Medio-pensionista (3)

Vicisitudes de un medio-pensionista en 16 trozos.

MEDIO-PENSIONISTA

(3-16)

ESCRITA POR: SALVADOR MORALES

© Todos los derechos reservados.

Úrsula se enganchó de mi brazo. Bajo su paraguas, no nos mojábamos. Ángela iba sola con el suyo. Aceleró el paso, pues conocía el lugar a donde nos dirigíamos. Úrsula y yo sonreímos. En eso, me desenganché del brazo de Úrsula y mi mano se fue hacia su trasero, no haciendo ella nada por impedirlo. Visto lo visto, fui más allá y le apreté una nalga, a lo que ella dio un gritito, pero nada más. Hasta cerca del bar, no dejé de sobarle ambas nalgas. Una vez allí, volví a dejar la mano como antes. Luego nos separamos y nos sentamos en una mesa.

Guiñé un ojo a la amiga de Ángela. Se puso colorada y miró al suelo.

. - vosotros dos tramáis algo.  ¿Qué es?

. - a mí que me registren. Soy un caballero –dije sonriendo-.

. - ya, un caballero…

El camarero llegó oportunamente. Pedí tres chocolates con churros y esperamos a que nos los sirvieran. Una vez en la mesa, comenzamos a zampárnoslos y calentarnos el estómago, pues hacia un frio que pelaba, como si fuera a nevar, después de llover.

. - la madre que… -dijo Ángela, apartando el churro que tenía en su mano- mierda, me he manchado-.

. - joder y encima, es blanca la blusa. Vas a quedar preciosa con ese manchurrón. Será mejor que vayas al baño a limpiarte un poco.

. - mierda, mierda. Si seré estúpida… –no paraba de quejarse Ángela-.

Se levantó de la mesa y se fue al baño, unos cinco metros más allá. Úrsula saco un boli y un papel y escribió algo.

. - toma, te espero en esta dirección esta noche.

. - ¿pero de verdad quieres que nos veamos?, ¿no era broma?

. - ¿tú qué crees? –dijo alzándose lo justo para comerme los morros. Yo me dejé, claro. Es más, puse de mi parte, mientras mi mano derecha se iba hacia su muslo, tan tentador. Si hubiera seguido el beso más prolongado, ya estaría con mis dedos mucho más adentro de lo que llegué, pero bueno, tiempo al tiempo-.

. - ¿es suficiente prueba de que estoy de un caliente que me voy a quemar?

. - no, si ya lo he sentido. Casi se me quema la mano –dije sonriendo. Ella miró hacia la puerta del baño y volvió a comerme la boca y de nuevo se me fue la mano. Esta vez, más profundamente, tanto que llegué a meterle mano bajo las bragas, pero no tanto como hubiera querido, pues nos cogió in fraganti Ángela y su mala leche por haberse ensuciado la blusa.

. - Úrsula…, si acabas de conocerlo…

. - envidia cochina. Eso es lo que tú tienes. Para que lo sepas, esta noche nos vamos a ver en mi casa.

. - sí, y tus padres te van a dejar que lo metas en tu cama.

. - tonta, ¿no sabes que estarán en no sé qué gala benéfica?

. - ¿y los sirvientes?

. - mierda, los sirvientes. No había caído en ellos. Son unos chismosos, los muy jodidos. Oye, ¿por qué no me prestas tu habitación por esta noche?, digamos, un par de horas –le dijo a su amiga del alma-.

. - serás cabrona. Ni hablar. ¿Y tú no tienes nada que decir, Salvador?, mira que eres de carrera larga tú también. Llegas, la conoces ¿y al catre?

. - vale, no te pongas así. Tú también puedes asistir a la reunión –dije sonriendo- tengo una vivienda amueblada y sin alquilar, ya os lo dije antes. Allí podemos encontrarnos, ¿no os parece?

. - vete a la mierda. Yo me largo. Haced lo que os dé la gana. Creí que eras diferente –dijo y se largó pisando fuerte.

. - parece que está enfadada tu amiga Ángela.

. - no te preocupes, ya se le quitará. ¿Entonces, esta noche en tu casa?

. - claro, te anoto la dirección. Recuerda que vivo con mi tía, pero nos daremos gusto en la vivienda de al lado, la que está libre. Mira, aquí tengo una copia de la llave de la entrada y de la vivienda. Cuando estés allí, me das un toque a este número. Llego en diez segundos.

Anotó el número de mi móvil y le entregué el juego de llaves. Ella se lo guardó en su bolso que costaba más que un riñón y parte del otro.

. - voy a tener que irme. Esa loca es mi amiga y no puedo dejarla que regrese sola.

. - claro, hazlo, será lo mejor, ¿pero antes por qué no repetimos?

Ella sonrió, lo mismo que yo. Se levantó y nos besamos como dos tortolitos. Su trasero sufrió los abusos de mis manos, cosa que a ella no pareció importarle. Luego y sonriendo, salió en pos de su amiga manchada y despechada.

Con tanto sobresalto, aun no me había terminado los churros y continué comiéndomelos. En eso llegó un chico que se parecía cantidad a Ángela. Sin duda, sería su hermano, el tal Ramón.

El chico miró y re-miró, pero no veía a su hermana y su amiga. En eso, lo llamé con la mano. El deportista se me acercó.

. - hola, ¿me llamabas?

. - sí, eres Ramón, ¿verdad?

. - sí, ¿nos conocemos?

. - no, pero si conozco a tu hermana y su amiga Úrsula. Siéntate, hombre. Calienta el estómago. Te invito.

. - ¿dónde están mi hermana y Úrsula?

. - se marcharon corriendo. Tu hermana se manchó de chocolate y se puso perdida. Anda, siéntate. ¿Cómo quedó el partido? Estuve en las gradas con tu hermana y su amiga buenorra.

. - fue un desastre –dijo sentándose pesadamente-.

. - ¿jugaste al final?

. - ni un minuto. El capullo del entrenador debe tenerla cogida conmigo.

Llamé al camarero de nuevo y volví a pedir una ración de churros y chocolate para el chico. De paso pedí otra para mí, pues me había quedado con ganas.

. - ¿de qué conoces a mi hermana?, es muy reservada y apenas habla de sus amigos.

. - sí, es bastante reservada, hasta diría yo algo remilgada, ¿no te parece?

. - veo que la conoces bien. Sí, es una remilgada. Yo, con su cuerpo, ya tendría amantes aquí y allá y ella no. Seguro que es aún virgen.

. - no jodas…

. - jodo…, jodo… –dijo riendo y yo le reí la gracia al muy capullo-.

. - oye, ¿eso que veo entre tus piernas es todo tuyo?

. - la ostia puta –dijo al ver que tenía la polla asomando por encima del pantaloncito que llevaba. Era una gruesa polla a la que se le podía dar el tratamiento de señora polla, sí señor. Solo se le veían unos tres centímetros, pero qué tres centímetros más sabrosos sería teniéndola en mi boca-.

Se la guardó como pudo.

. - perdona, no suelo ir por ahí con la polla fuera.

. - no, ya me lo imagino. Seguramente quería ir de paseo y no te dijo nada. Bonita polla, sí señor.

. - ¿eh?, ¿cómo dices?

. - ya lo has oído. Pero si te molesta…

. - no, al contrario. Me halaga, no sé por qué, pero me halaga –dijo repantigándose en el asiento y sonriendo de esa manera que solo los expertos como yo sabían qué significaba. Sí señor, era una señora polla-.

El camarero llegó con lo pedido y comenzó el chico a comerse los churros mojados en el chocolate. Su mirada había cambiado y me miraba furtivamente de vez en cuando.

. - ¿te gusta mi hermana? –Soltó de repente-.

. - ¿por qué lo preguntas?

. - por decir algo.

. - bueno, la verdad es que me gustan todas las mujeres y también, por qué no decirlo, todos los hombres.

. - ¿los hombres también?, ¿Que eres?, ¿un folla-todo lo que se menea?

. - muy gracioso. Un folla-todo… Tampoco es eso. Por ejemplo, a tu hermana y su amiga, que, por cierto, ambas están buenísimas, no te digo que no me gustan, al contrario, me gustan ambas. En cuanto a los tíos, al ver esa polla tuya tan sabrosa, no me disgustaría darle un repaso. ¿Es eso lo que querías oírme decir?

. - más o menos –dijo sonriendo y colorado. Había empalmado aún más si cabe. Tanto que tuvo que cambiarse de lado la polla o aquello iba a reventar y se estaba notando cantidad-.

. - ¿te puedo hacer una pregunta personal, ahora que nos estamos sincerando?

. - claro, dispara –dijo dejando de comer-.

. - ¿eres homosexual?

. - ¿yo?, que va. –Dijo rojo como un tomate-.

. - entiendo.

. - ¿qué entiendes?

. - que aún no has salido del armario. ¿Es eso?

. - pero, ¿qué dices de armario, ni qué ocho cuartos? Que no soy marica, joder.

. - ni que fuera un pecado, leñe. Yo mismo, soy bisexual, tanto me gusta la carne, como el pescado y no me escondo. Tampoco lo voy pregonando por ahí, que conste, ¿Por qué lo haces tú?

El tío tragó saliva y se lo pensó mejor.

. - ¿prometes no revelarlo?, no sé por qué hablo contigo de esto, que no te conozco de nada, pero si me hermana es tu amiga, voy a confiar en ti.

. - tienes mi palabra. No voy por ahí hablando de la gente sin su permiso de sus inclinaciones sexuales.

. - sí, me gustan los chicos. Pero si se enteran en el club, no me dejan pisar el estadio, me echarían a patadas. A nadie le gusta que un homosexual se bañe en la ducha con los llamados heteros. Además, se reirían de mí, si los conozco bien. Hasta yo me he reído de otros homosexuales que han sido descubiertos haciéndose una mamada a escondidas.

. - te comprendo. Aun hoy hay mucho prejuicio. Es una putada, pero es lo que hay. ¿Tienes pareja?

. - no, que va. Lo llevo todo en secreto.

. - ¿entonces como sabes que lo eres?

. - lo soy, eso sí lo sé. Siempre lo he sabido.

. - ¿lo sabe tu hermana?

. - sí, en casa lo saben todos. Mi hermana es la única a la que le cuento todo. Gracias a ella no me he vuelto loco. No estoy seguro, pero creo que también se lo contó a su amiga del alma, Úrsula. Espero que sepa guardar el secreto o lo voy a pasar canutas cuando se entere todo el mundo.

. - desde luego de mi boca no saldrá. De la de Úrsula ya no lo tengo tan claro. Le gusta largar cantidad a esa chica.

. - sí, eso me temo. Hablaré con mi hermana para que le tape la boca si se lo contó.

. - hablando de otra cosa, ¿te apetece que lo hagamos alguna vez?

. - ¿te refieres a…?

. - sí, a eso que estás pensando, ni más ni menos. Me gustaría probar lo que antes he visto.

. - ¿tanto te ha impresionado?

. - desde luego. Si un día tienes ganas de aprender de un profesional limpio y discreto, avísame. Tengo donde quedar. Allí no nos molestará nadie.

. - me lo pensaré. Recuerda, nada de desenmascararme.

. - no seré yo quien lo haga. ¿Me la dejas ver un segundo? Se me está poniendo dura la mía.

. - si me enseñas tú la tuya primero. Ya te la enseñé yo antes. Sin querer, pero te la enseñé.

. - tienes todo el derecho del mundo. Será mejor ir al baño, ¿no te parece? Aquí no es plan de enseñarnos las pollas.

. - creo que tienes toda la razón del mundo.

. - vete al baño. Pago y voy enseguida.

. - aún no he terminado con mis churros.

. - no hay prisa. Termínate los churros.

Ambos acabamos de comer. Ramón se levantó y se fue al baño. Luego yo me levanté también y fui a la barra. Allí pagué y di una propina. Luego pasé al baño.

Ramón estaba en uno de los reservados. Miré en el otro y no había nadie. Así que entré en el que estaba el chico. Estaba sentado en la taza del wáter. Se iba a levantar, pero se lo impedí. Enseguida me desabroché el cinto y me bajé los pantalones. El bulto que había en los calzoncillos era descomunal, como descomunal era mi polla, mi preciada polla.

Hice una seña al chico para que me bajara la prenda y pudiera admirar mi pene. Nervioso, usó las dos manos y me bajó los calzoncillos. Saltó como un acordeón cuando estuvo libre mi pene.

. - la ostia, es más grande que la mía.

. - adelante, hazle los honores.

. - ¿puedo?

. - claro, adelante.

Ramón la cogió con reverencia. Luego y sin previo aviso, se la metió en la boca. Como si yo fuera a abroncarle por hacerlo, cuando era lo que quería.

La mamaba como lo que era, un soberano novato en estas lides. Hasta la tía Susa la mamaba mejor, mucho mejor.

Le puse la mano en su cabeza para frenarlo un poco y lo puse a la velocidad ideal. Así fue como Ramón se tomó la primera lechita de un servidor, cosa que no esperaba hacerlo, pues intentó salirse al final, pero para eso estaba yo allí, para impedírselo y que se la tragara todita.

Una vez tragó la leche, hice que continuara mamando hasta que no salió más leche que la que habían fabricado mis huevos.

Una vez mamado correctamente, cogí papel higiénico y me la limpié. Hice levantar al chico del asiento y me senté yo. Ramón ya sabía que ahora le tocaba a él sacársela y yo servirme de su polla.

Con los nervios a flor de piel por si entraba alguien al baño y me jodía la mamadera, tuve su polla a la vista en todo su esplendor. La acaricié, cosa que hizo apretar el estómago al chico. Luego y con la maestría que me caracterizaba, me tragué tan suculenta polla. Fue una mamada de reconocimiento general. Hasta sus huevos pasaron la inspección y por mis propios huevos, que aquella polla era de calidad suprema.

Acabé haciendo que se corriera en mi boca. Disfruté de su leche antes de tragármela. Luego le hice una mamada limpiadora que lo dejé seco.

Una vez limpiada su polla por mí, se la guardó y antes de salir de allí, le tomé la cara y mirándole a los ojos, besé aquella boca virgen.

Fue un disfrute saborear todo, pues mi lengua penetró en su interior, informándome de todos sus recovecos, no fuera que, y valga la redundancia, fuera la última vez que se perdía en aquella boca tan sabrosa, tanto como su polla.

. - nos vamos –dije una vez dejé de besarlo-.

Ramón se quedó como extasiado, cuando despertó, no dijo nada, solo salió como un autómata y llegamos a la calle. Allí, diez metros más allá, tras una esquina, nos paramos.

. - gracias –dijo el chico-.

. - gracias, ¿por qué?

. - ya sabes por qué. Me ha gustado. No sabía que fuera tan sublime que te la mamaran.

. - esto es como todo. Depende de quién y con quién y, sobre todo, cómo se haga. Si es con cariño, o con violencia, etc., etc. A mí también me ha gustado mucho. La he disfrutado y me has hecho disfrutar. Así que yo también te doy las gracias. Sigue en pie lo de vernos algún día.

. - lo pensaré, gracias. Ahora debo marcharme, vuelve a llover.

. - entonces, hasta la vista.

. - si estuviéramos solos, te daría un beso, pero en plena calle… -dijo Ramón-.

. - no te preocupes, también me gustan los besos virtuales, algunas veces hasta más, pues son con el corazón. Ahora lárgate o vas a hacer que cojamos los dos una pulmonía en medio de la calle.

. - gracias –dijo de nuevo y se marchó a paso largo. Pronto lo perdí de vista. Yo marché hacia casa. Era verdad. Con el frío que hacía, mojarme era malo para mi salud, algo que me disgustaría muchísimo, pues esta noche tengo un rollito de primavera con mi nueva amiga Úrsula, la del canalillo de tres pares de cojones.

. - hola querido, creí que no vendrías a comer.

. - te hubiera llamado, tía –dije besándole los labios primero y luego levantándole la camiseta que llevaba, besé ambos pechos desnudos. Ella sonrió. Me senté en la mesa y me sirvió un buen plato de judías-.

Ella se sirvió otro plato para sí y se sentó junto a mí. Allí se sacó la camiseta y se quedó con los pechos a la vista, como me gustaba que estuvieran. Volví a besarle los labios y cada pezón de nuevo. Luego ambos, sonriendo, nos dimos un festín de judías con sabor a gloria bendita, como me gustaban cuando mamá me las hacía.

. - ¿te gusta el teatro, tía?

. - hace muchos años cuando lo echaban por la tele, de cuando los televisores eran en blanco y negro, sí. Me gustaba mucho, pero ahora son tan modernas las obras que ponen, que no, no me gusta, la verdad. Aun me acuerdo de las obras de los poetas famosos como Machado, los hermanos Álvarez Quintero, Dámaso Alonso y demás. Esos si eran poetas y no los de hoy en día, que cualquiera es poeta.

. - quería llevarte a una obra que ponen en el museo de Bellas Artes. Inauguran una exposición de Dalí y Picasso y lo celebran con una obra de Cervantes. Sí, esa. La de don Quijote y Sancho Panza.

. - bueno, si es de Cervantes, habrá que verla. Ese si era un escritor como Dios manda. Aunque hay que estar un poco loco para poner en boca de don Quijote lo que decía el viejo loco.

. - sí, yo también creo que debe estar un poco tocado del ala. Entonces iremos a la obra. La ponen temprano, a eso de las cinco de la tarde, pues dura dos largas horas.

. - si me gusta, como si dura cuatro, pero si no me gusta, nos vamos. ¿Verdad, Salvador, mi amor?

. - claro, querida –dije tomándole ambos pechos de nuevo, pero esta vez colocándome detrás de ella. Sabiendo que las judías ya no estaban tan calientes como antes, tomé ambos pezones y los sumergí en su plato, luego me llevé ambos pezones a la boca y chupé el líquido que goteaba. Así repetí varias veces-.

. - ¿quieres darme por el ano mientras me como las judías, querido?

. - me gustaría, querida, pero temo que he descargado antes de llegar a casa. Más tarde, quizás.

. - ¿descargaste?, ¿Dónde?

. - no seas celosa, tiita. Ya te dije que tengo mis aventuras fuera de esta casa. Pero no te preocupes, tú serás la primera y mi más ardiente amante.

. - bueno, siendo así... Aun así, me gustaría hacer una guarrería. La he visto en un video que he puesto esta mañana. El tío comía en la vagina de la chica. Me gustaría que comieras judías en mi vagina. ¿Harías eso por mí, sobrino?

. - tía, te estás haciendo una verdadera ninfómana. Me gusta. Apartemos las cosas de la mesa. Aquí mismo lo haremos.

En un segundo dejamos la mesa limpia. Luego ella, ayudada por mí, se desnudó del todo y se tendió cuan larga era sobre la mesa. Cogí su plato. Luego le coloqué la vagina y los pies de manera que hiciera como si de un cuenco se tratara. Allí deposité las judías.

. - luego voy a tener que afeitarte, tía. Tienes demasiados pelos ahí abajo.

. - como tú digas, mi amor. Adelante, sírvete.

Y me serví. Con mi lengua bífida entre sus piernas, me tomé todo el resto del plato que ella no se había comido. A la vez que comía, la penetraba con mi lengua, haciendo que se corriera como una verdadera puta, valga la palabra. Al final, mi polla acabó por levantarse un poco, lo suficiente para podérsela meter hasta los huevos.

No fue mi mejor trabajo, pero mi herramienta hizo lo que pudo. Acabé corriéndome en su boca, después de haber pasado por ambos agujeros de mi señora tía.

Desde luego a la tía Susa no le importaba experimentar con su sobrinito del alma y a mí tampoco. No señor.

. - Hay mucha gente y todos vienen vestidos de copete, como si fueran a una gala benéfica.

. - tía, tú sí que vas bien guapa. Estoy orgullosa de ti. Ese vestido que compramos te sienta de maravilla. Hasta tengo ganas de penetrarte de nuevo –le dije bajito al oído. Ella se ruborizó, como una quinceañera. Luego me apretó la mano diciéndome que ella también lo deseaba, pero no era el lugar, ni el momento. Claro, hasta yo lo sabía. Solo me faltaba que me cogieran dándole por culo a una señora de 70 años, aunque fuera consentido y familia mía. No, no era plan, aunque si nos metíamos en uno de esos cuartos…

Al final no fue tan mala la obra. El actor principal se parecía a un verdadero Don Quijote, como debe ser. Sancho panza, ya no tanto, pero, en fin, a la tía Susa le gustó y eso era lo importante.

Cuando salimos, la llevé a tomar algo a una tasca cercana. Estaba contenta y hablaba de la obra como si fuera una crítica de arte, cosa que no era, pues dijo que el tal Sancho Panza lo había hecho de fábula, cuando se equivocó en un par de ocasiones. Aparte de que no se parecía una mierda, joder. Pero no quería estropearle la tarde-noche a la tía Susa y afirmaba todo lo que ella decía, como a los locos.

. - he visto en la revista que nos dieron, que dentro de una semana pondrán a Romeo y Julieta. ¿Podemos venir, Salvadorcito?

. - claro, querida. Sobre todo, porque es gratis como la obra de hoy.

De regreso a casa, le conté el rollito de primavera que tenía previsto esta misma noche. De nada me servía ocultárselo, pues acabaría averiguándolo y sería peor si no la avisaba que me iba a divertir con una amiga en el piso de al lado.

. - no te preocupes, no soy celosa. Gracias por decírmelo, podías habértelo callado.

. - es mejor que lo sepas. Así no hay malos rollos entre los dos.

. - ¿fue con esa chica con la que te verás después, la misma con la que descargaste esta mañana?

. - no, esa vez fue con un chico. Solo fue una mamada mutua. Más adelante quizás pasemos a mayores, pero de momento, solo fue eso, una mamada rápida.

. - de nuevo gracias por hacerme partícipe. Ya sabes que puedes acostarte con quien quieras. No quiero coartarte la vida y solo disfrutar conmigo.

. - te agradezco que no me hagas una escena. Voy a darme una ducha, se acerca la hora de la cita.

. - ¿puedo acompañarte a la ducha?

. - claro, mi amor.

Allí mismo, en el salón, nos desnudamos y de la mano, entramos en el baño. Fue una lavada mutua. Ella no intentó descargarme con una mamada de las suyas. Yo tampoco intenté penetrarla, pero eso sí, de la comida de coño no se libró, cosa que me agradeció con unos orgasmos que me supieron a gloria puta en mi garganta.

Cuando salí del baño, la dejé allí, tomándose su tiempo, pues le había sacado cantidad de jugo vaginal que no sabía cómo diablos había fabricado en aquellas cantidades. Cosas de la vida, para que luego digan que los viejos no se corren, ni sienten deseos como cualquiera más joven.

Estábamos frente al televisor. Mi mano derecha jugaba con su pezón derecho mientras veíamos el telediario. Ella, acurrucada en mi pecho con sus nuevas gafas.

De vez en cuando le daba un beso en la frente, cosa que agradecía girando la cara y besando mis labios. Así pasamos el rato hasta que sonó el móvil.

. - será ella –dije en voz alta antes de coger el aparato que tenía en mi bolsillo-.

Según pregunté por quién llamaba, sonó la voz de Úrsula.

. - ya estamos aquí, ven cuando quieras.

. - vale, voy para allá.

Una vez corté la comunicación, me dije que no habría oído bien, “ ya estamos aquí”, había dicho. No lo creo, no, señor. Habría oído mal.

. - bueno, llegó la hora. No me esperes levantada, querida. A lo mejor hasta me quedo a dormir con ella. Aún no lo sé. No pongas esa cara, mujer –le dije besándole los labios- ya sabes que volveré-.

. - lo sé. Suerte y diviértete.

Volví a besarla, esta vez, más prolongadamente y con cierta presión contra sus labios. Un beso en cada pezón y me levanté, arreglándome la camisa y los pantalones.

(Parte 3 de 16)

FIN