Medio-pensionista (7)
Vicisitudes de un medio-pensionista en 16 trozos.
MEDIO-PENSIONISTA
(7-16)
ESCRITA POR: SALVADOR MORALES
© Todos los derechos reservados.
Llegamos a la habitación asignada. Estaba en el segundo piso, donde las habitaciones estaban la una al lado de la otra. Conté hasta 6 puertas. Me tocó la penúltima.
. - ésta es la tuya. Yo estoy en la siguiente. ¿Te ayudo con la maleta?
. - déjate de coñas –dije cerrando la puerta tras nosotros. Le cogí la cara y le comí la boca durante un milenio. Era una boca bien sabrosa. Luego lo tiré sobre la cama y bajándole los pantalones, le saqué la polla por un lado de los calzoncillos. Sí, ya estaba en su punto. De hecho, llevaba horas en su punto-.
No dejé de mamársela.
. - oh, mi amor. Como me gusta que me la mames.
En eso entraron Ángela y Úrsula y nos vieron en plena faena mamaria.
. - perdón…, perdón….
. - joder, para algo está la puerta cerrada hermanita y amiga –dijo Ramón. Yo me giré con la polla del chico en mi mano-.
. - perdonad, ¿podéis dejarnos solo un ratito?
. - sí, claro. Salvador, ¿cuándo nos toca a nosotras?
. - son tres días, ¿verdad?, pues eso. Haya paz, serán saciadas la dos. Esta noche estad juntas. Os visitaré. Solo necesito saber la habitación.
. - la segunda después de ésta. Allí te esperamos. No tardes.
. - en cuanto todo el mundo se acueste, para allá voy. Recordad lo que os pedí que hicierais.
. - lo haremos –dijo Úrsula girándose y metiéndole mano a un pecho a Ángela y comiéndose su boca-.
. - muy bien. Ahora dejadme con Ramón, chicas.
. - ¿un beso? –dijo Úrsula por si colaba-.
. - largo, coño –dijo Ramón. Las chicas se fueron ambas riendo-.
Mientras yo proseguía con el mamoneo de polla, las chicas bajaron.
. - ¿se está instalando bien Salvador, chicas? –dijo la madre, que salió con un delantal de la cocina. Las chicas aun riendo, se llegaron hasta ella-.
. - ya lo creo. Allí los dejamos dándose el lote. No sabía que Ramón la tenía tan grande –dijo Úrsula-.
. - ya lo creo. Este chico siempre la ha tenido grande.
. - pero ni punto de comparación con la que tiene Salvador –terció Ángela orgullosa de haberse tragado mi sable-.
. - anda, mírala a ella –dijo la madre, que se corría por momentos-.
. - ¿qué estás haciendo, mamá? ¿Te puedo ayudar?
. - hago un estofado de ternera. Ve pelando las cebollas y los ajos.
En el salón estaba solo el patriarca sentado en el sofá. El hombre intentaba disimular el empalme que llevaba encima. No sabía por qué, pero la polla estaba a punto de reventarle en los pantalones. Miró varias veces arriba y suspiró. Miró a la cocina y como las vio enfrascadas en sus cosas, se escabulló escaleras arriba.
Puso la oreja en la puerta de mi habitación y claro, los jadeos y gemidos pudo oírlos perfectamente, aumentando si cabe el empalme. Tan caliente estaba que se la sacó allí mismo, comenzando a pajearse la polla. Al final no pudo aguantar más y soltó un chinguido de leche que lo dejó suave, muy suave y respiró hondo.
Se guardó la tranca y se largó de allí igual que había venido, furtivamente.
Dentro de la habitación, el culo de Ramón ya tenía la vaselina justa para ser enculado. Mi polla ya tenía el condón colocado. El chico temblaba de pura emoción y ¿por qué no decirlo?, de puro terror.
. - relájate y disfruta. Puede que no lo hagas las primeras veces, pero lo harás más adelante. Vamos allá.
Le fui enterrando el rabo poco a poco hasta los huevos. Sus gemidos no llegaron abajo porque se mordía los labios para no gritar. Aun así, los dientes pusieron su marca en los labios del chico.
Al rato ya estaba disfrutando de su culo a velocidad de crucero. Tanto le daba con las piernas en alto, como a cuatro patas, la mejor y más morbosa posición de dar por culo a un tío o tía.
Cuando me corrí finalmente en su ombligo, me deleité tomándome mi propia leche con la lengua. Luego una mamada limpiadora por su parte y me la dejó como nueva.
Después, con mi culo en pompa, el chico se extasió, follándome como le daba la gana. Acabó corriéndose en mi culo, obligándole yo a tomarse su leche directamente del agujero anal. No fue muy tragable por su parte, pero ya aprendería, si no, que me la hubiera dado en la boca para tragármela yo.
Nos dimos una ducha rápida allí mismo, pues cada habitación tenía un baño propio. Nos secamos, vestimos y de la mano, salimos.
Una mancha en la puerta me hizo detener.
. - qué coño… -dije oliendo y tomando un poco en un dedo. Me la llevé a la boca y sonreí-.
. - ¿hay alguien en la casa aparte de tu padre y las demás?
. - no, solo ellos y nosotros.
. - pues tu padre estuvo en la puerta oyéndonos follar. Se hizo una paja y se corrió en la puerta. Puedes comprobarlo tú mismo –dije pasándole de nuevo el dedo para coger la mayor parte de la leche del viejo. Me la llevé a la boca. Era abundante y espesa. Su sabor era neutro y me la tragué. Luego volví a coger la que había dejado Ramón cuando le pasó también sus dedos-.
. - joder con papá. Oye, si podemos, ya sabes. Nos lo follamos también.
. - ¿a tu padre?
. - cuando se corrió en nuestra puerta es que está caliente. Sí, yo al menos lo intentaré. Así son mis padres. Ella una pone cuernos y él, un calzonazos que no sabe hacerle frente y que se corre detrás de una puerta donde su hijo y su amante se follan. Si, tendré que enseñar a papá como se folla en vivo y en directo. Espero que me ayudes.
. - si quiere polla, por mí no habrá problemas de metérsela hasta los huevos.
Antes de bajar, nos dimos un buen morreo labial. Luego bajamos de la mano y nos sentamos junto al viejo, que andaba nervioso y viendo la tele.
. - bien que habéis tardado.
. - es que estuvimos haciendo manitas, papá. Ya me entiendes.
. - ah, claro. Sí, claro.
. - papá, la próxima vez no te quedes tras la puerta, entra y si quieres mirar, lo puedes hacer, ¿verdad Salvador?
. - sin problemas.
. - pero como podéis decir que yo…
. - papá, que vimos la paja que te hiciste encima de la puerta.
. - mierda, lo siento. Enseguida voy y la limpio.
. - no se preocupe, está aquí –le señalé el estómago con una sonrisa de mamonazo-.
Por toda respuesta del viejo, sonrió avergonzado y algo rojo.
. - entonces puedo entrar cuando…
. - sin problema, papá. Es más, si gustas, hasta puedes probar.
. - no, eso no, pero mirar y hacerme una paja…, eso sí quisiera. Tu madre me tiene a pan y agua desde hace semanas. Encima que me pone los cuernos…, lo pago yo.
. - porque no sabes hacerle frente, papá. Bueno, dejemos eso ahora –Ramón se sentó más junto a su padre- padre, ¿puedo verla?
. - pero, ¿qué dices, hijo? No, claro que no.
. - si quieres te enseño la mía. Estará como la tuya, pequeña, pero es por comparar.
. - que no, coño. Que nos van a ver.
. - pues vayamos al baño principal. Allí no entrarán, seguro –dijo riendo-.
. - hijo, ¿por qué esa fijación en mi polla?
. - mamá dice que la tienes más pequeña que yo y no la creo.
. - ¿ha dicho eso? Será jodida. Anda, vamos, venga Salvador usted también.
Nos levantamos y entramos en el baño. Allí cerró con llave y sin mediar palabra, se bajó los pantalones. Luego Ramón y yo no pudimos dejarla dentro y también nos la sacamos.
Las comparamos como si fuéramos colegiales en las duchas.
. - coño, hijo. Parece que es verdad. La tienes más grande que la mía, pero menos que la de Salvador.
. - eso parece. ¿Puedo probarla, papá?
. - pero hijo… -Ramón no dejó que terminara la frase y ya la tenía en su boca. Al viejo casi le da algo, tuvo que agarrarse de mi hombro para mantenerse, mientras Ramón mamaba su polla.
Las miradas del viejo y mía se cruzaron. El apartó la mirada y yo la mantuve. No sé por qué, pero le cogí la cara y la puse en dirección a la mía y acercando mis labios, besé la boca del viejo. Se quedó quieto, pasmado. Ante mi insistencia para disfrutar de su boca, el viejo cedió y comenzó a besarme también.
Abajo, Ramón que había visto el morreo, aumentó la mamada y se levantó después para invitar a su padre a darle una mamada a su alicaída polla. El viejo me miró y miró mi polla y la suya. Entonces y en un alarde de osadía, nos pegó a Ramón y a mí y cogiendo ambas pollas menguadas, se las metió ambas en su boca.
Ramón y yo sonreímos y nos besamos mientras abajo el viejo disfrutaba y nos hacía disfrutar.
. - a comer, a comer, ¿dónde diablos estarán estos hombres? –Oímos que decían fuera, era Ángela-.
El viejo soltó ambas pollas que ya empezaban a ponerse morcillonas.
. - tenemos que ir a comer, chicos.
. - sí, papá. Será mejor ir a comer.
. - de esto, ni una palabra, chicos –dijo el viejo-.
. - claro que no papá. Por cierto, si deseas continuar donde lo dejamos, véngase esta noche cuando todos duerman a mi habitación. Salvador estará ocupado con las chicas. ¿Verdad, Salvador?
. - eso parece. Estarán los dos solos.
. - no sé, hijo. Ya veré.
Ramón besó a su padre, no como un padre, sino como un amante que ya era, aunque el viejo aún no lo sabía. Otro morreo por mi parte en la boca del viejo y salimos del baño más calientes de como habíamos entrado.
. - siéntate papá. Sentaros chicos –dijo Ángela, que fue sirviendo cada plato-.
La madre también servía. Se había cambiado de ropa y ahora estaba que no veas. El escote no era tal, pues era como si se hubieran olvidado de poner tela por delante. Más que un escote, era un escotazo, donde la mitad de sus pechos estaban a la vista si la mirabas de frente, pero cuando se inclinaba para servirnos, ya no ocultaba nada, nada de nada.
Así pude verle los pezones como los de su hija, pero más abundante todo, muy abundantes y apetitosos. Eso y añadiendo una sonrisa descarada cuando se inclinaba, me dio permiso para sonreírle de la misma manera.
Sus hijos ya debían de estar acostumbrados, pero yo no. Sin duda, aquella madre pone-cuernos, quería añadirle uno más a su marido y yo estaba dispuesto a complacerla.
Una vez todo el mundo sentado y con los platos servidos, comenzó de nuevo los disparos a quemarropa.
. - ¿qué tal ha sido el día hasta ahora, Salvador?
. - muy bien, señora. Y la tarde se presenta mejor –dije mirando al resto de parroquianos, pero sobre todo a su voluminosa pechuga, cosa que no pasó desapercibida para ella que sonrió como solo lo saben hacer las putas redomadas como ella-.
No perdía momento en que podía enseñarme sus atributos, ya sea pidiendo, como dándome alguna cosa de la mesa, como la sal, cuchillos o el mismo pan. Hasta ya sabía que en el ombligo tenía un pedrusco allí metido, así de puta era esta mujer, madre de Ramón y Ángela.
. - madre, se te van a salir –dijo Ramón algo molesto con la insistencia de su madre de enseñarle los pechos a un servidor. No era nada recatada con su enamorado, o sea, yo-.
. - ay, hijo, por una vez que tenemos de invitado a un amigo íntimo de mis hijos, quisiera conocerlo en profundidad.
. - ¿cuánto de profundidad había pensado en conocerme, señora mía? –pregunté ahora yo, ya bastante caliente con aquella penca de cuidado-.
. - lo más profundo que pueda, hijo.
. - haré cuanto pueda para satisfacer su curiosidad, por mí no quedará.
. - te lo agradezco, hijo. ¿Lo ves, Ramón? Este chico sabe que lo que quiere y lo toma cuando quiere. ¿Con cuál de los tres te vas a casar, Salvador?
. - mamá, no seas impertinente, por favor. No le hagas caso, Salvador. Mamá, estás desconocida -dijo Ángela-.
. - Ángela, tu madre solo quiere saber y no me importa responderles a cuantas dudas tenga. Pues verá, a ninguno de los tres le he prometió matrimonio, ni nada parecido. De momento nos estamos conociendo y si más adelante ha de surgir un compromiso, pues surgirá. Estoy abierto a otras relaciones, aparte de con los tres. Nunca me ha importado la edad, ni el sexo, ni como habrá supuesto, relacionarme con la familia de algún enamorado. De hecho, una vez tuve un amante, que por desgracia falleció de leucemia. Pues bien, ese amante tenía unos padres que sufrían tanto al tener al hijo en aquel estado, que no me importó darles consuelo en la cama con su hijo presente. El chico me lo agradeció, tanto como sus padres. Sin duda fue una relación muy emotiva que recordaré siempre. Una vez falleció mi amigo, decidimos, de mutuo acuerdo, terminar con la relación, sobre todo porque se fueron de la ciudad donde vivían en aquel momento.
. - bonita y triste historia, Salvador –dijo Úrsula con un principio de lágrimas a punto de escapar-.
. - no te apenes, querida. Mi amigo murió en paz o eso quiero creer. Murió rodeado de amor por los cuatro costados, pues incluso sus padres participaron para hacerlo feliz.
. - ¿es verdad esa historia, Salvador? –Preguntó Ángela interesada-.
. - así es. Fue ya hace tiempo, pero no la olvidaré en mi vida. Fue una época de alegrías y tristezas al mismo tiempo. Era una bella persona y me apenó mucho que nos dejara por esa maldita enfermedad.
. - lo siento, no quería desconfiar de lo que decías –dijo ella-.
. - no te preocupes. Creo que me he perdido. ¿De qué estábamos hablando, señora?
. - de que también tuviste relaciones con los padres del chico enfermo.
. - ah, sí. Nunca me ha detenido relacionarme con los padres de mis enamorados o enamoradas, siempre que ellos, los padres, consientan, pues nunca he sido de violentar a nadie, no me ha hecho falta nunca.
. - ¿qué te parece si luego de comer me visitas en mi dormitorio?
. - pero mamá, ¿qué estás haciendo?, ¿Ahora nos quieres quitar a Salvador tú también?
. - hija, ni que fuera de tu propiedad, además, solo es un préstamo.
. - papá, dile algo a mamá. Se está comportando como una… como una…
. - ni se te ocurra decir esa palabra de tu madre. Todos sabemos cómo es y no va a cambiar ahora. Pero para que lo sepas, querida. Esta vez me he adelantado a ti y los cuernos te los he puesto yo con tu hijo y con Salvador. ¿No es así, hijo, Salvador?, de hecho, esta noche Ramón y yo tenemos una cita. Quiero experimentar para saber qué se siente.
. - vaya, no creí posible oírte decir tal cosa. Bueno, me lo merezco por puta. Sí, yo sí puedo decirlo de mí. Lo siento, cariño, pero como has dicho, no voy a cambiar ahora con los años que tengo.
. - entonces, cariño, tienes mi permiso explícito e implícito para acostarte con Salvador si él lo desea, que no lo vas a obligar tú tampoco -dijo su marido-.
. - ¿tú qué dices, Salvador? La pelota está en tu tejado ahora –dijo Úrsula casi a punto de echarse a reír-.
. - ¿yo que digo, has dicho Úrsula? Lo que digo es que viva la madre que me parió. Este va a ser un fin de semana para no olvidar. Puestas las cartas sobre la mesa, me veo liberado de ser discreto con el resto de los aquí presentes, incluido los padres. Haré una demostración para que todo el mundo lo tenga meridianamente claro –dije ello y me levanté. Me coloqué detrás de la madre de Ángela, de la que no diré su nombre por puta, pues después de este fin de semana, intentaré no volverla a ver nunca más, aunque sí a sus hijos. A su padre tampoco, pues no me gusta discriminar-.
Metí mis dos manos dentro del súper-escote de la mujer y saqué ambos pechos, para una vez hecho, ponerme a su vera y llevando cada pecho a mis labios, mamárselos sin recato. Luego solté el pecho derecho y acercando su boca, la disfruté largamente, mientras sobaba su pecho izquierdo con cierta violencia.
. - ¿me acompaña a su habitación, querida?
Ante el pasmo de los comensales, la dama se levantó y con una sonrisa de oreja a oreja, me cogió de la mano. Los que se quedaron allí, al final, acabaron sonriendo, por no morirse de envidia, incluido el patriarca de la familia. Apenas había comido gran cosa, pero la follada lo valía o esperaba que lo valiese, que nunca se sabe cuándo un perro ladra demasiado y luego…
. - hijo, para qué esperar a esta noche –dijo el viejo-. Visto lo visto, no hay objeto el ser discreto. ¿Nos vamos arriba?
. - ¿y la comida?
. - yo te daré de comer.
. - siendo así. Aquí os dejo, chicas -dijo Ramón sonriendo-.
Padre e hijo, de la mano, subieron las escaleras con dirección a la habitación del chico.
. - vaya putada. Y nosotras, ¿qué?
. - se me han quitado las ganas de comer. ¿Qué te parece si nos vamos al sofá y nos damos gusto? Quiero practicar un poco antes de hacerlo con Salvador delante –dijo Úrsula-.
. - sí, será lo mejor, pues nos han dejado solas.
En el cuarto de la madre de la chica, la susodicha estaba con las piernas abiertas de par en par, mientras yo me entretenía tragando fluidos en cantidades gigantescas, pues aquella mujer era más puta que las gallinas y se corría que era un gusto.
Sus gemidos no fueron frenados para nada, por lo que algunos otros de la casa la oyeron perfectamente cuando le venía un orgásmico orgasmo.
. - mira que es gritona, mamá –dijo Ramón aflojándole el cinto a su padre. Ambos encima de la cama, el pantalón salió volando, como antes el suyo-.
Ramón se tendió como su madre más allá y el calentorro de su padre se adueñó de la polla de su hijo, mayor que la suya según las mediciones preliminares.
. - disfruta papá. Chúpale la polla a tu hijo maricón. Trágatela toda.
El padre aprendía con rapidez que mamar una polla a su hijo era como follarse a cien vírgenes de golpe. Era algo que nunca había pensado hacer, ni siquiera soñado, pero que desde hoy iba a ser su más adepto mamador de pollas. Y lo mejor, que no iba a quedar preñado cuando comenzaran los enculamientos.
. - papá, hagamos un 69. Quiero disfrutar de la tuya también.
Se situaron en posición. Cada polla fue mamada por su amante familiar. La cosa ya había degenerado demasiado como para dar marcha atrás, así que lo siguiente fue disfrutar de una comida de culo en condiciones. Para ello el padre se situó a lo perrito, mientras el hijo putativo introducía su lengua en su ano. Aquello le gustaba sobremanera a su padre, algo que su puta mujer nunca hacía. De hecho, nunca le pudo dar por culo a su señora esposa.
Una vez bien caliente, Ramón se subió en la grupa de papá cornudo y como de un perro se tratara, el viejo se tragó la polla de su único hijo varón.
. - aaaaahhhhh…, aaaaahhhhh…, qué dolor... Para…, para…, por favor....
. - aguanta, papá. Aguanta como un hombre.
El chico, ni puto caso le hizo. Siguió sodomizando el agujero anal de su progenitor. En la medida que avanzaba la follada, el dolor disminuía, pero no aumentaba el placer que decían que se sentiría.
Lo que no sabía era que eso sería más adelante. Ahora solo tocaba dolor y más dolor culero.
Una vez se salió de aquel agujero negro, dio de comer su polla a su padre. Éste no abrió los ojos, pero si cerró la boca al tragarse aquel mandoble que venía con sorpresa.
Así fue como el padre se convirtió en un zaraza de mano de su hijo, también zaraza.
Ramón abrió el grifo y la explosión láctea inundó la boca de su padre, no sacando la polla hasta que no se la dejó como nueva.
Una vez toda escuchimizada, se dieron un lote de morreo brutal, solo detenidos cuando el padre recordó que ahora le tocaba a él follarse el culo, que no lo sabía, virgen de su hijo de puta, nunca mejor dicho.
Sin pérdida de tiempo, pues estaba que reventaba, se colocó detrás de Ramón y olfateó su trasero como si fuera un sabueso. Una vez sacada la lengua, la introdujo como su hijo antes con él. De inmediato se subió encima de la espalda, sin aplastarlo.
Cuando su rabo encontró el ojete y se la enterró de un solo tajo hasta los huevos, el gritó del chico se oyó en toda la casa.
. - ¿pero tú no eras maricón, hijo?, ¿Por qué gritas de esa manera?
. - porque me iba a estrenar este fin de semana, por eso. Dios, qué dolor. Tenías que haberme entrado más despacio.
. - no lo sabía hijo. ¿La saco?
. - ahora ya no hace falta. Déjame coger resuello, luego continúa.
Y continuó. Esta vez no paró hasta que se fue a correr. En ese momento la iba a sacar, pero no le dio tiempo y la leche salió y parte de ella quedó en el ano y parte en el nalgar de su hijo.
. - joder, papá, me has dejado la leche dentro.
. - lo siento, hijo. Soy primerizo y no me dio tiempo.
. - pues como dice Salvador, ahora tendrás que tomártela de mi culo y lamerme la que tengo en las nalgas. Si no, habérmela dado en la boca.
. - ¿esas son las normas?
. - esas son las normas, papá.
. - bueno, si son así…
El padre pasó la lengua por el nalgar y tragó la lechada. Con el ojete culero no fue tan rápido. Con asco, no vamos a negarlo, metió los dedos en el ano y sacó la leche que pudo. Luego se la llevaba a la boca.
Para que saliera la mayor cantidad posible de corrida, Ramón se situó en un punto alto. Luego la fuerza de la gravedad hizo el resto, con la boca del viejo debajo.
Sin duda, fue una experiencia para recordar. Padre e hijo se habían descubierto el uno al otro de una manera muy poco ortodoxa, pero totalmente válida en estos tiempos que corremos de tanta libertad sexual. Tanta, que a veces parece más libertinaje que otra cosa. Esto último para los remilgados, que, para los intervinientes en estos actos sexuales, es la reostia puta en vinagre.
Mientras las dos chicas se daban el lote con un 69 en el sofá y se traspasaban los jugos vaginales, yo ya tenía a la puta madre de Ángela sentada encima de mi polla mientras le sobaba bien sobada las tetas, que sin sujetador y al ser tan grandes, le llegaban al ombligo con aquel pedrusco metido.
La mujer era un portento sexual y se movía como Dios sobre mi polla para darse el mayor placer posible. La muy puta solo pensaba en su disfrute personal, dejando de lado a quien usaba de objeto sexual, lisa y llanamente.
El problema era que había dado con un hueso sexual y yo también quería disfrutar y su tremendo culo era mi obsesión en este momento. Así, que ni corto ni perezoso, la hice girar primero 90 grados y luego otros 90 grados hasta situarme yo encima. No contento con ello, le cogí de las piernas y levantándole a pulso el nalgar, saqué mi polla de su vagina y cambié de agujero y me fui hacia su ano.
Debía de estar pensando en las musarañas sexuales, pues solo reaccionó cuando mi polla se deslizaba culo adentro para mi satisfacción.
. - oh…, Dios, por ahí no…, por ahí no… –decía ella entrecortadamente y con fuerte dolor culero-.
. - ya ha disfrutado de mi pene en su vagina, ahora va a dejar que disfrute yo de su ano, por favor.
. - ¿tanto te gusta?, aaaaahhhhh…
. - no puedo evitarlo. Me gusta más que ninguna otra cosa.
. - oh…, Dios, aaahhh… De acuerdo, pero que no me duela mucho.
. - descuide, haré cuanto pueda.
Una mierda pinchada en un palo. Ahora que la tenía enculada, la levanté aún más, dejándole la cabeza solo apoyada en la cama mientras mi tranca disfrutaba de su anatomía anal. Sus gemidos continuaron, pero ni puto caso le hice.
Sin duda, no lo usaba apenas, si es que lo usaba para otra cosa que no fuera para cagar. Al rato me cansé de mantenerla en alto, con el consiguiente esfuerzo por mi parte, así que la dejé sobre la cama y sacándosela, la hice girar y la puse como más fácil era para mí, a cuatro patas.
Unos lengüetazos allí mismo y su ano abierto fue de nuevo objeto de mis deseos. Se la enterré esta vez sin divagaciones, ni ostias. Fue una follada en toda regla y el disfrute que me estaba reportando, era de grado superior. Sí, este fin de semana me lo estaba pasando pipa enculando a todo quisqui.
Cuando me cansé de encularla, de nuevo le di la vuelta y me dediqué a tomarme sus jugos. Ella ya no estaba tan envalentonada con este objeto sexual que se había encontrado en el camino de sus hijos. Ahora era como el perrito faldero de un servidor. Simplemente ahora era alguien con agujeros donde servirme mientras dure este fin de semana sexual.
Con el mando en mis manos, la invité expresamente a tragar polla. Ahora era como un pelele en mis manos y estaba más mansa que un corderito. Ella sabía que de ahora en adelante mandaba yo en su cuerpo, su exuberante cuerpo.
Pese al dolor culero, mamaba mi polla con intención de satisfacerme, cosa que conseguía sin duda, pues era una mujer experimentada en estas lides amatorias.
La leche se trasladó de mis huevos a su garganta, tragando sin problema por su parte, no en vano era su afición favorita, sacarnos la leche a todo santo varón que caía en sus manos.
Una vez mi polla se deslizó fuera de su boca por su pequeñez momentánea después de ser bien escurrida, le levanté la cara y comiéndome la boca, la dejé sin respiración. Hecho lo cual, besé ambos pezones profusamente, sin prisas por acabar.
Como todo lo que empieza, ha de acabar, dejé a aquella mujer tendida en la cama reponiéndose del aún dolorido culo de zorra que tenía.
. - me daré una ducha rápida. Te dejo que descanses, querida.
Me fui al baño de la habitación y me di una lavada general. Aquella mujer era de las que te lamian todo el cuerpo y no es que no me gustara, pero a veces la cantidad es contraproducente, siendo siempre adecuada en su justa medida. En fin, si ella es lamedora, pues bien, por ella.
Salí del baño vestido y me acerqué a la cama. Me incliné y la besé en los labios, para luego darle una nueva comida de pezones, pezones copias a los de su hija como había dicho, pero de tamaño muy superior e igual de sabrosos.
Salí de la habitación y la dejé allí, en la cama y desnuda.
Fuera ya no había nadie a la vista, así que me dirigí a la puerta de la calle y me senté en un banco de la entrada. Sin duda, el campo produce una paz que te entra por todos los poros de tu cuerpo.
(Parte 7 de 16)
FIN