Mejillones para cuatro -3-

Fuimos al aseo. Cerró la puerta. Se quitó las bragas rojas, que tenían una gran mancha de humedad, y me dijo: -Cómeme el coño José, cómeme el coño que si no me corro antes de estar con Jenny no le aguanto ni un minuto.

Llegó el día, más bien la noche. Jenny y Johnny vinieron a cenar. La vestimenta era informal, vaqueros y camisas nosotros y faldas y blusas ellas. La cena la había comprado yo en la plaza. MEJILLONES PARA CUATRO. El vino para acompañar la cena era Albariño, de cosecha propia, lo mismo que los limones. Mi esposa hizo los mejillones con cachelos, o lo que es lo mismo, mejillones al vapor con patatas cortadas a la mitad y cocidas con monda. Si no habéis comido nunca mejillones os diré que un mejillón es como un coño, con sus labios, su biso, que serían los pelos, y el pie que parece un clítoris. Mirando para Jenny, saqué un mejillón de la concha, le eché limón, y goteando le pasé la punta de la lengua por los labios, por el supuesto clítoris, lo chupé y lo comí.

Jenny hizo lo mismo con otro mejillón mirando a mi esposa con sus ojazos azules.

Johnny le echó más leña al fuego, cuando dijo:

-Estos bichos parecen pussies (coños).

Le pregunté:

-¿No te gustan los mejillones?

-Me gustan, me gustan mucho, pero no tanto como los pussies.

-Ya somos dos.

Yo estaba sentado al lado de Jenny y mi esposa al lado de Johnny. Vi como Jenny se quitaba un zapato y estiraba la pierna derecha. Mi esposa se puso colorada. Al rato hice que se me caía una concha, me agaché y vi por debajo de la mesa el pie de Jenny con el dedo gordo acariciando la almeja de mi esposa, que tenía la falda levantada, las piernas abiertas, y las bragas apartadas hacia un lado.

Le dije a Jenny:

-Te faltó tiempo.

Me respondió con sonrisa de diablesa.

-Me gusta ir preparando el postre.

Acabamos de cenar los MEJILLONES PARA CUATRO y de beber tres botellas de Albariño. (creo que eso dio pie a que nadie quisiese el flan que había de postre) Mi esposa y Jenny recogieron la mesa y se fueron a la cocina a hacer el café. Mientras el agua se calentaba ellas hervían, ¿O era al revés? Fuera como fuese, se comían a besos. Cuando volvieron con el café y la aguardiente de hierbas, le pregunté a mi esposa:

-¿Qué se siente?

-Calor, mucho calor.

Jenny le pegó otro morreo, le acarició las tetas, y me dijo:

-Y deseo, mucho deseo.

Acabamos el café y el aguardiente, que ellas no tocaron, fuimos al salón, y me dijo mi  esposa:

-Vamos al baño a lavar las manos, José.

Fuimos al aseo. Cerró la puerta. Se quitó las bragas rojas, que tenían una gran mancha de humedad, y me dijo:

-Cómeme el coño, José, cómeme el coño que si no me corro antes de estar con Jenny no le aguanto ni un minuto.

-¿Tanto te excita?

-¡Puuuuf! Ni te lo podrías imginar.

Me agaché. Mi esposa levantó la falda. Hice lo que le gustaba cuando estaba muy caliente. Meterle un dedo en el culo después de humedecerlo en la boca y lamer su clitorís a toda pastilla... Enseguida cogió mi cabeza, y entre silenciosos gemidos, me llenó la cara de jugo. Se había corrido rico, rico, rico. Al acabar, me dijo:

-Gracias, cariño. Me hacía falta.

Al llegar al salón, Jenny y Johnny fueron a asearse. Al volver, le preguntó Jenny a mi esposa:

-¿Tienes nata?

-Sí, en la nevera.

Unos minutos mas tarde, Johnny y yo, sentados en dos sillones, vimos como Jenny y mi esposa, entre besos se iban desnudando la una a la otra. Al quedar con las tetas al aire se las acariciaron, primero mi esposa a Jenny y después Jenny a mi esposa. Acabarón desnudas y arrodilladas sobre la alfombra. Jenny hizo que mi esposa se echase boca arriba en la alfombra, cogió el spray de la nata, y nos preguntó:

-¿A que estáis eperando? Desnudaos.

Nos desnudamos viendo como Jenny echaba nata en los labios de mi esposa, como le pasaba la lengua para limpiarla y como acababan comiéndose las lenguas. Después echó nata sobre las tetas tapando los pezones, y nos dijo:

-Come here and lick, doggies. (Venir aquí y lamer, perritos.)

Le lamimos la nata y le chupamos las tetas. Jenny  besaba a mi esposa. Después nos echó nata en los capullos, y nos dijo.

-Poner las vergas en sus labios.

Las pusimos, mi esposa lamió con la lengua la nata y después cogió las vergas con las dos manos y fue chupando una, y después la otra...

Jenny le echó nata en la almeja a mi esposa. Se la quitó a lametazos, y le dijo, antes de comérsela bien comida:

-No voy a parar hasta que me des tu néctar.

De la manera que le comía la almeja pronto se la iba a dar. La lengua de Jenny viajaba desde el ojete al clítoris haciendo minúsculas paradas en la vagina. Era un viaje en Ave, la lengua volaba. Mi esposa, entregada, y cada vez que dejaba de mamar, decía:

-¡Siiiiiiiiii¡ ¡Joder! ¡Qué maravilla! ¡Adoro tu lengua...!

Al final, cuando ya echaba por fuera, le dijo Jenny:

-¿Te vas correr para mí?

-Si, sí, sí, sí,sí, sí, sí, si. ¡¡Sí!! ¡¡¡¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!

Mi esposa se corrió en la boca de Jenny, retorciéndose y chupándole la polla a Johnny, ¡con una lujuria! ¡¡Qué lujuria!!

Al acabar de correrse mi esposa, jenny, me dijo:

-Échate boca arriba en la alfombra, José.

Me puse boca arriba. Jenny me montó. Me dió a chupar las tetas mientras me follaba a su aire. Vi como Jonny le trabajaba el culo con la lengua. Después, cogiéndola por las tetas, la enculó. Mi esposa, viendo como Jenny gemía, se arrodillo y la beso. A los diez o quince minutos sentí como la almeja de Jenny apretaba mi cipote, se abría y lo encharcaba con una inmensa corrida.

Al quitarse Jenny mi verga del coño, una cascada de flujo cayó de su almeja y me encharcó los huevos. Johnny se la quitó del culo y mi esposa no esperó más, Besó a Johnny, hizo que se echara boca arriba en la alfombra, lo montó y me dijo:

-Encúlame como tu sabes.

Le lamí el culo, se lo follé con la punta de la lengua y la clavé. No sabía que mi esposa se pudiese calentar tanto. Nos folló a los dos hasta que la llenamos de leche, y entonces, sí, entonces paró, y chilló:

-¡¡¡¡Vuuuuuueeeeeeeeeeeeloooooooo!!!!

¡Pedazo de orgasmo! Llevó más de 20 segundos gimiendo y sacudiéndose.

Después de recuperarse, le preguntó a Jenny:

-¿Quedá nata?

-Queda.

Nos miró y nos dijo:

-Mirad hasta donde puede llegar una mujer desatada.

Jenny, sonriendo, le preuntó:

-¿Qué me vas a hacer?

-Ponte boca abajo.

Jenny se puso boca abajo. Mi esposa separó sus nalgas y echó nata en su ojete. Se la quitó con la lengua y le folló el culo con la punta de la lengua primero y con un dedo después... Le echó nata en la almeja y se la comió. Jenny se deshacía en gemidos. Le dijo a mi esposa:

-Me voy a corer en tu boca y ni sé tu nombre.

-Ponte a cuatro patas y llámame Marnie la Lujuriosa.

Marnie la Lujuriosa y Jenny se pusieron a cuatro patas, y nos dijo Marnie:

-Caña, muchachos, necesitamos caña.

Caña les dimos, Johnny a mi esposa y yo a Jenny, caña por el culo primero y por el coño después, hasta que se corrieron y nos llenaron las pollas de flujo.

En fin, amigas, amigos, al llegar a cierta edad, en el terreno sexual, es renovarse o morir.

Se agradecen los comentarios buenos y malos.