Mejores amigos (1)

Cuando un amigo te dice que ha cortado con su novia te preocupas, le preguntas como está. Cuando te lo dice tu mejor amigo, mandas a tomar por culo a esa zorra y os vais los dos de fiesta. Lo que Carlos no imaginaba era que esa noche el que acabaría consolando a su amigo sería él.

Cuando un amigo te dice que ha cortado con su novia te preocupas, le preguntas como está. Cuando te lo dice tu mejor amigo, mandas a tomar por culo a esa zorra y os vais los dos de fiesta.

Aquella noche de un frío jueves otoñal, no es que hubiese mucha marcha en la ciudad, pero aun así Carlos consiguió convencer al desolado David para ir al bar a emborracharse con el pretexto de que al día siguiente no tenían clase. No hicieron falta más que unas cuantas cervezas para que empezaran a pasárselo bien haciendo el tonto juntos, como hacían antes de que David empezase a salir con Marta y fuese absorbido por ella. Conocieron un par de chicas majas, pero aquella noche ninguno de los dos quería ligar. David aún tenía el corazón roto, y Carlos... Bueno, Carlos no estaba realmente interesado en ellas. Tras quitárselas educadamente de encima salieron del pub con intención de acabar la velada. David estaba un tanto perjudicado a causa de las copas de más que había bebido, así que Carlos insistió en acompañarlo a casa.

  • Joder, que no soy un bebé.

  • Estas borracho, eres peor que un bebé, y seguramente esta noche vomites el doble que un bebé.

  • Muy gracioso... Bueno te dejo venir porque te pilla de camino. Aunque parece que va a llover, ¿seguro que no es mejor coger un taxi?

  • Bah, no será para tanto, además así te despejas.

El cielo debió oírlos. Minutos después ambos corrían intentando escapar de la tormenta de lluvia y granizo que les caía encima, calándolos hasta los mismos huesos.

  • Sube y te secas o esperamos a que deje de llover, de todos modos no hay nadie en casa. - dijo David cuando llegaron a su portal.

Carlos dudó considerando rechazar la invitación educadamente, pero joder, era David, con él no tenía que fingir ser educado.

  • Puf tengo la ropa empapada. Mejor me la quito pero ya. Si quieres haz tu lo mismo, te duchas y te presto algo de ropa seca. - dijo David nada más entrar en su casa mientras se quitaba las capas de ropa mojadas hasta la última fibra.

Carlos conocía la casa y se dirigió al baño a hacer lo que le había indicado su amigo, pero antes de entrar para ducharse notó como David le abrazaba por la espalda con fuerza. Esto cogió a Carlos por sorpresa, y más aún cuando lo miró de reojo y se percató de que ya había terminado de quitarse la húmeda ropa y que lo que le tocaba era su piel desnuda. La idea del cuerpo bronceado y ligeramente musculado de David contra el suyo empezó a excitar a Carlos. Ya había fantaseado ello, pero que estuviese pasando era imposible. Lentamente comenzó a darse la vuelta para devolverle el abrazo y ver cuál era la situación. Se llevo una decepción al ver que David aún llevaba los calzoncillos puestos. Por lo menos pudo apreciar en esa posición su fuerte espalda y sus musculosas piernas con vello oscuro y recio aunque aún corto de haberse depilado hacía ya unas semanas.

David hundió su cabeza de cabellera corta y negra en el hombro de Carlos y dijo:

-Gracias por estar a mi lado, tío. Te quiero.

  • Yo también te quiero.

"Aunque no de la misma manera." pensó. Ahora lo entendía. Era un abrazo de amigos, de hermanos. Carlos sintió vergüenza pensando que tal vez se había percatado de que su pene había empezado a endurecerse por el contacto y agradeció que estuviese borracho. Sin embargo, la vergüenza no impidió que al acabar el abrazo Carlos fijase su mirada en el portentoso paquete que le marcaban a David esos slips negros y en el camino de pelos que bajaban del ombligo a la entrepierna como invitando a sumergirse en lo que se escondía más abajo.

Carlos se dio la vuelta rápidamente y entró en el baño cerrando la puerta tras de sí. Seguidamente se desvistió y comprobó que su erección iba en aumento. Contempló su desnudez al espejo. En muchos sentidos era lo opuesto a David. Tenía la piel y el pelo claros, y los ojos verdes en vez de negros. Tampoco era musculoso, sino puramente delgado. Su vello era claro lo que lo hacía parecer más lampiño (excepto en la entrepierna), mientras que David, cuando no se depilaba era muy peludo. Conincidían en que eran de la misma altura y en que, por lo que había visto, ninguno de los dos estaba mal servido de entrepierna. Se preguntó si David también tendría unos testículos gordos y pendulantes como los suyos, mientras se los sobaba. Siguió acariciándose ahora la polla mientras continuaba imaginándose como sería todo lo que no había visto de David. ¿La tendría más bien larga o gruesa? Seguro que su culo además de respingón sería peludo... Y su ano... Joder, cómo deseaba probar su ano.

La voz de la conciencia trató de despertarle recordándole la amarga realidad "le gustan las mujeres", pero Carlos decidió acallarla entrando al mundo donde toda fantasía estaba permitida: la ducha.

Empezó a masturbarse ya intensamente con la imagen del cuerpo de David en su mente, ahora más clara que nunca. Incluso se aventuró a explorar sus propias entrañas con los dedos fingiendo que era la lanza de David la que le atravesaba. Con los ojos cerrados, el sonido de la ducha y estando todo concentrado en sus eróticos pensamientos, ni siquiera se inmutó cuando David entró atropelladamente por la puerta para darle las toallas y la ropa seca. La escena dejó al anfitrión boquiabierto. No sabía si el alcohol estaba haciendo que sus ojos le engañasen o si lo que veía estaba ocurriendo de verdad. Lo cierto es que alguna vez la imagen de Carlos había revoloteado por su mente haciéndolo sentir extraño, pero verlo así en directo más bien lo estaba excitando como a un caballo. Además, para él ese jueguecito de manos en el trasero casi confirmaban lo que hacía tiempo sospechaba: a Carlos no le atraían las mujeres, o al menos, no exclusivamente. Pero lo que terminó de confirmarlo fue oír como susurraba entre gemidos:

  • Hmmm... David...

Nunca escuchar como decían su nombre le había puesto tan cachondo. Eso, sumado al alcohol o al hecho de que toda la sangre que debería estar en su cerebro había bajado a su entrepierna hizo que David hiciese lo impensable.

  • Aquí estoy. -dijo tras haberse quitado los slips que aún llevaba y haber entrado apresuradamente a compartir la ducha con su amigo.

Carlos abrió los ojos como platos del todo asustado y trató de tapar sin éxito su tremenda erección. David respondió plantándole un morreo en los labios. Sus espadas entrechocaron sutilmente repetidas veces. Ese ligero contacto piel con piel los calentó aún más si cabe y David decidió agarrar ambas herramientas con la mano para mantenerlas completamente unidas, notando cada uno el calor que desprendía la del otro. A Carlos ese calor y ese intenso placer le hizo volver a la realidad.

  • ¿Qué haces?

  • Yo también quería ducharme.

  • ¿Tan mal vas de pasta que me haces compartir ducha?

David no puedo evitar reírse tranquilo ahora que sabía que Carlos realmente quería y que nada había sido fruto del alcohol ni de su imaginación. Volvió a juntar su boca con la de su amigo, agarrándolo ahora fuertemente del trasero y pegando sus cuerpos. La alargada espada curva de David que apuntaba hacia arriba casi en ángulo recto con el suelo quedó entre los vientres de ambos, mientras que la de Carlos, ligeramente más grande y gorda, quedó entre las piernas de David, en constante contacto con sus oscuros y peludos huevos y con su también peludo perineo. Mientras entrelazaban sus lenguas se movían acompasadamente, rozándose intensamente, agarrándose fuertemente queriendo estar más juntos de lo que físicamente podían. La fricción insistente del duro mazo de Carlos en una zona tan sensible de su cuerpo estaba llevando a David al séptimo cielo y quiso devolverle el favor estimulando otra parte de su cuerpo. Abrió los ligeramente peludos cachetes de Carlos y empezó a acariciar con insistencia la entrada de su ano hasta introducir sin dificultad un par de dedos en él. Los jadeos de Carlos corroboraron que por ahí iba por el buen camino. Se separaron por un momento y David aprovechó para darle la vuelta y tener un mejor acceso al culo de Carlos.

  • Va a haber que limpiarte en profundidad eh. - dijo a la vez que cogía un bote de gel comenzaba a untar la sustancia por el interior de su amigo con una mano y a lo largo de su polla con la otra, a modo de lubricante.

Cuando estuvo listo empotró a Carlos contra la mampara, y colocó su capullo en la entrada ejerciendo una fuerte presión. El rabo de David se introducía poco a poco pero sin demasiada dificultad, ya que no era en su ancho en lo que destacaba. Sin embargo, a Carlos le parecía que era eterna y que por más que empujase David nunca llegaría al final de semejante falo. Cuando por fin notó el ensortijado vello púbico de su amigo contra sus cachetes supo que ya estaba toda. Más que dolerle había gozado cada centímetro y ahora su respiración estaba entrecortada por el placer. Comenzaron ambos un lento vaivén que fue acelerándose e intensificándose a la vez que lo hacían los gemidos de los dos amigos. David sacaba casi completamente aquel duro tronco y luego juntos hacían fuerza para que entrase de golpe. El arco ascendente de la polla de David se sentía como una especie de gancho que se metía profundamente en las entrañas de Carlos y esto a él le volvía loco de placer. David iba sobando a la vez la portentosa delantera de su amigo y sus dos gordos huevos que se movían entre sus piernas como un auténtico péndulo. Pronto los movimientos se aceleraron y se intensificaron más aún. Se entrecortaban sus quejidos de placer llegando a un culmen en el que David salió rápidamente del interior de Carlos y vació su semilla en varios trallazos que dieron en la espalda y en las piernas de Carlos, y que pronto se diluyeron con el agua de la ducha de cuya presencia por primera vez eran conscientes. A decir verdad, y aunque lo había gozado mucho, a Carlos le había sabido a poco. Después de tanto placer habría deseado que David se hubiese corrido dentro de él, pero entendía que si solo lo había hecho con chicas igual no estaría acostumbrado. Pero fuera aún llovía y quedaba mucha noche por delante. Además, Carlos aún tenía los huevos llenos y no se iba a ir sin vaciarlos como era debido.

Terminaron de ducharse entre besos y caricias. Al salir de la ducha, Carlos temió que David entrase en razón, se arrepintiera y todo acabase ahí. Aunque lo que más temía realmente era que acabase también su amistad. Estos pensamientos hicieron que al que se le bajase el calentón fuera a Carlos.

  • ¿No me ibas a dar ropa seca? - dijo como poniendo fin a ese sueño que se había hecho realidad.

  • Ni de coña. Por mí no vuelves a llevar ropa. Quiero poder verte así siempre.

Carlos se rio por el inesperado comentario de su amigo.

  • Sigues borracho.

  • Borracho de amor.

Eso cogió a Carlos por sorpresa, y a decir verdad, también David se sorprendió de sus propias palabras.

  • ¿Entonces te ha gustado?

  • No hables en pasado, esto no ha terminado. Y sí, me está encantando. Joder, mira cómo me tienes ya. - dijo dejando caer la toalla con la que se había estado secando, quedando así a la vista su largo pene que de nuevo había adquirido todo su esplendor.

Carlos ahora se fijó más en el aparato que minutos antes había atravesado sus entrañas proporcionándole un enorme placer. Era más oscuro aún que el resto de su bronceada piel. Larga y venosa, a Carlos le recordó a una espada árabe de esas que eran curvas para resultar más mortales. Esta por lo menos era mortalmente placentera. Se fijó también en su vello púbico, que era el lago en el que desembocaba el río de pelos que ya había visto bajo su ombligo. Se notaba que lo había recortado un poco, pero seguía oscuro y denso. Sus huevos, con los que había fantaseado resultaron no ser tan grandes, pero seguían siendo hermosos. En general el cuerpo de David era una composición maravillosa. Ante una imagen tan apetecible, Carlos no pudo evitar que sus impulsos tomasen el control. Se arrodillo frente a la larga daga y abrió la boca al máximo, pero antes de empezar a chupar miró a David a los ojos, suplicante, como pidiendo permiso. David respondió dando una embestida introduciendo toda de un solo golpe. Carlos no pudo evitar sufrir una arcada; era demasiado larga. Se la saco de la boca y empezó a jugar con el rojizo capullo. Primero lo lamió como haría con un helado, saboreando toda la superficie. Después, introdujo la cabeza entera en su boca y empezó a mover la lengua a su alrededor mientras, poco a poco, iba introduciendo más y más el pene de David en su cavidad bucal. Llegado a cierto punto notó como la punta tocaba el final de su garganta, pero aun así trató de ahuecar todavía más su boca en un fallido intento por introducírsela entera. David que estaba disfrutando como nunca al ver que no podía solo, cogió a Carlos de la cabeza e hizo fuerza para que entrase toda. De nuevo Carlos tuvo arcadas, pero cuando notó los pelos de David chocar contra su nariz y sus labios una gran satisfacción recorrió su cuerpo. Tras haber conseguido su objetivo, comenzó a meter y sacar la polla de su boca mientras David lo acompañaba con un acompasado movimiento pélvico. La velocidad fue aumentando, igual que lo hicieron los quejidos de placer de David, que nunca había recibido una mamada como esa, y los de Carlos, que parecía disfrutar como un enano. La respiración de David se aceleró más todavía, lo cual, sumado a la cantidad de precum que hacía rato que expulsaba, parecía indicar que estaba a punto de eyacular en boca de su amigo. Carlos lo estaba deseando. No había podido sentir la semilla de David en su interior, pero iba a poder paladearla en su boca... O eso creía, hasta que sin previo aviso David se quedó completamente quieto. Carlos, de nuevo decepcionado, se sacó la herramienta de la boca con la intención de quejarse, pero David se le adelantó.

  • No quiero volver a correrme tan pronto. Tú aún no has podido. No me parece justo.

A Carlos le pareció convincente.

  • Pues manos a la obra. - dijo cogiéndose los huevos y la verga con la mano zarandeándolos ligeramente, como si se los ofreciera.

  • Mmm... No sé si voy a poder con toda... Mejor vamos a mi habitación. Estaremos más cómodos y creo que tengo lubricante.

Carlos no podía creer lo que había pasado ni lo que estaba a punto de ocurrir. Se lo había follado su mejor amigo. Ese al que tanto había deseado. Y lo que era mejor, estaba a punto de devolverle el favor.

[CONTINUARÁ]

Si habéis llegado aquí gracias por leer mi relato. Lo escribí hace bastante tiempo y no me había atrevido a subirlo a ningún lado, pero ahora con tanto tiempo libre pues me he animado. Si os gusta dejádmelo saber y pronto subiré la segunda parte. También cualquier crítica constructiva o sugerencia es bien recibida. Un saludo a todos.