Mejores amigos (2)
Es el turno de David de devolverle el favor a su amigo y experimentar por primera vez lo que es tener un polla dentro.
Tras la tremenda follada, Carlos y David salieron del cuarto de baño y entraron al de David, donde este se puso a buscar como loco por los cajones el botecito de lubricante. De pie, desnudo en esa habitación en la que había estado mil veces antes, Carlos se sentía una persona completamente distinta. Por muchas veces que lo hubiera imaginado antes, nada de lo ocurrido parecía real y eso le hacía sentir extraño. Pero a la vez, incluso en esa situación, estaba tremendamente cómodo con David. Diría que más unidos que nunca. Solo esperaba que eso durase por mucho tiempo.
David resopló con desesperación.
No hay forma. No lo encuentro.
Pues habrá que hacerlo al estilo tradicional. - contesto Carlos relamiéndose. Casi que lo prefería.
Para ir más rápido se pusieron en posición de 69 para que uno lubricase el pene mientras el otro preparaba el ano. David se extendió sobre la cama boca arriba poniendo la almohada bajo su culo para hacerlo más accesible y Carlos se puso en equilibro sobre este mirando al trasero de David y dejándole sus partes a la altura de la boca. Los dos se tomaron un minuto para admirar el uno el cuerpo del otro.
Carlos comprobó con satisfacción que las redondas y duras posaderas de David eran tan peludas como había imaginado, y su ojo rojizo pedía ser hidratado y penetrado. David en esa posición quedó atónito ante la envergadura que presentaban la polla y los huevos de su mejor amigo. Ahí el vello de Carlos que parecía escaso en el resto del cuerpo, se presentaba denso, largo y ensortijado, aunque siempre más claro de lo normal. El aparato, recto, liso y con una gorda cabeza violácea era más grande que el suyo propio, sobre todo porque era más gordo. Alojarlo entero en su interior iba a ser un reto que requeriría maña, paciencia y mucha saliva. Pero sin duda, la estrella en cuanto a tamaño se refiere era el escroto. Carlos tenía unos enormes huevos recubiertos de un fino y claro vello que en esa posición colgaban casi tanto como el mazo al que acompañaban. A David le recordaban a dos albaricoques, en textura y tamaño. Llamaban tan poderosamente su atención que no pudo resistir y como Eva, calló en el pecado probando la fruta prohibida bajo la atenta mirada de la serpiente de Carlos, su Adán.
Introdujo primero uno, succionándolo intensamente, luego el otro y luego hizo uso de todo el espacio que le permitía su boca para alojar ambos testículos en ella. Nunca había probado nada igual. Quedó prendado. Adoraba lamerlos, chuparlos, succionarlos y mordisquearlos traviesamente con sumo cuidado. Ese juego también había animado a Carlos a probar lo mismo con su compañero antes de ponerse manos a la obra con su tercer ojo. Así pues, después de unas cuantas lamidas de huevos, Carlos agarró a David de los cachetes abriéndolos ampliamente y antes de ir directo al hoyo, posó su lengua en el glande de David y fue bajando por todo el tronco curvo, los testículos, el peludo perineo y hasta, ya sí, el ano.
Un escalofrío de placer recorrió a David por todo el cuerpo.
Eso lo despertó del ensoñamiento en que le habían metido las dos grandes bolas que tenía en la boca, y recordó que lo que tenía que lubricar era otra cosa. Admiró una vez más el reto al que tenía que enfrentarse antes de ponerse manos a la obra. Con Carlos en equilibrio sobre él, la gran verga parecía una estalactita colgada del techo que se cernía sobre su cara. La agarró con una mano de la base y se metió la punta en la boca. En ese momento recordó que era la primera vez en su vida que probaba a otro hombre y que no tenía ni idea de qué hacer. No sabía cómo había llegado a ese punto y como había hecho esa noche todo lo que había hecho. "El alcohol" pensó. Y en parte era por eso, pero entonces Carlos dejó de lamer su ano y dijo algo que lo cambió.
- Joder David. Estoy deseando follarte para que seas tan mío como yo soy tuyo... Te quiero, amigo.
Seguidamente Carlos introdujo un dedo en el agujero de David y siguió lamiendo y soltando saliva, haciéndole rozar el cielo. David recordó entonces que hacía esto por Carlos, por lo que sentía hacia él y por el placer que le estaba dando y que nunca nadie había igualado. El placer de hacer lo que estaban haciendo y el placer de ser su amigo. Se sacó el glande de la boca y se limitó a decir algo que derritió el corazón de su compañero:
- Ya soy tuyo.
Volvió a meterse el aparato, pero esta vez no se limitó a la cabeza. Siguió con todas sus fuerzas tragándose más y más centímetros de ese gran trozo de carne duro y caliente, y cuando no pudo más Carlos hizo presión hasta metérsela entera.
- Puff… ¿Seguro que eres primerizo? Pareces un experimentado garganta profunda. - mientras él metía el segundo dedo con más dificultad pero con el doble de placer.
David orgulloso de su proeza empezó a subir con los labios a lo largo del mástil de Carlos, movimiento que el segundo acompañó con su pelvis, follando la boca de su amigo cada vez más rápido. Para David, lo mejor era sentir los grandes huevos de Carlos chocar contra su nariz y su cara con cada subida y bajada. Le golpeaban fuertemente, pero le apasionaba todo de ello: el golpe, la textura, el peso, el olor...
Por su parte Carlos, que estaba gozando de la mejor mamada de su vida, terminó de meter el tercer dedo en el interior de David. Lo dejó un rato para que se acostumbrase y pronto no pudo esperar más. Sacó su pene y sus dedos del interior de David, se dio la vuelta y se colocó de rodillas con la flecha de su cuerpo apuntando hacia el hueco al que pertenecía, estando David tumbado en la cama con el trasero algo elevado y las piernas muy abiertas. No era suficiente así que Carlos las cogió y se las subió a los hombros, donde sus pelos le hacían cosquillas. Ahora sí estaba preparado.
Se disponía a follarse a su mejor amigo como él había hecho minutos antes. A estas alturas era imposible saber quién lo deseaba más. Posó su gordo capullo previamente ensalivado en la humedecida cueva de entre los cachetes de David y empezó a empujar con fuerza. El pobre David gritó de dolor, convencido de que semejante falo no entraría jamás por un hueco tan pequeño. Carlos odiaba hacerle daño a su amigo, sabía que la primera vez era difícil, pero por lo menos quería que entrase la cabeza que era donde su verga era más gruesa. Costó, pero al final lo consiguió. Hizo una pausa para que el esfínter de David se fuese acostumbrando a su presencia, mientras premiaba a David con un buen beso y palabras de apoyo. Carlos no dejaba de moverla dentro de forma estimulante y pronto el dolor que había sentido David se disipó dejando paso al placer.
- Sigue metiéndola. Quiero sentirla toda dentro.
Carlos solo pudo sonreír y obedecer. Continuó empujando con extremo cuidado y delicadeza. El culo de David parecía querer echarla al principio, pero con cada beso que Carlos le daba en los labios conseguía tranquilizarlo y dejaba pasar medio centímetro más. Así beso a beso, tramo a tramo, poco a poco fue abriéndose paso acompañado por los gemidos de dolor y placer que se escapaban de la boca de David. Carlos no perdió la paciencia, y en unos minutos consiguió introducirla toda. David soltó un suspiro de alivio al notar las caderas de su amigo contra él. Lo agarró como pudo y estrecho el cuerpo de Carlos contra el suyo, solo separados por el pene de David, a la vez que se fundían en un apasionado beso de recompensa. En ese momento, los dos amigos eran uno.
Fue el propio David el que pronto empezó a mover de forma sugerente el trasero como prueba irrefutable de que estaba preparado para empezar a gozar como nunca antes. Carlos captando la señal inició el movimiento. Sacó lentamente su polla del interior de David, a penas unos centímetros, y volvió a introducirla con cuidado. A David la sensación de vacío en su interior le pilló por sorpresa, pero al poco empezó a disfrutarlo. Carlos, que no perdía detalle de cómo su amigo gemía cada vez más, aumentaba el ritmo poco a poco para deleite de los dos. A los pocos minutos se lo estaba follando sin ningún tipo de cuidado y David solo parecía querer más. La incomodidad que al principio le generaba ese agente extraño en su interior había desaparecido y dado paso a un profundo placer. El roce interno le aceleraba la respiración y le hacía gritar como jamás lo había hecho antes. Solo interrumpían sus quejidos los besos que de vez en cuando Carlos le plantaba en los labios. Eran besos apasionados, que en más de una ocasión acabaron en mordiscos feroces. Y es que los dos habían dejado de ser responsables de sus actos llevados por el deseo carnal que los invadía.
Llegado un momento, Carlos separó su cuerpo del de David, quedando erguido de nuevo y sacando su herramienta casi por completo. Desde ahí podía volver a contemplar su precioso cuerpo, con esos oscuros pezones, sus abdominales marcados, su ristra de pelos bajo el ombligo y su monumental albarda, que lejos de perder el vigor seguía pareciendo de acero. Carlos la agarro con deseo.
Parece que te está gustando. – dijo sonriendo pícaramente.
Joder, me está encantando, Carlos.
¿Aguantarás mucho más? – Y antes de dejarle responder se la metió de un envite toda dentro. David no pudo contener un grito de placer.
Uf, no si sigues con ese ritmo, cabrón.
A Carlos pareció complacerle la respuesta. La sacó otra vez lentamente hasta que casi no estaba dentro y la introdujo de un golpe seco. David gritó de nuevo. En ese ángulo llegaba aún más profundo que antes y estimulaba a David directamente en el foco del placer. El martilleo que sufría en su interior fue acelerándose hasta el punto en que no sabía por cuanto tiempo podría seguir soportándolo. Pero Carlos, que había resistido todo ese tiempo las imperiosas ganas de entregarse al placer del orgasmo pareció llegar a su límite antes que su compañero. La acelerada respiración se tornó en puros bufidos de éxtasis que anunciaban lo que ya era inevitable. Tuvo el decoro de salir del interior de su amigo justo antes de explotar en una erupción de gozo que bañó a David desde los huevos hasta la barbilla, dejando sus pectorales, su abdomen y hasta su miembro húmedos y pegajosos. En un último aullido de gusto Carlos se dejo caer sobre el recién pintado lienzo que era el torso de David, y allí, agotado, entre los brazos de su amado mejor amigo, jadeó hasta recuperar el aliento.
David lo estrechaba con fuerza contra su cuerpo. Poco le importaba seguir empapado de sudor y otros fluidos, o incluso el calentón que seguía teniendo. Quería reconfortar a Carlos por haberle regalado una experiencia única que jamás habría soñado vivir. Carlos, algo recompuesto alzó la mirada y con ternura preguntó:
Para ser la primera vez ha estado muy bien, ¿no?
¿Muy bien? Joder, por poco me corro con tu polla dentro. Ha sido perfecto, Carlos. – Y diciendo esto le plantó un beso que ya poco tenía de lujuria y más de otros sentimientos.
Bueno, tranquilo que no voy a dejarte sin que termines. – Dijo Carlos palpando de nuevo a su duro compañero.
No tienes por qué seguir si estás cansado o no quieres.
Carlos se rio.
- Por supuesto que quiero.
Y le dio un último beso en los labios que fue seguido por otros en su cuello, en sus clavículas, en su pecho, en su ombligo… Allá por donde besaba percibía su propio sabor. Incluso en el húmedo mástil de David cuando se lo introdujo entero. Pero Carlos buscaba otro dulzor. Subían y bajaban sus labios por el tronco de David tratando de encontrarlo, mientras con sus manos le acariciaba el pecho.
- No voy a aguantar mucho. – alcanzó a advertir David entre gemidos.
Poco le importó a Carlos. Siguió en su tarea hasta que el cuerpo entro de David se tensó, su respiración se cortó y su pene se endureció aún más antes de relajarse y liberar unos copiosos trallazos de semen. Carlos disfrutó y tragó cada uno de ellos sintiendo que por fin había recibido su deseado premio, y cuando David terminó de llenarle la boca con el fruto de su orgasmo, Carlos subió a darle un beso aún más dulce que todos los anteriores.
Al propio David le sorprendió haber disfrutado tanto de eso. De todo eso. Quién le habría dicho horas antes, cuando estaba discutiendo con su ya exnovia, que acabaría así su noche. Que el afecto que ya no encontraba en esa relación tóxica se lo podría proporcionar quien siempre había estado allí por él. Quien disfrutó a su lado de los buenos momentos y le dio apoyo en los malos. Quien esa misma noche le animó a salir para reconfortarlo. Quien llevaba toda la vida siendo su amigo. Su mejor amigo. Carlos.
Por eso, antes de que les venciera el sueño y los encontrara el sol de la mañana acurrucados como estaban, cogió el valor para pronunciar su nombre.
- Carlos. - dijo mientras sus miradas se cruzaban. – Te quiero.
Las dudas que Carlos había podido tener de lo que llegaría después de eso terminaron de disiparse, y con una sonrisa llena de amor sincero contestó:
- Yo también te quiero, David.
[FIN]
Lo siento, soy un romántico. Espero que os haya gustado esta segunda parte. Creo que será la última de esta historia. Prometo que la siguiente, que ya tengo en mente, será más guarra y menos romanticona. De nuevo gracias por la acogida y el apoyo. Ojalá que lo hayais disfrutado todos.