Mejillones par seis
El, Donatien, era moreno, delgadito, larquirucho y guapísimo. Tenía más pinta de marica que de heterosexual. Ella, Babette, su esposa, parecía una Barby, era rubia y tenía el cuerpo como uno de esos maniquíes que hay en los escaparates.
Continuación de Mejillones para cuatro.
Johnny y Jenny se habían hecho amigos nuestros. Más de una vez me habia follado a Jenny sin que Johnny lo supiera, y más de una vez mi esposa había follado con Johnny sin que lo supiera yo. (aunque todo se llega a saber) Es lo que pasa después de un intercambio de parejas, y más si una pareja es de personas jóvenes y la otra de personas maduras. A pesar, o gracias a eso, fue el verano más feliz de nuestras vidas.
Una tarde fuimos mi esposa y yo a nuestra terraza favorita, y allí estaban Johnny y Jenny sentados a una mesa con dos jóvenes que tendrían la misma edad que ellos. Sólo que eran franceses. Él, Donatien, era moreno, delgadito, larguirucho y guápísimo. Tenía más pinta de marica que de heterosexual. Ella, Babette, su esposa, parecía una Barby, era rubia y tenía el cuerpo como de esos maniquíes que hay en los escaparates. Johnny, nos invitó a sentarnos a la mesa con ellos, y después de presentarnos, no se anduvo con rodeos, nos preguntó:
-¿Queréís ganar dos mil euros?
-¿De qué se trata? -le pregunté.
-De rodar una película de intercambios de parejas. No es para comercializar. La quieren guardar como un recuerdo de su luna de miel.
Pensé que eso se lo dirían a todos y después sacarían pelas con ellas. Aún así le pregunté:
-¿Y como se titularía? ¿Desnudas en el valle de los empalmados?
-Muy gracioso. Se titularía: "Mejillones para seis" La haríamos en vuestra casa.
Mi esposa entró al trapo.
-¿Hay que cocinar?
-Los mejillones para rodar la escena en que los lamemos mirando para vosotras.
-Quinientos euros más para los mejillones y la cocinera.
Johnny habló en francés con Donatien.
-Oui -le dijo el joven.
-¿Qué te dijo? -le preguntó mi esposa a Johnny
-Que está de acuerdo.
Mi esposa ya había tomado la iniciativa.
-Mi marido y yo llevaremos antifaz.
Donatien la había entendido.
-Très bien.
-¿Qué dijo? -le volvió a preguntar mi esposa a Johnny.
-Que muy bien.
Nos tomamos unas cuantas copas... Antes de marcharnos, Babette, se levantó, vino junto a mi esposa, le susurró algo al oído, luego, sonriendo, volvió a sentarse en su asiento.
De camino a casa le pregunté a mi esposa:
-¿Qué te dijo?
-No lo se, pero su voz es, es, es, es tan sensual que dan ganas de comerla.
-¿Pero qué palabras te dijo?
-Tu me plais.
Al llegar a casa, mi esposa, miró palabra por palabra en un diccionario francés español, español, fracés, y al saber que significaba, una sonrisa se dibujó en su rostro.
-¿Qué te dijo?-le pregunté.
-Que le gusto.
Al día siguiente, en el salón de nuestra casa, Donatien, abrió una mesa plegable de dar masajes, que sacara de una caja y Jenny sacó de su maletín el aceite. Al rato todo estaba preparado para rodar. Johnny y yo (con antifaz blanco como si fuese el Llanero Solitario) estábamos sentados en dos sillones, desnudos, con la polla en la mano. Mi esposa (con antifaz rojo) y Jenny (las dos en lencería fina de color rojo y con zapatos rojos con tacones altos) estaban de pie, al lado de la mesa de masajes, donde Babette estaba desnuda y boca abajo. Sonaba música new age y unas velas perfumadas inundaban la sala de olor a fresa. Donatien, tras la cámara, dijo:
-Action!
Mi esposa tenía que hacer lo mismo que hiciera Jenny, que era la experta. Echaron aceite de coco en las palmas de las manos y las frotaron para calentarlo. Con las manos completas, empezaron a masajear a Babette en la parte baja de la espalda hasta llegar a los hombros y al cuello pasando por las costillas, masajeando hacia arriba durante unos dos o tres minutos, y después hacia abajo con el pulgar levantado... Volvieron a echar aceite en las palmas de las manos y las frotarom para calentarlo. Masajearon las plantas de los pies... los tobillos... los talones... los dedos... Fueron subiendo muy lentamente por los muslos, sin dejar nada por masajear...Masajearon la hendidura que hay entre la nalga y el muslo, de fuera adentro y de dentro afuera... Masajearon las nalgas con movimientos circulares... Masajeando, separaron y juntaron las nalgas, lo que excitó el ano de Babette. Jenny hizo movimientos circulares sobre él. Cuando el ano se empezó a contraer y a expandir, los gemidos de Babette se empezaron a oír. Mi esposa, por iniciativa propia, le metió un dedo dentro del culo. Los gemidos de Babette ya eran de pre orgasmo. Jenny le quitó a mi esposa el dedo, y le dijo a Babette:
-Turn around.
Babette, se dio la vuelta y le dijo a mi esposa:
-Embrasse moi!
-Quiere que la beses -le dijo Babette a mi esposa.
Mi esposa, que ya estaba caliente como una perra, pues había visto mojados los rubios pelos del coño de la Barby, le metió un morreo que me puso tan cachondo que si no estuviéramos rodando, sacudía mi polla con fuerza y me corría como un bandido.
Comenzó el masaje a las tetas. Las cogían con las dos manos y las masajeaban de abajo hacia ariba, de arriba hacia abajo y en círculos. Babette sonreía y volvió a gemir de nuevo... Con dos dedos le apretaban y masajeaban los pezones... Mi esposa y Jenny se besaron. Se veía que estaban calientes. Unos minutos más tarde, ya Babette levantaba la pelvis buscando que una buena polla la hiciese correr. Con un beso de Babetté en un pezón y otro de mi esposa en el otro, pasaron a masajearle el coño.
-Et voilà -dijo Donatien.
-Nos toca actuar -me dijo Johnny.
Yo sabía que tenía que follar a Jenny y que Johnny tenía que follar a mi esposa. Así que fuimos. Les quitamos las bragas, les quitamos las tetas de las copas, sin quitarles el sujetador, se las cogimos y, por detrás, se las clavamos. Jenny estaba empapadísima, pues mi polla entró en su coño como entra un cuchillo en la mantequilla, y la de mi esposa no debía estar menos, ya que el gemido que salió de su garganda era de placer máximo.
Vi como el dedo pulgar de mi esposa masajeaba uno de los labios del coño de Babette y el de Jenny el otro. Babette movía la pelvis hacia delante. Jenny le metió dos dedos en el coño, mi mujer le acarició el clítoris con el dedo pulgar... Johnny, no aguantó más. Mordió el cuello de mi esposa y se corrió dentro de su empapado coño. Ella, dándole al culo, le regó a Johnny la polla con su corrida. Sentí como el coño de Jenny apretaba mi polla, al tiempo que Babette, gritaba:
-¡¡¡Oiu, oui, oui!!!
Del coño de Babette, comenzó a salir un torrente de flujo, y mientras se retorcía como una serpiente, mi leche se fue juntando con el jugo que estaba echando Jenny.
-Phèmomènal -dijo el Donatien al acabar de corrernos.
Fenomenal iba a ser cuando cogiese a la barby de su esposa, aunque creo que tendría que esperar a que la cogiera mi esposa.
Continuará.
Se agradecen los comentarios buenos y malos.