Mejor ese día hubiera ido a trabajar...

Libre ese martes de trabajar, y mejor hubiera estado en cualquier sitio menos en casa.

Era martes por la mañana de un día de primavera y regresaba a casa después de hacer las compras en el supermercado, aquel día había librado de ir a trabajar a la oficina y aproveché para ir centro comercial, ya que por las mañanas hay menos clientes y pude entretenerme viendo escaparates hasta el mediodía.

Después de aparcar el auto en el garaje saqué las bolsas de la compra y me dirigí a la puerta de casa. Cuando fui a abrir la puerta me di cuenta de que no estaba puesta la cerradura de seguridad, pero no le di importancia porque algunas veces ya había salido y se me había olvidado de cerrarla.

Entré hasta la cocina y deje las compras encima de la mesa cuando escuche un ruido en la planta superior, me pareció raro porque ese día no venía a casa la chica de la limpieza. Estuve escuchando un momento y no volví escuchar nada más.

Mi sorpresa fue cuando al salir de la cocina encuentro delante de mí a un hombre corpulento de raza negra que quedó mirándome fijamente.

¿ Quién es usted y que hace aquí? le dije.

El sin decir ni media palabra se dirigió hacia mí y yo di la media vuelta para volver a la cocina y coger un cuchillo, pero en el momento en que estaba abriendo el cajón de los cubiertos note como su mano me agarraba por el cuello y me empujaba hacia atrás.

¡ A donde crees que vas zorra ! me gritó . Y empujándome me dirigió hasta el salón.

En ese momento por las escalerillas que dan a la planta superior vi como bajaban otros dos hombres, es este caso su tez delataba que eran de origen árabe.

¿ Que pasa ahí abajo? Dijo uno de ellos.

Parece que la dueña de la casa vino a hacernos compañía. Respondió Walter (así era como le llamaban los moros al negro).

Me obligaron a sentarme en un sillón y mientras tanto ellos entraron en conversación. ¿ Y ahora que hacemos con esta puta que nos ha visto la cara?, lo primero que hará en cuanto nos marchemos será llamar a la policía y con los antecentes que tenemos nos enchironan en un momento. Dijo Alí (uno de los moros).

Pues habrá que cerrarle la boca para siempre. Respondió el otro.

No diré nada, de verdad, no se lo voy a contar a la policía, os lo juro. Les decía yo en medio de súplicas.

En ese momento el negro alzó la voz. ¡¡ Callar todos !! No va hacer falta cargarse a nadie aquí porque la señora va a ser buena ¿ Verdad? Dijo entre una leve sonrisa mirando hacia mí.

Por supuesto....claro. Le respondí yo.

¿ Cómo te llamas?

Mi nombre es Olga

¿Cuantos años tienes? Me preguntó.

Tengo 42 años. Le dije

Pues llevas muy bien esos añitos.... por cierto, este sujeto de la foto que esta contigo

¿Quién es?.

Es mi marido. Le respondí.

Y después de mirar más fotos que había por el salón me pregunto ¿ No veo ninguna foto de niños por aquí?, ¿ Es que no tenéis hijos?.

Hemos decidido no tenerlos. Le dije nerviosa.

Entonces se puso a reir , ¿ No será que tu maridito es impotente?, seguro que es eso.

En ese momento le cambió el gesto y con voz roca me dijo. ¡ Levantate !.

Yo temblorosa me levante y seguidamente me dijo ¡ Desnudate !

Yo le rogué que no me hicieran desnudarme, que cogieran todo lo que quisieran y que se fueran, que no iba a denunciar a nadie.

¡O te desnudas o dejo al moro que te cierre la boca para siempre!. Dijo Walter.

Yo, muerta de miedo empecé a quitarme la ropa mientras los tres sentados en un sillón me miraban fijamente.

¡ Marcharos, por favor, os aseguro que no voy a contar nada ! insistí después de haberme quitado la blusa y la falda.

¡ Quítate el sujetador y las bragas!, venga ¡ Quítatelas ya! Me gritaba uno de los moros.

Yo estaba aterrada, pero no me quedaba otro remedio que obedecer y me desabroché el sujetador dejando a su vista mi pechos que son de un tamaño considerable con unos grandes pezones.

¡ Menudas tetas tiene la cabrona ! dijo Alí entre las sonrisas del resto. ¡ Venga sácate esas bragas ya! Insistió.

Yo, muerta de vergüenza, me negaba a quitármelas, entonces, uno de los moros se levantó sacando una navaja, y metiendo su filo por las costuras me las arrancó, quedando completamente desnuda delante de aquellos tres individuos.

¡Date la vuelta para que te veamos el culo ¡.Dijo el negro

Viendo como me estaba amenazando con la navaja, no dudé en darme la vuelta, y entre aplausos y risas decían ¡ Menudo culazo que tiene la señora! ¡Eso si que un culo potente!.

Walter aprovechó ese momento para levantarse y volver con la cámara de vídeo que le yo había regalado a mi marido el año anterior.

Esta cámara nos la llevamos, pero la llevaremos con una bonita grabación.... Alí, ponte a grabar.

Lo que tu digas jefe. Respondió Alí.

¡Y tú, puta! sientate en el sillón que te voy a enseñar algo que te va a dejar impresionada. Me dijo Walter.

Yo me senté pálida mientras él se ponía delante de mí. En ese momento empezó a desabrocharse y a bajarse el pantalón, bajándose a continuación los gallumbos, dejando ante mi cara un pene descomunal, enorme.

¡ Qué!, ¡ A que no habías visto nunca antes una polla como esta!, ¡ Pues te la vas a comer enterita! Me dijo.

Y era cierto, nunca antes había visto un miembro de aquel tamaño, la verdad era que sólo conocía el de mi marido y el de un novio que había tenido hacía muchos años, pero que nada tenían que ver con la brocha de aquel negro que estaba delante de mí.

¡ Venga cojémela!, me decía. ¡Obeded a todo lo que te diga o será peor para ti!.

No teniendo otra salida cogí aquel rabo descomunal sin saber que hacer con él, todas las relaciones que había tenido hasta ese momento se resumían en la penetración vaginal, nunca dejé ni a mi ex novio ni a mi marido tener relaciones de otro tipo.

¡ Abre la boca y empieza a mamar! Me gritó.

Yo, poco a poco fui metiendo su enorme polla en mi boca, pero sólo pude introducir una parte que ya me la llenaba, mientras que él me agarraba por la cabeza moviéndomela de adelante a tras para que realizara los movimientos que él deseaba. En un momento dado el me soltó y yo como una autómata seguí chupando su chorra que ya empezaba a soltar algunos líquidos, lo cual me dio mucho asco.

De repente la sacó de mi boca y me echó hacia atrás en el sillón, abriéndome las piernas y diciendo ¡ Mi amor, ahora vas a comprobar como tu marido, además de cornudo, es un impotente que no sabe hacer un hijo!

¡ No! ¡No!. Gritaba desconsolada.

Pero para un sujeto de esa corpulencia yo era como una muñeca de trapo, y no le costó mucho poner su verga a la entrada de vagina, introduciéndola poco a poco, como para no querer hacerme daño. Una vez estaba ya dentro de mi concha empezó a magrearme las tetas diciéndome. ¡Cariño, esta va a ser la follada más grande has recibido en toda tu vida, seguro que nunca la vas a olvidar!. Y a continuación comenzó a moverse de forma pausada, así durante unos minutos, mientras no paraba de tocarme todo el cuerpo, la cara, los pechos, aprovechando para besarme los pezones..... haciéndome soltar los primeros gemidos, bajando por todo mi cuerpo para terminar agarrándome con sus dos enormes manos de las nalgas, empezando entonces a moverse de forma más brusca y más ruda, haciendo que mis tetas, ya totalmente empitonadas, empezaran a moverse de arriba abajo al vaivén de sus empujones, lo que le ponía al cabrón más cachondo todavía.

Mis gemidos entonces fueron en aumento, aunque yo quería evitarlos, sabiendo encima que estaba siendo grabada, pero me resultaba imposible, estaba totalmente cogida. Fue entonces cuando el negro soltó una de sus manos de mis nalgas para agarrarme por la cabeza y e inclinármela hacia delante para que observara el mete y saca cada vez más acelerado que me estaba realizando. Me estaba follando a conciencia y no tarde en explotar con un orgasmo bestial.

Pasado un tiempo, fue él quien se corrió dentro de mí jadeando como animal, llenándome con su semen y dejándome preñadísima.

Después de retirarse de encima de mí dejaron que descansara unos momentos, pero ahora los que estaban excitados y calientes eran los dos moros que ya se habían desnudado mientras el negro estaba jodiéndome sin compasión.

Estaban los dos completamente empalmados, y aunque sus miembros no eran pequeños, no tenían nada que ver con el falo del negro.

¡Haber vieja! . Dijo uno de ellos. ¡ Ahora te vas a levantar y te vas a apoyar en el borde del sillón y nos vas a poner ese culo en pompa!.

¡ No, por el culo no!, ¡ No me humilléis más!. Les dije desconsolada.

De nada sirvieron mis suplicas, y ante un bofetón de Alí me levante aterrada pero cuando iba a apoyarme en el sillón sonó mi teléfono móvil. Walter me lo pasó y preguntó de quien era la llamada. El que llamaba era mi marido.

Me obligó a cogerlo pero advirtiéndome de que tuviera cuidado con lo que decía.

Descolgué el móvil y empecé a hablar con mi marido, que me llamaba para decirme que aquella noche estábamos invitados a una cena en casa de uno sus compañeros de trabajo. Mientras duró la conversación el negro me tenia cogída por el hombro aprovechando para darme besos en la mejilla y acariciarme el pezón de una teta, mientras que Alí me sobaba el culo restregándome su polla y dándome un cachete en el trasero de vez en cuando.

Cuando terminó la llamada, me recordaron que era lo que tenía que hacer, y ya entregada obedecí resignada sus ordenes, apoyándome en el borde del sillón y poniendo mi culo en pompa a la vista de aquellos malditos.

Alí aprovecho entonces para untarme el culo con mantequilla para, según él, facilitar la penetración.

A mi en aquel momento me temblaban las piernas, mientras Alí seguía jugando a restregar su verga en mis nalgas, dándome pequeños golpecitos con la punta de su polla y riéndose de la situación, hasta que el negro le dijo con autoridad. ¡ Venga, rómpele de una vez el culo a esa puta, que no tenemos todo el día!.

Obedeciendo con prontitud Alí comenzó a introducir su rabo por mi trasero, costándole avanzar hacia el interior porque mi culo virgen no estaba acostumbrado a ello.

¡ Suelta el culo de una vez guarra, o será peor para ti!, me gritaba Alí mientras se dedicaba a darme fuertes cachetes en las nalgas.

Yo chillaba hundida por el dolor y la humillación, pero mis gritos fueron acallados rápidamente por el otro moro, que colocándose delante de mí, me introdujo su asquerosa polla en mi boca, ahora los chillidos se trasformaron en un ruido seco que no podían ir más allá de mi garganta.

Mientras tanto, a base de empujar, Alí ya había conseguido introducir toda su tranca dentro de mi culo, llegando a golpearme con sus huevos en cada embestida.

¡ Menudo culazo más bonito que me estoy follando!. Repetía en medio de su excitación el muy canalla.

.....Y allí estaba yo, ya medio mareada, mientras era enculada y comiéndome una polla en medio del regocijo de esos cabrones.

El primero en acabar fue Alí, volcando su leche dentro de mi culo. Posteriormente, el otro moro, retiro su tranca de me boca y rápidamente se dispuso a culearme.

Su penetración fue rápida ya que estaba completamente dilatada.

Yo, entregada, me adapté al ritmo marcado por el individuo, volviendo a oírse mis gemidos, que en ocasiones, parecían de placer.

¡ Ya os decía yo que a esta golfa lo que más le gusta es que le den el culo! ¡ A que te gusta que te den por el culo, puta!. Me decía.

Yo no quería responder, pero después de insistir en varias ocasiones acabé diciendo lo que ellos querían oir.

¡ Si, si, me gusta que me den por el culo! Dije para alegría de los tres.

¡ Vaya, vaya, la señora ha sacado la puta que lleva dentro! Dijo entre carcajadas el negro.

¡ Dinos a todos lo puta que eres! Insistió.

¡ Soy una puta y lo que más me gusta es que me jodan y me den por el culo! Respondí enloquecida.

En ese mismo momento el moro que me estaba enculando se corrió, dejándome el trasero lleno de semen, retirándose satisfecho.

Yo quede agotada y rendida tirada entre el suelo y el sofá.

¡ Bueno!, dijo el negro ¡ Creo que ya es hora de irse, pero antes de marchar creo que debemos alimentar a la señora después del desgaste que ha tenido, no estáis de acuerdo!. A lo que respondieron afirmativamente los dos moros.

Entonces dos de ellos me cogieron y me sentaron en el sillón, para posteriormente ponerse los tres a pajearse delante de mi cara.

¡ Venga, abre esa boquita que te vamos a dar leche de la mejor calidad! Dijo Walter.

En ese momento yo ya entendía la mitad de las cosas que me decían, pero entonces uno de ellos tapó con sus dedos mi nariz y automáticamente abrí la boca, lo que aprovecharon uno detrás de otro, para correrse, cerrándome la boca, cada vez que cada uno terminaba para que me lo tragara todo.

Y así terminó mi pesadilla, los tres se vistieron rápidamente y desaparecieron sin que haya vuelto a saber nada más de ellos.

A mi marido no le conté nada de esta humillación, simplemente le conté que cuando llegué a casa vi que habían entrado a robar.

El problema fue cuando, a los dos meses, le llegó el envío de un video, y vió a su mujer realizando todo lo que os he narrado anteriormente, además de saber que este mismo video se encontraba a disposición de cualquiera en una web de maduras cachondas.

La situación entre los dos no volvió a ser la misma, y menos aun cuando a los nueve meses de los acontecimientos tuve a un mulatito como hijo.

Una de las cosas que cambiaron fue que, a partir de ese momento ya no pude negarme a cumplir ninguna de las fantasías sexuales que deseaba mi marido, cosa que anteriormente no hubiera aceptado.