Mejores Amigas (3) Intercambios

Me llegaron unos nervios terribles. Bebí de golpe todo el whisky que tenía y me levanté. Caminé hacia el espejo y me vi, analicé a la ‘Julia’ de la mañana y a la ‘Julia’ de ese momento. Voltee a ver a Edith. -Vamos a disfrutar de esta nueva vida. –Dije.

Llegamos a la casa de Edith como a las 7pm. Fuimos a una de las mejores tiendas de ropa de la ciudad. Salí de ahí como con $15mil pesos de ropa, entre blusas, camisas, faldas, pantalones, shorts, ropa interior, collares, pulseras, aretes, zapatos, tenis y maquillaje.

Mi amiga me dijo que agarrara toda la ropa que quisiera e insistió en que escogiera la de mejor marca. Yo me rehusé pero al final terminé agarrando toda esa ropa.

Bajamos todas las cosas y entramos a la casa.

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-Métete a bañar. –Me dijo Edith. –Sube las escaleras, avanza y llega al final, es mi recámara. A las 9pm nos vamos, relájate en el jacuzzi un rato. Hay unos botes azules, chiquitos, échale uno y listo.

No dije nada y subí. Estaba aprendiendo a hacer las cosas que ordenaba sin preguntar y sinceramente, estaba disfrutando mucho.

Caminé por un laberinto y llegué a la última puerta, la abrí y encendí la luz, me sorprendió lo que vi: era un cuarto enorme. Lo primero que vi fue la cama, matrimonial, la tapaba una cortina transparente, que la rodeaba toda. A lado había una sala con una mesita en el centro. Cerca un mini bar repleto de botellas. Había dos burós a lado de la cama y un tocador grande con dos espejos.

Corrí y me tiré en la cama. Estaba muy cómoda. Me senté y vi el reflejo por los espejos del tocador. Me puse en cuatro, como si me estuvieran cogiendo de perrito y se miraba todo perfecto. Luego me puse como si montara e igual se miraba todo bien.

Todo el cuarto tenia alfombra.

Caminé al baño pero antes estaban dos closets. Encendí las luces de los dos y uno era de hombre y el otro de mujer. Examiné el de la mujer, estaba grande y tenía miles de prendas y zapatos. Estaba enamorada de ese closet.

Entré al baño y ya no me sorprendió lo que vi. Era un cuarto que estaba dividido en dos. Había dos tocadores a los lados, apenas entraba. Frente de la puerta había una pared, detrás de la pared estaban dos jacuzzis, que los dividían una pared y junto al jacuzzi una pared de cristal donde estaba la regadera. Al final una puerta donde estaban las dos tazas de baño.

Tiré en el jacuzzi el líquido de un bote azul y puse a llenar. Mientras me desvestí. Quedé desnuda, caminé a la recámara para verme en un espejo grande. Mis tetas crecían sin detenerse.

En eso se abrió la puerta de la recamara. Al instante llevé mis manos a mis pechos y a mi entrepierna. Ella ni se inmutó y entró hablando por teléfono mientras se desvestía. Cayó su vestido al suelo. Se sentó en la cama a quitarse sus tacones. Me vio.

-… Pero vente ya, aquí te espero. –Y tiró su teléfono a la cama. –No te escondas, no soy la primera mujer que te vea desnuda. –Se levantó con sus tacones puestos y su ropa interior negra con ligueros. Caminó directo hacia mí. -¿Me vas a dejar verte? –Puso sus manos en mis manos.

Las solté.

-Me da un poco de pena. –Dije.

-¿Has estado con otras mujeres? –Preguntó.

-Si.

-Es lo mismo. Voltea al espejo y te quitas las manos. –Me voltee y quedé desnuda. Me miraba por el espejo. –Mira nada más, que tenemos aquí, tienes unas hermosas tetas. –Las agarró con la mano y las apretó. –Son grandes y duras y aun no te cuelgan. –Dijo. –Y ¿Esta mata de bello? –Dijo señalando mi entrepierna.

-Así le gusta a mi novio.

-La vamos a cortar, tu novio debe aprender a ver una panochita limpia y rasurada. –Siguió examinándome con la mirada. –Tus nalgas están paraditas pero no duras y estas un poco pasada de peso, eso impide que tu figura se forme totalmente. Le hablaré a mi nutriólogo y a mi entrenador del gimnasio para ponerte en forma. Estas preciosa pero hay que sacar lo mejor de ese cuerpo. –Me volvió a mirar. -¡Wow! Te envidio.

-¿Por qué?

-A mi edad, necesito de cirugías para verme de esa manera. –Se quitó su brassier y dejó al descubierto sus tetas, grandes. –Mira, son operadas, están grandes pero dentro de un tamaño normal. Tócalas. –Y si, estaban algo duras y sin caer. Se volteó. –Y mis nalgas están igual. –Duras y paradas cuando las toqué. –Solo esta panza no la puedo bajar pero es por la edad. -Y ya viéndola bien, no estaba nada mal Edith.

Caminó a su cama. Sacó algo de su bolsa.

-Tienes una casa muy bonita. –Le dije.

-Con lo que haremos tú y yo, así tendrás una casa. ¿Te importa? –Me enseñó una bolsita de cocaína, y luego aspiró. Caminó a su ropero. –Metete a bañar. –Me dijo. –Toma este aceite, cuando tengas 5 minutos en el agua, pásalo por todo tu cuerpo. –Asentí y caminé a bañarme.

Llegué a tiempo al jacuzzi y cerré la llave. Me metí y me acosté, estaba muy cómoda. Pasados 5 minutos, me puse el aceite que Edith me había dado, era más bien como un bloqueador. Estuve alrededor de 30 minutos cuando salí.

Para mi sorpresa ahí estaba Edith, en bata de baño, con una toalla en la cabeza, ya bañada. Había 7 personas más en el cuarto.

Mi amiga estaba sentada y otra persona hincada frente a ella cortándole las uñas de los pies y pintándoselas. Otra persona detrás de ella la estaba peinado.

-Ven. Siéntate a mi lado. –Lo hice con miedo. –Oye -Le habló a una de las muchachas. Le hizo señas con los dedos y la muchacha se sentó frente a mí e igual, empezó a embellecer mis pies. Otra de las chicas empezó a untarme algo en la cara.

-Es una crema. No te muevas. –Me dijo. Cuando terminó empezó a cepillar mi cabello.

Se acercó un hombre a verme. Me examinaba.

-¿Qué te parece? –Dijo Edith.

-Tiene un rostro bonito. –Dijo. –Hay que trabajar en sus cejas y pestañas, las tiene muy abandonadas. Tiene un cabello largo y precioso pero maltratado. He trabajado con peores. Quedará irreconocible. –Y sentí un tono gay en su voz.

Se fue al tocador. A los 30-40 minutos, terminaron mis pies y manos, y las pintaron de un color rosa, para luego ponerles brillo. Nunca las había visto tan hermosas. Con mi cabello habían terminado antes, así que me levanté. Salieron del cuarto las 4 chicas que nos habían atendido.

-Ven, hermosa. –Dijo la persona. Me senté frente a un espejo. Se acercó otra de las chicas y empezó a jugar con mi rostro. Luego de 15-20 minutos, terminó. –Mira, Edith. ¿Qué te parece?

-Sin palabras. Por eso te contrato.

Tenía curiosidad por verme. Me voltearon y me vi, casi me asusto al ver a la persona que estaba en el espejo. Era una niña hermosa, nada parecida a mí. Muy parecida a una modelo. Salieron las otras dos trabajadoras.

-Levántate y quítate la toalla. –Dijo la persona. Decidida lo hice. Me examinó de un lado a otro. Luego habló. –Un vestido, muy ajustado. Azul.

-¿Seguro? –Preguntó Edith.

-Pensé en un vestido con escote, por esas chiches.

-Eso pensé también. –Dijo Edith.

-Pero la niña no tiene mal cuerpo. Con un poco de ejercicio, su figura se marcaría más por eso deseché el de escote. Que las miradas se centren en todo su cuerpo, no solo en sus cosas.

-Tengo este. –Salió corriendo y regresó con un vestido azul.

Se lo dio al trabajador, lo miró de un lado a otro, lo volteaba, la persona se pasaba alrededor de mí.

-Este es perfecto. Con unos tacones negros.

-Los tengo.

-Ve a vestirte. –Me dijo la persona.

-Ahí te deje ropa interior. –Dijo Edith.

Fui al closet. Lo primero que vi, fue una tanga colgando. Me la puse. Luego levanté el vestido y me lo empecé a meter, al momento de llegar a mis pechos, batallé un poco en bajarlo por el tamaño, cuando lo logré, mis caderas ahora me impedían bajarlo más. Tardé un rato hasta que bajó. El vestido era de tirantes así que lo subí hasta que quedara encima de mis hombros. El vestido llegaba a la mitad de mis piernas.

El vestido era abierto de atrás, los tirantes formaban una ‘X’ en mi espalda. Por el frente, a la altura de mis pechos, para unir las dos partes, tenía cordones. Con eso podía controlar el tamaño del escote. Al ser un vestido apretado, apreté los cordones. Mis tetas resaltaron más que nunca.

Si se miraba de lado, se podía ver casi completa la chiche con todo y pezón. Al ponerme de lado, vi mis nalgas, saltaban con ese vestido. Me puse los tacones, y me vi en el espejo. Pasé de ser un patito feo, a ser un cisne. Esa ‘Julia’ me gustaba y no quería regresar a ser la otra ‘Julia’.

Pensé en mis amigas, en que ninguna de las dos amigas, con las que me había peleado, me había dejado algo bueno. En ese momento decidí cerrar el ciclo con ellas y decidí empezar uno nuevo con Edith; una persona que me comprendía, no me juzgaba, me animaba y sobre todo, me quería.

Salí con toda la actitud positiva posible. Vi a Edith sola, vestida, me vio y sonrió. Caminó hacia mí.

-Usa este anillo, en tu dedo anular. Ese de tu mano izquierda. –Lo hice. Me puso perfume. –Ya estas lista. Ven, siéntate.

Nos fuimos a la sala. Me sirvió un vaso de whisky.

-Dime.

-Hoy vas a empezar una nueva etapa de tu vida. Créeme, vas a entrar a un mundo muy peligroso pero si lo haces bien, si sigues mis consejos, tendrás todo en tu vida. –Dijo. Bebió whisky. –Yo cometí muchos errores en mi vida pero yo te voy a guiar en cada paso que des para que no falles. –Silencio. -¿Estas segura de seguir adelante? Una vez que entres, ya no sales.

Me llegaron unos nervios terribles. Bebí de golpe todo el whisky que tenía y me levanté. Caminé hacia el espejo y me vi, analicé a la ‘Julia’ de la mañana y a la ‘Julia’ de ese momento. Voltee a ver a Edith.

-Vamos a disfrutar de esta nueva vida. –Dije.

Edith se levantó sonriendo y salimos del cuarto, luego de la casa para después subir a una camioneta del año.

Dimos un par de vueltas por la ciudad, eran las 9:20pm cuando se detuvo en una casa. Esperamos un rato, luego de esa casa salió una chava, muy guapa, con un vestido igual de pegado que el mío.

No dijo nada.

-¿Gustas? –Le dijo Edith mientras le enseñaba la cocaína. La chava agarró la bolsita, solo se escuchó como aspiró.

Avanzamos. Dimos un par de vueltas en la plaza. Luego nos detuvimos y la chava se bajó. Vi que se subió a otro auto hermoso, del año. Nosotros nos fuimos, dimos unas vueltas y para las 9:40pm llegamos a una casa.

Se abrió el portón eléctrico y nos metimos. Se cerró.

-¿Aquí es? –Pregunté nerviosa.

-No, bájate. –Me dijo. Me bajé. La casa estaba encendida de pies a cabeza. Entramos por la cocina.

Me asusté al ver a un tipo parado en la cocina, vestido de traje y con una metralleta en la mano.

-Buenas noches, señora. –Saludó a Edith.

-¿Cómo estás? Corazón. –Preguntó

-Todo tranquilo. Las chicas ya llegaron.

-Bueno, vámonos. –Me dijo. Bajamos unas escaleras caminamos por un pasillo de la casa. Tardé en darme cuenta que ese pasillo estaba conectado con la casa de al lado. Era un túnel. Subimos unas escaleras y llegamos a la cocina de la otra casa. Ahí estaba otro hombre armado y dos chicas, una de ellas era la que acabábamos de subir y bajar. –Está todo listo, ustedes dos. –Señaló al hombre y a una de las chavas. –Paseen en la camioneta. Recuerden, nada de problemas. –Dijo. –Y ustedes dos, esperen aquí a que yo regrese. No les falta nada, ¿Verdad? –Los hombres negaron. –Perfecto. Vámonos July.

Salimos de esa otra casa y ahí nos esperaba el auto de la plaza, en el que se subió la chava que había bajado.

-Disculpa tantas vueltas, no sabemos que madre de familia, que vecina o que alumno podría estar vigilando. Hay que cuidar apariencias. Toma nota. –Me dijo. Arrancó el auto. En 10 minutos llegamos a una casa un poco alejada de la ciudad. –Aquí es, vamos.

La casa de frente era de 4 pisos. Se miraba ancha. Al rodearla, eran de algunos 100mts.

-¿Cuántos cuartos tiene? –Pregunté.

-Son 50 cuartos, cada uno con baño, televisión, aire…

-¿Todos se llenan? –Interrumpí. Dije sorprendida.

-Solo una vez llenamos todo el lugar. Normalmente, viernes, sábados y domingos se llenan entre 35 y 40 cuartos.

-Y ¿A qué se debo eso? –Pregunté. Nos detuvimos porque estaba una reja. La quitaron y entramos.

-Ahorita te explico. Vamos a entrar al lugar. –Me dijo. Estaba ansiosa. En cuanto bajé, me acomodé el vestido.

Entramos. Solo al entrar, había como un tipo cuarto de descanso. Había unas tres mini salas y estaban llenas de personas. Vi a Edith y caminaba con total seguridad, cabeza levantada y moviendo sus caderas de forma exagerada. Me miró y me guiñó el ojo. Supe a lo que se refería. Copié y me empecé a mover a su ritmo. Sonrió.

Empecé a sentir excitación. Estaba segura que había robado miradas.

Avanzamos por un pasillo amplio, lleno de gente. A los lados había puertas. Imaginé que esos eran los cuartos.

Edith se paraba con unos cuantos a saludar. Subimos unas escaleras y en el segundo piso, avanzamos y entramos a un cuarto. Ahí había un escritorio con muchos papeles, también había un sillón, muchas sillas y había una pareja de jóvenes y dos personas más.

-Buenas noches. –Saludaron las personas.

-¿Cuántos tenemos? –Preguntó Edith, tomando unas hojas.

-Tenemos 38 parejas, pero para las 10:30pm que empecemos, contamos con 5 parejas más. –Dijo una de las dos personas que estaban ahí.

-En total, 43, mas esta pareja de nosotros que nos puede ayudar. –Dijo la otra persona.

-Siempre nos ha ido bien en la noche de intercambios. –Dijo Edith. –Y a últimas fechas la noche de intercambios al azar. –Dijo. –Vayan a anunciar que entren a sus cuartos. Los mini bar, ¿Están completos? ¿Tienen hielo? ¿Alguien nuevo?

-Todo listo. Y no. Los mismos.

-Perfecto. Vayan.

Salieron las dos personas.

-No entiendo. –Dije. -¿De qué trata este negocio?

-Salgan por favor. –Les dijo a la pareja. De pronto se escuchó mucho ruido fuera. –Este es un negocio para que las personas se diviertan sexualmente. Nosotros les ayudamos a cumplir su fantasía. Como es obvio ellos pagan una mensualidad pero pueden venir el día que quieran. Hay eventos como el de hoy que son especiales.

-¿Siempre están esos eventos? –Pregunté.

-Cada viernes es el intercambio de parejas al azar. Se meten las parejas, salen las mujeres, toman un número y se van al cuarto marcado con ese número. –Me imaginé estando en un cuarto con mi novio y luego salir, con su permiso a coger con otro. Me mojé.

-Imagino que hay otros eventos.

-Claro, pero no querrás que te quite lo divertido, ¿Verdad? –Me dijo. Asentí, sonriendo. –Toma este cuaderno. Aquí se registran a todas las personas que van a participar en el evento.

-¿Sacan cita? –Pregunté.

-Así es. Mira. –Abrí el cuaderno. Me llevó al mes de abril. –Para abril, que es semana santa, tenemos lleno los dos viernes de este evento. –Cambió a julio y luego diciembre. –También estos dos meses. Las personas buscan mucho este lugar para cumplir sus fantasías.

-¿Por qué? ¿Por qué no buscan por fuera? –Dije hojeando el cuaderno.

-Aquí les ofrecemos la más amplia variedad de satisfacción, tú has visto a las mujeres que tenemos y no has visto a los hombres que tenemos. Son modelos, cualquier hombre o mujer que venga aquí puede tener la oportunidad de coger con alguien que solo ve en sueños y con la seguridad de limpieza. –La vi, sonreí y me sonrió. –Sé que estás pensando, solo hay una regla para nosotros: no nos metemos con los clientes. –Se borró mi sonrisa. –Pero si supieras cuantas veces he roto esa regla…

Las dos nos echamos a sonreír.

Se escuchó un timbre.

-Eso, ¿Qué es?

-Están todos listos, van a salir las mujeres a tomar un número y se cambiarán. Vamos a ver.

Salimos del cuarto. Bajamos las escaleras y las mujeres estaban formadas. Era una fila de unas 40 mujeres. Caminamos hasta el inicio de la fila. Pude distinguir a mujeres de todo tipo: delgadas, buenas y gordas y variaban entre rubias y morenas, y la edad entre 20 y 50 años.

-Buenas noches. Espero que esta noche se la pasen muy bien. Recuerden las dos reglas que tenemos aquí: la mejor, pásenla bien. –Dijo Edith.

Las mujeres empezaron a tomar un número y se dirigieron a un cuarto. Poco a poco, el lugar empezó a quedar solo hasta que la última mujer tomo su número y salió al cuarto que le tocó.

-Señora, todo está listo. Son las 10:50pm. –Dijo uno de los trabajadores.

-Perfecto. Cada quien tome su rol, cualquier imprevisto, háblenme. –Dijo. Salieron las personas.

Me sorprendió ver la cantidad de trabajadores que había. Solo eran 5, uno se quedaba en la entrada y los otros 4, cada uno rondaba un piso.

-Y ¿Nosotras? ¿Qué hacemos? –Pregunté.

-Viene lo divertido, este trabajo, aparte de dinero que nos deja, lo pusimos por una razón: para mí y ahora para ti. –Dijo.

-¿Cómo?

-La otra regla que hay es que me dejen entrar a ver y si me gusta lo que veo, me les uno. Ya sabes, hacerlo con la dueña, es otra excitación diferente.

Y me mojé. Vi todo el lugar y el mundo del sexo lo tenía ahí y era todo mío.

-¡Uff! ¡Uff! –Gemí. Voltee a ver a Edith y me veía divertida.

-Esa era la actitud que esperaba. –Me abrazó. –Tú y yo nos vamos a comer el mundo. Andando. –Y caminamos.

Pasamos puerta por puerta despacio. No entramos a ningún cuarto.

-¿Qué esperamos?

-Vez la luz roja, las parejas nos deben dan el permiso de entrar. La luz debe ponerse verde. –Y puse atención.

De pronto dos luces de los cuartos se pusieron verde. Caminamos al cuarto, mi corazón temblaba de la emoción. Abrimos la puerta. La luz estaba encendida totalmente.

El cuarto tenía en medio la cama matrimonial. A lado había una mini sala y junto un mini bar con un par de botellas y vasos y copas. Al otro lado una puerta. Había un tocador y una televisión.

Lo primero que vi fue el porno en la televisión. Acostados en la cama, estaban dos personas, un hombre delgado y una mujer medio gordita. Se estaban besando, el hombre le acariciaba la pierna.

-Vamos a sentarnos. –Me dijo. No les quité la mirada y caminé. Edith me sirvió un vaso de whisky, lo tomé todo de un trago. Estaba excitadísima.

El hombre bajó a sus tetas. Les calculé a los dos unos 40 años. La mujer se levantó de la cama y se quitó su blusa y su brassier. El hombre se hincó en la cama y se abalanzó sobre sus tetas.

-Quiero coger. –Dije, pensé.

-Espérate, la noche apenas comienza. –Dijo Edith. –Vámonos. -Salimos. -¿Qué te parece?

-Es lo mejor, es el mejor trabajo que tendré en la vida. –Caminamos.

-Yo lo veo como un bufet personal, tengo de todo para mí. –Dijo. -Ya son 5 años con este trabajo y me he dado todos los placeres posibles, he probado DE TODO.

Mi mente no dejaba de imaginar mi vida llena de sexo.

Entramos a dos cuartos más. Uno era un hombre de 20 años, flaco, con una verga flaca y larga, con una señora de 50 años, buena, le estaba comiendo la verga. La otra era una pareja de 30 años, estaban haciendo un 69.

Mis ojos se deleitaban con todo lo que miraba. Mi cabeza empezaba a sentir un poco de mareo por el whisky.

Entramos a otro cuarto. Estaba una chava de 23 años, la cual yo había visto y la había etiquetado como la más buena de esa noche, con un hombre de 55 años, gordo y feo. Nos sentamos en la sala. La luz estaba media encendida. La chava estaba de perrito y el hombre gordo, se la estaba cogiendo en esa posición. La tenia agarrada de las tetas, chiquitas y bonitas.

-Te platico la historia, esta chava viene a cada evento que hay. Participa en todo. Viene con su marido, joven también, muy guapo y con un cuerpazo.

-Imagino que ya te acostaste, y con los dos…

-Claro. –Dijo. –Mira el tipo que le tocó, y ¿Ves que le hace el feo? –Me preguntó. –Tienen dos años viniendo.

La vi y era verdad. La chava estaba disfrutando al cien, estaba caliente y gemía como loca. En su rostro se miraba felicidad y satisfacción. Así quería ser yo, con mi novio Rafa.

La chava se levantó y el gordo se acostó. Se acercó al tocador, moviendo sus caderas de forma sensual y se agachó. Luego se agarró la nariz. Caminó a la cama sin inmutarse que alguien la estaba viendo. Se puso encima del gordo y empezó a cabalgarlo. Lo hacía muy rico.

-¡JULY! –Di un brinco. –No te quedes con las ganas, ve y prueba.

Me levanté hipnotizada y caminé a donde la chava cabalgaba. Me subí a la cama y me empecé a comer las chiches de aquella chava. Rápido la chava levantó mi cabeza y nos besamos. Llevó sus manos a mis tetas. Sentí unos dedos en mi panocha haciendo a un lado mi tanga. Gemí.

Me estaba besando con una chava, que estaba encima de un gordo y este gordo me estaba dedeando. Ya estaba perdida e iba a coger en ese momento.

-Vámonos, July. -Abrí mis ojos y vi a la chava viéndome, sonriendo. Le di un pico y me levanté. Acomodé mi vestido. Salimos. –Te doy un consejo, no te vayas con lo primero, lo bueno de esto es que te metes y te calientas, pruebas y alguno te va a excitar más que otro. -Iba temblando de excitación. –Esa niña esta buena y coge rico, ella viene seguido así que déjala para después.

Caminamos a la oficina. No podía hablar de la excitación. Me senté y mojé la silla. Edith agarró unos papeles y empezó a analizarlos.

Se escuchó un sonido de una campana.

-¿Qué es eso?

-Esa campana suena para indicar que una pareja ya terminó. –Vio el reloj de la pared. Marcaba las 12. –Ya es hora, poco a poco esa campana irá sonando más.

Al instante otra campana.

Me levanté y salí de la oficina. Subí al último piso y entré en la primera puerta. Estaba un chavo y una chava de unos 30 años. El chavo estaba acostado y la chava, empinada mamándole la verga.

Caminé rápido, y me puse a lado de la chava a mamar verga. La chava se levantó y se puso atrás de mí, levantó mi falda e hizo a un lado mi tanga, empezó a dedearme y a morder mis nalgas.

Me metí la verga a la boca y lo masturbé. Quería leche, deseaba leche. Al minuto se llenó mi boca. La chava me levantó y me besó. Compartimos la leche, y era tanta que me escurría por el cuello. La chava me besó todo el cuello.

Me tiré en la cama satisfecha. Sonó la campana.

-¿Eres familiar de la dueña?

Me levanté feliz y sin responder, salí del cuarto rumbo a la oficina pasando mi lengua por mis labios.

Entré a la oficina y me senté. No vi a Edith y de repente sentí unas manos levantándome y unos labios tocando los míos. Abrí mis ojos, sorprendida. Mi amiga me estaba besando.

-Sabor a semen, rico. –Dijo. Me encogí apenada. –Pasaste la prueba. Quería que hicieras todo lo que hiciste hoy y lo lograste. Eres la indicada para este trabajo.

-Y lo que me falta por hacer. –Dije. La campana sonaba sin parar.

Pasó como media hora donde se escuchó mucho ruido fuera de la oficina. Edith salió y a los 20 minutos regresó. Se sentó y me vio.

-Fuiste una sensación allá fuera. –Me dijo.

-¿Yo? ¿Por? –Dije sorprendida.

-Vieron a una niña buena a mi lado, y piensan que eres algo mía y eso les excita mucho. Todos me decían que cuando participarías pero no les dije nada. Al contrario, que pronto les tendría una sorpresa. Necesito que te vean para que se acostumbren a ti y luego decirles que serás la nueva administradora. Eso les encantará.

No pensé en nada más que en tomar mi lugar lo más pronto posible.

Llegó la 1 de la mañana y se estaban despidiendo los trabajadores.

-¿Qué haremos ahorita? –Le pregunté. Me sentía un poco cansada.

-Termino esto y vamos a ir a un bar a festejar. –Me dijo. No dije nada. Y hasta ese momento me acordé de mi familia. De mi mamá.

Había salido de la casa cerca de las 3pm y era la 1am y no les había llamado para nada. Y para colmo, había olvidado mi teléfono. Estaría enojada conmigo.

-Edith, y ¿Si me llevas a mi casa? –Dije.

-Vamos a cenar y luego te llevo. ¿Qué te parece? –Asentí.

Ya estaba ahí, una hora más que me quedara no haría mucha diferencia.

Edith terminó y salimos de la oficina. Se despidió de dos guardias que habían llegado y salimos del lugar. Encendió el auto. Sacó más cocaína me ofreció y negué. Luego aspiró. Llamó por celular.

-Van y me dejan la camioneta al antro y de ahí ya se pueden ir. –Dijo y colgó. –Vámonos. –Subió la música y arrancó. Ella iba bien animada y bailando. Yo callada, traía mi preocupación. -¿Qué te pasa?

-Me preocupa mi mamá, no le avisé.

-No te preocupes. Toma. Dale un trago así de golpe y largo. –Dijo pasando una botella verde de whisky. Hice lo que dijo y me ardió la garganta. Tosí. –Te irás acostumbrando. –Dijo. –Agarré la botella y le di otro trago y pasó lo mismo. Di un tercer trago más largo. Me lo tomé todo.

Decidí disfrutar de este momento y enfrentar lo que se venga cuando llegue. Le subí a la música y empecé a bailar.

Llegamos a uno de los antros más conocidos de la ciudad. Rodeamos el lugar y nos detuvimos detrás, ahí había una puerta y un guardia. Nos bajamos.

-Vamos a entrar.

-¿Qué es este lugar? –Fue una pregunta muy tonta. La verdad es que el alcohol me empezaba a poner mareada.

-Este lugar es de nosotros, entramos por atrás para ir a nuestra zona vip. Vengo a ver unas cosas, disfrutamos un rato del ambiente y nos vamos.

-Está bien. –Nos bajamos.

Entramos y caminamos por un pasillo. Luego entramos a una oficina. Se escuchaba la música muy fuerte. Música disco. No nos detuvimos en la oficina, seguimos caminando, salimos y subimos unas escaleras.

La música se escuchó muy fuerte. En el cuarto donde entramos había una salita con una mesa en el centro. Me acerqué a la orilla y estábamos en el segundo piso y abajo se veía a todas las personas, entre luces, bailando, tomando, disfrutando. Para arriba no se miraba nada, teníamos total privacidad.

Había dos tubos abajo, entre las personas y dos muchachas bailando. Vi que algunos hombres les ponían dinero entre su ropa interior. Las chavas ya no traían brassier y los hombres pedían aje se quitara la parte de abajo.

Noté que algunas parejas se estaban besando; hombre-mujer, mujer-mujer y hombre-hombre.

Otros tantos se estaban yendo.

Voltee y vi que Edith estaba hablando con un mesero luego se fue. Se acercó a mí.

-¿Qué te parece? Míralos. Tú eres la dueña de este lugar, aquí puedes bailar, tomar y coger sin límites y nadie te verá. –Me dijo. Nos quedamos viendo a las personas. –Para esta hora, las personas se empiezan a ir. Vamos a sentarnos.

Nos sentamos y a los 5 minutos nos llegó una botella verde de whisky y vasos. Me sirvió uno a la mitad y lo bebí de un trago. Empezamos a tomar y a platicar del trabajo y me explicó unas cosas. A los 15 minutos llegó la comida. Para este momento yo me sentía muy mareada. Empezamos a comer. Tardé 10 minutos en terminar.

Edith se paró a ver a las personas, luego estiró su mano y apuntó, también asentía con la cabeza.

Me levanté y casi me caigo. El alcohol ya me estaba tumbando.

-Vienen dos hombres, para cerrar nuestra noche. –Yo me tambaleaba.

-¿Son desconocidos? –Le dije. –Usted conoce a mucha gente en este medio, debe traerme a un padre de familia, estoy segura que conoce a muchos. –Mi lengua ya no se detenía. El alcohol provocaba eso en mí.

-Si conozco a algunos, y bien puestos.

-Tráelos.

-Tranquila, no te quieras comer el pastel de un bocado.

Entraron los meseros y se llevaron la comida. Entraron los hombres. Los medio vi, mi vista ya no los percibía bien pero el alcohol y la música ya me habían hecho desear una verga. Caminé hasta las personas y agarré a uno y sin decirle nada, le planté un beso. Mal beso porque no podía controlarme, traté de comérmelo.

Lo agarré de la mano y lo llevé a sentarnos. Me levanté y le serví un whisky. Me decía algunas cosas que no escuchaba.

Me fui a sentar a su lado y vi a Edith platicando con el otro hombre, volteó a verme y me sonrió, le regresé la sonrisa.

Subí mis piernas al sillón y me incliné para besar al hombre. Me apretó contra él y empezó a acariciar mis piernas. Levantaba despacio mi vestido hasta dejar al descubierto mis nalgas, que acarició y apretó. Llevé una de mis manos a su entrepierna, que ya se sentía una erección.

Me separé a verlo, mientras lo masturbaba y me saboreaba los labios.

Voltee a ver a Edith que estaba parada viéndome. Me estaba diciendo cosas que no escuchaba. El hombre me seguía besando el cuello. Vi que sacó dinero del bolsillo y me lo dejó en la mesa. Luego me dijo otra cosa y salió junto con el otro hombre.

En cuanto salió, volví a comerme los labios de la persona. El tipo ya más destapado, metió un dedo en mi panocha. Empezó a dedearme. La música se escuchaba al fondo.

De pronto me encontraba empinada en el sillón, con la tanga en las rodillas y con una lengua en mi panocha.

-Así, dame papi. Mete tu lengua así de rico. Sigue. –Dije. De pronto estaba hincada en el piso, quitándole el condón al tipo. –Mmm si supieras cuanto disfruto mamar una verga. Y mejor una gorda como esta. –Y me la metí a la boca. Empecé a mamar. La lamía, lo masturbaba y la escupía.

Fueron 20 segundos. Me levanté y fui por un condón, se lo aventé al tipo. Luego me quité los cordones del vestido y salieron mis pechos. Me bajé el vestido.

Caminé hasta la persona y me puse encima de él. Resbalé delicioso. Puse mis manos en sus hombros y empecé a clavarme lo más rápido que pude… sentí un estirón en mi cabello.

-Con cuidado, papi. –Le dije. Estaba empinada en el sillón y el tipo me estaba dando de perrito. Agarró mis tetas y me dio más fuerte. –Sí, así, dale dale rápido, fuerte. –Dije… abrí mi boca y recibí whisky, mis piernas estaban en sus hombros. Derramó whisky en mis tetas y se agachó a mamármelas. –Muérdelas, fuerte. –Le dije. Lo hizo, sentí un dolor tan rico.

Se levantó y me agarró de los tobillos, me la metió y me la sacó fuerte, rápido.

-PUTA… RICA… CULO…

Estaba empinada… estaba encima… no me cansaba de coger… ni el hombre.

-Ya dame, te estas tardando. –Me empiné en el piso. Sentí la verga en la entrada de mi culo y despacio entraba. –Hay, despacio papi, lo tuyo esta grueso. –Tardó un minuto hasta que entró toda. Empezó a bombear, despacio, luego cuando resbaló, le dio rápido. Se salió y sentí caliente en mi culo. Había vaciado toda su leche ahí. Llevé una de mis manos y agarré poca, que llevé a mi boca.

Voltee a verlo, vi que se levantó y se empezó a vestir. Yo estaba agotada y bien cogida. Estaba feliz. La mejor noche de mi vida.

Me levanté y me andaba cayendo, me agarró la persona.

-¿A dónde te llevo? –Me dijo.

-A mi casa. –Bajé mi vestido y medio abroché los cordones. Mis tetas quedaron volando pero no me importó. No las iba a apretar. Agarré y me puse la tanga. Caminamos y salimos de la zona vip. Agarré el dinero. Bajé con ayuda las escaleras y salimos del lugar.

Nos esperaba una camioneta. Me subí a la camioneta y el tipo la encendió y arrancamos. Cerré mis ojos, todo me daba vueltas.

Medio le di instrucciones. Abrió mis ojos de vez en cuando pero se me cerraban solos. Pero íbamos bien. En una curva no aguanté y vomité dentro de la camioneta. Dijo algo la persona.

-Cállate. –Le dije. –Me acabas de coger, puedo hacer lo que quiera. –Le dije. –Es más, ten. –Saqué el dinero y se lo aventé. –Son como $5mil pesos. Para que la limpies.

Dijo algo más, no lo escuché. Cerré mis ojos… sentí una zarandeada.

-¡Hey! Despierta. –Abrí mis ojos y vi a una persona que no conocía. -¿Aquí es? –Tardé en reaccionar, miré mi casa y asentí. Mis pies me dolían mucho. Me quité los tacones y me bajé. Me quedé parada un rato, tratando de agarrar equilibrio. Escuche arrancar la camioneta.

-Puto. –Dije y sonreí. Caminé despacio, para no caerme. Vi que las luces estaban encendidas. En cuanto abrí la puerta:

-¿Qué hora son estas de llegar? Son casi las 5am –Vi y distinguí a mi mamá. –Y mírate, como andas vestida. ¿Qué es eso? Andas enseñando todo, tu trasero, cualquiera puede verte y mira, de fuera tus pechos.

Miré sentado a mi papá y pude ver cómo me comía con la mirada, sonreí.

-Mamá… tranquila… vengo de una… fiesta. –Medio dije.

-Y vienes borracha. –Se acercó a mí y me puso una toalla para taparme.

-Mamá, no me tapes. –Y me acerqué a susurrarle al oído. –Deja que... mi papá se... eché un taco de ojo. –Me quité la toalla y la tiré.

-¿No le vas a decir nada? –Le dijo mi mamá a mi papá.

Caminé directo a mi papá y me senté en sus piernas. Lo abracé.

-¿Verdad que no me vas a decir nada? –Le dije en tono tierno. -¿Verdad que tengo permisos para salir a fiestas y tomar poquito?

-Julia, te hemos visto muchos cambios y malos y nos preocupas. –Dijo mi papá. –Mírate, como andas vestida y tomada. Cualquiera puede hacerte algo.

Me le acerqué al oído.

-No estés celoso papá... yo soy... solo tuya. –Le susurré. –Pero ahorita fingiré... que no he dicho nada. –Levanté la voz. –Pero papá, andaba... con... unas amigas, fuimos... a una fiesta y nos regresamos... a la casa de... una... de ellas y ahí tomamos y luego... me vinieron a dejar. Te juro... que fue eso.

-Eres mi princesa y sabes que nos dolería si te pasara algo. –Dijo mi papá.

-¿Cómo qué? ¿Qué me violaran? –Dije.

-Sí, mírate como andas, cualquiera…

-No mamá. –Dije interrumpiéndola. Me levanté y me le acerqué. –No cualquiera coge conmigo. Solo cojo... con Rafa, y si... encuentras condones vacíos es que... me trago el semen de él, me gusta mamársela y... coger de todas formas con él y… -Y sentí una golpe en mi mejilla, me dio una cachetada.

-Cállate. –Dijo mi mamá. Mi papá me agarró y me separó.

-Me juzgas... como si fuera lo peor del mundo. –Le dije. -¿A poco tú... no se la... has mamado a mi papá?

-CALLENSE LAS DOS. –Dijo mi papá. –LAS CIRCUNSTANCIAS NO ESTAN PARA PONERSE A ALEGAR. -Las dos nos callamos. Mi papá respiró y habló. –Mañana vamos a hablar bien. Vamos a descansar, los tres andamos cansados.

-¿Me llevas a mi cama? Papi. –Le dije.

Mi papá me agarró y me llevó. Subimos las escaleras y entramos al cuarto. Me dejó caer en la cama.

-Papi…

-Dime hija.

-Te quiero.

-Y yo a ti mi amor. Lo que hiciste ahorita no está bien. –Me dijo. –Quiero pensar que lo dijiste porque andas tomada.

-Pero no está mal.

-Son cosas personales. –Me dio un beso en la frente y salió del cuarto.

Me levanté y me desnudé toda. Apagué las luces. Luego tiré las sabanas al suelo.

-PAPI. –Le grité. A los 20 segundos entró. -¿Me tapas? –Le dije. Lo vi y no me quitaba los ojos de encima. Agarró las sabanas y me tapó y justo cuando quedamos cara con cara, lo abracé y le di un pico. –Si gustas, te puedes quedar a dormir conmigo. Yo ahorita me duermo y…

-YA BASTA JULIA. –Sonreí.

Salió del cuarto y cerré mis ojos.

Los abrí y me dolía tanto la cabeza. Ya era de día. Aunque aparte del dolor, sentía una angustia en mi pecho. Recordaba todo lo que había pasado cuando llegué a mi casa y estaba muy apenada. Debía enfrentar las consecuencias.

Continuará.