Melinda, infiel por decreto (2)

Mi debilidad por los hombres mayores, tiene su explicación...

Hasta las cenas eran aburridas con mi marido, estábamos cenando, mi esposo mientras comía, revisaba el borrador de un nuevo contrato, le dije que debía hacerlo en su oficina y con una sonrisa inocua, me contestó que era imposible, pues estaba desbordado de trabajo, y no le quedaba tiempo.

Yo me sentía muy relajada, los viejitos entre los dos, me habían hecho tener muchos orgasmos a lo largo de la jornada laboral, desde que les daba y pedía sexo, los dos eran los primeros en llegar, y nos íbamos los tres bastante más tarde de lo habitual.

Mi esposo estaba enfrascado en su "fabuloso" contrato, mientras cenábamos, no podía dejar de pensar en mis viejitos..., mmmmm, ¡cómo me habían cogido!. Me dolían los pezones, me los habían sobado los dos con delicia, los tenía duros y parados, mi conchita, ardía de tanta verga recibida a lo largo del día, ya estaba empezando a humedecerse con esos pensamientos.

Al terminar la jornada todos los días volvía a casa, llena de leche, mordiscos, lamidas, con la vagina chupada, manoseada y penetrada por ellos, en muchas ocasiones a lo largo del día, y muy bien cogida, pues me llevaban a la parte de atrás del comercio me hacían de todo entre los dos, yo me dejaba hacer lo que quisieran cualquier, guarrada.

A veces se turnaban, mientras uno atendía a los clientes, yo atrás con el otro, cogiéndonos y chupándonos, después de dejarme bien pero bien follada, venía el otro y me daba más sexo, sobre la mesa, en la alfombra, en el baño, sobre el fregadero, en cualquier parte.

Al mediodía se cerraba por una o dos horas para almorzar, y eso sí que era una fiesta fantástica, porque nos íbamos los tres a la pequeña cocina y ahí si que me daban entre los dos.

Esa era la hora del día favorita, tenía a los dos vejetes a mi disposición, mmmmm, ¡qué rico sentir sus dos lenguas transitando por todo mi cuerpo, mientras cuatro manos, estimulaban mis zonas erógenas, mmmmm, ¡qué puta soy!

Este mediodía, poco antes de cerrar la tienda, don Cosme me llevó a la cocina, (mientras don Antonio terminaba de atender a unos extranjeros), se sentó en la silla, sacó su pene duro como una roca, y me lo mostró.

-Mira Melinda, mira, está esperándote para darte placer, mira putita, es todo tuyo.

Me desnudé completamente, dejando como único atuendo mis altos zapatos agujas.

Así desnuda como estaba me paré delante de él, don Cosme seguía acariciando su pene, cada vez se iba poniendo más grande y duro. Puse mis tetas sobre su cara.

-¿Te gustan mis tetas?

-Me vuelven loco.

-Entonces que esperas?, chúpalas.Vamos hombre, que estoy muy caliente.

Don Cosme abrió grande su boca, se metió una de mis tetas dentro de la boca, con sus labios mordía uno de mis pezones, luego lo hacía con el otro.

Suavemente quité mis tetas de su boca, me puse de puntillas entre sus piernas y froté mi vagina por su cara, con la punta de su nariz friccionaba mi clítoris, lo tomé de la nuca y empujé para seguir frotando mi clítoris en su naríz, froté y volví a frotar, ,hasta que me corrí en su cara.

Él seguía sentado con su verga dura, después de mi corrida en su rostro, en menos de un segundo, lo monté dándole la espalda, metí su verga dura hasta el fondo, y comencé con un movimiento lento y sensual, subía y bajaba, disfrutando cada milímetro de su polla, él tomado de mis senos, con su larga lengua, recorría toda mi espalda, con dos dedos empezó a frotar mi clítoris.

-Ahhhh, mmmmmm, siiiii, así papito, así, qué rico me coges, mmmm, me voy a correr con tus dedos y tu polla adorable.

-Siiii!!, putita, goza!, goza, que te lleno de leche.

-Ahhhhh, ahhhhh, qué lindooo!!, ahhhh!!!!.

Mientras me corría como una perra, entró don Antonio, se sacó los pantalones, su miembro ya había crecido lo suficiente, mientras se acercaba, con su pija en la mano, tomó mi cabeza y la empujó un poco para atrás y me puso su gordotota polla en la boca, comencé a chupársela enterita, me la tragaba toda y la sacaba y la volvía a tragar.

-¡Perra, qué bien la chupas, me estás volviendo loco, estoy perdiendo la razón!.-Susurraba, don Antonio.

Sacó su pedazo de carne de mi boca, se agachó, separó mis rodillas, y puso su cabeza calva entre mis piernas, yo seguía con la pija de don Cosme dentro de mi conchita de puta, bien abierta de piernas, recibiendo esa verga dura, mientras la lengua de don Antonio comenzó a jugar con mi clítoris inflamado y húmedo, me daba lengüetazos ininterrumpidos, su lengua comenzó a moverse bordeando todo mi clítoris, sin parar un segundo, mi respiración estaba agitada, suspiraba de tanto placer que me estaban dando entre los dos y tuve un orgasmo, y otro, que le mojó toda la cara de mis fluidos.

La verga de don Antonio seguía dura, la volvió a meter en mi boca.

-

¡Chúpala yegua!, ¡chúpala como las mejores!.

Como soy una mujer muy obediente, se la chupé como las mejores, se la chupé tanto que su semen se desparramó en mi boca bien abierta para recibir ese líquido viscoso y tibio, que tragué, saboreándolo como el mejor champagne añejo.

Don Cosme, me hizo poner de pie, mi tremendo culo quedó frente a su cara, abrió mis nalgas y comenzó a besarme el ano, su lengua iba transitando desde mi vagina húmeda hasta llegar al agujerito querido, comenzó a dilatarlo con sus dedos, metía uno, luego dos, yo jadeaba y suspiraba mis pezones duros se los ofrecí a don Antonio, los empezó a chupar y a manosear con ambas manos.

-¿Te gusta perra lo que te hacemos?.

-¡Sí, siiii, quiero más, mucho más!.

-Putita, tendrás lo que quieras, lo que quieras y todas las veces que lo pidas, puta, puta!.

Don Cosme me tomó de las caderas y tumbó medio cuerpo mío sobre la mesa, siguió dilatando mi ano, y me fue penetrando de a poco, sentía como esa verga dura entraba, de a poco hasta llegar al final, quedé enculada por el viejo, don Cosme, me daba y daba, don Antonio miraba incrédulo, le gustaba ver como gozaba y disfrutaba con las cosas ricas que ellos me hacían y yo me dejaba hacer.

Don Antonio se acariciaba el pene, su mirada lujuriosa recorría todo mi cuerpo, veía como su hermano me penetraba por atrás, y eso lo calentaba, lo impulsaba a ponerse erecto nuevamente.

Me frotaba el pene, no muy erguido aún por la cara, los cabellos, mientras me susurraba.

-¡Qué pedazo de puta, nos cargamos hermano!

-La muy puta quiere que le den, como sea y dónde sea.

Yo estaba perdida de calentura, pedía y pedía verga.

-Toma mi verga zorra, elévala como tú sola sabes hacerlo.

Metió su verga aún sin la consistencia necesaria para una penetración, en mis labios, abrí mi boca, ya me encargaría yo de darle una buena mamada, para lograr que volviera a estar dura, le pasaba mi lengua de punta a punta, con mis manos le acariciaba los testículos, su polla de a poco fue creciendo dentro de mi boca, comenzó con un movimiento de mete y saca dentro de mi boca, que en poco tiempo ya la tenía lista de nuevo para darme placer.

-¡Ahhh, asiii, perra puta, así y te cojo de nuevo!

Nos acomodamos los tres, don Antonio se acostó en la alfombra, me senté sobre su pene, lo enterré hasta el fondo de mi vagina, saqué mi culito rico hacia afuera, Don Cosme se adueñó de mi ano, a don Antonio como lo tenía delante le pasaba la lengua por todo su pecho, le metía mi lengua en su boca abierta, sacaba mi lengua y se la pasaba por todo el pecho, le mordía con mis labios las tetillas.

Don Antonio y don Cosme tenían las carnes flojas y arrugadas debido a su edad, pero tenían las vergas grandes y duras, que en definitiva era lo que a mi me interesaba, me daban placer, el placer que nunca tuve con mi marido, muchísimo más joven que ellos.

Formamos un sándwich perfecto, nuestros suspiros y gemidos se mezclaron, entre los dos me cogían, uno de adelante, el otro de atras, me lamían entre los dos.

-Ahhhh!, qué delicia, quiero follar así, toda la vida!.

-Si puta, eres muy pero muy puta.

Mis dos agujeritos quedaron llenos de leche, tibia, y rica.

Estaba tan concentrada en mis pensamientos que me sobresaltó el sonido del teléfono, mi conchita estaba toda mojada por mis reflexiones sobre el día lleno de lujuria que tuve.

Cansinamente levanté el tubo del teléfono, era don Cosme, para recordarme que mañana sábado debía pasar a buscar por el hotel a dos clientes, para llevarlos a ver la tienda de antigüedades.

-Es muy importante, putita mía, que estos clientes sean bien atendidos, Antonio, su familia y yo como sabes estamos de boda, y debemos salir de la ciudad.

-No se preocupe don Cosme, los llevaré a almorzar, y a recorrer la ciudad.

-Lo sé preciosa, lamento tanto no poder estar ahí, de paso te tocaría las tetitas esas que chupé tanto hoy.

-Si, por supuesto.

-Tu marido ¿está cerca?

-Así es.

-No importa, total no me escucha.

-Claro, don Cosme.

-¿Sabes, putita?, ¡tengo el pene duro entre mis manos y lo estoy acariciando!

-Me alegro mucho, don Cosme.

-Está duro y grande como te gusta a tí.

Mi corazón empezó a latir más fuerte, una ola de calor invadió todo mi cuerpo, entre mis recuerdos del dia sexual que tuvimos y escuchar su voz cálida y entrecortada por la calentura, comencé a excitarme y a querer verga nuevamente.

-Ahhh!, no me diga eso, don Cosme.

-Si, putita, ya estarías sentada arriba mío y yo dándote para que tengas, guardes y regales.

-Jajaja!, qué ocurrente.

Me senté en el sillón, crucé mis piernas fuertemente.

-Si estuvieras aquí, ya te estaría chupando esa conchita, te pasaría la lengua, mucho rato, hasta hacerte correr varias veces.

-Mmmmmmmm, por favor!, por el rabillo del ojo, observaba a mi marido, que ni se había enterado que yo estaba en el teléfono.

-¿Te gustaría eso?.

-Me encantaría.

-¿Puedo ir a tu casa con alguna excusa?.

-¿Cómo cuál?

-Y..., podría ir a llevarte unos folletos, para que le entregues mañana a nuestros clientes.

-Me parece una excelente idea.

-Ok, espérame, llego en minutos.

Me acerqué a mi esposo y le dije.

-Era don Cosme, llamó para avisarme que me traerá unos folletos para los clientes.

-A esta hora?

-Si, mañana sale de viaje temprano. Voy a preparar café para invitarlo.

-Ok, tú no te enojas si yo me voy a dormir?, dile al viejo ese que me fui a dormir porque tuve un día agotador, que es una realidad.

-Está bien querido, acuéstate tranquilo.

Mi esposo se retiró al entrepiso, donde estaba nuestra habitación, jaja, me dejaba el campo libre.

Levanté la mesa, fui a la cocina a preparar café, luego fui al baño, me quité la tanguita y el corpiño para hacer todo más fácil.

Tenía puesta una mini que apenas tapaba mi trasero y mis senos sueltos, bajo la blusa.

Sonó el timbre, abrí la puerta e invité a pasar a la sala a don Cosme.

-¿Tu esposo?

-Se acostó más temprano, tuvo un día agotador, pero no creo que como el mío y el tuyo, jaja.

-Jajaja, es verdad, mira que eres puta nena, me susurró por lo bajo.

-Voy a la cocina por café.

-Te ayudo.

Fuimos hacia la cocina, puse a calentar el café, don Cosme se paró detrás mió, apoyando su mano en mi cadera, me levanté la mini, apoyé mi culito desnudo en su bulto, tomé su mano y la llevé directa a mi conchita, que ya ardía.

-Mmmmmmmm, perra!, estás preparada.

-Así es, me calentaste mucho por teléfono.

Su dedo jugaba con mi clítoris, mientras mi conchita se inundaba de flujos.

-Quiero que te corras muchas veces, quiero penetrarte, me calientas mucho Melinda.

Sacó su pene y me lo ensartó en la vagina por atrás, comenzó a moverse lentamente, entraba y salía, yo tenía mis manos apoyadas en la cocina, con una de sus manos acariciaba mis senos, con la otra, mientras me cogía, me estimulaba el clítoris, cogíamos parados, mis piernas bien abiertas, mi culito hacia afuera, mi posición de ramera, favorecían el mete y saca, mete y saca, mi orgasmo silencioso no tardó en llegar. Cuando terminé con mi corrida, se quedó quieto, sentía como su verga latía dentro mío.

Sacó su pene duro y me pidió que se lo chupara.

Me acerqué hasta la puerta que daba a la sala, desde ahi podía ver mi habitación sin ser vista por mi marido, en caso que se le ocurriera bajar a tomar un café.

Se paró con el pene duro frente a mi, le llevé a mi boca, ahora me cogía nuevamente, pero por la boca, me devoraba esa verga la succionaba, la chupaba, le besaba los huevos, sus pelos acariciaban mis labios.

-Ahhh!!!, ahhhh, y derramó toda su leche en mi boca, su semen llegó a mi garganta, lo tragué y lentamente fui subiendo, le di un beso en la boca.

Le decía en su oído.

-Quiero más, no me alcanza esto, quiero más.

-Melinda, tengo 70 años, no puedo tan rápido.

-Tienes lengua, hazme algo, quiero correrme, me buscaste, pues ahora te aguantas. Me das más, como sea, quiero correrme.

-Si putita, si, lo que quieras, pero aquí estoy un poco nervioso, mira si viene tu esposo.

-Ok, bajaré contigo a asegurarme que la puerta principal quede bien cerrada.

En el elevador comenzó a besarme apasionadamente, paré el elevador en el entrepiso.

-Quiero correrme, ya.

Abrí mis piernas, levanté mi falda, y le ofrecí mi conchita.

Se sentó en el piso del elevador, y yo me senté sobre su boca, para que me succionara la vagina, estuvo lamiéndome, succionando y chupando mi clítoris, esa posición le permitía meterme los dedos en el ano, mientras me lamía sin parar, me metía dos dedos en el agujerito.

Mmmmmmm, qué manera de gozar!, tuve tres o cuatro corridas sentada en su boca.

Por eso mi debilidad son los viejos, nadie como ellos para darte una buena mamada en la vagina, saben mover la lengua, en que lugar ponerla, la suben la bajan, a mi personalmente es lo que más me calienta, la mamada de un viejo, alimenta mi líbido y mi morbo.

Nos despedimos en la puerta del edificio, con un beso rápido, al día siguiente tenía mucho trabajo, debía ir a buscar a los dos clientes al hotel, y casualmente, eran dos señores mayores.

Si quieren saber qué pasó, tendrán que leer mi próximo relato.

Gracias por leerme, espero sus comentarios y que me digan si les interesa como sigue esta historia.