Melissa en el viaje de negocios

Una semana antes de viajar a la exposición, le pregunté a Melissa en qué hotel se hospedarían, y ella respondió que en el mismo que yo. Mi morbo creció al máximo cuando supe que estaría tan cerca de estas dos chicas.

Después de un par de años de haber iniciado con mi negocio, por fin tuve los recursos para asistir a la exposición más prestigiosa del medio que había en el país. Reservé mi avión y mi hotel en uno que no fuera muy caro pero que me diera las comodidades de un buen viaje de negocios. Días después me enteré que la gente de uno de mis principales proveedores también asistiría a la exposición. No pude evitar sentir un poco de morbo, pues la mayoría de la gente que trabajaba en la empresa eran mujeres, y aunque no eran muy atractivas, con varias de ellas llevaba una excelente relación, tanto que con dos de ellas había salido a cenar alguna vez a escondidas de mi esposa y de sus respectivos novio y esposo. Asi que el saber que ahora estaríamos de visita en una ciudad lejana a la nuestra, sin nuestras parejas, por una semana entera, me hacía que la sangre se me calentara un poco.

Melissa era mi ejecutiva de cuenta, tenía apenas unos 8 meses de haberse casado, sin embargo era de las que trabajaban hasta muy tarde todos los días y su marido no las molestaba en el teléfono. Ella es una chica de baja estatura, un poco rellenita y con un cuerpo de esos que parecen una pera (tremendas caderas y nalgas y espalda delgada). El día que había ido a cenar con Melissa ella tenía apenas un par de meses de casada, y me había sorprendido bastante que aceptara mi invitación a salir solos. Sin embargo, a pesar de que la cena era en un lugar romántico, transcurrió solo en una cálida conversación y un par de roces de manos que no pasaron a más.

Delia era la vendedora de una línea de productos que yo no movía mucho en mi negocio. Tenía buena relación con ella porque su oficina está a un lado de la de Melissa, asi que en cada visita que hacía a su empresa, pasaba a saludarla y conversar con ella unos momentos. Ella es una mujer de esas que les llaman "cuerpo de tentación y cara de arrepentimiento". Tiene unas orejas y una nariz enormes, pero es bastante notable que cuida su cuerpo con ejercicio diario, y sabe lucirlo, pues casi de diario viste con pantalones a la cadera y blusas que con el mínimo movimiento dejan ver su marcado abdómen. Ella es un tanto rara, pues su manera de vestir es demasiado provocativa, casi siempre mostrando su ropa interior a través de sus pantalones o blusas, pero su comportamiento es bastante retraído. La ocasión en que Delia me aceptó una invitación a cenar fue mientras asistíamos a una exposición en la ciudad, sin embargo cuando se me ocurrió lanzarle un piropo sobre su cuerpo, ella reaccionó con cierta molestia, y de inmediato me mencionó que tenía novio… asi que decidí no molestarla más; al menos hasta que ella mostrara un poco de interés o lanzara alguna señal.

Una semana antes de viajar a la exposición, le pregunté a Melissa en qué hotel se hospedarían, y ella respondió que en el mismo que yo. Mi morbo creció al máximo cuando supe que estaría tan cerca de estas dos chicas.

Durante todo el primer día de la expo no me topé con ellas en ningún momento, asi que decidí regresar a mi hotel – que estaba muy cerca del recinto – para disponerme a cenar y tomar tal vez una copa en el bar. Cuando entré en el restaurant esa noche noté que en una de las mesas grandes estaba sentado el grupo entero de la empresa que habían viajado a esa ciudad. Me acerqué para saludarlos y el primero en levantarse fue José Luis, el dueño de la empresa, quien además me pidió que me uniera al grupo y le aceptara una invitación a cenar. No pude negarme, asi que busqué el único lugar disponible en la mesa – que para mi suerte era a un lado de Melissa – y me senté.

Conversé con Melissa durante las dos horas que estuvimos ahí. Entre las pláticas de negocio, surgían preguntas como si habíamos llevado a nuestra pareja o ibamos solos, o en qué habitación nos estabamos quedando. Descubrí que ella había viajado sin su marido, y que estaba en la misma habitación que Delia. Que estaban cuatro pisos debajo de mi habitación pues habían seleccionado habitación de no fumar, y que también Delia había viajado sin su novio.

Poco a poco los asistentes se empezaron a retirar a sus habitaciones. Delia se acercó a Melissa para pedirle la llave pues ya tenía un poco de sueño. No había tenido la oportunidad de conversar con ella, asi que simplemente me limité a despedirme diciendole que la vería al día siguiente. En mis fantasías de una noche antes era Delia quien terminaría acostandose conmigo en ese viaje, asi que no podía desperdiciar un día más sin acercarme a ella.

Minutos después José Luis se levantó de la mesa indicandole al mesero que cargara la cuenta a su habitación, luego se acercó a las 4 personas que aún quedabamos ahí y nos dijo que no le cargaramos la mano con el consumo, a lo cual todos respondimos con una carcajada y un rotundo no en tono de burla. Yo continué mi conversación con Melissa un par de minutos más, hasta que las otras dos chicas se levantaron de la mesa y se despidieron. La primera reacción de mi compañera fue decirme que ella también si iría a dormir para no prestarse a malas interpretaciones, asi que me levanté detrás de ella y fuimos hacia fuera del restaurant.

Realmente me parecía que aun era temprano, asi que le dije a Melissa que yo iría al bar del hotel a tomarme una copa antes de dormir. Ella se quedó callada un par de segundos – imagino que lo entendió como una invitación – y contestó que no podía desvelarse mucho, asi que solo me acompañaría con una copa. Por dentro me reí, pues no era mi intención, sin embargo no me caía nada mal la compañía de una chica mientras tomaba mi copa, asi que sin mucho pensarlo nos fuimos a sentar al bar.

Como era ya costumbre, después de la segunda copa el alcohol comenzó a causar estragos en mi. Me olvidé por un momento de Delia y me di cuenta de que mi oportunidad estaba con Melissa, y que ella estaba ahí conmigo bebiendo entre risas casi a la media noche, asi que no había ninguna duda de sus intenciones conmigo. Mi gran debilidad por las aventuras amorosas hizo que la adrenalina recorriera mi cuerpo cuando pensé en la posibilidad de poder meter a Melissa a mi cama, asi que de estar completamente tranquilo con ella, comencé a portarme un tanto lanzado y hacerle comentarios que ya no eran tan normales. Las reacciones de Melissa no fueron muy favorables, pues podía notar que cada vez que yo le insinuaba algo de manera sutil, ella ponía un sonrisa falsa y miraba hacia otro lado.

Fue entonces cuando me sucedió lo que tantas veces me había pasado en mi vida: Los nervios y la sensación de que la situación se salía de mis manos me invadieron, y perdiendo completamente la sutileza, interrumpí la conversación para pedirle a Melissa que durmiera en mi habitación esa noche. Su reacción fue bastante sensata para la estupidez que acababa de cometer, pues simplemente se quedó callada unos segundos, y después me dijo que era hora de irnos, y que lo que acababa de decirle lo tomaría como un resbalón causado por el alcohol para no afectar nuestra relación de trabajo.

No pude ni siquiera disculparme con ella del coraje que sentía por dentro por haber sido tan imbécil, asi que simplemente me quedé sentado solo en el bar viendo como mi ejecutiva de cuenta y amiga se retiraba caminando muy rápido hacia el elevador. Durante toda la noche pensé en las consecuencias que mi acción tendría. Seguramente cuando llegó a su habitación ella le había comentado lo sucedido a Delia, y no solo perdería la oportunidad con ellas dos, sino que también tomaría una fama de pervertido entre las chicas de la empresa. No podía perdonarme a mi mismo, asi que solo esperaba el día siguiente para recibir las miradas de rechazo de todas ellas.

Para mi mala fortuna al siguiente día me topé de frente con Delia en uno de los pasillos durante una conferencia. Permanecí lo más tranquilo posible, pues no estaba seguro de que Melissa hubiera abierto la boca. Delia se acercó a mi y me saludó amablemente, cruzamos 4 o 5 palabras y luego se retiró. A pesar de no haber notado nada raro en su semblante, el miedo me hizo pensar que ya sabía y solo me había seguido la corriente.

Esa noche transcurrió tranquila, pues me encerré en mi habitación temprano para no encontrarme con nadie, y durante todo el día siguiente no me topé con las chicas en ningún momento.

Fue hasta la tercer noche en el hotel cuando tuve mi desafortunado encuentro con Melissa, y no había sido en compañía de nadie más, sino que para mi mala suerte, ella se había subido sola en el ascensor cuando yo me dirigía a mi habitación. Su cara fue de un completo susto cuando vio que dentro del ascensor iba solamente yo – incluso se detuvo un instante dudando si subir o no – pero mi reacción fue inmediata, y con una mirada de arrepentimiento le pedí que subiera por favor.

Entró sin mirarme y oprimió el botón del quinto piso. Mirando hacia el suelo y con la voz entrecortada le dije que por favor me disculpara por la otra noche, que el alcohol no me caía nada bien y que me hacía decir cosas que no sentía en realidad. Ella no giró su cabeza para verme, sin embargo cuando el elevador se detuvo en el piso 5, oprimió el botón para cerrar la puerta de nuevo y me dijo que deseaba hablar conmigo. El ascensor continuó hacia el octavo piso – donde estaba mi habitación – y ambos nos bajamos para de inmediato sentarnos en la sala de espera del pasillo.

No encontraba donde meter la cara de la vergüenza. Ella me miraba a los ojos y yo no podía sostenerle la mirada, y fue ella quien habló primero: ¿Así que nada de lo que dijiste lo piensas en realidad?, me preguntó. No supe que contestarle, asi que me limité a disculparme de nuevo y decirle que simplemente era un impulso de un hombre ante la compañía de una mujer guapa. Ella no contestó nada, se limitó a levantarse del sillón y caminar hacia el elevador. La miré de reojo y comencé a caminar por el pasillo dirigiendome a mi habitación sin mirar atrás. Dos metros antes de llegar a la puerta escuché pasos quedos tras de mi y me giré de inmediato.

Me quedé frío al ver aquello. Detrás de mi venía caminando Melissa. Se detuvo cuando yo lo hice y se quedó parada mirandome fijamente. No quería cometer ningún otro error, asi que simplemente le pregunté si quería seguir hablando al respecto, y ella me contestó que si, pero que entraramos en mi habitación. De plano no podía entender a esta chica; dos noches antes me rechazaba olímpicamente, un minuto atrás no me dirigía la mirada, y ahora quería entrar en mi habitación. Realmente estaba tan confundido que no sabía si entrando a mi habitación me arrancaría la ropa, o me golpearía como loca, asi que me limité a asentir con la cabeza y abrirle la puerta para dejarla entrar primero que yo.

Me quedé de pie mirando lo que ella hacía. Entró en la habitación, miró de un lado a otro como buscando algo, luego muy lentamente comenzó a caminar hasta el otro lado, se detuvo primero frente a la cama y tomó una carpeta que había dejado ahí, la puso en la mesa y luego caminó hasta la silla donde había colgado la camisa que había usado un día antes. Ella no había mirado hacia atrás para ver qué hacía yo, asi que simplemente tomó mi camisa, la llevó hasta su cara, y la olió. Yo seguía congelado viendola hurgar mis cosas. Muy lentamente ella se giró hasta quedar de frente a mi, y con una sonrisa en la boca me dijo: "Huele a la loción que cada viernes me hace soñar con lo prohibido". Tardé un par de segundos en relacionar lo que me decía, luego caí en el entendido de que era los viernes cuando yo pasaba a recoger material con ella y a darle los pagos pendientes. Sin quitar la sonrisa de la boca comenzó a caminar hacia la cama, luego tomó el control remoto, encendió la TV y se sentó en el borde de esta. Puso un canal de música y luego volteó a verme. Se quedó solo mirandome y sonriendo hasta que de su boca salieron las palabras que me dejarían más frío de lo que ya estaba:

"Pues aquí me tiene Ingeniero, olvidandome de mi matrimonio y mis valores al menos por un  rato"

Sentí un tremendo alivio al escuchar aquellas palabras. Sabía ya que no tendría problemas con mi comportamiento, asi que ahora solo tenía que cambiar mi actitud y aprovechar el momento.

Ante mis ojos y antes de que yo me moviera del lugar donde estaba parado. Aquella mujer menuda de estatura pero de formas pronunciadas se puso de pie y comenzó a contonearse lentamente al ritmo de la música. En otras condiciones ver un cuerpo asi bailando para mi no me hubiera representado excitación alguna, pero en aquella situación el solo hecho de verla moverse me comenzó a poner bastante caliente. Asi que sin emitir sonido alguno, tomé la silla más cercana a mi, y me senté a observarla.

Melissa comenzó a mover su cuerpo de manera bastante sensual. Se inclinaba un poco y hacía un movimiento de su pelvis de atrás a adelante que parecía estarme llamando a tomar sus grandes caderas y moverlas a mi ritmo. A través de su pantalón podía notar – como tantas veces antes – que usaba una pantie de esas que llaman "de abuelita" y que llegan hasta debajo de las nalgas. Por dentro pensaba que no era nada cercano a lo que podías ver en alguno de esos clubes desnudistas, pero mi cuerpo me pedía ver más y más cada vez. Asi que sin mucho pensarlo le dije en voz baja que se quitara la ropa para mi mientras bailaba.

La chica se sonrió y no paró de bailar. Unos segundos después se llevó las manos a los botones de la blusa y se puso de espaldas a mi. Muy lentamente – tanto que me desesperaba – comenzó a desabrocharse la blusa hasta dejarla caer al piso y mostrarme una espalda cubierta únicamente por el elástico de un bra color negro. Sin girar su cuerpo comenzó a desabrocharse el pantalón negro que llevaba puesto. Llevaba un pantalón muy ajustado, asi que tuvo que inlcinarse casi hasta el piso para poder bajarselo. Su pantie era efectivamente poco sensual, de color blanco y cubría por completo su abultado culo. Cuando se levantó de nuevo, la pantie le quedó completamente metida entre las nalgas mostrando por primera vez la forma exacta de su trasero.

Continuó bailando, pero en esta ocasión se giró poco a poco para quedar frente a mi. La miré de arriba abajo y noté el exceso de peso en su abdomen – que debo confesar que me pareció bastante sensual en ese momento – cuando mis ojos llegaron a su pecho noté que era más grande y atractivo visto de esa manera que lo que se le podía notar diariamente vistiendo sus blusas holgadas. A través del bra negro se veían claros un par de pezones de tamaño bastante grande que se mostraban tan erectos como mi pene comenzaba a ponerse. Mientras miraba su cuerpo ella comenzó a girarse de espaldas a mi nuevamente, luego se llevó las manos hasta el broche del bra y sacandoselo de los brazos en un movimiento bastante habilidoso lo dejó caer al suelo. Yo ya tenía una erección bastante fuerte, y no podía aguantarme las ganas de tocarme a mi mismo mientras la veía, asi que me limitaba a darle dos o tres jaloncitos a mi pene sobre el pantalón.

El movimiento que terminó por hacerme perder fue cuando se sacó la pantie. Al igual que con el pantalón comenzó a bajarselo lentamente mientras se iba inclinando al frente hasta quedar completamente agachada. La carnosidad de sus nalgas me resultaba muy atractiva, pues tanto mis exnovias como mi esposa eran mujeres delgadas, y no estaba acostumbrado a esos tamaños. Sin levantarse se llevó ambas manos al culo y con un movimiento rápido se abrió las nalgas mostrandome su ano y su vagina a plenitud durante un par de segundos. Yo me reventaba por dentro. Estaba perfectamente depilada del área, y tanto su culo como su vagina eran de un color rosado como el de la más perfecta modelo pornográfica que hubiese visto.

Se levantó entonces con un movimiento rápido y se giró de frente a mi. Pude ver como me miraba fijamente a los ojos con una mirada de lujuria que jamás había visto en ella. Bajé los ojos y me encontré con un par de grandes tetas con pezones rosados y respingados y una entrepierna perfectamente depilada y de labios prominentes. Me quería morir de la excitación que sentía. Parecía que mi pene ya no cabía en el ajustado pantalón que llevaba puesto, asi que mi primer reacción fue comenzar a desabrocharmelo rápidamente para sacarlo, pero al verla que caminó hacia mi, me detuve.

Se acercó hasta estar frente a mi. Me miró a los ojos y me preguntó si me había gustado lo que había hecho. Le contesté que si, que me había excitado muchísimo. Ella sonrió satisfecha y después me preguntó qué otra cosa podía hacer para mi. Aquello era increíble, mi esposa jamás había mostrado aquella disposición de complacerme con lo que yo quisiera, asi que sin mucho pensarlo le pedí a Melissa que se hincara frente a mi y desabrochara mis pantalones.

Ella obedeció, y sin que yo me levantara de mi silla se arrodilló a desabrocharme lentamente el pantalón, meter la mano por debajo de mi boxer, y entre forcejeos que incluso lograron lastimarme un poco, sacarme el pene. Se quedó quieta mirandolo mientras lo sostenía con su mano derecha. Yo la miré a los ojos y le pregunté si le gustaba. Ella me contestó que era exactamente como siempre se lo había imaginado. No quise esperar a que ella tomara la siguiente decisión, asi que de inmediato le dije en voz baja: "cómetelo". Ella se incorporó, y tomandolo también con su mano izquierda se lo llevó hasta su boca y lo metió lo más adentro que pudo propinandome una de las mejores mamadas que haya tenido en mi vida. Era claro que la chica no tenía mucha experiencia haciendo aquello, pues en ocasiones lo mordía o lo metía de más a su boca y le causaba ascos. Pero también era claro que estaba poniendo su máximo esfuerzo, pues lo lamía y chupaba tan rápido como sus movimientos se lo permitían, y con sus manos manoseaba mis bolas de una manera que me estaba poniendo ya bastante mal.

Al contrario de cómo mi esposa lo hacía, ella no paraba de mamar en ningún momento para dejarme descansar y evitar que le derramara mi líquido en su boca. Asi que tras algunos minutos empecé a sentir que me vendría dentro de ella, y comencé a hacer el intento por quitarla de ahí con mis manos… sin embargo ella se resistía. Cuando ya no aguanté más le dije en voz alta y agitada "¡Melissa ya!", pero al ver que mis palabras no causaron reacción en ella, dejé escapar el primero de los disparos de leche dentro de su boca. Jamás antes una mujer que no fuera una prostituta había hecho eso para mi. Melissa aguantó cada chorro en su boca y los tragó lo más rápido que pudo mientras con su mano apretaba fuertemente mi verga evitando que dejara salir toda la leche. Asi que entre el dolor que aquello me causó, y la excitación tan profunda que sentía, estuve dejando salir semen durante algunos segundos más, mientras ella con sus ojos cerrados tragaba cada gota hasta dejarme muerto sobre aquella silla.

Incliné mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos para descansar de tan tremenda descarga. Pude sentir como Melissa se puso de pie y se quedó frente a mi. Cuando abrí mis ojos ella me miraba con una sonrisa, y entonces entendí porqué lo había hecho, pues sentí la necesidad de corresponderle aquella sumisión y preguntarle qué podía hacer yo por ella. La chica me extendió sus manos para ayudarme a levantarme, luego me llevó lentamente hasta la cama y me pidió que me acostara boca arriba.

Me dejé caer en la cama todavía vestido y mirando el techo de mi habitación. Sentí cuando ella se subió a la cama y acomodando sus rodillas en cada uno de mis costados caminó por encima de mi hasta quedar sobre mi cara. Justo cuando me disponía a preguntarle qué intentaba, ella se acomodó con sus piernas abiertas sobre mi, y prácticamente se sentó en mi boca impidiendome incluso respirar. Intenté quitarla de encima de mi tomandola de sus caderas, pero ella se resistió nuevamente, y se limitó a mover su pelvis llenando mi cara de su líquido vaginal.

Entre mi esfuerzo por poder respirar bien abrí mi boca y comencé a comerme aquella húmeda y cálida vagina. Cuando sintió mi lengua ella lanzó un sonoro gemido y comenzó a moverse más rápido. No era mi posición favorita, pues yo prefería ver las partes de mi esposa mientras las comía, pero el escucharla gemir y sentir su carne cubriendo por completo mi cara me pareció una nueva y excitante experiencia que decidí aprovechar al máximo.

Mi boca se movía de atrás hacia delante de su raja, mi lengua entraba tanto como sus movimientos me lo permitían entre sus labios, y mis manos seguían haciendo lo posible por separarla un poco de mi para permitirme respirar. Poco a poco ella comenzó a moverse hacia arriba hasta que su culo quedó a la altura de mi boca y su vagina entre mi nariz y mis ojos. No era algo que normalmente hiciera yo, pero estaba tan excitado que comencé a lamerle el culo y a meter la lengua dentro de éste experimentando un sabor que no conocía, pero tampoco parecía desagradarme en ese momento. Ella no paraba de gemir y de moverse. Mi lengua no paraba de ir de su culo a su vagina y mi boca no paraba de mordisquerar sus labios y su vulva. Melissa se excitó tanto que estuvo a punto de ahogarme por completo, sobre todo en el momento final, pues el alivio del orgasmo la hizo soltar su cuerpo por completo sobre mi cara y cortarme la respiración. Aguanté mientras pude, y después con un movimiento desesperado comencé a empujarla indicandole que no podía respirar. Melissa soltó una ligera risa y después se quitó lentamente de encima de mi dejandome bastante agitado sobre la cama.

Descansé mirando de nuevo al techo de la habitación. Y antes de que pudiera preguntarle si había logrado satisfacerla, Melissa se aventó sobre mi y comenzó a besarme de la misma manera en que una chiquilla besa a su novio cuando recién comienzan. El beso me hizo experimentar algo que no había hecho esa noche. Sentí como si Melissa me besara con cariño, como si todo aquello no fuera solo una expresión de pasión y sexo desenfrenado. Me entregué al beso como pocas veces me había entregado en mi vida, y durante varios minutos nuestras lenguas jugaron una con otra como las de dos adolescentes que se encuentran atrás de la escuela para besarse.

Cuando aquel beso terminó nos miramos a los ojos. Tuve miedo, pues aquella mirada no fue de satisfacción sexual, sino de algo parecido al amor. Con una sonrisa en la boca y de manera bastante calmada, Melissa comenzó a quitarme la ropa para dejarme desnudo igual que ella. Luego se recostó en mi pecho, y mientras jugueteaba de una manera inocente con mi pene, me dio las gracias diciendome que ese había sido uno de los mejores momentos de su vida.

No sabía qué más seguía en aquella inusual noche. Melissa permanecía sin hablar jugando con mi flácido pene, hasta que unos segundos después lo puso erecto nuevamente. Aquella furiosa chica de unos minutos atrás, cambió su semblante por uno de timidez y con una vocecita similar a la que usaba cuando me saludaba por teléfono me dijo: "ya está listo el niño para seguir con la acción". Su comentario nos causó gracia a ambos, asi que me limité a contestarle que aquello apenas comenzaba. Ella me miró y me contestó que esa era la mejor noticia que había recibido en toda la noche.

Me levanté de la cama para sacar el paquete de condones que había comprado en el aeropuerto y saqué solamente uno. Ella me miró de arriba abajo mientras caminaba de regreso a la cama y luego me dijo que no me acostara, que me quedara de pie para verme un rato.

Me quedé de pie a un metro de la cama sin saber qué hacer con mis manos. Melissa permanecía recostada, y sus ojos me observaban de pies a cabeza. Logró ponerme bastante nervioso en tan solo unos segundos – tampoco estaba yo acostumbrado a que una mujer me mirara de esa manera, pues siempre me había considerado poco atractivo – Melissa terminó de recorrer mi cuerpo y cuando nuestras miradas se encontraron me dijo: "sabes, nunca son buenas las comparaciones, pero se cuánto le importa esto a los hombres asi que te lo voy a decir… tu pene es bastante grande comparado con el de mi marido". Me limité a sonreír – obviamente por dentro sentía una satisfacción enorme, porque fuera o no cierto lo que me había dicho, ésta chica sabía como hacer sentir bien a un hombre – Agradecí su comentario y comencé a acercarme a la cama para acostarme a un lado de ella.

Melissa no paraba de verme a los ojos y sonreír. Yo seguía estando bastante nervioso, asi que estiré mi mano para dejar el condón sobre el buró a un lado de la cama para esperar el siguiente paso. Ella siguió con la mirada mi movimiento, y después se incorporó caminando a gatas con su cuerpo sobre el mío para alcanzar el condón. Sus tetas pasaron sobre mi cara rozandome sus pezones. Mi reacción fue sacar la lengua para lamerlos mientras pasaban por ahí, mientras que ella lanzaba una ligera risa cuando la sentía. La chica tomó el condón y regresó a recostarse junto a mi. Luego me miró y en un movimiento rápido lo aventó para el piso lo más lejos que pudo. No supe que pensar al respecto, asi que me quedé callado. Ella se limitó a decirme: "hoy no".

Una vez más los cambios de ánimos de Melissa me sacaron de mis casillas. Me quedé recostado mirandola y esperando que me dijera que había sido una broma y que continuaríamos con nuestra noche de pasión, pero ella solamente me dijo que no podía despertar sospechas en su compañera de habitación, y que aún teníamos 3 noches más para nosotros. Mientras decía aquello se levantó de la cama y comenzó a vestirse dandome la espalda. Una vez que terminó, se acercó a mi y se despidió con un sencillo beso en la boca y salió de la habitación diciendome simplemente "hasta mañana".

Esperé unos segundos hasta que Melissa se hubiera alejado por el pasillo, y después agarré la almohada en donde ella estuvo recostada y la aventé tan fuerte como pude contra la pared. Sabía que aquello no podía ser bueno, pues o se había arrepentido, o me tendría comiendo de su mano los siguientes tres días antes de entregarse a mi.

Al día siguiente abrí los ojos alrededor de las 11 de la mañana. Había terminado de recorrer los stands de la exposición, asi que solamente me quedaba asistir a las conferencias, que eran todas por las tardes. Tomé un baño, me rasuré y me puse tanta loción como pude, pues sabía perfectamente que aquello le haría recordar a Melissa nuestro encuentro y tal vez decidirse a retomar lo que habíamos dejado pendiente. Comí en el restaurant del hotel, y alrededor de las 3 de la tarde salí para asistir a la única conferencia que me interesaba ese día.

No vi a Melissa ni en el camino al salón, ni en la conferencia, asi que me dispuse a poner atención a la plática y olvidarme por un par de horas de lo sucedido.

Cuando salí de la conferencia decidí dar una vuelta por la exposición con la esperanza de encontrarme con ella. Caminé durante 20 minutos, hasta que por fin a un par de pasillos de donde yo estaba, vi que Melissa conversaba con Delia y un tipo afuera de un stand de comida. – Había olvidado por completo que era Delia quien había estado en la mira antes de que Melissa la quitara del camino una noche antes, pero fue una muy sensual faldita que llevaba puesta quien me lo recordó cuando la vi – Me acerqué lo más que pude fingiendo ver el contenido de cada uno de los espacios publicitarios para que no notaran que iba hacia ellas. Cuando estuve a unos 3 metros de llegar, noté como Melissa me observaba de reojo mientras conversaba con aquel tipo que seguramente sería otro cliente de ella. Conforme me fui acercando no pude evitar comerme con la mirada a Delia, quien lucía realmente sensual ese día, y fue ella misma quien al verme llegar se volteó de frente a mi para saludarme con un beso. Saludé también a Melissa tratando de guardar al máximo las apariencias, y ella me presentó al tipo como un proveedor de sustratos flexibles. Como conocía del tema me involucré en la conversación rápidamente, y ahí estuvimos por espacio de unos 20 minutos más.

En ese momento lo único que cruzaba por mi cabeza era que tanto Delia como el tipo desaparecieran para llevarme a Melissa detrás de algún pasillo y hacerla mía. El tipo comenzó a dar señales de huída cuando cada 30 segundos miraba hacia otro lado como pensando en la excusa perfecta para zafarse de ahí, eso me permitió dar el primer paso y despedirme de ellas diciendo que tenía un poco de sed e iría a la fuente de sodas. Como era de esperarlo el tipo aprovechó el momento y se despidió también, Delia dijo que continuaría dando vueltas un rato más, y Melissa, inteligentemente, hizo la finta de que iría con Delia, y después se giró para decirme que mejor iría conmigo, pues también tenía algo de sed. Se despidió de Delia y le dijo que la vería en la habitación en un rato más.

Tenía que saber qué era lo que ella pensaba de la noche anterior, asi que sin mucho rodeo, esperé a que Delia se hubiera alejado lo suficiente y en voz muy baja le pregunté a Melissa si estaba arrepentida de lo que había sucedido. Ella solamente se sonrió y continuó caminando. Llegamos a la fuente de sodas, compramos un par de refrescos, y yo procuré caminar a la mesa más alejada para poder entablar una conversación con ella. Cuando apenas iba a comenzar a hablar de nuevo, ella hizo lo que acostumbraba hacer, y me interrumpió acercandose a mi y comenzando con lo que estoy seguro fue la conversación más caliente entre las millones de conversaciones que se desarrollaban en ese lugar en ese momento.

Me dijo: "Sabes qué me pasó en la conferencia de hoy? No supe ni siquiera de lo que hablaban. Porque durante las dos horas estuve pensando como se sentiría tener esa verga que anoche me comí dentro de mi. Hasta donde me llegaría, qué sentiría cuando me rozara por dentro mientras tu te mueves sobre mi, cómo tus bolas me golpearían por detrás mientras me bombeas. Muy mal Ingeniero, me dejó usted muy mal la noche anterior"

No tardé ni dos segundos en excitarme como loco y contestarle: "Yo no fui el que te dejé. Tu te fuiste dejandome completamente excitado, queriendo más de ese tremendo cuerpo que tienes Melissa. Me quedé con la sensación de tus pechos en mis manos, de tu entrepierna en mi boca, de tu lengua sobre mi pene. Me quedé toda la noche pensando como sería ir penetrandote poco a poco hasta que nuestras pelvis chocaran. Usted fue la que me dejó mal Licenciada."

¿En serio te gusta mi cuerpo?, me preguntó

No me gusta, le contesté, me vuelve loco. Me pone como un adolescente calenturiento que vio a su novia desnuda por primera vez. Yo no se si alguien te lo había dicho, y perdoname si soy grosero contigo, pero tienes un tremendo culo que me pone loco, tus nalgas quiero morderlas, pellizcarlas y molerlas a golpes mientras te lo hago.

Melissa subió un poco el volumen de su voz y me dijo: ¡Cállate ya!. No entiendes que me estás excitando aquí mismo, es lo que quieres verdad? ¿Quieres que corra en este momento a tu habitación y me arranque la ropa?. Me acerqué a ella y le dije en voz aun más baja: Eso no es lo que quiero Melissa. Lo que quiero es arrancarte la ropa en este mismo lugar y hacerte mía.

Parecía que había encontrado un punto débil en ésta chica, pues su respiración comenzó a agitarse demasiado, sus ojos miraban hacia todos lados y su mano le daba vueltas y vueltas al vaso de refresco que se estaba tomando. Yo la miraba fijamente a los ojos, sentía que tenía el control de la situación y que la tenía completamente excitada con mis palabras – a pesar de que por dentro era yo el que estaba como loco – Cuando iba a contestarme le di una sopa de su propio chocolate y la interrumpí: "Vamos a buscar un lugar en este momento". Me miró con una sonrisa en la boca y me dijo que estaba loco, que podíamos terminar en un escándalo o en la cárcel. Pero yo me limité a mantenerle la mirada y decirle con voz firme: "Vamos a buscar donde hacerlo inmediatamente".

Melissa comenzó a levantarse muy lentamente de la silla mientras con sus ojos miraba hacia todos lados como buscando desesperadamente un lugar para dejar salir la pasión, o bien alguien que la pudiera salvar de lo que estaba a punto de suceder. Comenzamos a caminar tranquilamente por los pasillos dirigiéndonos hacia las escaleras de salida, hasta que ubiqué una puerta de servicio que los expositores utilizaban para guardar sus pertenencias. La tomé del brazo y comencé a dirigirla hacia la puerta. Melissa se notaba bastante nerviosa, pues miraba de un lado a otro buscando que nadie nos observara. Yo me limité a acercarme a su oído y decirle: Actúa normal, mucha gente entra y sale por esta puerta.

Abrí la puerta de par en par y dejé que ella pasara primero. Y apenas me di cuenta de que el pasillo de servicio estaba solo y bajé mis dos manos dandole un tremendo agarrón en ambas nalgas. Melissa se estremeció y caminó más rápido. Durante todo el pasillo mis manos se pasearon por áreas prohibidas de su cuerpo buscando hacerlo de la manera más escondida posible. Melissa caminaba cada vez más aprisa, como si escapara de un agresor sexual. De pronto noté que había una puerta de acceso a una bodega con sillas y mesas y tomando a Melissa del brazo la jalé hacia dentro cerrando la puerta detrás de mi y atrancandola con el cerrojo.

Había muy poca luz en el lugar. A tientas localicé un par de mesas que estaban desplegadas e hice que Melissa se sentara sobre una de ellas. Un par de segundos después nos besabamos como locos y mis manos se paseaban por todo su cuerpo sin detenerse en ningún lugar específico. Ella mantenía sus manos sobre la mesa, ya que mi cuerpo la empujaba hacia atrás y temía caerse de espaldas. No teníamos mucho tiempo, el riesgo era demasiado, y yo estaba ya bastante caliente… asi que mientras la jalaba con una mano para bajarla de la mesa y ponerla de espaldas a mi, saqué de la bolsa de mi pantalón un condón y me lo puse en la bolsa de la camisa.

Cuando Melissa apenas había apoyado sus manos sobre la mesa, fui directamente al botón de su pantalón abrazandola sobre la cintura y lo desabroché. Ella continuaba respirando de una manera bastante agitada, pero me permitió que le bajara de un tajo el pantalón y la pantie hasta dejarla desnuda de la cintura para abajo frente a mi. Entre las prisas y la poca visibilidad me bajé el pantalón como pude y saqué el condón del paquete poniendomelo de inmediato. Tomé mi verga con la mano derecha, y con la izquierda busqué la vagina de Melissa a tientas para después penetrarla de un solo golpe y sin contemplaciones.

No fue una tarea difícil, pues la entrepierna de la chica estaba ya bastante húmeda. Apenas sintió como mi pene resbaló dentro de ella tan profundo como fue posible, y soltó un gemido de placer ahogado que debió durar al menos 10 segundos. La diferencia de estaturas no ayudaba mucho, yo tenía que mantener mis rodillas demasiado flexionadas para que mi verga no se saliera de dentro de ella, asi que poco a poco tomandola de las caderas la fui levantando hasta dejarla prácticamente con los pies en el aire y sostenida solamente con sus manos. La afiancé tan fuerte como pude de las caderas, y comencé a mover su cuerpo jalandolo hacia el mío con movimientos fuertes y rápidos. Melissa no paraba de gemir, aunque lo hacía prácticamente susurrando, pues temía que nos descubrieran. Mientras tanto yo continuaba bombeandola y golpeando mi cuerpo contra sus nalgas tan fuerte como mis brazos me lo permitían.

No tardé mucho en sentir la necesidad de venirme. Asi que disminuí la intensidad de mis movimientos e intenté concentrarme en no hacerlo. A ella pareció gustarle más de esa manera, pues sus gemidos se intensificaron durante los pocos minutos que pude aguantarme. Me era ya bastante difícil tratar de complacerla y esperar a que ella tuviera un orgasmo, pero para mi buena suerte, no tardó muchos segundos más hasta que escuché como sus gemidos se ahogaban en un grito silencioso y apretaba sus nalgas en señal de desahogo. Para mi fue un completo alivio, pues apenas sentí como su cuerpo comenzaba a contraerse y dejé escapar la leche para que terminara acumulada en el fondo del hule del condón.

Melissa cayó boca abajo sobre la mesa, y yo me salí de ella para caer sentado en la primer silla que pude ubicar en la obscuridad. Fueron tan solo un par de minutos los que estuvimos descansando sin hablar, y luego ambos nos levantamos para vestirnos lo más rápido posible. A como pudo se acercó a mi y me dijo que era un animal, luego soltó una carcajada y me preguntó como demonios saldríamos de ahí sin que nos vieran. Lo único que se me ocurrió fue tomar un par de sillas como si hubiera entrado por ellas, y asomarme al pasillo para ver que no hubiera nadie.

Con una seña le hice saber que el camino estaba libre, y ambos salimos caminando por el pasillo de servicio hasta la puerta. Ella salió primero, y un minuto después salí yo y la encontré de espaldas observando unos productos que no tenían nada que ver con nuestro negocio. Me acerqué a un lado de ella y después ambos nos fuimos caminando por el pasillo como si nada hubiera pasado hasta la salida del recinto.

Noté a Melissa un poco distante mientras caminabamos hacia el hotel – que estaba a un par de cuadras – cuando le pregunté qué le sucedía, ella me contestó que había disfrutado lo que habíamos hecho, pero que se sentía sucia por la manera en que había pasado. – No pude evitar pensar que de cualquier manera lo que hacíamos era bastante sucio, pues ambos éramos casados – Intenté tranquilizarla diciendole que había sido un arrebato por la calentura que traíamos, pero que bien se compensaba con la maravillosa noche que habíamos tenido un día antes. Ella pareció quedar contenta con mi comentario, aunque el resto del camino fuimos en silencio hasta despedirnos en el lobby del hotel para ir cada uno a asearnos a su habitación.

Quise salir esa noche para ver si la encontraba en el restaurant del hotel, pero de alguna manera el hecho de haberla penetrado ya, me hacía sentir satisfecho, como si hubiera cumplido una meta y estuviera ahora tranquilo conmigo mismo – la pregunta que me hacía en ese momento era si ella se sentiría igual que yo – Terminé de tomar un baño, me puse ropa deportiva, y salí para comprar cigarrillos en la tienda que estaba en la entrada al hotel. Revisé con la mirada el restaurant cuando pasé frente a él, pero no ubiqué si en alguna de las mesas estaba mi compañera de aventuras, asi que regresé a mi habitación, esperé a que dieran las 11 de la noche, y me acosté a dormir.

Al siguiente día - el úlitmo en que yo estaría en la ciudad pues debía regresar a mi trabajo - me levanté bastante tarde, incluso me perdí de una de las conferencias más importantes de la semana, asi que en las escazas 3 horas que tenía antes de tener que irme al aeropuerto me fui a la exposición a buscar a Melissa para ver si podíamos despedirnos dignamente, pero nunca la encontré.

Regresé al hotel para preparar mi salida, y mientras estaba en la recepción me encontré con José Luis, quien me preguntó si ya me iba pues esa noche darían una cena especial a los mejores clientes, y a la cual yo estaría invitado. Me disculpé con él diciéndole que debía regresar pues tenía un proyecto que cumplir para finales de semana y nos despedimos de mano.

Esa noche llegué a casa, y después de tener una tremenda sesión de sexo con mi esposa motivada por el recuerdo de mi proveedora, bajé para checar mis correos.

Cuando abrí la bandeja de entrada, me encontré con un correo de Melissa que decía: "Lástima que tuviste que irte, pero tenemos más tiempo que vida para ponernos al corriente". Me quedé helado cuando lo leí. Todo el tiempo pensé que aquello habría sido un encuentro aprovechando estar lejos de casa, pero por lo que se veía, Melissa estaba dispuesta a continuar con esta historia en terrenos más peligrosos.