Medio-pensionista (5)

Vicisitudes de un medio-pensionista en 16 trozos.

MEDIO-PENSIONISTA

(5-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

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Marchamos los tres. Los dos hermanos cogidos del brazo. Estaban contentos los dos y eso era bueno. El hombre no parecía mal bicho, pero tenía un cuerpazo de macho caprino…

Llegamos a un parque poblado de altos y frondosos árboles. Buscamos y encontramos un banco lejos del tránsito de gente. Cuando nos sentamos, el tío Fermín se sentó entre los dos, con la mano de su hermana entre sus manos o al revés, la de él en las de su hermana, pues tanto monta, monta tanto, Isabel, como Fernando.

. - bueno, ¿cuáles son esas condiciones tan especiales que me has dicho antes? –dijo el hombre, algo nervioso, pues seguro que quería largarse de aquella casa, pero si las condiciones eran draconianas…-

. - será mejor que hables tú, tía.

. - sí, será lo mejor, sobrino.

. - ¿de qué va esto, Susa? ¿Qué ocurre?

. - hermanito, antes de nada, decir que soy muy feliz en casa de Salvador. Mucho. Antes estaba con su primo, el hijo de Adelaida, un desgraciado, junto con su mujer, pero eso ahora no viene al caso. Soy muy feliz con Salvador.

. - eso ya lo veo. Te veo alegre y contenta. Gracias, sobrino, por la parte que te toca –dijo mirándome-.

. - hermano, déjame hablar y no digas nada hasta que acabe. Luego puedes decir lo que quieras, ¿de acuerdo?

. - claro, hermana. Adelante –Fermín se repantilló en el asiento, además de Susa. Hasta yo me puse algo tenso-.

. - allá va –Susa cogió aire y prosiguió- desde que estoy viviendo con Salvador, de eso hace solo un par de días, Salvador y yo tenemos relaciones sexuales plenas en casa y a todas horas. No, no digas nada aún, por favor –dijo al ver que su hermano se quedaba con la boca abierta para decir alguna barbaridad. Tía Susa siguió- queremos que vengas a casa con nosotros, pero con la condición de que debes tener relaciones sexuales plenas con tu sobrino y, además, conmigo también. Seriamos tres amantes en nuestra casa. Solo lo sabríamos nosotros, nadie de la calle debe saber una palabra, nadie…, nadie... Ahora di lo que quieras.

Fermín se quedó pasmado y por más que lo intentaba, no conseguía decir una palabra, pues estaba atragantado al máximo. Pero cuando cogió aire y respiró hondo, lo soltó.

. - la leche que me han dado. ¿dices que tienes relaciones sexuales con nuestro sobrino y quieres que yo también las tenga, además de contigo, mi hermana?, ¿y no quieres que las tenga con todo el vecindario también?

. - esas son las condiciones para que te puedas venir a casa. Allí cuidaremos de ti, como tú lo harás de nosotros –dije yo por decir algo y no estar como un pasmarote en la reunión de los dos hermanos-.

. - ¿de verdad te acuestas con nuestro sobrino Salvador? ¿O es una broma pesada de las que me solías soltar?

Viendo que aquello necesitaba una demostración in situ, me levanté y me puse delante de Susa. Le hablé al oído y esperé de pie. Me miró y miró a ambos lados. Cuando estuvo segura, me bajó la cremallera y me sacó el pene. Allí mismo y delante de su hermano, comenzó a mamarme la polla. Fue un par de segundos escasos, suficiente para que lo viera Fermín. Luego me la volvió a guardar en su sitio. Fermín volvía a estar pasmado.

Esta vez me quedé delante de Fermín. Esperé.

. - ¿no estarás esperando que yo…? -dijo mirándome y mirando a su hermana. Ante el silencio de ambos- vamos, por Dios. Estas cosas no pueden ser reales-.

. - hermanito, ten en cuenta que me tendrás a mí también para desfogarte. ¿Quieres que te saque la tuya para demostrarte de que vamos en serio?

. - ¿lo harías aquí, en el parque?

. - y tan en serio. Lo acabo de hacer con Salvador –dijo alargando la mano y bajándole la cremallera. Esta vez no fue tan rápida por la posición, pero, aun así, consiguió sacársela. Se agachó lo justo para mamársela un par de segundos, mientras yo intentaba taparla de los posibles ojos que mirasen hacia nosotros-.

Cuando volvió a dejarle la polla en su sitio, su hermano sudaba a mares.

. - la ostia puta. Si no lo veo, no lo creo.

. - es tu turno, tío. De ti depende que te vengas con nosotros o no –dije mirándole a los ojos-.

El hombre tragó saliva un par de veces. Esta vez miró y remiró a todos lados. Hasta que no estuvo seguro al cien por ciento, no me abrió la cremallera, sacó mi pene y cogiendo aire, cerró los ojos. Luego se metió media polla en su boca y la volvió a sacar de inmediato. No era mucho, pero bastaba, me dije.

Una vez se terminó las exposiciones de penes, los tres nos quedamos en silencio. Lo rompió, sin decir palabra, la tía Susa. Le cogió la mano a su hermano y disimuladamente, se la metió bajo las bragas. Allí dejó la mano de su hermano. Al poco la sacó sin haberle realmente metido mano como Dios manda, pero como antes, era un comienzo.

. - Es hora de volver a casa. Fermín, volvamos a la casa de tu amigo y recojamos tus cosas. No hace falta que lleves mucho. Ya te compraremos ropa y lo que haga falta cuando lleguemos a casa –dije-.

El hombre, aún anonadado por la línea que había cruzado, se levantó y sin decir nada, enfiló en primera línea hacia la casa del amigo. La tía y yo íbamos detrás. No es que fuéramos muy contentos, pero ya pasaríamos el mal trago que habíamos pasado con las pruebas.

La puerta de nuestra casa ya la teníamos delante. Saqué la llave, abrí y dejé pasar a mi tía. Detrás estaba Fermín acabando de sacar del ascensor las cajas que habíamos traído en el taxi que nos trajo de vuelta. Más que otra cosa, por las maletas, que, si no, hubiéramos cogido el tren de nuevo.

Una vez todo dentro de casa, cerré la puerta. Por fin en el hogar, dulce hogar.

Fermín estaba más nervioso si cabe. No en vano aquí sería donde se acabaría de cumplir el pacto al que habíamos llegado en aquel banco del parque.

. - tío Fermín, perdona, pero se nos olvidó algo que no te dijimos y hay que cumplirlo también.

. - ¿otra cosa más?, ¿Qué es ello? –dijo nervioso y carraspeando-.

. - la limpieza corporal. En esta casa todo el mundo se ducha todos los días al menos una vez y a veces hasta dos y tres si hiciera falta. No nos gusta oler mal. Eso es lo que iba a decir, por lo demás, bienvenido a casa. Ahora lo es también la tuya, como lo es de la tía Susa y mía.

. - ¿quién me acompaña a darme una ducha? Estoy muy sudada del viaje, ¿Salvador?, ¿Fermín?

. - te acompaño cariño. ¿Te vienes, Fermín?

. - quizás luego, si no os importa.

. - sí que nos importa. Las normas son las normas. Anda, vente. Cuando antes te des la primera ducha en compañía, antes dejarás de tenernos miedo y disfrutarás de tu nueva vida. No tardes o vendré a buscarte –dije sacándome la ropa allí mismo, lo mismo que la tía Susa. Ambos desnudos y de la mano, marchamos a la ducha-.

Íbamos a estar algo apretados, pero haciendo un esfuerzo, todo se arreglaría. Mañana mismo mandaría cambiar el plato de ducha por uno más grande y espacioso para tres personas, pero hoy no tocaba.

El agua ya corría por los cuerpos de mi tía y mío. Tardó en llegar, pero llegó. Cuando se abrió la puerta, allí estaba un nervioso Fermín desnudo con su polla apuntando hacia el cielo, ambos, Susa y yo, nos quedamos maravillados de nuevo del portento que tenía entre las piernas. Casi me corro de solo mirarlo, pues llevaba todo el camino de regreso empalmado al ver lo que había mamado Susa en aquel banco y lo que yo también tragaría.

. - pasa, es algo estrecho, pero mañana mandaré cambiarla.

Entró y lo colocamos entre su hermana y yo. El agua volvió a correr y el champú corrió también. Susa usó sus pechos para restregar bien a su hermano. De lo nervioso que estaba, no sabía dónde mirar.

. - no seas tímido, hermano. Suéltate. Vive esta vida que Salvador te ha dado.

Yo, mientras tanto, usando mis manos untadas de champú, comencé a friccionar a Fermín por toda su espalda y lo que no era su espalda.

Fermín se tensó cuando mis manos estaban entres sus nalgas. Allí no quise profundizar de momento, pero cuando dejé sus nalgas, su polla erguida fue soberanamente friccionada por mi mano llena de espuma. Le hice una suave paja que dejé de hacer segundos después. No quería que se corriera, aún no.

Aun así, la respiración de Fermín estaba más que acelerada, por lo que Susa pasó al plan B.

Se echó agua sobre sus pechos y se los dio a su hermano a mamar. Prácticamente se los metió en la boca, cosa que Fermín al principio no supo qué hacer.

Poco a poco la boca de Fermín comenzó a trabajar con su lengua y darle placer a una contenta Susa de que su hermano empezara a soltarse.

Un minuto después de mamarle los pechos a su hermana, fue el mismo Fermín el que buscó y encontró la boca de Susa. Sonreí, pues la cosa marchaba.

Los dos hermanos se estaban dando el lote bucal. Yo me puse a un lado de los dos y también metí la boca con mi lengua por delante, besando a uno y a otro.

Fermín no hacía caso de mi boca y seguía comiéndose a Susa. Solo cuando apreté un poco, pude tener la boca de Fermín para mí solo.

Esta vez no tuvo más remedio que seguirme el juego y comerme la boca también. Luego y viendo que la cosa marchaba por los derroteros que debían ir, dejé su boca para que continuara esta vez comiéndose los pechos de su hermana.

. - ¿ves hermanito como no era para tanto? Sigue, sigue disfrutando y haciendo disfrutar a tu hermanita del alma –decía mientras no soltaba el pene de su hermano-.

Fermín, como pudo, se agachó y continuó usando su lengua, ahora en el felpudo de su hermana. Allí se quedó una eternidad para mí, pero un soplo de aire para Fermín, pues de golpe, se levantó y cogiendo a Susa, la levantó a pulso y allí mismo, se la clavó hasta los huevos, dándole embestidas que hasta temía por la integridad de mi querida tía.

. - Fermín, Fermín, para por favor –decía la hermana-.

. - obedécele, Fermín. Deja de penetrarla ya.

Aquello fue un frenazo psicológico y muscular, pues Fermín se quedó parado y despacio sacó de su polla a su hermana. La tía Susa lloraba.

. - ¿qué has hecho, desgraciado?, ¿Cómo se te ocurre usar esa violencia con tu hermana? coge una toalla y sal del baño de inmediato –le dije muy serio-.

Fermín, avergonzado de lo que había hecho, agachó la cabeza.

. - lo siento, no sé lo que me ha pasado.

Aun así, no dijo nada más. Cogió la toalla, se secó por encima y salió del baño.

. - lo siento, querida. Yo no quería que pasara esto -le dije, apenado-.

. - no es culpa tuya. Ni de Fermín tampoco. Son cosas que pasan.

. - ¿cómo te sientes? ¿Te llevo al hospital?

. - no, por Dios. Solo que no me lo esperaba. Estoy bien, algo dolorida por dentro, pero estoy bien. Tú puedes aliviarme un poco si…

. - claro, mi amor. Siempre.

Me agaché y con amorosa lentitud, usé mi lengua en su vagina para aliviarle el dolor que la bestia de su hermano le había infringido. Pronto sus gemidos superaban a su dolor. Solo cuando estuvo bien, dejé de comerme su veterano coño. Luego acabamos de ducharnos y salimos del baño.

La llevé al dormitorio. La arropé con dulzura y le di un beso en la frente.

. - descansa, querida. Pronto pasará el dolor.

. - sí, lo sé.

. - perdóname, hermanita. No volverá a pasar. No sé qué me pasó –dijo Fermín apareciendo en la puerta-.

. - no te preocupes hermano. La culpa no es solo tuya. Han sido demasiadas cosas. A lo mejor había que esperar un poco, pero lo hecho, hecho está. No te culpo. Anda, ven, hermanito.

Fermín se acercó a su hermana. Una vez al lado de la cama, le sacó la toalla que tenía en su cintura y cogiéndole la polla que la había maltratado, le dio unos golpecitos.

. - mala, has sido muy mala. ¿Te portarás bien la próxima vez?

. - te lo juro, hermanita. Seré más suave. Te lo juro.

. - así me gusta. Salvador, ¿sigues enfadado con tu tío?

. - si tú no lo estás, yo no puedo estarlo. Pero no lo vuelvas a hacer. Hay que tratar a tía Susa como se merece, como una dama, que además nos quiere muchísimo. Si vuelves a forzarla, porque eso fue lo que hiciste, tendré que pedirte que te marches. Lo siento, pero no admito violencia en esta casa de parte de nadie.

. - lo juro, no volveré a hacer esa estupidez.

. - te creo. Dejemos ahora a la tía Susa que descanse. Aún está dolorida. Te traeré un calmante, tía.

. - no hace falta, mi amor. Descansaré un poco y luego haré la comida para los tres.

. - no, tú te quedas en la cama. Ya me encargo yo. De momento descansa, ya veremos cuando te dejo levantarte de ahí –dije acercándome y besándole la boca y luego la frente. Su hermano hizo lo mismo, con el beneplácito mío y de su hermana forzada-.

Apagué la luz y cerré la puerta. Ambos marchamos al salón.

. - Volvamos al baño, Fermín.

. - pero si ya me duché…

. - tendrás que hacerlo de nuevo después de que tengamos sexo.

. - ¿ahora?

No le repliqué, marché al baño y dejé la toalla sobre el lavabo y me metí en la bañera. Eché agua calentita. Al llegar, le hice señas para que entrara. Lo hizo.

Ambos nos sentamos en un borde de la bañera. Le tomé la cara y besé sus labios. Estaban fríos, pero apreté y reaccionó.

. - no seas muy violento conmigo –dijo Fermín-.

. - ¿cómo tú con tu hermana?

. - ya os pedí perdón.

. - lo sé y lo siento. Pero no puedo aguantar que fuercen a nadie, menos a la tía Susa delante mío. Déjate llevar y todo irá de maravillas entre nosotros –dije besando con lentitud aquella boca de camionero-.

Fermín se entregó al prolongado beso inacabable. Luego bajé por su cuello y llegué a sus huevos. Allí cogió aire fuertemente el dueño de los huevos.

Tuvo que poner sus manos en mi cabeza para mantener el equilibrio, pues, aunque no quería admitirlo, le gustaba lo que le estaba haciendo este bujarrón que tenía comiéndole los huevos. Sus gemidos me alegraron la velada y me pasé a su tremenda polla. Casi no me entra toda en mi boca. De hecho, no me entraba. Aun así, se la mamaba con lentitud y maestría.

Cuando dejé de comérmela, pasé a su trasero, dándole la vuelta. Su ojete recibió mi lengua a todo lo que daba, cosa que puso de los nervios a Fermín, no consiguiendo que el empalme que llevaba encima bajara lo más mínimo.

. - ahora usarás esa polla tuya con la que forzaste a tu hermana y me la enterrarás en mi culo. No te preocupes, ya está hecha al paño y no habrá problemas para que emplees la violencia que empleaste en la vagina de tu hermana, ahora en mi culo. Es más, entre más violento me folles el culo, más te lo agradeceré. Cuando quieras –dije dándome la vuelta, agachándome y abriéndome de nalgas, así esperé el descomunal rabo de Fermín-.

El muy cabrón lo tomó al pie de la letra y me la enterró de un solo tajo. Me llegó al alma y no miento si digo que me dolió un huevo, pero de mi boca no salió una mala palabra, pues acostumbrado a los primeros embates culeros, los siguientes me supieron a gloria, pese a la violencia de las entradas y salidas de la mala bestia que tenía enculándome.

La verdad es que era una sabrosa polla la que tenía aquel mamonazo.

. - si te corres en mi culo, tendrás que sacarla a base de lengua y un par de dedos. La echas en mis nalgas o en mi boca. Esto último lo prefiero, si no te importa.

. - es toda tuya, pero aún falta un rato.

. - no te prives y disfruta, que yo también lo estoy haciendo.

Las embestidas continuaron y el disfrute también. Solo cuando la velocidad aminoró, supe que la corrida estaba cerca y no me equivoqué.

Se salió de mi culo y girándose, me puso la polla, una polla que no venía lo limpia que debía llegar, pero para eso soy un bisexual, para dar y recibir. Me la tragué durante un rato y la mamé y mamé hasta que un grifo de leche inacabable salió de aquella polla. Era una leche abundante en grado sumo, aunque no la mejor del mercado, que para eso tenía yo el usufructo, pero era disfrutable y tragable, cosa que hice.

Una vez tragué la lechada tremenda que hasta quiso escapárseme por entre la comisura de los labios, continué mamando aquella polla hasta que la dejé bien corrida.

. - la madre que te parió, como tragas por culo y por la boca.

. - ya te dije que no era un novato en estas lides. Ahora vas a comerme todo el cuerpo y recibir mi polla en tu culo. ¿La prefieres en seco como yo o con vaselina comestible?

. - si tu aguantaste mi polla que es bien grande, yo no voy a ser menos con la tuya, que no es tan grande, pero se le acerca.

. - como quieras –dije levantándome-.

Fermín se fue directamente a por mí polla. Tragándosela como si le debiera algo. Pronto dejó de mamármela para darse la vuelta.

. - ¿tienes prisa?, ¿vas a algún sitio?

. - no, ¿por qué?

. - emplea un poco de tiempo para madurar la follada, nada de aquí te cojo, aquí te mato. Usa tu lengua por todo mi cuerpo para ponerme a cien. Luego, cuando esté bien caliente, te la meteré hasta los huevos. Se trata de darle placer al otro, tanto como el otro, o sea yo, te lo he dado antes. No seas cabrón y egoísta y déjame disfrutar de tu lengua por mi cuerpo.

. - perdona, soy nuevo en esto del mariconeo.

. - perdonado. Sí, tienes razón. Anda, haz lo que quieras, ya aprenderás con el tiempo. Sigue chupándome la polla y luego comámonos la boca de nuevo. No sé por qué, me gusta comerme tu boca.

. - vaya, tengo algo que te gusta además de mi culo.

. - no te inventes. Es tu culo lo que me gusta más, además de tener tu polla en el mío. Así que continuemos o se me van a enfriar los cataplines.

Sonriendo por primera vez Fermín, comenzó esta vez por mi boca. Nos besamos a conciencia, para luego comerse mi rabo y mis huevos. Luego mis nalgas y cuando se dio la vuelta y se abrió las nalgas, vi el cielo aquí en la tierra.

Era un culo grande, como todo en Fermín. Allí metí de nuevo mi lengua, para luego y sin avisarle como antes hizo conmigo, enterrársela hasta los huevos. Sí, sí que gritó. Tanto que llegó a oídos de su hermana, la cual sonrió al oír el esperrío de su hermano.

La follada aumentó en potencia hasta que mis fuerzas pudieron. Cuando los sudores resbalaban por mi cara y las lágrimas por la cara de Fermín, aflojé y aflojé hasta quedarme dentro de su culo. Allí descargué mi corrida, una corrida abundante y bien sabrosa como bien sabía mi paladar.

Una vez me corrí en su culo, me salí y abriéndole las nalgas, usé mi lengua y ayudándome de un par de dedos, me zampé toda la leche que había metido, para después girar a un dolorido Fermín y ponerlo a comerme el rabo para limpiarme el conducto seminal.

La lechada, como todas las leches la primera vez, no gustaban a nadie hasta que se hacían al paño y al final pedían más de la que uno podía fabricar. Pasa siempre y Fermín no era una excepción, pues tuve que pedirle que tragara sin pasarle la lengua y lo hizo, forzadamente, pero lo hizo.

Cuando nos dimos una ducha rápida de culos y pollas, salimos del baño.

El hombre caminaba como si le hubieran dado por culo, así que lo llevé a una habitación vacía y le pedí que se acostara. Le traje un calmante y allí lo dejé doliéndose de mi polla tantas veces enterrada en su culo, que lo que más hacía era cagar y nada de recibir pollas ajenas para el disfrute del follador. Al menos de momento.

Me puse el delantal y comencé a hacer la comida, pues no habíamos probado bocado en toda la mañana y parte de la tarde. Hice unas lentejas, cosa rápida y fácil de hacer.

Con los platos de ambos en una bandeja, fui a cada habitación y se las serví. Dejé a ambos comer y yo me fui a la cocina a comerme mis propias lentejas.

Una vez retirado los platos y viendo que tenían sueño atrasado y por lo acaecido en el ano de Fermín y la vagina de Susa, los dejé sobar hasta el día siguiente. Yo me fui a ver un poco de tele y allí me quedé dormido yo también hasta el día siguiente.

Un beso en los labios de Fermín lo despertó. El beso era mío. Al abrir los ojos no supo reaccionar, pero cuando supo dónde estaba y con quien, un atisbo de sonrisa se dibujó en sus labios. Ello me dio pie a volverme a inclinar y darle un nuevo beso en los labios algo más prolongado que Fermín no rehuyó.

. - arriba, gandul. Tenemos que ir de compras.

. - buenos días, sobrino. ¿Cómo está Susa?

. - vayamos a comprobarlo, aun duerme.

Fermín saltó de la cama. Iba en calzoncillos. Hizo intentos de ponerse los pantalones y con un gesto, le dije que no. Es más, le bajé los calzoncillos, comprobando que la polla seguía allí y no se había ido a ninguna parte. No pude evitar agacharme y darle una chupada preparatoria, cosa que hizo que se levantara a los cielos, ante la sonrisa de su dueño.

. - así está mejor –le dije mientras caminaba hacia el dormitorio donde estaba Susa, sin los calzoncillos y con la polla de Fermín en mi mano-.

Susa ya tenía los ojos abiertos, pero aún no se había salido de la cama. Al vernos y ver como veníamos, sonrió y se sentó en la cama. Como siempre hacíamos, dormía desnuda y su viejo cuerpo relució en los ojos de Fermín.

. - ¿cómo estás hermanita?, ¿Aún te duele lo que te hice?

. - no, hermanito. Anda, ven. Veo que te has hecho ya amigo de Salvador.

. - es muy persuasivo este sobrino nuestro –dijo mientras yo soltaba la polla y él se acercaba a su hermana-.

Susa tomó el relevo de su polla y sin más que una sonrisa, se llevó la polla a la boca para deleitarse y deleitar a Fermín.

. - gracias, hermanita. Ahora sé que me has perdonado.

. - nunca te eché la culpa, Fermín. Más bien fue nuestra por forzarte. Sobrino, alcánzame la vaselina, por favor.

. - claro, tía.

Fui a la mesa de noche contraria y saqué la vaselina comestible. Se la di y untó la polla de su hermano con ella, para luego dársela a Fermín, mientras se daba la vuelta y se apoyaba en la cama con las piernas bien abiertas.

. - échame abundante vaselina en mi ano, querido hermano. La tienes más grande que Salvador.

. - ¿estás segura, Susa?

. - sí, estoy segura. Sé que lo vas a hacer con suavidad y dulzura esta vez.

. - por supuesto, Susa, desde luego que sí.

Fermín untó el ano con la vaselina, profundizando en su interior con un par de sus grandes dedos. Luego puso el tubo sobre la mesa de noche cercana. En eso, yo la cogí y me eché otro tanto en mi pene y otro poco en el ano de Fermín, que comprendió que iba a ser un emparedado entre su hermana y su sobrino.

Una vez todos envaselinados, Fermín apuntó y entró en su hermana despacio, muy despacio. Algo similar a lo que yo hice luego con su trasero, despacio, muy despacio. No como la noche anterior, que más que hice fue darle un escarmiento por lo que le había hecho a tía Susa.

Las respiraciones se entrecortaron en los tres. Fue una follada a cámara lenta, pero muy fructífica para los sentidos de los tres.

. - un poco más rápido hermanito.

No tuvo que repetirlo y aceleró la follada culera, cosa que yo apliqué a mi polla también.

Así las respiraciones se dispararon, siendo una follada decente y muy provechosa.

Quien más, quien menos, resoplaba y se dolía, pero ninguno de los enculados se quejó esta vez, solo querían satisfacer al que tenía detrás enculándolos, ya fuera Susa para con su hermano, como Fermín para conmigo.

Cuando Fermín se salió del ano de su hermana, yo hice lo propio con el suyo. Al entregar su semen a Susa para que se lo tomara, allí también estaba mi polla. Así, con ambas pollas en sus narices, fue mamándolas alternativamente, hasta que comenzamos a soltar el grifo. El primero fui yo, pero Fermín no le tardó apenas.

La boca y cara de Susa era todo un poema de leche por toda ella. Así que usó su lengua para recoger el semen que tenía fuera de su boca. Luego fue Fermín el que me limpió la polla, tragando restos lácteos. Algo similar hice yo con su descomunal rabo, entregándome una buena cantidad de semen residual que tenía en su conducto interior. Sin duda, fue un comienzo de día muy prometedor.

Un morreo a Susa y otro a Fermín de lo más prolongado, puso la firma de paz entre los tres. De ahora en adelante, Fermín pasaba a formar parte de esta tan suigéneris familia sexual.

Una ducha a tres bandas de nuevo se produjo, donde las bocas de los tres no paraban de disfrutar de uno o de los otros dos participantes. Sin duda, con Fermín teníamos en casa un verdadero semental con un cacho polla digna de tener en una vitrina y era nuestra, de Susa y mía.

(Parte 5 de 16)

FIN