Melinda, infiel por decreto (el mecánico 3)

Mi madurito amante mecánico, trajo para darme le gusto a su amigo Paco, el mirón.

Melinda infiel por decreto. (El mecánico y Paco, el mirón de su amigo)

Mis encuentros calientes con el mecánico se hicieron casi cotidianos, empezamos a vernos una vez por semana, luego lunes, miércoles y viernes, eran encuentros de puro sexo, no parábamos de coger y de chuparnos. El mecánico estaba descuidando mucho a su esposa por darme sexo a mi, un día me lo confesó..., su esposa le recriminaba que ya ni siquiera la miraba.

-Es que tú Melinda, me dejas seco, después de un encuentro contigo ya no puedo tener más erecciones, me dejas muerto, pero, eso sí, muy feliz, ya no me atrae mi esposa, ni ninguna mujer, solo tú.

-Me coges muy bien, por eso te pido cada vez más.

-A mi esposa le dije que tengo problemas con los empleados, no se que excusa poner ya.

-Bueno, no seas perezoso, debes darle una alegría cada tanto, o te pondrá los cuernos.

-Es que no me importa que me ponga los cuernos, si por cogerte a tí, ella me pondrá los cuernos, pues que me los ponga, no me importa, yo me reservo todo para mi niña bonita y putita.

Mientras me relataba esto, yo estaba sentada desnuda sobre su pene ya caído, después de darme una terrible cogida, en su oficina, con la puerta y ventana cerradas, para que ninguno de los empleados del taller viniera a molestar, todos ellos sabían que cuando entraba en esa oficina era para que don Carlos me cogiera, a mi no me importaba nada, al contrario me excitaba más saber que esos hombres estaban con sus vergas duras apenas me veían entrar al taller.

Le pasé mi lengua por toda su regordeta cara, mientras le preguntaba.

-¿Y, para cuándo?

-¿De qué hablas niña?

-Te hice un pedido, y no me has dado con el gusto aún.

-¿Cuál pedido?

-Te dije que me encantaría que mientras nos cogemos, nos chupamos, quería que alguien nos mirara, y tú ni te acuerdas ya de eso.

-No lo he olvidado, es que soy un poquitín celoso, eres mia!, no quiero compartirte.

-Tú sabes que me compartes, te he contado que tengo novio, y un amante casado.

-Lo se, pero no los veo cuando te cogen, ojos que no ven...

Mientras le refregaba mis tetas, con los pezones erectos y casi morados de las chupadas que me había dado. Los apoyaba sobre su boca, su frente, yo lo besaba con la boca bien abierta, le daba mi lengua que pocos minutos antes le había chupado toda su lechita rica.

-Me encantaría eso, si no lo hago contigo me buscaré otro que me de con el gusto. Sabes que me sobran admiradores.

-¿Por qué deseas eso Melinda?, cuéntame

-Mira una cosa, una vez al volver a mi casa antes de tiempo, la vi a mi madre cogiendo desaforadamente con el jardinero, los espiaba detrás del sillón, y me excitaba mucho ver eso, y quiero hacerlo, quiero ver que se siente.

-Tú sabías lo de tu madre?

-Si, ¿acaso tú sabes algo de mi madre?, cuéntame, se que es una puta, jajaja, si lo ha hecho hasta con mi abuelo. Los he visto montones de veces, ella se la chupaba al abuelo, lo volvía loco, y yo los espiaba detrás de la puerta, del sillón, jaja, nunca me descubrieron, me excitaba tanto viéndola que al final me tenía que ir masturbar.

-Pues si, tu madre es de ese tipo de mujeres...digamos calenturientas.

-Si quieres volver a cogerme, cuéntame todo lo que sabes, no diré nada, no lo he hecho hasta ahora, ya no lo haré más, será un secreto que me llevaré a la tumba.

En su cara se reflejaba la duda.

-Anda ya, cuéntame, o te juro que no me coges más.

-Bueno mi nena, ella vino hace unos meses con tu padre, yo estaba aquí en la oficina con un gran amigo mío, se vieron, y se gustaron por la forma en que se miraban, mi amigo Paco, me pidió el teléfono de tu madre, quedó fascinado con ella.

-¿Y, qué más sabes?, dímelo ya o..., ya sabes lo que pasará.

-Al principio me negué, pues tu padre es un gran cliente, no quería problemas, insistió tanto que me convenció, le di el número de teléfono, el de la casa tuya, él la llamó, le dijo que era el amigo del mecánico, que yo le había dado el teléfono porque él quería verla a solas, y bueno, después me contó que se encontraron, salieron y hasta el día de hoy son amantes.

-Mira la perra de mi madre, sigue con sus correrías la muy puta.

-Ásí es, pero yo no te cambio por ella, tú eres 20 años más joven y más puta.

Me pasó su lengua por ambos pezones, y sus manos por el culito, que estaba lleno de su leche, estábamos en el relax que viene después de tener sexo, el mecánico me atrapaba con el sexo y luego con sus conversaciones interesantes.

Fue en ese momento que se me ocurrió.

-Anda, busca a Paco, quiero que él nos mire mientras nos hacemos esas cositas ricas, ¿si?, vamos anda, llámalo ya, invítalo para esta noche a tomar unas copas, y yo me reúno después con ustedes, anda, vamos!

Me puse de rodillas, abrí sus piernas, tomé su pene dormido y lo llevé a mi boca, mientras le decía:

-Si no lo haces, ya sabes, no me ves más, eso te lo juro, ¡vamos, llámalo!

Como un corderito llamó a su amigo Paco, después de los saludos pertinentes, lo invitó a tomar unas copas a un pub cerca del puerto, quedaron en encontrarse a las nueve de la noche. Mientras hablaba le lamía la verga, que ya estaba empezando a ponerse dura.

Cuando cortó, solté su instrumento.

-Ok, nos vemos a esa hora en el pub.

-Melinda, niña, ven, no me dejes así, mira como estoy.

-Te aguantas hasta esta noche, te quiero bien potente, llegaré a los quince minutos, mientras tanto le cuentas lo que quieres hacer, prepara el terreno, cuando llegue vemos que hacemos.

Mientras le hablaba me iba poniendo el uniforme del colegio, una vez lista, me puse en puntas de pie, lo besé en plena boca, y salí corriendo.

Cerca de la hora pactada llegué al pub, la luz era tenue, busqué al mecánico con la mirada y lo encontré en una mesa al lado de la ventana, estaba con su amigo Paco, el que se cogía a mi madre.

Para la ocasión me bahía puesto un mini vestido negro que apenas tapaba mi trasero, era bien ajustado, altos zapatos negros, y medias negras que llegaban a la mitad de mis muslos, mi minúscula braga era roja, de puntillas y el corpiño haciendo juego.

Me acerqué al mecánico, los dos caballeros se levantaron y corrieron mi silla.

-Buenas noches Melinda, estás hermosa con ese vestido negro y tus largos cabellos rubios sueltos. –dijo el mecánico.

-Nunca pensé que tenías una amiguita tan hermosa y tan joven joven. –dijo Paco, extendiendo su mano a modo de presentación.

-¿Qué vas a tomar Melinda?

-Una gaseosa, soy menor de 18, por unos pocos días.

-Es verdad, en una semana cumples los 18. Te haremos una fiesta privada, si tú lo permites, niña. –Agregó el mecánico, con una sonrisa lasciva.

-Espero que los tres nos llevemos muy bien. Sería una buena idea recibir un agasajo de ustedes dos. –Y bajé mis ojos, coqueta y sensualmente, mientras una sonrisa pícara se dibujaba en mis carnosos y húmedos labios.

-Te llenaremos de regalos. –Agregó el mecánico.

Paco, el amigo del mecánico, y amante de mi madre, era un hombre de unos 55 años, en realidad, 54, después me lo confesó, era muy alto y erguido, había perdido algunos cabellos, así que su frente era imponente, su cabello era totalmente blanco, olía exquisitamente, tenía una mirada pervertida y una boca húmeda, lujuriosa, la cual imaginaba debía hacerle de todo a la vulva de mi madre.

Estaba pasado en kilos, sin ser obeso, era un hombre grueso, pero atractivo, tenía la belleza que da la lujuria, mi lujuria, para ser más exacta.

Me sentí atraída por su cuerpo grueso y su boca de viejo pervertido, imaginaba las maravillas que haría con esas manos y esos labios gruesos, me llamó la atención su boca de labios carnosos, siempre los mojaba con su lengua, mientras pasaba su lengua por los labios, sus ojos iban directos a mi escote, era un gesto de viejo vicioso, me empecé a mojar, casi ni le prestaba atención al mecánico, mi coño se estaba calentando con ese hombre, pero debía disimular, pues el mecánico se pondría celoso y lo que menos quería en esos momentos era una escena de celos, me comportaría como la novia joven del mecánico, ya habría tiempo para dedicarle a Paco.

-Así que eres la hija menor de Mónica. –Preguntó Paco.

-Así es, y tú eres el amigo de mi madre.

-Tu madre es una bellísima mujer, pero tú la superas Melinda, eres más alta, mucho más voluptuosa y lógicamente, mucho más joven. -Me piropeaba Paco.

-Mi madre me parió a los veintidós años, cuando yo tenga esa edad, ella ya tendrá cuarenta y dos. Pero yo a los veintitantos, no tendré marido aún, no quisiera estar casada a esa edad, y mucho menos con críos.

-Veo que la tienes muy clara Melinda. –Agregó con una sonrisa acariciadora Paco.

-Pues si, quiero disfrutar al máximo mi juventud.

-Melinda en la nevera de mi apartamento tengo champagne que se está enfriando, allí dejas de ser menor, para nosotros eres toda una mujer, (y qué mujer, Diosito!), podrás beber lo que quieras, ¿quieres que vayamos para allá? –El que invitaba era Paco.

Seguramente en ese apartamento se cogía a mi madre, eso me calentó la conchita, de solo pensarlo ya me mojaba.

-Me parece una idea excelente, muero por una copa de champagne.

Los tres fuimos caminando hacia el auto del mecánico, don Carlos, abrió la puerta de adelante, me tomó de la cintura y me atrajo hacia él, me apoyó contra el auto y me besó descaradamente, yo abrí mis labios y recibí su beso, frente a mi estaba Paco, mientras le daba mi lengua al mecánico, lo miraba descaradamente a Paco, deseando que esa boca que me comía a besos fuera la de él.

Paco, se mojaba los labios con su lengua perversa, y yo moría de lujuria y calentura.

Paco, que se relamía viendo como nos besábamos su amigo y yo.

El mecánico abrió la puerta delantera, y me ayudó a sentarme, Paco, se sentó en la parte de atrás, el mecánico puso el rodado en marcha, y nos dirigimos hacia el apartamento de Paco.

Al sentarme mi mini vestido se levantó dejando al aire mis largas y torneadas piernas, los ojos de don Carlos quedaron prendidos en mis medias negras, lo abracé cariñosa, pasé mi brazo por su nuca y me pegué a su lado, dejé que mi vestido siguiera subiendo, se veían partes de mi piel blanca que contrastaba con las medias negras.

Me senté muy pegadita al mecánico, puse mi brazo alrededor de su cuello, acariciaba su nuca, le daba besitos cariñosos en su oreja, le lamía el lóbulo de su oído, de reojo lo veía a Paco, de sus ojos salían destellos de fuego.

El mecánico puso el rodado en marcha, con mi mano libre acariciaba su pene ya erecto y despierto, forcejee un poco su cinturón y pude desabrochar su pantalón, su verga saltó y la encerré en mi puño, comencé a masturbarlo suave, muy suave, el mecánico se retorcía de placer.

En ese momento sentí la lengua de Paco, que recorría mi brazo apoyado en la nuca de don Carlos, su lengua tenía la forma de una pala gruesa, por momentos la ponía en punta y por momentos entera, mi brazo quedó húmedo de su saliva, sentí una ola de calor inmensa, me gustaba Paco, más que el mecánico, ya había cogido lo suficiente con él, ya sabía todo lo que me haría, en cambio Paco, era lo nuevo, era algo muy interesante para descubrir

Al parar en el semáforo en rojo, bajé mi cabeza a buscar la polla del mecánico, abrí mis labios, y apenas los apoyé, sacando mi lengua empecé a bordear toda la punta de su verga, de reojo lo veía a Paco, que con su lengua seguía lamiendo y lamiendo mi brazo, abrí los dedos de mi mano y a tientas busqué su boca, Paco entendió lo que buscaba, y me fue chupando los dedos de mi mano uno por uno.

En ese estado llegamos a la puerta del apartamento de Paco.

Paco vivía en un décimo piso, subimos al ascensor los tres, el mecánico me apoyó contra la pared del ascensor, y comenzó a lamerme por sobre el vestido, se agachó, al llegar a mi entrepierna, levantó mi vestido hasta la cintura, me dio vuelta y mostrándole mi trasero a Paco, le decía:

-Mira que trasero rico que tiene Melinda.

Mi trasero estaba totalmente al aire, pues mi braga era minúscula, entre los dos me acariciaron las nalgas perfectas y duras.

-Mira Paco, estas nalgas fuertes y tersas, sin una arruga, son un derroche de juventud. --¡Qué rica estás por Dios!, para comerte entera, nenita. Decía Paco.

El ascensor se abría dentro del apartamento de Paco, era una sala muy limpia y ordenada, con amplios ventanales que dejaban ver parte de la ciudad, Paco prendió las luces y se iluminó la sala, fue a los ventanales y corrió las cortinas.

Fue a un mueble sacó tres copas, luego trajo el champagne helado y nos sirvió a cada uno una copa, bebí de un trago la mitad de lo servido, el alcohol me ponía más cachonda, y esos dos vejetes, con sus barrigas algo abultadas, me alimentaban las ganas de ser deseada por ellos.

Sabía que con mi juventud, mis hormonas calientes, los volvería locos de pasión y me harían cositas ricas entre los dos, o por separado, pero de lo que sí estaba segura era de que quería ser más puta que mi madre y quitarle la lechita a su amante, esa era mi meta, quería que me diera más a mi que a ella y se lo iba a sacar, mi madre se tendría que buscar otro amante, porque a Paco me lo dejaba para mi, y no le iban a quedar fuerzas para cogerse a la hija y a la madre.

Estos pensamientos daban vueltas en mi cabecita loca y me excitaba, me ponía más puta aún.

Paco puso música suave, bajó un poco las luces de la sala.

-Vamos Melinda, bailarías para nosotros?.

Era el mecánico el que pedía. –Muéstrale a Paco lo bella que eres, niña.

Bebí el resto de champagne que quedaba en mi copa, y Paco me sirvió más.

Al compás de la música lenta movía mis caderas para adelante y para atrás de la forma más sensual que los que me leen se puedan imaginar.

Mis caderas se movían lentamente, como las de una odalisca, pausadamente, sin dejar de moverme, fui levantando mi vestido, al llegar a la cintura, me puse de espaldas, levantando los brazos hacia arriba.

Les mostraba mi trasero rico, era un bamboleo sensual y lento, luego así como estaba me agaché quedando en cuatro patas, como una perra, seguí con mis movimientos sexis.

Los dos hombres estaban sentados en el sillón, por momentos silbaban, me decían oleeee!, oleee!. Por momentos aplaudían ante semejante maravilla casi desnuda.

Poco a poco me fui levantando, me puse frente a ellos, me acercaba al mecánico y le daba un terrible beso en la boca, con mi otra mano acariciaba los encantadores labios de Paco, los dos estaban erectos, pero aún vestidos.

El mecánico me atrapó de la cintura y me sentó arriba de él, poco a poco me fui saliendo, le di mi copa vacía a Paco, para que me sirviera más, cuando tuve mi copa llena nuevamente, tomé unos sorbos, sin dejar de moverme y que ellos me siguieran contemplando.

Mientras bailaba, me fui quitando el vestido y se lo di a Paco.

-Toma Paco, es tu trofeo.

Paco lo tomó y le pasó la lengua de punta a punta. Lo besaba como si fueran mis carnes.

Quedé con las bragas y sostén rojo, medias negras a mitad de los muslos, que resaltaban sobre mi blanca piel. Mis cabellos caían como una cascada por mi espalda, estaban algo desordenados, era un baile impúdico para elevar cualquier polla en ese momento.

Seguí con mi ritmo lento y provocador, bajé los breteles de mi corpiño a mitad de mis brazos.

-Anda putita, quítate ese corpiño, muéstrale a Paco la maravilla de tus senos.

Me acerqué a don Carlos, lo volví a besar, le pasé mi lengua por toda su cara, a Paco mi trasero le quedaba pegado casi en su cara, sus manos me lo empezaron a acariciar, me retiré nuevamente, me paré frente a ellos y quité mi corpiño, lo tiré sobre la mesa, mis jóvenes y pródigos senos saltaron hacia fuera, los tomé con mis manos, y comencé a tocarme los pezones, que pocas horas antes el mecánico había estado chupando con deleite.

Me acerqué a mi amante mecánico, se los refregué por toda la cara, con su mano me tomó un seno y lo llevó a su boca, comenzó a besarlos desmedidamente, su lengua la pasaba por los bordes, haciendo que mis pezones se pusieran más duros de lo que estaban.

Primero lo hizo con uno, luego con otro.

Su boca, me comía los senos, y su mano, bajaba mi tanguita, me la fue quitando totalmente, y quedé completamente desnuda, mi único atuendo eran mis medias negras y mis altos zapatos agujas.

Su boca fue bajando hasta mi cueva húmeda, me tomó de las caderas, y metió su cabeza entre mis piernas, yo estaba parada con mi conchita dentro de su boca, y con mis manos acariciaba la cabeza y la cara de Paco.

Los ojos de Paco recorrían mi cuerpo con ansias de poseerme, pero yo no le daba lugar a que lo hiciera y por el momento no lo iba a dejar que me poseyera, lo iba a dejar calentar mucho, yo sólo quería que por ahora presenciara como me cogía y lamía el mecánico, la idea era esa, quizás en otro momento…, lo dejara, pero por el momento no, solo quería calentarlo con mi cuerpo mucho más joven y voluptuoso que el de mi madre, mi intención era que me comparara con ella, y por lógica que se calentara conmigo.

El mecánico tomó entre sus labios mi clítoris, y lo magreaba con su lengua intensamente, mis espasmos y suspiros anunciaron mi primera corrida.

El mecánico tragó mis jugos vaginales, su boca estaba empapada y le di un beso arrastrando mis jugos a mi boca, el mecánico se quitó los pantalones, y me pidió que me sentara sobre su verga enorme y dura, sumisamente me fui sentando lentamente, sintiendo poco a poco como me penetraba hondamente.

Paco sentado al lado, sacó su pene, duro como una roca, y comenzó a masturbarse, cuando vi su verga entendí porque mi madre era su amante, era una polla gruesa, la más gruesa que había visto hasta ese momento, aunque era muy joven había visto vergas a montones, ya lo saben ustedes amigos, lo que más me gusta en la vida es tragarme pollas de diferentes hombres, y me había tragado varias, muchas, pero ninguna tenía ese grosor, sin ser muy larga, lo que llamaba la atención era su espesor, y ya sabía que me la iba a comer en algún momento de mi vida

Me estaba cogiendo yo al mecánico, lo montaba, y le movía mis caderas para adelante, atrás, a un costado, al otro, me encantaba coger así, mientras sus dedos me rozaban el clítoris, su boca me succionaba los pezones, tuve una corrida y luego otra, pedía y pedía, Paco, se masturbaba lento, disfrutando de la cogida que me daba el mecánico.

Después de correrme dos veces seguidas, don Carlos me hizo poner las rodillas en el sillón y me puso en cuatro patitas, su cara se perdió entre mis nalgas, las abrió, y empezó a lamerme el ano, su lengua se metió dentro de mi ano, la sacaba y ponía sus dedos, me fue dilatando de a poco, Paco, por momentos dejaba de masturbarse para no eyacular y seguir disfrutando de lo que veía.

Cuando mi ano estuvo suficientemente dilatado, don Carlos me penetró, apenas hasta la mitad de su verga, yo arquee mi cuerpo, mis tetas quedaron expuestas a la vista de Paco, que con su mano libre las acariciaba, al fin la verga del mecánico se estrelló contra mis nalgas, sintiendo sus huevos en la puerta de mi culito, quedamos abotonados como los perros.

-¡Ahhh, qué rica verga me está culeando!, dámela todita, dámela.

El mecánico me arremetió sin piedad, tomado de mis caderas me cogía por el culo como nunca antes.

-¡Qué rico, qué rico!!, dame, dame verga por el culo, asi, asi, aaaahh!

El mecánico, me la daba con fervor, Paco, se masturbaba con una mano, y con la otra me tocaba el clítoris, entre los dos me hicieron estallar en una nueva corrida.

Después de mi corrida, el mecánico sacó su instrumento más que duro, de mi culito y lo llevó a mi boca, me había sentado en el sillón, y me puso su verga en la boca.

-Muéstrale a Paco, como te la tragas, como la chupas puta de mierda!, zorra asquerosa!

Esas palabras me incentivaban a ser la más despreciable puta del planeta.

Me la tragué hasta la garganta, Paco ya no soportaba más y eyaculó, su leche caliente cayó parte en mis cabellos, otro poco en mi cara, mientras me tragaba toda la lechita de mi macho, el mecánico.

-Me encantó que vieras como el mecánico y yo nos cogemos, le dije a Paco.

-Fue un placer Melinda, pero deberíamos cogerte y chuparte entre los dos. Soy humano!, piedad de mi, por favor!

-No, dijo el mecánico, ella es mía, solo yo me la cojo.

Miré a Paco y con disimulo le guiñé un ojo, dándole a entender que ya me cogería él también.

-Se ha hecho tarde Melinda, Vamos, ponte tu ropa y te llevo a tu casa.

-Ok.

Sin decir palabra, me cambié y el mecánico y yo nos fuimos, ya en el auto, me dijo.

-¿La pasaste bien Melinda?, te has quedado conforme?

-La pasé muy rico, cada día me coges mejor, y si nos miran me gusta más aún.

-A mi no me gusta, lo he hecho para darte con el gusto, quiero que seas solo mía.

-Ya sabes que eso es imposible, eres viejo, yo aún no he cumplido los 18 años, ¿cómo pretendes que sea solo tuya?.

-Mientras estemos juntos pido eso, nena.

Llegamos a la puerta de mi casa.

Nos abrazamos y besamos ardientemente, el mecánico reclinó el asiento del auto, y me dijo:

-Quiero mamarte la conchita de nuevo, ¿me dejas, putita?

Por toda respuesta, bajé mis bragas y me puse en posición para que me chupara como solo él sabía hacerlo.

Me chupó apenas un rato, y me corrí, es que lo hace tan rico, que me hace correr en segundos con su lengua.

Luego nos seguimos besando por un buen rato más y nos despedimos, hasta la próxima.

Entré al edificio donde vivía, el mecánico esperó que estuviera dentro y se fue para su casa.

Mientras esperaba el ascensor, ví una sombra a mi lado, me asusté.

-No te asustes Melinda, soy Paco.

-¿Pero cómo entraste aquí?, me has dado un lindo susto.

-¿Acaso no sabes que soy amigo de tu madre?, vine con una excusa para que abriera la puerta, hablamos dos palabras, y me quedé aquí esperándote, mientras el mecánico te besaba y te gozaba en su auto, lo vi todo.

-Bueno, pero qué quieres ahora? Ya me voy a dormir.

-No mi tesorito, tú no vas a dormir nada, ahora te vienes conmigo, me calentaste, me provocaste, pusiste tu trasero en mi cara, ¿qué piensas qué soy de plástico?. Te quiero coger ya, así que te vienes a mi apartamento. La pasarás muy bien, nena, ni te imaginas las cosa que puede hacer mi lengua y mi pene, ¡vamos, ven!

Mientras me hablaba me arrinconaba contra la pared. Me tomó entre sus brazos y comenzó a besarme, con esa boca que ya les conté que me volvía loca, su lengua y la mía se encontraron hasta hacerse una sola, sus manos me acariciaban.

-¿Vamos?

-Con gusto.

Subí en su auto y nos fuimos a su apartamento. Mientras el mecánico se creía que yo ya estaba calentita en mi cama, en realidad no estaba muy equivocado, estaba calentita, muy calentita, pero en otra cama.

Pero esa es otra historia que les seguiré contando si ustedes lo desean, espero por favor me lo hagan saber. Un beso a todos.

Melinda.