Melisa (8): Salvavidas.
Pensándolo bien, la imagen de Fabricio como soltero atormentado por la lujuria es muy interesante...
Desde que había empezado a comparar a Marco y a Fabricio, Melisa se enteró que algo estaba cambiando en sus sentimientos, de todas formas calló, no pudo decir algo sobre ese tema, y siguió quedándose en la cabaña, pasó la primer semana sin que lo que aquella noche se repitiera, no era porque no quisieran, de hecho los dos se morían de ganas en las noches y al menos melisa conoció allí los beneficios de liberar la ansiedad en la ducha y lo mágico de sus dedos, aunque no tenía el mismo efecto que las caricias de ese hombre, al menos podía pasar el día sin estar atormentándose con los recuerdos que la excitaban, cosa que a Fabricio cada vez le funcionaba menos, el verdadero problema era que melisa estaba de paso por su vida, tardó algo de tiempo en darse cuenta que más que protegerla a ella, se protegía a sí mismo.
Se dio cuenta una tarde que los instintos se desenfrenaron, con lo poco de cordura que aún le quedaba salió de la casa a buscar un burdel o una esquina de putas, el problema, fue que resultó peor, nada le satisfacía, ni siquiera llegó a la cama cuando había dejado a la chica botada…
Cuando regresó Meli miraba una película, él se sentó al otro lado del sofá como evitando acercarse a ella, Melisa dejó de prestarle atención a la película, notó su incomodidad y también que algo no cuadraba con su postura, en realidad Fabricio trataba de esconder su erección inútilmente, Melisa se sintió como una guarra, cuando miró la bragueta y se le hiso agua la boca, el momento fue incómodo para los dos, Melisa se percató de que era observada mientras miraba el paquete de Fabricio, era demasiado tarde, los dos estaban completamente expuestos… pero el premio a la niñería de la noche se lo llevó ella cuando se enrojeció por completo…
_ ¿Q… que miras tú? – al tiempo que se levantaba y casi corriendo se dirigió a su cuarto para encerrarse.
El cuarto de huéspedes no tenía su propio baño, y el único que tenía baño completo era el segundo piso, la entrada era solo por el cuarto de Fabricio, esto dificultaba que dejaran de pensar en cosas pervertidas, de hecho, cada día Fabricio se contenía menos, Solo bastaba que Fabricio escuchara la regadera para que los ánimos se calentaran, Melisa había ganado en experiencia, sabía cuándo Fabricio tenía ganas y también sabía qué ademanes de ella eran las gotas que derramaban el vaso, se dejó el cabello húmedo y se secó el cuerpo, entre la ropa que Fabricio le había comprado estaba un camisón de esos de seda bastante sexys, era irónico que lo haya hecho si quería alearse de esos pensamientos pero Melisa ya estaba acostumbrada a la incongruencia de sus acciones, sobre todo al hecho de que el todo el tiempo dijera “aléjate, no me tomaré la molestia de protegerte” pero siempre la estaba cuidando.
Esa última noche ella quería sentirse astuta, quería que él y ella se fueran con algún gusto, aunque realmente el hecho de que fuera su última noche en esa casa solo fue una suposición, ella quería que él dejara de contenerse, estaba preparada para dejarlo ir cuando llegara el momento, realmente ese hombre no pertenecía a una casa con una familia ni a un matrimonio, ella no se lo podía imaginar sin esa libertad que había hecho de él ese hombre que la enloquecía, por eso, esa noche pensó en decirle las cosas tal cual las sentía. Salió de la dicha sin esconder sus atributos como otras noches, y claro no faltó el reclamo de Fabricio que sonaba a amenaza.
_ ¿En qué demonios piensas saliendo así de la ducha?
El rostro me melisa sonó irónico y burlón, bastante irreverente a comparación con otras veces…
_ Cuando lo vi dentro de la bolsa me dio la impresión de que querías verme lo puesto…
_ Estúpida mujer… ¿quieres ser violada?
_ ¡haaajajajajajajaaa! … que violador más complaciente que hasta brinda una cartilla de riesgos antes de follar! – dijo recordando lo de una semana atrás, ella se quedó callada, más que el impulso o el pudor, la detuvo la mirada de Fabricio, esta vez estaba más que fúrico, estaba completamente iracundo, se notaba que quería estrangularla… sintió que había ido demasiado lejos pero ya era tarde, como un toro se abalanzó sobre ella, aunque todo terminó por causarle una extraña sensación entre el miedo y el placer que después no la dejó parar… seguía carcajeándose maliciosamente mientras Fabricio la sometía en la cama él también quedó cegado por esa lujuria, el camisón se rompió de un tirante y dejó una marca en la piel de Melisa, una marca roja que ardía casi tanto como sus sexos, intencionalmente melisa intentaba liberarse solo para ser contenida con más fuerza, cuando dejó de reírse Fabricio sin quitarle en camisón metió bajo su falda los dedos entre las bragas, y la tocó con poco tacto, si, melisa sentía dolor pero no le era desagradable del todo, solo pudo escuchar en su oído con esa voz que se inmiscuía en cada rincón de su tímpano.
_ Seguramente esto es lo que quieres ¿no es así?...
_ Si no vas a terminar será mejor que no empieces imbécil – Hasta melisa se sorprendió de esas palabras, esa parte de ella que estaba despertando la hacía decir cosas obscuras, con segundas intenciones, sintió que si no cerraba la boca diría cosas aún más lascivas y se mordió los labios para no hablar o decir algo.
Sin embargo Fabricio ya no tenía intención de luchar contra esa parte que ya conocía muy bien sobre sí mismo, realmente no era que le hiciera gracia tratarla como a las otras mujeres que había tenido, pero pensó que quizá si la hacía llorar podría alejarla, quizá era un pretexto, la confusión persistía, con la única diferencia de que Melisa de algún modo se sentía cambiada, no otra, solo cambiada, como si ese algo desatado ahora fuera un torrente imposible de contener como una presa que se rompe; sintió como sus bragas salieron con fuerza, Fabricio miró como otra marca roja marcaba donde se había ceñido el elástico volvió a meter su mano entre las piernas pero esta vez por detrás, para reducir los bruscos movimientos de esa mano Melisa trataba de levantar su cadera apoyándose en las rodillas, los entre cortados gemidos que parecían no diferenciarse del placer y el dolor melisa ya no podía articular una sola palabra, a diferencia de la malicia de Fabricio que aún podía hablar.
_ si quieres ser tratada como una puta te haré entender lo que eso significa.
Sin siquiera darle un indicio la embistió, sonaron dos pujidos simultáneos, entonces la mano que sostenía sus brazos en la espalda se soltó para inmiscuirse de nuevo entre el camisón y tocarla lascivamente los senos, ese placentero dolor casi la hace perder la conciencia, sentía que en cada embestida una parte de ella se caía, sintió una mano que le abría la quijada, ese truco ya lo conocía, ella instintivamente lo hiso sin escuchar que Fabricio le ordenaba que lo lamiera, solo un cálculo le falló, no sintió la saliva en sus pezones, el dedo penetró su ano, esto solo provocó que el placer la drogara más de lo debido, estaba en una línea muerta, sus ojos se perdían, como si hubieran caído en lo más profundo de esa obscuridad de la que tanto temía él, cuando Fabricio notó esto no pudo terminar, se espantó, pensó que había hecho algo horrible, y se separó de ella, para sentarse en la cama completamente apesadumbrado, eso había cruzado la línea, no por protocolo o por que fuera trabajo, sino porque Melisa no sabía qué tan ínfima era la moral con la que había aprendido a hacer esas cosas, porque encima de todo Melisa no sabía que había estado al borde de un profundo abismo, que por poco se salvó de tocar el fondo y encontrar la parte más negra y triste de la existencia de Fabricio.
Cuando los ojos de Melisa al fin se abrieron Fabricio impulsivamente la abrazó sin parar de decir “perdóname”… “perdóname por favor”…
Melisa sentía como si algo le hubiera exprimido las fuerzas, sentía como si hubiera alcanzado a percibir el cielo y el infierno juntos, solo pudo llevar sus brazos a la espalda de Fabricio en la medida que le permitía el fuerte abrazo, él no lloraba, pero estaba nervioso y frágil, algo que le hiso comprender a Meli que estuvo equivocada todo el tiempo, ese hombre estuvo con muchas mujeres, pero ella no era una más, aunque aún no sabía si era por despecho o por amor, sentía que ese momento, la forma en que había tomado su cuerpo, todo aquello él hubiera preferido no hacerlo, entonces quiso comprender, pero primero tenía que aliviarlo, después de todo ella ya había llegado al punto en que lo único que deseaba era tenerlo así, sentir que él le pertenecía aunque fuera solo cuando él se permitía perder la conciencia… alcanzó su cabello corto y crespo, metió sus dedos entre las fibras acariciando como si sostuviera a un niño sobre su pecho…
_ Shhhh… está bien… estoy bien… no estuvo mal… ¿lo ves?... estoy bien… estoy bien…
La táctica funcionó, poco a poco Fabricio se tranquilizó y se quedó dormido, no supo cómo terminaron enredados de una extraña forma en la cama, pero los dos durmieron placenteramente, más Melisa, la primera noche que no la mantenían despierta los deseos como si fueran pesadillas igual Fabricio aún quería pensar las cosas, después de todo tenía que regresar a la realidad tarde o temprano. Fabricio se levantó antes que ella, sin ducharse se echó encima la ropa y salió no sin antes mirar por última vez a Meli tumbada en la cama en verdad prefería estar mirándola pero tenía algo más que hacer, en ese momento.
Melisa despertó al escuchar el coche arrancar, intentó levantarse de la cama pero se sentía agotada, se moría de ganas de sentirse abrazada por él, se acurrucó en las cobijas, pensó “¿a dónde iría?” una y otra vez se repetía esa pregunta como si quisiera acallar la respuesta, después de todo intuía lo que había salido a hacer, estaba preparada para dejarlo ir si era necesario, pero aún temía perder su persona, sentía que después de todo Fabricio representaba una faceta de ella que solo ese hombre podía ver.
Fabricio echó un vistazo a los rumbos de Meli para cerciorarse que todo estuviera en orden, eran cerca de las 8:00 am, de la casa donde habitaba Meli salió una oven con el cabello despeinado y el maquillaje mal retirado, con un vestido de fiesta desaliñado y sus tacones en mano, seguramente ese niñato estaba intentado ahogar el recuerdo de melisa, si, hablamos de Marco, miró la casa con notable ironía, negó como intentado decirle a Marco “me das pena hombre estúpido” y arrancó el coche para ir a ver el Bar Luna, encontró uno de los cuidadores de un bar vecino y le preguntó sobre el Luna, había estado funcionando normal mente, pero a Simental nadie le había visto desde la noche en que se llevaron a Meli, anduvo por aquí y por allá reuniendo información hasta que se dio la hora del ensayo, entonces se dio cuenta que las chicas del elenco empezaron a llegar, abordó a una de ellas con el cuento de “busco trabajo, ¿con quién hay que hablar?”. Fue inútil, nadie sabía, Simental se había ocultado bien, o lo habían desaparecido bien, era cuestión de tiempo, que se diera cuenta cuando lo seguía un coche extraño, se paró en otro bar para hacer la misma pregunta, el plan funcionó, los que lo seguían desistieron, se dio cuenta que parecía sospechoso, esperar sería inútil, si mantenían vigilado el Bar significaba que ellos también estaban buscando a Simental, ahora era una carrera contra ellos, había muchas dudas, ¿por mucha información que tuviera Simental sobre su mafia, no era confidencial o un problema para que siguieran con tanto ahínco a ese hombre, debía haber algo más, incluso el hecho que Melisa hubiera terminado involucrada en eso podía no ser solo un asunto de simple tratado de blancas, debería ser algo más, después de todo si de algo estaba seguro desde que trabajaba en ese mundo era que todos mienten o esconden algo.