Memorias de Maijo
Algunas de las experiencias de mi mujer antes de conocernos, mientras convivía con su anterior pareja.
Ella sabe perfectamente que me excita muchísimo conocer de sus cosas, por eso, de vez en cuando charlamos sobre ello, son cuestiones del pasado, de cuando convivía con su pareja anterior, de los problemas que tenían, de las soluciones que ella misma aplicaba.
Siempre ha sido algo rebelde en cuanto a la sumisión impuesta de manera obligatoria y ello la ha llevado siempre a entrar en problemas que a posterior debe solucionar, no siempre de manera seria.
Su pubertad en compañía de sus hermanos, bajo la influencia pasiva de su madre y la dictatorial de su padrastro, ya la habían ido colocando en situación de defensa y, de esa especie de “búsqueda de vida” a la que se acostumbró en cierta manera.
La convivencia con su pareja anterior, hombre en determinada forma enfermizo en cuanto a lo que consideraba su dinero, ya que al ser el trabajador siempre actuó pensando en que él lo ganaba y, por tanto, debía decidir donde se empleaba, le ocasionó mas de un trastorno.
Me explicó que en cierta ocasión, le usó unos ahorros que tenía guardados, pensando que no se daría cuenta de ello y que, se propuso retornar poco a poco. La ley del famoso Murphy dice que, si algo puede salir mal, saldrá mal. También indica que si algo no se utiliza y decides hacer empleo de ello, en cualquier otra cuestión, en poco tiempo se hará imprescindible el objetivo primario.
Había usado el dinero en beneficio propio, para algunos caprichos que tenía y, tal como la ley indica, al par de días surgió el problema. Una avería en el coche. Ya con el presupuesto en la mano, aun sin enterarse de que el dinero no estaba, le indicó a Maijo que, por suerte, tenía aquellos ahorros para hacer frente a la reparación.
Por supuesto, ella, nada le dijo de que había usado el dinero y, por pura casualidad, él, tampoco comprobó en ese momento que el mismo estuviera, entre otras cosas, porque la reparación necesitaría de al menos unos días para obtener los materiales que eran necesarios.
Lo solucionó con alguien que conocía, ya que habían estudiado juntos y además vivía bastante cerca de su casa. Le encontró casualmente en la calle y charlando, al parecer, se dio cuenta de la preocupación de ella. Cuando le preguntó el motivo, Maijo, le explicó el problema que tenía en ese momento, sobre todo por la ignorancia de quien era su pareja.
Acordaron una solución práctica al tema cuando le comentó a quien hoy es mi mujer, que si ignoraba lo sucedido, también podía ignorar como lo solventó. El caso es que se prestó a reunir el dinero tomado para devolver sin que se enterase de nada.
Al día siguiente, se presentó, como habían acordado y le indicó a Maijo que si bien tenía el total que necesitaba, lo había obtenido de varias fuentes diferentes y que los otros cuatro chicos, querían una compensación por ello.
Les hizo subir de uno en uno a la que era su casa y, esa mañana, mientras su pareja estaba en el trabajo, se acostó con todos y cada uno de ellos. Naturalmente a quien le solucionara el problema, en cierta forma, le permitió que la tomara un par de veces esa mañana, de hecho, cuando se marchó de la casa, apenas media hora mas tarde regresó del trabajo el ignorante.
Los seiscientos y pico euros estaban en su sitio y, a ella, apenas le costó seis ricos polvos con cinco chicos el devolver el importe completo. Tampoco es que fuera la primera vez que se dejaba follar por dinero.
Al principio de su relación con aquel, la cosa no iba bien en cuanto a dinero. Tenía cierta amistad con una vecina del lugar donde vivían, se franqueaban mutuamente sus problemas y aquella era conocedora de la situación que pasaba. El caso es que el marido de esta vecina comenzó, tras hablar con Mai a dejarle algo de dinero semanalmente, para solucionar el día a día. Por supuesto acordaron que nada de aquello debía de conocerse por sus respectivas parejas.
Unos meses mas tarde, en el pequeño sobre donde solía dejarle el dinero, encontró una nota que le decía que necesitaba hablarle al respecto. Le esperó ese día cuando regresó a su casa y hablaron del tema. Le indicó que aunque estaba dispuesto a seguir dejándole dinero, la deuda ya se aproximaba a mil euros y que naturalmente habría que buscar alguna solución a aquello. Cuando le comentó que su mujer no sabía nada de los préstamos que le estaba haciendo y, que esperaba, tampoco su pareja supiera del acuerdo que tenían, le propuso que podrían solucionarlo de la misma forma, sin que nadie se enterase de nada. Ese día le pidió que pensara en ello y le dijo que le contestara en cuanto decidiera. Marcos estaba por regresar a casa, así que quedaron en hablar al día siguiente.
Era evidente lo que pretendía el vecino, si algo tiene Maijo es que no es tonta y sabía desde mucho antes, que tarde o temprano sucedería. Al otro día le dijo que en cuanto Marcos saliera de nuevo al trabajo en la tarde, pasara por su casa para charlar al respecto.
Cuando llegó a la casa, le recibió en bata. Le sirvió un café y, en la salita, le preguntó sobre que posible solución veía él al asunto. Naturalmente el caballero insistió en que debía de ser algo que quedase entre ellos dos. Mai le contestó que sólo se le ocurría una solución al tema y que evidentemente no podía ser monetaria. Según me contó la sonrisa de su interlocutor le demostró que precisamente la solución iba por ese camino, así que cuando le preguntó como había previsto ir haciendo los descuentos a la deuda, le contestó que al menos de forma semanal.
Esa misma tarde Mai realizó el primer abono mientras Marcos estuvo fuera de casa. Se acostó con el vecino en la cama que compartía con su pareja, tal como actualmente hace con sus ligues en la nuestra, con la diferencia de que antiguamente, el otro no se enteraba de las soluciones de ella. Mientras duró la extraña situación, el vecino le siguió dejando dinero en el sobrecito, que ella compensaba con sesiones de cama. Nunca se enteraron ni la esposa de él, con la que continuó su amistad, ni su pareja.
Actualmente, de cuando en cuando, se encuentran alguna tarde, en cierto hotelito de la ciudad. Por supuesto, se a donde va y con quien, de hecho incluso me dice que, aunque no lo necesitamos actualmente, cuando queda con él, va a por algo de dinero, ya que su antiguo vecino, siempre le deja, siguiendo con su convenio, un sobre cada vez que se acuesta con ella.
Siempre me ha gustado que mi mujercita sea así. Saber que disfruta del sexo sin atadura de ningún tipo.
Tal como ya comentara en mis primeros textos, su anterior pareja, la obligaba de cierta manera a mantener relaciones con otros hombres. En su ignorancia, cuando ella misma le dijo que quería colaborar en la casa y, trabajar para ello, lo aceptó.
Mai buscó un bar de copas y le indicó que trabajaría de noche en el lugar. Cuando le preguntó sobre lo que haría allí, ella le dijo que sólo serviría copas y charlaría con los clientes.
Él mismo la llevaba al trabajo. Le pedía para ello, aunque el sitio estaba retirado del domicilio que tenían, usara peluca diferente a su pelo y ocultara sus ojos tras lentillas de color, de manera que no la reconocieran fácilmente.
Me ha contado que en muchas ocasiones, él se quedaba en el local mientras ella trabajaba, viendo como otros hombres alternaban con ella, sentada a sus mesas. Incluso no sólo como reían en sus charlas sino, los magreos que le brindaban mientras consumían sus bebidas, al parecer sin darle importancia a que le estuvieran metiendo mano o que ella misma también hiciera lo propio con sus acompañantes.
Me relató que en cierta ocasión en que no se quedó en el local, durante su ausencia, uno de los clientes la invitó a uno de los reservados del sitio y que aceptó la oferta. Después de follar con el cliente, al bajar de nuevo al local, le encontró en la barra esperándola y que al preguntarle donde estaba, le había mentido diciéndole que estaba en el tocador porque no se encontraba demasiado bien, aunque era evidente que la había visto bajar del piso superior, nada le dijo sobre su mentira, lo que indicaba que era consciente de que no sólo servía o se sentaba a alternar con los clientes de la sala ya que al parecer le daba igual. A la siguiente ocasión que sucedió algo similar, cuando le preguntó sobre lo que hacía, le confesó la verdad indicándole que había ido con un cliente a un reservado y, ante la estúpida pregunta de él sobre lo que sucedía allí, le respondió que cuando se iba a un reservado, no era precisamente a jugar al parchís. Reía mientras me contaba esto, comentando la cara de abobado que puso Marcos al escucharla tratando de saber con claridad lo que sucedía y luego, la estúpida expresión que puso al confesarle que cada vez que subía con algún cliente a alguna de las habitaciones de arriba, era para follar con él. Al interesarse sobre cuantas veces había subido en el tiempo que llevaba trabajando, le dijo que no llevaba una cuenta de ello, pero que lo había hecho bastantes veces, mas de diez o doce, al menos.
En otra de aquellas ocasiones, se había retirado con el cliente al fondo de la sala, donde habían algunos sofás y que allí, al amparo de la tenue luz ambiental de la zona, con la presencia de Marcos en la barra del local, no sólo se había dejado tocar por el cliente, normalmente siempre iba a trabajar con vestido corto amplio o falda corta y blusa, sino que además, le había masturbado, hasta que el cliente se corrió y que incluso, varias veces se había agachado para chuparle la polla mientras le hacía la paja que le pidiera, mientras le metía mano bajo la falda estando abierta de piernas, todo ante la mirada de su pareja, que siguió consumiendo su bebida sin hacer o decirle nada al regresar junto a él. Por supuesto a él, sólo le interesaba el dinero que Mai llevaba cada noche a la casa.
Aclaro ahora que a todas estas, Maijo apenas contaba en esa época con veinte y dos o veinte y tres años.
Contrastó el interés de su pareja por el dinero cuando una noche la llevó a trabajar y se regresó a casa. Cuando volvió a por ella, ya no estaba allí. Maijo esa mañana entró a eso de las once en su casa y cuando al fin, Marcos volvió de su trabajo, al preguntarle por su ausencia, le confesó que en realidad no había trabajado esa noche ya que junto a una compañera, se había ido de marcha. La interrogó sobre ello y le confesó que aunque habían salido solas, luego se encontraron con dos amigos de ella y que siguieron la noche juntos. Viendo que ponía cara de enfadado y molesto por su acción, le contó que después de estar en una discoteca, se habían ido a la casa de uno de ellos.
Sabía que a Marcos le molestaba cuando hacía esas cosas, así que para rematarlo le informó que los cuatro se habían ido juntos a la cama y que las dos se habían dejado montar por ambos chicos. Que había jugado con su compañera en algún momento entre el polvo que le echo uno y la follada que le dio el otro.
Fue justo entonces cuando él la llamo puta, zorra y depravada a lo que Maijo le comentó que al contrario, que esa noche folló porque le apeteció, que si bien tenía razón al llamarla puta o zorra, ambas cosas lo era cuando él la llevaba a trabajar, porque allí si que follaba a cambio de dinero y a esto añadió que le daba igual lo que pensara ya que, el coño era de ella y, se lo daba a quien le apetecía dárselo. Estuvieron varios días enfadados por esa discusión aunque, a finales de la semana, volvió a llevarla al bar de copas donde trabaja.
Esa noche Maijo, sabiendo que no se iba a marchar del local, para poder vigilarla, a uno de los clientes habituales del lugar, al que había rechazado en varias ocasiones, le aceptó la propuesta de llevarla arriba, antes de subir, se acercó a Marcos, en la barra y le informó que iba a ir con aquel que estaba a un reservado. Viendo como la miraba le dijo en un susurro que iba a mamar su polla y que luego se dejaría follar como el cliente quisiera y que, además, se lo iba a dedicar cuando la penetrara, añadiendo a todo eso que así sería la puta en la que la había convertido.
Al poco tiempo abandonó el sitio, aunque lo retomara en alguna ocasión de agobio y le dijo a Marcos que se había colocado limpiando en una casa. En realidad con apenas veinte y cuatro años, donde comenzó a trabajar fue en una casa de citas.
Como al mes de comenzar allí, viendo que manejaba dinero, su pareja le preguntó que era lo que hacía en la casa, porque le parecía un sueldo demasiado grande para una limpiadora. Ella le miró riendo y le dijo que no era una anciana a la que atendía allí, como le había contado en un principio, porque estaba trabajando en un lupanar. Al interrogarla sobre lo que tenía que hacer allí, simplemente le dijo que era fácil, se desnudaba, se abría de piernas y cobrara a los señores que se la metían. Otro enfado de su pareja, que no entendía como lo engañaba de aquella manera.
Maijo lo interrogó sobre lo que consideraba engaño, si a acostarse con otros hombres a su espalda o el no decirle que ganaba buen dinero haciéndolo. Por supuesto su respuesta fue el que no le indicara que ganaba aquella cantidad.
Precisamente nos conocimos en su trabajo. Pagué por ella las dos primeras veces que la vi, para obtener sus favores sexuales. Después la cosa cambió y no comenzamos a ver fuera de la casa hasta que acabamos, viéndonos en la suya propia, a espaldas de Marcos, cuando salía a trabajar.