Megan y Julie

Este relato es bueno para las chicas que tienen el corazón roto... y para las "buenas amigas" que desean consolarlas.

Megan y Julie

Original en inglés por Chicklet

"Chrissie Christianson se ve satisfecha consigo misma", me dijo Amy al oído, moviendo su cabeza hacia la pista de baile. Me giré en mi silla, observando la pequeña porrista rubia. Con un gesto de disgusto, la ubiqué. "¿Crees que podía haber alardeado un poco más de su cuerpo con ese vestido?", bromeé, sonriendo. "Mira con quién está", dijo Amy flagrantemente, moviéndose otra vez. Girándome de nuevo, observé al compañero de Chrissie. "Ay, Dios", dije, reconociendo al chico. "Me pregunto dónde está Julie", dijo Amy, sacudiendo la cabeza. Por lo último que había escuchado, se suponía que Julie iba a venir al baile con la bien formada carne del brazo que estaba con el de Chrissie.

Me pasé la lengua por los labios, humedeciéndolos y recorrí el gimnasio con los ojos. Era el primer baile del último año de la preparatoria, y usualmente nunca asistía a tales eventos. Amy me convenció para que saliera de mi jaula y cambiara de rutina, sugiriendo que podía conocer a alguien aquí. Sin embargo, yo no pensaba así. No habían muchos hombres, si es que había alguno, que me interesaran.

Mis ojos se detuvieron en una silla al lado opuesto del gimnasio. La hermosa rubia oscura se sentaba totalmente sola, su espalda contra la pared, observando a la pareja que estaba en la pista de baile con un rostro marcado por el llanto.

"Ese imbécil", maldije en voz baja. "¿Cómo pudo hacerle esto en un sitio público?" Separando mi silla de la pequeña mesa, sonreí a Amy. "Voy a ver si puedo animarla. ¿Nos vemos mañana?"

"De acuerdo", dijo Amy, asintiendo con la cabeza y viendo de nuevo a los bailarines. "Nos vemos".

Logré atravesar la muchedumbre hasta Julie, admirando su cuerpo delgado con el vestido que llevaba, admirando sus delgados tobillos que estaban cruzados bajo su silla. No me notó, ni siquiera cuando me puse exactamente frente a ella. Extrañamente, sentía una cierta excitación mezclada con miedo al observar a mi antigua amiga. No habíamos sido cercanas desde que entramos a la preparatoria. El hecho de que no hubiéramos hablado en casi dos años me dio duro al darme cuenta que había pasado su cumpleaños 18 y no me había invitado a la fiesta que estaba planeando desde la escuela. Luego llegó mi cumpleaños, e hice lo mismo, excluyéndola no por desquitarme sino por el miedo de que no fuera. Incluso aunque nos habíamos separado, me hirió verla sola, y sentí que ahora sería un buen tiempo para volvernos a conocer.

"¿Qué pasa?", le pregunté suavemente. Julie alzó los ojos, parpadeó, y sus ojos mostraron reconocerme al revisar rápidamente mi atuendo, inusual para un baile de escuela. Siempre he sido una marimacho de corazón, y no me iba a poner linda para los chicos de mal perfil de esta escuela.

Julie levantó su mano para enjugar las lágrimas de sus ojos hinchados. Le echó un vistazo a la pareja que bailaba y volteó a verme de nuevo. Los vi por encima del hombro, riendo alegremente por algún gran chiste que había contado Chrissie. Sacudiendo mi cabeza con rabia por la estupidez de alguien que escogiera a esa tabla por sobre Julie, volteé a ver a mi amiga otra vez. Sus suaves ojos se veían tan lastimados que intenté suavizar mi enojada expresión. Con un suspiro, levanté mis hombros. "Vamos", dije, ofreciendo mi mano.

Julie miró indecisa de nuevo hacia la multitud, y sus ojos parecían atraídos hacia la rubia pareja bonita y estúpida. La escuché tomar aire con fuerza, levantándose dramáticamente su pecho al llegar al parecer a una gran decisión mental. Me tomó de la mano, su palma tibia haciéndole cosquillas a mis dedos, y me miró a los ojos. Mi propio cuerpo dolía por la herida que veía en esos hermosas pupilas azules. Sonreí tan alegremente como puede, intentando transmitirle mis sentimientos por ella en una expresión, y, apretando ligeramente su mano, la conduje con gentileza hacia fuera.

El aire fresco del parqueadero fue un cambio bienvenido respecto al concurrido gimnasio lleno de estudiantes. Agitando su mano para consolarla, caminamos por el lado del edificio y nos encontramos en una oscura esquina. Podía escuchar la música del baile colándose por las paredes de ladrillo, el fuerte bajo de la música pop sonando calmamente. Escuché a Julie tomar aire profundamente, y volteé para observar que las lágrimas se acunaban de nuevo en sus ojos.

"No lo necesitas", dije con suavidad, soltando una de las manos de Julie y acariciando la otra. Sostuve su palma en la mía y pasé los dedos de mi otra mano suavemente sobre los suyos, consintiendo la suave piel de ese sitio. Sentía mariposas en mis estómago.

"Ojalá pudiera creer eso", dijo Julie sin aire. Podía escuchar el dolor en su voz, y a pesar de las mariposas en el estómago mi corazón pareció saltar.

Tomando aire, sacudí de nuevo la mano de Julie. "Eres tan bonita y especial; no sé por qué dejas que te trate así", le dije en susurros. Julie me vio entre la oscuridad, sus ojos errando por mi cuerpo desde mi cabello hasta la bota de mis jeans. Observé su cuerpo, similar al mío en forma, enfundado estrechamente en un vestido verde que parecía exagerar sus pequeñas curvas.

Sonriendo con suavidad, intentando juntar coraje para lo que quería hacer, me acerqué un paso hacia Julie. Sólo había unos cinco centímetros entre nuestros cuerpos. El calor que radiaba parecía hacer contrapeso al frío del aire, y sentí que la piel se me ponía de gallina estando tan cerca a ella. Podía escuchar su suave respiración y el olor a loción en su piel. Mi boca se abrió un poquito para que mi lengua pasara, humedeciendo los secos labios separados.

Mis ojos buscaron los de Julie para observar su reacción, pero no pude leer nada. Sus ojos estaban tan hinchados por las lágrimas, y sus mejillas rojas de tanto llorar. Rabia hacia el novio de Julie me habitaba. La había visto herida por tantos de los chicos de la escuela. Deseaba que pudiera hacer todo mejor, y tomé aire de nuevo.

"Realmente, Julie", le dije. "No deberías dejar que te tratara así".

La respiración de Julie se hacía más pesada. Su rostro tenía un brillo inusual, uno que no le había visto antes. Sus ojos parecían excavar en mí, y un resplandor de necesidad en ellos que esperaba poder satisfacer antes de que acabara la noche. Era lo que había querido por tanto tiempo.

"Lo sé", susurró, su dulce aliento inundando mi cara. Ahora estábamos apenas a un par de centímetros, mis labios prácticamente rozando los suyos. Nuestros rostros casi nariz contra nariz. Podía sentir que mechones de su cabello suelto rozaban mi mejilla.

"Te he observado por mucho tiempo", confesé. Me sonrojé, avergonzada por haberlo admitido, pero Julie sólo asintió con la cabeza. Me miró fijamente a los ojos y sentí como si me halaran hacia ella, la gravedad de su cuerpo atrayendo el mío hasta que nuestros cuerpos se unieron y nuestros labios se tocaron por primera vez.

Julié emitió un quejido, e intentó alejarse. Moviéndome más cerca, presionándola contra la pared, rocé mis labios contra los suyos, ansiando el sabor de su boca dulce. Se me sometió, separando sus labios con el toque más ligero de los míos. Mi lengua saboreó su boca por primera vez, entrando de a poco como un intruso y acariciando los extremos de sus dientes suaves. Temblé de placer y deleite al escuchar a Julie gemir contra mí, su aliento cálido soplando lentamente en mi boca.

La lengua de Julie empezó a explorar mis labios, la suave punta pasando por mí y tentativamente moviéndose hacia dentro. Abrí más mi boca, permitiendo a su lengua trazar las crestas del paladar de mi boca. Sentía que el lugar entre mis piernas se ponía más caliente, y suavemente me froté contra la chica que estaba en mis brazos, adelantando mi cadera contra la suya, frotando mi coñito contra su pierna. Mi clítoris parecía gritarme de frustración, el suave de algodón de mis pantaletas inquietando la carne a su alrededor, pero sin que la piel misma lograra ninguna fricción. Gemí contra los labios de Julie, olvidando por completo todos mis sentidos excepto la excitación que me inundaba, y la sensación de sus labios contra los míos.

Cada parte de mi ser que ansiaba a Julie, suplicaba que la tuviera aún más. Deseaba que la pared de ladrillo se desvaneciera y su ropa y la mía se derritieran, permitiéndome acostarla y ponerme sobre su pequeño cuerpo. Mis manos cosquilleaban por tocarla, por moverse por su cuerpo, pero permanecieron congeladas a sus costados, junto a sus hombros. Escuché que otro sonido suave se le escapaba, y rompí de forma reluctante nuestro beso.

"¿Quieres salir de aquí?" pregunté, mi voz gimiendo por mi estado de excitación. Mis ojos se internaron en los suyos, sin que nuestro contacto se rompiera siquiera por un parpadeo.

Asintiendo sin palabras, Julie parecía afrontar alguna lucha interna. Su lengua roja salió de su boca por sólo un instante para lamer sus labios, y los míos se sintieron como si latieran, la deseaba tanto. Me mantuve callada, alejada, forzándome a estar calmada y escuché a mi corazón latiendo mientras Julie estaba en silencio frente a mí.

Una voz me llegó a los oídos de la vuelta de la esquina de donde habíamos llegado y escuché el sonido de una puerta que se abría. "Sólo salgo por un poco de aire fresco", dijo la voz.

Me alejé de Julie, mostrándole una breve sonrisa de confidencialidad, rompiendo con renuencia nuestro contacto. Mi mano se sentía vacía sin la suya.

"Vamos", dije, mi voz apenas por encima de un susurro. Asintió y yo mostré el camino, moviéndome más allá del gimnasio, dejando atrás la música resonante y hallando el sitio en el parqueadero en que había dejado mi Celica plateado.

Saqué la llave del bolsillo de mis pantalones y rápidamente quité el seguro de la puerta de pasajeros, abriéndola para que Julie entrara. Me miró al entrar, sus párpados cubriendo a medias sus ojos, y me sonrió hermosamente. El corazón me saltaba, el cuerpo latía, abrí la puerta de mi lado y me senté junto a ella.

"¿A dónde quieres ir?" le pregunté, colocando la llave en su lugar. "Mi casa", dijo. Volteé a mirarla. Miraba a su regazo, jugando con las manos. El vestido se amontonaba a sus costados en la silla, haciéndola ver como una niña pequeña. "No hay nadie en la casa esta noche", explicó.

Mi chocho parecía moverse por la anticipación al girar la llave. El motor rugió y arranqué suavemente, girando el volante para ir al lado de la ciudad donde vivía la familia de Julie. Casi demasiado temerosa de esperar, me pregunté qué tendría en mente. Si la suerte me acompañaba, ella pensaba en algunas de las ideas sucias que atravesaban mi cabeza. Mis labios se sentían calientes, el recuerdo de nuestro beso aún fresco en mi mente. Intenté concentrarme en la calle, en conducir, pero mi mente seguía errando de vuelta al pequeño cuerpo de Julie presionado contra la pared de ladrillo de la escuela. Si esos estudiantes no hubieran salido del gimnasio en ese preciso instante, podía bien haber dado el siguiente paso con mi vieja amiga.

No se habló ninguna palabra entre nosotras, pero no hubo necesidad. Sólo necesitaba mi imaginación. Tocando un botón de mi radio, puse una de las cintas de mi banda favorita, llenando el auto de bajos y encantada por la sensación vibrante que causaba en mi cuerpo. Tras el volante, me sentía como si todo mi cuerpo estuviera pulsando, y lamí con lentitud mis labios. Estaba excitada, más excitada de lo que había estado en mucho tiempo.

El viaje a casa de Julie no duró mucho, pero me pareció una eternidad. Todo lo que quería era parquear frente a esa casa y correr hacia el cuarto de Julie con ella. Sin embargo, sabía que tenía que tomarlo con calma; Julie parecía pensar en lo mismo que yo en el sentido de que me deseaba, pero pensé que si ella fuera "ese tipo de chica", lo habría escuchado en la escuela. El beso que compartimos fue probablemente el primero que compartía con otra mujer, y no quería espantarla antes que hubiéramos siquiera empezado.

Una luz de la casa estaba encendida. Sentí un ligero asomo de miedo en mi estómago, preocupada de que aún estuviera allí al menos un miembro de la familia.

"¿Dónde está la familia?" pregunté una vez que apagué el carro. El auto parecía vacío sin la música, y mi cuerpo también tembló al perderse el bajo.

"Fueron de fin de semana con la abuela", dijo Julie con suavidad. Pensé que había escuchado algo de ansiedad en su voz pero no estaba segura. "Entremos". Abrió la puerta del auto y la cerró mientras yo me quedé sentada, siguiéndola torpemente con la mirada. Ganando rápidamente control de mis sentidos, abrí mi puerta y la cerré, el sonido parecía hacer eco por toda la calle. Me apresuré, siguiendo a Julie mientras me conducía hacia su puerta. Se detuvo y me quedé cerca a ella, mis pechos rozando su espalda. Mis pezones se endurecieron bajo mi camisa, sobresaliendo de mi cuerpo y frotándose contra mi sostén. Intenté no respirar en su cuello, no acercarme demasiado y capturar su cuerpo en mis brazos, y fui sorprendida con la guardia baja cuando la puerta se abrió realmente y mirábamos hacia dentro de su casa. Julie me miró por encima del hombro y me dio una sonrisa, su rostro casi tocando el mío mientras sus adorables labios se movían hacia arriba.

Hace años había sido una invitada regular a esta casa, y sentí una extraña suerte de nostalgia al seguir a Julie a la sala. Me dejó allí de pie mientras cerraba y aseguraba la puerta tras nosotras, y luego se giró hacia mí de nuevo.

"¿Quieres una Pepsi u otra cosa?" me preguntó. Asentí en silencio, mis ojos vagando por el cuerpo de Julie. Imaginé que mi lujuria era aparente, pero no sabía si Julie me entendía de esa manera. Giró hacia la cocina y la seguí, observando sus delgadas caderas contoneándose bajo el vestido. Las curvas de su firme trasero eran visibles claramente, y me decepcionó que nos detuviéramos y dejara de moverse.

"Están en el refrigerador", dijo Julie, abriendo la puerta de la nevera. No nos habíamos molestado por prender la luz; el cuarto estaba oscurecido pero de alguna manera iluminado por las luces de la calle fuera de la ventana. La luz de la nevera se reflejó en la tela del vestido de Julie al doblarse para agarrar los refrescos.

Las mariposas en mi estómago parecieron renacer, pero entonces escuché un gruñido y pude colocar el dedo en la causa exacta de la incomodidad.

"¿Tienes algo de comer?" pregunté. "Tengo un poquito de hambre".

"Déjame ver", dijo Julie, poniendo las dos latas de gaseosa en la mesa. Estiró los brazos por encima de su cabeza, alcanzando la gaveta. Su cuerpo se estiró, flexionando su trasero, y no pude evitar observarla en la atractiva posición mientras ella tanteaba algo. "Qué tal ésta bolsa?" preguntó, aún en la punta de sus dedos, mirando por encima del hombro. Alzando la mirada, vi una bolsa de galletitas de chocolate en su mano.

"Deliciosa", dije, insegura de si Julie entendería mi doble sentido.

"Está bien", dijo. Sus pies se enderezaron al pararse de nuevo en el piso, la gaveta y la nevera cerradas. Su voz vaciló. "¿Deberíamos subir a mi cuarto?"

Tomé los refrescos con la mano y la seguí una vez más, observando a su trasero moverse al avanzar cada paso. Pronto estábamos en su cuarto. Me senté al borde de su cama tamaño reina, rebotando un poco, juguetonamente. Julie movió un rato su estéreo y pronto el ritmo de un country llenó el aire. Mis ojos no se despegaron de Julie mientras volvía a mí. Su rostro se levantó para encontrar el mío, sus mejillas sonrojándose un poco mientras le sonreía.

"Espero que esto esté bien" dijo. Casi reí al escuchar el sonido en su voz, uno incertidumbre. Mis miedos acerca de su renuencia parecieron disolverse. Mi amiga parecía ansiar la seducción que se sobrevenía. Mostrándole lo que esperaba fuera una sonrisa de bienvenida, di unas palmadas en la cama junto a mí. "Está bien, princesa, me encanta esta canción".

Julie se me acercó tímidamente. Primero sus ojos se fijaron en la cama junto a mí, y luego giraron y lentamente inclinaron el cuerpo hacia ese punto. Doblando las manos en su regazo, me miró a través de la esquina de sus ojos y luego volvió a ver sus manos.

Parecía una niña pequeña, asustada e insegura de sí misma. Quería mostrarle que todo iba a estar bien, hacerla olvidar lo que había ocurrida antes en la noche y abrir todo un nuevo mundo para ella. En algún momento en la noche su pelo se había soltado, y algo de él caía sobre sus ojos entrecerrados. Me estiré lentamente y puse el mechón tras su oreja. Sus ojos se abrieron hacia mí sorprendidos, y luego algo más pareció brillar en ellos. Sonreí, mi mano no se había alejado de su rostro.

"¿Te sientes mejor?" pregunté, refiriéndome a la herida que había sufrido antes.

"Estaré bien", dijo, obviamente tratando de sonreírme. No me preocupé de que no pudiera fingir un mejor estado de ánimo. Si tuviera lo que quería, haría que olvidara a ese bastardo.

"Sé que lo estarás", dije suavemente, inclinándome más hacia su cuerpo tibio. Su respiración pareció apresurarse al acercarme, y sus ojos cerrarse. Mis ojos se clavaron en sus labios, y luego froté mis propios labios contra los suyos. El suave tacto fue suficiente para hacer que mi cuerpo la ansiara otra vez, y luché por no ir demasiado lejos demasiado pronto. "Estarás bien", dije entrecortadamente, mi aliento en su rostro.

Alejé mi mano de su cabello y tomé su rostro con suavidad, manteniéndolo en su lugar mientras acercaba de nuevo mis labios. Este fue un beso real, mis labios húmedos presionando en pleno contra los suyos, pero no presionando demasiado duro. Gemí con suavidad y me alejé, sonriendo ante su expresión desconcertada. Sus ojos siguieron los míos mientras miraba su rostro, notando que las huellas de las lágrimas casi habían desaparecido. Los labios de Julie se asomaban hermosamente, viéndose grandes, casi parecían hinchados. Estaban ligeramente separados, y podía ver escasamente los dientes entre ellos.

Moviendo mi mano ligeramente por su rostro, recorrí sus labios con el pulgar, sintiendo la suavidad de estos contra la yema de mi dedo. Sus labios se separaron más y besaron mi dedo, su lengua rozándolo casi sin tocarlo. Los párpados de Julie parecían pesados y llenos sobre sus ojos mientras acariciaba mi pulgar. Un temblor pasó a través mío y todo mi cuerpo se erizó, el palpitar en mi coño sólo crecía mientras Julie abrió sus ojos de nuevo para mirarme.

El cosquilleo continuaba, todo mi cuerpo pulsando con cada latido regular de mi corazón. Me puse de pie, rozando mi palma contra la mejilla de Julie al dejar la cama, y la miré. Me observaba con una expresión de desconcierto, y pude ver mi propia lujuria reflejada en sus ojos.

Colocando mi palma en su pecho, lentamente la empujé. Se deslizó por la cama, su vestido arrastrándose contras las cobijas hasta la acosté, su cabeza reposando en las suaves almohadas. Los movimientos deslizantes habían hecho que su falda se amontonara en su cintura, dejando expuesto uno de sus cremosos muslos. Mis ojos vagaron otra vez por su cuerpo, observando su pierna desnuda desde el delgado muslo hasta sus graciosos pies que aún estaban atrapados en las sandalias de tacón alto que había llevado al baile. Las curvas de Julie eran obvias en ese vestido, y en esa posición. La tela estaba tensa entre sus pechos, revuelta por sus movimientos, y sus pechos presionaban contra la tela. El escote de su vestido no era muy profundo, pero podía ver la parte superior de sus pechos blancos asomándose, ansiando la libertad que a cambia yo ansiaba otorgarles.

La boca se me hacía agua, y me permitía unos momentos para sumergirme en el paisaje, y luego reuní toda mi confianza. Dejé caer mis zapatos casuales de mis pies, pateándolos bajo la cama, y me arrastré hasta Julie. El suave colchón se hundió por la mitad y la gravedad forzó a nuestros cuerpos a aproximarse. Me arrodillé en la cama, sentándome sobre las rodillas, mirando más de cerca a mi amiga. Mis ojos fueron arrastrados otra vez al muslo desnudo junto a mi propia pierna vestida.

Tiernamente, acaricié su costado a través del vestido, pasando los dedos desde la cintura abultada de este hasta la curva de sus pequeños pechos. Temerosa de que me estuviera moviendo muy rápido como iba hasta ahora, empecé a acariciar su estómago plano, pasando la punta de mis dedos sobre la tela en movimientos circulares. Mis dedos se hicieron más notorios, trazando la curva de su cintura otra vez y moviéndome hacia sus pechos. Tracé la pequeña curva de su busto con el dedo del medio, pasando el pulgar alrededor del pequeño bultito donde se exponía su pezón semi–erecto.

Presionando ligeramente más fuerte, jugueteé con el pezón, pasando el pulgar alrededor del área donde sabía que se encontraba la aureola de Julie. Los pequeños pezones crecieron, mostrándose aún más obviamente a través del vestido verte, y Julie dejó escapar un gemido suave.

Sus ojos estaban cerrados, sus labios ligeramente separados, y pude ver que su pecho se movía a cada respiración. Pasé los dedos alrededor en círculos, trazando sus curvas de nuevo, y luego tracé hacia abajo su cuerpo otra vez. La tela se sentía resbalosa bajo la punta de mis dedos, casi como de serpiente.


Hola amigas y amigas [y amigos fetichistas (ˆ_ˆ)]. Este relato hace parte de una serie más o menos grande que escribió Chicklet –¡algo así como 8 partes! Puesto que intento traducir los mejores relatos que encuentro, y no sé si les gustó, y me daría flojera traducir más de un relato que no le guste a uds., quiero que me escriban para ver si desean que traduzca el resto. Si no recibo mensajes supondré que no les gustó y lo dejaré aquí. De otra forma, las partes subsecuentes irán apareciendo.

P. D. Me han preguntado mucho de dónde soy, y si soy hombre de verdad o mujer, y mis preferencias sexuales, así que, impúdicas señoras y lujuriosos señores, deseo estimular mi morbo y dejar que uds. lo adivinen. Para la persona que escribiendo a mi correo lo adivine, prometo hacerle una traducción exclusiva con todo y dedicatoria.