niño desde dentro del coche me dijo adiós con la manita mientras me ladraba.

-        Guau, guau

Cuando la nube de polvo se aplacó me senté en mi porche, abrí el libro por donde lo había dejado aquella mañana y empecé a leer.

Lo volví a cerrar, qué me importaban a mí los Templarios ahora?

Fin.

Agradeceré sus comentarios.

Gracias.