Medio-pensionista (8)
Vicisitudes de un medio-pensionista en 16 trozos.
MEDIO-PENSIONISTA
(8-16)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Hacía un sol radiante que estaba en todo lo alto. No picaba como en la costa, pero era suficiente para la zona en que se encontraba la casa.
La puerta se abrió y salió Ángela.
. - ah, estás aquí. ¿Me puedo sentar junto a ti?
. - claro, mujer. Estás en tu casa.
Ángela se sentó junto a mí. Le puse el brazo por encima de sus hombros y la atraje hacia mí. Le di un beso en la frente.
. - ¿cómo te encuentras, cariño?
. - bien, bastante bien. Pero estoy enfadada contigo. ¿Cómo te has podido liar con mis padres?
. - tienes todo el derecho de estarlo, pero entiende que no te he prometido nada. Lo que tengo contigo, tu hermano y Úrsula es una relación sexual, pura y llanamente. Me gustáis los tres, pero deja que decida yo con quien desee acostarme en cada momento. Además, tu madre y permíteme que lo diga, es una señora calientapollas y tenía que ponerla en su sitio y decirle que no puede mangonearme. Yo soy dueño de mi vida, no ella, ni nadie. Así que, Ángela, procuro disfrutar mientras pueda. Haz tú lo mismo conmigo o con otro.
. - ¿lo haces porque no te dejé usar mi ano en tu casa?
. - no, mujer. De ninguna manera. Como dije antes, no obligo a nadie a hacer algo que no quiera en la cama que compartimos –mentí descaradamente, pues estaba deseando que me permitiera entrar dentro de su cerrado culo-.
. - Salvador, pese a saber cómo eres, me he enamorado de ti.
. - pues mal hecho, Ángela. No soy de los que se casan.
. - ¿pero me quieres, aunque sea un poquito?
. - por supuesto. Si no, no me hubiera acostado contigo.
Ella apoyó de nuevo su cabeza en mi hombro.
. - no me importa que te acuestes con otros. No sé por qué, me encuentro segura contigo, pese a no serme fiel.
. - querida, estas hecha un lio. Cuando abandone esta casa este fin de semana, no me busques, procura encontrar alguien que te merezca y te respete no yéndose con otros u otras. Lo siento, pero no tengo en mi mente tener una relación seria a largo plazo con nadie. Pensaba seguir solo contigo, tu hermano y Úrsula, pero pensándolo mejor, después de hoy, es mejor que cada uno vaya por su lado.
. - no lo haré. Tendré paciencia y seguiremos juntos. No me alejaré de ti.
. - pero debes hacerlo o serás muy desgraciada. Sin duda, tendrás muchos pretendientes. Eres una belleza y una bomba sexual.
. - ¿harás lo mismo con Úrsula y Ramón?
. - eso he dicho.
. - ¿de qué habláis, tortolitos? –Dijo Úrsula apareciendo por la puerta-.
. - nos deja después de este fin de semana. A ti, a mí, a Ramón, a todos.
. - Salvador, ¿no estarás hablando en serio?
. - lo hago por vosotros. Está bien disfrutar durante un tiempo de nuestros cuerpos y pasarlo bien, pero la cantidad como, es el caso que nos ocupa, llega a abrumar y no puedo, ni quiero, tener a toda una familia detrás de mí. Lo hago por egoísmo. Iba a hacer oídos sordos a teneros a los tres, pero con los viejos también, ya sois demasiados.
. - ¿y si nos dosificamos y no te atosigamos? Puedes elegir a quien quieras, cuando quieras –dijo Ramón en la puerta-.
. - a la larga habría fricciones. Será mejor pasar este fin de semana lo mejor que podamos y pasar página. Sé que son pocos días de conocernos, pero eso es lo de menos, es el futuro el que no veo claro y así es mejor cortar por lo sano antes de complicarnos más la vida.
. - no le hagáis caso. No nos va a dejar nunca –dijo Úrsula-.
. - está bien soñar despierta, Úrsula, querida.
. - ¿qué hacéis todos aquí fuera?, ¿hay algo que deba saber? -dijo el patriarca-.
. - Salvador nos deja después de este fin de semana –dijo acongojado Ramón-.
. - es una pena Salvador. Ahora que nos estamos conociendo en profundidad.
. - aún tenemos un par de días para seguir conociéndonos, después seguiré solo.
. - bueno, si ha de ser así, así será. La suerte que tengo es que mi Ramón no nos va a dejar, ¿verdad hijo?
. - no, papá. Claro que no.
. - me alegro, porque he encontrado en ti el calor que no me da tu madre.
. - padre, ahí estaré yo para darte todo el calor que necesites.
. - gracias, hijo –dijo y mirando a lo lejos, giró la cara y besó la boca de su hijo- Os dejo, voy a descansar un poco, que tengo que recuperarme –dijo sonriendo y entró en la casa-.
. - Salvador, siento oír que no deseas seguir -dijo Ramón-.
. - así son las cosas, chico.
. - por suerte he encontrado un sustituto en mi propia casa hasta que encuentre alguien de fuera. Lo siento, chicas, vosotras lo tenéis fatal. Yo también voy a descansar, necesito también recuperar fuerzas.
. - Salvador, al menos las próximas seremos nosotras, ¿no?
. - así será, Úrsula. Si Ángela está de acuerdo.
. - sí, claro. ¿Subimos ya a nuestra habitación?
. - por supuesto, pero de momento solo dejadme descansar, yo también necesito reponerme.
Subimos a la habitación de Ángela y nos desnudamos. Una vez en la cama, tomé aire y cerré los ojos. Las chicas, una por cada lado, se recostaron sobre mi pecho. Úrsula, como no, no dejaba en paz mi polla, cosa que no le hice caso y entré en la primera parte de mi sueño.
Fui despertado un buen rato después por unos gemidos y movimientos de la cama. Allí estaban las dos dándose el lote de nuevo. Me senté sobre la almohada y las dejé que se explayaran, así se calentarían y soltarían fluidos que haría más placenteras mis penetraciones.
Mi polla en mi mano estaba erecta como un pino. Me acerqué a la pareja de amantes y allí donde tenían la lengua, allí la metía yo, incluyendo besos en la boca de la chupadora de coño de turno.
. - ¿por fin me vas a dejar entrarte por detrás, Ángela?
. - sí, ya te dije que sí.
. - era para confirmar que no te habías echado atrás. Después de lo que os dije, sería justo.
. - no, quiero ser desvirgada de esa parte también. Al fin y al cabo, es lo que más os gusta a los tíos y cuando encuentre a otro, también querrá usar mi puerta trasera y si ya la tengo estrenada, pues eso, menos problemas.
. - continuad comiéndoos el coño, pero una encima de la otra, por favor.
Se colocó Úrsula encima de Ángela. Mientras una se comía el coño desde arriba, la otra lo hacía desde abajo.
Me puse un condón y me coloqué encima de Úrsula, la más alta y directamente se la endiñé hasta los huevos. Gritaba que era un placer oírla. Así y todo, me la follé a destajo. Luego me salí y comiéndome su ojete para aliviarle algo, cosa que no creo que sirviera de nada, me pasé a Ángela, pidiéndole que usara la misma postura superior para una óptima penetración anal.
Se colocaron como les dije y comencé con el desvirgamiento de mi Ángela de los cojones.
El culo de ésta era más estrecho que el de su amiga e iba a gritar más aún, me temía. Por ello busqué entre los cajones algo que hiciera de vaselina. Solo encontré una pasta de corticoides que haría las veces por lo resbaladiza que parecía. Unté el ano y mi condón y sin precalentamiento que valiera, entró mi polla como pedro por su casa. Eso sí, lentamente, como si quisiera que no sufriera aquel culito sediento de polla.
Aun así, los gritos de la dueña de aquel culo se hicieron notar. Sus dientes rechinaban mientras Úrsula iba a lo suyo, comer coño de amiga.
Con mis huevos haciendo tope con su trasero, llegué hasta el fondo. Allí la dejé coger resuello, pero poco tiempo, pues ya vislumbraba que me iba a correr en uno o dos minutos a lo máximo. Así que comencé a trabajarle el ojete con mi polla, sin importarle esta vez sus gemidos ahogados. Dentro-fuera y fuera-dentro, mi polla resbalaba hacia la gloria puta.
Era una sensación afrodisíaca encular a una hembra con el culo tan estrecho, mientras se daba el lote con su amiga del alma a la que previamente ya había enculado.
Con las caras de mis dos amantes pegadas, y después de haberme sacado el condón, regué los labios de ambas con mi lechada de polla. Seguidamente una de ellas, Úrsula, cómo no, se tragó mi polla para dejarme seco, sequito de toda gota de semen fabrica-mocosos.
Con mi lengua limpié los labios de Ángela, mientras nos dábamos un morreo inacabable.
Una vez Úrsula acabó con mi tranca, me puse a comerme el coño de cada una para sacarles el último orgasmo hasta la próxima vez. Me dieron más de uno cada una. Luego y juntos, nos metimos en la ducha para seguir besándonos y jugando con nuestros atributos sexuales.
Ya fuera del baño, las dejé allí y me fui a mi dormitorio a descansar del trasiego al que estaba sometiendo a esta polla mía. El problema era que no iba a ser posible, pues allí, en mi cama, me esperaban los dos varones de la casa, el padre y el hijo, ahora ya maricones de pro.
. - casi no llegas, hijo.
. - aquí estoy y estoy derrengado, chicos.
. - tu descansa, solo necesitamos tu ano para disfrutarlo mi hijo y yo.
. - si solo es eso, es todo vuestro.
Me tendí en la cama y recolocándoles mi culo para una mejor clavada, me dispuse a echarme un merecido sueño.
La verdad, sueño, no tenía, pues ya había dormido, pero si descansar, que follar también cansa. Así que cerré los ojos y no pensé en nada más.
Encima de mí ya tenía al viejo. Colocó una almohada para levantarme un poco más el trasero y sin preaviso de huelga, me enterró la polla. Mi culo fue follado y re-follado hasta que se corrió en mi nalga derecha. Luego sentí que su lengua o la de Ramón, se tomaba la lechada.
Sin duda tenían prisa, pues el segundo varón, Ramón, pronto me la endilgó también. Me folló cuanto quiso y también se corrió en mi nalga derecha.
De nuevo una lengua me limpió el culo. Luego oí que se daban de mamar para una limpieza óptima.
Cuando oí la ducha funcionar, supe que habían terminado conmigo. Solo les volví a oír cuando se marcharon y uno le habló al otro.
. - dejémoslo que descanse. Aún tiene mañana y pasado para seguir dándonos placer.
Ya luego, ahora sí, me quedé grogui de sueño, con el culo en pompa. No despertándome hasta que una boca me lamió cada nalga.
. - despierta, dormilón.
Era la señora de la casa, que ya sin recato, iba con un camisón que tenía abierto para la ocasión. Sonreí y me senté en la cama. Ella, frente a mí, también sonreía.
Le abrí más aun el camisón y pude disfrutar de nuevo de una visión gloriosa.
. - querida, estás impresionante –dije acercándola y besándole la entrepierna y más arriba, haciendo gemir a la mujer. Un par de dedos bien metidos y aumentó los gemidos de placer. Luego me comí cada pezón para después alzarme y besar aquellos labios que me habían comido vivo esta tarde pasada.
Con un giro de 180 grados, la senté en la cama y ahora sí, le abrí las piernas y me comí su coño lo más cómodamente posible. Sus gemidos salían de la habitación.
Aunque mi polla se levantaba que era un gusto, no quise usarla para la ocasión. Dejé de comer coño de puta y cerrándole la bata, le di un casto beso en los labios.
. - dame cinco minutos y estoy abajo, querida.
. - de acuerdo, no tardes –dijo mientras me daba un morreo primero y una comida de polla después. Luego salió cerrando la puerta-.
Me di una ducha rápida y me puse una bata. Desnudo debajo, estaba muy fresquito. De esta guisa bajé a la cocina a cenar.
Allí estaba el personal esperándome. Fui besando las bocas de cada uno, incluido a la mujer de la casa de nuevo.
. - Úrsula y yo vamos a añadir a mamá y a papá en nuestros juegos sexuales –dijo Ángela-.
. - me alegro de que lo hagas, Ángela. Así todo queda en casa y es más seguro y limpio. Enhorabuena.
. - me ha costado decidirme, pero yo también participaré. No sé cómo saldrá, pero intentaré hacerlo lo mejor posible –dijo Ramón-.
. - enhorabuena también para ti Ramón. Ahora ya me voy más tranquilo, sabiendo que no dejo atrás caras tristes. ¿Lo habéis hecho ya?, me refiero con tu madre y con tu padre y hermano, Ángela.
. - no, aún no. Será esta noche. Como la cama es algo pequeña, hemos decidido que dormiremos todos sobre la alfombra. Pondremos mantas y almohadas. Allí todos disfrutaremos con todos. Veremos que sale de todo esto, Salvador.
. - ahora menos cháchara y más comer. Tenemos ensaladilla rusa, mermelada y hortalizas de varios tipos. Pero no habrá platos.
. - ¿no habrá platos?, ¿y cómo lo vamos a comer?
. - sobre mi cuerpo desnudo. Hay restaurantes japoneses donde es normal comer sobre mujeres, sobre todo. Apartad la mesa a un lado. Tú, Ramón, pon el plástico que ya te dije.
La mesa fue alejada del centro de la cocina. Ramón llegó con un plástico que extendió en el suelo. Una manta doblada haría de almohada.
La señora de la casa se sacó la bata de encima, dejándonos ver su total desnudez. Se tendió en el plástico y puso su cabeza sobre la manta doblada. Luego y por órdenes de la mandamás madre de los chicos, se fue poniendo la comida por todo su cuerpo desnudo.
La ensaladilla rusa rodeó los pechos, la mermelada la vagina y ombligo y por el resto del cuerpo, diferentes hortalizas, de las que las zanahorias fueron a parar a ambos agujeros que solíamos usar para disfrutar de ella y con ella. Al final, todo el cuerpo de la mujer fue decorado con los alimentos.
. - ahora desnudaros todos y empezad a comerme toda.
Entre risas, nos desnudamos y empezamos a comernos a aquella mujer calientapollas.
Con las lenguas hicimos correrse a la madre de los chicos. La zanahoria de su coño fue para Úrsula, que luego se entretuvo comiéndole el coño también. La del ojete, le tocó a Ramón, que no contento con comerse la otra zanahoria, le abrió de piernas y allí mismo, endilgó a su madre la polla untada con miel, ante la sonrisa y el placer de la dama.
Los pechos fueron para Ángela y para mí. Ambos nos comimos la ensaladilla rusa al mismo tiempo. Dejamos los pechos sin nada que comer, para luego disfrutar ambos de los pezones de la zorrona mujer.
Segundos después, el marido dio de comer polla a su mujer, que no se negó a tragar. Solo cuando la comida fue escasa en el cuerpo de ella, el hijo se atrevió a darle la vuelta y allí mismo, encularla. Cosa que no le hizo la maldita gracia, pero que no podía decir que no, pues era una noche donde todo valdría.
Yo no perdí la ocasión, una vez que Ramón estaba enculando a su madre, me puse detrás de él y también se la endilgué sin florituras.
Cuando puso el grito en el cielo, su madre sonrió, diciéndose que donde las dan, las toman, sobre todo por el culo.
El asunto fue que aquello se convirtió en una bacanal de muy señor mío. Si pensaban que se iba a follar a destajo cuando nos acostáramos en la alfombra para pasar la noche follando, la cosa se adelantó en la cocina.
El padre putativo ya estaba siendo mamado por su angelical hija Ángela y su inseparable amiga Úrsula. Entre las dos tenían ocupado al viejo, el cual se lo estaba pasando de puta madre con dos bellezas que hasta hacía muy poco tiempo, era prohibitivo llevarse al cate y mucho menos, delante de su amantísima y puta esposa.
Pronto el viejo entró de lleno con su polla en el ojete de su hijita del alma, la ahora también zorrona Ángela, mientras el coño de Úrsula era disfrutado al ponerle ésta una pierna en un hombro al padre putativo.
Las corridas comenzaron a circular y las pollas a descargarse. Solo cuando las balas lácteas se terminaron, se aminoraron las folladas, pero no se terminaron, pues las lenguas entraron en acción en bocas, culos y vaginas, además de las pollas menguantes de los varones folladores.
Por supuestos, las corridas se producían fuera de las vaginas respectivas, que nadie quería preñar a nadie y menos, un padre y un hermano, que, si fuera de mi cosecha, otro gallo cantaría. Pero no, las corridas fueron desviadas encima de las folladas y en sus propias u otras bocas.
Solo cuando el cansancio hizo mella en los amantes de Teruel, la cosa se detuvo como por arte de magia. Poco a poco, se fueron dispersando para meterse en la ducha más cercana y volver a salir para preparar la cama comunitaria, pues la cosa solo había hecho más que empezar.
Y es que, en cuanto los varones nos repusimos un poco, no así las chicas que comenzaron bien pronto a comerse las unas a las otras, incluso la madre putativa, los coños y resto de los cuerpos de las demás, la bacanal estuvo servida.
Allí, las penetraciones de cada chica se programaron y es que, la madre de Ángela, pidió un servicio especial, triple polla al mismo tiempo.
Ante tal petición, los machos nos sonreímos y no pedimos una segunda opinión, para nada. Así, que sí, se le dio tranca tridimensional por culo, por vagina y por su boca.
Acabó pidiendo socorro y se tuvo que sacar las tres pollas para que pudiera respirar por su boca y como no, por sus otros agujeros también, tal era el dolor que sentía. Sin duda, nunca se había tragado tanta polla esta jodida puta pone cuernos.
La cosa es que Úrsula, siempre Úrsula, pidió el mismo tratamiento. Así de puta era esta chica y claro, no le íbamos a hacer un feo y se las metimos como nos pidió.
Esta vez y pese a que era menos puta que la madre de Ángela, aguantó más tiempo que ella. Algo inaudito para una recientemente desvirgada virgen por un servidor en mi casa, algo difícil de creer, pero que había que hacerlo, ¿por qué no?
Y Ángela, siempre Ángela, fue la última en pedir tal tratamiento. No aguantó ni diez segundos, lo que no nos impidió follarnos entres los machos, hasta corrernos de gusto.
Y mientras nos recuperábamos una vez más los chicos, las tres damas se dieron el loto lésbico, que hicieron que nuestros huevos fabricaran una nueva remesa de leche de polla a toda velocidad, para volver al tajo y darles polla, hasta hartarnos todo el grupo, el que daba y los que recibían, ellos o ellas, que tanto daba lo uno, que lo otro.
No fue sino hasta las tantas de la madrugada, en que todo el mundo entró en un sueño reparador. Cuerpos desnudos desmadejados unos encima de los otros, sin ton, ni son. Así fue como amanecimos los cinco follados y folladores.
La cara de cada uno que despertaba era una sonrisa perpetua. Nadie decía nada, pero tampoco intentaba tapar sus vergüenzas, pues ya no las tenía para con el resto de aquel grupo privilegiado.
. - creo que me voy a quedar un rato más aquí –dijo Ángela con su cabeza en mi pecho como si de una almohada se tratara. Ramón ya estaba pegado a mí, mamándome la polla. Cuando consiguió ponerla bien alta, dejó de mamar y se sentó sobre ella, enterrándosela. Allí se quedó sonriendo, mientras hacía movimientos pélvicos suaves y rítmicamente perfectos-.
. - Ramón, no quieras la herramienta de Salvador para ti solo. ¿Por qué no la compartes, hombre? –Dijo Úrsula-.
. - está bien, pero la mejor manera es que nos la sirva Salvador a todos al mismo tiempo.
. - explícate –dijo su madre-.
. - pongámonos todos a cuatro patas y que Salvador nos la vaya metiendo por el culo de uno en uno. Al final se correrá cuando le llegue la corrida y allí dejará su semilla. Yo me presento voluntario para tomarme la corrida directamente del ano donde la haya dejado.
. - ¿y si es tu ojete, listo? –Dijo Úrsula-.
. - entonces te dejo que me comas el ojete para succionarme la corrida.
. - bueno, vale, pero la próxima vez estaré yo en tu lugar, listo.
. - la próxima vez, Úrsula, querida.
Dicho y hecho. Se fueron poniendo a cuatro patas todo el grupo. Yo, con mi polla en ristre, fui penetrando, sin disimulo, cada ojete que tenía delante. Así fue como pasé dos veces y media por cada culo hasta correrme en el ojete de Ramón. Allí se fue Úrsula para tomarse la leche como habían quedado. El tío facilitó cuanto pudo para que la chica tragara y le limpiara el culamen. Finalmente, cada uno se fue a su dormitorio a ducharse, pues había previsto una salida de paseo montaña arriba.
Cuando se regresó del picnic visual de los alrededores, el resto del fin de semana transcurrió a polla limpia allí donde estábamos. O dábamos o recibíamos. Todo el mundo dio y recibió sexo del resto del grupo. El papá y la mamá ya tenían congéneres para deleitarse sexualmente dentro de la familia. Hasta Úrsula ya era considerada de la familia sexual que se había montado en aquella casa.
Cuando llegó el domingo y terminó mi estancia en la casa, no regresé directamente a la mía. Tenía que reponerme sexualmente, muscularmente y mentalmente. Todos estos “ mentes ” eran necesario recuperarlos o cuando llegara a casa y nos diéramos más de lo mismo, acabaría en una caja de pino del barato. Así que cogí un apartamento de mala muerte, comí y dormí a pierna suelta hasta el día siguiente, lunes. Sí señor, cuando desperté y estiré las extremidades, era un tío nuevo. Ya estaba dispuesto para ir al tajo sexual que tenía en casa.
Al empujar la puerta de casa, un silencio muy silencioso me puso los pelos de punta sin saber por qué. Cerré tras de mí y entré. Di algunos gritos llamando al personal, pero no resolló ni Dios.
Al ir a tomar un poco de agua a la cocina, me encontré una nota manuscrita encima de la mesa. El vello de mis huevos se me puso de punta. Me dije que aquello no era nada bueno y no me equivoqué.
“ Querido y amado Salvador, tu tío y yo, nos vamos de tu lado con gran pesar por nuestra parte. Nos regresamos donde nacimos, ya sabes, en la casa donde también nació tu padre. La hemos comprado a buen precio y mi hermano y yo hemos decidido no molestarte más con nuestra presencia obligada y vivir como si de un matrimonio se tratara. Gracias por acogernos a ambos y por enseñarnos que los prejuicios se pueden desterrar para ser feliz. Si te lo hubiéramos dicho estando delante de nosotros no hubiéramos podido irnos, pues es tanto el amor que te profesamos, que nos impediría decir palabra. Perdónanos por esta falta de respeto hacia ti. Deseamos que seas todo lo feliz que se pueda ser hoy en día. Busca a una buena chica, cásate y sé feliz. Un beso muy grande de tus dos tíos y no nos olvides. Adiós, amor mío. Te echaremos de menos el resto de nuestras vidas. Solo esperamos que cuando tengas un hueco, nos visites y retomar el amor que mutuamente, nos profesamos. Firmado, Tu tía Susa y tu tío Fermín. ”
Vaya, no me esperaba esto. Joder, con lo bien que estaba con ellos. Ante los hechos consumados, poco podía hacer sino resignarme. En fin, no hay mal que por bien no venga. Ahora tendré la casa toda para mí.
Estoy en un centro comercial conocido por ser francés y de nombre francés y tener superficies gigantescas. Allí había de todo, menos dinero en los bolsillos de los clientes. Aun así, era un buen sitio para avituallarse de cuanto se necesita para una casa a buen precio, por la variedad que había.
Ya tenía el carro a medio llenar e iba dejar ya la tienda. Prefiero comprar lo que voy a gastar en el próximo mes y no todo el año.
Ahora sin los tíos evadidos de casa, las necesidades eran menores, mucho menores. También el dinero para gastar.
Aun así, no voy a morirme de hambre.
Estaba tan ensimismado pensando en cosas ajenas a las que debía estar, que casi me rompo el alma con otro carro que estaba parado en uno de los pasillos del comercio.
Lo que casi me rompo fueron los huevos, mal y dicho, pues fue la parte más dañada al golpearme de frente sin esperar el golpe, que es cuando más duele.
. - ¿se ha hecho daño?
Oí que me decía la mujer que llevaba el carro, aunque la verdad, la oí lejana. Yo solo estaba para recomponerme un poco, pues los huevos los había cascado, seguro que me los había cascado.
Inclinado sobre el mismo carro, poco a poco vi la luz e intenté sonreír por mi mala pata, pero solo me salió una mueca.
. - lo siento, no debí aparcar en medio del pasillo –dijo la mujer, que una vez mirada mejor, me la quedé mirando. Estaba embarazada de avanzada preñez-.
. - no ha sido culpa suya, iba despistado pensando en otras cosas. No se preocupe.
. - ¿le duele mucho?
. - no le digo que no, pero ya mejora, gracias. No me lo esperaba y claro… ¿de cuántos meses está, si no es indiscreción?
. - ya estoy a puntito.
. - entonces no debería estar empujando un carro tan pesado como éstos.
. - no tengo más remedio. Soy madre soltera y no hay quien me eche una mano.
. - vaya, cuanto lo siento. ¿Al menos tendrá casa donde vivir?
. - tampoco, ahora mismo vivo con una amiga que me ha hecho un hueco en su casa. Duermo en el sofá, no hay más habitaciones, todas están ocupadas.
. - cuanto lo siento. No lo tome a mal, pero yo vivo solo y tengo una casa bien grande. Si no aguanta más en esa casa, le cedo una de mis habitaciones. Está vacía y no me importa dejársela.
. - no puedo pagar ni una pensión, cuanto menos…
. - no me ha entendido. Se la dejo gratis hasta que nazca el niño y luego cuando encuentre algo mejor, podrá irse cuando quiera.
. - en mi estado no puedo trabajar. Solo tengo lo que me da la beneficencia. Una miseria, pero menos da una piedra. Vea mi carro, solo puedo llevar lo indispensable.
Si, el carro daba hasta pena, de vacío que estaba. Le hubiese servido más llevar el carro minimalista de plástico y dos ruedas que también hay en la entrada del comercio y no el cacharro metálico grande que llevaba.
. - más a mi favor para que acepte mi oferta. Entre su dinero y el mío, saldríamos adelante mejor que por separado. Yo también cobro una pensión de miseria. Suerte que tengo otra vivienda junto a la que tengo para vivir, que alquilo de vez en cuando. Así voy pasando esta crisis. ¿Se apunta?, así nos ayudamos mutuamente.
. - no sé. No lo conozco y no sé las intenciones ocultas que pueda tener.
. - de ocultas, nada. Usted tendrá un techo bajo su cabeza y yo alguien con quien hablar y decir que he hecho una buena acción. Nos podemos repartir las cosas de la casa. Cuando no pueda por su estado, me tendrá a mí para echarle una mano. No sé qué más puedo decirle, pero si no le interesa…
. - no, si interesarme, me interesa, pero no se…
. - bueno, aún tengo que comprar unos zumos. Si se decide, avíseme. De los zumos iré a la caja y me marcharé. No sé, pero esta oferta no la hago todos los días, créame. Cuídese.
Empujé el carro y continué hacia el pasillo de los zumos. La mujer se me quedó mirando, pensativa.
Ya en el pasillo de los zumos, me fui a la línea blanca de la casa. Y no era por el precio, era por el sabor de aquel zumo barato. Me gustaba el de mango y naranja, diferente totalmente a cualquier otro zumo que he probado en mi vida. De hecho, solo tenía dos preferencias en zumos, este de la línea blanca que no costaba más allá de 70 céntimos y otro de una marca que lo envasaba en un bote de cristal. Este último era mango con papaya. Sabían ambos a gloria bendita.
Con 6 botes de aquel zumo de bote de cartón y aluminio en el carro, me dirigí hacia las cajas.
Al llegar al final del pasillo me di de bruces con la dama embarazada.
. - uy…, que nos chocamos de nuevo -dije sonriendo-.
. - voy a aceptar su oferta.
. - ¿de veras?
. - si. Espero que sea una buena persona y no me esté timando.
. - eso mismo podría decir yo de usted y ni me lo pregunto siquiera. Supongo que es una dama y con eso me basta a mí.
. - de acuerdo. ¿Podría, antes de aceptar definitivamente, echarle un vistazo a la casa en cuestión?
. - claro, mujer. ¿Tiene auto?
. - no, además, aunque lo tuviera, que no lo tengo, no podría ponerme el cinturón por mi estado –un atisbo de sonrisa se dibujó en su cara al señalarse la tripa abultada, hinchándosele el pecho aún más, pues tenía unas mamas que me recordaba a tía Susa, mamables, muy mamables. En fin…-
. - entonces iremos en el mío. Pondremos todo en mi auto y luego la llevo a su casa a quedarse o a recoger sus cosas, según me dé o no el visto bueno de la vivienda. Por cierto, me llamo Salvador.
. - yo, Josefa, Pepita o Pepi, como quieras.
. - Pepita y Pepi, me gustan más que Josefa.
. - a mí también –dijo con una sonrisa y me enseñó los dientes por primera vez-.
. - bueno. Otra cosa, Pepita, ¿necesita comprar algo más y no lo ha podido adquirir por falta de presupuesto? Yo lo pago y luego ya arreglaremos más adelante. ¿Le parece?
. - ¿y si no me quedo en su casa, por no gustarme?
. - entonces lo toma como un préstamo y si un día se hace rica, me lo devuelve y listo.
. - Vale entonces. De acuerdo y gracias. He dejado atrás material de higiene intima. Lo puedo suplir de otras maneras.
. - pues no hará falta que lo haga. Volvamos a la sección de higiene femenina y lo compramos y no admito un no por respuesta. ¿Vamos entonces, Pepita?
. - de acuerdo. Creo que me he vuelto loca. Te acabo de conocer y ya confío en ti.
. - es lo que tiene ser un buen chico. Algo poco valorado hoy en día, créame. Las mujeres ahora los quieren entre más malos y tatuados, mejor.
Marchamos con una sonrisa en los labios los dos. Llegamos al pasillo indicado y ella cogió lo que necesitaba, luego marchamos a las cajas para pagar.
Una vez llegamos a la caja, puse las cosas de Pepi en la mesa. Luego el carro lo llevé hasta donde se volvía a echar el material. Cuando la dependienta le dijo la cantidad, se me quedó mirando.
. - me faltan 43 euros.
Cogí 50 machacantes y se los puse en la mano. Ella pagó y el sobrante me lo devolvió. Luego de echar todo en su carro, pasé el mío. Pagué y salimos del centro hacia los aparcamientos.
. - ¿puedes llevar bien el carro? Si no puedes con él, lo echamos todo en el mío.
. - no te preocupes, Salvador. Solo estoy embarazada, no enferma.
. - eso es lo que pensaba que me ibas a decir. Lo siento.
. - no te preocupes, te agradezco que quieras ayudarme.
Llegamos hasta el auto y eché el material mío en un lado y el suyo en el otro. Luego llevé los carros a su sitio y salimos de allí, con ella de copiloto y sin atarse el cinto. Algo prohibido, pero, en fin, tampoco iba a obligar a una preñada.
(Parte 8 de 16)
FIN