Mejores amigos

Un movimiento en el sofá me hizo abrir los ojos para describir una polla delante de mí. Marcos se había despertado y ante el panorama que se encontró no pudo más que unirse debido a la excitación que se había apoderado de él. Mirándole a los ojos me llevé su polla a la boca, deleitándome con su sabor y su grosor.

  • Bueno chicos, una semana más y nos abrimos al mundo. -Dijo Sergio llenando las copas de vino.

  • Sí tío, parece que fue ayer cuando nos conocimos en preescolar... -Los ojos de Marcos empezaron a empañarse.

  • Vamos tío, no te pongas así, seguiremos manteniendo el contacto y recuerda lo que hemos dicho: cada año, por estas fechas nos venimos al pueblo a pasar dos semanitas. -Intenté animarle mientras le acercaba su copa.

  • ¡Exacto! Anímate y no seas tan mariquita Marcos, a ver si nos vas a confundir a Dani...

  • Ya te gustaría que te tirara los trastos Sergio. -Le dije guiñándole un ojo.

  • ¡De verdad tíos! -Exclamo Marcos mientras se levantaba- hay veces que pienso que entre vosotros hay algo, tanta broma y tanto tonteo hostia.

  • No estarás celoso, ¿verdad Marquitos? -Le dije mientras le pegaba una palma da en el culo.

  • ¡Oye! No juegues con eso que tú eres muy peligroso.

-

Jajajaja

, ¡estáis colgados chicos! Venga, vamos a buscar la cena al restaurante que ya debe estar lista.

Así éramos nosotros, el Trio Calatrava como nos habían llamado desde pequeños.

Teníamos ya 22 años y estábamos a punto de acabar las carreras y nos disponíamos a viajar cada uno al extranjero en busca de nuevas posibilidades de trabajo. Desde que nos conocimos con tres años habíamos sido inseparables hasta el punto de que nuestras familias veraneaban juntas, compartíamos todo: confidencias, bromas, problemas, juegos... Y ahí estábamos, dispuestos a pasar nuestra última noche juntos.

Una vez en la calle nos dirigimos al coche y como siempre Sergio y Marcos hicieron una carrera para ver quien se ponía en el asiento del copiloto; y es que había cosas que no cambiaban con el paso del tiempo. Mientras me dirigía a hacia el coche les observaba forcejeando ante la puerta de entra al vehículo. Les tenía más que vistos, pero intentaba captar todo lo que pudiese de ellos antes de separarnos para iniciar nuestra nueva vida.

Sergio era y había sido siempre el alma del grupo, era el que planteaba las ideas más locas y el que siempre nos metía en líos, el que nos defendía y el que nos animaba hasta que conseguíamos nuestra meta; era también el ligón del grupo. Con una personalidad atrayente, un toque de chulería y una habilidad innata para ligar no había chica que se le resistiera. Si a esto le sumaban un físico trabajado a base de muchas horas de gimnasio y una cara bonita tenías una bomba de relojería irresistible para el sexo femenino.

Marcos por el contrario era el más calmado de los tres en todos los aspectos, siempre procuraba no meterse en líos y era la voz de la razón en nuestras andaduras. De estatura media y complexión normal había conquistado, sin ser un Don Juan, a la que desde hacía siete años era su novia.

Y por último yo, Dani, que era el equilibrio de la balanza. Siendo siempre el más callado y sumiso, por así decirlo, me dejaba llevar por ambos aprendiendo de sus formas de ser, empapándome de esas ganas de vivir la vida de Sergio y de esa mente fría de Marcos, mediando entre ambas fuerzas y haciendo llegar siempre a consenso nuestras decisiones. En cuanto a mi aspecto era de lo más normal; alto, de piel clara y pelo castaño era como decían mis dos amigos "un bomboncito mal aprovechado" ya que nunca hacía caso a ninguna de las chicas que me venían a conocer no que intentaban enterarme, cosa que ellos nunca entendieron hasta que hace cuatro años le dije que era gay.

Su reacción no fue para nada decepcionante, Sergio empezó a reírse diciendo que menos mal que era eso, ya que temía que me hubiese vuelto asexual; por su parte Marcos me expresó su alegría y apoyo por haber dado el paso de contárselo y haber confiado en ellos.

Así que ahí estábamos celebrando nuestra última cena, habíamos ido a un restaurante del pueblo donde siempre íbamos a comer y éramos clientes VIP como nos decía la dueña. Después de cenar empezamos a recordar viejos tiempos y a beber para así intentar mitigar la nostalgia prematura a la separación.

Cuando nos dimos cuenta Marcos se había quedado dormido, en parte por efecto de la bebida, en su sillón dejándonos a Sergio y a mi hablando solos.

  • Oye tío, ¿te puedo hacer una pregunta? - Me dijo Sergio mientras se rellenaba la copa con alguna de sus famosas mezclas.

  • Claro, ¿desde cuándo has de pedir permiso para preguntarme nada?

  • Verás, siempre he tenido curiosidad respecto a algo... ¿Cómo es follar con un tío?

La pregunta me dejó anonadado, por un momento temí que el alcohol me hubiese jugado una mala pasada, pero no.

  • Bueno, pues no

se

, imagino que como follar con una tía... No tengo con que compararlo.

  • ¿Pero no es raro eso de tener un tío ahí arrodillado entre las piernas o soplándote la nuca? No

se

, no soy capaz de imaginármelo.

  • ¡De verdad Sergio, que prontos más raros te entran tío!

Jajajaja

. Pues te podría hacer yo la misma pregunta: ¿no es raro tener una tía ahí arrodillada entre las piernas?

  • Hombre, pero eso es diferente...

  • Para nada, es lo mismo. ¿Has visto alguna vez alguna película gay?

  • Hombre pues claro, por curiosidad... - Su respuesta me dejó descolocado y a la vez, para mi sorpresa, me excitó.

  • Por eso te lo pido a ti, siempre te he visto con tíos desde que nos contaste que eras gay y pues no sé...

  • ¿Hasta qué punto sientes curiosidad Sergio? ¿Quieres que veamos una juntos?

  • ¿Qué? ¿Ahora? No se tío... - Le conocía bien, a pesar de dudar la curiosidad le podía. - ¿Pero

qué hacemos con Marcos si se despierta?

  • No se despertará hasta de aquí un buen rato, sabes cómo es cuando bebe.

  • Bueno, vale... Pero nada de cosas raras, una película normal.

  • ¿Pero tú que te crees que veo yo? - Le dije mientras me levantaba a poner alguna de las que tenía guardadas en el ordenador.

  • A saber, con los raro que eres...

  • ¡

Jajajaja

, que cabrón! Venga va, esta que es de uno de mis actores preferidos. Oye, las manos quietecitas, no te emociones y me vayas a tocar.

  • ¡Ya te gustaría! -Me dijo riendo.

Me levanté a apagar la luz y puse la película. La situación era de lo más rara y excitante; estaba con uno de mis mejor amigos,

heterazo

hasta no poder más, viendo una porno gay.

La película comenzó y, como es reseña en este género, la acción no tardó en llegar.

El asunto enseguida se empezó a caldear y no sabía si era por la temporada que llevaba sin follar o bien por la situación en la que me

encontraba

pero enseguida me empalmé y, sin poder evitarlo, empecé a tocarme. Mi sorpresa llegó cuando al cabo de unos minutos empecé a escuchar suspiros a mi lado, giré la cabeza y, aun a sabiendas de lo que me iba a encontrar no pude evitar sino excitarme más. Sergio estaba ahí, con el pantalón y los calzoncillos bajados y masturbándose suavemente. Si bien anteriormente les había visto la polla a ambos, pues nos habíamos bañado muchas veces en el mar desnudos, nunca se las había visto empalmada y ahora empezaba a comprender el porqué del éxito de Sergio con las chicas. Sin ser excesivamente grande tenía un tamaño nada despreciable, con unos enormes huevos colgando.

Concentrado como estaba en la visión que ante mí se alzaba no me percaté de que él me estaba mirando, y al alzar la cabeza nuestras miradas se cruzaron. No

se

si fue el alcohol, lo que vi en su mirada o quizá una mezcla de

ambas

pero en ese momento estire mi mano y, apartándole la suya, empecé a masturbarle. Poco a poco

él

fue estirando la suya para empezar a masajearme, también, mi polla. Después de un momento mirándonos nos acomodamos más cerca el uno del otro y nos dispusimos a seguir con la película mientras nos masturbábamos el uno al otro.

Pero no era suficiente para

, a pesar de mi tranquilidad siempre había disfrutado del sexo más que nada anteponiéndolo a casi cualquier situación por lo que me fui inclinando hacia su mástil repleto de vena, y echándole un último visitado a su cara empecé a trabajar en ese miembro.

Pegándole pequeños lametones y besos, hice que un temblor recorriese su cuerpo y la piel se le pusiese de gallina, su postura se relajó dejándose resbalar en el sofá, por mi parte me coloqué entre sus piernas después de haberle quitado los zapatos y la ropa inferior.

Una vez en aquella situación me dispuse a darle todo el placer que fuese necesario en su primera experiencia, dedicándome a darle lustre a aquella polla que nunca antes había catado la boca de ningún hombre. Si bien ya sabía que me costaría métemela en la boca no pensé que me sería tan difícil.

Durante un buen rato magreé y engullí sus huevos, chupé, lamí y

zambombeé

aquella polla que por momentos me volvía loco, hasta que cuando su respiración empezó a volverse agitada me cogió la cabeza y me la apartó.

  • ¿Qué pasa, no te gusta? - Pregunte temeroso de haber hecho algo que hiciera acabar aquella aventura.

  • No, para nada tío, es la mejor mamada que me han dado en nunca, pero quiero probar

yo...

Ante tal confesión no pude sino despojarse de mi ropa y sentarme en el sofá con las piernas abiertas.

  • Todo tuyo.

Él, tímido, se quitó lentamente la camiseta y se arrodilló entre mis piernas. Con vergüenza y, lo que parecía, devoción me cogió la polla y empezó a masturbarme poco a poco, y aún más despacio empezó a acercar la boca a la polla, chupando primero la punta como el inexperto que era. Cerrando los ojos recosté la cabeza en el respaldo del sofá y me preparé a disfrutar de aquella experiencia que no en mis más alocados y calenturiento sueños me hubiese imaginado jamás.

Al poco rato su vergüenza dejo paso a las ansias de probar cosas nuevas, ya no solo chupaba la punta, sino que la engullía como si del más experto garganta profunda se tratase; su cabeza subía y bajaba a un tiempo frenético mientras apretaba mis huevos, masajeándolos.

Un movimiento en el sofá me hizo abrir los ojos para describir una polla delante de

. Marcos se había despertado y ante el panorama que se encontró no pudo más que unirse debido a la excitación que se había apoderado de él. Mirándole a los ojos me llevé su polla a la boca, deleitándome con su sabor y su grosor. Sus manos no tardaron en apoderarse de mi cabeza para marcar el ritmo de la mamada. Al poco Sergio dejó de trabajar mi polla para situarse a mi otro lado ofreciéndome su mástil. Mientras me turnaba para chupársela a uno pajeaba al otro haciendo que se deshiciesen orgasmos y suspiros de placer.

En una de las veces que le dedicaba atención a la polla de Marcos, que se había sentado en el reposabrazos del sofá, Sergio me hizo poner a cuatro patas para al poco introducirme un dedo humedecido en el culo haciéndole dar vueltas para así dilatar mi esfínter.

Liberando la polla de Marcos me

giré

y le indiqué que en mi bolsa había condones de sobra y lubricante.

Marcos, impaciente me agarró la cabeza y me la dirigió hacia su polla para esta vez marcar el ritmo de la mamada

aún

más rápido. Al cabo de un rato las manos de Sergio me alzaron el culo y uno de sus dedos me untó de lubricante la entrada; sentí como se aproximaba a

mi

y apoyaba su erección en mi entrada, dándome golpes con su polla en las nalgas y en la entrada de mi esfínter.

  • Espero que estés preparado. - Me dijo apoyando su polla en mi agujero.

  • Porque yo no puedo esperar.

Y efectivamente, tal era el ansia que de una estocada me metió aquel mástil sin piedad alguna. Un grito seguido de un gemido salió de mi boca ante tal intromisión, momento que aprovechó Marcos para meterme su polla aún más en la boca.

Y ahí me hallaba yo, Marcos follándome la boca que casi no podía coger aire y Sergio penetrándome sin piedad alguna. Ambos se movían al mismo ritmo, sacando y metiendo sus pollas a la vez, llenándome al unísono boca y culo de tal manera que mi excitación iba cada vez a más. Cuando decidieron cambiar de posición la sensación no fue diferente, si bien la polla de Marcos era más corta ganaba en grosor a la de Sergio, haciendo que más gemidos salieran de mi boca para ahogarse ante el trabuco que Sergio tenía instalado en mi garganta.

No sé cuánto tiempo estuvimos así hasta que Marcos sacó su polla de mi interior.

  • Chicos, quiero probar algo. - Dijo sentándose en el sofá.

  • Dani, siéntate encima.

Previendo sus intenciones le unté la polla de lubricante haciendo lo mismo con mi culo para acto seguido sentarme a horcajadas sobre su polla.

  • Sergio, úntate bien, y métesela. -Le ordenó Marcos.

  • ¿Qué? Dani, ¿vas a poder? Tiene pinta de que va a doler... -

¡Mierda Sergio, tú métemela! -Le insté deseoso de sentir ambos trabucos dentro de

.

Y sin necesidad de más ruegos se inclinó y juntándose un poco de lubricante empezó a empujar.

Si bien al principio mi culo y todo mi ser se reveló ante tal, y dolorosa, intromisión poco a poco fui cediendo y la polla de Sergio se fue abriendo paso hacia mi interior. Una vez dentro se quedó quieto hasta que mi respiración se acompasó y mi cuerpo se relajó.

Poco a poco ambos empezaron a moverse, primero despacio y con cada embestida que daban aumentaban el ritmo y la fuerza hasta que la casa quedo inundada de mis gemidos y sus gruñidos.

  • ¡Más fuerte! ¡Más, necesito más! - Les rogaba y gemía mientras ellos obedientes se apretaban más contra mí y aumentaban el ritmo.

Al cabo de un rato Sergio salió de mi interior y Marcos me hizo levantarme para empujarle al suelo. Ambos se arrodillaron cada uno a un lado y empezaron a masturbarse, cada vez más rápido y con más ímpetu. El primero en correrse fue Sergio cuyos chorros de semen salieron disparados hacia mi cara y pecho, empapándome entero y obligándome a cerrar los ojos; segundos más tarde los gruñidos de Marcos me indicaron que

él

también estaba a punto de venirse encima mío corriéndose en mi abdomen. Cuando ambos hubieron acabado se dejaron caer encima mío mezclando su sudor con al

mío

y con corridas, pero esto no había acabado, aún faltaba yo.

Apartándoles de encima mío abrí un poco las piernas para empezar a masturbarme mientras con la otra mano me pellizcaba un pezón. Una lengua empezó a acariciar mis huevos mientras que una mano sustituía la mía y empezaba a masturbarme.

Dos bocas tomaron el relevo a esa mano, turnándose para chuparme la polla, metiéndose la entera, chupando el tronco, comiéndose los huevos. Mientras, yo me pellizcaba los pezones y gemía.

  • Chicos, me vengo... - Les avisé entre gemidos al notar que no podía aguantar más.

Ellos, sin apartarse intensificaron la mamada y la paja que iban turnando, podía sentir sus alientos acelerados cerca de mi polla cuando mis músculos se tensaron y chorros de semen empezaron a salir disparados.

Cuando nada más pudo salir de mi polla siguieron chupando un rato más mientras yo les acariciaba la espalda.

  • Bueno, - Dijo Sergio tirándose al lado mío- creo que ya has resuelto mis dudas. Aunque creo que mi curiosidad no ha quedado saciada.

  • Aún nos queda noche para largo - Comentó Marcos sentándose en mi abdomen y dándome golpes en el con su polla que aún no había bajado la erección del todo.

  • Bueno chicos, creo que estaré dispuesto a solventar todas vuestras dudas, al fin y al

cabo,

para eso somos mejores amigos.

Los tres sonreímos y nos dispusimos a dar inicio al juego otra vez.